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ARGUMENTACIÓN
JURÍDICA
Lexicología y
Argumentación Jurídica
Bloque 5
LAJA1219
LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
El presente material recopila una serie de definiciones, explicaciones y ejemplos prácticos de autores especiali-
zados que te ayudarán a comprender los temas principales de este bloque.
Las marcas usadas en la antología son única y exclusivamente de carácter educativo y de investigación, sin fines
lucrativos ni comerciales.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Dentro de los temas centrales de reflexión sobre la argumentación jurídica, se encuentran los del razona-
miento de los hechos. La discusión se centra en establecer cuál es el proceder correcto de cualquier ope-
rador jurídico, cuando realiza la exposición de los hechos en que funda alguna pretensión, si su finalidad
es que algún auditorio acepte sus posiciones.
Las posturas en este aspecto se dividen, ya que algunos filósofos, como los de la teoría estándar de la
argumentación jurídica, estiman que es necesario no sólo evocar una serie de hechos y el fundamento
jurídico de ellos, sino revelar los procesos de inferencia y la evidencia de los mismos, así como establecer
los factores externos al sistema, que pueden explicar la comprensión de una norma jurídica en tal o cual
sentido; además, necesita justificarse una decisión tanto interna como externamente.
Otros teóricos, como los precursores de la teoría de la argumentación, consideran que la mera exposición
organizada, lógica y dotada de razonabilidad de las ideas es suficiente para lograr el convencimiento de
un auditorio sobre alguna pretensión.
A partir de estas posturas, se torna necesario examinar los elementos de la argumentación respecto a la
exposición de ideas que se presentan en diversos escenarios, sobre todo en el escenario judicial.
Desde una perspectiva relativamente neutra en la aplicación e interpretación del derecho, se deben con-
siderar los hechos constitutivos de la institución jurídica y la norma jurídica, que la regula. Recordemos
que toda norma jurídica parte de una serie de supuestos que, ante su realización, desencadenan una
consecuencia bien establecida en el orden jurídico.
Esos supuestos se dejan inscritos en unas oraciones que se denominan juicios normativos y de las que
se desprenden dos grandes partes: la hipótesis y la disposición. Respecto a esto, García (2017) señala:
Hemos definido el supuesto jurídico, como la hipótesis de cuya realización depende las consecuencias es-
tablecidas por la norma. La citada definición revela el carácter necesario del nexo entre la realización de la
hipótesis y los deberes y derechos que el precepto respectivamente impone y otorga. Las consecuencias a
que da origen la producción del supuesto pueden consistir en el nacimiento, la transmisión, la modificación
o la extinción de facultades y obligaciones (p. 172).
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Ahora bien, parte del debate se refiere a una cuestión principal: ¿qué se tiene que evidenciar: la norma
jurídica, el hecho que da lugar a la consecuencia plasmada en la ley, o ambos?
Si en un supuesto jurídico o un juicio normativo se ha determinado que existirá una consecuencia ante
cierto fenómeno o actividad, hay una necesidad racional de demostrar que efectivamente ha ocurrido la
hipótesis prevista en el ordenamiento jurídico.
Este principio se recoge en diversos códigos de procedimientos, donde la constante es que el actor debe
de probar los hechos en que funda su acción; también el demandado debe probar los hechos en que funda
sus excepciones, como se expone a continuación en el siguiente cuadro.
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Elaborado a partir de Código Federal de Procedimientos Civiles (2012), Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (2019), Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo (2017), Ley de Amparo (2018), Código de
Comercio (2018), Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo (2017), Ley Agraria (2018), Ley General del
Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral (2018).
En materia de argumentación de hechos, es posible distinguir propiamente los actos frente a los hechos
que tienen relevancia jurídica (hechos jurídicos y actos jurídicos). Los actos son las formas de manifestar
la voluntad para obligarse, como es el caso de la celebración de un contrato, y los hechos son los acon-
tecimientos que ocurren por algún fenómeno natural, por ejemplo, el nacimiento de una persona.
El acto y el hecho jurídicos constituyen las formas de realización de los supuestos de derecho. El supuesto
en el proceso normativo desempeña un papel semejante al de la causa en el proceso de causalidad. Sin
embargo, las diferencias son notorias y ya hemos dicho que el principio de causalidad, es substituido en el
orden jurídico por el de imputación (Rojina, 2018, p. 115).
El concepto de verdad o falsedad se desprende del impacto de la realidad a los sentidos humanos. La
verdad se traduce en el mundo objetivo, es decir, en la percepción que tiene un humano de las cosas. Por
oposición, la falsedad es aquello que no tiene existencia, no está presente y no afecta nuestro mundo.
La verdad que se construye se legitima desde el principio de incertidumbre, desde el cual solo se puede
afirmar a partir de la probabilidad, reconociendo la naturaleza contingente y azarosa de la realidad. La ver-
dad se presenta como un discurso que crea un sentido sobre el discurso de la contingencia y el azar de la
naturaleza (Ribeiro, 2007, p. 28).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Existe una “realidad” que ha impactado los sentidos de un humano, quien se ve en la necesidad de expre-
sarlo a un juez para que califique dicha realidad y le impute ciertas consecuencias. El juez es un tercero,
a quien hay que convencer de la realidad que impactó los sentidos de ese humano, pues la realidad es
susceptible de demostrarse.
Bajo el principio de que la prueba, con el propósito de encontrar la verdad, no sea contraria a la moral ni
ataque de manera directa al derecho, o sea que no esté prohibida de manera expresa, son aceptadas en un
proceso judicial de cualquier índole, las siguientes pruebas: confesional; testimonial; pericial; documental;
de reconocimiento inspección; presuncional; e instrumental de actuaciones (Cisneros, 2009, p. 118).
Como lo reflexionamos en el punto 9.1.1, tanto el actor como el demandado tienen la obligación de probar
los hechos en los cuales basan sus pretensiones, es decir, deben demostrar la realidad que aconteció
para exigir a otro humano que se comporte de manera determinada.
Una vez demostrada esa realidad, el juez observará si el texto jurídico transcrito en la demanda aplica
a la realidad exhibida y, de ser así, indicará cuál es la consecuencia jurídica a seguir. Como lo expresa
Pallares (1972), “la carga de la prueba consiste en la necesidad jurídica en que se encuentran las partes
de probar determinados hechos, si quieren obtener una sentencia favorable a sus pretensiones” (p. 359).
Con la frase “la carga de la prueba” se expresa la necesidad que tienen las partes, en un proceso juris-
diccional, de evidenciar al juez las realidades que han expresado en la demanda. Éstas son las formas
jurídicas que toman las evidencias que se le llevan al juez con el fin de crear un convencimiento (convic-
ción) de las realidades expresadas.
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Aquí tenemos como contexto al procedimiento probatorio, es decir, la fase de un juicio donde las partes
aportan información y evidencia al órgano jurisdiccional para que, en la resolución final de la controversia,
éste pueda valorar cada medio de prueba y construya una verdad dentro de ese procedimiento.
