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Las náuseas se describen como la sensación de tener la necesidad de vomitar,

pudiendo involucrar respuestas del sistema nervioso simpático y/o


parasimpático.

En contraste, el vómito se define como la expulsión involuntaria del contenido


gástrico a través de la boca, siendo mediado por una actividad coordinada de
los sistemas autónomo, gastrointestinal y respiratorio. Este proceso consta de
una fase de preparación antes de la eyección y otra de expulsión, que se
caracteriza por contracciones sostenidas de los músculos abdominales. Estas
contracciones se coordinan con los músculos intercostales, faríngeos y
laríngeos, cerrando la glotis y elevando el paladar blando.
a fisiopatología de la emesis es intrincada y los mecanismos exactos
que desencadenan el vómito, especialmente en términos de la
ubicación neuronal donde se integran los estímulos sensoriales, aún no
se comprenden completamente.

Históricamente, se han identificado dos áreas clave que contribuyen a


la comprensión de los mecanismos mediante los cuales las drogas
antieméticas ejercen su acción.
El centro del vómito (CV) recibe aferencias principalmente de los pares
craneales VIII, IX y X, así como de centros corticales superiores y cordones
espinales que transmiten información periférica de dolor. Este centro integra
estos estímulos y coordina las acciones de los músculos liso y estriado
involucrados en el vómito. Utiliza nervios viscerales, vías motoras simpáticas y
parasimpáticas que se extienden hasta el tracto gastrointestinal, así como
nervios espinales que llegan al diafragma y músculos abdominales.

La zona gatillo quimioreceptora (CTZ), situada en el área postrema en el piso del


IV ventrículo, es sensible a la estimulación química por drogas y toxinas en la
sangre. Se involucran diversos neurotransmisores, principalmente histamina,
dopamina, acetilcolina, serotonina y neurokinina, en este proceso de
desencadenamiento de la emesis.

En el contexto de las Náuseas y Vómitos Postoperatorios (NVPO), se reconoce que la


mayoría de los casos están vinculados al uso de anestésicos inhalados y opioides. Estos
medicamentos tienden a provocar NVPO con mayor frecuencia en poblaciones que
presentan ciertos factores de riesgo.

Se observa que los anestésicos inhalados, en general, tienen el potencial de inducir NVPO, y
la duración prolongada de la exposición a estos anestésicos se asocia con un mayor riesgo.
Aunque el uso de propofol en anestesia total intravenosa disminuye el riesgo de NVPO, se
continúa utilizando anestésicos inhalados debido a la conveniencia de su administración en
el contexto de una anestesia balanceada.
Las náuseas y vómitos después de una cirugía (NVPO) son una complicación
común y a menudo temida, incluso más que el dolor asociado al procedimiento.

Aunque en muchos casos son autolimitados y raramente se asocian con


complicaciones graves como deshidratación, desequilibrios electrolíticos o
problemas en la cicatrización de la herida, estas situaciones afectan
negativamente la calidad de vida del paciente y generan costos adicionales para
el sistema de salud.

Las náuseas y vómitos postoperatorios (NVPO) afectan a alrededor del 20-30% de los
pacientes, y cada episodio de estos trastornos prolonga la estancia hospitalaria en unos
20 minutos. En situaciones de cirugía ambulatoria, a veces es necesario readmitir al
paciente debido a estos síntomas.

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