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Beccaria argumenta la utilidad, que las leyes penales deben ser establecidas
únicamente para proteger los derechos naturales de los individuos y para
mantener el orden social. Las leyes deben ser claras, comprensibles y
proporcionales al delito cometido y sostiene que la prevención del delito es el
objetivo principal del sistema penal. Para lograrlo, las penas deben ser
proporcionales al daño causado y al delito cometido. Critica las penas excesivas y
la falta de proporción entre el delito y la pena en el sistema legal de su época.
Beccaria, aboga por el derecho de todo acusado a un juicio justo y rápido.
También hace critica la tortura y los métodos coercitivos utilizados para obtener
confesiones, argumentando que estos métodos no solo son inhumanos sino
también ineficaces, ya que a menudo llevan a la confesión de crímenes que no se
han cometido.
El veía el sistema legal como las leyes penales deben ser claras, accesibles y
conocidas por todos los ciudadanos. Esto evita la arbitrariedad y promueve la
confianza en el sistema judicial. El autor hace critica, a la corrupción en el sistema
judicial y la influencia de factores externos en los juicios. Aboga por la
imparcialidad y la justicia en la administración de la ley.
A lo largo del libro, el autor propone una serie de reformas en el sistema penal y
judicial, con el objetivo de crear un sistema más justo, humano y efectivo para
prevenir el delito.
Universidad Central del Ecuador
Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Sociales
Carrera de Derecho
Nombre: Mateo Logacho O.
Paralelo: 3er semestre “A”.
Asignatura: Derecho penal 1.
Docente: Dr. Mauricio Pacheco.
Fecha: 30/09/2019.
Tema:
Análisis del Tratado de los delitos y de las penas de Cesare
Beccaria.
El Derecho penal, se ha ido conformando por un sinnúmero de teorías y posturas
a lo largo de los tiempos. Beccaria forma parte de este proceso de desarrollo, no
obstante, Beccaria no solo conforma un postulado acerca del Derecho penal y su
teorización, pues, este trasciende mucho más allá de un postulado corriente, ya
que
este vislumbra varios principios que en la actualidad rigen Derecho penal y aun
mas,
también ahonda en materia de derechos humanos.
Resulta interesante, analizar que las interpretaciones y postulados de Beccaria,
pues estaban muy adelantados a la época, pues este escribió y se meditó durante
una época en dónde la monarquía estaba llegando a su fin. Sin duda, parte de
este
contexto se vio plasmado en su obra, recurriendo a ejemplos que sin el debido
estudio histórico es muy complejo en cuanto a su entendimiento.
Ahora bien, Beccaria inicia su libro develando el principio de todo, el principio de
porqué y para qué fueron creadas la penas, además de dar una amplia explicación
de la teoría del Estado, ya que a la época de la escritura de este se
tenía el
pensamiento renacentista y estatista, pero aún no había visto plasmado
en las
revoluciones. Así que, Beccaria recurre al origen de las penas dentro de un Estado
conformado como tal.
Con base de las penas legales y legisladores solo las leyes pueden decretar las
penas por delitos y que esta autoridad debe recaer en el legislador que representa
a la sociedad unida por el contrato social como los magistrados no deben
aumentar las penas establecidas bajo el pretexto de celo o bien público. Además,
enfatiza la importancia de la interpretación de las leyes y argumenta que la
autoridad para interpretar las leyes penales no debe residir en los jueces
criminales, sino en el soberano y sugiere que la interpretación de las leyes penales
debe ser llevada a cabo de manera rigurosa y lógica. Advierte contra la práctica de
consultar el "espíritu de la ley", argumentando que esto puede conducir a
incertidumbre y arbitrariedad en la aplicación de la justicia. Propone que el
intérprete legítimo de las leyes es el soberano, ya que representa la voluntad de
todos los miembros de la sociedad. Abordo temas de la oscuridad de las leyes, la
relación entre delitos y penas, y la importancia de una distribución proporcional de
las penas como la oscuridad de las Leyes el autor, comienza señalando que la
interpretación de las leyes es problemática cuando estas son oscuras o ambiguas
de la oscuridad en las leyes conlleva a la necesidad de interpretación y, por lo
tanto, al riesgo de que las decisiones sean influenciadas por unos pocos
individuos que entienden la lengua en la que están escritas. Esto puede dejar al
pueblo en la incertidumbre acerca de la suerte de su libertad o sus derechos, lo
que lleva a la dependencia y desigualdad.