De acuerdo con Ruiz (2011) la actividad probatoria se divide en los siguientes momentos:
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La inferencia de la verdad es un proceso lógico y que se extrae de los hechos que se plantearon y confron-
taron con los medios de prueba desahogados, partiendo entonces de un aspecto particular para llegar a
una verdad general y que permea en el criterio del juez para tomar una decisión sobre el litigio que resuelve.
Esta verdad se torna “probable”, porque es imposible repetir un hecho con la exactitud que pasó. Pensemos
que el juez no presenció nada de lo que las partes le narran, por ello es necesario presentar la evidencia,
un vestigio de lo que dicen que ocurrió.
Cuando el juez resuelve, parte de la base de que los hechos ocurrieron de manera verosímil y, a partir
de ello, aplica la consecuencia de derecho, pero sólo por la recreación de sucesos, más no porque en
verdad lo haya presenciado.
Los argumentos inductivos difieren fundamentalmente de los argumentos deductivos en lo siguiente: la con-
clusión de un argumento deductivo es necesariamente verdadera si el argumento es válido y las premisas son
verdaderas. Sin embargo, no es posible afirmar la certeza de la conclusión de un argumento inductivo. Por lo
tanto, se puede contrastar las relaciones de las premisas con la conclusión en las dos familias de argumentos.
En una, la deducción, un argumento falla (es inválido) si las premias no cumplen la necesidad lógica que se
afirma. En la otra, la inducción, la necesidad lógica no es posible y no se afirma… Muchos argumentos muy
buenos y muy importantes tienen conclusiones que no pueden establecerse con certeza, incluso cuando se
sabe que sus premisas son verdaderas (Copi y Cohen, 2013, p. 540).
En el panorama judicial, los hechos que constituyen los elementos de la acción son los que pasarán por un
proceso de examen a cargo del órgano jurisdiccional. Ya en el punto 9.1.1. reflexionamos sobre la carga
probatoria que deben asumir las partes y que se constituye precisamente en los hechos que conforman
su acción.
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Teniendo el actor la obligación de probar los hechos constitutivos de su acción, conforme lo dispone el artículo
1194 del Código de Comercio, es obvio que la falta de comprobación de alguno de ellos trae como conse-
cuencia la absolución del demandado, porque siendo de orden público el cumplimiento de las condiciones
requeridas por la ley para la procedencia de la acción, su improcedencia, por falta de uno de sus requisitos
esenciales, debe ser estimada por el juzgador.
Amparo directo 8681/84. Productos de Concreto Tolteca, S.A. 27 de febrero de 1985. Unanimidad de cuatro
votos. Ponente: Mariano Azuela Güitrón.
Volumen 18, página 21. Amparo directo 4398/69. Gregorio Rodríguez Pablo. 10 de junio de 1970. Cinco votos.
Ponente: Mariano Ramírez Vázquez.
Nota: En el Volumen 18, página 21, la tesis aparece bajo el rubro “ACCION, PRUEBA DE LA”.
Aquí nos centramos en una serie de principios en torno a la actividad probatoria. Los medios que se
ofrezcan deben cumplir con lo siguiente:
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Para establecer el enlace “lógico” de una serie de pruebas, como ocurre en la pericial y las presunciones
legales, el juez goza de cierta libertad para que deduzca a partir del material probatorio y haga la extracción
de ideas, apelando a su criterio.
El artículo 1306 del Código de Comercio establece que los Jueces apreciarán en justicia el valor de las pre-
sunciones humanas, lo que significa que la valoración de esta probanza debe estar acotada por la lógica y la
experiencia, así como por la unión de ambas que conforma la sana crítica, a fin de que la decisión del juzgador
sea una verdadera expresión de justicia, es decir, lo suficientemente poderosa para rechazar la duda y el
margen de subjetividad del Juez, para lo cual se debe contar con la figura conocida como “las máximas de
la experiencia”, que son las reglas de vida o verdades de sentido común que contribuyen de un modo eficaz
a la formación de la presunción judicial.
Amparo directo 26/2006. Alejandra Miriam Zamudio Ríos. 1o. de febrero de 2006. Unanimidad de votos.
Ponente: Walter Arellano Hobelsberger. Secretaria: Lilia Rodríguez González.
Amparo directo 187/2006. Confecciones Smile, S.A. de C.V. 18 de abril de 2006. Unanimidad de votos. Po-
nente: Walter Arellano Hobelsberger. Secretaria: Lilia Rodríguez González.
Amparo directo 314/2006. Grupo Nocturna, S.A. de C.V. 19 de junio de 2006. Unanimidad de votos. Ponen-
te: Leticia Araceli López Espíndola, secretaria de tribunal autorizada por la Comisión de Carrera Judicial
del Consejo de la Judicatura Federal para desempeñar las funciones de Magistrada. Secretaria: María del
Carmen Amaya Alcántara.
Amparo directo 199/2006. Megalitic Projects, S.A. de C.V. 21 de junio de 2006. Unanimidad de votos. Ponente:
Francisco Javier Sandoval López. Secretario: Carlos Ortiz Toro.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Amparo directo 328/2006. Proveedores Generales Scorpio, S.A. de C.V. 29 de junio de 2006. Unanimidad
de votos. Ponente: Francisco Javier Sandoval López. Secretario: Carlos Ortiz Toro.
De acuerdo con Ovalle (2015), existen diversos conceptos de prueba, pero técnicamente nos debemos referir a
los “medios probatorios” como los vehículos autorizados por algún ordenamiento procesal, incluso sustantivo,
con los que se lleva ante el órgano jurisdiccional una evidencia, con el propósito de demostrar algún hecho:
En sentido amplio, también se designa prueba a todo el conjunto de actos desarrollados por las partes, los
terceros y el propio juzgador con el fin de lograr la certeza de este sobre los hechos controvertidos u objeto
de prueba […] por extensión también se suele denominar pruebas a los medios –instrumentos y conductas
humanas– con los cuales se pretende lograr la verificación de las afirmaciones de hecho. Así se habla de la
prueba confesional, la prueba testimonial, el ofrecimiento de pruebas, etcétera (p. 333).
Cuando se plantea ante un órgano jurisdiccional la existencia de un hecho, se puede demostrar de ma-
nera directa o indirecta, esto es, por medio de una inferencia (tenemos un hecho secundario particular
que puede surgir de otro hecho, el principal).
