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INTRODUCCIÓN.
Los cambios en la política económica en Venezuela deben abordarse con una visión
integral de los desequilibrios que enfrenta la economía, en virtud de las
interrelaciones existentes entre sus variables fundamentales cuyo equilibrio en
conjunto constituye la base para lograr un crecimiento sostenido con estabilidad de
precios.
Su formulación debe contener las metas que se pretenden lograr, así como los
correspondientes instrumentos operativos, dentro de un programa viable y creíble.
En su ejecución debe evitarse la inconsistencia Inter temporal y corregir
oportunamente los desvíos que puedan producirse.
La magnitud del financiamiento externo que requiere el país solo puede provenir, en
una primera instancia, de los organismos multilaterales de crédito: El Fondo
Monetario Internacional (FMI) en la etapa inicial de recuperación de la liquidez (dinero
“fresco”); y el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
entre otras instituciones, para el financiamiento de proyectos específico de inversión
para mejorar los servicios públicos esenciales y la infraestructura del país.
POLÍTICA MONETARIA.
Para tales fines sólo se requiere, también en este caso, cumplir con lo previsto en
la Constitución de 1999 que obliga al Ejecutivo Nacional y al BCV a llevar a cabo una
actuación coordinada mediante la suscripción de una Acuerdo Anual de Políticas en
el cual se definan los lineamientos de la política económica y se establezcan los
objetivos para las variables fundamentales de crecimiento económico, inflación,
equilibrio externo, etc. El seguimiento y la evaluación de su cumplimiento le
corresponden a la Asamblea Nacional.3
Ahora bien, en lo que se refiere la actuación del BCV habrá que tomar en cuenta
también la política cambiaria que se adopte.
Este tipo de operaciones comprende la compra y venta por parte del BCV de bonos,
letras del Tesoro y otros títulos valores emitidos por el gobierno que forman parte
de la cartera de inversiones del sistema bancario nacional. Estas operaciones
permiten regular los niveles de la oferta monetaria en la economía y se realizan a
través de una Mesa de Dinero que debe existir en dicho instituto.
El BCV también está facultado para emitir títulos propios, con el objeto de regular los
niveles de liquidez en la economía. Estos instrumentos, conocidos en el pasado como
Títulos de Estabilización Monetaria (TEM) se emiten a plazos cortos (entre 30 y 90
días) y en condiciones de mercado; es decir, a las tasas de interés que ofrezca
dicho instituto teniendo como referencia la estructura de las tasas del mercado
financiero.
Así mismo, el BCV puede utilizar el mecanismo del redescuento. Este consiste en
el otorgamiento de préstamos a corto plazo y de última instancia a las instituciones
bancarias que pudieran enfrentar deficiencias temporales de liquidez y que no
tengan acceso a las fuentes normales del financiamiento interbancario; o,
alternativamente, no renovar esos préstamos en situaciones de exceso de liquidez.
El costo de estas operaciones constituye un indicador de la política monetaria para
las tasas de interés (activas y pasivas) en un sistema de tasas flexibles.
Por último, existen las operaciones de reporto mediante las cuales el BCV puede
asistir financieramente a una institución bancaria que lo solicite. Para ello, le compra
temporalmente títulos valores de su cartera a un precio determinado, con la
obligación de que la institución bancaria solicitante de los recursos recupere la
propiedad de sus títulos al vencimiento del plazo de la operación.
Sin embargo, esta finalidad ha venido perdiendo relevancia en la medida en que los
países han creado instituciones encargadas de establecer las garantías y las redes
de seguridad necesarias para proteger los depósitos del público ante eventuales
situaciones de insolvencia bancaria. De allí que la mayoría de los países mantienen
coeficientes de encaje obligatorio por debajo del 10%; mientras que países como el
Reino Unido y Canadá, entre otros, han optado por eliminar este mecanismo.
Una medida a todas lucen contraproducente en una economía que lleva cinco años
en depresión. En la práctica, el impacto sobre el crédito se asemeja al que hubiese
producido un incremento de las tasas de interés por parte de la autoridad monetaria.
Sin embargo, al estar estas reguladas por el BCV, el peso de dicha política impacta
directamente a la situación financiera de las instituciones bancarias.
La inconsistencia de este tipo de medidas compulsivas se agrava por el hecho de
que el BCV ha venido intensificando el financiamiento monetario del déficit público
de manera simultánea con su aplicación.
Cuando se restituya la autonomía del BCV los coeficientes de encaje legal vigentes
e deben reducirse en forma progresiva, hasta un nivel no mayor al 10% y eliminar
el encaje marginal.
POLITICA FISCAL.
