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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

CENTRO UNIVERSITARIO DE OCCIDENTE


DIVISIÓN DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
CUNOC – USAC

Nombre del Estudiante: JAQUELIN MISHELL AJTUN SACALXOT

Número De Carné: 202132755

Curso: DERECHO INDIGENA

Docente: Lic. ARNOLDO MARCIAL CIFUENTES GRAMAJO

CUARTO SEMESTRE 2023

Sección: “E”

“PRIMER RESUMEN”

QUETZALTENANGO, 07 DE SEPTIEMBRE 2023


INTRODUCCIÓN

La obra: “Tratado de los Delitos y de las Penas” de Cesare Beccaria. Es una de las
obras que estudian los delitos y penas, en donde consta de distintas menudencias
para crear un criterio propio de los temas expuestos en este obra pues si bien es
cierto aporta elementos de análisis sobre la proporcionalidad de las penas respecto
a los delitos haciendo hincapié en esa necesaria proporcionalidad para que se
pueda materializar la impartición de justicia en el orden penal, además del tema de
la impunidad que también aborda como un elemento importante que incide
directamente en los índices de criminalidad. Esta obra cuenta con un total de
cuarenta y seis capítulos los cuales tratare de explicar desde la forma analítica y la
concepción propia de cada tema.

La misma consiste en una serie de apartados donde el autor trata de exponer


mediante una serie de reflexiones el origen del derecho a castigar, como es que se
produce esa facultad la cual descasa en el soberano, éste puede juzgar e imponer
castigos a aquellos que por alguna razón faltan al pacto social que da origen a la
sociedad, reflexiona, además, sobre las penas, su función, tipos y finalidad dentro
del derecho a castigar.

Destaca en toda su obra la necesaria proporcionalidad entre el delito y la pena, esa


correspondencia indispensable entre uno y otro que permita además de alcanzar la
justicia, retribuir a la sociedad el daño ocasionado.

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Para desarrollar el análisis de este libro es importante recalcar que el mismo cuenta
con cuarenta y seis temas, una introducción y una conclusión y se desarrollan de la
siguiente forma:

EN LA INTRODUCCIÓN: El autor asoma su forma de pensamiento respecto al tema


que aborda a lo largo de la obra que se estudia, nos señala que: “Las historias nos
enseñan que debiendo ser las leyes pactos considerados de hombres libres, han
sido pactos casuales de una necesidad pasajera: que debiendo ser dictadas por un
desapasionado examinador de la naturaleza humana, han sido instrumentos de las
dos paciones de pocas personas”. Entonces nos indica que las normas no obedecen
necesariamente a la naturaleza del hombre que, en su actuar social, requiere
generar un ambiente armónico logrado mediante el acuerdo de la totalidad de los
integrantes de la comunidad, sino que por el contrario, las reglas de comportamiento
derivan de la voluntad de unos cuantos y surgen de sus pasiones, de sus interés,
los cuales hacen prevalecer sobre los de la mayoría, pues el autor observa de forma
objetiva la relación entre el soberano y sus súbditos.

1. ORIGEN DE LA PENA

El autor manifiesta que las leyes fueron creadas para regular el comportamiento de
los hombres, a causa de las guerras continuas, pues realmente estas quitan la
tranquilidad y libertad de las personas. Describe a las leyes como una forma la
soberanía de una nación, y el soberano es su administrador y legítimo depositario.
Teniendo esto en cuenta es importante defender las usurpaciones privadas de cada
hombre en particular. Este capítulo afirma que los hombres, están cansados de vivir
en un continuo estado de guerra, crearon las leyes, buscando mejorar la
convivencia. Pero para que la convivencia mejorara era necesario que todos
cumplan y acaten las leyes establecidas, resaltando que para esto es necesario
iniciar o implementar penas a las personas que infrinjan la ley.

2. DERECHO DE CASTIGAR

En este capítulo el autor explica que la pena si o solo si debe existir si se deriva de
una absoluta necesidad. Hace hincapié en la necesaria proporción entre los delitos
y las penas, intenta hacer un símil de las diferentes acciones humanas, las
conductas y de sus respectivas penas. Mientras sea más sagrada e inviolable la
seguridad, y mayor la libertad que el soberano conserve a sus súbditos, más justas
serán las penas. También hace mención de la pena sobrenatural o la justicia divina
de Dios que tiene sus inmediatas relaciones con las penas y recompensas eternas.

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3. CONSECUENCIAS

El autor establece que el derecho tiene una consecuencia y es la de castigar, aptitud


que únicamente tiene el soberano, con una garantía de legalidad, es decir, señala
que las penas deben estar contenidas por la ley, que no corresponde a los
magistrados excederse de los límites que la propia ley marca para establecer las
penas, ni pueden decretar a su voluntad contra otros habitantes de la nación;
tampoco puede modificarla si la considera injustas que las penas de los delitos sólo
pueden ser decretadas por las leyes; toda vez que la pena señalada se considere
la más justa. Dado que al infractor de la norma le corresponde negar la realización
de la conducta trasgresora por lo que le corresponderá a un tercero llamado
magistrado determinar sobre la verdad del hecho.

4. INTERPRETACIÓN DE LAS LEYES.

El autor indica que la interpretación de las leyes no solamente corresponde a los


jueces que deben de aplicar el silogismo jurídico para determinar la libertad o la
pena y destaca la peligrosidad del axioma que invita a consultar el espíritu de la ley
toda vez que: los jueces criminales no pueden interpretar las leyes penales, porque
no son legisladores. Los jueces no recibieron las leyes como una tradición, sino
como la legitima voluntad de todas las personas de un Estado. Beccaria opina que
en todo delito debe hacerse un silogismo perfecto. Pues en lo largo de la historia
hubo casos en donde los mismos delitos fueron castigados bajo distintas penas
debido a la imparcialidad de los jueces, que son los encargados de interpretar las
leyes, y dar justicia.
Es importante resaltar que la justicia no es del todo perfecta; ya que sus intérpretes
son humanos. Por ese motivo, los jueces no pueden interpretar la ley en forma
perfecta, pero deben hacerlo lo mejor y más imparcialmente posible. La aplicación
de la norma debe atenerse al texto producido por el legislador según considero es
la opinión del autor en comento. Para la interpretación de las leyes el juez debe
tomar a consideración de la violación de los bienes jurídicos tutelados por el Estado,
de la flaqueza del que sufre, de las relaciones que tuviese con el ofendido; y de
todas aquellas pequeñas fuerzas que cambian las apariencias de ánimo fluctuante
del hombre.

