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Líder del proyecto republicano en el Consejo Constitucional:

Las muchas caras de Luis Silva

Para la tele, un Opus Dei bonachón; para los consejeros oficialistas, un extremista insufrible;
para los republicanos, un ejemplo de virtud y disciplina; para los comisionados expertos, un
liderazgo débil y liviano de contenido; para Andrés Chadwick, un exalumno al que busca
potenciar en política; para Kast, un discípulo. Aquí, un perfil de uno de los líderes del Consejo
Constitucional. Qué pasa cuando un miembro de la élite social, religiosa y académica salta
de su burbuja al mundo real y se convierte en el brazo político de un proyecto ideológico que
teje redes con la ultraderecha global.

Por: Felipe González Mac-Conell

18 de mayo del 2022. Han pasado cinco meses desde que perdió la elección presidencial
contra Gabriel Boric y el líder de extrema derecha, José Antonio Kast, toma un vuelo de
Santiago a Madrid.

Está horrorizado, escandalizado. Tras despegar, ve por la ventana cómo deja un país cuyo
gobierno se apresta a destruir el poder establecido y la democracia. Al menos así lo dice a la
prensa española. El escenario “desolador” lo llena de bríos para la cruzada que está
comenzando, que no apunta a una mera elección o plebiscito. No, quiere ir mucho más lejos:
busca disputar la batalla cultural.

En Madrid lo recibe un discípulo que había partido semanas antes desde Chile y había
preparado el terreno para la llegada del maestro coordinando reuniones con la ultraderecha
española, concentrada en VOX y la fundación Disenso, asociada al Partido Republicano. El
abogado Luis Alejandro Silva Irarrázaval, entonces en un sabático académico en España,
abraza a Kast cuando lo ve.
Luis Silva comenzaba a consolidarse como líder del proyecto republicano.

***

En ese mes de mayo de 2022, Silva recién había renunciado a la Universidad de los Andes,
ligada al Opus Dei, tras diecinueve años de docencia y luego de ocupar altos cargos en la
institución, como el de vicerrector de Investigación y Postgrado. Había llegado a la
conclusión de que el perfil academicista de la universidad -abundante en columnistas del
cuerpo D pero no en políticos de papeletas- no calzaba con sus intereses, que apuntaban a
hacerse un nombre de peso en la fauna del poder.

Tras negociar su salida, hizo uso de seis meses sabáticos que había postergado para competir
por un escaño en la Cámara el 2021, sin éxito. En España, instalado en una casa de La
Obra para numerarios, escribió un libro sobre la igualdad y su fetichización.

De paseo con Kast por Europa coordinando encuentros entre políticos de extrema derecha,
todo cuajó. Comenzó a militar en el Partido Republicano y a preparar su entrada triunfal en
la plaza local.

Después del encuentro con Silva, a Kast se le unió una comitiva republicana que incluía a
parlamentarios, al entonces senador y presidente del partido, Rojo Edwards, al ideólogo del
proyecto, mano derecha de José Antonio y controvertido columnista, Cristián Valenzuela, y
al actual consejero constitucional, Sebastián Figueroa.

El grupo, estandarte chileno de las ideas republicanas en la batalla cultural ya desatada, visitó
Hungría. Fue en el contexto de una gira que incluyó reuniones con la presidenta, la
ultraderechista Katalin Novák, y el foro conservador Political Network for Values,
que actualmente preside Kast.

“En el resto del mundo todos estudian cómo evitar la ultraderecha. Hungría, Polonia y otros
casos se conocen como derivas iliberales o autoritarias en las democracias constitucionales.
¡Y estos tipos fueron a ver cómo hacer eso acá!”, dice un comisionado experto en condición
de anonimato.

***

Octubre de 2023. En los jardines del ex Congreso de Santiago, Luis Silva se pasea cargando
a cuestas los 707.072 sufragios que lo convirtieron en el consejero más votado del país. Su
postura impecable, erguida; su peinado, rígido, calculado; su pinta, siempre de terno y
corbatas recelosas a toda costa de la sobriedad; su tono de voz, sobre articulado, profundo y
con la “ese” arrastrada, casi, a lo Marcela Cubillos. Su estampa da cuenta de una disciplina
casi monacal moldeada por años en las frías aulas de la academia y en casas del Opus, donde
vive junto con otros numerarios.

