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CUADERNOS DE LA FUNDACIÓN DR.

ANTONIO ESTEVE Nº 32

Una escala pronóstica,


o un chivato como “llevar
tabaco”, quiere predecir el
futuro, anticiparlo. Pero
para cambiarlo, la relación
debe ser causal

Cobo / Ventura

Falacias en investigación epidemiológica

Esteve Fernández

Andábamos ya enfrascados en la preparación clínico como en el epidemiológico. A modo de


de esta Jornada cuando un buen compañero recuerdo, la serie «Epidemiología para clínicos»
me envió, como regalo de cumpleaños, un ar- que abrió las puertas del valor de la epidemio-
tículo todavía en prensa de Keneth J. Rothman, logía a una incontable cohorte de médicos y
padre –o uno de los padres– de la “epidemiolo- otros profesionales clínicos, incluyendo jóvenes
gía moderna”. Con un título más que sugeren- aprendices de epidemiólogo, con artículos sobre
te (Six persistent research misconceptions) (1), el razonamiento epidemiológico (3), los diseños
Rothman sistematiza seis conceptos erróneos epidemiológicos (4) o los errores más frecuentes
que, a su parecer, persisten en el imaginario y en en este tipo de investigación (5-7).
la práctica de los investigadores a pesar de ha- Me pareció que esas “falacias” no solo esta-
berse probado su falsedad. Unas semanas más ban arraigadas en el imaginario de los investiga-
tarde pude asistir a un seminario impartido por el dores, sino que también podían estarlo en el de
propio Rothman, en el cual amplió estos errores los periodistas de salud que se enfrentan casi a
a 10 y los etiquetó como falacias. diario con diseños epidemiológicos y conceptos
No son nuevas estas falacias, ni seguramen- estadísticos a través de la lectura de notas de
te están todas, y tanto Rothman como Porta (2) prensa y artículos científicos, y en el de los pro-
y otros epidemiólogos habían y habíamos pre- pios investigadores, sin haber realizado, por lo
dicado ya en este sentido, pero siempre con general, una formación específica en los princi-
un común denominador: nos habíamos dirigido pios epidemiológicos básicos.
a investigadores, a estudiantes de posgrado y Por todo ello, tras procesar la información y
aprendices de investigadores, tanto en el ámbito poner los debidos filtros, me pareció muy claro

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Falacias en investigación epidemiológica

Tabla 1. Falacias en investigación epidemiológica y nalizados, y a los estudios observacionales se


