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La psicología es una ciencia con una ajetreada historia que no está exenta de
influencias, dogmatismos y conflictos de intereses. Es una trayectoria donde se han
marcado ciertas diferencias a la hora de concebir la naturaleza psíquica de la
humanidad, donde la influencia judía ha ejercido un peso desmedido, por no decir
hegemónico, que se ha reflejado en el estilo de vida actual, moldeando casi todos
los aspectos de la misma. No obstante, lejos de ser la única visión válida, se alza
a manera de contraste, la perspectiva gentil, aquella que rechaza las nociones
hebraicas en un intento de manifestar una cosmovisión más amplia y propositiva.
En este ensayo se realizará un análisis comparando dos figuras clave donde resalta
la dicotomía planteada: Sigmund Freud y Carl Jung.
La moralidad sexual -tal como la sociedad, en su forma más extrema, la define- me parece
muy despreciable. Yo propongo una vida sexual incomparablemente más libre.
Freud, 1915
“Aníbal... había sido el héroe favorito de mis días escolares... Empecé a comprender
por primera vez lo que era pertenecer a una raza ajena... la figura del general semítico
llegó al más alto nivel en mi estima. Para mi mentalidad juvenil, Aníbal y Roma
simbolizaban el conflicto entre la tenacidad del judaísmo y la organización de la Iglesia
Católica”
Freud, 1901
Finalmente, cuando Freud iba en camino a su primera visita a los Estados Unidos,
comentó a sus colegas acerca de la ingenuidad del pueblo americano por recibirlos,
pues, lejos de llevar una panacea, en realidad les llevaban una plaga (Mannonni,
1971).
Jung reconoce y acepta que existen aspectos oscuros y negativos propios del ser
humano, algo que notó en el arquetipo de la Sombra, pero a diferencia de la
concepción materialista, y evitando estancarse en ellos, se permitió aventurarse
hacia las formas potenciales del ser más allá del plano físico, del hedonismo y los
falsos escapes que el mundo moderno ofrece como remedio al vacío existencial.
Bajo esta hipótesis, redefinió el concepto de “libido” como una energía psíquica
generalizada, una fuerza vital indiferenciada (Jung, 1948) que puede reflejarse
tanto en el rubro de la sexualidad como en otras de las múltiples necesidades que
el ser humano tiene y le conducen a manifestar su creatividad. De esta forma el
psicólogo suizo supera la versión simplista freudiana de la libido y la reivindica al
otorgarle el mérito de ser una fuerza neutra, que se refleja como luchadora, deseosa
y dispuesta (Engler, 1996), operando de acuerdo con principios de equivalencia y
entropía, para alcanzar el equilibrio y mover al ser hacia adelante, en un proceso
de constante autorrealización.
Pero siendo consciente de las limitaciones del Yo, para no pecar de individualista
extremo y atribuir simplemente todas las manifestaciones de la psique a este plano,
se vio en la tarea de comprender cómo se expresaba en distintas culturas del
mundo. Sus viajes y la revisión histórica de las memorias del pasado que cada
civilización ha dejado para la posteridad le permitieron descubrir el Inconsciente
Colectivo, considerada su más grande contribución a la Psicología.
Un caso contemporáneo en el que Jung pudo atestiguar su teoría con creces fue el
alzamiento del Tercer Reich y sobre todo en la figura de Adolf Hitler, a quien vio
como el arquetipo de Avatar, la manifestación de la energía y el destino del pueblo
germánico recayendo en un solo hombre. Tal como lo expresaba:
“No hay duda de que Hitler pertenece a la categoría del verdadero hombre de
medicina mística. Como alguien comentó sobre él en el último congreso del partido de
Núremberg, desde la época de Mahoma no se ha visto nada como esto en este mundo.
Su cuerpo no sugiere fuerza. La característica sobresaliente de su fisonomía es su
aspecto soñador. Me sorprendió especialmente cuando vi fotos de él en la crisis
checoslovaca; había en sus ojos la mirada de un vidente. Esta característica
marcadamente mística de Hitler es lo que le hace hacer cosas que nos parecen ilógicas,
inexplicables e irrazonables. ... Así que ya ves, Hitler es un curandero, un recipiente
espiritual, una semideidad o, mejor aún, un mito."