El hecho puede ser comprobado por dicha inferencia, bajo algunos principios de lógica que nos llevan a
establecer que la existencia de una consecuencia, como hecho secundario, ocurrió por la presencia de
otro que lo detonó (el hecho primario). Si queda demostrado el hecho secundario, es posible determinar
la existencia del primario.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Una prueba es indirecta cuando de la demostración de la existencia de un hecho secundario (hecho pro-
bado) sea posible extraer inferencias que fundamenten la hipótesis del hecho principal (hecho por probar
o presunto). Así, la prueba indirecta ofrece elementos de confirmación de la hipótesis de existencia de un
hecho principal, pero a través de un paso lógico, que parte de un hecho secundario. En ese orden de ideas,
el grado de apoyo de la hipótesis a probar dependerá de: a) el nivel de aceptación de la existencia del hecho
secundario, es decir, si ésta está suficientemente probada y, b) el grado de aprobación de la inferencia, que
se funda en la eficiencia y suficiencia del hecho secundario, cuya existencia ha sido probada, lo que, por
lo general, implica acudir a máximas de experiencia solventes y a argumentos basados en la sana crítica.
En conclusión, para determinar el grado de aceptación de la inferencia, que parte del hecho secundario o
probado hacia el principal o inferido presuntivamente (hecho por probar), es necesario conocer el criterio
en el que dicha inferencia se apoya, que comúnmente son enunciados de carácter general que convencen
de la pertinencia y suficiencia de los indicios para aseverar la hipótesis o conclusión, también conocidos
como máximas de experiencia. Así, mientras más preciso y seguro sea el criterio, mayor será el grado de
aceptación de la inferencia.
Amparo en revisión 479/2006. Yoli de Acapulco, S.A. de C.V. 18 de junio de 2008. Unanimidad de votos.
Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretario: Alfredo A. Martínez Jiménez.
Amparo en revisión 481/2006. Embotelladora Zapopan, S.A. de C.V. y otra. 18 de junio de 2008. Unanimidad
de votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretario: Alfredo A. Martínez Jiménez.
Amparo en revisión 394/2006. Embotelladora La Victoria, S.A. de C.V. y otra. 18 de junio de 2008. Unanimidad
de votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretario: Alfredo A. Martínez Jiménez.
Amparo en revisión 360/2006. Coca-Cola Femsa, S.A. de C.V. y otra. 18 de junio de 2008. Unanimidad de
votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretario: Alfredo A. Martínez Jiménez.
Amparo en revisión 478/2006. The Coca-Cola Export Corporation. 18 de junio de 2008. Unanimidad de votos.
Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretario: Alfredo A. Martínez Jiménez.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En los sistemas probatorios existen dos formatos: uno es denominado “tazada”, donde existe un valor
predeterminado a los medios probatorios, y el otro se conoce como la “libre valoración probatoria”. En
ambos sistemas, el cúmulo de indicios pueden llevar al arribo de una conclusión, y a esto es a lo que se
le denomina prueba indiciaria.
Esta figura que recibe ese nombre de la interpretación del artículo 286 del Código Federal de Procedimientos
Penales, también identificada como “prueba presuncional”, derivada de igual intelección del artículo 261 del
Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, más que prueba por sí, constituye propiamente
una vía de demostración indirecta, pues se parte de la base de que no hay prueba directa de un hecho que
precisa ser acreditado -pues si la hubiera sería innecesario transitar por la indirecta-, pero sí los hay de otros
hechos que entrelazados a través de un razonamiento inferencial, regido por la lógica del rompecabezas
-conforme a la cual ninguna pieza por sí proporciona la imagen completa, pero sí resulta del debido acomodo
de todas ellas- llevan a su demostración, de manera que su operatividad consiste en el método de la hipóte-
sis que llega a ser acreditada, más que por la simple suma de varios indicios, por el producto que se extrae
de la interrelación de todos ellos. De ahí que la indiciaria presupone: 1) que los hechos que se toman como
indicios estén acreditados, pues no cabe construir certeza sobre la base de simples probabilidades; no que
se trate de hechos de los que sólo se tiene un indicio, 2) que concurra una pluralidad y variedad de hechos
demostrados, generadores de esos indicios, 3) que guarden relación con el hecho que se trata de demostrar y
4) que exista concordancia entre ellos. Y satisfechos esos presupuestos, la indiciaria se desarrolla mediante
el enlace de esos hechos (verdad conocida), para extraer como producto la demostración de la hipótesis
(verdad buscada), haciendo uso del método inductivo -no deductivo-, constatando que esta conclusión sea
única, o bien, que de existir hipótesis alternativas se eliminen por ser inverosímiles o por carecer de respal-
do probatorio, es decir, cerciorándose de que no existan indicios, de fuerza probatoria tal que, si bien no la
destruyen totalmente, sí la debilitan a tal grado que impidan su operatividad.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Amparo directo 50/2008. 10 de marzo de 2008. Unanimidad de votos. Ponente: Juan José Olvera López.
Secretario: Gabriel Alejandro Palomares Acosta.
Amparo directo 2/2009. 14 de mayo de 2009. Unanimidad de votos. Ponente: José Luis Villa Jiménez. Se-
cretario: Gerardo Flores Zavala.
Amparo directo 106/2009. 21 de mayo de 2009. Unanimidad de votos. Ponente: Luis Pérez de la Fuente.
Secretario: Jaime Arturo Cuayahuitl Orozco.
Amparo directo 143/2009. 4 de junio de 2009. Unanimidad de votos. Ponente: Juan José Olvera López. Se-
cretario: Alejandro Alberto Díaz Cruz.
Amparo directo 193/2009. 2 de julio de 2009. Unanimidad de votos. Ponente: Juan José Olvera López. Se-
cretario: Benito Eliseo García Zamudio.
La motivación y fundamentación de los actos de autoridad es una exigencia constitucional, pero tam-
bién lógica, para diversos escenarios y auditorios. En el artículo 16 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), se establece lo siguiente: “nadie puede ser molestado en su
persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad
competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento” (CPEUM, 2019, p.17).
La fundamentación se refiere al señalamiento del precepto legal que es aplicable al caso concreto;
mientras que la motivación se entiende como la explicación racional y lógica de las causas que llevan a
la autoridad a aplicar dicho precepto en el caso concreto. Para mayor entendimiento, véase la siguiente
tesis aislada:
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Dentro de los diversos derechos y garantías consagrados por la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, destaca la garantía de legalidad, prevista en su artículo 16, la cual consiste en la
obligación que tiene la autoridad de fundar y motivar todo acto de molestia que se dirija a los particulares.
