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IMPULSADOS PARA LA ACCIÓN

En este segundo capítulo se nos describe al autor atravesando un puerto de montaña


de una carretera de Colorado cuándo el mismo de repente se ha atrapado en una
ventisca lo cual le imposibilitaba la vista y no podía ver absolutamente nada. En un
principio tu ansiedad, pero esta ansiedad terminó transformándose en miedo entonces
le tuvo su coche a un lado de la calzada y esperó a que termine la tormenta. Media
hora más tarde deja de llover y nuestro protagonista continúa su viaje, pero unos
centenares de metros más adelante tuvo que detenerse nuevamente debido a que dos
coches se hallaban accidentados bloqueando así su paso por la carretera. De haber
seguido adelante en medio de la tormenta es muy probable que yo también hubiera
chocado con ellos nos dice el autor. Tal vez aquel día, el miedo le salvó la vida.
Basta con observar a los niños o a los animales para darnos cuenta de que las
emociones conducen a la acción; es solo en el mundo civilizado de los adultos en
donde nos encontramos con esa extraña anomalía del reino animal en que las
emociones parecen hallarse divorciada de las reacciones. Cada emoción tiene su propia
marca biológica, lo que significa que cada una de ellas cumple un papel especial en
nuestra variedad emocional. A medida que se desarrollan nuevas formas de investigar
el cuerpo y el cerebro, se confirma cada vez más detalladamente cómo cada emoción
prepara al cuerpo para una respuesta específica. En resumen, cada emoción tiene un
propósito único y afecta nuestro cuerpo de manera distinta.
En el caso del miedo la sangre se retira del rostro lo que explica la palidez y la
sensación de quedarse frío y fluye a la musculatura esquelética larga como las piernas
por ejemplo favoreciendo así la huida. Al mismo tiempo el cuerpo parece paralizarse,
aunque sea solo un instante para calibrar tal vez sí, el hecho de ocultarse pudiera ser
una respuesta más adecuada.
El largo periodo evolutivo durante el cual fueron moldeándose estas respuestas fue sin
duda el más crudo que ha experimentado la especie humana desde la Aurora de la
historia. Fue un tiempo en el que muy pocos niños lograban sobrevivir a la infancia un
tiempo en el que menos adultos todavía llegaban a cumplir los 30 años un tiempo en el
que los depredadores podían atacar en cualquier momento. Pero en los últimos 10,000
años las brutales presiones que pesaban sobre la especie humana han disminuido
considerablemente. Estas mismas presiones son las que terminan convirtiendo nuestra
respuesta emocional en un eficaz instrumento de supervivencia, pero en la medida en
que han ido desapareciendo, nuestro repertorio emocional ha ido quedando obsoleto.
NUESTRAS DOS MENTES
En un sentido muy real todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y
otra mente que siente. Una de ellas es la mente racional, la modalidad de comprensión
de la que solemos ser conscientes, más despierta, más pensativa, más capaz de
ponderar y de reflexionar. El otro tipo de conocimiento más impulsivo y más poderoso,
aunque a veces ilógico es la mente emocional.
La mayor parte del tiempo estas dos mentes operan en estrecha colaboración
entrelazando sus distintas formas de conocimiento para guiarnos adecuadamente a
través del mundo, habitualmente existe un equilibrio entre la mente emocional y la
mente racional, un equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las
operaciones de la mente racional y la mente racional ajusta y a veces censura las
entradas procedentes de las emociones. Pero cuando aparecen las pasiones el
equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional.
EL DESARROLLO DEL CEREBRO
El texto habla sobre el poder de las emociones en la mente humana y el conflicto
frecuente entre los sentimientos y la razón. Se explica cómo el cerebro ha evolucionado
a lo largo de millones de años y cómo los centros emocionales surgieron antes que el
cerebro pensante.
Ejemplo: “El cerebro del ser humano, ese kilo y pico de células y jugos neurales, tiene
un tamaño unas tres veces superior al de nuestros primos evolutivos, los primates no
humanos.”
Se menciona que la región más primitiva del cerebro es el tallo encefálico, responsable
de las funciones vitales básicas. A partir de este cerebro primitivo, se desarrollaron los
centros emocionales que posteriormente dieron lugar al cerebro pensante o
neocórtex.
Ejemplo: “De este cerebro primitivo —el tallo encefálico— emergieron los centros
emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante —o
«neocórtex»— ese gran bulbo de tejidos replegados sobre sí que configuran el estrato
superior del sistema nervioso.”
Se destaca que el sentido del olfato y el lóbulo olfatorio son fundamentales en las
etapas tempranas de la vida emocional, ya que permiten identificar olores y generar
respuestas automáticas.
Ejemplo: “La raíz más primitiva de nuestra vida emocional radica en el sentido del
olfato o, más precisamente, en el lóbulo olfatorio, ese conglomerado celular que se
ocupa de registrar y analizar los olores.”
Se explica que, con la evolución, los centros emocionales se fueron desarrollando y
rodearon el tallo encefálico formando el sistema límbico, que agregó las emociones al
repertorio de respuestas del cerebro.
Ejemplo: “A partir del lóbulo olfatorio comenzaron a desarrollarse los centros más
antiguos de la vida emocional, que luego fueron evolucionando hasta terminar
recubriendo por completo la parte superior del tallo encefálico.”
Se menciona que el neocórtex, el asiento del pensamiento humano, se desarrolló sobre
los estratos delgado del córtex, agregando mayor complejidad a la vida emocional y
permitiendo tener sentimientos sobre los sentimientos.
Ejemplo: “Hace unos cien millones de años, el cerebro de los mamíferos experimentó
una transformación radical que supuso otro extraordinario paso adelante en el
