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EDICIÓN 268 - OCTUBRE 2021

TAIWÁN. DIPLOMACIA EN SORDINA EN TAIPEI

Una “embajada” muy


discreta
Por Alice Hérait*
Tras su reconocimiento de la República Popular China, en
1979, Washington mudó su embajada a Pekín y evitó toda
presencia oficial en Taiwán. Sin embargo, su representación
extraoficial en Taipei es una de las más importantes de Asia.
Símbolo de una relación estratégica, que algunos taiwaneses
consideran peligrosa.
En el distrito de Neihu, en la periferia de Taipei, el American Institute in
Taiwan (AIT) es relativamente discreto. Nada de banderas ni de marines
armados, ni de autos con patentes diplomáticas; sólo un escudo que
representa el águila de Estados Unidos en la puerta de entrada recuerda a
quien le pertenece el edificio. Inaugurado en 2018, el instituto se alejó
del barrio de Xinyi, donde se encuentran generalmente las estructuras
diplomáticas del mundo entero, “representaciones” de los Estados –y no
embajadas– ya que la mayoría de las naciones no reconocen a Taiwán
como país.

De un valor de 255 millones de dólares, la “embajada de facto”, como se


la conoce, posee dimensiones colosales. Si se le suman las oficinas de
Kaohsiung, segunda ciudad de la isla, la presencia estadounidense cuenta
con cerca de 500 empleados (contra 1.300 en Pekín). Oficialmente, el
AIT se define como una organización sin fines de lucro patrocinada por
el gobierno de Estados Unidos. Extraoficialmente, constituye uno de sus
edificios diplomáticos más preciados en Asia.
Según Luke Martin, encargado de Asuntos Culturales, el AIT está
estructurado “como cualquier embajada: tiene sendos encargados –de
asuntos políticos, económicos, culturales–, una oficina de prensa,
departamentos encargados del comercio, de la agricultura, de la defensa”
(1). William A. Stanton, director entre 2009 y 2012, no lo esconde: “El
AIT siempre fue, en los hechos, una embajada. Globalmente, nuestro
mandato es el de mejorar las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos.
[…] La mayor diferencia reside en las denominaciones que se emplean.
La ‘cancillería política’ se llama ‘asuntos generales’. Yo era oficialmente
‘director’, pero los taiwaneses me llamaban ‘Señor Embajador’”. No es
nombrado por la Casa Blanca ni ratificado por el Senado como en el caso
de los demás embajadores, pero asume las mismas funciones. “En lugar
de recibir mi carta por parte del Presidente, la recibí por parte de Hillary
Clinton [entonces secretaria de Estado]”, señala el ex diplomático. Sigue
viviendo en Taiwán, donde ocupa el puesto de vicepresidente de la
Universidad de Medicina Yang-Ming (Taipei) (2).

Tras su reconocimiento de la República Popular China, en 1979,


Washington mudó su embajada a Pekín y tomó una serie de medidas para
evitar cualquier clase de presencia oficial en Taiwán. Antes de 2002,
sigue explicando Stanton, los empleados estadounidenses debían
renunciar a sus funciones diplomáticas antes de aceptar un puesto en
Taipei. Lo mismo los militares. Ya no es así.

Defensa y seguridad

Las relaciones taiwano-estadounidenses toman un cariz cada vez más


oficial, particularmente desde la presidencia de Donald Trump. Esta
evolución alimentó las tensiones ya existentes entre las dos orillas del
Estrecho de Formosa a partir de la elección, en 2016, de la presidenta
Tsai Ing-wen. El 10 de enero de 2021, justo antes de la investidura de
Joseph Biden, el secretario de Estado Michael Pompeo anunció incluso
que “las reglas instauradas con el fin de apaciguar a Pekín deberían
caducar”. Levantó todas las restricciones relativas a los contactos entre
oficiales estadounidenses y taiwaneses.

Actualmente, tanto los demócratas como los republicanos apoyan una


política “dura” hacia Pekín. Biden incluso invitó a la representante de
Taiwán en Estados Unidos, Hsiao Bi-khim, a su ceremonia de
investidura. ¡Una novedad! Siguieron una serie de visitas, en un nivel de
responsabilidad jamás alcanzado desde 1979: el secretario de Salud Alex
Azar, en marzo de 2020 (bajo la administración Trump), el embajador
estadounidense en las islas Palaos, donde Washington planea crear una
nueva base militar, el 1º de abril de 2021.