Algo de esta impronta puede notarse en la ya clásica entrevista que le hizo la cineasta Marcela
Said para el documental El Opus Dei en Chile: Una cruzada silenciosa.

Entre los patios de la Casa Central de la Universidad Católica, luego de hacer una reverencia
en una capilla, un joven, delgado, nervioso y levemente arrogante Luis Alejandro Silva
asegura: “uno podría pensar que hay un afán (en los adherentes al Opus) de conquistar el
mundo, pero eso es solamente la consecuencia de querer hacer un trabajo bien hecho para
dios”.

Ahí también fijó algunas de sus líneas ideológicas.

–¿Por qué te quieres dedicar a la política? –le pregunta la cineasta.

Luis Silva sonríe, mueve ansiosamente la cabeza y responde que quiere cambiar las
consciencias: “Encuentro que somos muy estatistas y lo esperamos todo del Estado, aunque
nos entregue poco”. También dice que le gustaría influir en las leyes “para que sean acorde
con la moral”.

***
En el ex Congreso habitan dos Luis Silva, acusan consejeros. Uno para las entrevistas de la
tele y otro para las intervenciones en sesiones, uno que dice estar abierto al diálogo, a las
otras voces, y que después llama a inhabilitar al legislador en materia de provisión de
derechos sociales; uno que, como dice un consejero de izquierda, anda de bonachón ante las
cámaras, pero que luego asume posturas duras, estrictas.

—¡La misma mañana que puede hacer un llamamiento al acuerdo se despacha en sesiones o
reuniones dos o tres afirmaciones en las que es mejor pararse e irse!

Las distintas visiones que se tienen de Silva al interior del edificio blanco neoclásico son
síntoma de los mundos disímiles, acaso inconciliables que en él habitan. Para sus
correligionarios, en tanto, es un personaje ejemplar, con gran capacidad intelectual, buen
formador de dirigentes, con habilidades comunicacionales, aunque un poco ingenuo. Por esto
último, acusan en la bancada republicana, se ha despachado loas a Pinochet y frases
impositivas a lo Stingo.

—Más que polémico, Luis es un gallo muy transparente. Es muy espontáneo cuando está en
una conversación, entra muy rápido en confianza y ¡nunca ve la mala fe en alguna pregunta
que le hacen!

Hay quienes, por el lado del oficialismo, ven que no ha llevado la conducción intelectual y
política que de él se esperaba.

—No es para nada lo que se creía, que iba a ser como un articulador político o alguien que
dote de contenido al debate. Tiene harta prensa, pero en la mesa, quien lleva las negociaciones
es [Jorge] Barrera.

—Es alguien sin grandes luces. Es un extremista.

Entre las trayectorias que merodean en el ex Congreso, hay académicos y académicas que lo
conocen desde sus años de esplendor en la Universidad de los Andes, cuando lejos de ser “el
profe Silva” gustaba ser conocido como Luis Alejandro, mientras que hacía gala de su linaje
aristócrata cada vez que firmaba: Silva Irarrázaval.

Y es que, según relata la periodista María Olivia Mönckeberg en la última reedición de su


clásico El imperio del Opus Dei (Debate, 2023), la familia materna de Silva, de origen vasco
e históricamente latifundista, es una de las “más aristocráticas familias tradicionales de
Chile”.

No obstante, pese a las etiquetas, dichos académicos recuerdan a un joven profesor de


derecho constitucional que, si bien era conservador, no llamaba la atención por defender
posturas duras, ni por actitudes poco dialogantes.

—Era simpático, piola, más bien tímido y llamaba la atención porque no era tan conservador
como el resto de los profesores de la de los Andes.

—¿Y ahora?

—En el consejo ya es un político cien por ciento. Cambió mucho, era como una persona que
hacía preguntas, pero ahora tiene ese tono más impositivo y puntudo –dice una fuente.

—Lo veo un poco más empoderado que cuando yo lo conocí en el mundo académico. Incluso,
ha sido prepotente, sobre todo con mujeres –plantea otra.

