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STANDARDS NO STANDARDS tul", el analista no.

El primero no deja d e saber lo que tiene que


hacer, puesto que la asociación libre es la exigencia, podem os de--
A propósito de las entrevistas preliminares, del control cir, standard, que define su tarea. Nada semejan te e xiste del lado
y de la duración de las sesiones del analista.
Ciertamente, Freud d efine su función con un término, interpre-
tación, por el que se prescribe una fina lidad, el d esciframien to, el
Este texto, redactado por Colette cual se opone a las dos fina lidades mayores del dominio, gober-
Soler, ha sido preparado con la nar y educar. Esto nada dice, sin embargo, sobre cómo efectuar
colaboración de: Jacqucs Adam, t~sla función-interpretación. De hecho, la cuestión sobre lo que
Joseph Attié, Guy Clastres, Hugo
Frcda, Franz Kaltenbeck, Jcan-
dl:be reglar la intervención del analista se plantea d e inmediato p a-
Pierre Klotz, Guy Leres, Ronaldo ru los psicoanalistas, qu edando bien claro que si a la asociación se
Portillo, Antonio Quinet de An- In llama libre, la interpre tación no lo es. Tiene en la transferencia
drade, Charles Schrcíber, Fran9oise Mus condicio nes, pese a dejar a discreción del analista los m omen-
Schrciber, Esthella Solano Suarez, to s, el núrnero, Jos términos y el campo de su s intervenciones,
Annie Staricky, Herbert Wachsbcr-
ger.
on donde la asociación, en cambio, no deja al an alízante elección
uinguna y lo determina. El ¿cómo hacer? queda a cargo del analis-
ta , pues no hay r egla fund amental qu e se lo d iga.
Hay pues, incripto en el procedimiento freudiano, una h iancia
cutre el saber y el analista en cuanto a las finalidades y efectivi7.a-
ción de su intervención. Esta hiancia pr~para en el núcleo del
dispositivo ·analítico el lugar d e la impostura virtual. La enseilanza
tk Lacan no cesó de rodearla y de reformularla y, desde los co-
Standard y no standard es un título que adquiere su sentido a mienzos, los analistas t estimoniaron qu e la sufrían. En este pun to,
pruiir de la polémica introducida en el psicoanálisis por la ense- lu historia lo muestra, ubicaron primero el modelo - solución indi-
ñanza de J acq ues Lacan. La cuestión que plantea es la del Otro, la vidual- y luego e~ standard - solución institucional-. Es decir,
t¡ue a falta de un saber cuándo o cómo-hacer, se esforzaron por
IPA, de la que extrae la oposición de sus términos. En efecto, es
la IP A quien, por haber promovido una reglamentación standard hat:er-como; como Freu d al principio, según lo t estimonian sus pri-
rucros discípulos; después, como las reglas instituidas lo prescri-
susceptible a sus ojos de identificar al psicoanálisis, creyó poder
arrojar fuera del campo del psicoanálisis, como disidente, no
twn para cada uno, luego de haberlo prescripto para su didacta.
standard, la práctica misma de Jacques Lacan. Sin embargo, Lacan lacan barre ese como-los-otros, y su pretensión de suplir la garan-
había partido de un retorno a Freud, o sea de una exigencia de 1f¡t que falta, con un: simples hábitos. Se une en esto a Freud, quien
ortodoxia. La cuestión, refonnulada en los términos del comienzo no evocaba jamás su téc nica sin cuidarse de alertar contra la imi-
de su enseñanza, se vuelve: freudiano o no freudiano. ludón, precisando que no hacía de ella una regla. ¿Se trata de la
l)llcrta abierta a una práctica sin r eglas? Pregunta mal planteada
¿Qué es lo que está en juego? Algo esencial. Se trata nada me-
nos que de defínir las condiciones requeridas para que un psico- que la enseñanza de Lacan nos permite corregir, la verdadera es
análisis sea un psicoanálisis. O dicho de otro modo, ¿en qué reside enher qué las justifica. La pregunta no es standard s o no standards,
el carácter analítico de una práctica?. Primera respuesta, incuestio- liino validados o no.
nada: el eje de un psicoanálisis es el procedimiento freudiano. Lacan responde a Jas preguntas planteadas por la práctica ana-
Ahora bien, ocurre que el procedimiento inventado por Freud til ica a partir de los fundamentos mismos de la experiencia en rela-
hace surgir una disimetría: el analizante tiene su "regla fundam en- ¡.:jón a las Cüales los hábitos y presiones de grupo carecen de peso,
au nque no d e efectos. Así en su práctica modifica, en efecto, el
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tiempo de las sesiones, pero en función de un punto de doctrina \.'lal, los que se mantienen hasta nuestros d ías. Así, Eitington fliL'
esencial. Tam bién mantiene, por ejemplo, la regla de acostar al pa- t'l verdadero promotor de Jos standards. En ese contexto, dos
ciente. ¿Por qué? Freud la justifica vagamente como favorable a ~· 11estiones se habían presentado frontalmente: ajustar la cura e n
la asociación. Lacan la funda, desde el principio de su enseñ.anza, 111 nción de las urgencias terapéu ticas y contra la opinión de Freud,
en su distin ción del otro imaginario, el semejan te, del Otro de la lu formación analítica se subordina a la médica, y queda adminis-
palabra al que el rechazo del cara a cara deja c.l campo libre. Así !mda por la institución que a su vez crea a tal efecto la comisión
como agrei:,ra a las reglas establecidas la de las entrevistas prelímina- ílr enseñanza. La formación es tripartita: didáctico, enseñanza,
res, y modifica aquellas otras, previas, que organizan los controles. ~· o ntrol. En su s tres caras est á sometida a autorización, y está re-
Aban<:}onada, mantenida, promo vida o modificada, en la enseñanza [(lamentada y controlada en lo que h ac~ a su orden , su duración,
de Lacan una regla se j uzga por sus fundam entos y en función de 1111 ritmo y sus agentes.
las finaJidades de la experiencia. En 1925, en el congreso de Bad Homburg, Eitington propone ex-
Desde entonces, toda reglamentación heterogénea a la experien- ll'tlder el proyecto y elaborar standards internacionales. Para tal
cia se revela como Jo que es: Irrisión de su lega lid ad. Los sta ndards r.l'octo, a propues ta de Rado, se nombra una comisión internacio-
deben medirse en re lación a lo que funda al psicoanálisis mismo. nal. Esta presentará en 1932, en el congreso de Wicsbaden, las re-
¡tlas de admisión y de forma ció n de candidatos que serán prolon-
EL NACIMIENTO DE LOS STANDARDS v.udas por las de Lucerna en 193 4. En Jo esencial, retoman la for-
111:1 berlinesa, por lo demás siempre e n uso.
