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La gran Colombia

La construcción de la Gran Colombia comenzó con la independencia de Venezuela (1811) de la mano de Bolívar. En
los años siguientes, el resto de territorios se lanzaron a la carrera, pero los procesos fueron frenados por las tropas
realistas tras el fin de la ocupación francesa en España. A pesar de la efímera emancipación, la mecha ya había sido
encendida y los movimientos independentistas siguieron en activo. El proceso se reactivó con rapidez en 1819.
Auge Bolívar recuperó Venezuela y se hizo con Nueva Granada, donde fue nombrado caudillo de la República de
Colombia en el congreso de Angostura ese mismo año. En 1821 Panamá accedió a la independencia y se incorporó
a la nueva entidad política al tiempo que en el congreso de Cúcuta se proclamaba la Constitución de la Gran
Colombia, con capital en Bogotá. La conquista de Ecuador en 1822 completó el rompecabezas de la Gran Colombia
de Bolívar
En los años siguientes, las principales disputas en torno al modelo de Estado tuvieron que ver con el equilibrio de
poder entre los caudillos locales. Pueden resumirse en dos ejes: militarismo o civilismo y centralismo o
federalismo. La apuesta de Bolívar, militarista y centralista, predominó durante todo el periodo. Frente a él se
posicionaron, principalmente, el venezolano José Antonio Páez y el colombiano Francisco de Paula Santander,
Caída ambos federalistas y el segundo, además, civilista. El centralismo establecido por la Constitución de Cúcuta originó
la formación de grupos separatistas, encabezados por caudillos locales, que trabajaron durante toda la década por
la separación de sus territorios. Los intentos de mantener unida la república pasaron por el nombramiento de
Bolívar como presidente vitalicio en 1824; unos años después, en 1828, su poder se vio reforzado. Entretanto,
Bolívar sienta las bases del nacimiento del latino americanismo en el congreso de Panamá (1826), donde apostó
por la unidad de las excolonias españolas. Por un lado, del fortalecimiento de su figura como elemento de unidad
se desprende una tendencia personalista que, en vez de evitarla, incentivó la desintegración. Por otro lado, el
carácter centralista del proyecto levanta suspicacias. La república se encontraba en un camino sin retorno y a los
problemas internos se unieron los recelos regionales, materializados en esta ocasión en la guerra con Perú, otro
intento frustrado no solo de expandir los dominios del proyecto de Bolívar. Hacia finales de la década, en 1829,
Venezuela se convirtió en el primer territorio en declarar su independencia. Un año después, Ecuador hizo lo
propio. La última apuesta por la unidad en tiempos de Bolívar tuvo lugar el Congreso Admirable (1830), donde
llegó a presentar su renuncia en aras de facilitar el entendimiento entre intereses encontrados. Pero la república
ya estaba muerta y tan solo era cuestión de tiempo que los territorios se independizaran. Unos meses después,
Bolívar fallecía, víctima de la tuberculosis.
Constituciones
durante La
Gran
Colombia

