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Crisis financieras de países emergentes:

Se producen desequilibrios provocados por los propios operadores financieros globalizados, por
la operación de sus capitales. Cuando consideran que ya no son sostenibles, inician los
ATAQUES ESPECULATIVOS sobre las monedas, y provocan la estampida de los capitales.
Esta situación produce un EFECTO DOMINÓ en los países con condiciones semejantes.

El efecto desequilibrador de los flujos externos en variables económicas clave se presenta tanto
en la fase anterior a la crisis financiera como después de ésta. (típico en crisis desde los 80)
ANTES DE LA CRISIS: cuando el ingreso del capital especulativo es intenso, genera:
 sobrevaluación de la moneda
 aumento del déficit externo
 sobreendeudamiento
DESPUÉS DE LA CRISIS:
 devaluación abrupta de la moneda
 caen los precios de los activos financieros e inmobiliarios
 se contrae el crédito
 otros efectos deflacionarios
 se interrumpen los procesos de crecimiento económico
 círculos viciosos de caída del empleo y salarios reales, y por ende de la
demanda efectiva
 bancarrota o reestructuración financiera de empresas y bancos
Por la relación entre flujos externos de capital y sistemas financieros internos, las crisis
financieras condujeron a importantes crisis bancarias.
Surgen programas de ajuste impuestos por el FMI, los cuales agravan la deflación.
El CIRCULO VICIOSO sobreendeudamiento-deflación-recesión, es reforzado por políticas que
exige el FMI.
Las crisis financieras siempre surgen en algún segmento del sistema financiero y de allí se
propagan a otros segmentos y a la economía real.
En general, el sobreendeudamiento y la deflación que le sigue se manifiestan mediante la
irrupción de crisis financieras localizadas, al final de ciclos largos de expansión. Esto es así
porque durante un auge de larga duración, la “fiebre” de la expansión y de la especulación
nublan el horizonte y dificultan el reconocimiento del nivel de riesgo en que se encuentra una
economía por efecto del endeudamiento.
Al final de la expansión, el sobreendeudamiento se manifiesta abruptamente a través de crisis
financieras en algún segmento importante de los sistemas financieros. Estas desatan la
deflación y la caída en los precios de los activos.
Se puede decir que los procesos económicos en las economías capitalistas son PROCESOS
REPETITIVOS NO LINEALES. Los mercados no tienden al equilibrio, el cual exigiría una
información perfecta e igualdad en cuanto a poder económico y político por parte de los agentes
económicos, lo cual es imposible en una economía dominada por la acumulación de capital y el
financiamiento.

El comportamiento de los mercados financieros puede “anticiparse” en función de las


condiciones económicas prevalecientes. Sin embargo un hecho imprevisible, un cambio
súbito en la política monetaria o una modificación del régimen cambiario, por
ejemplo, puede sacar a flote las contradicciones acumuladas durante la expansión,
detonar una crisis financiera, cambiar drásticamente el funcionamiento de los mercados y
desatar tendencias deflacionarias en la economía.
El estancamiento de los noventa en varios países desarrollados y emergentes estuvo
vinculado con los procesos de apertura y liberalización financiera emprendidos en el
marco de la globalización. El estancamiento económico fue el resultado de la caída que
se registró en las tasas de inversión de los principales países desarrollados, a partir de la
década de los ochenta. Esa baja estuvo asociada con la liberalización financiera y su
impacto alcista en las tasas reales de interés, así como con la volatilidad de los tipos de
cambio. Las tendencias a la deflación se fortalecieron con la aplicación de políticas
monetarias y fiscales fuertemente restrictivas, con el objeto de controlar la inflación
acelerada de los años ochenta.

Tanto la crisis mexicana de 1994-1995 como la crisis asiática de 1997-1998 – con su secuela
rusa y brasileña- fueron el resultado de los efectos desestabilizadores de los flujos privados
internacionales de capital. Dichas crisis fueron impulsadas por la existencia de un sistema
monetario y financiero internacional pragmático y sin reglas claras y explícitas, basado en el
financiamiento de los desequilibrios externos mediante flujos externos de capital de carácter
especulativo. Estas crisis encuentran su explicación en la apertura de sus cuentas de capital y en
la consecuente dependencia en los flujos internacionales privados para financiar sus
desequilibrios.