EL MODELO BERLlNES Su interés radica para nosotros en los señalamientos nuevos o
Recordemos, en primer lugar, algunos hechos y fechas en cuan- unevamt:tnte acentuados, índices d e una orientación y de pun·
to a la génesis de los standards. tns de resistencia. Retendremos cinco de ellos:
En el congreso d e Budapest de 191 8, Frcu d, en su intervención 1) La aparición de criterios de selección nuevos. No sólo deberá
Los caminos de la terapia psicoanalítica, preveía la aplicación del ponerse atención; se precisa, en la calificación pro fesio nal, sino
psicoanálisis a las masas populares. En 1920, Eitington convence a ,·n la integralidad del c::~ rácter, la madurez de la perso na, la estabili·
la asociación berlinesa de la necesidad de fundar, en Berlí n, una d;1d del ego, la ca pacidad de insight.
policlínica para el tratamiento psicoanalít ico de las enfermedades Vemos aquí que la ego-psychology, como t endencia, data de la
nerviosas. Esperaba dar cuerpo, de ese modo y luego de la efímera t'reguerra.
experiencia de Ferenczi en Budapest, a la previsión de Freud. 2) Se insiste en el com promiso necesario y previo del candidat o
El proyecto terapéutico de la Clínica se puso a pwlto rápida- de no valerse de su fo rmación antes de haber r ecibido el aval de la
mente: un analista consultor examina y distribuye las demandas. l·omisión de controL Señal sin duda de que se quiere term inar con
La sesión dura de tres cuartos a una hora, tres o cuatro veces por algunas veleidades de indisciplina.
semana. El intento de reducir las sesiones a media hora no f ue con- 3) Se admiten no médicos, pero bajo tutela: no podrün decidir
cluyente; también la tentativa de acortar la duración de los aná- 1'1 análisis, sino que recibirán sus pacien tes el e un m édico. Compro-
lisis fracasó, y la solución adoptada fue la de los "análisis frac- nJiso, pues, con la objeción.
cionados": alcanzado el objetivo terapéutico el análisis se suspen- 4) No se admit irá un cand jdato extranjero e n un ipstituto
día , pero el paciente podía retomarlo si juzga ba insuficiente su •11110 luego de conformidad de su instituto de origen. Se prepara

mejoría. va la emigr ación.


Paralelamente, para responder a esta extensión del psicoanálisis S) Por últim o, la comisión inte rnacional de formación t endrá el
y desde la apertura de la Clínica, se planteó el proyecto de formar poder de autorizar y supervisar los institutos y centros de forma-
a los analistas de la segunda generación. Procedimientos uniformes ··ión. Así se l;Ornpleta la construcción de la pirámide internacional
de formación adquirieron su forma casi definitiva desde 1924. Se que será tan propicia para la difusión de un credo común, pronta-
los dió como modelos a la comunidad analítica y son, en Jo esen- lllente egopsicológico.
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OPOSICION Y CRITICAS
~; n n didatos inanalizables e inaptos, de los méto dos de selección in e-
¿Cómo fu eron recibidas esas reglas? fh; aces (fonnularios d e candidaturas, tests psicológicos, entrevistas
Encontraron dos tipos de objeciones. •k grupo), etc.
Por una lado, f ueron cuestionadas en cuanto a sus fundamentos Pero, a los efectos producidos por el enfoque evaluativo y selec-
analíticos, especiamente por la escuela húngara. Ferenczi y Ran k ti vo, la Instit ución no sabe responder sino redoblando su s propios
criticaron, por ejemplo, la oposición didáctico-terapéutico. Vilma ~~ it erios. De este modo, y siempre para o btener más objetividad, se
Kovacs protestará, en 1935, contra la disyunción didacta·control, f!J ~talarán hacia 1964 comités de selección encargados de super-
míen tras que al margen de los congresos oficiales proseguirá la 'tsar y concluir los informes redactados por los analistas de las en-
discusión sobre la doble polaridad del control: como elucida· ltl;Vistas realizadas a un candidato. Se llega en tonces a un ftmóme-
cíón de las dificultades del analista (Kontrollanalyse) y como fl •> tan aberrante como éste: el rechazo , a veces de hasta el 90% de
aprendizaje técnico (Analysenkontrolle). ~ ·s candjdatos presentados con opinión favorable del analista. A
Por el lado opuesto, las críticas americanas fueron por comple- \.'1 iterios perfeccionados, ¡el candidato fa Ita! A la luz de t:sto. no
to de otro orden y concernían al poder institucionaL Los miem-
bros amerkanos rechazaban la ingerencia del comité internacional
;m rece que los institutos hay an avan zado mucho desde en tonces.
de fo rmación. Esta protesta, ya expresada en 1936 en Maricn- f:-A FALTA DE FUNDAMENTO
bad, culminó en la ruptura con la IPA en 1938, en el congreso de
París. La asociación americana, que entonces crea una comisión de Ese rápido vistazo hist órico sugiere algu nas observacio nes.
standard profesionales, produce en esa ocasión un texto de trece Vem os en prim er lugar que la preocupación por definir stan-
páginas sobre la formación cuyas obligaciones y rigor sobrepasan fl¡trds que permitan reglar la práctica a nalítica fue. muy pront o una
en mucho lo que conocían las sociedades europeas. preo cupación de la comunidad internac ional. Los problemas de la
f., rmación de analistas y las cuestiones concern icn tes :.JI t ielll po en
EL MODELO AMERICANO
p·ücoanálisis estuvieron dl~ en tntda en el corazón de Jos d ebates.
