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Realidad problemática:

Se ha observado que a lo largo de la estadía universitaria los estudiantes afrontan nuevos


desafíos y retos, los cuales hacen crear nuevos hábitos, que en muchas ocasiones no saben
como sobrellevarlos. Actualmente hay una alta prevalencia de estudiantes que hacen caso
omiso a sus deberes académicos, de tal manera que no se hacen cargo de las tareas dadas
adecuadamente y en las fechas establecidas por los docentes.

Lo que les conlleva a procrastinar, hallándose envueltos en un desorden total cuando se


encuentran en la fecha de entrega, desestabilizando su estado emocional, generando estrés.

El porcentaje de procrastinadores en el ámbito académico va incrementando, sobrepasando


un 60% entre cada estudiante. Los que procrastinan se afligen más cuando están próximos a
presentar trabajos tales como proyectos, informes o planes de investigación académica,
dejando todo para la última instancia esperanzados a que los docentes ejerzan presión sobre
ellos para empezar a realizar sus actividades. (Ruiz, Cuzcano 2017).

Además, cabe resaltar que el hecho de posponer actividades relacionadas al plano académico,
no solo provoca la tardía entrega de trabajos, sino que en distintas circunstancias por lograr lo
esperado por el docente, se producen situaciones de estrés.

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