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TEMA
“AGUSTINOS DE LA COMUNIÓN:
UN TESTIMONIO DE SINODALIDAD”
I.- INTRODUCCIÓN
Hermanos que sirven en Latinoamérica y el Caribe, reciban un saludo fraterno en este mes
agustiniano.
Con una mirada de fe y esperanza, caminando con la Iglesia, en el marco de la Fiesta de
Nuestro Padre San Agustín y en unidad y comunión agustiniana, la Comisión de Espiritualidad y
Animación Continental (CEAC) de OALA esta vez ha titulado la reflexión: “AGUSTINOS DE
LA COMUNIÓN: UN TESTIMONIO DE SINODALIDAD”.
Como ven hermanos, ya es tradición contar con estos subsidios y seguimos con estos retiros
espirituales para todas nuestras comunidades de Latinoamérica y el Caribe, en la dinámica
espiritual que alienta nuestra vida y nuestro servicio en las diversas realidades. Seguimos pidiendo
al Señor, el “Médico Humilde” de San Agustín la gracia de la conversión para apasionarnos por
el Reino de Dios hecho vida en nuestra consagración Religiosa desde nuestras queridas
jurisdicciones junto al Pueblo de Dios.
Agradecemos a Mons. Edinson Farfán Córdova OSA por el aporte con esta reflexión.
Nuestro agradecimiento a todos los Superiores Mayores y los delegados de Base de las
Jurisdicciones por el servicio de asegurar que llegue este material a todas las comunidades.
¡Felices Fiestas Agustinianas!
Fraternalmente en Cristo y Nuestra Madre de la Consolación:
La Comisión de espiritualidad y Animación Continental.
2
II.- REFLEXIÓN
Objetivo: acercándonos a las fiestas agustinianas queremos ofrecer este subsidio espiritual
para que en cada comunidad local se logre propiciar espacios de encuentro (retiro, jornada, capítulo,
reunión, convivencia, etc.) para reflexionar el carisma y la espiritualidad agustiniana en el contexto
de la Sinodalidad.
Hoy vivimos un kairos, un tiempo profundo para reflexionar sobre la Sinodalidad que significa
camino que se hace juntos. La vida agustiniana debe preguntarse ¿Cómo está haciendo este camino
juntos? Un pilar de la espiritualidad agustiniana es la Comunión; sin Comunión no hay Sinodalidad.
La Orden como en otros tiempos siempre ha dado testimonio de la Comunión Ad Intra y Ad extra;
es decir dentro de nuestras comunidades como también en los apostolados de cada Iglesia Particular.
Desde la Organización de Agustinos de América Latina y el Caribe (OALA) a través de la Comisión
de Espiritualidad, ofrecemos este subsidio para reflexionarlo en las comunidades locales.
Con la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y con el Sínodo de la sinodalidad,
el Continente de la Esperanza ha iniciado un proceso de escucha desde su propia realidad, en
comunión con la Iglesia Universal y el sentir del Papa Francisco. Los frutos hasta este momento,
sin duda son un regalo del Espíritu Santo, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos han podido
propiciar espacios de encuentro para dialogar, escuchar, orar y discernir lo que el Espíritu Santo
está pidiendo en este momento actual. Los agustinos que testimonian la Comunión en la vida
fraterna y en el apostolado ¿Están involucrados en este camino sinodal? Este es un gran momento
para aportar desde nuestro carisma. Los invitamos a dedicar una mañana de reflexión para ejercitar
la sinodalidad.
El Tema propuesto “Agustinos de la Comunión; un testimonio de Sinodalidad”.
La sinodalidad, es caminar juntos, escucharnos juntos y hacer discernimiento juntos ¿Por qué la
Iglesia es sinodal? “Sínodo”, etimológicamente, significa “camino que se hace juntos”, y se refiere
a lo que la Iglesia es en sí misma. La sinodalidad pertenece a su esencia1. Se trata de caminar hacia
una verdadera familia de pueblos en la que todos seamos auténticamente hermanos y nos ayudemos
1
Luis Marín D. S “Sínodo la Aventura del Espíritu”, Ecclesia, Conferencia Episcopal Española, 2021.
3
como tales en una sinergia constante. Se trata de un camino mancomunado, constructivo y creativo
en el que cada cual pone lo mejor de sí2, es un camino de comunión.