~orprende notar que cuarenta afios más t ard e conti tu ycn los mis-
En J 949, en el congreso de la reconciliación, en Züiich, el equi- lll<>s o bstáculos puesto que es respecto de ellos que Lacan pudo
librio de fuerzas se ha modificado. América se ha vuelto el foco oc ~t p arece r como un insumiso del psicoanálisis. En todo caso, es p a-
la actividad analítica, Ja lengua inglesa la del psicoanálisis y la ego-- k nte q ue el esfu erz.o d e la Asociación Internacional para con trolar
psychology es en lo sucesivo la corriente dominante. La American . t11 práctica analítica tomó como palanca la standarización de los
Psychoanalytic Association instala su liderazgo sobre el mod elo procedimientos de formación. El objetivo es claro y lógico: para
-rechazado en 1938- de la Comisión Internacional. Los standards rq~lar al psicoanálisis, reglar al analista. La instit ución se planteó
permanecen iguales. Son aquellos a los que Lacan apunta explici- ~csde el comienzo como el agente d e esta regulación y como el
ta y especialmente en Variantes de la cura-tipo. Se trata del mode- &ujeto supuesto saber las normas.
lo berlin és rigidizado por los criterios de adaptación de la ego- ¿Cómo no observar, en la instaura ció n de esas normas, el peso
psychology, que consuman la colusión del psicoanálisis con la psi- ~·: razones externas y la falt a de fundamento intrínseco?
quiatría y la higiene mental. Testimonio de esto es un trabajo en- Desde el vamos las razones provenien t es del campo del psi-
cargado en 195 1, llamado de revisión de las prácticas existentes en V'.análisis en extensión fuero n primordiales. Así estaban prepara-
los institu tos, y que concluyó con la promulgación, en 1956, de d• ,s, en 1920, para cambiar los hábit os d e tiempo y pard disponer
los standards mínimos para la formación psicoanalítíca de los mé- in 1a form ación rápida para llegar a más gent e y más rápido. lgual-
dicos. lu •:nte es el realismo, incluso el oportunismo, el que en el co n-
El plan de formación no satisfizo a nadie. Es lo que revela, en Ir xto político d e la d écada de pre-guerra arregla las condicio-
1960, el Comité de ensefianza, luego del estudio de los programas fi•· s de emigración posible para los analistas y sostiene el proyecto
de una veintena de institutos. Se lamenta del número creciente de ~¡- internacionalizar la formación. En cuan to al diálogo América/
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= e bien claro que está ?,autaclo por la relación de fuerza
clono!. De ahf la observacton de Lacan en 1953: "El mante-
ttimJento de las normas cae más y más en el orbe de los intereses
del grupo> como se manifiesta en los Estados Unidos do nde ese gru-
po representa m1 poder . Entonces se trata menos de un standard
que de u n standing". (Variantes de la cura tipo, en Escritos.
tir d e ahí: un psicoanálisis es el trabajo d e la transfcn:mcift, y en la&
entrevistas preliminares lo que está en juego es poner a trabajar la
transferencia.
En tre la queja, que pide alivio, y la entrada en análisis, que su.
pone el trabajo analizante, no hay con tinuidad. A los analizantoa,
decía La can, "se trata d e hacerlos entrar por la puerta, qu e el anáU·
sis sea un umbral, que haya para e11os una verdadera demanda. Es·
Siglo XXI>p. 95). ta demanda: ¿qué es de lo qu e q uieren desembarazarse? Un sín·
Esos fenómenos surgen, sin duda, de la inevitable inserción del toma. [... ] Yo trato de que esta demanda los fuerce a hacer un es·
psicoaná]isis en el mundo. Sin embargo> su contingencia histórica,
junto a la falta de criterios analíticos, acentúa por con traste la no-
fuerzo... Es preciso en efecto que algo empuje". (Con[érence Ya· a
le University, en Scilicet, No 6/7, 1975, p . 32). Ahora bien, sólo el
table estabilidad del modelo propues to, así como la exigencia in-
sujeto supuesto al saber, como pivote de la transferencia, permite
condicional a él ligada. Como si el Jegalismo más contingente e situar aquello que hace del síntomél una "demanda verdadera".
inerte concentrase en sí la prenda misma d e la experiencia. Sor-
En efecto , el síntoma se vuelve analizable solamente a condición
prende ver cómo las críticas hechas en nombre del psicoanálisis
de incluirse en la transferencia.
-y por las p ersonalidades más eminentes en el interior m ismo de la
Partamos del algoritmo de la transferencia:
IPA (cf. Glover, citado al respecto por Lacan)- no afectó los pro-
cedimientos instituidos. Es de sospechar que una forma de entrada _____s_-_-_- - --+ sq
tan definitiva y tan rebeld e a la evolución debe depender de un
modelo que ya estaba ahí y que está sostenid o por poderosas razo- ( s sl , s2 , ........ s")
nes de estructura: precisamente el que Freud reconoció en la Igle-
sia y el ejército, y que hace lazo de otro modo que el psicoanálisis donde el S, "significante de la transferencia" , escribe la manifesta-
(cf. Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en ción sintomática del sujeto que el paeiente presenta al analista y
1956, en Escritos JI, p. 198). Discurso del Amo, dirá Lacan. cuya demanda sostiene. Notemos que le lleva esta man ife stación a
un analista cualquiera (Sq ), es decir reducido a su dcrinh.:ión de
intérprete, de descifrador. La direcció n misma hacía el descifra-
ENTREVISTAS PRELIMINARES dor, m arcada por la flecha, implica una doble postuladón: t.JUcda
supuesto , por un lado, el carácter cifrado del síntoma (descifra-
EL ALGORITMO DE LA TRANSFERENCIA miento supone ciframiento) y, por el otro, la represt!lllutividad del
síntoma. Es un h echo de experiencia que el sfnloma no conduce al
No hay en trada posible en el análisis sin entrevistas preliminares,
análisis sino cuando cuestiona> cuando el analizanto capta ese
decía Lacan en 1971, en . una serie de conferencias intituladas le
incomprensible cuerpo extra ño como propio y portador de un sen-
Savoir du psychanalyste. Históricamen te, esta práctica es una inno-
tido obscuro qu e lo representa como sujeto desconocido para sí
vación. Ciertamente, al comienzo de un análisis, a todo analista
mismo. En este sentido, el síntom a es cucstionumícnto del suje-
siempre se le ha planteado la cuestión de aceptar o no la demanda
to, o más bien, representante del sujeto harrado y no "agotado por
hecha> y esta aceptación siempre tuvo también sus implicaciones
su cogito" (Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, en Escri-
diagnósticas ; es lo que Lacan formulaba con un "¿a quién acos-
tos ! , p. 331). De este modo, por la transferencia, el síntoma es
tamos?". Pero · de las ent revistas preliminares se espera otra cosa.
puesto en forma de pregunta, pregunta del sujeto, en el doble
Las entrevistas preliminares constituyen la modalidad técnica
sentido del partitivo.
que responde a: "en el comienzo del psicoanálísis está la transfe-
Sin embargo~ la transferencia así planteada es muy a menudo, a
rencia" (Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de
decir verdad, previa al análisis. Está ahí desde que el síntoma es
rt:cole, en Scilicet, No l , París, Seuil, 1968, p. 18). Es preciso par·
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.- Al respecto, Freud está del lado de Lacan, contra la ego-psycho-
. .._,lftlldo como analizable. Casi podría hablarse de transferen-
l i;.Oón el psicoanálisis. Sería preciso evidentemente reservar aquí logy.