América Latina enfrenta problemas de tipo sistémico. Los ciclos pasados de auge y depresión
impidieron que se desarrollara una base amplia de inversores, fundamental para que puedan
crecer los mercados de capital.
Uno de los principales problemas con que se ve confrontada la región es la VOLATILIDAD.
Tiene que implementar medidas correctas de política macroeconómica y financiera. Si América
Latina quiere atraer a un grupo más amplio de inversores, tendrá que ofrecer
TRANSPARENCIA, facilitando a los mercados y al público mejor información en forma más
oportuna, la cual fomenta la credibilidad de las medidas, el funcionamiento ordenado y eficiente
de los mercados financieros al tiempo que alienta la competencia.

Evolución del sistema financiero

Haremos ahora una reseña de la evolución del sistema financiero de los últimos años:

1989: PLAN BONEX


Escenario de economía cerrada.
Los intermediarios le hacían préstamos al Estado, lo que llevaba a una situación de insolvencia
mayor, y por ende a la percepción de un riesgo mayor. Las tasas de interés aumentaban, se
acrecentaba el déficit fiscal y caía el valor de los bonos.
Surge entonces el Plan Bonex como consecuencia de la imposibilidad del Estado para hacer
frente a sus deudas.
No fue posible refinanciar la deuda entre el Estado y los bancos, y es por eso que los inversores,
en lugar de recibir dinero, recibieron un bono a 10 años. (situación muy similar a la del
“corralito” del año 2001). Cuando los inversores iban a retirar sus depósitos, el canje resultaba
obligatorio.
En 1989 los bancos eran en su mayoría de origen nacional. El pensamiento general era que los
bancos extranjeros “eran mejores” porque los respaldaban sus casas matrices. En los últimos
años se comprobó que no era un pensamiento correcto.

Año 1991: LEY DE CONVERTIBILIDAD (LC)


Después que la economía argentina sufriera dos brotes hiperinflacionarios, en marzo de 1991 se
puso en marcha un plan de estabilización basado en la plena convertibilidad de la moneda
nacional con el dólar.
La reforma de la carta orgánica por ley 24144 estableció:
Prohibir al Banco Central (BC) conceder préstamos al gobierno nacional Se procura evitar que
el BC financie los déficit del presupuesto nacional, factor que jugó un papel central en el
proceso inflacionario argentino en el pasado. Establece la independencia del BC frente al
gobierno. El Banco Central deja de ser prestamista de última instancia para el gobierno y el
sistema bancario.
Paridad fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar.
Liberar el mercado de cambio.
Permitir denominar los contratos en cualquier moneda.
Desreglamentar el mercado de capitales. Eliminó el impuesto sobre operaciones bursátiles.
Permitir libre y total movimiento de capitales desde y hacia la Argentina.
Empresas y bancos fueron autorizados a emitir obligaciones negociables en moneda extranjera.
Eliminar las cláusulas de actualización monetaria o indexación de obligaciones públicas y
privadas.