desarrollo del intelecto, y sobre el delgado córtex de dos estratos se asentaron los
nuevos estratos de células cerebrales que terminaron configurando el neocórtex.”
Se destaca que el neocórtex permitió un ajuste fino y una mayor capacidad de
adaptación a las cambiantes exigencias del entorno, así como la reflexión sobre los
sentimientos y la capacidad de tener sentimientos sobre ideas, arte, símbolos e
imágenes.
Ejemplo: “
El neocórtex permite, pues, un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida
emocional como, por ejemplo, tener sentimientos sobre nuestros sentimientos.”
Continuando con el desarrollo de la información, es importante destacar que el sistema
límbico, que engloba las emociones y los procesos de aprendizaje y memoria, sigue
desempeñando un papel fundamental en nuestra vida emocional. Aunque el
neocórtex, el cerebro pensante, ha evolucionado y nos ha permitido desarrollar
capacidades superiores como el razonamiento, la planificación y la reflexión, en
situaciones emocionalmente críticas es el sistema límbico el que toma el control.
Esto se debe a que el sistema límbico está interconectado con el neocórtex a través de
miles de circuitos neuronales, lo que le confiere un poder extraordinario para influir en
el funcionamiento de nuestro cerebro. En momentos de intensa emoción, como el
amor, la rabia o el miedo, el sistema límbico puede desencadenar respuestas
automáticas y abrumadoras que superan la capacidad del neocórtex para razonar y
controlar la situación.
Por ejemplo, cuando nos enamoramos profundamente de alguien, experimentamos
una intensa pasión y deseo sexual que son generados por las estructuras límbicas.
Estas emociones son impulsadas por la liberación de neurotransmisores y hormonas
que nos hacen sentir eufóricos y obsesionados con la persona amada. En ese
momento, el sistema límbico domina nuestra experiencia emocional y puede influir en
nuestras decisiones y comportamientos de manera poderosa.
Sin embargo, gracias a la evolución del neocórtex, podemos reflexionar sobre nuestras
emociones y tener sentimientos sobre nuestros sentimientos. El neocórtex nos permite
analizar, interpretar y dar sentido a nuestras experiencias emocionales. Por ejemplo,
podemos reflexionar sobre el amor y preguntarnos por qué nos sentimos atraídos
hacia ciertas personas, qué cualidades nos atraen y cómo influyen nuestras
experiencias pasadas en nuestras relaciones actuales.
Además, el neocórtex nos permite tener una mayor flexibilidad en nuestras respuestas
emocionales. Mientras que otras especies tienen respuestas emocionales más
limitadas y predecibles, el neocórtex humano nos brinda la capacidad de adaptar
nuestras respuestas emocionales a diferentes situaciones y contextos sociales. Por
ejemplo, ante el miedo, no solo reaccionamos con respuestas instintivas de lucha o
huida, sino que podemos evaluar la situación, considerar diferentes opciones y decidir
cómo actuar en base a la evaluación de riesgos y beneficios.
El neocórtex también nos ha permitido desarrollar capacidades sociales más
complejas. Gracias a su tamaño y complejidad, hemos sido capaces de construir
sociedades, desarrollar normas y valores, y crear formas de comunicación sofisticadas,
como el lenguaje. Estas habilidades sociales y culturales son el resultado de la
interacción entre el sistema límbico y el neocórtex, lo que nos ha permitido crear arte,
civilización y cultura.
La sede de todas las pasiones: La Amígdala
La amígdala es una estructura en forma de almendra que se encuentra en el sistema
límbico, encima del tronco encefálico y cerca de la base del anillo límbico.
La amígdala, fue una parte clave del "cerebro olfativo" primitivo, que evolucionó para
convertirse en el córtex y luego en el neocórtex. Se considera que la amígdala está
especializada en cuestiones emocionales y está estrechamente relacionada con los
procesos de aprendizaje y memoria. La interrupción de las conexiones entre la
amígdala y el resto del cerebro produce una incapacidad para comprender el
significado emocional de los eventos, lo que se conoce como "ceguera afectiva".
El texto menciona un caso en el que a un joven se le extirpó quirúrgicamente la
amígdala para prevenir ataques graves, y como resultado, perdió todo interés en las
personas y era indiferente a las emociones y el sufrimiento de los demás. Esto ilustra el
papel de la amígdala en el reconocimiento de sentimientos y en la generación de
significado personal.
Los animales a los que se les ha extirpado quirúrgicamente o seccionado la amígdala
carecen de sentimientos de miedo y rabia, renuncian a la competencia y la
cooperación.
El llanto, una expresión emocional humana, es activado por la amígdala, sin ella
incluso el desahogo emocional que proporcionan las lágrimas no es posible
Cuando uno se siente apoyado, consolado y confortado, esas mismas regiones
cerebrales se ocupan de mitigar los sollozos.
LeDoux, agrega que los momentos más interesantes para comprender el poder de las
emociones en nuestra vida mental, son aquéllos en los que nos vemos inmersos en
acciones pasionales de las que más tarde, una vez calmadas las aguas por así decirlo,
nos arrepentimos.
La amígdala, además, tiene la función de investigar las percepciones en busca de
amenazas potenciales y actúa como un vigilante psicológico. Si la amígdala percibe
algo que odia o teme, reacciona de inmediato y activa todos los recursos neurales,
enviando mensajes urgentes a todas las regiones del cerebro.
Por lo que, coordina cambios en la expresión facial, la frecuencia cardíaca, la presión
arterial y la respiración en respuesta al miedo, por lo que dirige la atención hacia la
fuente del miedo y prepara los músculos para reaccionar en consecuencia. Durante
una crisis emocional, la amígdala recluta y dirige una gran parte del cerebro, incluida la
mente racional, para garantizar la supervivencia y la adaptación ante la emergencia
presente, por ejemplo, para luchar o huir.