Un lugar a los casos particulares, y sobre todo a la excepción,
Pi'cud, como inventor del psicoanálisis. ALIANZA TERAPEUTICA Y ANALIZABILIDAD
El momento de la demanda de análisis es aquel donde un Fue.ra del campo de la enseñanza de Lacarr, la práctica de las
particular, analista cualquiera, se substituye al psicoanálisis en entrevistas preliminares no tiene curso. No o bstante, en todas par-
general. A partir de ahí queda aún por producir la fijación de la tes está presente el problema de los requisitos para entrar en análi-
transferencia y ponerla a trabajar. sis. La ego-psychology ha promovido dos nociones que son la
Es preciso, en efect o, que ese analista venga a. sostener para el "alianza terapéutica" y "la analizabilidad " .
analizante la función de sujeto supuesto al saber, ocurre, se sabe, que Su aparíción en los afios 60 respond e evidentemente a las difi-
el analizante se haya equivocado de dirección y que la fu nción esté cultades engendradas por la práctica m isma de esos ego psicólogos.
para él ya fijada en otra parte. A nivel fe noménico, a menudo es el Este tope vuelto a encontrar hace surgir la pregunta: ¿qué es lo
amor de transferencia quien testimonia esa fijación, pero el fenó- que condiciona un psicoanálisis?. Respuesta: la alianza terapeútica
m eno de estructura es otro: es una transferencia del lado del ana~ es aquello sin lo cual el análisis no es posible. ¿De qué se trata? La
lista - en el sentido de desplazamiento- del saber que se supone idea fue introducida, sin que figure el término, por Sterba, en
puede responder a la pregunta. Efecto de histerizacíón inducido, 1934. La expresión "alianza terapeútica" fue propuesta, según
señala Lacan por el dispositivo analítico. La transferencia fijada al parece por Z(!tzel, en 1956, mientras q ue en 1965 Greenson prefie-
analista es una transferencia primariamente demandante: demanda re el término "aliam.a de trabajo·~.
al Otro que responda. El análisis supone aún que de esa transferen- De un autor al otro hay, desde ya, matices. Greenson la apoya
cia demandante, se haga una transferencia productora por el sesgo en el yo razonante del paciente, m ientras que para Leo Stoue su-
de la llamada asociación libre. El analizante está en el análisis en el pone el grupo de funci ones evolucion adas del yo y ninguno sirúu
lugar de aquel que trabaja -esfuerzo, dice Lacan- para que se ela- exactamente del mismo modo sus relaciones con la transferencia.
bore el saber que responda a la pregunta del sujeto; mientras que Pero poco importan Jos matices. La concepción de esta alianza nece-
la operación del analista consiste en causar ese trabajo. Lo q ue es- saria reposa sobre la idea de que la transferencia es homogénea con
cribe el algoritmo del discurso del Analista: ..E...--+_!_ (Radiofo nía y la vivencia patógena del paciente caracterizada por la presencia de
s2 sl aspectos " regresivos". Por consiguiente, es necesario algún otro
Televisión, Anagrama, pág. 77). modo de relación del paciente con el analista, un modo sano, des-
Son estas condiciones del análisis - transferencia analítica (o sea de donde pueda ser analizada la tran sferencia. La alianza terapéuti-
pregunta del sujeto), fija ción de la transferencia y trabajo de la ca no sólo es distinta a la transferencia, sino que es un punto su-
transferencia- las que dan a las entrevistas preliminares sus obj eti- puesto fu era de ella q ue podrá selle opuesto y desde dónde sola-
vos para cada caso. Nada que ver con la medición de una capacidad. mente podrá ser reducida.
Lo que es preciso subrayar, en efecto, es la incidencia del analis- Es evidente, en todos estos trabajos, que no es la transferencia
ta en aquello que se trata de obtener. El acto analítico está en jue- sino la aparición de la alia nza Jo que m arca la entrada en análisis y
go desde esas entrevistas, se ubica ah f en el lugar de la causa y su signa la analizab ilidad del paciente. Sorprendente inversión, pues,
efecto es el empuje-al-trabajo de la transferencia . .No podemos de la posición freudía na, estando la transferencia y la analizabili-
desconocer, desde el comienzo, la acción del analista en cuanto a dad en relación inversa una de la otra, la primera termina por apa-
este impulso q ue evocaba Lacan. La justa inserción del paciente recer como el obstáculo a la cura. Por el contrario, alianza y anali-
en lu transferencia no es del orden de la aptitud. Depende, por zabilidad corren pareja s.
cierto, <le la posición del sujeto en su relación con el Otro, pero no Por Jo demás, es en Jos mismos años 60 q ue el lector de la!> tres
está menos determinada por la respuesta dei partenaire analista. grandes rev istas americana s, lnternational Journal o! Psychoanaly-
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* Joumal o[ the American Psychoarialy tic Association, .Psychoa·
·tlll)ltlc Quarterly , ve aparecer ese vocablo nuevo; "analizabj)idad",
que es al hacer entrar al paciente en esa suposición que se le hace
entrar en la regla?
que debe su promoción a los muy serios trab::tjos del "Kris Study En La Iniciación del tratamiento, Freud evoca una técnica que
Oroup" de Nueva York, dirigido por Loewenstein, pero cuyo éxi- le es nueva, el ''tratamiento de ensayo", muy próximo en su inspi-
to se debe sobr e todo a la preocupación por restringir las aplicacio- ración a las en trevistas preliminares y que acentúa, en todo caso, la
nes del psicoanálisis y por producir un esquema de selección que idea de las condiciones previas. Retendremos de esto dos precisio-
permitiese extraer el mejor candidato que hubiera. nes.