5. OBSCURIDAD DE LAS LEYES.

El autor en este capítulo expresa la inconformidad de las personas con respecto a


las leyes, pues algunas de estas no están adaptadas al entorno del país, o algunas

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veces hasta se utiliza una lengua o lenguaje que no es propio del país y esto causa
varios delitos por el desentendimiento de las leyes, indica también que cuando más
grande sea el número de los que entienden las leyes, menor será la cantidad de
delitos cometidos.
Se vincula estrechamente con la interpretación, ya que, de la elaboración
demasiado técnica o alejada del lenguaje común del pueblo, no le permite a éste su
claro entendimiento, lo que se expresaba anteriormente, pues es una razón
fehaciente de la razón suficiente que le impide, teniendo en cuenta que el país
cuenta con sectores rurales y privados, también la diferencia entre un sector público
y privado, conforme a necesidad o causalidad para interpretar la ley.

6. PROPORCIÓN ENTRE LOS DELITOS Y LAS PENAS

El autor de la obra en este capítulo explica que debe existir una estrecha proporción
entre los delitos y las penas, en ese sentido se debe a que no todos los delitos
dañan de igual manera a la sociedad; entonces cuanto mayor sea el delito, mayor
deberá ser la pena correspondiente. Que es lo que actualmente se intenta
materializar en Guatemala, a través de las leyes específicas que regulan los delitos
y las penas, pues si bien es cierto existe una escala de delitos, cuyo primer grado
consiste en aquellos que destruyen inmediatamente la sociedad, y el último en la
más pequeña injusticia posible cometida contra los miembros particulares.
Esta proporción intenta hacer un parecido de las diferentes acciones humanas para
que se generase una escala de las conductas y de sus respectivas penas. Cuando
abarcamos el tema de las penas también deben corresponder a la falta y daño
causado a la sociedad para que esa proporción sea debidamente establecida.
Beccaria, manifiesta que “si se destina una pena igual dos delitos, que ofenden
desigualmente la sociedad, los hombres no encontrarán un estorbo muy fuerte para
cometer el mayor, cuando hallen en él una mayor ventaja” y la respuesta seria “la
verdadera medida de los delitos es el daño hecho a la sociedad” afirmación que
hace en base a las deliberaciones anteriormente descritos.

7. ERRORES EN LA GRADUACIÓN DE LAS PENAS

En este capítulo el autor hace mención de que la medida de los delitos es el daño
hecho a la nación. Es decir, cuanto más grande daño se halla hecho a la nación,
mayor será el delito, y, por lo tanto, la pena. También es relevante que algunos
estudiadores del Derecho opinan que la graduación de los delitos debe considerarse
según la gravedad del pecado. Eso es un error, ya que la gravedad del pecado
depende de la malicia del corazón de cada uno; y ningún ser humano puede saber

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que siente el corazón de otro. No es factible según el pensamiento del autor imponer
una misma penalidad a delitos que ofendan desigualmente a la sociedad, ya esto
llevaría al hombre a cometer probablemente el más grave si representa un mayor
beneficio para sus intereses particulares.

8. DIVISIÓN DE LOS DELITOS

Beccaria nos indica que la división de los delitos debe regirse en dos áreas: a) según
el Delitos los denominó de Lesa Majestad y son aquellos que tienden a destruir
inmediatamente a la sociedad; b) los segundos tienen que ver con la seguridad de
los particulares, específicamente son cometidos contra, la vida o los bienes de las
personas; los terceros están relacionados con las obligaciones de los hombres.
Afirma también que se encuentran equivocados aquellos que utilizan criterios
diversos para determinar la medida del delito, tales como la intención de quien los
comete, la dignidad de la persona ofendida o la gravedad del pecado, porque no
todos los delitos tienen el mismo impacto al bien común, razón por la cual debemos
considerar una división de los delitos.

9. DEL HONOR

El autor establece un capítulo del honor en la sociedad, sin embargo, este no cuenta
con alguna definición precisa y permanente. Su significado varía según las
circunstancias y las pasiones, lo que lo hace confuso y lo ubica en el principio de la
formación de las sociedades, donde la necesidad de reparar los desórdenes del
despotismo físico de cada hombre hizo que nacieran las primeras leyes y siendo el
fin principal de la sociedad. destaca una contradicción entre las leyes civiles, que
protegen los derechos del cuerpo y bienes de los ciudadanos, y las llamadas leyes
de honor, que dan prioridad a la opinión pública.
Para Beccaria, “El honor es, pues, uno de los principios fundamentales de aquella
monarquía, que son un despotismo disminuido; y en ellas lo que las revoluciones en
los estados despóticos, un momento de retrotracción al estado de la naturaleza, y
un recuerdo al Señor de la igualdad antigua, por su lado las monarquías que
funcionan como un "despotismo disminuido", el honor desempeña un papel
fundamental en la sociedad.

