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¿Qué es la adolescencia y qué etapas tiene?
Los padres y madres frente a la complejidad de la adolescencia
Principales cambios en la adolescencia
4 Ideas o creencias erróneas sobre la etapa adolescente
15 técnicas para padres para un buen manejo de la etapa adolescente de los hijos
Conclusiones
Editorial
Puntúa y comparte
(Tiempo de lectura 14 minutos)
En mi trabajo como psicóloga atiendo con frecuencia a adolescentes que acuden a consulta
por diferentes motivos: problemas de conducta, dificultades para manejar sus emociones,
complicaciones en las relaciones sociales y familiares, desajustes con la imagen,
desmotivación… Cuando mantengo entrevistas con la madre y el padre para obtener
información relevante, independientemente del motivo de consulta, me encuentro con
verbalizaciones muy parecidas, que tal vez sean una aproximación a la percepción que
tienen los padres de la adolescencia. He elegido los comentarios más frecuentes:
“Mi hijo ya no quiere pasar tiempo con nosotros, ya no somos importantes”. “Mi hija me
exige mayor intimidad, no lo entiendo, siempre lo hemos compartido todo”. “A mi hijo le
encantaba que le hicieras mimos viendo la televisión juntos y ahora parece que no le gusta
estar conmigo y le avergüenza que quiera darle un beso”. “Mi hija me dice que lo más
importante de su vida son sus amigas. ¿Cómo puede ser eso? ¿Y nosotros? ¡La opinión de
sus amigas le importa más que la nuestra!”. “Nada le parece bien, protesta por todo,
cuando era más pequeño no ponía tantas pegas y acataba las normas sin problemas, ahora
parece que le gusta desafiarnos”. “Da igual lo que yo le diga, no acepta mis consejos, no
tiene en cuenta la opinión de su madre, y me da rabia, porque la veo pasarlo mal”.
¿Os reconocéis en alguna de estas frases?
Con este artículo me gustaría ofrecer a los padres y madres información sobre la etapa
adolescente y proponer algunas estrategias para gestionar mejor este período tan decisivo
de la vida de nuestros hijos e hijas.
¿Qué es la adolescencia y qué etapas tiene?
La adolescencia es una etapa del desarrollo que se sitúa entre la infancia y la adultez, en
la que ocurre un proceso creciente de maduración física, psicológica y social, que lleva al
ser humano a transformarse en un adulto. (Gaete, 2015).
Es difícil establecer límites cronológicos para este período. La revista médica “The
Lancet”, en un artículo de opinión, sugería que, como consecuencia de la ampliación de la
fase educativa en los hijos, el retraso a la hora de “irse de casa”, formar nuevos hogares,
casarse o tener hijos…, la adolescencia se extendía, incluso, más allá de los 20 años.
De acuerdo con los conceptos convencionalmente aceptados por la Organización Mundial
de la Salud: La adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años,
considerándose dos fases: la adolescencia temprana (10 a 14 años) y la adolescencia
tardía (15 a 19 años).
Pensad en cuál es la principal dificultad que todas y todos tenemos. Yo diría que realizar o
afrontar cambios. Imaginad una etapa de vuestra vida donde la principal constante fuera que
“todo está cambiando”. Así se siente una persona adolescente.
Un objetivo básico en mi trabajo con adolescentes es ayudarles a que integren de manera
adecuada los cambios que experimentan durante esta etapa en la que construyen su
identidad y en la que comienzan a tener mayor independencia psicológica y social.
Los cambios que experimentan a nivel físico, psicológico y emocional ocurren de manera
muy rápida y abrupta, y no siempre pueden procesar estos cambios de forma favorable. Se
sienten en una montaña rusa, llena de vaivenes emocionales que no esperan y que no
siempre comprenden.
