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que las reglas y los recursos no sólo limitan el campo de lo posible, sino que
elemento imprescindible para hablar, para decir algo, para expresar una variedad de estados y
necesidades de los individuos.
2.2. Dos clásicos de las ciencias humanas: Max Weber y Michel Foucault
En esta unidad consideraremos la organización (o institución) escolar como una realidad social
que tiene una historia. Para comprender la lógica de
dos clásicos de las ciencias humanas. Uno es el sociólogo alemán Max Weber.
Ambos son clásicos en la materia. El primero es el teórico del modo de organización llamado
burocrático, que es el molde sobre el que sirve como matriz de las primeras organizaciones
escolares modernas. Michel Foucault es
Aunque ambos intelectuales vivieron y escribieron en épocas muy diferentes del desarrollo de
las sociedades capitalistas (Max Weber es un testigo del
mientras que Michel Foucault vive y trabaja en la Francia del apogeo del capitalismo de
posguerra) ambos son “analíticamente complementarios”. Los textos
que siguen se basan estrechamente en las obras clásicas de estos dos autores.
Las tesis y comentarios extraídos de Max Weber sobre el tipo de dominación racional-legal y su
forma más pura, el tipo burocrático, se justifican en la
medida en que aún hoy después de más de medio siglo de enunciadas, conservan toda su
actualidad. Hoy ya nadie discute la validez de la gran profecía weberiana:“el futuro es de la
burocratización”. Pero el problema de la burocracia
Max Weber. Por eso se justifica este retorno “a las fuentes”, más aún hoy cuando el tema de la
burocracia está presente en todos los debates que se desarrollan alrededor de los diagnósticos
que se efectúan sobre las organizaciones escolares contemporáneas.
ineficiente, rutinaria, pesada, llena de complicaciones inútiles, alienada y alienante, etc. hasta
el punto de convertir el adjetivo “burócrata” en un insulto. Esta
diversidad de usos, tanto en el terreno teórico ideológico como en el mero sentido común
necesita ser enfrentada con una estructura conceptual que al menos tenga el mérito de la
claridad conceptual. Consideramos que “volver” a
Además de lo anterior, lo que a nuestro parecer más justifica la lectura de estos autores es el
hecho de que ambos constituyen alternativas a ciertos enfoques
cuentas en forma integral del problema de las relaciones de dominación. En efecto, como
afirma el sociólogo francés Michel Crozier refiriéndose al racionalismo
y a la escuela de las relaciones humanas, “si se cree que se puede llegar a coordinar las
actividades humanas en el seno de una organización y a obtener el mínimo indispensable de
conformidad utilizando solamente los estímulos económicos (o ideológicos), es decir, se
pretende ignorar completamente el mundo de las relaciones humanas, no necesario tomar
de una manera más general, los fines de una organización y la satisfacción individual de sus
miembros, utilizando solamente un sistema ‘permisivo’ de dirección,
es tan necesario estudiar los problemas del poder como en el primer caso”.
Es decir que tampoco es una solución aceptable diluir el poder y reconstruirlo como
“liderazgo”, “estilo de dirección”, etc. como están inclinados a hacer los
Por otra parte, todas estas concepciones del “poder”, la “influencia”, el “control”, etc. suponen
en general una construcción psicologista del objeto que es
norteamericano: “A tiene poder sobre B cuando B hace algo que no hubiera hecho sin la
intervención de A”. Este tipo de enfoques además son ahistóricos y
quiere señalar el valor y potencialidad crítica de las aportaciones teóricas que hemos
seleccionado en este trabajo. Las mismas deben ser leídas y entendidas como alternativas
polémicas a los enfoques ideológicos arriba mencionados.
Por último, digamos que a la síntesis y exposición de las categorías y postulados de nuestros
autores hemos agregado algunas elaboraciones personales tal
como iban surgiendo de la lectura de los textos. No tienen pues más pretensión que la de ser
reflexiones espontáneas y sólo poseen el valor de lo preliminar y provisorio.
de tipos ideales. Por ello, antes de pasar a considerar algunos de los más importantes
conceptos teóricos de la sociología de la dominación weberiana, corresponde que se eche luz
acerca del estatuto de la categoría de tipo ideal. Importa saber tanto lo que un tipo ideal es
como lo que no es. Digamos en primer lugar qué no es. Pese a lo que pueda sugerir la
expresión “ideal”, no se trata de ninguna manera de un “deber ser”, es decir de algo que se
valora y se desea, no es lo ideal como meta, como fin o paradigma. Tampoco es la realidad
del objeto real preexistente, por lo tanto no debe confundirse el tipo ideal burocrático con una
dirección general cualquiera de la administración pública.