El razonamiento es el siguiente : el paciente, en análisis, enfrenta Una concierne a lo que debe esperarse del paciente: que se ape-
una situación particular, sin duda, pero que se inscribe en una serie gue, dice Freud, a su analista.
de experiencias precedentemente encontradas. La an alizab ilidad La otra apunta a la posición del analista mismo. Precisa Freud al
pone a prueba la capacidad de su yo para enfrentarlas. La biografía -respecto que durante el tratamiento de ensayo no comentará los
del paciente permite calcular cómo las tomará . El acento primor- d ecires del paciente "más que lo ind ispensable para la co ntinua-
dial ya no está puesto sobre el wish inconsciente, sirio sobre el will ;Ción del relato". A menudo volverá sobre esta idea de que las "pri-
de un "querer ser analizado" propio del yo au tónomo. :meras comunicaciones" no deben hacerse antes de que se haya es-
Así, tanto en la analizabilidad como en la alianza terapéutica, se tablecido una poderosa tran sferencia.
t rata siempre del yo autónomo como condición del psicoanálisis. Subray emos, en primer lugar, que Freud ubica las condiciones
Al mismo tiempo se supone que el análisis depende de una aptitud, de entrada en la cura en relación tan solo a la cuestión de la trans-
de un talento previo personal del analizan te y cuyo diagnóstico in- ferencia. En segundo luga r , podemos reconocer claramente distin-
mediato debería permitir plantear el pronóstico de una experiencia guidas la necesidad de la fij ación de la transferencia (apego al mé-
todavía por hacer. E n la entrada del psicoanálisis está, entonces, dico) y la puesta a prueba del trabajo de transferencia (aplicación
no la transferencia, sino el yo fu era de transferencia, a partir de de la regla). A lo que se agrega una indicación técnica notable:
donde el psicoanálisis podrá desplegarse como lo que bien pode· Freud da su lugar a cierto silencio del analista. Si la regla im plica el
mos llamar un trabajo contra la transferencia. Un signo positivo sin saber analizante, hemos dicho, el hecho de suspender las revelacio-
embargo: no sólo esta analizabilidad parece inasible a los mismos nes del analista ubica el saber de éste en una posición particular,
autores, reducida a criterios ridículos o problemáticos, sino que casi de encubrimiento. Es un saber que ni se expone ni se man ifies-
además parece que lo analizable se hiciese cada vez más raro. ¿No ta, que pennanece p or consiguiente sólo en reserva, digamos... su-
podrían estas perplejidades conducir al abrupto "en el comienzo puesto.
del psicoanálisis está la transferencia" de Lacan? · Es sorprendente ver que Freud correlaciona el apego transferen-
Podría ser el retorno de ellos a Freud. cia! del paciente precisamente a ese silencio cuestionador del ana-
lista, el mismo que Lacan reconocerá en Sócrates com o anticipan
FREUD CON LACAN do la función del analista como sujeto supuesto al saber. Es co-
En efecto, algunos textos de Freud, escalonados desde Estudios rrecto, entonces: Freud con Lacan.
sobre la Histeria hasta los textos agrupados en el volumen Técnica
ps;coanalítica , nos dan una id ea sobre lo que éste exigía en la en· LOS CONTROLES
tralla de una cura. En ¿Pueden analizar los legos ?, evoca el "acuer· Los controles existen desde que hay analistas. Parecen incluso
do ud paciente" y la "preparación a la cura" que apunta a " hacer- haber precedido la creación del término, si nos atenemos a los pri-
le a~.:eptar la regla fundamental haciendole percibir que sabe más meros psicoanal istas que rodearon a Freud.
de lo qut: <.lke". ¿No es esto acaso plantear, explícitan:zente, que la Se trata de una práctica que La can nunca cuestionó y cuya ne-
regla funthlllWnlal implica que se supone un saber al analizante cesidad subrayó incluso. Lo que discute su ensefianza, por el con-
cuya man i f~ s t.adón se espera por el sesgo de la asociación libre, y trario, es la función institu cional del control, tal como fu e codifi-
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ción y función del análista didáctico en Europa, p rueba , de ser
~Q¡t pgr \¡¡lilA. Al ..:a111biar los modos de habilitación, Lacan cam- necesario, las constancias del fenóm eno y pese algunas ligeras va-
bt6 Untbl~ll cl l11ga r y la función del control. riantes en el tiempo y de un instituto a otro. Los institutos euro-
peos, por ejemplo, piden dos o tres controles, mientras que los
at.C.ONTkOL Y LA lNSTJTUClON norteamericanos piden cuatro. No obstant e, en todas partes Jos
contro les son obligatorios, en t odas partes están som etidos a auto-
tK(' cam bio tknc como pivote su: "El analista no se autoriza
rización, y también en toda s partes el control, garantizado por el
lino t.h• sí mismo".
com ité didáctico del instituto, es un didacta.
"hl úni~,;o princip io d l.:! rto a plantear, dice Lacan, y tanto más
Las respuestas, por consiguiente, son simp les. ¿Para qué el con-
~:uun to qu e ha sido desconocido, es q ue el psicoanálisis se constitu-
trol?. Para la habilitación (se agrega a veces, pero subsidiariamente,
Y"' l'lHIW uid<lctico por el querer del sujeto , el cual debe estar ad-
una finalidad de garantía para el paciente). ¿Quién va al control?.
vertido de que el amHisis cuestion ará ese querer, en la medida
Un candidat o al reconocimiento analítico. ¿Cucindo?. Cuando está
mis111 a d e la aproximación del d ese o que encubre". (Note adjointe
autorizado a recibir sus primeros pacientes. ¿Cómo ? Con un con-
al / ktt' de fondatio n, en Annuaire de l'ECF, p . 74). Al poner este
trol reconocido por y según las normas (duración, frecuencia, nú-
principio en la base de la fundación ele su Escuela, en 1964, Lacan
pone t!n el centro ctel problema de la formación del ana lista la mero de casos) propios de su institut o. De modo que el control es
cuestión misma de su deseo. Su prolo ngació n e n un querer - que a la vez ojo de la institución y baby-sitter de un analista bajo vigi-
lancia.
p ued e ser el de vo lver se analista--- no d epende sino de una sola for-
mación ; la que Lacan ~,; sc ribe así: "El psicoanálisis, didáctico" (D e
LA RESPONSABILIDAD DE LA ESClJF.LA
nuestros antecedentes, en L::scritos 1, p. 10) ; acá la coma, en inciso,
borra la dicoto mía habitualm e nte recibida entre psicoanálisis perso- El trastocamícnto operado por Lacan es completo y sus linea-
nal Y psicoanálisis didáct ico. Es decir que la institución no es, no mien tos se encuentran en el Acte de fond.ation de la Escuela y en
debe ser, no podría seL el agente que instituye al psicoanalista. su Note adjo inte.