Entre las y los consejeros ejemplifican esto diciendo que Silva tendería a ser más puntudo en
discusiones con mujeres, o que en sesiones suele referirse a los hombres anteponiendo el
grado académico, seguido del apellido, mientras que a las consejeras las trata por sus nombres
de pila o sus apodos.

—O sea, siempre supe que era conservador, ¡pero nunca pensé que era tan ultra! –concluye
un tercer académico.

***
El olor a lacrimógena, picante, invasivo, desesperante, se colaba con facilidad hacia el
interior del auto. Las estaban tirando demasiado cerca. El humo tóxico y concentrado apenas
dejaba que se distinguiera el enfrentamiento que se libraba afuera. Gritos, disparos de
perdigones, insultos: que los pacos, que el violador eres tú, que las balas que nos tiraron van
a volver.

Era octubre de 2019 y Luis Silva, aterrorizado y enrabiado, miraba el panorama desde su
auto, sin poder salir de Plaza Italia. Ante sus ojos se desplegaba el estado de la naturaleza
que formuló Hobbes y que tanto había enseñado a lo largo de los años, dicen quienes lo
vieron entonces, bajo anonimato. La teoría se materializaba y lo que veía era una escena
grotesca, ruidosa y exagerada.

Silva Irarrázaval sintió, así como cuando tenía 21 años y se hizo numerario del Opus Dei, un
llamado. Ahora no de Yahvé, claro, si no de la responsabilidad, del deber, de la patria, que
pedía a gritos su defensa. El camino se mostraba claro a sus pies, y el primer paso fue levantar
una candidatura para la Convención Constitucional.

En ese, su debut electoral, obtuvo 4.947 votos. No resultó electo pero abrió el camino para
un segundo intento, esta vez a la Cámara y en cupo UDI. Obtuvo 8.121, tampoco fue electo.

La senda política de Silva se inicia tras la campaña presidencial del 2017. Encantado con el
líder republicano y entonces candidato a La Moneda, Luis Alejandro acudió a su tío, el ex
tesorero de la UDI, actual integrante del Tribunal Supremo del Partido Republicano y
aportante de la campaña presidencial de Kast, Alejandro Irarrázaval, para mostrar su
entusiasmo y ofrecer su ayuda al proyecto de extrema derecha en ciernes.

Su tío, aportante de Kast en la primera campaña presidencial, también colaboraba en esa


línea.

El dato fue entregado a Kast, quien por esos días buscaba a cuadros que integraran el
directorio del brazo político y social del movimiento que estaba fundando: Acción
Republicana. Bastó una entrevista entre ambos, y, como adivinando la futura relación entre
el maestro y el discípulo, Luis se convirtió en uno de los fundadores de la organización.

En Acción Republicana el abogado numerario dictó algunos cursos de formación para


dirigentes y así tuvo su primer contacto con realidades ajenas a su origen y a las aulas de las
universidades Católica, de los Andes y del Verbo Divino. El cambio que le significó el
vínculo con la ciudadanía es percibido también por sus correligionarios que hoy están dentro
del Consejo.

—Él estuvo mucho tiempo de su vida aislado del mundo real. Cuando lo conoce, le hace
harto sentido.

***

Las y los consejeros del oficialismo miran a la bancada republicana con recelo y distancia.
Con 22 de 50 escaños pueden hacer casi lo que quieran con el texto constitucional, y varios
han sido los que han denunciado que eso es, más o menos, lo que están haciendo.

—Es un grupo muy dogmático. Son prisioneros de sus dogmas y no han tenido la capacidad
de entender que una constitución democrática no puede ser escrita bajo una sola mirada —
dice el consejero PS, Alejandro Kohler.

—Es triste ver como algunos consejeros, como Luis Silva, cometen los mismos errores del
proceso pasado, que es esta suerte de arrogancia, y que es independiente de las distintas
ideologías —dice una consejera de izquierda.

—Son políticamente muy cerrados, no quieren conversar más allá del PS, y hasta por ahí
nomás. Políticamente han sido muy excluyentes —dice un comisionado experto de izquierda.

