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MAYAS.

Los mayas crearon en la parte central del continente americano una extraordinaria cultura, que surgió, se
engrandeció y declinó a lo largo de más de 3 milenios, desde la fundación de los primeros poblados (hacia
1800 antes de Cristo) hasta el sometimiento gradual a la monarquía española (que se dio de 1524 a 1697
después de Cristo).

El pensamiento maya se erigió en base a la armonía de la “dualidad”: creatividad y receptividad, cielo y tierra,
vida y muerte, día y noche, masculino y femenino, bien y mal.

La imagen estereotipada que actualmente tenemos de la civilización maya en verdad corresponde a un


conjunto de grupos con rasgos comunes que se asentaron principalmente en la península de Yucatán y en las
tierras bajas de México y Guatemala.

Alrededor del año 1800 a.C, se comenzó a producir un proceso de diferenciación que se aprecia en la
aparición de lenguas locales, influidas por el contacto con otras culturas de la región.

En torno al año 1000 a.C. florece en México, siendo mas exactos en los estados de Tabasco y Veracruz, la
cultura Olmeca, que debe ser considerada como la cultura madre de América Central. Según leyendas, parte
de esta cultura pasó la barrera del tiempo y las zonas geográficas ya que con sus influencias se fundaron las
raíces de la cultura maya.

Desde entonces, en distintas zonas del territorio ocupado por las agrupaciones mayas, fueron surgiendo
centros urbanos que florecieron durante el primer milenio de la era cristiana, específicamente entre los años
300 y 900 d. C.

Por tanto, los mayas del Clásico y Postclásico no constituían un estado unificado, sino que se organizaban
en varias “ciudades-estado” independientes entre sí que controlaban un territorio más o menos amplio.
Desde el siglo IV hasta comienzos del siglo X se desarrolla la fase clásica (o Antiguo Imperio), cuyo centro es
la región del Petén (Guatemala).

Durante el siglo X sufren las invasiones de los toltecas, originándose la civilización tolteca-maya, en el norte
de la península de Yucatán, entre los siglos X y XV (o Nuevo Imperio).

En 1518 desembarcan los españoles en la península e inician su conquista.

DISTRIBUCIÓN

Los grupos mayas se asentaron en un territorio continuo de casi 400.000 km2, que abarca los actuales
estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y partes de Tabasco y Chiapas, así como los países
centroamericanos de Guatemala y Belice, y porciones occidentales de Honduras y El Salvador.
Esta extensa región constituye el límite sur de Mesoamérica.

Desde las perspectivas histórica y artística, la región maya se subdivide en:

Área Norte, que comprende la mitad norte de la península de Yucatán;


Área Central, constituida por la región de El Petén, en Guatemala, Belice, parte de Honduras, Tabasco y
parte de Chiapas; estas dos áreas son las llamadas "Tierras Bajas"; y
Área Sur, en la que se integran las "Tierras altas" de Guatemala, partes de El Salvador y de Chiapas, así como
la costa del Pacífico.

La cultura maya no puede ser comprendida al margen del extraordinario paisaje natural en el que se creó,
con la extensa riqueza y variedad geográfica de su territorio.

MEDIO

Los símbolos minerales, animales y vegetales fueron fuente de inspiración en la religión y las creaciones
artísticas; además, las fuerzas naturales, los valles y las montañas, inspiraron las ideas religiosas sobre el origen
y la estructura del universo, así como la creación de los espacios sagrados, en el corazón de sus grandes
ciudades. Todo ello nos revela una relación de respeto y armonía con el mundo, una excepcional conciencia
de la unidad hombre-naturaleza, de la unidad cósmica, que es medular en la cultura maya. La diversidad de
climas calurosos y húmedos con selvas de inmensos árboles, la gran precipitación pluvial y las extensas
regiones pantanosas forman parte integral del hábitat de las regiones mayas. Caudalosos ríos como el
Grijalva y el Usumacinta, que atraviesan la región; y a la vez (en el norte de la península de Yucatán) se
encuentran regiones planas, casi sin ríos ni lluvias y con vegetación pobre, pero con innumerables corrientes
y depósitos de agua subterráneos que los mayas llamaron dzonot (cenotes) y que fueron los principales
recursos acuáticos de los habitantes. Además de los climas fríos, cadenas montañosas de origen volcánico,
con picos de hasta 4000 m. de altura, grandes lagos y espesos bosques. La variedad vegetal y animal de la
región era sorprendente.
Actualmente subsisten felinos, diversas especies de monos, venados, jabalíes, dantas o tapires y otros
mamíferos. Las selvas cuentan con una población de innumerables especies de insectos, aves y reptiles. Para
los mayas, el jaguar, equivalente al tigre americano; el quetzal, considerado como el ave más bella, y la
imponente serpiente cascabel tropical, fueron animales que se consideraron por excelencia, símbolos de lo
sagrado.