El especialista en la memoria especial: Hipocampo.


La principal actividad del hipocampo consiste en proporcionar una aguda memoria del
contexto, algo que es vital para el significado emocional, el hipocampo es el que
registra los hechos puros, la amígdala, por su parte, es la encargada de registrar el
clima emocional que acompaña a estos hechos. Si, por ejemplo, al tratar de adelantar
a un coche en una vía de dos carriles calculamos mal las distancias y tenemos un
choque frontal, el hipocampo registra los detalles concretos del accidente, qué
anchura tenía la calzada, quién se hallaba con nosotros y qué aspecto tenía el otro
vehículo. A partir de este momento, la amígdala, desencadenara en nosotros un
impulso de ansiedad cada vez que nos dispongamos a adelantar en circunstancias
similares. En efecto, el cerebro dispone de dos sistemas de registro, uno para los
hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga emocional.

Como actúa el Sistema emocional:


Le Doux revela por vez primera la existencia de vías nerviosas para los sentimientos
que eluden el cerebro pensante, en el cual las señales se interpretan para reconocer lo
que es cada objeto y lo que significa su presencia.
Para reforzar esta teoría, destruyó el córtex auditivo de las ratas y luego las expuso a
un sonido que iba acompañado de una descarga eléctrica. Las ratas no tardaron en
aprender a temer el sonido. aun cuando su neocórtex no llegara a registrarlo, en suma,
habían aprendido una reacción emocional sin la menor implicación de las estructuras
corticales superiores. Lo que nos da a entender que el sistema emocional puede actuar
independientemente del neocórtex. La amígdala puede albergar y activar repertorios
de recuerdos y de respuestas que llevamos a cabo sin que nos demos cuenta del
motivo por el que lo hacemos.
Durante los primeros milisegundos de cualquier percepción, nuestro «inconsciente
cognitivo» no sólo presenta a nuestra conciencia la identidad de lo que vemos, sino
que también le ofrece nuestra propia opinión al respecto.