Que en cada Circunscripción se pueda propiciar espacios de encuentro, diálogo, escucha, oración y
discernimiento para tomar decisiones juntos, guiados por la acción del Espíritu Santo; es decir que
en un ambiente sincero y de oración se pueda reflexionar sobre la realidad de nuestras comunidades
y apostolados. Esa reflexión debe tocar temas de la vida y del acontecer diario ¿Cuáles son esos
temas fundamentales que tocan la vida de nuestras Circunscripciones y comunidades locales?
Este diálogo sinodal no es para crear confrontaciones, sino un espacio para la escucha atenta;
requiere de mucha humildad y paciencia para poder escuchar la voz de todos los hermanos.
Recordemos las Constituciones de la Orden capítulo VI: comunión de vida con los hermanos:
108. Nuestra comunidad de vida tiene su origen en la vida de la Trinidad. Dios, misterio de la
comunión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cf. Jn 17,21-23), nos ha creado a su imagen y
semejanza (cf. Gn 1,26-27), y nos ha llamado para que demos testimonio de Él con la vida fraterna.
Es más, nuestra vida común se enraíza en la vida común de los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch
2,42-47; 4,32-35) y se edifica por el amor de Dios, que se ha derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo (cf. Rm 5,5), por quien toda la Trinidad habita en nosotros.
109. La verdadera unión de corazones exige una vida común auténtica y sincera, conforme con
el espíritu de la Orden, para que todos nosotros, como miembros de una misma fraternidad,
participemos del mismo tenor de vida en la oración y en el apostolado, en el trabajo y en el recreo,
en el dolor y en el gozo, en el espíritu agustiniano de caridad, que “es tolerante en las adversidades,
moderada en la prosperidad; fuerte en los duros padecimientos, alegre en las buenas obras;
segurísima en la tentación, espléndida en la hospitalidad; llena de júbilo con los verdaderos
Hermanos y llena de paciencia con los falsos”. Según esto, nuestras comunidades deben gozar de
estructuras y condiciones verdaderamente humanas, de suerte que se fomenten profundas relaciones
personales entre los Hermanos.
110. Para promover esta profunda comunión de mente y corazón entre los Hermanos en la
comunidad, hemos de tener en cuenta que nuestras relaciones personales requieren las mismas
cualidades que valen para todas las relaciones genuinas entre los hombres. Una comunicación
sincera es condición esencial para que se fortalezca la vida fraterna en la comunidad.
Las Constituciones no dejan de invitarnos a profundizar la vida fraterna de comunión, podríamos
seguir afirmando que también es el reto de nuestra Iglesia hoy, la fecundidad de la Iglesia pasa por
2
Trigo Pedro, art. Sinodalidad con el pueblo, San Pablo, La sinodalidad en la vida de la Iglesia, Madrid 2020, Pag
214-215.
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la comunión. La unidad en el Iglesia habla del amor de Dios y su amor siempre será atrayente: “En
esto conocerán que son mis discípulos si se aman los unos a los otros” (Jn 13, 35). En el corazón
de Jesús hay este deseo que pone en manos del Padre: “Que todos sean uno para que el mundo
crea” (Jn 17, 21). Si queremos ser creíbles, tenemos que dar testimonio de la comunión en nuestras
comunidades y apostolados. Si testimoniamos el amor de Dios nuestra vida será fecunda y
permanecerá.
Los agustinos evangelizan desde la comunidad y la fraternidad, debemos demostrar que es posible
vivir unidos en la diversidad, crecer y santificarnos juntos, debemos demostrar que no solo es
posible, sino que además es hermoso compartir la vida con los hermanos: los trabajos, las
preocupaciones; los gozos y el dolor; la oración y la Eucaristía diaria. En este camino sinodal valdría
la pena preguntarse ¿Cómo está la vida fraterna en nuestras comunidades? Que en sinodalidad
los hermanos puedan sentarse a dialogar para expresar lo que cada uno siente. Los invito a buscar
más lo que nos une que lo que nos separa y evitar las confrontaciones estériles que desgastan nuestra
vida fraterna. Los hermanos en las comunidades locales necesitan dialogar y sentirse escuchados,
hagamos este ejercicio en un ambiente de oración y humildad sincera, dejemos que el Espíritu Santo
guíe este diálogo.