En este sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostiene que el cumplimiento de aquélla se
verifica de manera distinta tratándose de actos administrativos y de resoluciones jurisdiccionales, pues
éstas la observan sin necesidad de invocar expresamente el o los preceptos que las fundan, cuando de
ellas se advierte con claridad el artículo en que se basa la decisión. Como complemento de lo anterior,
debe tenerse en cuenta que las resoluciones jurisdiccionales presuponen un conflicto o litis entre las
partes, en el cual el demandante establece sus pretensiones, apoyándose en determinados hechos o
circunstancias y razones de derecho, y el demandado lo objeta mediante defensas y excepciones, lo que
obliga al juzgador a decidir las controversias sometidas a su conocimiento, analizando todos y cada uno
de los argumentos aducidos por las partes, de forma que se condene o absuelva al demandado. Para
llegar a esta conclusión, el juzgador debe motivar su determinación expresando las razones normativas
que informen de lo decidido –ratio decidendi–, es decir, el razonamiento o principio normativo aplicable
al caso que da respuesta a la quaestio iuris, en el entendido de que el razonamiento jurídico-práctico,
pretende dar respuestas a preguntas o problemas acerca de lo que, en un caso determinado es debido
hacer u omitir, con base en lo que dispone el ordenamiento jurídico. Por otra parte, la obligación a cargo
de los órganos jurisdiccionales de motivar sus resoluciones no únicamente implica expresar argumentos
explicativos del porqué se llegó a una decisión concreta, sino también demostrar que esa decisión no
es arbitraria, al incorporar en ella el marco normativo aplicable, los problemas jurídicos planteados, la
exposición concreta de los hechos jurídicamente relevantes, probados y las circunstancias particulares
consideradas para resolver. Consecuentemente, para determinar si una resolución jurisdiccional cumple
con una adecuada fundamentación y motivación, los razonamientos judiciales utilizados deben justificar
la racionalidad de la decisión, con el fin de dar certeza a los gobernados a quienes se dirigen del porqué se
llegó a una conclusión y la razón por la cual es la más acertada, en tanto: (i) permiten resolver el problema
planteado, (ii) responden a los elementos de hecho y de derecho relevantes para el caso, y (iii) muestran
si la decisión es consistente respecto de las premisas dadas, con argumentos razonables.
Amparo directo 67/2018. José Roig Morán. 12 de julio de 2018. Unanimidad de votos. Ponente: Jean Claude
Tron Petit. Secretaria: Aideé Pineda Núñez.
Esta tesis se publicó el viernes 19 de octubre de 2018 a las 10:29 horas en el Semanario Judicial de la
Federación.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En los formatos de valoración probatoria comentados en los de libre valoración, se apela a que el juez
ocupe su criterio, su arbitrio y su lógica, para establecer la verdad o falsedad de los hechos que se le han
presentado.
La libre valoración le permite al juzgador establecer, de manera natural y por lógica, la existencia o no de
los hechos que para él estarán probados, a través de los medios probatorios que ofrecieron las partes.
Respecto a esto, conviene consultar la siguiente tesis aislada:
Sistema de libre valoración de la prueba. Debe atender a las reglas de la lógica y a las
máximas de la experiencia.
Conforme al sistema previsto en el artículo 197 del Código Federal de Procedimientos Civiles, el Juez tiene
cierto arbitrio para asignar valor a las pruebas, salvo el caso en que la ley señale a cualquiera de éstas uno
determinado, pero ello debe sujetarse a ciertas reglas, esto es, aquél debe decidir con arreglo a la sana
crítica, sin concluir arbitrariamente, por lo que debe atender a las reglas de la lógica y de la experiencia, en-
tendiéndose a la lógica, como una disciplina del saber o ciencia que tiene reglas y principios que son parte
de la cultura general de la humanidad, y a la experiencia, como un conocimiento mínimo que atañe tanto al
individuo como al grupo social, que acumula conocimientos ordinarios del quehacer cotidiano en las activi-
dades genéricas del ser humano, mediante la observación de los fenómenos sociales, culturales, políticos y
de la naturaleza. Así, lo trascendente del sistema de libre valoración de la prueba y del razonamiento práctico,
es que el juzgador señale en qué reglas de la lógica y en qué máximas de la experiencia, basó su estudió
para así justificar el resultado de la ponderación alcanzado.
Amparo directo 566/2017. Grapas Mexicanas, S.A. de C.V. 28 de junio de 2018. Unanimidad de votos. Ponente:
Jean Claude Tron Petit. Secretaria: Aideé Pineda Núñez.
Esta tesis se publicó el viernes 19 de octubre de 2018 a las 10:29 horas en el Semanario Judicial de la Federación.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Como base para tener control de la inferencia probatoria en relación con los hechos en un juicio, Atienza
(2013) señala que con el modelo de Toulmin pueden verificarse perfectamente los pasos que se dan entre
la proposición y la conclusión que se ofrece en un argumento.
El modus ponens es una regla de inferencia (de transformación) de carácter formal. En sentido estricto, no
prescribe, ordena o permite una conducta, sino que nos ofrece la garantía de que el paso de unos enunciados a
otro es válido, formalmente válido; pero como se hace abstracción de los elementos materiales y pragmáticos,
la validez o corrección formal de un argumento no dice nada (o dice muy poco) sobre su posible solidez y
carácter persuasivo. A veces se habla de inferencia (y de regla de inferencia) en un sentido distinto. Así, en
el esquema de Toulmin, las garantías son enunciados generales de tipo condicional (reglas) que ofrecen
apoyo para pasar de unos enunciados (las razones) a otro (la pretensión). Por ejemplo (como veíamos en el
capítulo anterior), a partir de las razones: «A ha muerto sin dejar testamento» y «B es el único descendiente
de A», se puede pasar a la pretensión «B tiene derecho a recibir la herencia», con el apoyo de una garantía:
«si alguien muere sin dejar testamento, sus descendientes tienen derecho a recibir la herencia». La garantía
es, si se quiere, una regla de inferencia, pero que no tiene carácter formal, sino material: el apoyo que ofrece
para pasar de unos enunciados a otro depende de cuestiones sustantivas, de contenido (p. 173).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Dentro de la argumentación jurídica existe otro gran tema, el de la interpretación de las normas legales;
esto se refiere al análisis de la forma en que algún operador jurídico entiende el texto de la ley y, en razón
de ello, establece cuál es el comportamiento que debe prevalecer en una situación concreta.
Como menciona García (2017), “interpretar es desentrañar el sentido de una expresión. Se interpretan
las expresiones para descubrir lo que significan. La expresión es un conjunto de signos; por ello tiene
significación” (p. 325).
A favor de la interpretación literal o declarativa se pueden aducir dos tipos de argumentos: el argumento del
lenguaje común (que apela al significado ordinario de las palabras y a las reglas gramaticales comúnmente
aceptadas); y el argumento a contrario en una de sus variantes (no cuando se usa para producir una nueva
norma y colmar una laguna) (Atienza, 2013, p. 218)
Este tipo de argumentos se ocupan para delimitar con precisión tanto la conducta como la consecuencia
prevista en la ley. Se entendería que sólo en el caso indicado deberá de existir la consecuencia prevista
y, al no estar actualizada la hipótesis, no podría darse la consecuencia.
El argumento a contrario sensu se utiliza (o puede utilizarse, puesto que cumple también otras funciones)
para evitar extender una de terminada consecuencia jurídica a un caso no previsto explícitamente por una
norma. Veámoslo con un ejemplo que trae a colación Recaséns Siches […] una norma prohíbe que se pueda
subir a un ferrocarril con un perro, pero no dice nada con respecto a los osos; por lo tanto (se concluye), esta
última acción está permitida. Su estructura lógica parecería ser: «si p, entonces q; no p; por lo tanto, no q».
