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PSICOLOGIA

SOCIAL 2
REPRESENTACIÓN SOCIAL

Una sociedad se caracteriza por estar formada por una gran cantidad de personas o
sujetos individuales, con sus propias características y maneras de pensar
idiosincráticas. Sin embargo, existe una serie de normas o pensamientos comunes dentro
de una sociedad que crean un entramado de creencias, afirmaciones y normas sociales
universales que legarían a ser las representaciones sociales

Las representaciones sociales constituyen una unidad funcional estructurada. Están


integradas por formaciones subjetivas tales como: opiniones, actitudes, creencias,
imágenes, valores, informaciones y conocimientos. Algunas pueden guardar estrecha
relación con la propia representación social, y en esto han radicado muchas críticas, de
modo que ellas se encuentran contenidas dentro de la propia representación y por tanto,
las representaciones sociales las trasciende, siendo una formación más compleja.
Las representaciones se estructuran alrededor de tres componentes fundamentales: la
actitud hacia el objeto, la información sobre ese objeto y un campo de representación
donde se organizan jerárquicamente una serie de contenidos.
Para llegar a conformarse la representación es imprescindible que ocurran dos procesos:
la objetivación y el anclaje, fases que se encuentran muy ligadas por el hecho que una
presupone a la otra. Tan solo la representación objetivada, naturalizada y anclada es la
que permite explicar y orientar nuestros comportamientos. Es por ello que diversos
autores han demostrado su alcance

CARACTERÍSTICAS DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES

1.- Hace referencia a un aspecto concreto Una representación social siempre hace
alusión a un aspecto concreto que no puede materializarse esencialmente. Es decir, las
representaciones sociales son capaces de convertir una percepción o un aspecto
abstracto en un concepto concreto que se presenta en la mente de todas las
personas. Un ejemplo pueden ser los estereotipos, los cuales a partir de una percepción
establecida una sentencia o resolución de manera universal.

2.- Son simplificadoras La transformación de aspectos concretos en imágenes mentales


universales permite la simplificación de estas, haciéndolas mucho más accesibles y
comprensibles para la sociedad.

3.- Están en constante evolución Desde el momento de la aparición de una


representación social esta se encuentra en constante construcción y evolución. Este
trabajo de elaboración es tanto de naturaleza personal como grupal, los que significa que
los individuos no son sujetos pasivos que absorben representaciones sociales, sino que
las fabrican y transforman adaptándolas al momento presente.

4.- Tienen un carácter social Tal y como su propio nombre indica, las representaciones
sociales son sociales porque son creadas y compartidas por un grupo de personas con la
finalidad de categorizar un fenómeno o evento social, explicar sus características e
incorporarlo a la realidad.

5.- Parten del sentido común Las representaciones sociales forman una especie de
pensamiento natural, no institucionalizado que encuentra su base en el sentido común. A
partir de la comunicación entre las personas y los medios un nuevo elemento o imagen se
integra en el pensamiento y discurso colectivo.