10. DE LOS DUELOS

En este capítulo Beccaria explica que de la necesidad de los sufragios de otros


nacieron los duelos privados. Estos tuvieron su origen en la anarquía de las leyes,

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los cuales aparecen cuando las leyes actuales no aseguran la defensa del hombre,
éste lo hace a través de esta vía, afirma el autor que el mejor método de precaver
este delito es castigar al agresor (quien provocó el duelo), concibiendo al que sin
culpa suya se vio precisado a defender lo que las leyes actuales no aseguran, es
decir su honor, pues al declarar inocente al que se vio obligado a defender su honor
y su vida tendría un resultado que él teme sólo a las leyes, no a los demás miembros
de la sociedad.

11. DE LA TRANQUILIDAD PÚBLICA

En este capítulo el autor se refiere a los delitos que pertenecen a la tercera


categoría, que son aquellos que perturban la tranquilidad pública y la paz de los
ciudadanos. Hace hincapié a la función de los policías es evitar que se turbe la
tranquilidad pública; pero los policías no pueden obrar con leyes arbitrarias, ya que
si eso sucediera se abriría una puerta a la opresión, también destaca algunas
medias para practicar la tranquilidad publica por la noche y son; la iluminación
nocturna, la presencia de guardias en diferentes partes de la ciudad y la necesidad
de llevar a cabo discursos religiosos y políticos en lugares apropiados y con respeto
a la tranquilidad.
También es necesario manejar un código que puedan adquirir todos los ciudadanos,
esto con el fin que cada uno de ellos sepan cuando están o no infringiendo la ley.
(aspecto que considero de suma importancia pues el Estado en Guatemala debería
de implementar esto, para que como ciudadanos sepamos cuales son los delitos
que estamos más propensos a materializar, porque la ley guatemalteca es clara
indicando que no podemos alegar ignorancia al momento de cometer un acto
delictivo, o falta a la sociedad).

12. FIN DE LAS PENAS

El autor plante que el fin de las penas, no consiste específicamente en atormentar


y afligir a un ente sensible, ni deshacer un delito cometido, al contrario, el fin de la
pena consiste en impedir al reo causar nuevos daños a sus ciudadanos, y retraer a
los demás de la comisión de otros iguales. Recalca que las penas son las legítimas
consecuencias de los delitos. Nadie puede ser penado sin haber cometido un delito.
Y es lo mismo que establece el artículo 12 Derecho de Defensa, contenido en la
Constitución Política de la República de Guatemala, entonces el autor llega a la
terminación de que el fin de las penas es lograr que el individuo que cometió un
delito, no vuelva a cometerlo, y tratar que los ciudadanos no cometiesen delitos.

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13. DE LOS TESTIGOS

Lo que explica el autor en este capítulo es la última parte citada del capítulo anterior
pues el artículo 12 Derecho de Defensa, contenido en la Constitución Política de la
República de Guatemala, establece que nadie podrá ser condenado o privado de
sus derechos sin previos requerimientos, en cuando a lo condenado en el juicio
debe comprobarse que el ciudadano cometió el delito por el que se lo juzga. Se
comprueba con la presencia de pruebas y testigos que lo afirman. Resaltando que
cualquier persona con preciosismo puede ser testigo, es preciso que siempre haya
más de un testigo, porque si uno afirma y otro niega, que la credibilidad del testigo
depende del interés que tenga éste para decir o no la verdad, y que esa creencia,
pues, debe disminuirse en proporción del odio o de la amistad, o de las estrechas
relaciones que median entre el testigo y el acusado. Pero no hay nada concreto y
prevalece el concepto que todo hombre es inocente hasta que se demuestre lo
contrario, como establece el artículo 14 Presunción de Inocencia y Publicidad del
Proceso, contenido en la Constitución Política de la Republica de Guatemala.

14. INDICIOS Y FORMAS DE JUICIOS

El autor el autor señala en este capítulo que lo más conveniente es que los hombres
sean juzgados por sus iguales para evitar prejuicios, porque donde se trata de la
libertad y de lo fortuna de un ciudadano deben callar aquellas máximas que inspira
la desigualdad, sin que tenga lugar en el juicio la superioridad con que el hombre
afortunado mira al infeliz; establece un principio general para calcular la certidumbre
de un hecho, basado en la dependencia o independencia de las pruebas. Se
destaca la importancia de la certeza moral en las pruebas, que es más fácil de
reconocer que de definir con precisión.
Existen dos tipos de pruebas: las perfectas y las imperfectas. Las pruebas perfectas
son aquellas que con la muestra de una sola basta para determinar que el individuo
fue culpable. En cambio, las pruebas imperfectas son aquellas que no demuestran
con exactitud que el individuo fue culpable.

15. ACUSACIONES SECRETAS

En este capítulo hace hincapié que las acusaciones secretas no son más que
desordenes evidentes, y en muchos casos, admitidos como necesarios por la
flaqueza de la constitución.

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El texto plantea preguntas sobre la justificación de las acusaciones y penas secretas
en nombre de la salud pública, la seguridad y la conservación del gobierno. Se
cuestiona la idea de que un gobierno donde el líder y la opinión pública temen a
cada ciudadano pueda considerarse seguro y estable. Además, se argumenta que
la publicidad de los juicios es esencial para ejemplificar y prevenir delitos. En estos
casos debe prevalecer la veracidad de lo planteado en las acusaciones, caso
contrario el autor de la acusación secreta está cometiendo un hecho delictivo, pues
su testimonio no está fundamentado.

