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U NI V E R SI DAD P O L I TÉCN I CA DE M ADR I D

E SCU E L A TÉCNI CA SU PE R I O R DE ARQ U I TECTU R A


DE PARTAM E NTO DE CO M P O SI CI Ó N ARQ U I TECTÓ NI CA

Introducción a la arquitectura

Profesor Jorge Sainz

TEXTOS

De Renato De Fusco, Historia de la arquitectura contemporánea,


capítulo I, ‘El eclecticismo historicista’.

La Escuela de Chicago
[...] la segunda mitad del siglo XIX fue la gran época de la urbanística, hubo una gran
experimentación técnico-constructiva, se elevó el nivel de la edificación, especial-
mente de la británica, pero no el de la arquitectura; por tanto, no surgieron obras
definidamente paradigmáticas.
Para encontrar edificios que, aun en el ámbito del eclecticismo historicista –en el
sentido más amplio que damos a esta expresión–, representen un salto hacia adelan-
te en la historia de la arquitectura, es necesario trasladarse a los Estados Unidos y
observar el inicio de los años 1880. Nos referimos a las construcciones de la Escuela
de Chicago. Se entiende con esta expresión el conjunto de obras que constituyeron el
centro administrativo de esta ciudad, fundada en 1830 con una planta en retícula de
extensión ilimitada y convertida pronto en el mayor centro de intercambio y en el
mayor nudo ferroviario de los Estados Unidos. Destruida por un incendio en 1871,
Chicago representaba tal concentración de intereses que fue reconstruida en poco
menos de una veintena de años y ampliada hasta el punto de contener 1.700.000 ha-
bitantes a finales del siglo. La reconstrucción se confió inicialmente a un grupo de
técnicos que provenían del ejército, formados durante la Guerra de Secesión norte-
americana. Entre 1880 y 1900 nace precisamente el centro de negocios de la ciudad,
el Loop, caracterizado por grandes edificios de oficinas, residencias, grandes almace-
nes, locales públicos, etcétera, a veces reunidos en una misma construcción. El alto
precio de los solares edificables, tanto en Chicago como en Nueva York, fue la causa
que determinó el nacimiento del rascacielos, tipo edificatorio realizado en una pri-
mera época como ‘torre de piedra’ y posteriormente con esqueleto metálico. Esto
permitía la mínima ocupación en planta de la estructura, la máxima utilización de
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los espacios interiores, su polifuncionalidad, la mayor luminosidad y apertura y, so-
bre todo, el mejor aprovechamiento del suelo edificable, con la estructura de múlti-
ples pisos. Técnicamente, el rascacielos se valía de las innovaciones estructurales
derivadas del uso racional de la construcción en hierro, de los sistema verticales de
transporte (ascensor de vapor, Otis, de 1864; hidráulico, Baldwin, de 1870; eléctrico,
Siemens, de 1887), además de las instalaciones de teléfono y de correo neumático.
[...]. Podemos decir que la escuela de Chicago constituyó un acervo de conquistas
técnicas indiscutibles; de ambiciones estilísticas que van desde el neorrománico a la
búsqueda neodecorativa (no en vano muchos de sus mejores exponentes estudiaron
en Francia en la École des Beaux-Arts); de unión entre arquitectos e ingenieros; de
extremada disponibilidad profesional; de dramáticas frustraciones para quienes, no
sin acentos veleidosos, pretendían conciliar el arte con ese mundo ágil y resuelto de
los negocios. Más allá de toda conquista tecnológica, tipológica o protorracionalista,
en la realidad de Chicago la cultura arquitectónica desempeña un papel decidida-
mente secundario e instrumental, siendo la competencia el verdadero protagonista.
Los edificios de esta escuela dan testimonio de la plena actuación del activo y el pa-
sivo derivados del sistema liberal, aplicada al sector de la construcción y de la urba-
nística. El realismo comercial de un grupo de empresarios, libre de toda rémora, tie-
ne aquí la posibilidad de expresar y realizar lo que en Europa habría sido impedido
con trabas de todo tipo, desde las preexistencias ambientales a los conflictos entre
clases. Y serán precisamente estas condiciones histórico-culturales, económicas, so-
cio-políticas –que representan lo específico de la tradición europea– las que van a
diferenciar sustancialmente el Movimiento Moderno del viejo continente y el que
actuó en los Estados Unidos.
[...]
La escuela de Chicago tuvo como iniciador al ingeniero-arquitecto William Le Ba-
ron Jenney (1832-1907), que había estudiado en Francia en la École Polytechnique y
había sido mayor en el cuerpo de ingenieros del ejército de Sherman. En su estudio
trabajaron los principales exponentes de la escuela de Chicago: Martin Roche, Wi-
lliam Holabird, Daniel Burnham y Louis Sullivan. Sin embargo, la producción arqui-
tectónica de esta ciudad, como del resto de centros americanos en el último cuarto
de siglo, estuvo influida por otro arquitecto, Henry Hobson Richardson (1838-86)
que, aun habiendo construido sólo un edificio importante en Chicago (el Marshall