clínico-epidemiológica. les asigna de entrada una calidad baja, pero en
1) El ensayo clínico controlado es el mejor diseño de algunas ocasiones la confianza en ellos puede
estudio. aumentar.
Así, aunque el ensayo clínico tenga en prin-
2) Los estudios prospectivos son mejores que los re-
trospectivos. cipio las mejores cualidades para ofrecer re-
sultados válidos, sin los errores sistemáticos
3) El tamaño importa.
más propios de los estudios observacionales,
4) La representatividad importa. no debemos caer en la falacia de pensar auto-
5) La significación estadística da validez al estudio.
máticamente que «el ensayo clínico es el mejor
diseño de estudio». Para no caer en esta fala-
6) Mucha evidencia significa buena evidencia. cia deberíamos añadir a la proposición anterior
7) Las revistas buenas garantizan estudios buenos. algo así como «siempre que esté bien diseña-
do y ejecutado». En efecto, los ensayos clíni-
cos pueden hacerse bien o no tan bien, e in-
que algunas de estas falacias, y otras de cose- cluso acumular tantos errores (en el diseño, en
cha propia basadas en la experiencia al tratar su ejecución, en el análisis de los datos) que
con comunicadores científicos y al comunicar di- sus resultados no sean válidos o sean menos
rectamente al público, merecían una exposición válidos que los de un estudio observacional,
en una jornada sobre epidemiología y periodismo por ejemplo un estudio de cohortes prospecti-
(Tabla 1). vo, pulcramente diseñado y ejecutado.
El primer ensayo clínico sobre la eficacia de
los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar,
1) El ensayo clínico controlado
publicado en la prestigiosa revista The Lancet,
es el mejor diseño de estudio
concluyó que «los cigarrillos electrónicos, con
Esta afirmación, basada en el conocimiento o sin nicotina, eran moderadamente eficaces
que tenemos de los diferentes tipos de es- en ayudar a los fumadores a dejar de fumar,
tudio usados en epidemiología, es esencial- con una abstinencia similar a la de los parches
mente cierta y ha calado profundamente entre de nicotina» (10). Esta conclusión se basaba en
inves­tigadores y periodistas. La presencia de las tasas de abstinencia de consumo de taba-
un grupo control, a semejanza del control que co a los 6 meses: 7,3% de los usuarios de ci-
usaríamos en cualquier experimento en un la- garrillos electrónicos con nicotina, 4,1% de los
boratorio, parece la panacea que sustenta la usuarios de cigarrillos electrónicos sin nicotina
validez de los ensayos clínicos, que de esta y 5,8% de los usuarios de parches de nicotina,
forma superan las limitaciones de los estudios sin diferencias estadísticamente significativas.
observacionales, etiquetados casi a priori de ¿Debemos creer a pies juntillas estos resulta-
«más débiles». Gonzalo Casino nos ha recor- dos e interpretarlos dogmáticamente porque
dado en este Cuaderno el reto que supone derivan de un ensayo clínico y además aleato-
para los informadores «conocer y diferenciar rizado? Estos resultados, al margen del peque-
los distintos tipos de diseños epidemiológicos ño tamaño muestral (que muchas veces sí que
y la confianza que merecen». Los informadores importa), deben ser discutidos a la luz de otros
no son ajenos a este problema, y en un se- aspectos del diseño y la ejecución del ensayo.
minario anterior sobre Bioestadística para pe- Este se diseñó para contrastar la superioridad
riodistas y comunicadores ya se abordó esta de los cigarrillos electrónicos sobre los par-
cuestión (8). En ese seminario, Pablo Alonso- ches de nicotina, no para demostrar que tie-
Coello presentó el sistema GRADE (9), en el nen un efecto similar (que es la interpretación
cual a los ensayos clínicos se les asigna de de los autores), para lo que no está preparado.
entrada una calidad alta, pero pueden ser pe- Además, sorprende la baja abstinencia en los