Lo qne no quiere d ecir que la institución se desentie nda d e ga- En primer lugar, el control no es ob ligat orio. La institución no
rantizar la form ación. Solame nte desplaza su punto de aplicación. lo impone, así corno tampoco establece lista de controles ni lista
Una vez que Laca n reconoció y pla nteó que en su acto el analista, de didact as. Es decir q ue el sujeto pide u n co ntrol según su parecer,
si es analista, no se autoriza de ningún Otro, extrajo las consecuen- y al analista de su elección. Por el contrario, la obligación - pues
cias: le queda a la institución garantizar el a nalista "que haya he- por cierto hay una obligación- es para la Escuela. Obligación
cho su s pruebas" . Garantía pues, p ero retroactiva, y no caución de responder a la d eman da de éontrol "desde el comienzo y en
anticipada , como es el caso de los candidatos cuando son seleccio- todos los casos", dice Lacan (Acte de Fondation., p. 72), lo que
nados a la entrada del psicoanálisis o del control. quiere d ecir sin condiciones previas de antigüedad en la carrera
Al no ser la condición obligada de u na habilitación, el control se analizante y sin exclusion es. La razón de esto es que el contro l, si
une al campo del psicoanálisis en int ención del que la formación no está impuesto, " se impone" (Note adjointe , p. 75). Se impone,
del analista depende. Se encuentra, a partir d e entonces, profunda- porque es un hecho que "el psicoanálisis tiene efectos sobre toda
mente modificado. Para hacerlo valer, planteemos a propósito del p rác tica del sujeto comprometido con él". Corresponde, entonces,
control cuatro simples preguntas, tanto a las prácticas standards co- a una Escuela, el d eber de asegurar "un contro l ca lificado" (y no
mo a la Escuela que Lacan creó en 1964 y volvió a lanzar para una califkante) a todo sujeto cuya práctica suponga transferencia, ya
contra experien cia en 1981: ¿para qué, para q uién, cuándo y có- sea institucio nal o privada. y en cualquier fase que esté de su cur-
mo? so .
Un vistazo a los documentos contemporáneos de la IP A, espe- Una demanda de control, enton ces, si es verdadera, no se recha-
cialme nte a un informe presen tado en 1981 al IX precongreso so- za. Pero su p ráctica se adapta a la posición d el sujet o sin standards
hn· el didáctico por Anne-Marie Sandler, a propósito de la Selec- preestablecidos. Porque hay u na necesidad de contro l la responsa-
11 2 113
bilidad de 1a Escuela no es rechazar las demandas sino aceptarlas.
Una única liinitnci6n debe señalarse evidentemente, la responsabili en la idea d e un control que completará la tarea d~I HndU&fa, y que
dad de la Escuela es correlativa de la seriedad del compromiso del es a la vez indicador y corrector de identificaciones. Hay en eate
sujeto en ln experiencia, y, sobre este punto, la opinión eventual punto una coherencia de la doctrina: a un análisis quo opera eon-
del analista puede ser det erminante.
tra la transferencia le responde el esfuerzo para reducir lo contri-
¿Por qué el control?. Porque el control es un dispositivo com- transferencia del analista. Un análisis que se propone como fin lit
plementario de la cura, donde tratar analíticamente los efectos de identificación al yo autónomo del a·nalista se comp lementa con tu
la experien cia analítica; abierto a cualquiera que lo demande, idea de un apren diz de psicoanalista aún embarazado por identifi~
cuando lo demanda, por el hecho de estar sujeto a las influencias caciones al analizante.
de sus efectos. ¿Qué relación queda entonces entre el control fun-
dado en una necesidad interna de la práctica analítica y la garantía CONTROLAR LA POSICION DEL SUJETO
institucional? Una relación de hecho, sólo eventual. Cuanto se tra- Para nosotros el problema se plantea de manera harto diferente.
ta de discernir que un analista "ha hecho sus pruebas", el control Un psicoanálisis supone la transferencia cuya estructura despejó
puede sin duda dar fe en ese sentido, pero de manera no obligada, Lacan en el postulado del sujeto supuesto al saber. Median te la
y sólo entre otros testimonios. transferencia un sujeto es supuesto al sab er, él mismo supuesto
como pudiendo responder por el síntoma en el cual se presenta, en
LA PRACTICA DEL CONTROL la entrada de cada cura, la pregunta del sujeto. Pero, entre anali-
No es abusivo suponer que más allá de las particularidades indivi- zante y analista existe lo que Lacan llama "divergencia" de suposi·
duales, las finalidades institucionales orientan su práctica. ción, porque el analista n o comparte el postulado analizante al
Para los analistas de la IPA el control tiene objetivos de aprendi- que, empero, sostiene. Asi llegamos a la posición paradójicu del
zaje. Se habla de " diagnóstico educacional" , de ''psicoanalistas que pod emos llamar analista contratante que recurre a un control.
educadores" , de "alianza de aprendizaje". Se plantean insolubles Viene a h ablar sobre su práctica de analista. En tanto es el que de-
problemas de objetividad y de criterios pues se pretende instru ir, manda y habla en el control est á en posición de analizan te; analizan·
ayudar, evaluar, observar. El control está centrado prioritariamen- t e ya particular, sin duda, porque su regla no es decirlo todo sino, <1 1
te en la producción y evaluación de una competencia. contrario, focalizas sus comen tarios. En el polo opuest o, en tanto
No obstante, se le impone a todos que la supuesta competencia analista, en su acto, se supone que n o puede zafarse del pot:itulado
no deja de estar relacionada con el análisis del analista. El término de la transferencia. Esto es Jo que quiere decir efectivamente: "El
análisis de control propuesto por Eitington ya lo implicaba. Sesenta analista sólo se autoriza de sí mismo". No hay sujeto supuesto al
años después, si tomamos como referencia la Encyclopedia of saber del acto. El analista no opera a partir de un saber, aun cuan-
Psychoanalysis de Ludwig Eidelberg de 1981, esta idea no ha cam- do el inco nsciente es saber, y aun cuando hay un saber del analis-
biado. Se distinguen "los errores que resultan de la falta de experien- ta.
cia, de los causados por los problemas inconscientes propios del can- ¿Cuál puede ser, a partir de este p un to, la transferen cia que sos-
didato", por Jos " puntos ciegos" que depend en de su propio análisis. tiene el trabajo del analista controlante? Una sola respuesta es po-
El con tro l se presenta entonces como un lugar de prueba de los sible: la transferencia a secas. No hay otra; y "no hay transferencia
lím ites de la cura que repercu ten sobre la práctica del analista. Esta de la transferencia" (Reseñas de enseñanza. El acto psicoanalítico.