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En cuyo caso, no se trataría de una forma deductiva válida (sería una falacia: la de la negación del antece-
dente). Sí sería un argumento lógicamente válido, sin embargo, si se interpretara que la primera premisa (la
norma) establece que p es condición necesaria para q, o sea, que sólo está prohibido subir a un ferrocarril
con perros: «sólo si p, entonces q». Lo que quiere decir, en definitiva, que lo que aquí importa no es tanto la
forma lógica cuanto la interpretación de una de las premisas del argumento (Atienza, 2013, pp. 179-180).
En ocasiones, necesitamos dirigir nuestros argumentos para restringir algunos sentidos o connotaciones
en la interpretación, porque esto daría lugar a una singularidad de posibilidades quizás no previstas en la
norma, pero que se podrían aplicar, por equiparación. En esto precisamente consiste la analogía.
El mismo ejemplo (la introducción del oso a la estación de ferrocarriles) sirve para dar cuenta del argumento
a pari o por analogía. La ley no dice nada en relación con los osos, pero los osos y los perros son semejantes
en cuanto ambos pueden ocasionar molestias a los pasajeros. La forma del argumento sería: «si p, entonces
q; p’ es semejante a p; p’; por lo tanto, q». Tampoco es una forma deductivamente válida, pero sí que lo sería
si la reconstruyéramos de manera que la primera premisa fuera ésta: «si p o p’ [si algo es p o semejante a
p], entonces q»; es decir, que los perros o los animales similares a los perros tienen prohibido viajar en los
ferrocarriles (Atienza, 2013, p. 180).
En nuestro sistema jurídico mexicano, la interpretación analógica se encuentra prohibida para las normas
penales, ya que se estarían creando tipos penales no previstos por el legislador y eso violaría el principio de
exacta aplicación de la ley en materia penal. Esta prohibición está prevista en el artículo 14 de la CPEUM,
que indica lo siguiente: “En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía,
y aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al
delito de que se trata” (2019, p. 16).
La analogía permite establecer una norma jurídica donde no existe una disposición expresa, ya que
ajusta una situación a alguna norma ya prevista en el ordenamiento, pero que mantenga gran similitud
con la que no está contemplada. De hecho, se crea una nueva norma sólo para esa situación, pero el
intérprete autorizado es el juez.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Según el artículo 14 de la CPEUM: “en los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser
conforme a la letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los principios
generales del derecho” (2019, p.17).
En este tipo de argumentación, se desea contener en una selección bien establecida de hipótesis la
consecuencia de derecho prevista en un ordenamiento jurídico y, por ende, se excluyen todas aquellas
situaciones que no tendrían por qué considerarse dentro de las mismas.
Y la interpretación correctora restrictiva es la que «circunscribe el significado prima facie de una disposición, de forma
que excluye de su campo de aplicación algunos supuestos de hecho que, según la interpretación literal, se incluirían en
él» ... Para justificar esa interpretación se usa principalmente el argumento «de la disociación» (Atienza, 2013, p. 218).
La disociación opera de la siguiente manera: tenemos una norma jurídica que establece una hipótesis A
para llegar a una consecuencia B. Pero la hipótesis A puede tener ciertas variantes en su interpretación
“A1, A2, A3”, que también pueden llevar a la misma consecuencia B. Y puede ocurrir que el legislador no
contemple que A puede tener esas variantes.
En general, se puede, pues, decir lo siguiente: el argumento de la disociación consiste en introducir subrep-
ticiamente en el discurso del legislador una distinción en la que el legislador no ha pensado en absoluto, de
forma que se reduce el campo de aplicación de una disposición a sólo algunos de los supuestos de hecho
por ella previstos (por ella previstos, se entiende, según una interpretación literal) (Atienza, 2013, p. 219).
Para el ejercicio de interpretación en el ámbito jurídico, es necesario contar con una serie de parámetros;
de ello derivan los diferentes tipos de interpretación jurídica, como los que a continuación analizaremos.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En este tipo de interpretación, quien está haciendo la extracción del sentido de una norma apela a que,
en su elaboración, el legislador tuvo una finalidad al establecer una disposición legal. Entonces, se trata
de averiguar en qué pensaba el legislador para establecer dicha norma. Esto en ocasiones se puede
encontrar en la exposición de motivos, pero a veces no se tiene la posibilidad de consultarlo.
La interpretación teleológica implica relacionar el precepto con las valoraciones jurídicas, éticosociales y
político-criminales que subyacen en las normas y en el ordenamiento jurídico en su conjunto. Importa contar
con una idea general de la dependencia social del derecho. Supone vincular la tarea hermenéutica, por en-
cima de criterios exclusivamente lógicos e históricos, a las estimaciones jurídicas imperantes, a la llamada
consciencia jurídica de la comunidad (Anchondo, 2012, p. 49).
Este tipo de interpretación permite tener una significación mayor y no aislada de la disposición de una
norma jurídica. La interpretación sistemática implica que la extracción de significado de la norma jurídica
se hace bajo el principio de que la disposición es un componente que colabora para algunas finalidades
mayores.
La interpretación sistemática (la apelación al contexto en el que se ubica la disposición) que puede enten-
derse de diversas maneras: la interpretación consistente en combinar fragmentos pertenecientes a distintas
disposiciones normativas; la interpretación según la sedes materiae; la apelación a la «constancia termino-
lógica»; al contexto específico (para justificar que el significado de una misma expresión cambie al cambiar
el contexto); (Atienza, 2013, p. 219).
El método dialéctico se apoya en la inducción como en la deducción, recurre al análisis y ala síntesis y se
caracteriza por la confrontación de ideas, el contraste de puntos de vista, a fin de llegar a un nuevo conoci-
miento. … al método dialéctico, desde otro ángulo, se le considera el arte de la discusión bien organizada.
Así, para la confrontación de pareceres o proposiciones y para la superación de las controversias este método
se presenta como el más útil. (Rodriguez, 1999, p. 28).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
El argumento dialéctico apela entonces a la comprensión y aplicación del método dialéctico, es decir
que, la conclusión de las premisas derivaría del diálogo de los interlocutores, cuando están en pugna por
alguna postura.
Se ocupan para indicar los procesos por los cuales se extrajo una conclusión en donde las premisas tienen
la cualidad de ser ciertas, por lo que la conclusión será verdadera.
El argumento apodíctico es demostrativo ya que implica un silogismo, que se deduce de una conclusión a
partir de principios primeros y verdaderos, y de otra serie de proposiciones deducidas por silogismo a partir
de principios evidentes, ya que conoce la esencia de las cosas a través de conocimiento de sus causas
(Suárez y Conde, 2009, p. 28).
Este tipo de argumento parte de premisas que no son posibles y, por lo tanto, la conclusión será falsa. Aunque
presentan una forma de silogismo, ya que se nota la presencia de premisas, éstas son falsas.
