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Capítulo 8
En general, existía hasta no hace mucho, aunque aún persiste en muchos ámbitos incluso en el
imaginario colectivo, que la ciencia, la producción no es intrínsecamente buena o mala, sino que, en
cierto modo, sus aplicaciones son las que pueden calificarse como tales.
En este sentido, la responsabilidad social por el buen o mal uso de las teorías científicas recae
exclusivamente en quienes las aplican.
La tesis que ha sido descrita de manera muy sencilla se conoce como el nombre de "la neutralidad de
las ciencias en términos de valores, es decir que la producción de teorías científicas es neutral en
términos de valores.
Para estas concepciones filosóficas los prejuicios y la autoridad hacen inviable el acceso al
conocimiento verdadero, por lo cual, una verdadera filosofía o una verdadera ciencia, es aquella
que cuestiona críticamente los autoridad , es decir, que pone entre paréntesis sus opiniones
para acceder a una verdad incontaminada, aséptica. Ello queda absolutamente atestiguado con
el "Principio de evidencia" cartesiano, que prescribe evitar la precipitación y los
prejuicios , aceptando únicamente como verdadero aquello que se presenta como evidente, es
decir, de manera clara y distinta a nuestro espíritu. Sin embargo, es sólo desde la Ilustración
que el concepto de "prejuicio" adquiere el matiz negativo que actualmente tiene . Así, como
señala Ricoeur, el prejuicio es una categoría de la Aufklärung , bajo la doble forma de
"precipitación" y "prevención" .
Cuando hablamos de "prejuicio", con ello nos referimos a un juicio previo, esta acepción
negativa lo presenta Kant en "Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?" , como aquello
de lo que hay que desembarazarse para poder comenzar a pensar. Así, como señala
Gadamer, el término alemán para "prejuicio" parece haberse restringido desde la.
La superación de todo prejuicio, esta exigencia global de la Ilustración, revelará ser ella misma
un prejuicio cuya revisión hará posible una comprensión adecuada de la finitud que domina no
sólo nuestro ser hombres sino también nuestra conciencia histórica. Por ello Gadamer se
propone recuperar los prejuicios pero poniéndolos en el lugar de condición para la
comprensión. Con el objetivo de poner en cuestión el método y la dominación del conocimiento
científico de la tradición positivista, el filósofo alemán elabora, recuperando las nociones de
"prejuicio", "autoridad" y "tradición" fundamentalmente, su teoría hermenéutica, donde la "fusión
de horizontes", la tríada interpretación/comprensión/traducción -el modelo de la traducción -, y
el juego de preguntas y respuestas -donde toda pregunta tiene una motivación, y es, a su
vez, una respuesta - le permiten contrarrestar la pretensión universalista de la metodología
científica tradicional donde la verdad es puesta en el lugar de la verificación experimental. La
idea racionalista e ilustrada de que la existencia humana, por su razón libre y absoluta, alcanza
la autonomía y la verdad a través de haberse liberado del peso de la tradición puede ser
absolutamente cuestionada por cuanto la razón no es dueña de sí misma, sino siempre referida
a lo dado, es decir, la razón sólo existe como real e histórica.
En este sentido, es en realidad tan poco libre -limitada y condicionada de muchas maneras- que
la idea de una razón absoluta no es una posibilidad de la humanidad histórica. Así, la
comprensión supone nuestra tradición . De manera negativa, podemos decir que no es posible
comprendernos a nosotros mismos o comprender a otros, ni siquiera a un texto o a una
acción, sin considerar lo que ya somos, sin considerar nuestras propias concepciones del
mundo, es decir, nuestra tradición, que nos viene dada. En tanto pertenecientes a la tradición
occidental, por ejemplo, no podemos pensarnos como no occidentales y actuar o juzgar
asépticamente, no podemos ver el mundo con otros ojos, y menos aún sin ellos.
Por eso los prejuicios de un individuo son, mucho más que sus juicios, la realidad histórica de
su ser. El carácter de finitud e historicidad del hombre conduce a Gadamer a la necesidad de
rehabilitar el concepto de prejuicio y a reconocer la existencia de prejuicios legítimos. -a partir
de Heidegger- prejuicios justificados -y que pueden ser productivos para el conocimiento-, el
problema de la autoridad retorna como un nuevo planteamiento.