De esta forma, la bancada republicana junto a parte de Chile Vamos han logrado aprobar
enmiendas al anteproyecto de la comisión experta del tipo “la ley protege la vida de quien
está por nacer” (numeral 1 del Artículo 16), que enfermos terminales cumplan condena en
sus casas, lo que ha sido entendido como un perdonazo a los presos de Punta Peuco (Articulo
16 inciso 4), la expulsión “en el menor tiempo posible” de extranjeros que ingresen al país
de forma irregular y la disminución del número de diputados de 155 a 138. También han
logrado eliminar la paridad, al menos en una proporción de 60/40 por las siguientes dos
elecciones, y el pago de contribuciones a la primera vivienda. Medida, esta última, que ha
sido catalogada como populista por economistas de todo el espectro, incluidos ex ministros
de Piñera.

Desde la frustración que da la minoría, consejeros y comisionados oficialistas observan


detenidamente a la bancada republicana. Ahí, afirman, hay más división de la que se ve hacia
afuera del ex Congreso: por un lado, están los consejeros que nacieron, se criaron y viven en
la elite y, por el otro, un grupo de raigambre genuinamente popular.

Las y los consejeros republicanos que integran esta última facción apenas se notan. Guardan
estricto silencio en las sesiones y suelen tener las posturas más radicales de todo el consejo.

—¡Parecen muebles! —resume un comisionado de centro izquierda, a propósito de la


inacción de este grupo en el día a día en el ex Congreso.

Por el otro lado, en el grupo que algunos llaman “ilustrado” de republicanos se encuentran
los que serían los verdaderos liderazgos del sector: Antonio Barchiesi, Sebastián Figueroa,
Beatriz Hevia, el asesor Jorge Barrera, y, claro, Luis Silva.

Con este grupo interactúan principalmente los liderazgos de la cúpula republicana que se
encuentran, habitualmente, desplegados entre las sesiones, comisiones y el pleno, donde es
común ver al presidente de la tienda, el ex diputado Arturo Squella, a la ex convencional y
secretaria general del partido, Ruth Hurtado, y a Cristián Valenzuela.

Los elegidos son los únicos que tienen línea directa con José Antonio Kast, con quien están
permanentemente en comunicación. Al punto que algunos integrantes de la bancada
republicana lo identifican fuera de grabadora como “un consejero más”.
Pese a esta división, las y los consejeros oficialistas han quedado boquiabiertos al momento
de las votaciones: nunca hay ni un solo voto descolgado entre los republicanos. La disciplina
es total cuando de votar se trata.

***

Luego de renunciar a la Universidad de los Andes, Luis Alejandro Silva fue invitado por el
ex ministro del Interior de Sebastián Piñera y actual decano de la facultad de derecho de la
Universidad San Sebastián, Andrés Chadwick, para integrarse a esa casa de estudios.

Chadwick y Silva se conocen desde hace años, cuando el numerario fue alumno suyo de
derecho constitucional en la Universidad Católica, cátedra que el ex ministro impartía con
Marcela Cubillos y Hernán Larraín. Ahí surgió la admiración de Silva por el histórico UDI,
a quién acompañó como voluntario a hacer puerta a puerta por Rancagua para la senatorial
de 1998, donde resultó electo.

La nueva casa de estudios de Silva, ligada a la derecha, en los últimos años ha tenido como
profesores a numerosos ex ministros y políticos del sector, como Juan José Ossa, Marcela
Cubillos, Sebastián Sichel, Víctor Pérez, Gonzalo Arenas y el mismo Arturo Squella. Con
ese perfil, se presentó como la plataforma ideal para continuar su vida con un pie en la política
y otro en la academia.

Si bien es parte del plantel, Silva Irarrázaval aún no ha podido ejercer como docente en la
institución pero sí participar en un podcast que abarca materias constitucionales casi todos
los viernes junto a Marcela Cubillos y Gonzalo Arenas. Recién entre la primera semana de
octubre y enero comenzará a dictar clases en horario vespertino y a terminar el libro que
comenzó hace más de un año, cuando recibió, con un abrazo, a José Antonio Kast en España.

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