En lo que respecta a la política fiscal, el objetivo central debería ser la reducción del
déficit financiero del gobierno central a, por lo menos, un nivel equivalente al 10%
del PIB en un plazo de dos a tres años. El objetivo a mediano plazo (cinco años)
debería ser mantener una tendencia hacia el equilibrio de las cuentas fiscales al
menos en el caso de la gestión fiscal primaria (excluido el servicio de la deuda
pública)
Otra fuente de mayores ingresos debe provenir del aumento progresivo del precio
interno de los combustibles hasta aproximarse a los niveles internacionales. Esta
medida significa la eliminación de un subsidio generalizado a estos productos y
transferir una parte de esos nuevos ingresos para atender los programas de
subsidios directos que sea necesario establecer; así como mejorar y ampliar los
sistemas de transporte público y la infraestructura vial del país.
Por el lado del gasto público, se requieren decisiones para mejorar su eficiencia,
racionalidad y control administrativo.
En lo que respecta a los subsidios indirectos, se hace mucho más difícil determinar
su aprovechamiento efectivo por el consumidor final, a la vez que se generan
mecanismos de corrupción si no se produce un adecuado control de los recursos
entregados a las empresas receptoras. En esta situación estaría la política de
controles a los precios internos, así como los subsidios en especies (entrega de
alimentos).
La reducción del déficit del sector público no financiero también debe ser
responsabilidad de los gobiernos estadales y de las demás estructuras
administrativas regionales y entes descentralizados, cuyas finanzas deben ajustarse
en línea con la disciplina de la gestión central.
No existen cifras oficiales sobre la deuda pública total. Sin embargo, se estima que
supera ampliamente el 100% del PIB, colocándose Venezuela a la cabeza de los
países más endeudados de América Latina, por encima de Argentina y Brasil.
Una política similar debería seguirse con la deuda bilateral contraída con China y
Rusia, principalmente, siempre y cuando los compromisos que se acuerden no
incluyan garantías sobre la disponibilidad de los recursos naturales del país.
Es oportuno señalar que este mecanismo había logrado acumular US$ 7.000
millones en 2001; recursos estos que, paradójicamente, fueron desapareciendo
precisamente cuando los ingresos petroleros estaban mejorando, hasta su
eliminación operativa en 2010.
POLITICA CAMBIARIA.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la unificación del tipo de cambio no está
exenta de riesgos, independientemente del régimen que se adopte. Por ello resulta
esencial garantizar la credibilidad y la consistencia de las políticas fiscal y monetaria
que se anuncien y su efecto en las expectativas de los agentes económicos. Así
mismo, dado la escasez de reservas internacionales, el BCV debe tener garantizado
el acceso a recursos externos. Esto último resulta mucho más prioritario si el
propósito de la política cambiaria es la estabilidad de precios.
Sin embargo, el país también requiere sentar las bases para estabilizar la actividad
económica real. Si este fuese el objetivo asignado a dicha política, entonces el arreglo
cambiario debería permitir la flexibilidad necesaria del tipo de cambio nominal y el
respectivo ajuste de los precios relativos entre los bienes transables y no transables
internacionalmente.
Por esta última razón, en dicho escenario, resultaría indispensable que la autoridad
monetaria contara con un nivel adecuado de reservas internacionales, o con la
capacidad necesaria para acceder al financiamiento externo (por ejemplo, el crédito
multilateral) como garantía para sostener el tipo de cambio, antes de verse obligada
a modificarlo o abandonar este tipo de régimen cambiario, con el consiguiente
impacto adverso sobre la estabilidad de precios.
Todos estos regímenes le introdujeron una alta volatilidad al tipo de cambio a lo largo
de los últimos 35 años, con diversos efectos distributivos incluyendo el
financiamiento de los déficits fiscales.
Sin embargo, hoy en día, los desajustes son mucho más profundos y generalizados
y la economía venezolana ha quedado mucho más expuesta a las perturbaciones
externas. En este escenario va tomar tiempo y esfuerzo reconstruir la credibilidad en
la nueva política económica y en el nuevo marco institucional en el cual esta debe
desenvolverse.
Es importante señalar que el nivel de la nueva paridad cambiaria debe evitar dar
señales de sobrevaluación de la moneda que induzca distorsiones en la estructura
de los precios relativos y en las expectativas inflacionarias.
Esta salida pudiera dar tiempo para fortalecer y ordenar los mecanismos operativos
de una política monetaria autónoma e independiente y poner en práctica una política
fiscal disciplinada. Sin embargo, debe anunciarse desde un principio el contexto del
nuevo modelo de política económica, con una visión integrada, consistente y creíble.
