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La fusión emocional
Cuando una madre da a luz ocurre una separación evidente entre el cuerpo de la mujer y su
bebé, normalmente consideramos esto como un proceso biológico, sin embargo también es
importante considerar que esto produce a su vez una unión a nivel psicológico, al punto que
se considera que la madre y el hijo se encuentran conectados emocionalmente, esto debido
a que al no estar desarrollado conserva cualidades de intuición que están fuertemente
vinculadas a su mamá. En pocas palabras, lo que la madre siente, recuerda, preocupa,
rechaza y vive, el bebé lo experimenta como propio.
La fusión es algo común, el recién nacido está fusionado con la emoción de la madre, a
medida que crece y para poder relacionarse con otros es que empieza a crear lazos con otras
personas e incluso objetos, al punto que podemos hablar de un bebé – objeto y un bebé –
persona. Este estado de fusión de los niños va disminuyendo con el transcurso de los años,
en la medida en que su «yo soy» va madurando en su interior psíquico y emocional.
Inicio de la separación emocional
Alrededor de los 2 años, incluso 2 años y medio, se inicia el periodo natural de separación
emocional y que coincide con el mayor desarrollo del lenguaje verbal, dónde el niño pasa
de hablar de si mismo en tercera persona a hacerlo en primera persona.
Llegar a los dos años y organizar el pensamiento de sí mismo separado de los otros,
corresponde a un desarrollo importantísimo en la estructura psíquica del niño. No nos
referimos sólo a la adquisición del lenguaje verbal, sino a toda una concepción de sí mismo
como ser separado, capaz de interactuar con los otros.
Es importante saber por qué y también el para qué el bebé manifiesta el dolor, queja,
molestia, enfermedad o llanto. Anular un síntoma del bebé no debería ser el objetivo, más
bien deberíamos ser capaces de sostener el síntoma hasta entender qué está pasando y cuál
es la situación que la madre debe comprender o superar.
¿Qué es la sombra?
Se refiere a las partes desconocidas de nuestra psique, pero también a las partes
desconocidas de nuestro mundo espiritual. Nuestro mundo es polar, todo en el Universo
tiene su par contrapuesto y por supuesto todos tenemos una sombra.
Utilizar las manifestaciones del bebé como reflejo de la propia sombra es una posibilidad
entre otras para el crecimiento espiritual de cada madre. En este sentido, el bebé es una
oportunidad más. Es la posibilidad de reconocernos, de centrarnos en nuestro eje, de
hacernos preguntas fundamentales. De no mentirnos más e iniciar un camino de superación.
Depresiones puerperales
Pérdida de identidad
La fusión emocional con el bebé y puede llevar a una sensación de desconexión del mundo
exterior, incluyendo el trabajo y las actividades previas. Las mujeres a menudo se sienten
sorprendidas por el cambio en sus prioridades y la pérdida de identidad que experimentan.
El puerperio no se limita a la recuperación física después del parto, sino que se trata de una
transformación emocional y una nueva percepción del mundo a través de los ojos del bebé.
Esto puede ser desafiante, especialmente cuando se enfrentan a situaciones difíciles, como
la soledad, la falta de apoyo y el agotamiento emocional.
Hay una falta de apoyo y comprensión en la sociedad hacia las madres y los bebés, lo que
puede aumentar la sensación de soledad y desconexión, por eso es importante crear lugares
donde los bebés sean bienvenidos y donde las mujeres puedan equilibrar su identidad como
madres con su vida social y personal.