CONSOLIDACIÓN Y DECLIVE

Durante uno de los períodos de mayor esplendor de los mayas, el Clásico (300-900 d.C.), florecieron los
famosos centros ceremoniales como Copán, Piedras Negras, Palenque y Tikal, caracterizados por una
arquitectura monumental y un extraordinario desarrollo científico y artístico. Las razones de su decadencia
aún constituyen un misterio, aunque predominan dos explicaciones:
La primera, que plantea el abandono de los centros ceremoniales debido a una hambruna general que se
habría producido por un excesivo crecimiento demográfico en el siglo X;
La otra, apoyada en evidencias arqueológicas, sugiere el estallido de violentas revueltas campesinas en contra
de la clase dominante sacerdotal que habrían culminado en la quema y abandono de los centros urbanos
mayas. Finalmente, la persistencia de los conflictos internos llevó a los mayas hacia un nuevo proceso de
disolución, que coincidió con la irrupción española en el Yucatán. A lo largo de este período, denominado
Postclásico, los mayas recibieron una fuerte influencia de los toltecas que habían sido expulsados del valle de
México por los aztecas. Esta influencia se manifestó, por ejemplo, en el mejoramiento de las técnicas de
guerra, el arte y el aumento de la práctica de los sacrificios humanos. "Los itzáes se establecen en Chichén
Itzá e introducen modos en el arte y en la arquitectura que son propios de Tula (antigua capital tolteca);
trasplantan igualmente el culto de Quetzalcóatl (para los mayas Kukulcán) y de otros dioses mexicanos, así,
como la guerra para la obtención de carne y sangre humanas para ofrendar al sol. Se dice que los itzáes
conquistaron también otras ciudades, mas el panorama arqueológico aparece un tanto confuso.
Se fortalece el poder secular en desmedro del sacerdotal. La arquitectura y el arte se vuelven ostentosos
aunque presentando elementos de mucha menor calidad que los del Período Clásico.
Elementos de importancia: metal, cerámica, plumbate y turquesa.
Caída de Chichén Itzá al final del período (tras ser derrotados por Mayapán)". El número de población del
mundo maya es muy difícil de precisar, dada la dispersión geográfica en que se encontraban los distintos
centros urbanos. Los datos fidedignos son muy escasos y por tal razón, cualquier estimación no pasa a ser
más que una conjetura. Los especialistas han señalado cifras que fluctúan entre los 2 y los 13 millones de
habitantes para el período anterior a la irrupción española. Ahora bien, si tomamos en cuenta el número de
asentamientos mayas podemos aventurar que la población alcanzaba alrededor de 6 millones de personas en
toda la región.

En la actualidad, el pueblo maya continúa viviendo disperso en México (Yucatán, Chiapas), Guatemala y
Honduras, y se compone de una población que sobrepasa los 2 millones de individuos.
Durante el período del Postclásico, los mayas estuvieron divididos en múltiples centros urbanos que,
dirigidos cada uno por una familia noble, pasaban gran parte del tiempo luchando entre sí. No obstante, la
caída de Chichén Itzá hacia el año de 1200, marcó el inicio de la hegemonía ostentada hasta 1450 por la
ciudad de Mayapán, la cual logró dominar a una gran cantidad de ciudades mediante una compleja red de
alianzas matrimoniales. Para asegurar la lealtad de las noblezas regionales, los miembros más importantes de
sus familias eran llevados a vivir a Mayapán.