16. DE LA TORTURA

El apartado de la tortura representa un análisis importante sobre una práctica que,


en la actualidad es sumamente condenada y proscrita por lo menos a nivel de
legislación, dado que en la vida cotidiana se habla de su utilización en la
investigación y persecución del delito y en la búsqueda de los responsables de la
comisión del mismo. La tortura como práctica para obtener confesiones trasgrede
totalmente al principio jurídico de presunción de inocencia (Artículo 14 de la
C.P.R.G), el cual debe prevalecer siempre en todo estado que se desee llamar a sí
mismo Estado de Derecho.
El autor indica que un hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del
juez, ni la sociedad puede quitarle la pública protección sino cuando esté decidido
que ha violado los pactos bajo los que les fue concedida. La tortura misma se
ocasiona una infamia real a quien la padece; porque pone al reo en la disyuntiva de
elegir sufrir en momento presente hasta que se agoten los aplicadores de la tortura
sustraerse de la pena, o escoger parar el sufrimiento generado por los actos de
tortura y además tiene otra pena que la establecida por las leyes, y son inútiles los
tormentos porque es inútil la confesión del reo.
Respecto a la aplicación de ley penal destaca el autor la importancia de que todo
delito público sea castigado, es decir, no debe haber impunidad y manifiesta
Beccaria lo siguiente: Con ello nos recalca la idea de la existencia del principio de
presunción de inocencia y que con la tortura se viola totalmente este principio de
trascendencia en todo proceso de naturaleza penal. Claro está que en nuestra
opinión no solo se violenta con la tortura, sino también a través de otras medidas
que aun en la actualidad las autoridades estatales han adoptado y que constituyen
una regla general como lo es, por ejemplo, la prisión preventiva, la cual debería
darse solo de manera excepcional en algún delito que por el grave daño ocasionado

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al bien público y por la evidente peligrosidad de evasión de la acción de la justicia
de individuo acusado pueda haber, sin embargo, en la mayor parte de los
ordenamientos penales actúa la prisión preventiva.

17. DEL FÍSICO

El autor es claro en este punto pues expresa que anteriormente casi todas las penas
eran pecuniarias. El objeto de las penas era un litigio entre el fisco y el reo; un asunto
privado, más que público. El juez, era más que un protector de las leyes, un abogado
del fisco también llamados imparciales investigadores de la verdad. Cuando el reo
se declaraba culpable, automáticamente se declaraba deudor del fisco y el proceso
penal se centraba en resolver disputas civiles entre el fisco y el acusado. Pero todo
lo anteriormente descrito parte desde que la confesión del delito se convirtió en el
centro de los procedimientos penales, y para obtenerla, se utilizaba el tormento y la
tortura. El proceso penal se volvía ofensivo, y los indicios para la captura quedaban
a discreción del juez, lo que invertía la presunción de inocencia. La confesión se
consideraba una prueba convincente, pero las declaraciones extrajudiciales
tranquilas y sin tormento se consideraban insuficientes para condenar a alguien.

18. DE LOS JURAMENTOS

Beccaria explica que los juramentos que se le exigen al reo es una contradicción
entre las leyes y los sentimientos naturales del hombre. Se dice que es una
contradicción por que se le pide al reo que diga la verdad, cuando si dice la verdad
se declara culpable; y su único interés es mentir para tener posibilidades de ser
declarado inocente. Los juramentos obligan a ser mal cristiano al reo que miente. El
autor sostiene que los motivos religiosos que se contraponen al temor y al deseo de
preservar la propia vida son débiles, ya que están alejados de los sentidos y no
ofrecen una garantía efectiva de honestidad. Entonces el autor determina que los
juramentos son inútiles cuando se oponen a los instintos del hombre y la razón que
posee, porque esto no asegura que el reo este diciendo la verdad.

19. PRONTITUD DE LA PENA

En este capítulo el asume una postura donde manifiesta que un proceso debe durar
lo menos posible, para evitar que la conexión causa efecto se desvanezca por el
transcurso del tiempo que haya entre la comisión de la conducta constitutiva del
delito y la sanción aplicada, porque la demasía en distancia entre uno y otro haría

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perder la utilidad de la pena. Al pensamiento propio considero que el pensamiento
del autor es muy certero, pues en Guatemala la justicia es muy tardía en algunos
casos y no se le brinda la importancia suficiente, que realmente es un problema de
sobre cargo laboral de los tribunales de justicia.
Entonces se establece que la prontitud de las penas es más útil cuanto es menos la
distancia del tiempo que pasa entre la pena y el delito, tanto más fuerte y durable
en el ánimo la asociación de las dos ideas delito y pena de tal modo, que se
consideran el uno como causa, y la otra como efecto consiguiente y necesario.

20. VIOLENCIAS

En este capítulo el autor Beccaria, afirma que las mismas penas que son para todo
ciudadano deben también de aplicarse a los nobles, con lo anterior nos reafirma que
la pena debe ser igual tanto para un sector como para el otro, no puede distinguirse
la penalidad que las leyes por la condición social y ante la crítica señala sobre el
peligro de que las leyes permitan que los individuos sean tratados como meros
objetos en lugar de personas en ciertas circunstancias, lo que podría conducir a la
tiranía y a la explotación de los débiles por parte de los poderosos.

21. PENAS NOBLES

El autor resalta que debe prevalecer la igualdad en el sistema de justicia, incluso


para las personas nobles, cuyos privilegios a menudo están arraigados en las leyes
de las naciones. También cuestiona si la distinción hereditaria entre nobles y
plebeyos es realmente útil o necesaria en el gobierno, y si realmente limita los
excesos de ambos grupos o más bien crea desigualdades injustas.
Pero recordemos que todos los hombres son iguales ante la Ley. No podrá
establecerse discrimen alguno por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o
condición social, ni ideas políticas o religiosas. Tanto las leyes como el sistema de
instrucción pública encarnarán estos principios de esencial igualdad humana.

22. HURTOS
Beccaria distingue entre los hurtos donde media violencia y aquellos en los que se
consuman sin concurrir actos de violencia, esta distinción la realiza con la idea de
que las penas que se impongan en uno y otro caso, sean de diferente naturaleza y
amplitud, pues aquellos hurtos que no tienen unida violencia, deberían ser
castigados con pena pecuniaria. El autor realiza respecto a los hombres que
cometen los delitos de hurto, de aplicar sanción de tipo pecuniario al hombre que
cometa hurto sin violencia y con motivo de la reflexión citada, intercambia ésta por

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una pena de naturaleza servil, es decir, plantea una esclavitud de carácter temporal
con la idea pues de no empobrecer más al pobre y enriquecer más a los malvados
otorgando así un castigo que de la forma en que el autor la manifiesta debe
considerarse justa.
Ahora bien, Beccaria propone que para los hurtos que en su comisión conllevan
violencia, la pena debe consistir en una pena de carácter corporal y una servil, a
decir del autor cuando el hurto este mixto con violencia, la pena debe ser igualmente
un mixto de corporal y despreciable.