El filósofo escocés Thomas Carlyle (1795 – 1881), en una cita anticipada realza el
sustento de las manifestaciones de los arquetipos, y otorga gran peso de razón a
las impresiones de Jung ante Hitler, al afirmar tiempo atrás que:
“En todas las épocas de la historia del mundo, encontraremos al Gran Hombre que fue
el salvador de su época; la chispa, sin la que el combustible no habría ardido. La Historia
del mundo, ya lo dije, era la biografía de Grandes Hombres.”
Para Carlyle los grandes hombres, y sólo ellos, causan la historia. estos grandes
hombres deben tener el poder porque sólo a ellos se les puede confiar. Ellos guían
la historia, no le dan forma (Nogueras, 2010).
Esa confianza depositada por toda la nación alemana en un solo hombre está
justificada en aquel relato alemán en la que el emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico, Federico I Barbarroja duerme en una montaña esperando el
momento en el que su Pueblo vuelva a necesitarlo. La exégesis junguiana de los
arquetipos vuelve a aparecer y se torna visible -aunque no totalmente consciente-
cuando los germanos hacen entrega voluntaria de su libertad a un Líder (Führer)
en momentos de graves crisis para salvaguardar su identidad como pueblo y
preservar su destino. Su aparición entonces, obedece a un llamado desesperado -
lejos del mesianismo judaico al que tanto intentan compararlo de forma errónea-
para reestablecer el orden y la disciplina, una medida de emergencia ante las
amenazas inminentes de la época: el Comunismo y el Supra capitalismo.
La psicología de los complejos, era la punta de lanza que dirigía los esfuerzos
gentiles por arrebatar el monopolio ideológico a los intelectuales semitas que bajo
la protección de sus aliados anglosajones lograban difundir sin filtro alguno en el
mundo. Jung fue diplomático en su actuar y sólo cuando el Tercer Reich expulsó a
aquella pérfida raza de sus zonas de influencia pudo escribir sin tapujos y arremeter
directamente contra ellos. Desgraciadamente, al terminar la Segunda Guerra
Mundial, y bajo la amenaza de persecución judía (así como el temor a la pérdida
del trabajo de toda una vida) fue forzado a admitir sus simpatías Nacional
Socialistas bajo el amparo de “error”. Intelectuales judíos actuaron como jueces
criticando su obra no por su contenido, sino por el simple hecho de militar para el
Nacional Socialismo y los intereses de su raza. En los círculos académicos su
trabajo es tachado de “pronazi”, las críticas suelen describirlo como “racista” e
incluso cayendo en falacias ad hominem como “Psicótico”, un claro ejemplo de
cómo el pensamiento judío patologiza todo aquello que lo expone o no comulga con
sus ideas.
La Psicología Gentil nunca más ha tenido una figura como tal entre sus filas de
científicos y pensadores. Algunos, como Jordan Peterson, han retomado sus
principios, pero ya no obedecen al mismo orden. Son ajenas al mundo actual, que
sólo logra verlas como mística consumista propia del New Age. Retomarlo plantea
un reto significativo para el actual paradigma de occidente, cada vez más
sumergido ante luchas intestinas por causas banales y el avance estrepitoso del
marxismo cultural mediante el cumplimiento de agendas sociopolíticas que nublan
la vista y el discernimiento, pero de hacerlo, de ser conscientes de aquel
conocimiento mutilado podremos rechazar su influencia nociva en nuestras vidas.
Bibliografía
Freud, Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XIII - Tótem y tabú,
y otras obras (1913-1914). Traducción José Luis Etcheverry. Buenos Aires &
Madrid: Amorrortu editores.
Metapedia.org. (abril 07, 2020). Carl Gustav Jung. junio 14, 2020, de
www.metapedia.org Sitio web: https://es.metapedia.org/wiki/Carl_Gustav_Jung