Debajo del Halach Uinic había una serie de “nobles” o funcionarios que administraban una severa justicia,
cobraban tributos a los campesinos y controlaban las actividades de la población.
Con la caída de Mayapán, toda esta estructura de dominación se derrumbó, quedando los mayas
nuevamente escindidos en diversas agrupaciones políticas. A la cabeza de Mayapán se ubicaba el llamado
Halach Uinic, especie de "rey, emperador, monarca, príncipe o gran señor", según los propios testimonios
mayas. Sus atribuciones incluían la formulación de la política exterior e interior, con la ayuda de un consejo
compuesto por los principales jefes de los pueblos, sacerdotes y consejeros especiales. También era la
máxima autoridad religiosa. La sociedad maya del Postclásico estaba organizada jerárquicamente y se
distinguían cuatro clases sociales: la nobleza, el sacerdocio, los plebeyos y los esclavos. En cuanto a la
nobleza, de sus familias provenían los jefes locales, los miembros del consejo y los altos funcionarios. A
diferencia del período Clásico maya, los jefes militares desempeñaron un papel clave a raíz de la importancia
que jugó la guerra en estos siglos. En cambio los sacerdotes, que habían ejercido el poder político durante el
período Clásico, ahora estaban abocados a la manutención de los templos, la vida religiosa y, sobre todo, a
las ciencias. El “pueblo” se componía mayoritariamente de campesinos dedicados al cultivo del maíz, junto a
un alto número de tejedores y alfareros. Con su trabajo mantenían a las clases sociales superiores, además de
erigir todos los centros ceremoniales y las calzadas de piedra que unían a las ciudades principales.
La gente del pueblo vivía en las afueras de los centros urbanos y su posición dentro de la escala social se
medía por la distancia que había entre la casa y la plaza central.
Los esclavos constituían el último eslabón en esta sociedad y adquirían su condición por nacimiento,
castigos por delito de robo, haber caído prisioneros en guerra, ser huérfanos o haber sido comprados.

SUBSISTENCIA

En apariencia, el ambiente escogido por los mayas para desenvolverse como sociedad carecía de recursos
naturales en abundancia y presentaba condiciones que supuestamente lo hacían muy inhóspito para el
asentamiento humano.
Gran parte del territorio está dominado por una espesa selva tropical, difícil para el desarrollo de la
agricultura y, por lo tanto, para alimentar a un elevado número de población. Esto se debe al hecho que el
suelo, penosamente despejado para cultivarlo, no resiste más de dos años de uso agrario intensivo debido a la
escasez o cortedad del manto de tierra fértil y al desgastador efecto de las lluvias, razón por la cual debe ser
abandonado y rápidamente vuelve a cubrirse por la selva. La agricultura del maíz constituyó la columna
vertebral de la economía maya, tanto durante el período Clásico como en el Postclásico.

Según el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, los dioses decidieron que la humanidad naciera del maíz.
Para su producción, básicamente se emplearon de forma asociada los sistemas de roza (por “tala y quema”) y
el de milpa, que consistían en el cultivo intensivo y rotativo de los empobrecidos suelos selváticos de la
siguiente manera: La milpa requería de mucha mano de obra, pues primero había que ubicar un terreno
apropiado, luego talarlo y limpiarlo, después quemar todo y recién ahí se podía sembrar. A los dos años, sin
embargo, el suelo quedaba inutilizable y había que buscar otro terreno. Otras plantas comestibles
producidas en gran cantidad por los mayas fueron los frijoles, la calabaza, el tomate (jitomate), tubérculos,
cacao y especias como el chile, la vainilla, la pimienta y el orégano. También se desarrolló una importante
arboricultura en torno a los asentamientos urbanos. La abundancia de estas dos especies arbóreas, plantadas
en los antiguos centros mayas, se debió al hecho que sus cortezas eran aprovechables y sus semillas muy
nutritivas.
Las semillas del ramón, por ejemplo, poseían un rendimiento diez veces superior al maíz, eran fácilmente
almacenables y el árbol daba sus frutos durante cien años de manera ininterrumpida.
De la corteza del chico-zapote, en tanto, se extraía una savia blanca y pegajosa con la cual los mayas
elaboraban el chicle. Además de la agricultura, los mayas practicaban la caza, sobre todo de jaguares,
venados, conejos, monos, tortugas y tapires; y la pesca, desarrollando un amplio conocimiento para secar y
ahumar los peces para poder conservarlos y transportarlos hacia el interior. Con los productos de la caza se
hacían capas y sandalias para los señores y los sacerdotes y bellísimos tocados de plumas. La variedad de
productos obtenidos por los mayas propició el surgimiento de un activo comercio e intercambios regulares
en los mercados, hacia donde confluían mercaderías de regiones muy alejadas entre sí.