23. INFAMIA

Para el autor Beccaria la infamia es una señal de desaprobación pública, que priva
al reo de los votos públicos, de la confianza de la patria, y de aquella como
fraternidad que la sociedad inspira. Asimismo, Beccaria no recomienda para los
delitos contra el honor o respecto de las injurias el establecimiento de penas
corporales, ya que la mejor pena es la exposición al ridículo y la infamia, entonces
india que esto se debe de aplicar al que turba la tranquilidad pública, el que no
obedece a las leyes, esto es, a las condiciones con que los hombres se sufren y se
defienden recíprocamente, debe ser excluido de la sociedad. Manifiesta en
consecuencia, que los gobiernos sabios no admiten en su entorno del trabajo e
industria el ocio político, entendido éste como el individuo que no contribuye algo
positivo a la sociedad.

24. OCIOSOS

Este capitulo va entre lazado con el anterior pues argumenta que aquellos que
perturban la tranquilidad pública y no obedecen las leyes, es decir, las condiciones
bajo las cuales las personas coexisten y se protegen mutuamente, deben ser
excluidos de la sociedad, es decir, desterrados. Se refiere a este tipo de personas
como "ociosos políticos" que no contribuyen a la sociedad ni con trabajo ni con
riquezas y que disfrutan de su posición sin perder nada. No es ocioso aquel que se
hizo rico trabajando, ni aquel que goza de la riqueza de sus antepasados.

25. DESTIERROS Y CONFISCACIONES

Los destierros y confiscaciones se refieren cuando persona desterrada de la


sociedad debe ser privada de sus bienes, Beccaria argumenta que la pérdida de
bienes es una pena más severa que el destierro en sí mismo, por lo que debe haber

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casos en los que se confisquen los bienes de una persona y otros en los que no.
Entonces sugiere que la confiscación de todos los bienes debería aplicarse cuando
el destierro implica la anulación de todas las relaciones entre la sociedad y el
ciudadano reo, ya que, en ese caso, el ciudadano prácticamente deja de existir en
el cuerpo político.
En resumen, este capítulo se explica que todo aquel ciudadano que turbase la
tranquilidad pública debe ser proscripto de la sociedad. Los ciudadanos proscriptos
de la sociedad pueden perder sus bienes, o parte de ellos. Es importante recalcar
que existen casos en los que se impone la perdida de todos o parte de los bienes
del individuo, por la gravedad del delito cometido; y hay casos en los que el individuo
no puede ser privado de sus bienes. La pérdida de todos los bienes se produce
cuando la proscripción impuesta por la ley anula todas las relaciones que existen
entre la sociedad y de la persona sujeta a un proceso jurídico.

26. DEL ESPÍRITU DE LA FAMILIA

El autor en este capítulo trata de explicar que, si una asociación está hecha por
familias, serán hombres los padres de familia, y esclavos la esposa y los hijos. En
cambio, si la asociación es de hombres, serán todos ciudadanos. En la construcción
de las sociedades es importante destacar que Beccaria recalca la trascendencia de
determinar si es unión de hombres o de familias, lo anterior porque de ahí se sabrá
si es un régimen monárquico.

27. DULZURA DE LA PENAS

Realmente este capítulo es claro en explicar que el fin de las penas no es torturar al
individuo que cometa un delito. Tampoco es deshacer un delito, ya que eso es
imposible. Simplemente, el fin de las penas, es impedir al reo a cometer nuevos
delitos, y tratar de que ningún ciudadano cometa esos delitos; por ese motivo son
penados. La forma de penar a un reo debe ser aquella que produzca la impresión
más eficaz y duradera sobre los ánimos de los hombres, de modo que no cometan
los delitos; no debe ser penado un reo con una tortura. En Guatemala prevalecen
los artículos 14,15,17, 19 de la C.P.R.G.

28. DE LA PENA DE MUERTE

En este capítulo el autor cuestiona la utilidad y justicia de la pena de muerte en un


gobierno bien organizado. Pues sostiene que ninguna persona tiene el derecho de
quitarle la vida a otra, ni siquiera en nombre de la soberanía y las leyes. Realmente

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la pena de muerte no es un derecho; sino es como si se tratase de una guerra de la
Nación contra el ciudadano penado, ya que se busca su destrucción. Por lo general,
con la pena de muerte se utiliza cuando un ciudadano, aun estando privado de la
libertad, tiene todavía tales relaciones y tal poder que podría seguir perjudicando a
la Nación. En algunos estados de Estados Unidos está permitida la pena de muerte.
Pero no es así en nuestro país, ya que lo demuestra nuestra C.P.R.G. en su articulo
18 referido a la Pena de Muerte.

29. DE LA PRISIÓN

En este capítulo, el autor explica que la prisión es una pena que debe estar antes a
la declaración del delito, pero sólo la ley determina los casos en que un hombre es
merecedor de la pena. La cárcel es un lugar donde un reo debe cumplir con su pena
por haber cometido un delito, pero no puede ser torturado ni castigado ahi dentro,
como explica el artículo 19 de la C.P.R.G.