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usuarios de parches, cuando en ensayos clí- prospectivamente (hacia delante) tras la deter-
nicos previos y en estudios de resultados en minación de la información a recoger y cuando
la práctica real se alcanzan abstinencias a los los sucesos a observar aún no han aparecido,
6 meses del 15% al 20%. También sorprende pero también podemos hacer un seguimiento
cómo se administró el tratamiento en los gru- retrospectivo de la cohorte (hacia atrás) cuan-
pos, que bien podría condicionar la adherencia do la información ya existe y los sucesos ya
al tratamiento: mientras que los participantes se han producido. En los estudios de casos y
asignados a usar cigarrillos electrónicos los controles, la información sobre las exposicio-
recibieron directamente en sus casas, junto nes es retrospectiva, pues aun tratándose de
con las recargas, los participantes asignados nuevos casos van a proporcionar información
al parche de nicotina recibieron unos cupones de sus exposiciones pasadas. Sin embargo,
para retirarlos en su farmacia. el reclutamiento de casos y controles puede
Para acabar con esta falacia, también vale ser tanto prospectivo (a medida que van apa-
la pena recordar que algunas hipótesis no reciendo) como retrospectivo (si se buscan en
pueden ser evaluadas mediante un ensayo registros ya existentes).
clínico, por razones logísticas o sencillamente Por tanto, lo que tiene importancia es cómo
éticas. Sabemos que el tabaco causa cán- se obtiene la información, y cuán exactos y
cer de pulmón gracias a estudios observacio- válidos son los métodos de medida, ya sean
nales de casos y controles y de cohortes, y no cuestionarios, signos clínicos, parámetros bio-
ha sido necesario hacer, ni hubiese sido ético, químicos o diagnósticos basados en pruebas
un ensayo clínico en el que, tras una asigna- complementarias. Por ejemplo, en un estudio
ción aleatoria, tuviéramos un grupo de perso- de cohortes prospectivo en el que se recoja
nas fumando y otro grupo sin fumar durante información al inicio del seguimiento sobre la
20 años para analizar las respectivas tasas de exposición solar de los participantes mediante
incidencia de cáncer de pulmón. un cuestionario para relacionarlo con la inci-
dencia futura de melanoma maligno, será cru-
cial que dicho cuestionario sea válido y esté
2) Los estudios prospectivos son mejores
adaptado a la población del estudio. De lo
que los retrospectivos
contrario, el cuestionario no mide lo que debe
Esta falacia deriva del común error de haber medir, es decir, no es válido, y por ello la infor-
“asimilado” durante muchos años un estudio mación obtenida estará sesgada, y a pesar de
retrospectivo con un estudio de casos y contro- ser un diseño de cohortes y prospectivo los
les, que en el sistema GRADE tiene un menor resultados serán erróneos. Esta misma cohor-
grado de evidencia, junto con la concepción te, o incluso un estudio de casos y controles,
errónea de considerar de peor calidad la in- a priori más débil que la supuesta cohorte an-
formación recogida retrospectivamente que la terior, tendrían más valor si utilizaran un cues-
información recogida de manera prospectiva. tionario debidamente validado y adaptado.
La característica de prospectividad o re- En muchas ocasiones, la disponibilidad de
trospectividad de un estudio puede aplicarse la información condiciona la direccionalidad
tanto a estudios de cohortes (o longitudinales) del estudio. Los estudios de cohortes retros-
como a estudios de casos y controles, puesto pectivos y los estudios de casos y controles
que se refiere a cómo se sitúa el investigador han sido muy importantes para caracterizar
respecto a las observaciones a hacer, es decir, las causas de múltiples enfermedades, sobre
a la información que se va a recoger. Así, si todo en el ámbito de la salud laboral, gracias
el investigador anticipa qué información va a a los registros detallados de los puestos de
recoger, estamos ante un estudio prospecti- trabajo desempeñados por los trabajadores.
vo. Podemos diseñar un estudio prospectivo Por tanto, los estudios prospectivos no son
de cohortes, cuando el seguimiento se hace siempre garantía de resultados más válidos.

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Falacias en investigación epidemiológica