El comercio fue una importante actividad entre los antiguos mayas llevada fuera de sus fronteras por
comerciantes. Los productos eran transportados utilizando esclavos, llevándolos a través de caminos y aun
por mar en grandes canoas. Por lo regular, el comercio se hacía mediante el intercambio o trueque, de los
diversos productos, aunque también se utilizaban los granos de cacao a manera de moneda.

Las rutas comerciales fueron establecidas para transportar productos como vainilla, hule, plumas, pieles de
jaguar, tabaco y miel; así como conchas, pescado seco y perlas procedentes de la costa hacia el centro de
México y a las altiplanicies de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá.
Los mayas de las tierras altas comercializaron con la obsidiana, piedra molida, jade, plumas de quetzal y
copal. Los mayas de las tierras bajas, comercializaron con, piel de jaguar, piedra de pedernal (el chert), sal,
balche, la miel, el pescado seco y carne ahumada.
Existieron rutas importantes de comercio por mar, de hecho, los mayas desarrollaron una tradición marítima
que los llevo desde el golfo de México hasta el Caribe y hasta las islas de Honduras...

“Los mayas tuvieron una amplia red de rutas marítimas que iban desde Veracruz hasta Honduras. Con sus
canoas navegaban a través de las costas, bahías y arrecifes; y también por ríos, lagunas costeras, estuarios y
ciénegas. Como sus embarcaciones no resistían las turbulencias del mar abierto, procuraban mantenerse
siempre cerca de la costa o en aguas bajas, como medida de protección.
En la zona maya fueron comunes los puertos a orillas de estuarios, ríos y lagunas costeras. Además, las rutas
de viaje incluían señalamientos para apoyar a los navegantes e indicarles las zonas peligrosas, diques e islotes
artificiales, así como obras hidráulicas que ampliaban y mejoraban la red fluvial, como fueron los canales que
conectaban cuerpos de agua que originalmente no tenían comunicación”.

“Los mercaderes y navegantes mayas por excelencia fueron los putunes, grupo que habitaba en el sur del
actual estado mexicano de Campeche y en la llanura costera de Tabasco. Ese territorio, pantanoso, sujeto a
constantes inundaciones en la época de lluvias, lleno de charcas, lagunas y entrecruzado por incontables ríos,
no es muy idóneo para la agricultura. De allí que los putunes se hayan especializado en el comercio”. Lo
hicieron sobre todo por dos razones: la red fluvial y lacustre, que les facilitaba transportarse, y el propio
territorio donde vivían, situado entre el área de influencia azteca y el Mundo Maya. También su idioma,
bastante similar al maya hablado en la península de Yucatán, constituía una especie de lingua franca que les
permitía hacerse entender en una amplia zona. La famosa intérprete indígena del conquistador Hernán
Cortés, Malintzin, era putún.
Entre las principales poblaciones putunes se contaban Potonchán, en la desembocadura del río Grijalva,
Itzamkanac, a orillas del río Candelaria —que los aztecas llamaban Acalán o “lugar de canoas” por referencia
a la cantidad de embarcaciones que ahí había— y, sobre todo, Xicalango, a orillas de la laguna de Términos.
Hasta esos sitios llegaban los comerciantes aztecas, que entregaban sus cargamentos a los putunes,
encargados de transportar la mercancía por mar hasta el llano de Sula, en Honduras, o a los puertos
intermedios.
Los putunes ejercieron una gran influencia cultural, económica, política e incluso militar. Cuzamil y
Bakhalal (hoy Cozumel y Bacalar) al parecer eran enclaves putunes. La diosa Ixchel, venerada en Cozumel,
destacaba entre las más importantes de este grupo, y según algunos investigadores, los itzáes de Chichén Itzá,
en Yucatán, fueron putunes llegados del Golfo de México”.

AGUA

El agua fue el gran problema que enfrentó el mundo maya en el Postclásico, pues el norte del Yucatán es más
árido que las tierras bajas del sur. En virtud de ello, las ciudades de esta época se ubicaron en las
inmediaciones de los llamados cenotes o pozos, de donde se obtenía el agua necesaria para la subsistencia. La
escasez de agua motivó la aparición de un complejo ceremonial en torno a los sagrados cenotes, cuyo acceso
estaba restringido a los sacerdotes.