Para Hsiao Bi-khim, “la defensa y la seguridad constituyen el objetivo


primordial [para Taiwán]. Luego sigue el rubro de las relaciones
económicas y, en tercer lugar, nuestra participación internacional y
nuestras otras alianzas políticas”, como reveló en una entrevista a la
revista especializada en la actualidad de Asia-Pacífico The Diplomat, el 9
de febrero de 2021.

Taiwán y Estados Unidos no están vinculados por ningún tratado de


defensa. Sin embargo, a través de la Taiwan Relations Act, firmada en
1979, Washington se comprometió a proveer los medios para defenderse
a los 23,5 millones de habitantes de la isla. Washington dispone de un
cuasi-monopolio sobre las ventas de armas (con la excepción de algunas
entregas, particularmente provenientes de Francia). Los sucesivos
directores del AIT de hecho miden su éxito según la cantidad de
contratos firmados: “Durante mi mandato, vendimos cerca de 13.000
millones de dólares de armamento, un volumen de negocios ligeramente
inferior al realizado bajo Trump”, señala Stanton.

El 9 de julio de 2019, el Congreso estadounidense aprobó la venta de 66


aviones de combate caza multirrol F-16V, 108 tanques M1A2T Abrams,
250 misiles de defensa aérea Stinger y otras armas. La administración
Trump puso en marcha un sistema de evaluación de las necesidades
(need-based review system) que permite responder con mayor rapidez a
los pedidos de equipamiento militar de Taipei. En noviembre de 2020,
“el Estado Mayor de la marina taiwanesa confirmó, por primera vez, la
presencia de un cuerpo de marines estadounidenses activos –ya no
marines retirados– estacionados en la base naval de Zuoying” (3) al sur
de la isla, con el propósito de formar a los militares taiwaneses a lo largo
de cuatro semanas.
No obstante, Washington se rehúsa a vender F-35 capaces de enfrentar a
los aviones de caza chinos, ya que quiere permanecer como sólo y único
guardián del equilibrio geoestratégico en la región. “El objetivo no es
invertir la relación de fuerzas actual”, explica Yeh Yao-Yuan, jefe del
Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Saint
Thomas, en Houston, para justificar la decisión estadounidense.

“Statu quo pacífico”

Si bien el gobierno de Tsai y la prensa internacional se felicitan por esas


estrechas relaciones taiwano-estadounidenses, la oposición ve allí un
peligro. El portavoz del Kuomintang, Ho Chih-Yung, estima que
“lamentablemente, el gobierno dejó de mantener una política prudente
entre Estados Unidos y China; eligió convertirse en un peón en el tablero
geopolítico entre las dos grandes potencias”. Este partido, que durante
mucho tiempo consideró la reunificación con China como el objetivo
absoluto, está hoy ampliamente dividido. Una parte de sus miembros
reivindica ya el “statu quo pacífico”: Washington como aliado en el
plano estratégico, China como socio económico esencial. Del lado
opuesto, el Partido Demócrata Progresista (DPP) en el poder ve a
Estados Unidos como un aliado primordial para bloquear la presión china
y encaminarse a la independencia, ampliamente apoyada por las jóvenes
generaciones (Lepesant, pág. 26), a la vez que preconizan, a su vez, un
“statu quo pacífico”. “Taiwán no tiene interés en tomar partido mientras
negocia con dos grandes potencias cuyos intereses son antagónicos –
precisa Ho Chih-Yung–. Porque nadie quiere ver estallar ningún
conflicto.” Según Yeh Yao-Yuan, la relación actual es, por el contrario,
equilibrada: “Taiwán necesita la asistencia de Estados Unidos con el fin
de preservar su soberanía, Estados Unidos necesita a Taiwán para
desarrollar sus intereses estratégicos y contener a China”.

Por otra parte, Tsai no desperdicia una oportunidad para mostrar la


eficacia de este acercamiento. El 6 de junio de 2020, las tres letras
“USA”, visibles desde lejos, aparecían en la fachada del Grand Hotel,
monumento representativo de la capital, en agradecimiento por la
donación de 750.000 vacunas. Catorce días más tarde, cuando Estados
Unidos anunció el envío de 2,5 millones de vacunas, le tocó a la muy
emblemática torre Taipei 101 exhibir: “Viva la amistad entre Estados
Unidos y Taiwán”.