Sólo se podía emitir efectivo contra compra de divisas en el mercado cambiario, ya que en todo
momento debía mantener un 100% de respaldo de la Base monetaria (BM) en oro, divisas y
otros activos externos.
Asimismo, el BC retira de circulación los pesos que recibe a cambio de las divisas que vende en
el mercado cambiario. Toda vez que la demanda exceda a la oferta de divisas el BC está
obligado a intervenir abasteciendo al mercado cambiario a la relación de un dólar por peso.
Es decir: - Si se sacaban dólares (bajan reservas) bajaba BM
- Si alguien vendía dólares (aumentan reservas) el BC emitía dinero (aumenta BM)
(suma cero)
La tendencia moderna ha sido desvincular la emisión de dinero del respaldo en oro y divisas, es
decir que el dinero es fiduciario, cuyo valor está respaldado por la confianza de que continuará
teniendo valor en el futuro. En Argentina se optó por el Régimen de convertibilidad de la
moneda local en dólares como forma de restaurar la confianza en el valor de su signo monetario,
luego de la hiperinflación.
LC instaura un régimen de “patrón oro” en la medida que el BC está obligado a cambiar
moneda nacional por dólares a una relación fija.
Además, se buscaba
- generar confianza entre los ahorristas e inversionistas acerca de la estabilidad de la
moneda
- utilizar a la convertibilidad como instrumento disciplinante de los agentes económicos,
empujándolos hacia la competitividad, en la vía de aumentar la eficiencia, bajar costos y
aumentar la productividad.

1994: CRISIS MEXICANA


La crisis de 1994-95 tuvo sus raíces en el intenso endeudamiento interno y externo de los
agentes económicos que siguió a la reforma financiera de 1989, a la apertura de la cuenta de
capitales decretada ese mismo año y a la privatización de los bancos comerciales
Situación en México antes de la crisis:
a) finanzas públicas deficitarias
b) una tasa de inflación mayor que la norteamericana y
c) un exceso de importaciones
que dan orígenes a déficits sucesivos de las balanzas comercial y de pagos. Sin embargo, a pesar
de que las causas técnicas de la pérdida de valor de la moneda se repiten en cada caso, el
mercado histórico-económico en el que se expresa la devaluación de 1994 es distinto al de las
pasadas. Esta crisis es la primera en el contexto de una "economía globalizada", es decir, de la
internacionalización de la economía mexicana, fenómeno que se caracterizó por dos prioridades;
a) la apertura indiscriminada del mercado nacional y b) la promoción de la inversión financiera
del exterior a corto plazo, inestable y especulativa.
La globalización propone reemplazar los modelos de sustitución de importaciones,
supuestamente agotados, por otros de tipo más universal, que induzcan la inserción de una
economía nacional en el concierto de los países que rigen la economía mundial. Los pasos a
seguir son: 1) La apertura de los mercados de bienes y servicios mediante la reducción graduada
de los aranceles y otras barreras comerciales, y 2) la apertura graduada del mercado financiero
nacional a las inversiones extranjeras.
En México se había producido una violenta apertura comercial, reducción arancelaria, se
eliminó el control de precios y salarios, se privatizó el sistema bancario y los organismos y
empresas del sector público.
Este método de apertura al exterior provocó en los hechos una globalización económica
subordinada, penetrada y dominada; esto es, una internacionalización apegada al interés del
capital, particularmente norteamericano.
Lo que produjo fue: deficits en la balanza comercial, cancelación del ahorro interno que obliga a
recurrir a más endeudamiento externo. La captación de ahorro externo se produce vía inversión
financiera privada a corto plazo, inestable y especulativa.

Estas crisis globalizadas repercuten en la economía mundial a causa de la internacionalización


del capital, y si se hubiera dejado que México se hundiera, se hubiera hundido el mercado
mundial de capitales y las repercusiones a escala global amenazarían con la desintegración del
sistema financiero y comercial internacional

Efecto en Argentina:
La percepción que tenían los agentes económicos sobre países emergentes hizo que se observara
a la Argentina como similar a México. Este efecto contagio de la crisis mexicana (provocó una
suba del riesgo país, la declinación del valor de las acciones, menor afluencia de capitales)
sumado a la percepción de la sobrevaluación del tipo de cambio, las preocupaciones por el
déficit fiscal y la reforma constitucional que permitía la re-elección del presidente pero por
mayoría de votos ( sistema electoral más exigente que el previo vigente) provocó dudas sobre si
la Argentina fuera capaz de mantener vigente la Ley de Convertibilidad y desató una crisis de
confianza que afectó a la economía del país y al sistema financiero en particular,
La suba sostenida de las tasas de interés internacionales durante el año 1994 produjo la
reducción del ingreso de divisas en especial desde el 3er trimestre, por consiguiente el
estancamiento de la base monetaria (recordamos que estaba vigente la Ley de
Convertibilidad por la cual la base monetaria se vinculaba con el stock de reservas
internacionales) y así la caída en la tasa de crecimiento de los depósitos, creció la tasa de
interés doméstica, se ingresó ya en 1995 en una etapa de gran recesión económica que afectó la
solvencia y liquidez del sistema bancario y una menor recaudación fiscal.
Además la situación fiscal se vería afectada por la vigencia de la reforma del sistema
previsional que motivó el menor ingreso de recursos ya que gran porcentaje de
ciudadanos optaron por afiliarse al régimen de capitalización privada.