Las leyes deben ser un monumento fijo y duradero del pacto social, de manera
que resistan el paso del tiempo y las pasiones humanas. La existencia de leyes
escritas y accesibles al público a través de la imprenta ha disminuido la cantidad
de delitos y la crueldad en Europa.
El autor sostiene que la gravedad de las penas debe estar en proporción a la
gravedad de los delitos. Argumenta que es imposible prevenir todos los delitos,
pero se debe buscar una relación equilibrada entre los estímulos que llevan a
cometer delitos y los motivos para evitarlos. Sugiere que una escala de penas
debe existir para reflejar los distintos grados de ofensa y el propone que los delitos
varían en gravedad desde aquellos que destruyen la sociedad hasta los que
afectan a sus miembros individuales. De manera similar, las penas deben graduar
desde las más severas hasta las menos duras. Sin embargo, reconoce que es
difícil establecer una escala perfectamente geométrica debido a la complejidad de
las acciones humanas. Manifiesta que la falta de límites claros entre delitos y
comportamientos no delictivos ha generado confusión en la moral y en la
legislación. La incertidumbre en los límites de lo que constituye un delito ha
llevado a leyes contradictorias y a la fluctuación de términos como "virtud" y "vicio"
a lo largo del tiempo.
Hace una crítica varios enfoques erróneos para medir la gravedad de los delitos.
Argumenta que la verdadera medida de los delitos es el daño causado a la nación
y a la sociedad en general. Contradice la idea de que la intención del delincuente
debería ser la medida, ya que esta intención puede variar según las circunstancias
y las emociones cambiantes. Señala también que la intención de cometer un delito
puede ser influida por la percepción actual de los objetos y la disposición mental
previa. Dado que estas variables varían en cada individuo y en diferentes
momentos, no se puede establecer una única intención como medida. El autor
considera que los delitos que atentan contra la seguridad individual de los
ciudadanos son graves y deben ser castigados. Incluso los delitos cometidos por
personas de alto rango, como magistrados y gobernantes, son importantes, ya que
su influencia puede destruir la idea de justicia y obligación.
Beccaria analiza el concepto de honor y su contradicción con las leyes civiles que
protegen los derechos del cuerpo y la propiedad de los ciudadanos. Afirma que el
honor es una idea compleja y multifacética, susceptible de ser influenciada por las
pasiones y la opinión de la sociedad. Explica cómo el honor surge de la necesidad
de obtener bienes y evitar males a través de la interacción con otros que el
concepto de honor se vuelve más relevante en sociedades en las que existen
grados de libertad política y dependencia. En regímenes de libertad extrema o en
situaciones de dependencia extrema, el honor puede perder importancia o
confundirse con otras ideas debido a la falta de necesidad de la consideración de
otros.
Beccaria plantea preguntas sobre las penas adecuadas para los delitos y
cuestiona la utilidad y la necesidad de la pena de muerte y los tormentos. También
aborda la importancia de evitar los delitos y cómo las penas pueden influir en las
costumbres de la sociedad. discute la importancia de la credibilidad de los testigos
en los juicios. Enfatiza que cualquier persona racional puede ser testigo y que la
credibilidad de un testigo disminuye si tiene un interés personal en el resultado del
juicio por el explora las diferentes formas de pruebas y juicios esta es la
importancia de presentar pruebas sólidas y cómo la certeza moral en la prueba es
esencial para condenar a alguien por un delito. También habla sobre la
importancia de la imparcialidad en los juicios y cómo la opinión pública puede
influir en la justicia.