Colombia nació endeudada. Este es un tema que ha sido abordado ampliamente por varios historiadores y críticos
incluso desde la época en que sucedió. Sin embargo, ante la contundencia y heroísmo de los hechos bélicos de la
independencia, tiende a perderse. Además de los gastos de las batallas que faltaban para liberar todo el territorio
hasta el alto Perú (casi 5 años de guerra continua), había que solventar los gastos internos de la naciente Gran
Colombia. Y es que esa deuda se fundamentaba en gastos con los que no tuvo que lidiar el Imperio Español.
Congreso. El tesoro del virreinato no había tenido que costear este ente legislativo que era obligatorio para toda
república formalmente constituida. En esa época los legisladores ya trabajaban a sueldo. Diplomacia. El virrey
tampoco debía lidiar con ningún cuerpo diplomático que representara los intereses neogranadinos en los países
ajenos al Imperio. Poderes ejecutivo y judicial. La expansión de estos poderes fue necesaria para dar al pueblo
Endeudados todos los beneficios de una administración liberal. La creación de un ordenamiento territorial y sus instituciones
hasta el cuello en los departamentos y provincias que hacían parte de la nueva república. Por supuesto no existían la cantidad de
departamentos actuales, pero el país estaba conformado por territorios en Colombia, Venezuela y Ecuador. El
costo de esa burocracia era bastante elevado. Los militares. Este fue el más serio de todos los gastos que debían
sortear el nuevo país en la guerra y la postguerra. Si el virreinato había subsistido hasta 1810 con las más
rudimentarias defensas (la mayor parte del presupuesto de defensa iba a Cartagena), Colombia costeó una guerra
de independencia que no terminó hasta que la totalidad del territorio estuvo libre del poder español. Durante el
régimen de Santander, la situación fiscal del país era sumamente compleja. Se llegó al punto de que los sueldos de
empleados públicos y militares frecuentemente no eran pagados a satisfacción ya que el país no producía las
rentas necesarias para solventar estos gastos, lo cual generaba una deuda interna en constante crecimiento.
Desde el 7 de octubre de 1819 hasta febrero de 1827 el vicepresidente Francisco de Paula Santander ejerció como
presidente encargado de la Gran Colombia, mientras Simón Bolívar llevaba a cabo la labor militar de liberar al
resto de América. Sobre Santander recayó la labor de organizar toda la república y generar los recursos necesarios
La para el esfuerzo bélico. Había que recurrir a diversas fuentes de financiación que incluían préstamos internos,
solución impuestos al tabaco o la sal y por supuesto el recaudo interno de impuestos a la renta de los ciudadanos. La deuda
interna aumentaba y los recursos eran insuficientes. Los problemas de la crisis fiscal del país a comienzos de la
administración de Santander, a medida que pasaba el tiempo el Estado se llenaba de deudores de todas las
especies. Desde el militar en ejercicio o el veterano herido en combate, pasando por las viudas, también el
pequeño hacendado que había entregado sus recursos a cambio de un documento de deuda pública que podía
cobrar al nuevo gobierno, hasta el gran comerciante y el prestamista a los que el gobierno había solicitado
prestamos con altos intereses. Todos exigían, y con razón, lo prometido.
La deuda El endeudamiento externo de la naciente república comenzó desde muy temprano, incluso desde antes de la
externa misma consolidación de la libertad. El principal acreedor fue Inglaterra, pero no en la figura del gobierno de su
majestad, sino en la figura de individuos particulares y casas prestamistas que transaban con representantes de la
Nueva Granada, primero, y de la Gran Colombia, después, el préstamo de estos recursos para solventar la deuda
interna y el esfuerzo bélico. Así durante este periodo surgieron nombres como los de James Mackintoch (que
prácticamente estafó al Estado colombiano con pertrechos de mala calidad y fue la deuda que más problemas
generó por valor de £180.000); y las casas Herring, Graham y Powels en 1822 por valor de £2’000.000 y
Goldschmidt & Co (que quebró en el proceso y se quedó con parte del préstamo de £4’750.000 en 1824). Las
condiciones de estos llamados empréstitos eran completamente desventajosas para Colombia y los que en mayor
medida se vieron beneficiados por ellos fueron aquellos agentes del gobierno que los tramitaron. La idea de estos
empréstitos contratados durante la administración de Santander era pagar deuda interna y sus intereses; deuda
de otros acreedores extranjeros menores y, también claro, sus intereses; solventar el esfuerzo bélico; y, si
quedaba alguito, invertirle al país. Pero todo se fue en pagar la deuda, que aún peor, no se pudo cancelar en su
totalidad. Además, tras la disolución de la Gran Colombia en 1830 nuestro país cargó con la mitad de esa
obligación, mientras que Venezuela y Ecuador se hicieron cargo del restante 50%.
El uso de estos empréstitos y las condiciones bajo las que se contrataron trajo consecuencias inmediatas en el
gobierno de Santander. Él y sus funcionarios fueron acusados de haber hecho mal uso de esos recursos. Sin
embargo, las fuentes no indican que esto haya sido así. Simplemente, la plata no alcanzó y los gastos del país eran
superiores a lo que podía producir

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