1997: CRISIS ASIÁTICA


La importancia de la crisis asiática radica en que ésta fue una internacional global, por los
efectos sobre las economías Rusa (1998) y Brasileña (1999).
Como en el caso de la primera crisis asociada a la globalización - la de México de 1994-1995, la
crisis asiática fue una consecuencia de los efectos desestabilizadores de los flujos privados
internacionales del capital. Cuando los operadores financieros globalizados consideraron que
los desequilibrios provocados por su propia operación (déficit en las cuentas corrientes,
sobrevaluación de las monedas, endeudamiento externo de corto plazo, etc.) ya no eran
sostenibles, iniciaron los ataques especulativos sobre el bath y otras monedas de la región y
causaron la estampida de los capitales, lo que tuvo un efecto de dominó en los mercados de
otros países de la región, que enfrentaban condiciones semejantes .

La crisis asiática irrumpió en Tailandia en julio de 1997 y fue la segunda crisis de la


globalización neoliberal y obedeció también a los procesos de liberalización, desregulación
económica y financiera, impulsados desde los años ochenta.
Se inició el 2 de julio de 1997, cuando se conoció la noticia sobre la devaluación de la moneda
tailandesa. Como efecto dominó le sucedieron devaluaciones en Malasia, Indonesia y Filipinas,
repercutiendo también en Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur. Parecía una crisis
regional pero se convertiría en “la primera gran crisis de los mercados globalizados”. Tres
aspectos relevantes:
1) falta de confianza y eventual volatilidad en los mercados internacionales
2) extensión geográfica de la crisis en contraposición a profundización
3) rol del papel político para hallar una solución a la crisis
1) Los acontecimientos registrados en Asia condujeron a un cambio en la percepción que se
tenía del exitoso modelo de crecimiento de los Tigres Asiáticos.
Durante la crisis del Tequila, el Sudeste Asiático había logrado diferenciarse de México y del
resto de América Latina, constituyéndose en una región receptora de los capitales que huían en
busca de una mayor confianza. Los Tigres Asiáticos eran un verdadero mercado emergente, con
crecimiento económico sostenible, estable y previsible económicamente. Sin embargo, fue el
mismo modelo de crecimiento económico el que coadyuvó, junto a una mala administración de
los capitales financieros y a factores internacionales, a la crisis, generando efectos recesivos
sobre variables reales.
La expansión de las exportaciones de los países del Sudeste Asiático hasta mediados de 1996
venían siendo elevadas, por lo cual la región había recibido préstamos, que se volcaron a las
inversiones especulativas concentrándose esp. en el sector inmobiliario. Por eso se
sobrevaluaron las propiedades y las acciones inmobiliarias, seguidas por una debilidad cada vez
mayor de los sistemas bancarios, en donde el común denominador fue el otorgamiento de
préstamos sobre los activos sobrevaluados. Durante el auge económico se practicó un
capitalismo entre amigos, el cual consistió en otorgar préstamos para inversiones dudosas a
quienes simpatizaban con el gobierno, sin considerar la solvencia.
A mediados de 1996 las exportaciones comenzaron a descender, en parte por el posicionamiento
competitivo de China, entonces comenzaron a aparecer signos preocupantes:
• déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (importaciones mayores a
exportaciones)
• atraso cambiario de las monedas asiáticas frente al yen japonés que se había devaluado
en un 40%. La fragilidad de la moneda japonesa era un factor de amenaza para la
recuperación de las exportaciones de los Tigres que tiene como principal mercado a
China.
Se imponía la recuperación de la competitividad perdida, y para ello se recurrió a la devaluación
de las monedas, iniciada por Tailandia y seguida por los demás.
• Huida de capitales.
• Se derrumbaron los precios en dólares de los inmuebles en un 30%, se paralizan los
mega proyectos inmobiliarios suntuosos financiados con el ahorro externo.
• Deterioro de las carteras bancarias ante los préstamos incobrables.
• Cesación del crédito internacional para la región
• Recesión de las economías reales
Así la región ingresó en una crisis que se puede denominar de confianza.