3) El tamaño importa que uno de mayor tamaño, sobre todo si los


hallazgos son relevantes y a pesar del reduci-
Aunque hayamos simplificado provocadora­
do tamaño de la muestra se hacen evidentes.
mente el enunciado de esta falacia, queda
En algunas ocasiones, un reducido tamaño de
claro que nos referimos al tamaño de la mues-
la muestra puede ser la explicación de la falta
tra que incluimos en los estudios. La esta-
de significación estadística, elemento necesa-
dística justamente nos permite eso: estudiar
rio, aunque no imprescindible, para establecer
y sacar conclusiones válidas de una muestra
asociaciones. Y al contrario, en un estudio con
(abordable, finita, localizable) en vez de tener
un gran tamaño de muestra puede aparecer
que utilizar toda la población. Y por población
una asociación estadísticamente significativa,
debemos entender un conjunto de sujetos en
pero irrelevante desde el punto de vista clíni-
un marco temporal y geográfico determinado,
co, epidemiológico o social. Por echar mano
y con unas características determinadas. Por
de un ejemplo clásico, imaginemos un gran
ello, epidemiológicamente son poblaciones “la
ensayo clínico en el cual un nuevo tratamiento
población española”, “la población andaluza reduce de forma estadísticamente significa-
de 65 o más años de edad”, “la población con tiva la presión arterial sistólica una media de
cáncer de colon”, “los adolescentes fumado- 3 mmHg. Las preguntas entonces son: ¿es
res”, etc. Y cuando trabajamos con muestras relevante esa reducción?, ¿debemos dejar el
de esas poblaciones debemos tener en cuen- tratamiento convencional e instaurar el nuevo
ta su tamaño (de eso hablamos en esta fa- tratamiento en miles de pacientes? (6). Algu-
lacia) y también su representatividad (de eso nas de estas paradojas ya fueron comentadas
hablaremos en la siguiente falacia). en la anterior Jornada (11).
Normalmente desconfiamos de un estudio El tamaño importa, pero no tanto. Por
“pequeño” y, al contrario, tendemos a confiar ejemplo, la caracterización en 1981 del sín-
en estudios con un gran número de partici- drome de inmunodeficiencia adquirida por la
pantes. Es curioso, porque tampoco sabemos infección por un virus hasta la fecha descono-
a ciencia cierta si 10, 100 o 1000 sujetos son cido se debe al estudio de cinco casos ocurri-
pocos o muchos. Por ejemplo, si el año 2014 dos en tres hospitales diversos. Estos hallaz-
deseamos hacer una revisión sistemática so- gos se comunicaron como «caso clínico» (un
bre los efectos del tabaco sobre el cáncer de artículo de apenas tres páginas) en Morbidity
pulmón, dada la gran cantidad de estudios & Mortality Weekly Report (12), la revista de los
acumulados desde mediados del siglo xx, Centers for Disease Control and Prevention de
podríamos decidir excluir a priori aquellos es- los Estados Unidos.
tudios (de casos y controles, o de cohortes) El tamaño de la muestra depende de cua-
con menos de 100 casos, y seguramente se- tro características del estudio: 1) la magnitud
ría muy correcto. ¿Sería correcta esta exclu- del efecto que se quiere estudiar (cuanto ma-
sión si la revisión sistemática nos la hubiése- yor sea su magnitud, necesitaremos mayor
mos planteado, por ejemplo, en el año 1950, número de participantes); 2) el riesgo de un
cuándo había poca investigación sobre tal error alfa, es decir, el riesgo de concluir erró-
asociación? De haber sido así, el Informe del neamente que existe una diferencia (habitual-
Surgeon General de 1954 que estableció, tras mente este error se establece en el 5%); 3) el
revisar la literatura disponible hasta la fecha, error beta, es decir, la probabilidad de no en-
que el tabaco causaba cáncer de pulmón, se- contrar diferencias verdaderas, que habitual-
guramente no hubiera llegado a esa conclu- mente se fija en el 20%; y 4) la naturaleza de
sión, pues habría excluido la mayoría de los los datos, es decir, el tipo de escala en que se
estudios existentes hasta entonces. midan los resultados (p. ej., con variables nu-
Un estudio “pequeño”, pero bien realizado, méricas la variabilidad entre los participantes
puede tener las mismas garantías de validez puede hacer requerir un mayor tamaño mues-

