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Cicerón
• Presentación breve del autor y el contexto histórico
La República romana se caracteriza por una inestabilidad continua; con pequeños auges en
las conquistas, pero con muchos conflictos internos en su sistema político. Una forma de
gobierno que llevaría a dos grandes crisis: una social y otra económica. Es en este momento
cuando emerge la figura de Cicerón como fiel defensor de la República tradicional.
Para entender la importancia de Marco Tulio Cicerón debemos tener en cuenta que no solo
es un orador o un poeta, sino que estas facetas fueron las que definirán su carrera política y
su legado filosófico. Es considerado un autor “humanista” (entre muchas comillas) de la
antigüedad, ya que constituye un símbolo de la literatura latina. Su papel fue destacable en
la prosa romana y se convirtió en un modelo del clasicismo para generaciones posteriores.
La popularidad ganada le permitió lanzarse con garantías a la vida política, a pesar de ser
un "homo novus", es decir, un hombre que pertenecía a una familia que no había
desempeñado ninguna magistratura política.
El latín de Cicerón representa el punto culminante de la prosa latina; en este aspecto solo su
contemporáneo Julio César se le puede comparar. Precisamente la coincidencia en el
tiempo de estos dos prosistas geniales convierte a esta primera mitad del siglo I a.C. en la
época clásica de la prosa latina.
Una característica muy importante de la oratoria es la oralidad, ya que está destinada a ser
pronunciada ante un auditorio y, por tanto, no solo es importante la calidad literaria y la
capacidad persuasiva del discurso, sino también la puesta en escena (llamada actio por los
latinos), es decir, la gestualidad, la entonación, la musicalidad del discurso, etc.
Según el tema y finalidad del discurso, distinguimos tres tipos de discursos: los discursos
políticos, que eran los propios de los debates públicos para defender una postura o lograr
una votación, los discursos judiciales, los cuales tenían la finalidad de defender o acusar a
alguien en los tribunales y los discursos demostrativos que tenían la finalidad de alabar a
alguien.
A partir del siglo II con la helenización de la vida cultural romana, aumentan las escuelas de
retórica y la enseñanza de la técnica oratoria entre los romanos de familias acomodadas.
El primer orador del que tenemos consciencia es Catón el Censor (234/149 a.C.). Gracias a
este, la oratoria se implantó en Roma en el terreno político, donde el género encontraría su
mayor expansión.
Encontramos muy buenos oradores, así como: Escipión Emiliano, Lelio, Cayo y Tiberio
Graco. La mayoría hombres públicos, políticos en activo, destacamos la figura de Julio
César y el propio Cicerón, con quien la prosa latina alcanza una perfección formal
difícilmente superable.
- La escuela ática
- La escuela asianista
- La escuela rodia
• Resumen de la lectura.
resumen de la presentación:
En este discurso, Cicerón defiende a Arquias, que emprendió un viaje hacia Roma. Este fue
bien recibido en todas las ciudades por las que pasó, especialmente en la Magna Grecia,
donde la actividad intelectual era tan alta que cualquier hombre de letras podía ser acogido.
En Roma, las artes y las ciencias adquirían más importancia gracias al impulso de la cultura
griega. Así, Arquias, intimó con familias de la aristocracia romana. Fue huésped de Cátulo,
al que escribió un poema. Pero sus patrones definitivos fueron los Lúculos.
Lucio Lúculo era el cabeza de familia, pero se ausentó de Roma y, a su vuelta, fue juzgado y
condenado por su poca honradez. Sus hijos iniciaron un proceso judicial: Marco Lúculo y
Arquias viajaron a Sicilia para recoger testimonios y, cuando regresaban, pararon en
Heraclea, donde vivía exiliado Lúculo.
En el 89, Marco Plaucio Silvano y Gayo Papirio Carbón crearon la ley Plaucia Papiria, que
concedía la ciudadanía a todo aquel cuyo nombre apareciera en el censo de cualquier
ciudad itálica que guardase relación con Roma (Arquias afirmaba que era ciudadano romano
gracias a esta ley, porque era ciudadano de Heraclea y había tenido un domicilio fijo en
Roma).
En el año 89, Arquias estuvo en Roma, pero del 86 al 70 se ausentó, ya que estaba
acompañando a Lucio Lúculo hacia el este. Este es el motivo por el que todavía no aparecía
en las listas, porque seguía allí.
Cicerón asegura que desde su infancia Arquias fue una motivación para él, pero esto es un
mero recurso oratorio, ya que Arquias vivió en medio del círculo de los optimates y es
imposible que pudiera tener una relación cercana al poeta. Además, ambos tuvieron una
mala relación.
Cicerón defendió a Arquias por razones políticas, pero también porque estaba escribiendo
un poema sobre un asunto que consideraba noble y útil. Y así, después de ser defendido, el
poema no había avanzado nada, debido a que recibió un poema del propio Cicerón que lo
desanimó.
Durante los siguientes años, Arquias disfrutó de los derechos de la ciudadanía sin ningún
problema, ya que hizo su testamento según lo estipulado. Además, pudo recibir herencias
de ciudadanos romanos.
La acusación contra Arquias era con fines políticos y contra Lucio Lúculo, dándose por la
rivalidad entre este y Pompeyo, pues ambos tenían un gran interés por conseguir el favor de
Sila. Cuando Lúculo regresó a Roma, gran parte del senado vio en él una salvación que les
libraría de la tiranía de Pompeyo y ambos bandos se enfrentaron frecuentemente.
Los enemigos de Lúculo utilizaron contra Arquias la Ley Papia, ya que esta prohibía a los
extranjeros quedarse en Roma, surgiendo como consecuencia de un movimiento contra la
corrupción electoral.
