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La constitución subjetiva del niño

Bibliografía: -Karol-La-constitucion-subjetiva-del-nino-pdf.pdf 

 Sujeto. Constitución subjetiva. Familia-Escuela. Privado_público. 


 Función materna, función paterna y función del campo social
 ¿Qué nos hace sujetos? "El salvaje del Aveyron"
 Lenguaje del psicoanálisis para el campo educativo.
 Pasaje de lo privado a lo público.

Sobre el proceso de constitución de un sujeto:

¿A partir de cuando hay sujeto? ¿cúales serían las condiciones minímas para
que un recién nacido devenga sujeto?

Pasajes 

Función materna

A diferencia de la pulsión, de la excitación a la cual el sujeto está atado, el


estímulo es de origen externo, momentáneo, y permite al sujeto la fuga. Si me
molesta la luz, cierro los ojos y así cancelo ese estímulo. Estímulo y excitación
remiten a dos universos distintos y a destinos diferentes. La noción de estímulo
hace referencia a lo exterior y hace posible la escapatoria. La cuestión es qué
hace el sujeto con aquello de lo que no puede huir, lo endógeno, lo
constante. Es producto de la pulsión que el psiquismo se complejice para dar
respuesta a estos excesos a los que está sometido, para poder librarse de
estas cantidades que le causan displacer. El trabajo de ligazón, de
metabolización, de representación, de organización del aparato psíquico, es el
modo en que el sujeto intenta ligar este plus instalado en él.

La función materna le ofrece  al sujeto recursos que le permitan ligar estas


cantidades; de otro modo, el sujeto quedaría librado solamente al embate
pulsional. También es exigencia de apertura de ese psiquismo, ya que ofrece
una imagen identificatoria. Le aporta -Piera Aulagnier diría "le violenta"-
sentidos, significados, una imagen de ese niño que será, un proyecto, un anhelo,
una filiación... Violencia legítima y fundante para el sujeto en el cual la función
materna codifica y violenta significaciones sobre el infans. Es la madre la que
decide si el niño tiene frío, hambre, sueño, si está triste, contento, sensible, si
hoy prefiere plaza o vereda, y así sucesivamente. Ella no "decodifica" un
mensaje, ella codifica. Esta violencia primaria, se trata de una violencia que
sólo es legítima en un momento de la vida y que después pasa a ser obturante
en la posibilidad de un sujeto de crear sus propias significaciones. Al exceso de
violencia interpretativa se lo llamará "violencia secundaria"; es aquella que no
cesa de imponer su propia significación, de violentar sentidos, y que atenta-
contra el funcionamiento del yo y de sus posibilidades de autonomía.

Función paterna

Es una función simbólica y no biológica: La función paterna es la encargada de


efectivizar la separación entre la madre y el bebé. El padre es el representante de
la ley y cumplirá una función de corte en aquella relación originaria y poblada de
certezas. Será el primer agente de "los otros", del discurso del conjunto, y, como
tal, brindará emblemas y atributos extra familiares que introducirán la oferta de
objetos sustitutivos para que la separación de ese primer vínculo no signifique la
pérdida de todo referente.

Debemos pensar la ley en su carácter estructurante, ordenador y constitutivo


del psiquismo

El yo y la significación

Para Piera Aulagnier, el yo realiza un trabajo de interpretación de lo percibido,


de una puesta de sentido sobre el mundo que lo rodea que implica el acceso al
lenguaje como el medio privilegiado para operar el pasaje de la significación.

Cuando un niño llora, ríe o protesta, la primera significación vendrá del otro. Es
necesario que así sea. El niño podrá comenzar a ser su propio intérprete, su
propio enunciante, a partir de la adquisición del lenguaje. Que lo incognoscible
adquiera sentido será una conquista inconmensurable. Este pasaje de
nominación del afecto es lo que Piera Aulagnier llama sentimiento. El
sentimiento, empero, es más que un acto de enunciación, es su interpretación.

Un docente también oferta significaciones que les permitan a los niños nominar
sus afectos; oferta sentidos socialmente consensuados para las
manifestaciones de los niños; busca "palabras" que les permitan a éstos
expresar lo que les pasa, y que lo que les pasa sea transmisible para otros y
comunicable.

Proyecto identificatorio e historización

El Yo solo puede pensarse a partir de las categorías de tiempo y de historia, de


un tiempo historizado, de un saber sobre su pasado, que le permita al sujeto la
proyección sobre un futuro, que le haga posible la enunciación de un "proyecto
identificatorio".