El argumento dialéctico es, para Aristóteles, una forma no demostrativa de conocimiento, es decir, probable. En ese
camino, el silogismo dialéctico es no ostensible, ya que las premisas solo parecen probables, es decir, un procedimiento
racional no demostrativo. Y, finalmente, el argumento sofístico o erístico, entendido como un razonamiento caviloso,
incierto y ensimismado dotado de conclusiones ambiguas, equívocas y paradójicas. Este tipo de argumento implica
una habilidad dudosa, para refutar o sostener al mismo tiempo tesis contradictorias (Suárez y Conde, 2009, p. 28).
La deducción es un proceso lógico en el que se extrae una verdad a través del paso de las premisas hacia la
conclusión, cuando se puede determinar que una verdad general tiene consecuencias en particular, por lo que
podemos homologar un término general hacia uno específico.
Para Rodríguez (1999), el método deductivo etimológicamente proviene del latín deductio, que significa “sacar
consecuencias”, por tanto, expresa la relación por medio la que una conclusión se obtiene de una o más premisas.
Este autor la define como la operación lógica que parte de principios admitidos comúnmente como ciertos, con
el fin de inferir conclusiones particulares a partir de ellos (p.19).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
La analogía, como técnica argumentativa, permite colocar un término intermedio cuando existe alguna vaguedad
o ausencia de un concepto determinado.
Por su parte, la abducción se ocupa para formar argumentos sobre los procesos empíricos, en los que para otorgar
alguna lógica, se plantea una hipótesis seguida de una inducción y alguna deducción. Pero al estar basados en
procesos empíricos, lo que prima es el ensayo y error, por ello no tiene gran margen de confiabilidad.
Se ha escrito mucho a propósito del tipo de argumento que el filósofo Charles S. Peirce (1839-1914), fundador del
pragmatismo, denominó «abducción» o también «razonamiento hipotético» o «retroducción». Como se ha indicado
en el texto, si la noción de argumento se ve desde una perspectiva puramente formal, entonces las abducciones
serían inducciones, esto es, argumentos en los que (a diferencia de lo que ocurre con las deducciones) el paso de
las premisas a la conclusión no puede calificarse como «necesario» (Atienza, 2013, p. 206).
Dentro de los argumentos analógicos encontramos los argumentos a simile, a contrario, a fortiori, puesto
que en su esencia lo que buscan es hallar esos puntos intermedios en la interpretación de una realidad,
donde no existe algo bien definido.
El argumento a simile es una estructura discursiva de corte analógico en la que se busca la similaridad de la
proporción, es decir, se trata de establecer una mediación entre algo. Por ejemplo, si hay un conflicto entre
dos partes, nos orientamos a establecer un acuerdo de consenso.
El argumento a contrario significa que si se toma como premisa la verificación de un hecho concreto en el
que se cumplan todas las condiciones legales establecidas en el supuesto jurídico, entrarán en vigor para
este caso concreto las secuelas o consecuencias jurídicas prescritas; puede consecuentemente concluirse,
que al acaecer un hecho en el que no se cumplan todos los requisitos o condiciones legales previstos en la
hipótesis normativa, no podrán aplicarse a éste, las secuelas o consecuencias jurídicas correspondientes.
El argumento a fortiori representa el tanto más cuanto que, es decir, implica señalar: con mayor razón suce-
de esto. Implica el uso de adjetivos comparativos como “mayor que”, “menor que” y “a mayor razón” de tal
suerte que se pasa de una proposición a la otra en virtud del carácter transitivo de tales enunciados (Suárez
y Conde, 2009, pp. 29 y 30).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Todo argumento jurídico tiene como propósito establecer una serie de razonamientos por las que un
operador jurídico indica que la norma jurídica tiene tal o cual sentido y así es como debe de llevarse a la
individualización de la conducta, en una situación determinada. Atienza (2013) es contundente al explicar
que “la resolución argumentativa de un problema no es exactamente lo mismo que la toma de una deci-
sión al respecto, pero las dos operaciones están (o pueden estar) estrechamente vinculadas” (p. 643).
El texto de una sentencia incluye una y otra cosa: la justificación —la motivación— de una decisión (que con-
cluye con un enunciado como «debemos condenar a X a la pena P») y la decisión en cuanto tal («condenamos
a X a la pena P»). Y un informe o un dictamen se concluye con una respuesta razonada a una cuestión jurídica
que —si no es vinculante— no va acompañada de ninguna decisión, sino que es más bien una sugerencia
(con mayor o menor fuerza) para que alguien tome una decisión. El Derecho en su conjunto podría verse
como una práctica compleja consistente en una buena medida en una serie de decisiones, o de propuestas
de decisiones, acompañadas de argumentaciones (a favor o en contra de las mismas), para la resolución de
ciertos problemas (Atienza, 2013, pp. 643-644).
Todos estos argumentos son distintos entre sí, pero tienen en común que se ocupan en el Derecho. Aunque
no son exclusivos de esta disciplina, son recurrentes en la aplicación e interpretación de una norma jurídica.
Argumento a rúbrica. Tanto las premisas como las conclusiones parten de que el intérprete tiene una
idea establecida y coincidente sobre uno de los temas relacionados con su idea.
Un argumento a rúbrica se da en función del título o rubro que indica un razonamiento determinado en rela-
ción a un hecho específico. Esto implica la atribución de significado a un determinado enunciado que está
en relación a la rúbrica que encabeza el grupo de artículos en el que dicho enunciado normativo se ubica. En
la tradición jurídica este tipo de batería argumental, es sin duda alguna uno de los más antiguos. El ejemplo
que se podría señalar al respecto es el siguiente: dado un caso fáctico concreto —un delito por ejemplo—,
la rúbrica de una estructura normativa señala algo específico que de una u otra forma debe ser acatado. Es
decir, el rubro o título nos da la pauta en términos argumentales para tomar una decisión concreta (Suárez
y Conde, 2009, p. 32).
Argumento sedes materiae. Este argumento establece el lugar en la dogmática jurídica de algún tér-
mino, para encontrar una idea común. La jurisprudencia técnica (como parte de la dogmática jurídica),
a través de la sistemática jurídica, nos permite ubicar una norma jurídica en su correspondencia de
derecho público, privado o social, y a partir de eso encontramos las diversas áreas en que se divide;
eso sería la “sede material”, haciendo referencia a la “materia jurídica” de que se trata.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Sobre el argumento sedes materiae, se puede decir lo siguiente: implica el lugar concreto y la sede topográfica
que tiene en tanto enunciado normativo. Sobre esto, Ezquiaga Ganuzas dice: “es aquél por el que la atribución
de significado a un enunciado dudoso se realiza a partir del lugar que ocupa en el contexto normativo del que
forma parte” (citado en Suárez y Conde, p. 33).
Argumento ab autorictae. El argumento de autoridad se ocupa para establecer que las premisas o
conclusiones del argumento deben considerarse verdaderas porque fueron emitidas por una persona o
institución que goza de prestigio y competencia en la materia inherente al punto que se debate.