2) La crisis financiera ha adquirido connotaciones globales, aunque sus efectos sobre los
distintos países no son los mismos.
La crisis del Tequila no se caracterizó por la extensión geográfica a nivel mundial, sino por la
profundización en México y América Latina. En ambas crisis (tequila y Asia) se manifestó una
crisis de confianza a través del flight to quality, es decir, la huida de capitales a lugares seguros
libres de riesgo. Con la crisis del Tequila, los capitales se dirigieron a los países centrales y a
los países del Sudeste Asiático. Sin embargo, en la crisis asiática se manifestó en la huida de
capitales hacia los países del Primer Mundo.

En octubre de 1997, la crisis se extendió a Hong Kong creando un clima de incertidumbre sobre
la continuidad de la convertibilidad de la moneda, la cual fue defendida ante los ataques
especulativos. Luego le llegó a Corea del Sur, que con motivo de la cesación del crédito
internacional sufrió una corrida de su moneda (el won) cuando debió hacer frente al pago de la
deuda externa de corto plazo, y tuvo que devaluar.
En los primeros meses de 1998, los mercados financieros tuvieron una relativa estabilidad hasta
que le llegó el turno a Japón.. Este país a través de su política crediticia había contribuido a
crear la burbuja especulativa del sector inmobiliarios en el Sudeste Asiático y ahora quedaba
atrapado por su propia política frente a la existencia de préstamos incobrables. La caída del yen
frente al dólar agravó la situación de Asia, afectando también a Taiwán y China, sumada a la
caída de la demanda de bienes proveniente de sus vecinos.
A mediados de agosto la crisis asiática se extendió a Rusia. Se devaluó el rublo para frenar la
huida de capitales, y se declaró la cesación de pagos de la deuda afectando a la UE, esp. a
Alemania como principal acreedor. Esta medida agravó aún más la volatilidad de los mercados
financieros internacionales que no tardaron en hacerse sentir en América Latina. La crisis
financiera que estaría atravesando por una latinoamericanización desde el momento que afecta a
aquellos países que no han hecho las cuentas, entre ellos Brasil, con un déficit en la balanza de
pagos que lo hace vulnerable frente a la volatilidad de los mercados.

3) El FMI no pudo predecir la situación, al igual que sucedió con el efecto tequila.
Se consideró erróneo aplicar la receta pos efecto tequila, basada en el otorgamiento de
préstamos a condición de realizar reformas a la economía, dirigida esp. a sanear el sistema
bancario. Esta política se implementó cuando Corea del Sur se desplomó, pero los resultados no
fueron los esperados. No existió una coordinación macroeconómica internacional, a diferencia
de lo ocurrido en 1995, en donde EEUU extendió una línea de créditos para ayudar a México.
Los mercados financieros internacionales, muy sensibles a la falta de confianza, presentaron una
marcada volatilidad, poniéndose de manifiesto la falta de iniciativa política por parte de los
países industrializados para alcanzar una solución.
En septiembre, Clinton apeló al G7 para coordinar soluciones, como ser disminuir
conjuntamente las tasas de interés, medidas que fueron tardías pero fueron un bálsamo.

