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Nocturno a Rosario

I VI
¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro decirte que Y luego que ya estaba concluido tu santuario, tu
te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que lámpara encendida, tu velo en el altar; el sol de la
sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto mañana detrás del campanario, chispeando las
al grito que te imploro, te imploro y te hablo en nombre antorchas, humeando el incensario, y abierta allá a lo
de mi última ilusión. lejos la puerta del hogar...
II VII
Yo quiero que tu sepas que ya hace muchos días estoy ¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, los
enfermo y pálido de tanto no dormir; que ya se han dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre
muerto todas las esperanzas mías, que están mis noches enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola
negras, tan negras y sombrías, que ya no sé ni dónde se alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi
alzaba el porvenir. madre como un Dios!
III VIII
De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada y ¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida! ¡Qué
hacia otro mundo quiero dulce y bello el viaje por una tierra así! Y yo soñaba en
mi espíritu volver, camino mucho, mucho, y al fin de la eso, mi santa prometida; y al delirar en ello con alma
jornada las formas de mi madre se pierden en la nada y estremecida, pensaba yo en ser bueno por ti, no más por
tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer. ti.
IV IX
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, ¡Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño, mi
comprendo que en tus ojos afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe
no me he de ver jamás, y te amo y en mis locos y Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte
ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus mucho bajo el hogar risueño que me envolvió en sus
desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho besos cuando me vio nacer!
más. X
V Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores se
A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte opone el hondo abismo
en mis recuerdos y hundirte en mi pasión más si es en que existe entre los dos, ¡Adiós por la vez última, amor
vano todo y el alma no te olvida, ¿Qué quieres tú que de mis amores; la luz de mis tinieblas, la esencia de mis
yo haga, pedazo de mi vida? ¿Qué quieres tu que yo flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
haga con este corazón?

Manuel Acuña

Corazón nuevo
Mi corazón, como una sierpe,
se ha desprendido de su piel,
y aquí la miro entre mis dedos
llena de heridas y de miel.
Los pensamiento que anidaron
en tus arrugas, ¿dónde están?
¿Dónde las rosas que aromaron
a Jesucristo y a Satán?
¡Pobre envoltura que ha oprimido
a mi fantástico lucero!
Gris pergamino dolorido
de lo que quise y ya no quiero.
Yo veo en ti fetos de ciencias,
momias de versos y esqueletos
de mis antiguas inocencias
y mis románticos secretos.
¿Te colgaré sobre los muros
de mi museo sentimental,
junto a los gélidos y oscuros
lirios durmientes de mi mal?
¿O te pondré sobre los pinos,
libro doliente de mi amor,
para que sepas de los trinos
que da a la aurora el ruiseñor?
Federico García Lorca
Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.


Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:

Que no son, aunque sean.


Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano
A GLORIA ¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
No intentes convencerme de torpeza es rica de matiz y de perfume.
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza, El mal es el teatro en cuyo foro
firmeza y luz como el cristal de roca. la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
Semejante al nocturno peregrino, la sombra que hace resaltar la estrella.
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino, ¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
sólo contempla el esplendor del cielo. será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
Vanas son las imágenes que entraña y Venus nace de la amarga espuma.
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña, Los claros timbres de que estoy ufano
es virginal y, por lo mismo, impuro. han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
A través de este vórtice que crispa, y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa ¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
o águila seducida por un astro. crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
Inútil es que con tenaz murmullo ¡vivo, se hunde; pero muerto, flota!
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo ¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
lleva un broquel impenetrable al miedo. ¡Consuela el corazón del que te ama!
¡Dios dijo al agua del torrente: bulle!;
Fiando en el instinto que me empuja, ¡y al río de la margen: embalsama!
desprecio los peligros que señalas.
"El ave canta aunque la rama cruja: Confórmate, mujer! Hemos venido
como que sabe lo que son sus alas." a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
Erguido bajo el golpe en la porfía, y yo, como el león, para el combate.
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría, Salvador Díaz Mirón
quitarme el triunfo, pero no la gloria.

Poema de amor número veinte.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
  Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."  Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 
El viento de la noche gira en el cielo y canta. 
La misma noche que hace blanquear los mismos
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. árboles. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.  Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.  Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.  Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.  Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.  mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Qué importa que mi amor no pudiera guerdarla. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
La noche está estrellada y ella no está conmigo.  y estos sean los últimos versos que yo le escribo. 

Pablo Neruda
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En perseguirme, mundo, qué


interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento


y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas, 
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las
riquezas.
Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades 
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

Sor Juana Inés de la Cruz


"Decir, hacer".
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice lo que callo,
calla lo que digo,
sueña lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer que es un decir.
La poesía se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable, palabra
impalpable: la poesía
va y viene entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos y los desteje.
La poesía siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír los pensamientos,
ver lo que decimos tocar el cuerpo de la idea.
Los ojos se cierran
Las palabras se abren.
Octavio Paz

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