30. PROCESOS Y PRESCRIPCIONES

En este capítulo se explica que una vez conocidas las pruebas es necesario
conceder al reo un tiempo y los medios oportunos para que este se justifique. Pero
ese tiempo debe ser breve, de modo que no perjudique a la prontitud de la pena.
Pero propone que un acusado que haya sido liberado por falta de pruebas debe
regresar a prisión y someterse a nuevos exámenes si surgen nuevos indicios
señalados por la ley, hasta que haya pasado el tiempo establecido para la
prescripción de su delito. Existen dos tipos de delitos: los atroces (en los que debe
disminuirse el tiempo de la investigación y aumentarse el tiempo de la prescripción),
y los menores (debe aumentarse el tiempo de la investigación y disminuirse el de la
prescripción).

31. DELITOS DE PRUEBA DIFÍCIL

En este capítulo el autor explica que hay delitos en los que pareciese que las leyes
y el juez tuviesen interés en probar el delito. Hay algunos delitos, que al mismo
tiempo son frecuentes en la sociedad, y de prueba difícil; como el adulterio, la
pederastia, y el infanticidio. También aborda la complejidad de los delitos de prueba
difícil, como el adulterio y la pederastia, señalando que su probabilidad de
ocurrencia es menor. Argumenta que las leyes y los jueces no deberían estar
interesados en simplemente probar el delito, sino en descubrir la verdad, para evitar
condenar a inocentes. Finaliza este capítulo estableciendo que la pena de un delito

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no puede considerarse justa cuando la ley no ha tomado todas las medidas posibles
para prevenirlo en las circunstancias del consorcio.

32. SUICIDIO

El autor explica que el suicidio es un delito que no puede admitir una pena
propiamente dicha: ya que, si se quisiera castigar a alguien, tendría que penarse o
a un inocente o al difunto, algo ilógico. Sería inútil penar al suicidio, ya que sólo
podría penarse al individuo una vez fallecido. Sugiere que el gobierno debería
centrarse en aumentar el bienestar relativo de los ciudadanos para retenerlos en el
país, en lugar de depender del temor como medio de retención. Sostiene que la
prosperidad y la libertad, limitadas solo por las leyes, son los pilares fundamentales
de la felicidad en una sociedad.
33. CONTRABANDOS

En este capítulo, Beccaria explica que el contrabando es un delito que ofende al


soberano y a la Nación; pero su pena no debe ser infamante, ya que no causa
infamia en la opinión pública. El contrabando nace de la ley misma, ya que, al
aumentar los impuestos aduaneros, aumenta la tentación de realizar el
contrabando. Si los impuestos aduaneros fueran pequeños, seguramente habría
menos contrabando, ya que los ciudadanos no se arriesgarían tanto como si los
impuestos aduaneros fueran altos.

34. DE LOS DEUDORES

En este capítulo se explica que hay dos tipos de deudores en quiebra; el quebrado
doloso, y el quebrado inocente. El quebrado doloso debe ser castigado con la misma
pena que le corresponde a un falsificador de moneda. En cambio, el quebrado
inocente no, ya que no tiene intención de cometer un delito.

35. ASILO

En este capítulo el autor trata sobre los asilos. Las fuerzas de las leyes deben estar
pegadas a cada ciudadano; y no debe existir ningún lugar independiente de las
leyes dentro de la frontera de un país. De los asilos salieron grandes revoluciones
en los estados y en las opiniones de los hombres.
Esto puede deberse a que en los asilos no hay leyes que mandan, por lo que
pueden formarse leyes nuevas y opuestas a las comunes. Sugiere que esta cuestión
no puede ser resuelta definitivamente hasta que las leyes sean más acordes con

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las necesidades de la humanidad, las penas sean más benignas y se elimine la
arbitrariedad y la influencia de la opinión pública.

36. DE LA TALLA

Este capítulo trata sobre si es bueno o no recompensar a aquel ciudadano que


atrape a un reo. Si el reo se encuentra en otra Nación, el soberano estimula a los
ciudadanos a cometer un delito, ya que se están metiendo en territorio ajeno. Si el
reo se encuentra dentro de la Nación, se demuestra la propia debilidad.
En contraposición, las leyes que premian la traición y fomentan una especie de
guerra encubierta socavan esta unión necesaria entre moral y política, que el autor
considera crucial para la felicidad de las personas, la paz entre las naciones y la
creación de un periodo más extenso de tranquilidad en medio de las adversidades
que rodean al mundo.

37. ATENTADOS, CÓMPLICES, IMPUNIDAD

Este capítulo explica que, si bien las leyes no castigan la intención, los delitos que
comienzan con alguna acción que manifiesta la voluntad de hacerlo también merece
ser penado: pero este último debe recibir una pena menor que el anterior. Cuando
hay varios cómplices de un delito, el ejecutor sufrirá la mayor pena, y los cómplices
serán castigados con una pena menor a la del ejecutor.
El autor plantea la idea de una ley general que prometa impunidad a cualquier
cómplice que revele un delito, en lugar de una declaración especial en un caso
particular. Considera que esto evitaría las complicidades basadas en el temor mutuo
entre los cómplices y no haría audaces a los malhechores, ya que verían que su
ayuda puede ser solicitada en casos específicos.

38. INTERROGACIONES SUGESTIVAS Y DEPOSICIONES

En este capítulo se explica que las interrogaciones sugestivas son aquellas que se
le realizan al reo y sugieren una respuesta inmediata. Estas interrogaciones no
deben ir al centro del hecho directamente, sino que deben ser indirectas. Sostiene
que aquel que se niegue a responder preguntas durante el examen merece una
pena establecida por las leyes como ejemplo para evitar eludir la necesidad de
rendir cuentas ante el público.
Sin embargo, señala que esta pena no es necesaria cuando existen pruebas
irrefutables de la culpabilidad del acusado, lo cual es el caso más común en la

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mayoría de los procesos, ya que los acusados tienden a negar los cargos en su
contra.