PATERNIDAD.
La paternidad, a través del tiempo, ha sido objeto de estudio y cuestionamiento debido a los
cambios experimentados en la sociedad. Se define cuando un hombre se convierte en padre,
existiendo, por tanto, una relación con su hijo/a. Sin embargo, dicho concepto comprende
múltiples dimensiones. La paternidad es un constructo que involucra aspectos socio-
culturales que dan paso a prácticas y significados en el vínculo filial. En ese sentido, se
espera que los padres se vinculen a través de una paternidad responsable, la cual incluye
cuidados en las dimensiones Psico-emocional, físico-material, educativo, espiritual, entre
otras. Este tipo de paternidad reporta beneficios para el bienestar de niño/a durante los
primeros años de vida, la adolescencia y adultez. Por otra parte ser padre está directamente
relacionado con el “ser hombre”, por consiguiente con el tipo de masculinidad hegemónica
que existe en las sociedades y que se relaciona a la posición de poder del varón, apoyada en
la subordinación de mujeres, diversidad sexual, niños entre otros Actualmente existe un
amplio debate respecto a la incorporación del hombre en la crianza, cuya polémica no solo se
dirige hacia la paternidad responsable, sino también a cuestionar los aspectos que sostienen
las desigualdades de género, como son la división social del trabajo y la masculinidad
hegemónica . De acuerdo a lo anterior, la evidencia sostiene que las mujeres se ocupan en
mayor medida de las actividades de trabajo reproductivo, no remunerado y de cuidado al
interior de la sociedad en comparación a los hombres, lo que produce problemas sociales,
económicos y de salud importantes para la población. Asimismo, las mujeres presentan dos
veces mayor sobrecarga en comparación a los hombres, en desmedro de la satisfacción de
necesidades básicas personales tales como, el descanso, la alimentación y la actividad física.
La paternidad es un objeto de análisis complejo, donde se entrecruzan dimensiones
biográficas y dispositivos institucionales del contexto sociocultural de los individuos.
Detrás del discurso social que representa la noción de parentalidad hay un componente
subjetivo que conforma la idea de padre o madre, el salto de la pareja a la familia. Ese
componente subjetivo, en el momento actual está animado, entre otros, por el
individualismo característico de la postmodernidad, lo que potencia su flexibilidad para
adaptarse a nuevos y variados escenarios familiares.

JOVENES Y EL TRABAJO

Las políticas públicas de educación, trabajo y aquellas dirigidas a jóvenes han tenido
diferentes e importantes transformaciones durante los últimos años, cambios que se
relacionan con procesos sociales, políticos y económicos complejos asociados con
políticas mundiales en materia económica condicionando acciones nacionales y locales.
En este marco de grandes transformaciones a nivel mundial, la crisis económica que se
ha sufrido a los largo de la historia ha incidido en los procesos de formación de los
jóvenes. Estos se desenvuelven en un contexto de transitoriedad e inestabilidad. El tema
de la educación y el trabajo tiene un papel importante en el impacto de la realización
personal de los jóvenes. Estos tienen un rol importante en el mercado laboral, sin
embargo la falta de formación, el poco acceso al sistema educativo, las condiciones de
explotación laboral sobre lo se ha reflexionado en este trabajo, y, sobre todo el escaso
reconocimiento de los jóvenes como sujetos de derechos, demanda soluciones e
intervenciones.

ACOSO SEXUAL EN MUJERES JOVENES

Mediante lo expuesto, se evidencia que las representaciones sociales acerca de los roles
de hombres y mujeres, en relación con actos de violencia sexual, se asociarían a una
relación de poder que podría ser entendida como tradicional. Así, el núcleo central de
estas representaciones se desprendería de una concepción tradicional de los roles de
género en el que frecuentemente se asigna a la mujer el rol de víctima y al hombre el de
agresor. Es así como los estereotipos sostenidos por el sistema patriarcal coincidirían con
la asignación de roles brindada por los entrevistados. De manera que, la mujer frágil,
vulnerable, pasiva y dependiente del hombre se asociaría al rol de víctima, así como
también a la imposibilidad de convertirse en agresora, pues esta fragilidad y pasividad le
impediría defenderse o ejercer actos de violencia Contrariamente, la mujer seductora y
provocativa, transgresora del rol tradicional de mujer, se convertiría en incitadora de la
violencia, por lo que sería responsable de la misma. Ello estaría indicando un
mantenimiento o deseo de mantener ciertos ideales de la imagen tradicional de la mujer,
que al ser transgredidos crearían una situación ambigua que permitiría expresar creencias
sexistas que llevan a justificar la agresión y culpar a la víctima, la posibilidad de que una
mujer revierta el rol de víctima o un hombre el de agresor seguiría respondiendo al
mantenimiento de los roles tradicionales de género, aunque de manera inversa. De tal
forma que una mujer solo podría convertirse en agresora adoptando características
masculinas, y por el contrario la posibilidad de que un hombre se convierta en víctima
dependería de una negación de la masculinidad tradicional, ya sea en roles atribuidos a
niños u homosexuales. El uso de estas representaciones sociales estaría denotando la
necesidad de hacer de algo ambiguo y amenazante, como lo es la violencia sexual.

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