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Grupo Nº2:
Orozco Mirtha, D.N.I.:14.642.260
Ramirez Verónica, D.N.I.: 29542382
Samurio Paz Marta Raquel, D.N.I.: 26439543
Silva Maria Alejandra, D.N.I.: 23050748
Comisión: A1
Se muestra la función materna cuando lucha por atender al niño que llora, es ella Gabriela, quien
se encargará de enseñarle un lenguaje para que el niño logre pertenecer a una sociedad.
La función del padre, Guillermo, desde la mirada crítica social estereotipada de la normalidad, le
ordena que lo deje llorar al niño, que se acostumbre. Esta función paterna consiste en la
separación de madre-bebé, ya que al no producirse la separación, podría perjudicar el
funcionamiento de su yo, de las posibilidades de autonomía del niño.
El mundo del mercado también afecta la identidad de Luana. La homogeneización sociocultural
permite las diferencias entre lo económico y lo social como se ve cuando Gabriela y Luana
quieren comprar una pollera y la vendedora le insiste en ofrecer un conjunto para varón. Estos
estereotipos y mandatos sociales, que aún existen en nuestra sociedad, solo interviene de una
manera desigual porque influye en la construcción de las subjetividades de las infancias.
Cuando también el niño es llevado al doctor; Gabriela le expresa al Pediatra sus
preocupaciones, este no le da demasiada importancia y le receta unas gotas para que el niño
pueda dormir. En este fragmento de la película se observa la lógica de consumo, donde una de
sus características es la medicación infantil. Dar una respuesta inmediata, una solución al
problema, al malestar, simplemente medicando algo que quizás, no necesariamente requiera de
ello.
El adultocentrismo que se impone por parte de Guillermo ( padre) quien no quiere que juegue
con muñecas; por la primera psicóloga (Lic. Rodríguez) quien impone la lógica binaria obligando
a su hijo a hacer cosas de varón; por la directora de la institución, donde no le permite
disfrazarse ni vestirse como el niño lo desea, siendo rechazado por este motivo del instituto.
Todo esto sin escuchar la voz o respetar el derecho a elegir que tiene Luana. Sin mencionar que
la niña al respetar a toda autoridad mayor, debe negar su niñez como sujeto social.
Al cambiar, Gabriela a sus hijos de escuela, la nueva directora de un colegio público, es quien
ayuda a la mamá para que su hija sea tratada como requería, con el nombre que ella quería ser
nombrada y se puso a su disposición como persona formadora dentro de un ámbito escolar. En
este nuevo colegio se arma un dispositivo donde varios actores son los que favorecen el cambio
en la vida cotidiana de Luana. Estas concepciones sobre las relaciones son las que deben
existir entre la escuela y las familias, las organizaciones socio-económicas y movimientos
sociales que ayudan a construir una perspectiva intercultural en un ámbito escolar.
En la escena donde se festeja el cumpleaños número dos de ambos niños (Luciano y Luana) se
observa que Luana reacciona ante un regalo de varón, representado por “un auto”. Allí, la niña
comienza a demostrar que a esa edad ya tiene sensaciones sobre su percepción sexual, lo
expresa diciendo que es una nena, lo hace a través de dibujos y de los colores que elige.
Definitivamente, estamos hablando de la construcción subjetiva del niño o niña, como sujeto que
se va formando y que está en pleno crecimiento, como nos interpela Sandra Carli. En esta etapa
la niña ya tiene definido que no se siente varón, que deseaba llamarse Luana, y que su entorno
la reconocieran así.
En el juego, Luana, lograba construir su mundo. En su reino de fantasía donde lograba vivir y ser
quien ella quería ser, es la expresión por la cual los niños se pueden desarrollar, tal cual lo
definió Calmels. Con determinados objetos ella lograba convertirse en la niña que soñaba ser;
toda esa creatividad que ella desarrollaba que buscaba en cada objeto, que sonaba en una
canción que le gustaba, que lo hacía en un lugar donde se sentía libre, donde tiene todo
permitido y al término del juego lograba satisfacer su necesidad de crear.
En el juego Intervienen adultos como la Tía (Silvia) y la segunda Psicóloga (Lic. Pavan) que
están dispuestos a jugar con la niña, son quienes "le abre la puerta para ir a jugar", nos comenta
Cálmens, el adulto es quien pone los recursos para jugar, es quien habilita y logra darle un
propósito al juego. Durante el juego los personajes ponen el cuerpo en acción, porque jugar es
hacer, según Daniel Calmels, Luana todo el tiempo crea, imagina y sueña donde nada está
prohibido. Según Freud "cuando un niño juega tramita las experiencias que le resultan
traumáticas, inaugurando así la posibilidad elaborativa del psiquismo", la niña logra sacar todo lo
malo y todo lo bueno para quedarse con las que ella quiere y necesita. Luana forma un mundo
de fantasía a través del juego y de a poco va estableciendo su subjetividad.
“Yo nena, yo princesa” es una película sumamente necesaria que habla de las infancias trans
desde una mirada honesta y sensible; donde intervienen varios aspectos de la sociedad y las
diferentes instituciones. Con una historia que va contando el proceso de transición, los prejuicios,
los miedos, el apoyo y la aceptación, dando así un mensaje optimista. Sin embargo también nos
interpela principalmente, desde el lado de la docencia. Tomamos el texto de Ana Zubizarreta que
trata sobre qué tipo de pedagogías debemos poner en juego dentro de las escuelas (pedagogía
de la presencia, la escucha y la alteridad) para que nuestra participación activa forme la base de
la educación para la democracia. Tener una participación activa frente a los intereses de las
niñas, niños y adolescentes en formación, hará que las experiencias personales y colectivas
favorezcan el desarrollo psicoeducativo, siendo un medio para la transformación social.
Es importante pensar, ésta y cualquier otra situación que sucede y afecta a toda niña, niño y
adolescente, como un trabajo articulado desde la corresponsabilidad. Donde la responsabilidad
no recae solamente en las familias, sino también en las instituciones de diferentes actores
gubernamentales y no gubernamentales que promuevan y garanticen los derechos de las
infancias.
Bibliografía
- Karol, M. (1999). “La constitución subjetiva del niño”. En Carli, S. (Comp.) De la familia a la
escuela. Infancia, socialización y subjetividad. Buenos Aires: Santillana
- Viviana Minzi y Valeria Dotro. Los niños de “hoy” no son como los de “antes”
- Película “Yo nena , YO princesa”, https://youtu.be/DaLoCw328cg?si=F33VMp-Cz0sTPtTM