39. DE UN GÉNERO PARTICULAR DE DELITOS

El autor argumenta que la uniformidad de pensamiento en un estado es esencial


para el bien público, a pesar de las diferencias sutiles en opiniones. Sostiene que
algunas opiniones, aunque inicialmente discordantes, eventualmente se aclaran
mediante el debate y la confrontación, mientras que las falsas caen en el olvido.
Afirma que, a pesar de que el uso de la fuerza puede parecer odioso, a veces es
necesario para mantener el orden y la autoridad, especialmente cuando respaldado
por una autoridad reconocida. En este capítulo se explica que anteriormente había
un género de delitos que cubrió de sangre humana a Europa.

40. FALSAS IDEAS DE UTILIDAD

El autor, en este capítulo explica que una fuente de errores y de injusticias son las
falsas ideas de utilidad que se forman los legisladores. Falsa idea de utilidad es
aquella que querría dar a una muchedumbre de seres sensibles la simetria y el
orden que sufre la materia brutal e inanimada. el autor critica las leyes que buscan
imponer una simetría y orden en la sociedad similar a la que se aplica a la materia
inanimada, descuidando los motivos presentes que tienen un impacto más
significativo en las personas. También menciona que las leyes que sacrifican el bien
común en favor del bien de unos pocos particulares son una falsa idea de utilidad.
Finalmente, el autor argumenta que, en el estado de sociedad, las personas a veces
son impulsadas por malas leyes a perjudicar a otros sin beneficiarse a sí mismos
directamente. Señala que el temor, cuando es más público y afecta a un mayor
número de personas, puede llevar a individuos imprudentes o desesperados a
recurrir a la violencia para satisfacer sus objetivos, generando un ciclo de conflictos
y venganzas.

41. CÓMO SE EVITAN LOS DELITOS

Se explica que el fin de toda buena legislación no es castigar los delitos. Sino
evitarlos y que no hiciera falta castigarlos. Por cada motivo que lleva a los hombres
a cometer un verdadero delito, hay mil que nos llevan a cometer acciones
indiferentes que son definidas como delitos por las malas legislaciones. Un buen
método de prevenir los delitos es el de interesar a la corporación de los ejecutores
de las leyes más en la observancia de estas que en su corrupción. Otro método es

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el de recompensar la virtud, de modo que el ciudadano sienta que no sólo cumple
para ser castigado, sino para ser premiado. El mejor método es el de perfeccionar
la educación.

42. DE LAS CIENCIAS

Este capítulo explica que los progresos en las ciencias, facilitando las
comparaciones de los objetos, contraponen muchos sentimientos los unos a los
otros. El autor argumenta que el progreso en las ciencias compara y modifica
diferentes perspectivas y sentimientos, lo que facilita la convivencia pacífica de
diversas opiniones. En una sociedad ilustrada, la ignorancia calumniosa se silencia
y la autoridad se ve respaldada por la razón. Además, destaca que las leyes bien
formuladas, que limitan la libertad de hacer daño a otros, son motivo de gratitud
hacia el trono y el monarca.

43. MAGISTRADOS

En este capítulo sugiere que otro medio para prevenir delitos es asegurarse de que
el cuerpo encargado de aplicar las leyes esté más comprometido con su
cumplimiento que con su corrupción. Esto se logra aumentando el número de
miembros en el cuerpo ejecutor, ya que así se reduce la probabilidad de sobornos
o influencias indebidas entre ellos.
Además, al tener una porción menor de poder, cada individuo estará menos
inclinado a abusar de su autoridad en comparación con el riesgo que enfrenta por
cometer un atentado contra las leyes.
En conclusión, se explica que otro buen método de evitar los delitos es interesar al
consejo (ejecutor de las leyes) más a su observancia que a su corrupción. Mientras
la compongan más cantidad de miembros, mejor funcionará. Ya que será más difícil
la usurpación sobre las leyes, porque los miembros se controlarán entre ellos.

44. RECOMPENSAS

Beccaria sugiere que otro método para prevenir delitos es incentivar la virtud
mediante recompensas. Señala que en la legislación actual de todas las naciones
existe un silencio general en torno a este tema. Sin embargo, compara esta idea
con el reconocimiento que las Academias otorgan a los descubridores de verdades
beneficiosas, lo cual ha llevado a un aumento en el conocimiento y la producción de
buenos libros. Por lo tanto, el autor plantea que si los gobernantes distribuyen

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premios a quienes actúan de manera virtuosa, esto también podría aumentar la
incidencia de acciones virtuosas.

45. EDUCACIÓN

El autor, en este capítulo explica que otro medio de evitar los delitos, es
recompensando la virtud. Esa recompensa estimularía a los ciudadanos a dejar de
cometer delitos y a su vez se implementa una mejor educación, recordando que la
educación es un derecho humano, un importante motor del desarrollo y uno de los
instrumentos más eficaces para reducir la pobreza y mejorar la salud, y lograr la
igualdad de género, la paz y la estabilidad. Fundamento legal; articulo setenta y
uno Derecho a la Educación, de la Constitución Política de la Republica de
Guatemala.

46. DEL PERDÓN

En este penúltimo capitulo el autor establece que las legislaciones de los diversos
Estados debería de regirse bajo una serie de principios, dejando a un lado los
intereses individuales y dándole más atención a la necesidad de la nación, es
importante que prevalezca el bien común y es por ello que el legislador debe diseñar
leyes que promuevan el interés general a partir de los intereses individuales,
evitando así la necesidad constante de legislar de manera parcial y recurrir a
medidas de emergencia si el caso se diera, todo esto basándose siempre en la
legalidad y lo legitimo.