repercusión es generalmente enfocada a partir de la noción de con- Ed . Hacia el3er. Encuentro del C.F., pág. 58), dice Lacan. Es decir,
tra transferencia. Subrayemos empero que los teóricos de la ego- que tanto en el control como en el análisis se apunta al sujeto y a
psychology distinguen uno de sus motores como perteneciente al que éste se ponga a trabajar. Entre los pocos textos en qu e Lacan
registro de la identificación al paciente. Esto sostienen, por ejemplo, evoca el control, nos det endremos en dos. El primero en Función
Oavid H. Sachs y Stanley G. Shapiro, referencia tomada de autores y campo de la palabra y el lenguaje, donde Lacan plantea una equi:
tan diferentes como Searles y Arlow. Se desemboca de este modo valen cia entre la posición del control y la del analista. El segundo,
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de 1967, en el Discurso a la EFP, donde Lacan evoca el "encausa- NO.SIN-EL-TI T::MPO
miento" del sujeto: "Es diferente controlar un "caso": un sujeto
(yo subrayo) que su acto supera, Jo cual no es nada, pero que, si El punto de partida es el siguiente: tomar no ta de Jo que 11 -tltt
supera su acto, crea la incapacidad que vemos prosperar en eljardín periencia freudiana testimonia. a sa ber que hablar tiene cfcctOIIOo
de los psicoanalistas" (Discurso a la EFP en Scilicet no 2/3, p. 14). bre el que habla y principalm ente sobre su s1nt oma. A partir d@ lllll
Propongamos lo siguiente: eJ control apunta a la posición del su- Lacan pro duce su: "El inconcient e está estructurado como un len•
jeto en relación a su acto, más que al acto mismo que, sin duda, es- guaje". Lo simbóüco es lo que " estr uctura y limita" el campo pll•
tá en juego, pero que tanto el control como el controlado sólo coanalítico. Ahora bien , él lo señala: "volver a traer la expcrkmcla
pueden hacer constar. Después de la destitución, a] final de la analítica a la palabra y al lenguaje como a sus fun damentos, es Dliél
cura, del sujeto supuesto al suber del síntoma, quizá falta aún des- que interesa su técnica".(Función y campo de la palabra y dellengut~­
tituir el sujeto supuesto al saber del acto, para que el analista pue- je, en Escritos/, p. 108). Lacuestiónd e la duración d e las sesione1,
da hacerse causa de la división del sujeto. En ese caso la finalidad devenida problema crucia l de polémica, se abord a desd e allf, ya
del control es estrictamente homogénea a la del análisis. Funda- en Función y campo de /apalabra y el lenguaje, donde Laca n precj.
mentalm ente , no es ni transmisión de saber ni estimación de dones sa en una nota de 1966: "Piedra de desecho o piedra angular, nues-
individuales, sino el lugar dond e, dado el caso, los efectos sobre el tra fuerza es no haber ced ido sobre este punto." (ibid. p . 132).
sujeto de esa práctica qu e requiere el acto, lugar donde es puesto Hay que partir del suj et o involucrado en el psicoanálisis. Laca n
a prueba Jo que podemos llamar, en una primera aproximación, su lo distinguió de entrada del viviente. Es lo que del viviente se pro-
capacidad subjetiva de sostener ese acto, pero, a condición de agre- duce como efecto de la palabra en el ~.:a mpo del lenguaje. Ahoru
gar de inmediato que esa capacidad es producida por el análisis bien, ese sujeto, decir que necesita tiempo para manifestarse es in-
mismo, y sujeta por ende a lo que Lacan llama "una corrección del suficiente. Más bien hay que decir que ese sujeto no es sin el tiem-
deseo del psicoanalista (ibid.} por el análisis. Así control y cura es- po. Un tiempo que Laca n califica primero de "subjetivo" para
tán anu dados. Esto nada prescribe en lo tocante a los enunciados opon ~rlo al tiempo espacializado cronométrico d el reloj y al tiem-
del sujeto controlan te, refiéranse o no estos a su paciente, porque, po r ítmico de la tensión instintiva del viviente. Ese no-sin-el-tiempo
al igual que en el análisis se apunta al sujeto en su enunciación. significa que el sujeto como efecto de lenguaje es, por esencia,
temporaL El sujeto que se concluye d e la palabra impJica el efecto
de tiempo. Efecto intrínseco, (í.f. en este punto el tiempo lógico ),
LA L>URACION DE LAS SESIONES que debe disti ngu irse del t iempo necesario a t odo procesó y, por
La IPA incluyó los factores de tiempo en los datos standard del ejemplo, del t iempo necesario para desplegar las articulacio nes de
contrato analítico. Con el correr del tiempo, los reglamentó cada un silogismo, que sigue siendo het erógeneo a Jos elem entos de lu
vez más. Al final son fijadas no sólo la duración de las sesiones, si- deducción y por ende ajeno a la conclusión, pero necesario. El
no también, tratándose del didáctico, su ritmo, y la duración.de las tiempo es pues inherente a la d ialéctica del sujeto. A partir d e aquí,
curas. La opción consiste por ende en sustraer a la evaluación y so- los problemas del tiempo en análisis son estrictamente co-cxten&i-
bre todo a la intervención del analista el tiempo ; postula, implici- vos a lo q.ue Lacan pudo llamar las "metamorfosis" del sujeto en el
tamente, entre analizante y analista un tiempo standard para ertra- proceso de la cura. Es d ecir, que los problemas de duración no
bajo de la transferencia, y se autojustifica vagamente en nombre de pueden reglarse ni a priori ni desde el ex terior.
las garantías que el paciente tiene derecho a esperar.
Para Lacan, los deberes del analista -que ciertamente existen-- TIEMPO REVERSIVO
principalmente el de estar ahí, deben definir.se en función de las fi- Segundo asunto: ese t iempo interno al sujeto Lucan In 8ltu6
nalidades de la eXIJ"~riencia y de sus fundamentos. como u n tiempo det erminado por la est ructura. Dió úivcrl$tt8 fór-
mulas de esa estructuración a lo largo del tiempo, y lwhdn. indu-

116 117
doblem ente, diferencias a señalar entre la t emporalidad de la pal a~ EL T RABAJO DEL INCONSCIENTE
bra intersubjetiva situada en 'Función y campo de la palabra y del Es necesario empero un paso más para fundar la sesión llamada
ltmguaje y la temporalidad que en Posición del inconsciente se re- "corta" de Ja cual, sin embargo, Lacan nu nca hizo una norma. Se la
fiere a la alienación significante del suj eto. objeta, en general, en nombre del tiempo que necesitaria el incons-
Retengamos tan sólo la tesis fundame ntal: el tiempo del sujeto ciente. No se trata d e igualarlos, si se tom a en cuenta lo siguiente:
hablante es la " retroacción del significante en su eficacia" (Posi- el inconsciente no tiene horarios y, trabajador ideal, trabaja perfec-
ción del inconsciente, en Escritos II, Siglo XXI , p. 375) que regla sus tam ente bien sín respiro. La sesión debe situarse por ende como un
fenóm enos. Es ella la que causa ese "tiempo reversivo" (ibid., 375) tiemp o de registro, t iempo de "recepción clel producto de ese tra-
que da cuenta tanto de Jos fenómenos de apres-coup como de la bajo" . La elaboración es remitida fuera d e la sesión. Su in terrup-
sobredeterrninación, y que suspende al sujeto entre esa anticipación ción adquiere sentido y valor como "sanción" del producto anali-
y esa retroacción, cuya fórmula gramatical nos brinda el futuro zante y es experimentada asimismo como tal.