Para profundizar sobre la Comunión recordemos el testimonio de la Primera Comunidad Cristiana
de los Hechos de los Apóstoles. Los fundadores de las familias religiosas siempre han puesto la
mirada en esta primera comunidad “fascinados por la unidad de los Doce en torno a Jesús, de la
comunión que caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén. Cuando han dado vida a la
propia comunidad, todos ellos han pretendido reproducir aquel modelo evangélico, ser un sólo
corazón y una sola alma, gozar de la presencia del Señor”3 .
Comunión fue la que vivieron nuestros primeros hermanos en la fe. Se cuenta que veían como se
amaban y las comunidades crecían y se expandían. Nuestros primeros hermanos vivían movidos
por la experiencia pascual de Dios que había cambiado sus vidas4.
En esta vida comunitaria se inspira nuestro carisma agustiniano; cada hermano ha optado libremente
por la vida comunitaria “En primer término ya que con este fin se han congregado en comunidad,
vivan en la casa unánimes y tengan una sola alma y un solo corazón orientado hacia Dios”5.
Formación permanente
“acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles” (Hch 2, 42). Se trataba de una enseñanza
interna, de aquellas verdades que necesitaban profundización, esto lo hacían con frecuencia.
3 CONCILIO VATICANO II, Perfectae caritatis, n° 15, rf en P FRANCISCO, Carta apostólica a todos los consagrados, op. cit., n 2.
4 Toledano, C, Llamados a la comunión, el reto de la Iglesia hoy, ponencia para los agentes de la pastoral, 2019.
5 Regla cap. I, 3.
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Podríamos decir que son los espacios para la formación permanente; hoy tenemos que seguir dando
prioridad a estos espacios comunes, necesitamos formarnos juntos, orar y dialogar temas que
ayuden para nuestro crecimiento integral y para fortalecer nuestra vocación de servicio.
La oración comunitaria
“Acudían asiduamente … a las oraciones” (Hch 2,42) rezar en comunidad, sin duda es un
testimonio de comunión. Es necesario privilegiar estos espacios para la adoración y la alabanza, si
los agustinos no tienen como prioridad la oración comunitaria, algo no está funcionando bien.
La alegría
“Tomaban el alimento con alegría” (Hch 2, 46).
La alegría va de la mano con la sencillez, “«Donde hay religiosos hay alegría». Estamos llamados
a experimentar y demostrar que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices, sin
necesidad de buscar nuestra felicidad en otro lado; que la auténtica fraternidad vivida en nuestras
comunidades alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia, las
familias, los jóvenes, los ancianos, los pobres, nos realiza como personas y da plenitud a nuestra
vida”6. Necesitamos religiosos alegres y sencillos, con mucha apertura, dinamismo y creatividad;
el sencillo siempre está al servicio de los hermanos.
Debemos tener muy en cuenta que la comunión solo será auténtica si el amor de Cristo está en el
centro. La fraternidad con los hermanos es un don que nos viene de Él, que no puede llevarse sólo
con nuestras propias fuerzas, pero si estamos unidos al amor de Dios será posible la comunión de
los hermanos.
Por último, no podemos dejar de mencionar el Misterio Trinitario, es la raíz de todo, la Primera
Comunidad Cristiana intenta reproducir este modelo de Comunión, no es la originaria; el original
está en la Trinidad como Comunidad de Amor.
Muchas características podríamos encontrar en los Hechos de los Apóstoles sobre la primera
comunidad cristiana, por ahora creemos que estas pequeñas luces pueden ayudarnos para nuestra
reflexión sinodal.
Hasta el momento, nuestra reflexión ha sido Ad Intra, es decir al interior de nuestras comunidades,
ahora tenemos que dar un paso más; la reflexión Ad Extra, es decir nuestros apostolados y la misión
en las Iglesias Locales.
Podríamos decir con gratitud y humildad que América Latina y el Caribe tiene un camino recorrido
de Sinodalidad y Comunión; este camino partió de la realidad de los pueblos sencillos en sintonía
con las Conferencias del Episcopado Latinoamericano. Se ha podido evidenciar un camino juntos
6 FRANCISCO, Carta apostólica a todos los consagrados, con ocasión del año de la vida consagrada, 2014.
6
tanto en la Primera Asamblea Eclesial como en Asamblea Sinodal Continental, que en nuestro caso
por la Estructura del CELAM fue por regiones. Recordemos un poco:
profecía; velando siempre por los pobres, denunciando las injusticias y las estructuras de pecado
¿Los Agustinos de este continente son sensibles a la realidad de América Latina y el Caribe?
