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CONTROL DE LECTURA 2

NOMBRE DEL ALUMNO: GUADALUPE LÓPEZ HERNANDEZ

LECCIÓN DECIMOCUARTA ESTRUCTURALISMO Y


POSTESTRUCTURALISMO

Referencia: Hans J. y Wolfgang K. (2016). Teoría social. Veinte lecciones introductorias.


Argentina, España, México. El Colegio de México-Akal. pp. 331-360

El Estructuralismo surge, en la década del 60, en el contexto del marxismo y el


funcionalismo, pero sobre todo es el positivismo quien más marca a esta corriente.

Lévi-Strauss inicia este nuevo movimiento, basándose en las ideas de la etnología, al que
luego le seguirán Lacan, en el psicoanálisis, Louis Althusser en el estudio del marxismo y
finalmente, Michel Foucault.

El estructuralismo es un enfoque de las ciencias humanas que creció hasta convertirse en


uno de los métodos más utilizados para analizar el lenguaje, la cultura y la sociedad en la
segunda mitad del siglo XX. La obra de Ferdinand de Saussure (Curso de lingüística General,
1916) es considerada como el punto de origen del estructuralismo.

Pero su nacimiento real tuvo lugar en 1955, cuando el filósofo Claude Lévi-Strauss (influido
por Saussure pero también por los antropólogos y lingüistas estadounidenses) publicó un
artículo titulado El estudio estructural del mito: donde explicaba que los fenómenos
culturales pueden considerarse como un sistema de significación que se define sólo en
relación con otros elementos dentro del sistema, por ejemplo, si sacas un notable, solo se
puede interpretar si entiendes la relación entre insuficiente, suficiente, notable y
sobresaliente. Todo código de significación es arbitrario.

el estructuralismo hace una crítica masiva de las ideas, presentes en la obra de Sartre, sobre
las posibilidades de elección del sujeto, la autonomía práctica del individuo o la
constantemente amenazada, pero siempre existente, posibilidad de la autorrealización
humana. Y fue una crítica que arreció durante el largo tiempo en que Sartre se desentendió
de toda apertura de la filosofía a las disciplinas de las ciencias humanas y sociales.

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Los estructuralistas se distinguen, ante todo y, sobre todo, por su ferviente convicción,
defendida con ahínco, de que, a toda conducta humana y a todas las funciones de la mente,
subyace una estructura, y por su creencia de que esa estructura puede ser descubierta
mediante un análisis metódicamente conducido, de que esta posee coherencia y sentido.

Saussure y, aún más, sus posteriores admiradores e intérpretes, rompieron de forma radical
con esta filología histórica y con la idea de que el estudio histórico del lenguaje fuese el
objeto principal de la lingüística. Ellos se concentraron más bien -como hicieran antes los
investigadores de lenguas no documentadas por medio de la escritura, como las de los indios-
en la cuestión de la manera en que una lengua concreta se halla internamente construida y de
cómo puede describirse su estructura estable.

Un importante paso hacia este nuevo enfoque del análisis, si bien no el paso decisivo, fue la
distinción que hizo Saussure entre habla o manera de hablar de los individuos («la parole»)
y la lengua como sistema (social) abstracto («la langue»), siendo esta última el verdadero
objeto de su lingüística. Una lengua.

En esta necesaria aclaración de la relación entre significante y significado, Saussure se opone


frontalmente al llamado modelo de la representación, a la idea de una relación cuasinatural
entre significante y significado. Del sonido de una palabra no se puede en ningún caso -según
Saussure- derivar su significado.

La conclusión que Saussure saca de todas estas reflexiones preliminares, sobre todo de la
afirmación del vínculo arbitrario entre significante y significado, es que los signos
lingüísticos no se definen por sí mismos, sino que sólo pueden definirse en relación con otros
signos.

POSTESTRUCTURALISMOS Y TEORÍA SOCIAL

Referencia: Tonkonoff, S. (slf). Postestructuralismos y Teoría Social (Conicet/Uba). En línea


en: https://bdigital. uncu .edu.ar/objetos _ digitales/7080/ponenciatonkonoff- mesa-3. Pdf

El estructuralismo promovió la generalización del modelo lingüístico en las ciencias


humanas y afirmó que todos los fenómenos sociales son asimilables al lenguaje entendido
saussureanamente como un sistema de posiciones o valores diferenciales (Levi-Strauss,
1987, 1997, 2009).
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Otra consecuencia cardinal consiste en postular que los verdaderos sujetos de la acción social
son las diversas estructuras que proveen distintas posiciones de sujeto a los individuos a los
que constituyen/interpelan (Althusser, 1968, Esto nos permite hablar de dos tipos de
estrategias que atraviesan rigurosamente los postulados estructuralistas que definían a los
sistemas y las dinámicas sociales (y subjetivas) en función de la “primacía del significante”
–es decir, del orden simbólico entendido fundamentalmente como código o lengua. Ambas
estrategias reformulan radicalmente estos postulados al colocar al orden simbólico (el orden
del significante) en relación con aquello que lo constituye, lo desborda y lo subvierte. 970).