anterior (él habrá sido y que encuentra su definición y su grafo en Un comentario en este punto: esta respuesta del analista sin la
el punto de almohadillado). cual, digámoslo, sin la cual la palabra del sujeto no es, ¿por qué ha-
Ahora bien, ese tiempo entraña un momento privilegiado, el de cerla coincidir con la finalización de la sesión? ¿Por qué una res-
la escansión que, cual una puntuación, ratifica o también desplaza, puesta actuada en lugar de una respuesta solamen te vocalizada?
suspende el almohadillado del efecto de significación. La escansión Subrayemos que respecto a este punto Lacan señaló también que
precipita el momento de concluir y decide el sentido. Es pues el tiemp o depende también de Jo real. Ya lo formula en Función y
homogénea a la interpretación e incumbe al analista, en tanto de él campo de la palabra ydellenguaje, texto donde. sin embargo, t!l
se espera una respuesta. Es en Funció n y campo de la palabra y del tiempo parece estar mas reabsorbido por el regis tro simbólico dd
lenguaje donde Lacan explicitó más esta relación entre la inciden- sujeto. La funci.ó n del tiempo está allí, j unto con la"abstcnción.,
cia del analista en el tiempo del suje to y la duración de las sesio ~ del anaJista, situado como conjunción " de lo simbólico y Jo real"
nés: "Es una puntuación afortunada la que da sentido al discurso (ibid. 126-1 27), esta conj unción da fe de que la t ransft~n:ncia.
del sujeto. Por eso la suspensión de Ja sesión de la que la técnica como Freud lo señaló, no es simple repetición del pasado, sino q u ~
actual hace un alto puramente cronométrico, y como tal indiferen- incluye lo que La can llama entonces "un factor de rea lida d". si-
te a la trama del discurso, desempeña en él un papel de escansión tuado, de entrada, del lado del analista.
que tiene todo el valor de una intervención para precipitar los mo-
mentos concluyentes. Y esto implica liberar a ese término de su
marco rutinario para someterlo a todas las fmalidades útiles de la LA P ULSACION
técnica." (ibíd).
Sin duda, ulteriormente, Lacan modificará la idea de que el suje- Esto nos lleva a situar la cuestión de la duración de las sesio-
to pueda encontrar su consistencia en una palabra plena: pero en nes en relación a aquello que en la experiencia no es simbólico, si-
la medida en que la experiencia de la cura pone en juego en todos no real. A ese elemento otro que lo simbólico, que configura la
los casos la dialéctica del sujeto hablan te que se historiza retroac- gravitación de la dialéctica del sujeto y donde se concentran su ser
livam ente, el tiempo, lejos de form ar parte de lo que los analistas y su goce, Lacan le dió un nombre: objeto a. Debe verse en él Jo
llaman el "encuadre'\ forma parte del proceso mism o, y la inci- que Lacan mismo designó co mo su invención propia', realizada a
dlmciu del analista en ese proceso es siempre correlativa de un partir de un nuevo examen, no del concepto de inconsciente sino
efecto de u~mpo, que sólo puede juzgarse en función de la dialéc- del concepto de p ulsió n (cf. al respecto el Seminario XI).
th;a en la que interviene. Esto excluye, tanto para la sesión como El sujeto definido primero como lo que el significante representa
para la cura, la ~.: uración standard, definida a priori. para otro significante, aunque no esté destinado a ningu na relación
118 11 9
Lacan nunca lo hizo, aunque la misma es coherente con su l'Hrsl'·
!IIXURI !lü Clll"\.'t:l' empero de parten aire, parten aire a-sexual, ' 'des-
ñanza. De manera general, Lacan nunca formuló preceptos tél:ni-
Pfllindido" dd cuerpo del viviente por la captura significante. De
cos para uso d el analista. No retrocedió empero ante algunos imp~,.
ll(¡U{ en mús la t emporalidad de la t ransferencia se aclara de mane-
rativos, habiendo además retomado a menudo el propuesto por
ra dift.~rcn te. Freud. Pero, si se siguen las fórmulas . en su enseñanza, desde, por
Sin duda, dice La can : "el sésamo del inconscient e es t ener efecto
de palabra , d ser estr uctura d e len guaje, p ero exige que el analista ejemplo, su: "hay que tomar el deseo a la letra" (Dirección de la
se th.!tt:nga en su modo d e cierre. Hiancia, palpitación, una alter- cura, Escritos ! , p. 251) se verá que las mismas se refieren siempn.~ a
!Hlncia de succión sigu iendo ciertas indicaciones de Freud, esto es los únicos "derechos de un fin primero" (Del Trieb de Freud y de'/
aquello d e lo que t enem os que dar cuenta" (lbid ., las itáHcas son deseo del Psicoanalista, Escritos j!, p. 389).
nu estras). La técnica no se enscfta allí donde el acto im pone la falla del su-
Hay aquí un hecho: el tiempo " reversivo " del sujeto que se vuel- jeto supuesto al saber y supone la ética.
ve a en contrar en toda experiencia de discurso se coordina en la
Traducciór~ : J. C. INDAR.'J'
experiencia de transferencia con una "pulsación" de cierre y aper-
tura , d e la q ue no da cuenta por si so la la "retroacció n significan-
te " . La espera que estructura la relación de transferencia, po r diri-
girse al saber, no deja d e est ar gobernada p or una búsqueda de l ser,
del ser perdido por el viviente sexuado que habla." La espera del
advenimiento de ese ser en relación con lo que d esignamos como el
deseo d el anaHsta. [... J, tal es el resorte verdadero y último d e Jo
que co nst ituye la t ra nsferencia. Por eso la t ransferencia es una rela- ELEMENTOS DE BIBLIOGRAI-'IA
ción esencialm ente ligada a l tiempo y a su manejo " (las itálicas son
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