Un sistema de alarma neuronal anticuado:


El inconveniente que surge de esta alarma neuronal, tiene que ver cuando este
sistema de alarma neuronal, ocurre con más frecuencia de la deseable, el mensaje de
urgencia mandado por la amígdala suele ser obsoleto, especialmente en el cambiante
mundo social en el que nos movemos los seres humanos. La amígdala, indaga la
experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, basta con
reconocer pocos elementos del pasado para activar la alarma neuronal. En este
sentido se trata de un sistema rudimentario que no se detiene a hacer conclusiones y
actúa antes de confirmar la gravedad de la situación. Por este motivo, es que
reaccionamos a cosas del presente, con respuestas que fueron grabadas hace ya
mucho tiempo o con pensamientos, emociones y reacciones aprendidas en respuesta a
acontecimientos vagamente similares
En ciertos momentos surge una cierta impresión en el cerebro emocional, esta
impresión se ve acentuada por el hecho de que muchos de los recuerdos emocionales
más intensos proceden de los primeros años de la vida y de las relaciones que el niño
mantuvo con las personas que le criaron (especialmente de las situaciones
traumáticas, como palizas o abandonos).
LeDoux, quien ha estudiado el papel desempeñado por la amígdala en la infancia, nos
dice que la interacción —los encuentros y desencuentros— entre el niño y sus
cuidadores durante los primeros años de vida constituye un auténtico aprendizaje
emocional.

Cuando las emociones son rápidas y toscas:


Un ruido estrepitoso procedente de un rincón de mi dormitorio me despertó
bruscamente, como si el techo se estuviera desmoronando. Inmediatamente salté de
la cama y salí de la habitación, pero después de mirar cuidadosamente descubrí que
lo único que se había caído era la pila de cajas.
Ese salto de la cama medio dormido ilustra a la perfección el poder de la amígdala para
impulsamos a la acción en caso de peligro antes de que el neocórtex tenga tiempo
para registrar lo ocurrido. En este sentido, resulta crucial porque nos proporciona un
tiempo preciso cuando la proximidad del peligro exige de nosotros una respuesta
inmediata, basta con que sepamos que algo puede ser peligroso para que la amígdala,
responda de manera rápida y directa
En aves, peces y reptiles, esta ruta es fundamental, ya que su supervivencia depende
de escanear constantemente el entorno en busca de depredadores y presas,
permitiendo una respuesta emocional muy rápida pero también imprecisa debido a un
procesamiento rápido pero tosco.
En el caso de los humanos, esta imprecisión puede tener consecuencias desastrosas en
nuestras relaciones, ya que podemos reaccionar irracionalmente basándonos en
emociones vagas.
Estas confusiones emocionales rudimentarias, basadas en sentir antes que, en pensar,
son denominadas "emociones precognitivas". Son reacciones impulsivas basadas en
fragmentos neuronales, para formar un objeto reconocible. La amígdala, al percibir
una pauta sensorial como urgente, extrae una conclusión apresurada y desencadena
una respuesta.

El gestor de las emociones: Área Prefrontal


Se explora el proceso de respuesta emocional en el cerebro y el papel de la amígdala y
el córtex prefrontal en dicho proceso.
Se explica que el cerebro tiene una parte emocional que incluye la amígdala,
encargada de preparar reacciones ansiosas e impulsivas, y otra parte reguladora que
se encuentra en el lóbulo prefrontal, ubicado en el neocórtex detrás de la frente.
El área prefrontal actúa como un modulador de las respuestas proporcionadas por la
amígdala y otras regiones del sistema límbico, permitiendo respuestas más analíticas.
El proceso normal de elaboración de una respuesta implica una medida que evalúa los
riesgos y beneficios de las acciones posibles, determinando la respuesta más
adecuada. Tanto en animales como en humanos, los lóbulos prefrontales juegan un
papel crucial en la toma de decisiones, como cuándo atacar, huir, tranquilizar, disuadir,
buscar simpatía, mantenerse a la defensiva, despertar el sentimiento de culpa,
quejarse, entre otros.
El neocórtex es responsable de las emociones como la tristeza, la alegría o el enfado, y
sin la participación de los lóbulos prefrontales, gran parte de nuestra vida emocional
desaparecería.

Armonizando la emoción y el pensamiento:


Se explora la relación entre la emoción y el pensamiento, y cómo la conexión entre la
amígdala y el neocórtex es fundamental para una adecuada función cognitiva.
Las señales de emociones intensas, como la ansiedad y la ira, pueden afectar
negativamente la capacidad de la corteza prefrontal para mantener la memoria de
trabajo.
Imaginemos a una persona que está en una entrevista de trabajo para un puesto muy
importante. Durante la entrevista, comienza a sentir ansiedad y nerviosismo debido a
la presión y la importancia de la situación. Estas emociones intensas pueden afectar su
capacidad de pensar con claridad y de expresarse de manera efectiva.
La amígdala, como parte del sistema límbico, puede enviar señales al neocórtex que
dificultan la función cognitiva. En este caso, a pesar de tener las habilidades
intelectuales necesarias, la interferencia de las emociones puede dificultar su
desempeño.
La armonización de la emoción y el pensamiento implicaría manejar adecuadamente la
ansiedad y encontrar estrategias para reducir su impacto negativo en la función
cognitiva, permitiendo que la persona pueda pensar con mayor claridad y tomar
decisiones de manera más efectiva durante la entrevista.

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