Las psicólogas y psicólogos enseñamos estrategias para que los adolescentes logren
comprender y aceptar esta etapa. Pero es importante destacar que los adolescentes forman
parte de una unidad familiar. Sin una adecuada interacción y colaboración entre los hijos e
hijas adolescentes y sus padres, no será fácil avanzar adecuadamente en este período tan
importante.
Los padres y madres a menudo se sienten perdidos e incomprendidos ante la adolescencia
de sus hijos e hijas, y es algo muy normal. Se producen muchos cambios en ellos y ellas y a
una gran velocidad. Ofrecer a los padres herramientas de manejo repercutirá positivamente
en la persona adolescente y en el clima familiar, y ambas esferas se alimentan mutuamente
en la buena dirección.
Las figuras parentales son indispensables en este proceso. Durante la infancia son las que
enseñan a los hijos e hijas a establecer apegos, a vincularse, y ahora, en la adolescencia, son
también fundamentales en esta nueva etapa de aprendizaje.
Para ser conscientes de los numerosos cambios que se producen en la etapa adolescente
quiero señalar tres grandes categoría: los cambios físicos, los cambios psicológicos o
emocionales, y los cambios a nivel social. Todos estos cambios interactúan entre sí.
Cambios físicos
Crecimiento corporal, aumento de peso y altura. Aumento masa muscular y cambios a
nivel hormonal.
Desarrollo de órganos sexuales, aparición de caracteres sexuales secundarios y comienzo
de capacidad reproductiva.
Mayor desarrollo cerebral.
Cambios emocionales.
Búsqueda y consolidación de la propia identidad.
Fluctuaciones emocionales y desarrollo de competencias referentes a la regulación de las
emociones.
Desarrollo de nuevas habilidades cognitivas como el pensamiento abstracto y el
razonamiento.
Mayor capacidad de reflexión.
Desarrollo de las competencias referentes a la regulación de afectos.
Desarrollo y consolidación de la identidad sexual.
Necesidad de experimentar.
Búsqueda de autonomía.
Incremento de la asunción de responsabilidad.
Cambios sociales
Desarrollo de la competencia social.
Crecimiento y consolidación de la autoestima.
Alta necesidad de sentirse vinculado en un grupo de iguales que promueve necesidad de
aprobación por parte de los demás.
Aumenta sus figuras de referencia.
Búsqueda de un proyecto de ocupación en la edad adulta.
Inicio de las relaciones sexuales.
Búsqueda de simetría con los adultos.
4 Ideas o creencias erróneas sobre la etapa adolescente
“Ya no cuento en la vida de mi hijo. Mi opinión no vale”. “Prefiere estar con sus amigos
que con su familia, no somos importantes”
Hay que evitar este tipo de deducciones. De partida, el comportamiento de nuestra hija o
hijo adolescente no está causado por nosotros o nosotras.
En esta etapa para los adolescentes es fundamental sentirse aceptados por su grupo de
iguales. Este es el momento en que comienza a conformar sus propias creencias sobre el
mundo, en base a lo aprendido en la familia y en los nuevos aprendizajes.
En esta etapa aparece o se intensifica lo en que Psicología llamamos “proceso de
diferenciación”, a través del cual, el adolescente desplaza sus afectos a otro punto diferente
al de la familia, y comienzan a crear vínculos con personas externas, principalmente de su
grupo de edad, ello le ayuda a “buscarse a sí mismo o a sí misma” a construir su identidad.
Por eso no es que no quieran estar con su familia, lo que ocurre es que necesitan buscar su
propia individualidad a través de la distancia del núcleo familiar. Esta distancia es pequeña
pero necesaria, y es normal que a los padres y madres les cueste comprenderla, incluso en
ocasiones les haga daño.
Los padres deben estar en la “retaguardia” en estos momentos y comprender que esa distancia
es necesaria para un desarrollo satisfactoria de sus hijos e hijas.
2. Interpretar la disminución de las muestras de cariño como un síntoma de
desafección.
