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Es, por tanto, un texto de naturaleza jurídica y primario, al proceder de una fuente directa,
elaborada y aplicada durante la misma época en la que fue realizada.
Este Código legislativo, fue realizado por Hammurabi (1792-1750 a. de C.), hijo de Sin-muballit,
a quien sucedió en el trono y con quien Babilonia comenzó a tener una época de esplendor
unificando Mesopotamia tras actuar militar y administrativamente promulgando este conjunto
de leyes que para su mayor conocimiento y difusión mandó grabar en estelas de piedras y
repartirlas por las capitales de su Imperio.
Estas leyes recogidas a modo de Código, sancionaban en parte la jurisprudencia anterior y tras
unos retoques, la obra se convirtió en la obra literaria más extensa e importante de su época y
el corpus legislativo más famoso del mundo antiguo oriental. Como he dicho anteriormente, fue
redactado en legua acadia y grabado con signos cuneiformes.
Las leyes recogidas en el texto propuesto legislan sobre la familia, la propiedad y el código penal
para daños producidos por golpes. Entre paréntesis, el número de artículo codificado:
Si numeramos del 1 al 12 los artículos propuestos, estarían dentro de familia el 1 (154), 2 (157),
3 (195), 4 (168), 5 (142) y el 8 (195).
Que traten temas propios del código penal serían el 7 (197), 10 (205) y el 11 (209 y 210).
El padre tiene la dirección total de todos los temas de la casa ya que las mujeres e hijos no son
considerados iguales al padre/esposo siendo por tanto el padre el de mayor rango en el derecho
de familia.
La esposa puede disponer de sus bienes, recibir herencia de su padre y dar donaciones y legados.
La ley contempla que la mujer puede administrar sus bienes, contratar y adquirir bienes
muebles, ir ajuicio y ocupar algunos cargos en la administración pública. Esta libertad es muy
reducida y escasa ya que el marido puede cederla a un acreedor. Si a la muerte del esposo y
siendo los hijos menores, la esposa/madre puede desempeñar la patria potestad de la familia.
El padre tenía también total autoridad sobre los hijos, pero sin llegar a poder venderlos, aunque
sí entregarlos a un acreedor durante un tiempo en devolución de alguna deuda.
El padre tenía, así mismo, un gran poder a la hora de ejercer disciplina sobre los integrantes de
su familia, pudiendo aplicar duros castigos recogidos en la ley, pero no tenía derecho para
decidir la vida o muerte de ellos. Si un padre renegaba de un hijo, éste debía irse de casa
perdiendo así todos sus derechos.
El matrimonio era, sobre todo, de carácter contractual (riksatum) donde se plasmaban los
derechos y deberes de la esposa y la suma de dinero que el marido le tendría que pagar si la
repudiara, así como la condena a la esposa si le fuera infiel. La dote entregada por el padre de
la mujer al esposo, es exclusivamente propiedad de ella. Si en algún momento el matrimonio se
disolviera, dicha dote pasaría de nuevo a la esposa, a sus hijos o a su familia. Esta dote la podrá
usufructuar el marido, pero éste nunca podrá enajenarla o venderla.
Se estipula que el matrimonio es monógamo, pero puede ocurrir que haya otras esposas
secundarias en caso de que la esposa principal sea estéril. En este caso, la esposa principal puede
volver a la casa paterna llevándose consigo la dote y la indemnización que en el contrato se
consignara para el repudio.
La mujer no puede abandonar al marido salvo que él la abandone a ella y conserva su papel de
esposa principal si el marido tomara otra esposa con la intención de conseguir descendencia. El
marido pude repudiar a la mujer si existiera malversación de fondos, injurias contra él o
negación de relaciones conyugales o infidelidad por parte de ella. El marido nunca podrá ser
castigado por adulterio.
A modo de aclaración, el Código de Hammurabi y la Biblia usan la palabra “conocer” para indicar
relaciones sexuales, generalmente legítimas y la palabra “yacer” indica relaciones sexuales
ilegítimas. (Artículos 1 y 2 propuestos).
Con relación al derecho hereditario, los bienes patrimoniales eran heredados por los hijos, a los
que la ley protegía y no podían ser desheredados por el padre, a no ser que la suma de faltas
reiteradas y graves que debían ser verificadas judicialmente.
Sobre el derecho de la propiedad, se distinguía entre bienes muebles e inmuebles. Los bienes
inmuebles eran de carácter público y el estado los tenía controlados por el catastro, conociendo
en cada momento cómo se encuentran los mismos y quien los está explotando. Algunas veces
las propiedades eran entregadas en arrendamiento (ilkum) poseyendo en precario el usufructo
de las tierras, vivienda y ganado y estaba permitido que se pudiera transmitir por herencia a los
hijos.
Si por motivo de prisión por guerra del súbdito que explotaba el inmueble, éste se entregara
provisionalmente a un tercero, el primero, tan pronto como fuera liberado y llegara a su patria,
sería restituido en la posesión del inmueble.
Hammurabi estableció el principio de competencia del estado para administrar justicia a sus
súbditos, sobre todo en temas penales, con tribunales creados para ello. El Estado no sólo
pretendía impartir justicia imponiendo penas y castigos ante hechos y delitos concretos, sino
que pretendía utilizar las leyes de forma preventiva para evitar que se llegaran a realizar y
consumar los delitos consiguiendo así una paz en la convivencia de la sociedad.
El castigo y pena establecido por el estado consistía principalmente en pena de muerte, castigo
corporal y multa. La pena de muerte era por ahogamiento, hoguera o empalamiento. Los
castigos corporales se realizaban con la mutilación de miembros, golpes y azotes. El
establecimiento de multas era el castigo más numeroso. También existía la condena al destierro
de la persona de su comunidad, que llevaba consigo la pérdida de todos sus bienes. Estas penas
variarán según el estatus social de quien hubiera realizado el delito.
Tomarse la justicia por su mano, la venganza y el derecho que tenía una persona para castigar
por su cuenta a quien le ha agraviado, está en la Ley del talión que viene del derecho amorreo y
que es recogida en el Código de Hammurabi, pero únicamente está contemplada su aplicación
cuando las personas afectadas son de clase social superior.
BIBLIOGRAFIA
Bravo, G. (2018). Historia del Mundo Antiguo. Una introducción crítica. Madrid: Alianza
Editorial.
Roux, G. (2002). Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Madrid: Ediciones Akal.