Al igual que en otros pueblos mesoamericanos, el día de nacimiento condicionaba la vida de una persona y
determinaba los dioses que les eran favorables. Cuando aún se era pequeño, por razones estéticas vinculadas
a un ideal de belleza concreto, se ataban durante algunos días dos tablas planas a la cabeza de los niños, una
detrás y la otra en la frente. Una vez retiradas las tablas, la cabeza quedaba aplanada para siempre. En el seno
de la familia se desarrollaba la educación de los hijos que, para el caso del pueblo llano, tenía una orientación
eminentemente práctica y utilitarista, vinculada esencialmente con la enseñanza de las técnicas requeridas en
las diversas áreas productivas (agricultura, cerámica, etc.). "La enseñanza era práctica: las cosas se aprendían
haciéndolas. Tan pronto como un niño maya aprendía a caminar, comenzaba a hacer lo que hacían sus
padres. Si se trataba de una niña, aprendía a hilar el algodón en una bola de hilo y ayudaba a su madre a
teñirlo. Los padres enseñaban a los hijos. Primero las cosas relativas a la agricultura, después las relativas a la
cacería... Como todos construían su propia casa, los chicos podían aprender el arte de la construcción
mientras ayudaban en esas actividades. Es significativo también que todos los hombres mayas fueran
artesanos. Algunos hacían buenos arcos y flechas; otros tejían canastas con los mimbres que crecían en la
selva. Muchos trabajaban el jade... haciendo con él las más preciosas joyas".

Un día en la vida de una familia maya del pueblo llano se iniciaba alrededor de las cuatro de la mañana.
Todos se dirigían temprano al campo y la primera tarea consistía en cortar los árboles con un bat, o sea un
hacha de piedra. Los troncos eran arrastrados mediante lianas y se utilizaban para construir una cerca y evitar
con ello que los venados y tapires se comieran las plantas jóvenes. Otros, con una vara gruesa endurecida al
fuego a modo de arado (el conocido como coa o palo cavador), volteaban el suelo y lo preparaban. Todos
trabajaban en esto, tanto las mujeres como los hombres. Entonces se reunía toda la gente para ayudar a
sembrar el maíz de la comunidad. Nadie salía del bosque hasta que todas las milpas (los campos de maíz)
estuvieran preparados, limpios, arados, sembrados o cosechados. Cuando el maíz crecía hasta la altura de la
rodilla, se sembraba frijol cerca de cada caña de maíz, para enriquecer el suelo. Mientras la familia trabajaba,
los niños amarrados en sus “cunas” eran colocados a la sombra de los árboles cercanos". La jornada laboral
concluía como a las siete de la tarde. Los adultos regresaban con cargas de hasta cuarenta kilos y los jóvenes
de hasta unos doce. Generalmente, luego de un largo día de trabajo, la familia se reunía en la casa. Primero
comían los hombres a solas y después las mujeres, predominando una alimentación basada en tortillas de
maíz y frijoles negros. Como a las ocho o nueve de la noche la familia se acostaba a dormir, todos en una
misma habitación. Como a los veinte años en los hombres y a los diecisiete en las mujeres, los jóvenes se
podían casar y formar su propio hogar. La casa era construida de palos y barro con una techumbre de hojas
de palmas; estaba colocada sobre una plataforma rectangular que permitía un buen drenaje y ventilación. El
tamaño era de aproximadamente 20 ms2, donde vivían hasta seis personas. Las sencillas casas eran ubicadas
de forma jerárquica y escalonada en torno a la plaza ceremonial de los centros urbanos, algunos de los cuales
albergaban a más de 50 mil habitantes. La religión maya fue una de las más complejas y sofisticadas del
mundo indígena americano, debido a la importancia que tenía en todos los niveles de la sociedad. Cada
individuo poseía un dios tutelar que guiaba su vida cotidiana; además de existir numerosas divinidades
domésticas. Lo que perduró en el tiempo hasta el día de hoy como “ciudades” mayas eran ante todo centros
ceremoniales, donde la religión cumplía el propósito de legitimar una rígida jerarquía social.
Dentro de ella los sacerdotes, especialmente durante el período Clásico, constituyeron un grupo de poder
que llegó incluso a regir los destinos políticos de los mayas.