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Field Wholesale Store & Warehouse, en 1885), por haber estudiado también en Eu-
ropa en la École des Beaux-Arts y con Labrouste, y por haber desarrollado a su vuelta
a su país una intensísima actividad profesional, acabó por incidir notablemente en el
desarrollo de los acontecimientos de los que nos ocupamos, y representó, por decirlo
así, el momento ‘cultural’; mientras que la obra de Le Baron Jenney encarnó el mo-
mento ‘técnico’.
Con cierta aproximación, podemos relacionar con las construcciones de este últi-
mo la tendencia caracterizada por los edificios de esqueleto, indudablemente los más
innovadores, que confiaban todo el programa arquitectónico a la solución estructu-
ral, carente casi de sutilezas estilístico-figurativas. A la obra de Richardson, muy co-
nocida, como se ha dicho, incluso antes del edificio que construyó en Chicago, po-
demos asignar la tendencia que –aun reflejando el programa edificatorio de los
edificios comerciales– afrontaba este cometido con notables implicaciones estilísti-
cas, histórico-eclécticas, claramente inspiradas en el románico. [...]
Como todos los demás arquitectos de Chicago siguieron una de estas dos tenden-
cias, fundiendo ambas a menudo en un mismo edificio, vamos a tratar de clasificar
éstos, independientemente de sus versátiles autores, en dos familias, que denomina-
remos convencionalmente como ‘estructuralistas’ y ‘neorrománicos’.
En la primera corriente podemos incluir el primer Leiter Building de 1879, edificio
que –con seis alturas y planta baja, con estructura interna en hierro fundido, puesta
de manifiesto al exterior por medio de una malla ortogonal, pilastras de ladrillo y
amplias aberturas, proyectado por Le Baron Jenney– se considera como iniciador de
la escuela de Chicago; [...] y, finalmente, el Reliance Building, iniciado en 1890 por
Burnham y Root, con una altura inicial de cinco plantas a las que se añadieron en
1895 otras diez más. Este edificio, el más significativo de las construcciones de
Chicago, puede considerarse el punto de partida de la corriente estructuralista.
En la segunda tendencia (la neorrománica, inspirada por Richardson y enriqueci-
da con detalles neodecorativos debidos a la obra de Louis Sullivan), se puede incluir
el Marshall Field Store, de Richardson, ya mencionado, la obra principal de este ar-
quitecto y la más influyente para la corriente que estamos examinando; y directa-
mente ligada a ella está el Auditorium Building, construido desde 1887 a 1889 por
Sullivan y Adler, otro de los inmuebles más significativos de Chicago, también por su
multifuncionalidad (contenía, además del teatro, oficinas comerciales y un hotel).

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Paralelamente a estas dos familias, estructuralista y neorrománica, [...] existen
construcciones verdaderamente originales e independientes, como el Monadnock
Building, de 1891, proyectado por Burnham y Root. Este edificio, con sus quince pisos
ininterrumpidos, sus bow windows alternadas con aberturas verticales, sus encuen-
tros levemente curvados en la base y en la coronación, se diferencia sensiblemente
tanto de las configuraciones de esqueleto de la primera tendencia como de las arque-
rías románicas de Richardson y, también, de los detalles decorativos de la obra de
Sullivan, por estar hecho a base de paramentos continuos de ladrillo. De este último
autor es otro edificio ‘independiente’, el Carson, Pirie & Scott Department Store, rea-
lizado entre 1899 y 1904, donde a excepción de la solución curvilínea de la esquina,
recurso típicamente decimonónico en los edificios de grandes almacenes, queda ex-
presado claramente el objetivo de Sullivan de integrar en una nítida estructura orto-
gonal de fachada el ‘sistema decorativo’ al que el arquitecto dedicó sus mayores es-
fuerzos.
En la evolución de la Escuela de Chicago, la Exposición Colombina Universal de
1893 marca, según la mayoría de los historiadores, el final de una intensa actividad
de investigación, durante la cual, aun con evidentes contradicciones, el eclecticismo
historicista se apoya en un rigor estético y estructural que puede definirse como pro-
torracionalista y en aportaciones que parecen anticipar el Art Nouveau. Esta Exposi-
ción habría frenado este conjunto de impulsos innovadores y habría recuperado vie-
jos detalles estilísticos en la línea beaux-arts, importados del viejo continente.
Indudablemente, algo hay de cierto en esta afirmación, especialmente si se considera
el paso de uno de los mayores protagonistas de Chicago, Daniel Burnham, a la co-
rriente neoacadémica, y el hundimiento profesional de un artista como Sullivan, so-
bre el que influyó el cambio en el gusto del público a continuación de la Exposición
Colombina.

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