El argumento ab autorictate, se relaciona con la estructura de autoridad en términos jurídicos, que adopta
un determinado enunciado. El ejemplo es el siguiente: de la autoridad emana un enunciado normativo que
está especificado en el mando que posee la Constitución para establecer un conjunto de procedimientos
específicos. En síntesis, se puede preguntar un sujeto determinado: ¿Cuál es el argumento de tal sentencia?
La respuesta es: está ubicada en función de la autoridad que le confiere tal ley en tal párrafo, por una serie
de condiciones y situaciones concretas (Suárez y Conde, p.33).
Cuando pasamos de la lista de Aristóteles a adiciones posteriores, lo primero que llama nuestra atención es
un grupo de presuntas falacias conocidas como falacias o argumentos ad hoc, tales como el argumentum ad
hominem, el argumentum ad verecundiam, el argumentum ad misericordiam y los argumenta ad ignorantiam,
populum, baculum, pasiones, supertitionem, imaginationem, invidiam, crumenan (bolsa), quietum (reposo,
conservadurismo), metum (miedo), fidem (fe), socordiam (debilidad mental), superbiam (orgullo), odium, ami-
ticiam, ludicrum (dramatismo), captandum vulgus (actuar para la galería), fulmen (rayo), vertiginem (vértigo) y
a carcere (desde la prisión). [...] De acuerdo con la tradición moderna, un argumento ad hominem se comete
cuando se argumenta en favor de un caso no basándose en sus méritos, sino analizando (usualmente de manera
desfavorable) los motivos o el historial de sus defensores u oponentes (Atienza, 2013, p. 161).
Argumento a coherentia. Establece que las proposiciones vertidas en un argumento son contradic-
torias porque sus ideas colisionan, por lo que no existiría una secuencia en el pensamiento y serían
incongruentes.
El argumento a coherentia parte de la idea de que las paradojas o antinomias no tienen un estatuto de posibi-
lidad al interior de un discurso jurídico, es decir, se refiere al espacio en que dos enunciados legales parecen
o resultan ser incompatibles entre sí, ya que busca la conservación de los enunciados salvando cualquier
situación de incompatibilidad (Suárez y Conde, p. 35).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En el argumento histórico se establece lo verdadero de nuestra conclusión, con base en premisas que ocu-
pan a la historia como la base de su veracidad. Esto implica en ocasiones analizar un sistema y su avance
a lo largo del tiempo.
Sobre el argumento histórico se puede decir que se trata de aquél que está en función de la historicidad específica
y de la diacronicidad concreta de una determinada batería argumental. Ezquiaga Ganuzas dice al respecto: “A la
hora de definir el argumento histórico nos encontramos con la dificultad, antes aludida, de la variedad de formas
de entender el papel de la historia en la interpretación. No es éste un problema superfluo creado artificialmente,
sino que puede tener una gran incidencia para nuestro trabajo”. El ejemplo que se puede precisar al respecto
es el siguiente: un sujeto pregunta: ¿Cuál es el argumento de tal proceder? La respuesta es: históricamente ha
sucedido de esta forma y se aplica en función de tal propuesta (Suárez y Conde, 2009, pp. 33 y 34).
El argumento teleológico coloca como pilar de su fortaleza el análisis del objeto que se persigue al instituir tal
o cual disposición normativa. Esto justifica la existencia de la regla legal. Sobre este argumento, Perelman
afirma que:
El argumento teleológico concierne al espíritu y a la finalidad de la ley, que no se construye a partir del
estudio concreto de los trabajos preparatorios, sino a partir de consideraciones sobre el texto mismo de la
ley. Se impone una manera más abstracta de argumentar cuando el estudio histórico no permite aclararse
al intérprete, porque los problemas suscitados son nuevos y no se planteaban en la época en que la ley se
preparó (citado en Suárez y Conde, 2009, p. 33).
Con este argumento se busca descalificar la lógica o secuencia que tiene la idea que se ha propuesto, lo
que traería como consecuencia que ni las premisas ni las conclusiones podrían ser verdaderas, ya que no
tienen cabida en la propuesta realizada. Según Suárez y Conde (2009):
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
La argumentación jurídica enfrenta diversos retos, pero muchos de ellos se centran en la emisión de ra-
zones que sustenten la veracidad de la interpretación o aplicación de una norma jurídica. Los temas más
relevantes se dictan por los órganos jurisdiccionales que asumen el control de la constitucionalidad o de la
legalidad de las normas de un sistema jurídico.
Pero también los temas que son relevantes en las sociedades y que se sujetan a las decisiones de los
órganos jurisdiccionales podrían ser centro de atención de la argumentación jurídica, en virtud de que un
auditorio esperaría conocer las causas en las que se funda la toma de una decisión.
Los juristas, en definitiva, se preocupan hoy por los aspectos argumentativos de su práctica en mucha mayor
medida de lo que parecen haberlo hecho anteriormente por una serie de factores que, en lo esencial, se reducen
a los cinco siguientes: 1) Las teorías del Derecho más características del siglo XX han tendido, por diversas
razones de las que luego se hablará, a descuidar esa dimensión del Derecho; 2) La práctica del Derecho —es-
pecialmente en los Derechos del Estado constitucional— parece consistir de manera relevante en argumentar,
y las imágenes más populares del Derecho (por ejemplo, el desarrollo de un juicio) tienden igualmente a que
se destaque esa dimensión argumentativa; 3) Los cambios que se están produciendo en los sistemas jurídicos
contemporáneos (sobre todo, la constitucionalización del Derecho) parecen llevar a un crecimiento, en términos
cuantitativos y cualitativos, de la exigencia de fundamentación, de argumentación, de las decisiones de los
órganos públicos; 4) Una enseñanza del Derecho más «práctica» tendría que estar volcada hacia el manejo
—esencialmente argumentativo— del material jurídico y no tanto a conocer, simplemente, los contenidos de un
sistema jurídico; 5) En la sociedad contemporánea hemos asistido a una pérdida de importancia de la autoridad
y de la tradición como fuentes de legitimación del poder; en su lugar se ha impuesto el consentimiento de los
afectados, la democracia; pero la democracia —sobre todo, la democracia deliberativa, la que no se identifica
simplemente con la ley de la mayoría— exige ciudadanos capaces de argumentar racional y competentemente
en relación con las acciones y las decisiones de la vida en común (Atienza, 2013, p. 21).
La palabra jurisprudencia deriva de los vocablos latinos iruis y prudentia, que significan respectivamente
‘derecho’ y ‘saber o conocimiento’, por lo que se traduciría como el conocimiento del derecho o la sabi-
duría del derecho.