“Ya no es tan cariñoso, ya no nos quiere igual”. “Siempre salía del colegio y me abrazaba
y me besaba, ahora parece que le da vergüenza, hemos perdido su afecto”.
3. Pensar que son incapaces de seguir las normas y que les gusta desafiar a
los adultos, en concreto a su padre y madre.
En esta etapa los y las adolescentes buscan una relación simétrica con los adultos. Ante los
argumentos de autoridad se muestran reticentes y los ponen en tela de juicio porque están
intentando sentir que forman parte de los límites y las normas.
Ello no quiere decir que les guste desafiar todo lo que sus padres les dicen, está más bien
relacionado con la necesidad de dar su opinión, de demostrar que tienen derecho a sentirse
disconformes.
Es normal que los padres se sientan frustrados ante las negativas de sus hijos e hijas y es
importante tener en cuenta que los límites son necesarios y que no hay que dejar de
ponerlos, éstos tienen que ser lógicos y adecuados.
Los padres y madres representan las normas, la disciplina y las exigencias y eso no les gusta,
pero paralelamente también son la seguridad, las pautas y el afecto, por ello es importante que
ante las negativas y los desafíos los padres no sientan que el problema es con ellos, sino que
tiene más que ver –de nuevo– con su búsqueda de la independencia.
4. Pensar que no están preparados para el mundo, porque este es peligroso y
su necesidad de experimentar los va a llevar a conductas de riesgo.
Es normal que los padres y las madres tengan miedo a que a sus hijos e hijas les ocurra algo
malo. En este momento las personas adolescentes están en un periodo de experimentar
cosas nuevas, de conocer gente, lugares o sensaciones nuevas, pero ello no conlleva que
esas cosas tengan que ser peligrosas y perjudiciales.
Este es el momento en que los hijos e hijas pondrán en marcha todo lo aprendido en la
familia, los valores que les han transmitido los padres serán las herramientas fundamentales
para tomar buenas decisiones ante situaciones nuevas.
La familia será el elemento más importante para que sepan los peligros que se puedan
encontrar, y ayudarles a saber cómo actuar ante ellos. Los padres y madres pueden ser sus
guías para empezar a conocer y afrontar el mundo.
He querido dejar para el final la herramienta más potente que puedo revelaros para un buen
manejo de la etapa adolescente de vuestros hijos e hijos, y es… ¡acordarse de cuando nosotros
y nosotras éramos adolescentes!Esto nos ayudará a reflexionar sobre cómo nos sentíamos, qué
necesidades teníamos o que es lo que pensábamos.
La clave esencial para lograr esto es la empatía, ponernos en el lugar de la persona
adolescente e intentar comprender que es una etapa de muchos cambios en todas las esferas
de su vida. Desde esta mirada nos será más fácil poner en marcha conductas adecuadas para
manejar los conflictos que pudieran surgir.
¡No existe la madre o el padre perfecto! No existen respuestas correctas, no hay que saberlo
todo, ni adivinar las necesidades de los hijos e hijas.
La adolescencia es una etapa de aprendizaje, un tiempo de tropezar y equivocarse, de intentar
volar, de buscar el camino propio… Y en todo ello es fundamental que la familia sea la guía,
una brújula ayudándoles a encontrar su propio camino.
Editorial
Este artículo ha sido creado por el Equipo Editorial de Área Humana, dirigido por Julia
Vidal. Todo su contenido –edición, texto e imágenes– tiene derechos de propiedad
intelectual y no podrá ser reproducido sin el permiso expreso de Área Humana.
Beatriz Piñas
Psicóloga Sanitaria. Especialista en intervención clínica. Experta en desórdenes
emocionales.
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Estoy muy contenta, si estoy en este punto tomando la vida y los cambios con más
tranquilidad, con más perspectiva y tomando decisiones importantes en mi vida… es gracias a todo
lo que me has enseñado y lo que hemos trabajado. Y si además estás en un ambiente tan
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Miriam
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