47. CONCLUSIÓN

Para Beccaria el interés que debe prevalecer siempre en la materia de los delitos y
las penas, es el interés público, por este argumento, desde nuestra opinión en
algunas de sus líneas pone en duda la validez del perdón del ofendido o de la
víctima, pues no debe dejarse a un particular la facultad de evitar que se repare el
daño público, porque en la comisión de un delito no sólo se atenta en lo individual
sino también se daña el orden social, el cual debe salvaguardarse y la única manera
de hacerlo es a través de la proscripción de la impunidad: Que cada delito reciba su
pena, que cada infractor sea sancionado

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CONCLUSIONES

• Considero de suma importancia el estudio de esta obra pues es una buena


bese para establecer los conocimientos del Derecho Penal, su análisis nos
lleva hasta los sentimientos de hace dos siglos, y cómo esta colectividad de
sentires da como producto final a la ley, los derechos y las penas, viéndolo
entonces como un fenómeno social.

• Para el autor Beccaria la pena será siempre la sanción que el delincuente


reciba del juez, la cual deberá ser justa y con la finalidad de evitar que se
repita el delito, y como ejemplo para la misma sociedad; y que principalmente
debe ofrecer buscar la readaptación en la sociedad tras su separación.

• Beccaria nos habla de 1764, pero puede llegarse a pensar que habla de este
año y de este país, pues también tenemos problemas de injusticia, violación
de garantías individuales, problema e inconformidad con el gobierno, la
desigualdad de clases socio-económicas, entre otras.

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GLOSARIO

1. Agravar: Hacer el estado de una persona o de una cosa más grave, molesto
o preocupante de lo que era.
2. Hurtos: Un hurto consiste en la sustracción de un bien ajeno sin emplear
violencia, fuerza o intimidación.
3. Plebeyos: De la plebe o que tiene relación con esta clase social.
4. Despotismo: Gobierno absoluto, no limitado por las leyes.
5. Monarquías: Forma de gobierno en la que la jefatura del Estado reside en
una persona, un rey o una reina, cargo habitualmente vitalicio al que se
accede por derecho y de forma hereditaria.
6. Anarquías: Ausencia total de estructura gubernamental en un Estado.
7. Extirpar: Acabar del todo con algo, de modo que cese de existir.
8. Derechos Humanos: Libertades fundamentales inherentes a todos los seres
humanos.
9. Prevención del Delito: Estrategias para evitar la comisión de crímenes.
10. Impunidad: Falta de castigo o consecuencias legales por un delito.
11. Legislación: Conjunto de leyes y regulaciones de un país.
12. Legalidad: Principio de que todas las acciones están reguladas por leyes.
13. Derecho Natural: Principios morales y éticos inherentes a la naturaleza
humana.
14. Rehabilitación: Proceso de reintegrar a un delincuente a la sociedad.
15. Derecho Positivo: Conjunto de leyes establecidas por un gobierno.
16. Sistema Penitenciario: Conjunto de instituciones y reglas para la detención
de delincuentes.
17. Discriminación Racial: Trato injusto basado en la raza de una persona.
18. Culpabilidad: Responsabilidad por un delito cometido.
19. Reinserción Social: Proceso para que un exdelincuente se reintegre a la
sociedad.
20. Arbitrariedad: Acción basada en voluntad o capricho sin justificación.

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21. Retribución: Castigo como respuesta proporcional al delito.
22. Precaver: Prevenir un daño, peligro o riesgo, para protegerse de él y evitarlo.
23. Tiranía: Forma de gobierno en la que el gobernante tiene un poder total o
absoluto, no limitado por unas leyes, especialmente cuando lo obtiene por
medios ilícitos, y abusa de él.
24. Infamia: Acción malvada y vil.
25. Destierro: Pena que consiste en expulsar o hacer abandonar a una persona
su país o el lugar donde vive, normalmente por motivos políticos
26. Vejaciones: Maltrato o humillación.
27. Mártir: Muerte o sufrimientos que se padecen por creer en una doctrina y
defenderla, especialmente si esta es religiosa.
28. Repercusión: Influencia de determinada cosa en un asunto o efecto que
causa en él.
29. Distinción: Acción de distinguir o distinguirse.
30. Criminalidad Organizada: Delitos cometidos por grupos con estructuras
jerárquicas.
31. Reincidencia: Comisión de un nuevo delito por parte de un exdelincuente.
32. Resarcimiento: Compensación a la víctima por daño o pérdida
33. Repute: Considerar que alguien o algo es determinada cosa.
34. Extrínseca: Que es adquirido o superpuesto a la naturaleza propia de algo
35. Servil: Que muestra una actitud exageradamente humilde y servicial ante los
superiores o poderosos, generalmente para obtener un beneficio.
36. Ocio: tiempo libre que se dedica a actividades que no son ni trabajo ni tareas
domésticas esenciales, y pueden ser recreativas
37. Inefabilidad: Que no tiene la posibilidad de equivocarse, errar ni fallar; que
nunca tiene fallas ni errores.
38. Severidad: Rigor excesivo al juzgar las faltas y debilidades de los demás o
las propias.
39. Impunidad: Circunstancia de no recibir castigo un delito o un delincuente.

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40. Confines: Línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno, una
región, un país, etc., y lo separa de otros; especialmente si estos límites están
muy lejanos.
41. Soberano: Que tiene el máximo poder o autoridad sobre algo.
42. Infamante: Que es motivo de infamia o vergüenza.
43. Índole: Carácter o condición natural propia de cada persona, que la distingue
de los demás.
44. Gabela: Tributo, impuesto o contribución no determinada.
45. Fraudulento: Que implica o conlleva fraude.
46. Inextinguibles: Que no puede ser extinguido o eliminado.
47. Flaqueza: Debilidad o falta de vigor, fuerza o resistencia.
48. Inefable: Que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras,
generalmente por tener cualidades excelsas o por ser muy sutil o difuso.
49. Incrédulo: Que no cree con facilidad en las cosas que no ve o que no se han
probado como evidentes, aunque estén aceptadas o consensuadas por la
mayoría
50. Crédulo: Que se cree con facilidad lo que otros dicen.
51. Pacto: Acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir una
serie de condiciones.
52. Anteponer: Poner una cosa delante o antes de otra, en un determinado
orden.

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