ULTIMOS AÑOS
El modelo económico ya venía mostrando signos de agotamiento
• por la fuerte recesión económica imperante
• por el efecto de una abultada deuda externa que crecía cada vez más
• a medida que se llegaba más cerca de la insolvencia, las tasas de interés exigidas en las
renovaciones subían fuertemente, ubicando a Argentina en los primeros lugares del
ranking de riesgo país, asfixiando las finanzas públicas y potenciando el crecimiento de
la deuda.
En este contexto, el crédito externo hacia el país disminuyó sustancialmente. En un sistema
altamente dependiente del financiamiento externo, esta decisión causó un agudo shock de
financiamiento sobre la economía doméstica. La estrategia del gobierno consistió en reemplazar
ese financiamiento externo por financiamiento interno, lo cual repercutió negativamente sobre el
sector financiero doméstico, dado que el ahorro interno y el volumen de activos domésticos
resultaban escasos para tal objetivo.
El gobierno se convirtió entonces en una aspiradora de fondos en el sector doméstico, mientras
que el creciente nivel de riesgo país generó desconfianza en los inversores especulativos, que
enviaron sus fondos fuera del país, arrastrando en esa conducta una parte significativa de los
depósitos del sector bancario.
Se demuestra que la extranjerización y concentración del sistema como garantía de fortaleza no
funcionó. No se evitó llegar al corralito.

Hacia fines del año 2000, el sistema financiero argentino había alcanzado niveles de desarrollo,
competencia, cobertura de servicios y transparencia aceptables. Los ratios de liquidez y
capitalización, las redes de seguridad disponibles y el fraccionamiento de los riesgos crediticios,
parecían adecuados para poner al sistema a salvo de los riesgos de liquidez e insolvencia
individuales y sistémicos reputables como “normales”.
Eran sus debilidades: una escala operativa pequeña, y ciertas peculiaridades que harían al
sistema vulnerable frente a eventos de riesgo extraordinario (como una corrida sistémica contra
sus pasivos, una devaluación significativa y el default de la deuda pública), como ser la elevada
dolarización de sus activos y pasivos, el corto plazo promedio de maduración de sus depósitos,
la ausencia de un proveedor ilimitado de liquidez de última instancia en dólares, y el hecho de
que la mayor parte de sus activos en dólares fueran créditos contra deudores con ingresos en
pesos.
Los eventos extraordinarios de riesgo se manifestaron entre 2001 y 2002. La corrida sistémica
comenzó en marzo de 2001 como un comportamiento preventivo de los depositantes en
anticipación de los posibles actos de gobierno derivados del desmadre de la situación financiera
del Sector Público. Al quedar de manifiesto la crisis fiscal entre abril y julio, la corrida adquirió
características catastróficas. Se anunció el default de la deuda pública en diciembre de 2001, en
tanto que el desmoronamiento del valor del peso frente al dólar se manifestó en el verano de
2002.
Las normas prudenciales vigentes a fines de 2000 se probaron insuficientes, porque estaban
ideadas para sistemas financieros de riesgos normales y no catastróficos como los argentinos en
2001-2002.

Principales secuelas de la crisis de 2001:


- contracción de la liquidez sistémica
- fuerte caída del crédito al sector privado
- reducción de la escala de operación del sistema en un 25%

Medidas:
Noviembre 2001: tope a tasas de interés abonadas sobre depósitos. Esto provoca el
agravamiento de la corrida, que forzó a las autoridades a anunciar un congelamiento de
depósitos el 3/12.
Diciembre 2001: cesación de pagos
Enero 2002: abandono formal de la convertibilidad del peso. Introducción de nuevas
restricciones a la disponibilidad de depósitos bancarios.
Febrero 2002: conversión forzosa a pesos de las obligaciones financieras en moneda extranjera
bajo legislación nacional.
Marzo 2002: conversión forzosa a pesos de la deuda pública en moneda extranjera bajo
legislación nacional.

Estos actos agravaron aún más la desconfianza de la población en el sistema bancario y


provocaron una gran contracción en el tamaño de operaciones del sistema, lo que impactó
negativamente en la rentabilidad de las entidades.

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