El universo cosmológico maya estaba encabezado por el dios Itzamná, el Señor de los Cielos, la Noche y el
Día (representado por una iguana u otro reptil). Según los códices fue el primer sacerdote, inventor de la
escritura y los libros. Itzamná era invocado principalmente para que evitara los desastres naturales y las
calamidades comunitarias, pues se trataba de un dios benévolo siempre amigo del hombre. Otras deidades
importantes del Postclásico eran Chac, el dios de la lluvia y Yum Kax, el dios del maíz y de los bosques. Entre
los dioses del Inframundo o las tinieblas, sobresalía Ah Puch, el dios de la muerte, asociado a veces también a
la guerra y a los sacrificios humanos.

"El universo maya fue considerado como un continuum tempo-espacial, en el cual el tiempo fue siempre
cíclico y en él cada período fue testigo de un proceso de creación y de destrucción que se alargó durante 13
Katunes (cada katún equivale a unos 20 años). El espacio también fue considerado un continuum entre el
Cielo, la Tierra y el Inframundo. El Cielo estaba compuesto por 13 capas estratificadas, descansando la
última sobre la Tierra. Cada nivel celeste era gobernado por un dios, y todas las divinidades formaban un
grupo denominado Oxlahuntikú. La divinidad que regía el Cielo en su conjunto era Itzamná. El espacio
intermedio entre el Cielo y el Inframundo era la Tierra que se levantaba como una capa más, casi
imperceptible. Debajo de ella se distribuían los nueve pisos del Inframundo, también estratificados y
presididos cada uno de ellos por uno de los Nueve Señores de la Noche, que formaban el grupo de los
Bolontikú. Cada esquina de los estratos que formaban el universo maya estaba dominada por un punto
cardinal y un color determinado, que influían en los aspectos que presentaba cada divinidad. De esta
manera, el rojo se relacionó con el este, el negro con el oeste, el amarillo con el sur y el blanco con el norte,
mientras que el centro pudo haber estado gobernado por el verde, y fue concebido como el lugar de la gran
ceiba, el árbol sagrado que unía el Cielo con el Inframundo". El ceremonial religioso era un elemento
permanente en la sociedad maya e incluía largos períodos de ayuno y abstinencia. Las plazas de los centros
cívico-ceremoniales eran el eje de los rituales y se repletaban de gente con motivo de alguna festividad, sobre
todo cuando se presenciaban los ritos de sangre o de autosacrificio. La sangre era considerada la vida, el maíz
y el agua, y era el mejor alimento que se podía ofrecer a los dioses. También hubo muchas ceremonias que
prescindían del culto sangriento, donde sólo se ofrendaban alimentos, se injerían sustancias alucinógenas, se
representaba la muerte o se celebraba el paso del calendario.

JUEGO DE LA PELOTA

El juego de pelota representaba entre las civilizaciones prehispánicas un importante rito, como lo
demuestran las canchas situadas en los centros ceremoniales. El significado simbólico-religioso del juego es la
lucha de contrarios cósmicos que hace posible la existencia. A veces simboliza la lucha del Sol contra la Luna
o a veces la lucha entre los dioses del inframundo y los dioses celestes. El juego se acompañaba de ritos de
decapitación (tal vez prisioneros de guerra) que buscaban propiciar la fertilidad; la cabeza simboliza el astro
o una mazorca de maíz, y en el juego está representado por la pelota. La forma más común de jugar era
integrando los dos equipos, cada uno de los cuales jugaba en una mitad de la cancha. Realizaban el servicio
con la mano, desde el fondo de la cancha, e impulsaban la pelota con la cadera y otras partes del cuerpo
(nunca las manos). Sólo se permitía un bote y se marcaba un tanto cuando los contrincantes no contestaban
el saque y la pelota golpeaba contra los muros del fondo de la cancha, o bien si pegaba en los marcadores.
Pasar la pelota a través de los anillos constituía una marca extraordinaria pues rara vez se lograba.

