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Sería imposible que asimiláramos totalmente todos los textos que llegan a nuestras manos,
incluyendo los orales, por lo que es necesario condensar o resumir el contenido de éstos mediante
ciertas estrategias, con el fin de jerarquizar la información obtenida.
Esta jerarquización de la información se hará a través de tres niveles o planos de estudio como
son: la superestructura esquemática, la macroestructura semántica y la microestructura textual,
entendiendo éstas de la siguiente forma:
Para poder hacer explícito el tema global de un texto, se recurre a diversos procedimientos, el más
general, consiste en la elaboración de un resumen. Para esto, se necesita echar mano de las
llamadas microestructuras, es decir, de la estructura de las oraciones y de las relaciones de
coherencia y cohesión que entre ellas existen.
El tema de un texto, por lo tanto, se definirá en términos de proposiciones y dado que éstas forman
parte de la macroestructura, se les llamará macroproposiciones. Entonces, la unión
macroestructura y microestrructura, se da por la relación entre dos secuencias de proposiciones, a
la que Van Dijk llama "proyección semántica" (Van Dijk, 1993). Las reglas formuladas mediante
esta proyección semántica, se llaman macrorreglas, y volveremos a hablar de ellas más adelante.
Un texto, generalmente no tiene un solo tema, sino una secuencia de temas que se expresan en un
resumen del mismo, de acuerdo a esto, se obtienen varios niveles de macroestructuras, cada uno
de ellos, derivado de otro ya mencionado. Con base en lo anterior, podemos afirmar que el tema
del texto, es un término que no está definido para las proposiciones aisladas ni para las relaciones
que existen entre ellas, sino únicamente para secuencias enteras; por lo que el tema se definirá en
términos de las macroestructuras. Y una macroestructura, por tanto, será la representación
abstracta de la estructura global de significado de un texto.
Pero, ¿qué es una macroestructura? Este término es relativo, puesto que, designa una estructura
de tipo global que es relativa respecto de estructuras más específicas en otro nivel más bajo, así
que, lo que en un texto puede considerarse una microestructura, en otro sería una
macroestructura. Dado que existen distintos niveles posibles de la macroestructura en un texto,
cada nivel puede representar una macroestructura frente a un nivel inferior. De acuerdo con esto,
se le llamará macroestructura del texto a la macroestructura más general y global de un texto
completo mientras que determinadas partes del texto, pueden tener otras macroestructuras, las
cuales en este nivel general, pueden ser consideradas microestructuras. Con este esquema, se
obtendrá una estructura jerárquica posible de las macroestructuras en diferentes niveles.
Cada macroestructura por tanto, deberá cumplir las mismas condiciones para la coherencia y la
cohesión semánticas en cualquier nivel, sea macro o microestructural. En el caso de que esto no
se diera, un macronivel, no podría ser micronivel en otro texto.
Los textos, aparte de las macroestructuras, pueden poseer otro tipo de estructura; una estructura
esquemática llamada superestructura.
La superestructura es la forma global de un texto y las relaciones jerárquicas entre sus párrafos.
Esta estructura, se describe en términos de categorías y de reglas de formación. Las categorías
implican el orden en que el texto se presenta y las reglas, determinan ese orden. Con base en esto,
se les llama superestructuras a las estructuras globales que caracterizan el tipo de un texto, o sea,
una superestructura es un tipo de forma del texto, cuyo objetivo es el tema, el cual identificaremos
como macroestructura o lo que es lo mismo, el contenido del texto.
De forma general, una superestructura, será un tipo de esquema abstracto que establece el orden
global de un texto y que se compone de una serie de categorías cuyas posibilidades de
combinación se basan en reglas convencionales.
Las superestructuras y las macroestructuras tienen una propiedad común; no se definen con
relación a oraciones o secuencias aisladas de un texto, sino para el texto en su conjunto o para
determinados fragmentos de éste, por eso es que se habla de estructuras globales.
Las superestructuras no solo permiten reconocer la estructura más especial y global, sino que a la
vez determinan el orden global de las partes del texto, por lo que la propia superestructura debe
componerse de determinadas unidades de una categoría específica que están vinculadas con esas
partes del texto previamente ordenadas. Una superestructura se plasma en la estructura del texto,
es decir, que la superestructura es una especie de esquema al que el texto se adapta.