Hay que decir que ya no hay casi nubes en el horizonte desde que la
Presidenta eliminó, en agosto de 2020, un punto de tensión constante: la
prohibición de importar cerdos criados con ractopamina, sustancia
destinada a dopar los músculos de los animales y prohibida en Europa,
particularmente. Esta cuestión envenenó el acuerdo-marco sobre el
comercio y las inversiones (en inglés, Trade and Investment Framework,
TIFA) firmado en 1994 entre Washington y Taipei, muchas veces
suspendido por causa de los productos cárnicos. El gobierno taiwanés
espera que la reanudación de las conversaciones llevará a un amplio
acuerdo de libre-comercio, que permita ponerle fin a la dependencia con
China, que sigue siendo su primer socio comercial.

Ciertamente, Tsai no deja de afirmar que, a diferencia de Chen Shui-


biann, su predecesor del DPP en la Presidencia (2000-2008), no se
pronuncia por la independencia de la isla. Sin embargo, bajo la mesa,
busca cada vez más garantías y oficialidad. “Reforzar la capacidad de
disuasión de Taiwán es crucial para nuestra supervivencia a largo plazo”,
sintetiza Hsiao Bi-khim (4).

En Washington, el lobby taiwanés, que está mucho menos mediatizado


que el lobby israelí, no es por ello menos eficaz, particularmente en
cuanto a alentar la venta de armas. “Algunos [think tanks] producen
análisis hechos claramente para ganar peso en la política exterior de
Estados Unidos […] pero no mencionan directamente que son
financiados por la representación de Taiwán en Washington”, nos
asegura Eli Clifton, investigador del Quincy Institute for Responsible
Statecraft, favorable a la desmilitarización de la política exterior
estadounidense. Así, el Project 2049 Institute forma parte de esas
organizaciones que ejercen su influencia bajo la mesa. Financiado por
Taipei y por la industria armamentista estadounidense, el organismo
publica numerosos artículos abogando para que Washington defienda la
participación de la isla en los organismos internacionales, refuerce la
legitimidad del AIT y aliente la integración económica entre los aliados
del Pacífico. Otras investigaciones agitan el espectro de una invasión
china (5).

Y resaltan el discurso de Xi Jinping con motivo de los cien años del


Partido Comunista Chino, el 1º de julio de 2021. Haciendo un llamado a
“hacer progresar la reunificación pacífica de la patria” y a “derrotar
decididamente toda tentativa que persiga la independencia de Taiwán”
(6), éste lanzó esta amenaza apenas solapada: “Nadie debe subestimar la
determinación, la voluntad y la competencia del pueblo chino para
defender la soberanía nacional y la integridad del territorio”.
En cuanto al rol exacto del AIT, la dirección de esta verdadera-falsa
embajada se negó a responder a nuestras preguntas, y la llegada de la
nueva directora Sandra Oudkirk no cambió esta decisión. Mismo
mutismo por el lado del Ministerio de Defensa taiwanés. Mientras que
“hay necesariamente canales para conversar de militares a militares –
señala Hugo Tierny, doctorando especializado en las cuestiones de
Defensa en el Estrecho de Taiwán– esta parte de las relaciones se
caracteriza por una gran discreción”. Lo menos que se puede decir.

1. Entrevista de Luke Martin, The KK show #67, 16-2-21.


2. Trasladado a China, Australia y Corea del Sur, entre otros destinos,
este diplomático recibió la medalla del “servicio civil excepcional” por
parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos, por sus
contribuciones al comando de las fuerzas estadounidenses en Corea de
2006 a 2009.
3. Catherine Bouchet-Orphelin, “Exercices militaires conjoints des
marines. La gifle américaine”, Asie21-Futuribles, París, Nº 144,
noviembre de 2020.
4. Shannon Tiezzi, “What to expect from US-Taiwan relations in 2021
(and beyond)”, entrevista a Hsiao Bi-khim, The Diplomat, Arlington
(Estados Unidos), 11-2-21.
5. Jae Chang, “Coordinated competition in the Indo-Pacific”, Project
2949 Institute, Arlington, 1-7-21.
6. Discurso completo en español disponible en el sitio Xinhua, Pekín,
http://spanish.xinhuanet.com

* Periodista, Taiwán.
Traducción: Micaela Houston

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