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tral, pero esto es algo que no está en manos de estos fármacos y multitud de otros factores
del investigador). (dieta, tabaquismo, ejercicio físico, etc.) en la
incidencia y la mortalidad por numerosas enfer-
medades. Los resultados obtenidos mediante
4) La representatividad importa
esta cohorte han sido ampliamente generaliza-
Esta falacia, con un enunciado mimético al de dos, a pesar de estar formada por mujeres, en-
la tercera falacia por compartir un cierto ori- fermeras, con un rango de edad limitado y de
gen común derivado del muestreo estadístico, nivel socioeconómico bastante homogéneo.
consiste en creer que para hacer generali- La cohorte en sí misma es poco o nada repre-
zaciones válidas de un estudio es necesario sentativa de la población general, e incluso de
que los participantes en el estudio sean una la población femenina, pero sus resultados son
“muestra representativa” de la población dia- válidos y aplicables científicamente.
na. Esta falacia se deriva de la idea de que
la generalización (lo que también llamamos
5) La significación estadística da validez
“validez externa”) de un estudio implica la
al estudio
extrapolación mecánica de los resultados de
la muestra a la población fuente de la mues- Un error común entre los investigadores con
tra (1). Pero la generalización científica es real- menos formación o experiencia, y quizás en
mente el proceso de construir una proposición informadores y periodistas mal asesorados, es
correcta sobre cómo funciona la naturaleza. utilizar la significación estadística como proxy
Este tipo de generalización es el fin último de de la validez del estudio. La validez de una
la ciencia, y por ello los científicos en los labo- medición es el grado en que el resultado de
ratorios intentan maximizar la validez interna esta se corresponda realmente con lo que está
controlando todas las variables en estudio que sucediendo. De forma análoga, hablamos de
pudieran distorsionar los resultados. En los la- validez interna de un estudio cuando los resul-
boratorios experimentales no se seleccionan tados obtenidos en los sujetos de estudio son
muestras de animales representativas ni líneas correctos para esos sujetos. Es decir, la vali-
celulares representativas de supuestas pobla- dez de un estudio depende de la ausencia de
ciones de animales o células. El investigador sesgos o errores sistemáticos que pueden in-
básico controla todas las variables, usando troducirse tanto al seleccionar los sujetos que
animales, microorganismos o líneas celula- participan en el estudio (los miembros de la
res genéticamente idénticos y sometidos a cohorte, los casos y los controles, la población
las mismas variables ambientales, y que sólo diana…) como al recoger los datos (o realizar
difieren en la variable manipulada experimen- las observaciones); o bien por la falta de con-
talmente. A diferencia de algunas encuestas trol de variables que pueden estar interfiriendo
(electorales o incluso las encuesta de salud) las asociaciones estudiadas, los llamados “fac-
cuya finalidad es estudiar una muestra para tores de confusión”. Estos errores sistemáticos
poder extrapolar a toda la población diana, la poco tienen que ver con el azar o error alea-
generalización científica se mueve por conje- torio (o variación aleatoria) derivado del hecho
turas informadas, pero sólo desde la platafor- de estudiar una muestra en vez de toda la po-
ma de estudios válidos. blación. Justamente, la finalidad de la bioesta-
Un ejemplo clásico son las cohortes del dística es cuantificar la probabilidad de que el
Nurses’ Health Study, un estudio iniciado en azar o variación aleatoria sea la causa de los
1976 que actualmente incluye 238.000 enfer- resultados en los estudios de investigación.
meras colegiadas de los Estados Unidos (13). Por tanto, en muchas ocasiones se obtie-
Inicialmente diseñado para estudiar el riesgo nen resultados estadísticamente significativos
del consumo de contraceptivos orales, ha (p. ej., una diferencia entre dos tratamientos
aportado información relevante sobre el efecto de la que estamos muy seguros que no se

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debe al azar, o la asociación estadísticamen- diseñado y ejecutado, sino con la tentación de