Una superestructura debe existir necesariamente en cada texto como ocurre con las
macroestructuras en un texto coherente, sin embargo, las macroestructuras semánticas son
indispensables para que se produzcan conexiones lineales entre oraciones y para la comprensión
del tema de un texto. Las macroestructuras semánticas como tales, no son convencionales, aún
cuando existan algunas limitaciones sobre lo que se puede o no decir en unos contextos
determinados. Las superestructuras, por el contrario se comportan a este respecto más bien como
estructuras sintácticas esto quiere decir que se basan en reglas convencionales y no
necesariamente todo tipo de texto posible tiene que estar convencionalizado en el nivel de las
superestructuras.
De acuerdo con este punto de vista, las superestructuras no serían una característica necesaria de
los textos puesto que, para una división global del texto puede servir el orden de las
macroestructuras ya que, para diferenciar entre los tipos de texto no sólo es necesario basarse en
las superestructuras sino también en el contenido, es decir en la macroestructura.
Es necesario que para la proyección semántica que vincula las proposiciones de las
microestructuras con las proposiciones de las macroestructuras se apliquen ciertas reglas. Para
simplificar estas reglas, serán llamadas macrorreglas y su función es la de transformar la
información semántica ya que pueden reducir una secuencia de varias proposiciones a una de
pocas proposiciones o bien de una sola proposición.
Cada línea de unión que se junta en una macroestructura de un nivel superior, representa una
macrorregla. Las macrorreglas son una reconstrucción de aquella parte de nuestra capacidad
lingüística con la que enlazamos significados convirtiéndolos en totalidades significativas más
grandes.
Las macrorreglas son, entonces, la reconstrucción formal de la "deducción" de un tema, con lo cual
el tema de un texto es exactamente lo mismo que a lo que se ha llamado macroestructura o una
parte de ella.
Además de que entiendan e interpreten relaciones de significado generales en los textos y de que
deduzcan uno o varios temas de un texto, los hablantes son capaces de hacer un resumen del
mismo, es decir, de producir otro texto que guarde relaciones muy especiales con el texto original
puesto que, reproduce brevemente su contenido. Aunque los diferentes hablantes aporten
diferentes resúmenes del mismo texto, siempre lo hacen basándose en las mismas reglas
generales y convencionales: las macrorreglas.
Las macrorreglas son las siguientes: suprimir, seleccionar, generalizar y construir o integrar. Las
dos primeras, son reglas de anulación y las dos últimas, son reglas de sustitución. Las cuatro
macrorreglas deben cumplir el principio denominado implicación semántica, esto quiere decir que
cada macroestructura obtenida mediante las macrorreglas, debe estar implicada semánticamente
en su conjunto por la serie de proposiciones a las que se aplica la regla. Así pues, una
macroestructura debe resultar, en cuanto a su contenido, de la microestructura o de otra
macroestructura inferior.
Aunque las macrorreglas tienen una naturaleza general y definen principios generales de reducción
de la información semántica, en la práctica no todo usuario de una lengua aplicará las reglas de la
misma forma, puesto que cada lector encontrará importantes o pertinentes diferentes aspectos del
mismo texto.
Las macrorreglas, pese a tener un carácter general como principios de organización y reducción
global de la información pueden aplicarse de diferente manera para distintos tipos de texto y en
distintos contextos pragmáticos. Lo que debe resultar una vez aplicadas las macrorreglas es una
proposición de acción y no una descripción de las circunstancias.
Cada persona, puede considerar diferentes informaciones como las más importantes o relevantes
en un texto, por lo que, cada lector o grupo de lectores asigna al texto una macroestructura
subjetiva, de acuerdo a su propia percepción, desde luego que estas macroestructuras subjetivas,
serán bastantes similares con el fin de garantizar la mutua comprensión. De hecho, el
hablante/redactor, empleará a menudo recursos convencionales como: palabras clave, oraciones
temáticas, resúmenes previos o – como en el caso de noticias- títulos y encabezados para
establecer al menos, alguna macroestructura intencionada. Esto es, porque, según nustros
conocimientos, creencias, opiniones o ideología, podemos asignar distintas macroestructuras al
mismo discurso periodístico.
Las macroestructuras representan la coherencia global del texto, especificando los antecedentes
respecto de los cuales podemos o debemos establecer la coherencia local y también tienen una
importante función cognitiva porque, permiten al lector comprender globalmente un texto, por lo
tanto, esta información dirigirá también la interpretación de las palabras y las oraciones de un texto.
El papel de las macroestructuras, no es sólo semántico o cognitivo, sino también comunicativo, de
interacción, y por lo tanto, social. Definen cuales son los asuntos más importantes de las
conversaciones, definen lo que las personas típicamente evocarán de las interacciones y del
discurso público y definen también aquello a lo que la gente prestará atención, lo que evaluará y
sobre lo que actuará.