El sujeto nada sabe sobre su origen. No es capaz de reconstruir sus primeros


tiempos de vida. Ese "relato", que estará a cargo de los otros significativos,
será fundante para el yo. Para que sea capaz de proyectarse en un tiempo
futuro, el sujeto necesita una verdad acerca de su pasado. Es esa historia que
los niños piden a sus padres que les relaten una y otra vez, de cuando eran más
chicos, de cuando estaban en la panza de la mamá, son esas fotos de los
primeros cumpleaños que piden que les muestren y que les revelarán cómo
eran antes.

La ausencia de este relato fundante deja al sujeto en formación expuesto a


graves peligros en lo que respecta a las posibilidades de la constitución de su
yo. Es la posibilidad de nominar, de interpretar los objetos del mundo, de dar
significación al "afecto sentido" lo que permite al yo su existencia.

No sólo los niños necesitan enunciar un "proyecto identificatorio"; también los


adultos necesitarnos de él, lo reescribimos, lo modificamos, sentimos sus
efectos cuando lo tenemos un poco perdido. Nos cabe la tarea de reinventarlo
permanentemente; la propia función docente va redefiniendo su propio
proyecto y así construyendo su sentido. Piera Aulagnier dice del proyecto: "El
efecto del proyecto es tanto ofrecer al yo la imagen futura hacia la que se
proyecta como preservar el recuerdo de los enunciados pasados, que no son
nada más que la historia a través de la cual se construye como  relato"

Sobre la función del campo social

La posibilidad de enunciar un proyecto identificatorio está fuertemente


imbricada con la posibilidad de una salida al mundo exogámico, con el lugar
que la "cultura" y el "campo social" tienen como estructurantes en la
subjetividad del niño.

El individuo social se constituye para Castoriadis en la medida en que las cosas


y los individuos sean para él significativos, pasibles de ser cargados
libidinalmente. Esto tiene que ver con el proceso de la sublimación, que él
considera como el proceso de socialización de la psique, con la sustitución de
objetos privados cargados libidinalmente por objetos públicos que sean
soportes de placer para el sujeto. El hecho de que la pulsión apunte hacia un
nuevo fin no sexual y hacia "objetos socialmente valorados" es lo que implica la
sublimación.

La sublimación se halla comprometida en los actos de pasaje, en las


posibilidades de libidinizar lo "público". La institución escolar se ve
comprometida en la oferta de estos "objetos públicos"; no es el carácter de
"escuela pública" lo que garantiza la marca de sus objetos, sino su carácter
exogámico.

Contrato narcisista: constitución singular y constitución de ciudadanía

Piera Aulagnier sostiene que es necesario que el sujeto renuncie a sus objetos
parentales y dirija su interés a ideas, valores, instituciones de la sociedad para
que constituya su singularidad y para que la cultura tenga continuidad. Es el
establecimiento de ese contrato lo que posibilita la conformación de
"ciudadanía", en la medida en que cada individuo reproduce la razón de ser del
grupo social, interioriza sus instituciones y recrea sus enunciados. Por otro lado,
hace posible la constitución de la singularidad en tanto cada sujeto encuentra en
el campo social  referentes identificatorios, objetos sustitutivos que le permitan
alejarse de las figuras parentales y del mundo privado.

El conocimiento será posible en la medida en que el sujeto pueda alejarse de


las figuras de base y encontrar en el discurso social objetos ( ideas, emblemas
o creencias) que le hagan posible enunciar un proyecto futuro, y que éstos
sean objetos de placer.

El concepto de transmisión, como lo trabaja Hassoun, implica que  es un


imperativo constante de toda sociedad que no condena al sujeto a la repetición
de sus antepasados sino que, una vez inscripto allí, le permite construir la
diferencia. La transmisión deja un margen de libertad que no condena al sujeto
a la reproducción o clonación de quienes lo antecedieron.

Escuela, pasaje y contratos

No se trata de que la escuela reproduzca lo primario, ni de que se redoblen las


figuras parentales, sino de que ofrezca otra cosa, distinta de la que oferta el
grupo familiar, centrándose en su tarea específica.

Bleichmar  sostiene que lo que se ofrece como objeto no puede ser ni


totalmente idéntico a lo inscripto -nadie sale a la búsqueda de lo que ya tiene-, ni
absolutamente ajeno a lo que trae, ya que el sujeto carecería de recursos para
aprehenderlo. En este difícil equilibrio se inscribe la institución escolar, entre la
recuperación de la singularidad y la transmisión de lo universal, entre lo viejo y lo
nuevo, entre lo conocido y lo desconocido.

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