te significativa entre un factor de riesgo y una algunos investigadores de agrupar resultados
determinada enfermedad) derivados de estu- no conclusivos de diferentes estudios para lle-
dios con errores sistemáticos que invalidan gar a conclusiones por agregación, bastante
realmente cualquier resultado. A pesar de ser típico en las revisiones bibliográficas “clásicas”.
estadísticamente significativa, la diferencia en- La agrupación cualita­ti­va (como en una revisión
tre los fármacos podría deberse a que los tra- clásica) o cuantitati­va (como en el metaanáli-
tamientos no se asignaron al azar, sino en fun- sis) de resultados de diferentes estudios debe
ción del grado de evolución de la enfermedad, basarse en estudios individuales válidos, en los
que puede determinar a su vez la curación. O, términos de validez (ausencia de errores siste-
en el otro ejemplo, la asociación causal podría máticos) ya comentados anteriormente.
ser justamente la inversa, y tratarse de un fac-
tor de protección, puesto que en el grupo de
7) Las revistas buenas garantizan
casos solo se incluyeron personas que habían
estudios buenos
sobrevivido a la enfermedad en estudio.
La significación estadística, ligada normal- La última de las falacias tiene que ver con las
mente a la precisión estadística o grado de revistas, que son el canal de difusión princi-
variación aleatoria, no informa ni da ninguna pal de los resultados de la investigación. Las
pista sobre la validez interna del estudio. revistas científicas son, en principio, el garan-
te de la investigación. De hecho, una inves-
tigación está inconclusa si sus resultados no
6) Mucha evidencia significa buena evidencia
ven la luz en formato de artículo científico. El
Esta falacia, descrita por Petr Skrabaneck y funcionamiento de las revistas científicas se
James McCormik en 1989 en su obra Sofis- basa en el peer review o revisión por expertos,
mas y desatinos en la medicina (14) como «fa- que es el proceso mediante el cual los artícu-
lacia del haz de leña», continúa vigente, y más los son revisados por expertos (peers, pares
aún cuando la información científica disponible o semejantes a los autores del artículo) para
y accesible se ha multiplicado en las últimas valorar su validez y mejorarlos (15).
décadas, gracias a la eclosión de Internet. La revisión externa por expertos se ha ge-
En esencia, consiste en «creer que múltiples neralizado como criterio de calidad de las re-
elementos aislados de evidencia (simples sos- vistas y de su contenido. La existencia de este
pechas o argumentos débiles) poseen mayor proceso se tiene en cuenta a la hora de incluir
fuerza demostrativa cuando se consideran en una revista en los repertorios bibliográficos o
conjunto». Existe cierta analogía con la frase en los baremos de valoración de los trabajos
«una mentira repetida adecuadamente mil ve- publicados por un investigador. A pesar del
ces se convierte en una verdad», atribuida a escaso conocimiento empírico que todavía
J. Goebbels, ministro de propaganda del III existe sobre su utilidad, sus efectos y sus limi-
Reich hitleriano. taciones, la revisión por expertos se considera
Desde hace unas décadas se ha formaliza- un elemento indispensable para garantizar la
do el metaanálisis como un tipo especial de es- calidad en las publicaciones científicas.
tudio de síntesis del conocimiento de especial Sin embargo, unas revistas tienen más
relevancia, con metodología propia para la bús- prestigio y otras menos. Este prestigio o rele-
queda bibliográfica y la selección de los estu- vancia puede intentarse cuantificar a partir del
dios, y también métodos de síntesis estadística impacto bibliográfico de los artículos que pu-
propios, en el cual a partir de los datos publica- blican (medido a través del factor de impacto,
dos de los estudios se obtienen nuevos resul- que da cuenta del promedio de citas obteni-
tados cuantitativos. Esta falacia no tiene tanto das por artículo en una revista en un perio-
que ver con el metaanálisis formalmente bien do de tiempo determinado) (16), de la influen-