Las macroestructuras deben cumplir las condiciones de coherencia global, a diferencia de las
secuencias de oraciones cuya coherencia es lineal. Por situarse en un plano lógico-semántico,
aportan una idea de la coherencia global y del significado del texto situada en un nivel superior que
el de las proposiciones por separado; su descripción debe hacerse en términos semánticos, no
sintácticos. De este modo, la macroestructura: E ordena a R cerrar la puerta, formulada en
términos semánticos de emisor-receptor, puede formularse en la estructura superficial mediante
distintas microestructuras:
En todo texto existe un tema central, la idea general, que se va desarrollando a través de las
distintas partes del texto, capítulos, párrafos, etc. Para que el texto tenga unidad, es necesario que
todo el contenido haga referencia al mismo tema, a la misma idea general; pero además, cada
parte desarrolla un aspecto parcial del mismo por lo que debe estar relacionado con él.
Según la información lógico-semántica se presente jerarquizada o no, se puede hablar de dos tipos
fundamentales de textos. En los dos casos, el texto ha de constituir el desarrollo de un tópico
discursivo, pero:
Las macroestructuras representan el nivel profundo de contenido semántico o forma lógica del
texto. Pero el texto nos llega formulado lingüísticamente en secuencias de oraciones que
constituyen la microestuctura. El paso de ésta a aquélla (macroestructura) es concebido como un
proceso de reducción de la información semántica al condensar una secuencia de proposiciones
en otra secuencia de menor número. El proceso que se produce cuando se descodifica un texto
interpretando su macroestructura (el contenido conceptual) a partir de la microestructura (la forma
lingüística) obedece según VAN DIJK a cuatro macrorreglas: omisión, selección, generalización y
construcción o integración. Permiten reconstruir el proceso deductivo que el receptor de un texto
tiene que llevar a cabo frecuentemente para reconstruir un tema no explícitamente expresado en
un texto. Las dos primeras son de anulación, selectivas, y las dos últimas de sustitución,
constructivas.
Las cuatro macrorreglas deben cumplir además el principio de “implicación semántica”, cada
macroestructura debe resultar de la microestructura a la que se aplica la regla. Además, cada
macroestructura debe cumplir las condiciones de conexión y coherencia que debe tener toda
proposición y por tanto no puede suprimirse cuando hace de presuposición de otra proposición del
mismo nivel.
Regla de omisión
Regla de selección
Regla de generalización
Proceso de sustitución de una serie de informaciones por otra nueva que globaliza a las anteriores.
Se asemeja mucho a la segunda regla, pero se diferencia en que la información se ve sustituida
por una nueva información que no es omitida ni seleccionada, sino que es implicada por el
conjunto. Se trata de una diferencia de perspectivas: si en la regla II se selecciona una proposición
que engloba a las demás, aquí se construye una. Esta regla globaliza en la macroestructura
informaciones de la microestructura.
SUPERESTRUCTURAS TEXTUALES
Pero el tema o el hecho no son suficientes para determinar que se trata de una narración, ya que
podríamos tener un texto que tratara de un robo que fuera un atestado policial o el informe de una
compañía de seguros, etc. El mismo contenido global da lugar a tipos de texto distintos. A las
características que hacen que un texto sea narración, argumentación o descripción, al esquema
general de la tipología textual es a lo que VAN DIJK llama superestructura. Son una especie de
esquema al que el texto se adapta, como podemos ver en la estructura de la noticia.
Independientemente del contenido (macroestructura), la noticia tiene un esquema general de título,
entradilla y cuerpo que constituye su superestructura y la caracteriza como tal noticia periodística,
tanto para el emisor como para el receptor.
En resumen, no es obligatoria la presencia de una superestructura, sino que esta queda reducida a
ciertos textos de estructura fuertemente codificada y socializada. Los formularios fijos, los
lenguajes rituales –litúrgicos, jurídicos, etc.- y otros textos fuertemente formalizados del lenguaje
administrativo se ajustan a un esquema general que constituye una verdadera superestructura.
A. El texto narrativo.
Nos referimos no sólo al texto literario, sino a las narraciones que se producen en la comunicación
cotidiana. LABOV define la narración como “un método de recapitulación de la experiencia pasada
adecuando una secuencia verbal de proposiciones a la secuencia de sucesos que (se supone)
ocurrieron realmente”. La estructura más frecuente en este tipo de texto es: introducción, nudo y
desenlace.
B. El texto argumentativo
Es otra de las superestructuras más conocidas: Tesis anterior, cadena de argumentos, conclusión,
nueva tesis. Se puede resumir en: Hipótesis y conclusión.
C. El texto expositivo.
D. El texto descriptivo.