En general, este fragmento presenta la perspectiva de Beccaria sobre la justicia
penal y la importancia de un sistema legal equitativo y claro para garantizar la
tranquilidad pública y la protección de los derechos de los ciudadanos. Su enfoque
en la claridad de las leyes, la prevención de las pasiones populares y la justicia
imparcial sigue siendo relevante en la discusión sobre el sistema legal en la
actualidad.
La razón por la crítica del autor de las acusaciones secretas que son evidentes
pero ocultas, considerándolas perjudiciales para la sociedad. Afirma que esta
práctica convierte a las personas en falsas y desconfiadas, ya que cualquiera
puede sospechar que alguien más es un delator o enemigo. Argumenta que esta
costumbre lleva a las personas a ocultar sus propias opiniones y a vivir en la
incertidumbre y la amargura, lo que debilita la tranquilidad y la seguridad en la
sociedad. El autor a través de una preocupación y llegar a un análisis de que
acusaciones secretas debiliten la moral y la integridad de los individuos. Si las
personas viven en un estado de desconfianza y ocultamiento, se vuelven falsas y
dobles en su comportamiento. Esto a su vez podría afectar la calidad de los
ciudadanos que se convierten en soldados y magistrados.
El autor hace su cuestionamiento de la lógica detrás de acusaciones y penas
secretas en relación con la salud pública y la seguridad del gobierno llega a
analizar que, si los gobernantes ven a todos los ciudadanos como posibles
enemigos, se crea un ambiente de temor y sospecha en la sociedad. Beccaria
sugiere que el temor a la calumnia está armado con el secreto, lo que puede
usarse como una herramienta de tiranía. El siempre hace una crítica fuertemente
del uso de la tortura en los procesos judiciales. Afirma que la tortura es cruel y
cuestiona su eficacia para obtener la verdad. Argumenta que el dolor extremo
puede hacer que los inocentes confiesen delitos que no han cometido solo para
escapar del tormento. También plantea que la tortura contradice el principio de la
presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario porque, aplicar
tortura antes de la sentencia del juez va en contra de los derechos individuales sí,
es arriesgado torturar a inocentes porque puede llevar a condenas erróneas y a
tratar peor al inocente que al reo, lo que va en contra de la justicia.
No entendía por qué las penas deben ser rápidas y cercanas al momento del
delito. si en razón que la prontitud refuerza la conexión en la mente del reo entre el
delito y la pena. Menciona que la demora en la aplicación de la pena debilita esta
conexión y que la anticipación del castigo es más efectiva que el castigo mismo.
Siempre defendió, la idea de igualdad ante la ley y sugiere que las penas deben
ser las mismas para nobles y plebeyos que cualquier distinción en las penas entre
estas clases sociales sería injusta y que la ley debe ser imparcial.
Beccaria distingue entre hurtos sin violencia y hurtos con violencia. Propone que
los hurtos violentos deben tener penas mixtas que combinen castigos corporales y
serviles, mientras que los hurtos no violentos pueden ser castigados con penas
pecuniarias o de trabajo.
En general, Beccaria aboga por una reforma del sistema penal basada en la
proporcionalidad de las penas, la certeza del castigo y una comprensión más
amplia de la justicia y la virtud ciudadana. Sus ideas influyeron en la evolución del
derecho penal y en la búsqueda de sistemas penales más racionales y humanos.
Este tratado es una obra fundamental en la historia del pensamiento jurídico y
penal. Beccaria comienza cuestionando la efectividad y justicia de la pena de
muerte como una forma de castigo en la sociedad. Él argumenta que la pena de
muerte no puede ser considerada un derecho, ya que la vida no puede ser
propiedad de otros individuos. Él critica la noción de que la pena de muerte pueda
mejorar la moralidad de las personas y plantea que, en cambio, la muerte como
castigo solo refleja la guerra de la nación contra un ciudadano.