En términos positivos, un tipo ideal es una realidad mental, un objeto construido mediante la
“aceptación mental de determinados elementos de la realidad”. Según Weber “se lo obtiene
mediante la acentuación unilateral de uno o
Entonces, un tipo ideal es “un cuadro de ideas que reúne determinadas relaciones y procesos
de la vida histórica para formular un cosmos no contradictorio
de conexiones pensadas”.
Para Weber entonces, la sociología, en tanto que ciencia generalizadora debe construir
conceptos “relativamente vacíos frente a la realidad concreta de lo
histórico”, (E. y S. p. 16). Es esta vacuidad relativa del concepto (o del tipo) lo
que autoriza y explica el adjetivo en la expresión “tipo puro” que a veces utiliza Weber. La
pureza del tipo, es decir, la distancia que mantiene con la realidad,
sumado al hecho de que se trata de una construcción mental del científico hacen posible la
univocidad de los conceptos y su carácter no contradictorio. Los
una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa
probabilidad” (E. y S. p. 43) la Dominación es “la probabilidad de encontrar obediencia dentro
de un grupo determinado para mandatos específicos (o
que padece la relación en tanto que manifiesta lo que Weber denomina “un determinado
mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (interno o externo) en obedecer” (E. y S. p.
170). La dominación, así entendida no es más que un
“por asociación debe entenderse una relación social con una regulación limitadora hacia
afuera cuando el mantenimiento de su orden está garantizado por la
que obedece “transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido por sí
mismo en máxima de su conducta”.
de ventajas e inconvenientes por parte del que obedece; o puede depender también de la
mera ‘costumbre’, de la ciega habituación a un comportamiento inveterado, o puede fundarse,
por fin, en el puro afecto en la mera inclinación personal del súbdito” (E. y S. p. 706). Es decir
que el interés, la costumbre y el efecto
pueden constituir las bases sobre las que se asienta una conducta obediente por
parte de un súbdito. Por supuesto que estas categorías no se presentan en forma excluyente,
sino que en diversas situaciones concretas podríamos identificar
a una de ellas como la fundamental. Sin embargo, agrega Weber, ninguna dominación se
conforma con estos motivos de la obediencia. Una dominación que
sólo se asentara en tales móviles sería insegura e inestable por ello, tiende a fomentar y
desarrollar la creencia en su legitimidad. Los tres tipos de dominación,
En el caso de la autoridad tradicional se obedece a persona del señor llamado por la tradición y
vinculado por ella (en su ámbito) por motivos de piedad
Recuérdese que lo que Weber propone aquí son categorías puras, tipos ideales, construcciones
mentales relativamente “vacías” y distintas de la realidad que
por último, sirven para ser confrontadas con ésta. La “pureza” del tipo (lo que
contrasta con la diversidad y la mezcla de lo histórico) viene exigido por la necesidad de que el
científico cuente con un instrumental conceptual “pasablemente unívoco” como diría Weber.
Por lo tanto, no se deberá confundir nunca el tipo denominación y una situación concreta,
históricamente determinada. Lo que
la tipología sociológica ofrece es una ventaja, esto es la de “decir en el caso particular de una
forma de dominación lo que en ella hay de ‘carismático’, de ‘carisma hereditario’, de ‘carisma
institucional’, de ‘patriarcal’, de ‘burocrático’, de ‘estamental’ etc., o bien en lo que se
aproxima a uno de estos tipos.” (E. y S. p. 173).
administración burocrática.
que el mismo Max Weber nos ofrece en el tomo I de su Economía y Sociedad (p.
173-176);
modo racional con arreglo a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas), con la
pretensión de ser respetado, por lo menos por los
miembros de la asociación (...)
- Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente; que la judicatura implica la aplicación de esas reglas al caso
concreto; y que la administración supone el cuidado racional de los intereses previstos por las
ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas y
tanto que ordena y manda, obedece por su parte al orden impersonal por