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Ainoa, Mireia y Josep son tres amigos que acaban de terminar el grado en finanzas
y contabilidad en la URV. Al finalizar la carrera, los tres enviaron sus CVs a
diferentes empresas en la esperanza de conseguir un trabajo que les permita suplir
todas sus necesidades. Los meses van pasando y solo han tenido un par de
entrevistas de trabajo, pero no se ha concretado nada.
En un último intento, antes de darse por vencido, Josep acudió a una entrevista de
trabajo en una ciudad algo alejada de su domicilio. Habiendo realizado la entrevista,
del cual no salió con buenas sensaciones, se acercó a una cafetería para
desayunar. Mientras desayunaba, casualmente escuchó la conversación de un
grupo de personas que se encontraban muy preocupados. La razón de su
preocupación era que Pepe, el propietario de la única gestoría de la ciudad, les
había comunicado que a fin de mes marcharía de la ciudad y que ya no podría
seguir llevando la contabilidad, las finanzas ni los trámites administrativos de todas
las empresas de la ciudad. Junto con Pepe también marcharan las dos personas
que le ayudaban en la gestoría, con lo que, no quedará nadie en la ciudad que
pueda hacerse cargo de la contabilidad de las empresas.
Habiendo escuchado esta conversación, a Josep se le ocurrió que él podría ser la
persona idónea para continuar con la gestoría de Pepe, así que, inmediatamente se
puso en contacto con él y concertaron una entrevista para ese mismo día. En la
entrevista Pepe le comento que su trabajo era muy tranquilo y que los ingresos que
percibía le permitía cubrir todas las necesidades de la gestoría y de las dos
personas que tenía a su cargo, además de una generosa retribución para él mismo.
También le comentó que la gestoría más cercana se encontraba a más de 100
kilómetros de distancia, por lo que, tenía una cartera de clientes muy estable.