¿Están involucrados en la pastoral de la Iglesia Particular? ¿Qué aportamos para promover
los espacios de comunión en las Iglesias Locales?
Otro regalo del Espíritu es el Sínodo de la sinodalidad: el 9 y 10 de octubre del año 2021, con el
momento de reflexión y la Misa de apertura, se dio inicio al Sínodo de los Obispos sobre la
sinodalidad que tiene como tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
Un itinerario que durará tres años hasta el 2024; es un camino sinodal del Espíritu que ha comenzado
en las parroquias, las diócesis, las conferencias episcopales, continentales y religiosas ¿Por qué
hasta el 2024? Es para garantizar un tiempo de discernimiento más amplio, favorecer la
comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia y ayudar a todos a vivirla.
La sinodalidad debe permanecer siempre; hay un camino largo por recorrer, el Espíritu Santo va
guiando este proceso. En muchas Circunscripciones hay un trabajo serio y responsable sobre este
proceso sinodal, la Orden de San Agustín valiéndose de la estructura de OALA ha ofrecido espacios
de encuentro para la formación; ahora como agustinos de la comunión toca involucrarnos en la
misión de la Iglesia Particular, no es suficiente tener muchos contenidos de Comunión y Sinodalidad
en la cabeza; si estas no se llevan a la praxis en la misión, serían solo palabras. Por tanto, es
sumamente importante ejercitar la sinodalidad en nuestras Circunscripciones Ad intra y Ad extra.
Ejercitando la sinodalidad en el interior de nuestras comunidades locales seremos hermanos creíbles
y coherentes; que nuestra vida de comunión sea testimonio para la misión.
reflexión y discernimiento sobre cómo caminar juntos como Iglesia. El camino de la sinodalidad es
el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Hay que tener claro; en este proceso
sinodal no se quiere contraponer una Iglesia del Pueblo contra una Iglesia Jerárquica, se trata de
hacer un camino juntos.
Para los Agustinos de América Latina y el Caribe es válido e iluminador todo lo que Aparecida
plantea sobre la necesidad de conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades (DAp
365-372), con sus cuatro exigencias básicas:
1. Aceptar la necesidad de cambiar, entrando en un proceso de conversión y renovación,
superando la rutina y afrontando los nuevos desafíos.
2. Promover la espiritualidad de Comunión y Participación, con todo lo que ello supone
a todos los niveles.
3. Pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral misionera, que la Iglesia “se
manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela
permanente de comunión misionera”.
4. Elaborar un proyecto de pastoral orgánica y de conjunto, camino necesario para la
renovación. Los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la
planificación y la ejecución.
Por último, no podemos dejar de mencionar la centralidad de Jesucristo, Él es el centro de este
camino sinodal; por tanto, es importante seguir profundizando sobre cómo fomentar una experiencia
espiritual con el Señor que lleve a una conversión personal constante que haga de todos, verdaderos
discípulos y misioneros comprometidos con las cosas que dan sentido a la existencia. América
Latina reconoce que la centralidad de Jesucristo es esencial para este camino, por eso necesario
tener presente que el Sínodo es un proceso espiritual, es decir, estamos ante un evento del Espíritu,
que sigue actuando en la historia y mostrando su potencia vivificante. Se nos invita a experimentar
la novedad del Espíritu, que nos sorprende, nos saca de nuestras seguridades y nos lleva por caminos
de renovación profunda y de autenticidad. No basta decir creo en la sinodalidad, tenemos que dar
pasos concretos; pasos en los que se muestre ese espíritu sinodal en la Iglesia. Que la madre del
Buen Consejo y nuestro padre Agustín guíen esta realidad eclesial y acompañe a todos los agustinos
de américa latina y el Caribe en este camino sinodal de comunión, participación y misión. Felices
fiestas agustinianas.
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3.4.- Los agustinos de América Latina y el Caribe ¿Caminan con el sentir de las Conferencias
del Episcopado Latinoamericano? ¿Hay profetismo en la vida agustiniana?