Las sociedades, los grupos y los individuos son el producto de prácticas discursivas que
logran hegemonizar un campo social múltiple, articulando sus sentidos prevalentes y
posicionando a sus sujetos.

LECCIÓN DECIMOQUINTA ENTRE EL ESTRUCTURALISMO Y LA TEORÍA


DE LA PRAXIS - LA SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA DE PIERRE BOURDIEU

Referencia: Hans J. y Wolfgang K. (2016). Teoría social. Veinte lecciones introductorias.


Argentina, España, México. El Colegio de Mexico-Akal. pp. 361-388.

Bourdieu comenzó a aprovechar las concepciones teóricas en ellos expuestas para


emprender un análisis sociológico de la sociedad francesa, especialmente de su sistema
cultural, educativo y de clases. Bourdieu achaca al estructuralismo el haber ignorado
completamente esta vinculación de los actores sociales a sus intereses en aras de una
descripción muy idealizada de reglas y patrones culturales. Los seres humanos -sostiene
Bourdieu- manipulan también reglas y patrones; no son simples objetos pasivos de los
sistemas de clasificación social. Precisamente porque los actores persiguen sus intereses, es
preciso partir de la perpetua diferencia entre «lo oficial y lo usual» (ibid., p. 89) y entre el
modelo (teóricamente) construido y la praxis de los actores. Descubrir las reglas sociales
podrá ser muy útil, pero esto no basta ni mucho menos para aproximarse a la praxis de los
actores

Bourdieu permaneció vinculado el resto de su vida al modo de pensar estructuralista, como


demuestra el hecho de que calificara su propio enfoque de «genético» o lo denominara
«estructuralismo constructivista»

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El pensamiento de Bourdieu se apoya en el estructuralismo (y en ocasiones también en el
funcionalismo). De ahí que para él no sea el actor individual el punto de partida del análisis,
pues lo esencial son las relaciones entre los actores y entre las posiciones dentro de un sistema
o como también dirá- un «campo». Los «campos» son -para citar una definición de Bourdieu-
espacios que:

Se presentan a la aprehensión sincrónica como espacios estructurados de posiciones (o de


puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en estos espacios, y que pueden ser
analizadas independientemente de las características de sus ocupantes (que en parte están
determinadas por las posiciones). Hay leyes generales de los campos: campos tan diferentes
como el campo de la política, el campo de la filosofía, el campo de la religión tienen leyes
de funcionamiento invariables [...]. Cada vez que se estudia un campo nuevo -ya sea el campo
de la filología en el siglo XIX, de la moda hoy o de la religión en la Edad Media se descubren
propiedades específicas propias de un campo particular, al tiempo que se hace progresar el
conocimiento de los mecanismos universales de los campos.

Habla Bourdieu deliberadamente no de «sujetos», sino siempre de actores. Los actores son
para él y esto lo pasó por alto el estructuralismo- «eminentemente activos y deseosos de
acción».

Bourdieu termina afirmando la superioridad de una forma objetivista de análisis en la que las
estructuras de un campo social son definidas por el observador sociólogo -estructuras que
presionan a los actores y de las que estos no suelen ser conscientes.

El concepto de capital resulta en Boudieu de la siguiente problemática: Bourdieu tiene que


explicar cuáles son los bienes por los que los actores luchan en los distintos campos, y a qué
condiciones aplican sus particulares estrategias de acción. Bourdieu rechaza la concepción
del utilitarismo (primitivo), según la cual la vida social debe entenderse exclusivamente como
una lucha por la consecución de bienes (económicos).

Bourdieu intentará posteriormente, dejando más o menos atrás las investigaciones


etnológicas para dedicarse cada vez más al análisis de la sociedad francesa, clarificar
debidamente este concepto, todavía relativamente poroso, del «capital simbólico». En este
contexto introducirá la distinción -adicional al capital económico- entre «capital cultural» y

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«capital social»; y en ocasiones hablará incluso de «capital político», lo que dará pie a que
observadores y críticos hablen de una «inflación» en su teoría del concepto de capital.

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