Los mayas desarrollaron el sistema de escritura más completo de todos los pueblos indígenas americanos.
Con él escribieron todo tipo de textos: de medicina, de botánica, de historia, de matemáticas, de
astronomía… El sistema de escritura maya (aún no del todo descifrado) se supone que es mixto y fue usado
desde el 200 a. C. hasta el 900 d. C. en su forma monumental (primera línea) y desde el 1300 al 1527 d. C. en
su forma cursiva (segunda línea). En el primer caso el sentido de la escritura es de arriba hacia abajo en
columnas de a dos, en el segundo caso es en sentido serpenteante. Según Eric Thompson, "la escritura
jeroglífica maya fue perfeccionada con el propósito primordial de registrar el paso del tiempo, los nombres y
las influencias de los dioses que reinaban en cada uno de los períodos, y lograr la acumulación del
conocimiento de los sacerdotes-astrónomos que se encargaban de estos asuntos. Su empleo para otros
propósitos fue sólo una consecuencia secundaria. En esto también se puede observar que el ingenio de los
mayas se encaminó hacia un fin que nosotros no consideraríamos utilitario". Como hemos dicho, su
escritura era del tipo mixto (como la cuneiforme, los jeroglíficos egipcios y el chino), es decir, usaban
pictogramas, ideogramas y fonogramas. Aunque los glifos egipcios son mixtos, los mayas son mucho más
complejos, porque la misma palabra puede escribirse de varias formas. Además, los glifos individuales
estaban con frecuencia "soldados" entres sí, como en la escritura china, pero cosa que nunca sucede en el
egipcio; sin embargo, en maya lo están tan íntimamente que sólo un experto consigue separar visualmente
las partes de que se compone. La figura inferior muestra un ejemplo de lo que decimos: dos glifos que se
leen "chum tun", conjuntados de tres formas distintas, siendo las cuatro formas de la palabra correctas. Las
minúsculas son fonogramas, las mayúsculas, logogramas. El involuntario transmisor de la clave para empezar
a entender la escritura maya fue el obispo Diego de Landa. Este clérigo destruyó todos los libros mayas que
encontró a su paso, pero en su obra Relación de las cosas de Yucatán, incluye un sucinto y hasta erróneo
sumario de jeroglíficos mayas. Él pensó que los mayas escribían con un alfabeto y preguntó a su interlocutor
nativo cómo se escribía "a", "b", "c", etc.; éste le dio los glifos para esos valores fonéticos y así llegó hasta
nosotros la clave para descifrar tantas inscripciones mayas. Respecto a la destrucción de los textos mayas son
interesantes las reflexiones que a tal respecto hace el historiador, naturalista y cosmógrafo José de Acosta
(1539-1600) en su Historia natural y moral de las Indias. “En la provincia de Yucatán, donde es el obispado
que llaman de Honduras, había unos libros de hojas a su modo encuadernados o plegados, en que tenían los
indios sabios la distribución de sus tiempos, y conocimiento de plantas y animales, y otras cosas naturales, y
sus antiguallas; cosa de grande curiosidad y diligencia. Parecióle a un doctrinero que todo aquello debía de
ser hechizos y arte mágica, y porfió que se habían de quemar, y quemáronse aquellos libros, lo cual sintieron
después no sólo los indios, sino españoles curiosos, que deseaban saber secretos de aquella tierra.
Lo mismo ha acaecido en otras cosas, que pensando los nuestros que todo es superstición, han perdido
muchas memorias de cosas antiguas y ocultas, que pudieran no poco aprovechar. Esto sucede de un celo
necio, que sin saber, ni aun querer saber las cosas de los indios, a carga cerrada dicen, que todas son
hechicerías, y que estos son todos unos borrachos, ¿que pueden saber, ni entender? Los que han querido
con buen modo informarse de ellos, han hallado muchas cosas dignas de consideración”.

Una de las aportaciones más geniales de la civilización maya fue su sistema de numeración. En lugar de ser
decimal era vigesimal y solamente necesitaban tres símbolos para representar las cifras: el punto, la raya y una
especie de concha para el cero. Por cierto que el concepto de cero es una de las grandes aportaciones que los
europeos no descubrieron hasta mucho más tarde.
Igual que nosotros y los babilonios, los mayas utilizaban el concepto de lugar valor, pero mientras nosotros
tenemos un lugar valor que va en aumento de izquierda a derecha en múltiplos de diez, el lugar valor del
sistema maya aumenta en múltiplos de veinte, por ejemplo; 1, 20, 400, 800, etc. y en vertical de abajo hacia
arriba.