El otro aspecto a tomar también en cuenta para una eventual flexibilidad cambiaria
es el hecho de que la economía venezolana ha estado prácticamente cerrada a las
transacciones reales externas del sector debido al desincentivo que origino el control
de cambios, con la moneda altamente sobrevaluada.
Esa transición debe sustentarse en la capacidad que tenga el BCV para defender la
paridad fija; en la consolidación de la nueva política económica; y en la recuperación
del marco institucional. Dependiendo de estos y otros factores, el tipo de cambio fijo
pudiera abandonarse en favor de un arreglo de desplazamientos programados
(“crawling peg”).
La política fiscal debe comprometerse al logro del equilibrio de las finanzas públicas
en el mediano plazo.
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1 Ver Lago Rodríguez, Manuel (2019): “Venezuela: Un país inmerso en una crisis económica y social sin precedentes en su historia republicana”
(Diciembre) https://manuellagorodriguez.blogspot.com/2019/02/venezuela-un-pais-con-una-crisis.html
2 El Artículo 318 establece que: “Las competencias monetarias del Poder Nacional serán ejercidas de manera exclusiva y obligatoria por el B anco
Central de Venezuela. El objetivo fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y
externo de la unidad monetaria (…) El Banco Central de Venezuela es persona jurídica de derecho público con autonomía para la formulación y el
ejercicio de las políticas de su competencia”. Y el Artículo 318 establece que: “(…)En el ejercicio de sus funciones el Banco Central de Venezuela
no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.
3 En el Artículo 320 de la C0nstitución se establece que: “La actuación coordinada del Poder Ejecutivo y del Banco Central de Venezuela se dará
mediante un acuerdo anual de políticas, en el cual se establecerán los objetivos finales de crecimiento y sus repercusiones s ociales, balance externo
e inflación, concernientes a las políticas fiscal, cambiaria y monetaria, así como los niveles de las variables intermedias e instrumentales requeridos
para alcanzar dichos objetivos finales. Dicho acuerdo será firmado por el Presidente o Presidenta del Banco Central de Venezuela y el o la titular del
ministerio responsable de las finanzas, y divulgará en el momento de la aprobación del presupuesto por la Asamblea Nacional. Es responsabilidad
de las instituciones firmantes del acuerdo que las acciones de política sean consistentes con sus objeti vos. En dicho acuerdo se especificarán los
resultados esperados, las políticas y las acciones dirigidas a lograrlos. La ley establecerá las características del acuerdo anual de política económica/s
y los mecanismos de rendición de cuentas.
4 Este es un encaje establecido sobre el saldo marginal correspondiente a la variación semanal que registre el crecimiento de las captaciones de la
banca mediante depósitos del público.
5 Este encaje se aplicaba al 100% de las reservas excedentes que, sobre el saldo del encaje legal, tienen depositadas los bancos en una cuenta
única en el BCV. Estas reservas constituyen la disponibilidad de los bancos para otorgar préstamos a sus clientes. En consecuencia, un encaje
obligatorio, de la magnitud establecida, sobre dichas reservas no solo acentuaba la restricción crediticia generada por unos encajes, ordinario y
marginal, muy elevados sino que le imponía a los bancos una restricción financiera insostenible. . Una vía para evitar esta situación y hacer más
eficiente la absorción de las reservas excedentes hubiese sido la colocación de títulos propios del BCV en la banca, de maner a que el costo de esta
política de absorción monetaria recaiga sobre el BCV, como suele ser.
6 El Artículo 321 de la Constitución establece que: “Se establecerá por ley un fondo de estabilización macroeconómica destinado a garantizar la
estabilidad de los gastos del Estado en los niveles municipal, regional y nacional, ante las fluctuaciones de los ingresos ordinarios. Las reglas de
funcionamiento del fondo tendrán como principios básicos la eficiencia, la equidad y la no discriminación entre las entidades públicas que aporten
recursos al mismo”.
Referencias.
Calvo, G., y Mishkin, F. (2003). “The Mirage of Exchange Rate Regimes for
Emerging Market Countries”. National Bureau of Economic Research, NBER
Working Paper No. 9808, Cambridge, MA.
Edwards, S. (1996). “The determinants of the choice between fixed and flexible
exchange-rate regimes”. National Bureau of Economic Research, Working
Paper 5756, Cambridge, MA.
Frankel, J. A. (2011). Choosing an exchange rate Regime. Handbook of
exchange rates, p. 767-784.
Sáez F., Vera, L.., Zambrano Sequín, L. (2018): “Estabilización, crecimiento y política
cambiaria en Venezuela” (Marzo)
http://ancevenezuela.org.ve/ance/sites/default/files/investigaciones/saez_vera_zam
brano_paper_politica
_cambiaria_marzo_2018.pdf
24/03/2019