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cia de los artículos sobre el sistema de ciencia no citación se reducía al 15% o menos solo en
e investigación, del impacto de la usabilidad las revistas con un factor de impacto mayor
y citación de los artículos en las redes socia- de 3. En efecto, a pesar de existir una gran
les (el movimiento altmetrics) (17) o de otros correlación inversa entre el factor de impacto
factores acaso altamente intangibles, como y el porcentaje de artículos no citados (a ma-
el prestigio de los editores o de la sociedad yor factor de impacto, menor porcentaje de
científica o institución promotora de la revista. no citación), llama tremendamente la atención
«Las buenas revistas llaman a buenos ar- que una revista como Nature Immunology,
tículos» sería la traslación del «efecto Mateo» con el mayor factor de impacto de la espe-
(por la frase «al que más tiene, más se le dará» cialidad en el año 2012 (27,868), tenga una
de la parábola de los talentos en el Evange- veintena de artículos que han recibido menos
lio de San Mateo) al mundo de las publicacio- de 15 citas.
nes científicas. Las buenas revistas atraen no A pesar de que la mayoría de las revistas
muchos, sino muchísimos manuscritos (BMJ, de primera fila suelen publicar artículos váli-
por ejemplo, recibe alrededor de 8000 ma- dos y relevantes, conviene no bajar la guardia
nuscritos cada año), por lo que tienen mucho porque un artículo venga refrendado por su
donde escoger y pueden ser muy exigentes en publicación en una gran revista. Los investi-
términos de validez, relevancia y originalidad gadores, los informadores y los periodistas
(siguiendo con BMJ, sólo acepta un 7% de no deben dejarse deslumbrar por el prestigio
esos manuscritos). Por todo ello, es muy fácil de las revistas. Por todo ello, es recomenda-
caer en la falacia de atribuir a los artículos las ble ser siempre críticos en la valoración de
características de la revista donde se publican, cualquier artículo, se publique donde se pu-
blique.
lo que en términos generales en epidemiología
denominamos la “falacia ecológica” (atribuir al
individuo una característica del grupo). Bibliografía
Evidentemente, la mayoría de los artículos 1. Rothman KJ. Six persistent research misconceptions.
publicados en las revistas más prestigiosas J Gen Intern Med. 2014;29:1060-4.
serán buenos artículos, pero no siempre será 2. Porta Serra M. Métodos de investigación clínica:
así. Las buenas revistas también se equivo- errores, falacias y desafíos. Med Clin (Barc.). 1990;
94:107-15.
can, y más de una vez encontraremos artícu- 3. Porta Serra M. La observación clínica y el razonamien-
los más que cuestionables (por su metodolo- to epidemiológico. Med Clin (Barc). 1986;87:816-9.
gía, por sus interpretaciones y conclusiones) 4. Álvarez Dardet C, Bolúmar F, Porta Serra M. Tipos de
estudios. Med Clin (Barc). 1987;89:296-301.
publicados, que sería lo mismo que decir “re-
5. Porta Serra M, Álvarez Dardet C, Bolúmar F, Plasencia
frendados”, por una buena revista. Si tomamos A, Velilla E. La calidad de la información clínica (I): vali-
como indicador de calidad las citas recibidas dez. Med Clin (Barc). 1987;89:741-7.
por los artículos (un artículo útil, en principio, 6. Plasencia A, Porta Serra M. La calidad de la infor-
mación clínica (II): significación estadística. Med Clin
debería ser más usado y por lo tanto citado
(Barc). 1988;90:122-6.
por otros investigadores) podemos llevarnos 7. Porta Serra M, Plasencia A, Sanz F. La calidad de
alguna sorpresa. Pues bien, en ciencias mé- la información clínica (y III): ¿estadísticamente sig-
dicas, el 12% de los artículos publicados no nificativo o clínicamente importante? Med Clin (Barc).
1988;90:463-8.
había recibido una sola cita a los 5 años de
8. Alonso Coello P. La confianza en los resultados de la
haberse publicado, y ese porcentaje era del investigación y el sistema GRADE. En: Casino G, editor.
27% en las revistas de ciencias naturales (18). Bioestadística para periodistas y comunicadores. Cua-
Un estudio sobre la no citación en revistas del dernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve nº 26. Bar-
celona: Fundación Dr. Antonio Esteve; 2013. p. 25-32.
campo de la inmunología aporta interesantes
9. Alonso-Coello P, Rigau D, Solà I, Martínez García L. La
datos (19): el porcentaje mediano de artículos formulación de recomendaciones en salud: el sistema
no citados fue del 17,6%, y el porcentaje de GRADE. Med Clin (Barc). 2013;140:366-73.

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Falacias en investigación epidemiológica

10. Bullen C, Howe C, Laugesen M, McRobbie H, Parag 15. Plasencia A, García AM, Fernández E. La revisión por
V, Williman J, et al. Electronic cigarettes for smok- pares: ¿buena, mala o todo lo contrario? Gac Sanit.
ing cessation: a randomised controlled trial. Lancet. 2001;15:378-9.
2013;382:1629-37. 16. Porta M, Fernández E, Bolúmar F. Commentary:
11. Francescutti P. Diálogo 2. Sobre los estudios observa- the “bibliographic impact factor” and the still un-
cionales y su tratamiento periodístico. En: Casino G, charted sociology of epidemiology. Int J Epidemiol.
editor. Bioestadística para periodistas y comunicado- 2006;35:1130-5.
res. Cuadernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve nº 17. Priem J, Groth P, Taraborelli D. The altmetrics collec-
26. Barcelona: Fundación Dr. Antonio Esteve; 2013. tion. PLoS One. 2012;7:e48753.
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12. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). cited? Reviewing the literature on academic citations.
Pneumocystis pneumonia – Los Angeles. MMWR The impact blog. London School of Economics and
Morb Mortal Wkly Rep. 1981;30:250-2. Political Science. (Consultado el 3 de noviembre de
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channing.harvard.edu/nhs/ tion-rates-remler/
14. Skrabanek P, McCormick J. Sofismas y desatinos en 19. Weale AR, Bailey M, Lear PA. The level of non-citation
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