"Para hacer anotaciones superiores, simplemente había que jugar con la posición de arriba a abajo de los
signos, de manera que cada nivel tenía que ser multiplicado por veinte según el sistema vigesimal.
Por ejemplo: El número 10.025, lo expresaban con un punto del nivel de 8.000 (1 por 8.000 = 8.000), una
barra (=5) del nivel de 400 (5 por 400 = 2.000), un punto del nivel de 20 (1 por 20 = 20) y una barra del
nivel de 1 (5 por 1 = 5). Total: 10.025".

Para medir el tiempo, los mayas implementaron sofisticados calendarios que recogen la vasta tradición
mesoamericana. Gracias al empleo del sistema vigesimal y la paciente observación de los astros desde los altos
templos, los mayas lograron fijar con exactitud matemática la duración del año solar, el ciclo de Venus, los
períodos lunares y los ciclos de diferentes estrellas o constelaciones. Incluso se formularon tablas con las
fechas posibles en que ocurriría un eclipse. Con respecto al año astronómico, conviene precisar que los
mayas lo fijaron durante el siglo VI en 365,2420 días, cálculo que en occidente recién se corrigió con el
calendario gregoriano de 1582, que consignó un año de 365,2425 días. El año maya constaba de 18 meses de
20 días cada uno, más 5 días complementarios, dando un total de 365. Para medir el tiempo, los mayas
comenzaban combinando los numerales del 1 al 13 con esos veinte días. Los engranajes de este diagrama
ilustran la interacción de los calendarios. La rueda pequeña representa a los números (del 1 al 13), la
intermedia corresponde a los días (20); la mayor sería la de los meses (18).

ARTE
Realizaron todo tipo de construcciones: palacios rectangulares y alargados, templos, juegos de pelota,
calzadas (sacbeob) que unían las ciudades principales, fortificaciones, baños de vapor (temazcales), etc. Las
construcciones mayas se hicieron de madera y piedra básicamente. Entre las maderas se prefirieron la caoba y
el zapote, por ser muy robustas, duras y resistentes a los ataques de las termitas. Entre las piedras se usaron
caliza, arenisca, mármol, etc. Se conservan importantes pirámides escalonadas en piedra. En lo alto de éstas se
colocaba el templo. Estaban decoradas con pinturas de una variada gama de colores, y relieves con
inscripciones de la escritura jeroglífica maya. Las construcciones más importantes de esta época se hallan en
los centros de Chichén Itzá, Copán, Quiriguá, Piedras Negras, Palenque y Tikal. Dentro del desarrollo
artístico también destaca la escultura en piedra. Son muy famosas las máscaras de jade, los incensarios, las
estelas, monumentos que registraban las fechas más importantes para los mayas, especialmente durante el
período Clásico; también hay que mencionar la utilización del estuco en yeso para recubrir los templos… Sin
lugar a dudas, la pintura maya es uno de los aspectos más descollantes del arte indígena americano. Se
ocupaba en la decoración de las paredes, la cerámica y para ilustrar los códices.
Especialmente llama la atención la amplia gama de colores, obtenidos de fuentes vegetales y minerales. Si
consideramos que la pintura al óleo recién fue descubierta en la Italia renacentista; mayor es el mérito de las
mezclas mayas, cuyas pinturas se puedan admirar hasta el día de hoy sin perder su brillo original.

PRESENTE MAYA

Finalmente, los mayas de hoy en día conservan muchos de los rasgos de sus antepasados. Entre ellos,
sobresalen las lenguas originarias, la organización familiar y las actividades económicas de subsistencia, como
la artesanía y los tejidos. En medio de un turismo a gran escala con imponentes hoteles, casinos y centros
comerciales, en muchos aspectos el pueblo maya continúa existiendo como si el tiempo se hubiese detenido.

Todavía hay alrededor de seis millones de mayas viviendo en las mismas comarcas que sus antepasados. Sus
relaciones con los gobiernos donde viven están llenas de opresión y derramamiento de sangre; un ejemplo es
el caso de Rigoberta Menchú, la mujer ganadora del premio Nobel de la Paz en 1991, que perdió a casi toda
su familia a manos de los escuadrones de la muerte. La lucha por sus derechos, por preservar sus rasgos
identitarios, por sus tierras,... por los recursos que atesora su rica región aún no ha terminado.

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