Esta idea de jurisprudencia ha evolucionado con el paso del tiempo. Actualmente, el conocimiento del
derecho y su interpretación se designa con el nombre de jurisprudencia técnica, la cual tiene por objeto
“la exposición ordenada y coherente de los preceptos jurídicos que se hallan en vigor en una época y
un lugar determinados, y el estudio de los problemas relativos a su interpretación y aplicación” (García,
2017, p. 127).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
De conformidad con el artículo 217 de la Ley de Amparo (2018b), la jurisprudencia se organiza de esta
forma:
Cuadro 3. Jurisprudencia
La dogmática jurídica es el conjunto de estudios y explicaciones que permiten generar conceptos funda-
mentales para la operación del sistema legal, en un contexto determinado. Básicamente, se le identifica
con la teoría.
En la dogmática jurídica, el jurista tiene que plantear la cuestión de si el derecho puede ser considerado
como unidad. Tiene hasta que tratar de dar una respuesta afirmativa a esta cuestión. Pero, si fracasan todos
los intentos de interpretar el derecho como unidad, puede simplemente renunciar a ello. Ha hecho todo lo
posible, pero no ha podido evitar el caos [...] Sin embargo, la similitud entre la interpretación doctrinal y la ju-
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
dicial es más importante que todas estas diferencias: ambas tratan la misma materia —el derecho válido— y
ambas tienen que ponderar a fin de interpretar el derecho de una manera coherente y moralmente aceptable
(Atienza, 2013, p. 794).
El derecho puede verse como una herramienta para organizar la forma de vida de una determinada socie-
dad. Ciertas pautas generales de conducta son necesarias para guiar las acciones que deben o pueden ser
realizadas. Esto sugiere la conveniencia de tener una formulación explícita de las reglas diseñadas para
llevar a cabo esa función de guía. Una vez que las tenemos, se supone que las decisiones particulares serán
tomadas en concordancia con las reglas relevantes del conjunto. En este modelo ideal, el conjunto de reglas
constituye el punto de partida (los axiomas) para la derivación de las instrucciones a seguir en cada situación
concreta (Atienza, 2013, p. 272).
Desde el punto de vista del objeto, lo que caracteriza a la dogmática es que se ocupa de un fragmento de
un sistema jurídico vigente (lo que la diferencia, por ejemplo, de la teoría general del Derecho, del Derecho
comparado o de la historia del Derecho). En relación con el método, lo peculiar de la dogmática es el punto
de vista interno o normativo (un punto de vista interno «moderado», puesto que no excluye la crítica) desde
el cual opera: los enunciados dogmáticos se emiten desde la perspectiva del aceptante, esto es, de alguien
que considera las normas como guías de conducta y como criterios de justificación y de crítica; difiere, por
ello, de la que asume quien se limita a describir y explicar, desde fuera, la conducta de los individuos regu-
lada por normas jurídicas (el sociólogo), sin ser tampoco la del crítico social preocupado simplemente por
denunciar la injusticia de un sistema jurídico, ni la de quien (como el político) considera las normas como
simples instrumentos para obtener determinados fines. Y en cuanto a las funciones de la dogmática, las tres
más características parecen ser éstas: describir y explicar un sector del ordenamiento jurídico; sistematizar-
lo, esto es, elaborar un sistema conceptual con el que aprehender esa materia; suministrar criterios para la
aplicación de las normas vigentes y para producir nuevo Derecho (Atienza, 2013, p. 719).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En esta construcción de dogmas jurídicos no puede haber criterios únicos, ya que cada autor tendrá una
perspectiva particular sobre alguna institución jurídica y lo que se desea resaltar.
1) Aunque desde comienzos del xix la dogmática (como la teoría del Derecho) se ha orientado con exclusi-
vidad hacia la práctica judicial, en las últimas décadas, los dogmáticos se han ido interesando también
por la técnica y la teoría de la legislación. Eso quiere decir que las argumentaciones dogmáticas están,
en la mayoría de las ocasiones, próximas a las efectuadas por los jueces, algunas veces a las de los
legisladores, y con cierta frecuencia, un trabajo de dogmática incluye argumentaciones referidas a una
y otra de las dos instancias fundamentales del Derecho. Digamos que, en principio, le sería aplicable
todo lo que hemos visto en relación con uno y otro ámbito de la argumentación jurídica. 2) Sin embargo,
la perspectiva del dogmático no es ni la del juez ni la del legislador. Aunque, como se ha visto, el punto de
vista del dogmático es también el del aceptante, él puede mantener una mayor distancia que el juez en
relación con los problemas tratados, no está urgido a dar una solución al problema con cierta premura,
cuenta con más recursos para hacer investigaciones más profundas y extensas, etc. Y en relación con el
legislador, el dogmático no adopta un punto de vista «partidario»; puede estar políticamente comprome-
tido, pero no se debe a la disciplina de un partido y, en consecuencia, sus argumentaciones de carácter
legislativo muestran una mayor «distancia» y amplitud que las de los legisladores (Atienza, 2013, p. 721).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Recordemos que un argumento se constituye de tres elementos; las premisas (lugares de donde se parte
el razonamiento), las evidencias lógicas y la conclusión.
En una tesis jurisprudencial, el tema lo encontramos en el “rubro”, que es parte de las ideas conclusivas
del razonamiento vertido y gracias al cuerpo de la tesis, se podrán deducir las ideas que llevan a alguna
conclusión. Esta forma de hacer la división puede encontrar algunas variantes de acuerdo con otros
puntos de vista, pero esto que se presenta es el esquema básico de todo argumento.
Así, un órgano de amparo sólo puede conocer de las violaciones a los derechos
humanos que le sean planteadas como controversia, conforme a los artículos
Deducción y
103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las
justificación
cuales deberá resolver en atención a lo previsto en los aludidos preceptos
y en los que resulten aplicables de su Ley Reglamentaria.
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REFERENCIAS
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Civiles. Recuperado de
Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión. (2017). Ley Federal de Procedimiento Conten-
cioso Administrativo. Recuperado de
Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión. (2018a). Código de Comercio. Recuperado
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Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión. (2018c). Ley de Amparo, Reglamentaria de
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Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión. (2018d). Ley General del Sistema de Medios
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REFERENCIAS
Ruiz, O. (2011). Juicios Civiles y Mercantiles, manual de conceptos básicos. Cuaderno de trabajo. Mé-
xico: Porrúa.
Tesis de jurisprudencia
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consecuencia la absolución del demandado. Amparo directo 8681/84. Tercera Sala de la Suprema
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Prueba indiciaria. Naturaleza y operatividad. Tesis: I.1o.P. J/19. Cuarto Tribunal Colegiado en
Materia Administrativa del Primer Circuito. (2009).
Prueba indirecta. Su concepto y elementos que la integran. Tesis: I.4o.A. J/72. Cuarto Tribunal
Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito. (2008).
Prueba presuncional humana. Su valoración (Código de Comercio). Tesis: I.4o.C. J/25. Cuarto
Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito. (2006).
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REFERENCIAS
Sistema de libre valoración de la prueba. Debe atender a las reglas de la lógica y a las
máximas de la experiencia. Tesis: I.4o.A.40 K (10a.). Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Adminis-
trativa del Primer Circuito. (2018).
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