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Escándalos de la consolidación de la deuda

El texto explora una serie de escándalos de corrupción que tuvieron lugar en la década de 1850 en
la historia de la República del Perú, específicamente relacionados con la consolidación de la deuda
interna. El propósito principal de esta consolidación era restaurar la confianza en el crédito público
y, a su vez, sentar las bases para el desarrollo económico del país en ese momento.

Para comprender mejor el contexto, es esencial distinguir dos tipos de deuda interna que habían
surgido desde la década de 1820. En primer lugar, estaba la deuda generada por expropiaciones y
préstamos forzosos, que no se había reconocido debidamente y, en muchos casos, se había
garantizado con billetes gubernamentales devaluados. Esta categoría de deuda incluía también
créditos legítimos otorgados por prestamistas privados en tiempos coloniales tardíos.

En contraste, otro grupo de acreedores, que habían proporcionado préstamos de emergencia en


las décadas de 1830 y 1840, lograron un reconocimiento y pago privilegiado de altos intereses, en
parte debido a sus conexiones con caudillos en el poder. Esto incluía fondos cuyos intereses se
pagaban con ingresos de impuestos y arbitrios sobre importaciones. Para 1850, estos fondos
sumaban un millón de pesos con tasas de interés mensuales entre el 1 y el 2 por ciento.

Los grandes comerciantes se beneficiaban aún más, ya que pagaban sus impuestos de importación
con billetes y otros certificados de deuda pública devaluados. Sin embargo, desde finales de la
década de 1840 hasta la aprobación de la ley del 16 de marzo de 1850, los créditos no reconocidos
que datan de la guerra de independencia se garantizaron gradualmente mediante cédulas y vales
de consolidación.

Sin embargo, esta ley de 1850 tenía deficiencias importantes. En primer lugar, no estableció
normas claras para el reconocimiento de deudas insuficientemente sustentadas. En segundo lugar,
no especificó los criterios adecuados para su endoso o transferencia. Estos vacíos legales
permitieron la corrupción y la especulación en el proceso de consolidación, lo que socavó sus
objetivos financieros.

Los grupos de interés presionaron para el reconocimiento exagerado y fraudulento de viejas


deudas internas. Antes de 1850, estos reclamos tenían poco valor, pero se convirtieron en el centro
de intereses especulativos dispuestos a aprovechar la consolidación. Capitalistas influyentes, como
Elías y Gonzales Candamo, promovieron el reconocimiento de grandes expedientes de
consolidación para obtener jugosas comisiones. Los especuladores compraron documentos de
deuda a precios bajos y luego negociaron su reconocimiento a valores mucho más altos.

Los funcionarios del gobierno también auspiciaron estas pretensiones, prometiendo


reconocimiento privilegiado a cambio de participaciones y comisiones ilegales. Como resultado, la
deuda interna consolidada se infló significativamente, de cinco millones de pesos en 1851 a 24
millones en 1852. Una última ola de reconocimiento de deudas fraudulentas tuvo lugar en los
meses previos a las fechas límite de junio y octubre de 1852.

La nueva camarilla gobernante, liderada por el presidente Echenique, se destacó por su manejo
extremadamente deshonesto en la administración de la deuda interna. Esto generó conflictos y
denuncias públicas que revelaron detalles escabrosos de procedimientos ilegales y fraudulentos,
incluyendo la falsificación de documentos y firmas, así como sobornos a empleados
gubernamentales.

Uno de los casos notorios involucró a doña Ignacia Novoa de Arredondo, cuyo reclamo de deuda
fue manipulado por Elías y el general Juan Crisóstomo Torrico, ministro de Guerra de Echenique.
Este tipo de prácticas corruptas se convirtió en una característica recurrente del proceso de
consolidación.

Elías denunció la corrupción en dos cartas dirigidas a Echenique y publicadas en un periódico local
en agosto de 1853. En estas misivas, advirtió contra el manejo desordenado de las finanzas
públicas, la conversión de deuda interna en deuda externa y la corrupción que minaba la
consolidación.

Un análisis independiente posterior confirmó la mayoría de las denuncias de Elías. Los vales de
consolidación, lejos de beneficiar al mercado doméstico de capitales, se convirtieron en objetos de
especulación a corto plazo. De la deuda total consolidada, que ascendía a 24 millones de pesos en
vales, aproximadamente el 16 por ciento fue a parar a funcionarios corruptos y sus secuaces, más
del 30 por ciento se destinó indirectamente a agentes corruptos a través de comisiones ilegales, y
alrededor del 50 por ciento se convirtió en deuda externa mediante acuerdos turbios

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