La acusación de Gracio sobre Arquias se debía a dos factores: Por una parte, Arquias no
podía presentar documentos que demostraran su ciudadanía, pues se destruyeron en un
incendio y por otra, nunca se había inscrito como ciudadano.
Gracio no quería acusar a Arquias, sino exiliarlo para que Lúculo se viera obligado a alejarse
de él, ocurriendo todo esto en el año 62 y concluyendo con la absolución de Arquías
Finalmente, este suceso provocó que Arquias ganara gran importancia como poeta, aunque
no nos han llegado ninguna de sus obras.
Estamos frente a un discurso diferente a los habituales. Cicerón afirma que él no solo ha
estudiado oratoria, sino que se ha formado también en otros géneros literarios. Pide que se
le permita usar un estilo de oratoria diferente a lo que era usual.
Cicerón defiende que no es necesario que se pidan más pruebas, ya que hay un hombre
que ha declarado y que no hace falta consultar más registros. Además, Arquias tenía
domicilio en Roma.
El orador pone como otro argumento a favor de Arquias que Lucio Lúculo, quien era
procónsul, lo había incluido en el erario como merecedor de gratificaciones.
Cicerón cuenta que él se ha entregado a los estudios, y que no se avergüenza de ello como
hacen otros. Confiesa que hay que tener ambición de alcanzar gloria y honor.
Defiende que aunque solo se buscara en el estudio un placer espiritual, el estudio es lo más
propio del hombre. Es un placer adecuado para todas las personas sin importar la edad o la
época. Afirma que aunque las personas no estudien, deben admirar a quienes sí lo hacen.
Pone el ejemplo de Roscio, que por el talento que poseía, no iba a morir en la mente de las
personas.
El orador muestra el afecto que le tiene al poeta, ya que le admira por su habilidad en los
poemas, incluso cuando este improvisaba.
Cicerón expone el ejemplo de Homero que, a pesar de su muerte, algunas personas todavía
pelean para que sea reconocido como ciudadano suyo. Entonces reclama que si hay
personas que reivindican a Homero como ciudadano, por qué motivo van a repudiar a
Arquias, quien siempre ha dedicado su talento a divulgar la gloria del pueblo romano.
Cicerón afirma que Ennio era admirado en gran medida por el primer Escipión Africano,
creándose una estatua suya y enalteciendo tales alabanzas al propio pueblo romano.
Entonces, el orador llega a la conclusión de que si este pudo obtener la ciudadanía por sus
actos, al igual que Teófanes de Mitilene (el cual se dedicó a escribir las hazañas que realizó
Pompeyo), Arquías no tiene por qué carecer de ese mismo derecho.
Cicerón expone que Lucio Cornelio Sila recompensó a un mal poeta con la compra de todos
los bienes de la subasta en la que este se encontraba, por tanto, se cuestiona si se la
hubiera entregado a Arquías en caso de que la hubiera pedido, pues, a diferencia de ese
poeta, Arquías presentaba un gran talento.
Además, su gran amigo Metelo Pío concedió la ciudadanía a muchas otras personas y,
como este era gran admirador de la obra de Arquías, no sería un hecho tan extraño que se
la concediese.
Cicerón afirma que “no hay que disimular lo que no se puede ocultar, sino que debemos
confesarlo abiertamente”. Esto se debe a que todos deseamos la sensación de éxito,
incluidos los filósofos, generales, jueces e incluso el propio Cicerón, el cual confiesa ante el
juzgado su anhelo de gloria y, además, expone que Arquías se dedicó a escribir un poema
acerca de las medidas que tomó (con la colaboración de los jueces) para salvar la ciudad.
Este animó a Arquías para que terminara el poema, ya que así alcanzaría más éxito, hecho
que no considera para nada negativo, pues, según él, “la virtud no desea otra recompensa a
sus trabajos y peligros que los elogios y la gloria”
Cicerón explica que “en todo hombre de bien, reside un sentimiento interior que día y noche
le aguijonea el alma con la idea de la gloria y que le advierte de que no hay que dejar
extinguir, al mismo tiempo que la vida, el recuerdo de nuestro nombre, sino perpetuarlo
hasta la más lejana posteridad”.
Todas las personas que se dedican a la política creen que una vez lleguen al final de su vida
deben querer dejar la imagen de sus obras y valores escrita por los mayores talentos, más
no la representación de sus cuerpos, hecho que muchos realizan mediante la creación de
esculturas y retratos.
Cicerón pide a los jueces la protección de Arquías, cuya causa está garantizada por el
beneficio de una ley, la autoridad de un municipio, el testimonio de Lúculo y los registros de
Metelo.
Recurre a los dioses para justificar su gran talento y así convencer a los jueces de que
acepten su ciudadanía, además de exponer su promesa de que dará testimonio eterno de
alabanza a los peligros internos que han padecido.
• Conclusiones
En conclusión, Pro Archia es una de las obras más importantes de la literatura universal.
Este discurso es poco habitual a lo que era común en otros discursos tanto en estilo como
en temática .
Por una parte, Cicerón con este discurso intenta agradar y persuadir a los jueces con la
suavidad y la fluidez de su lenguaje. En cambio, la temática además de defender al acusado
incluye cómo innovación la defensa de las humanidades. Es decir, se centra en llamar la
atención sobre lo importante que son las letras y las actividades literarias. Esta obra inicia la
reflexión sobre lo importante que es el intelecto del hombre.
Ciceron solía recurrir al patriotismo en sus discursos porque era un punto sensible que podía
favorecer al defendido.
-un discurso de defensa tiene que utilizar determinados recursos para lograr su propósito
Ciceron solía recurrir al patriotismo en sus discursos porque era un punto sensible que podía
favorecer al defendido.
la calidad de su cliente Ie ofrece una ocasion para hacer en este discurso una brillante laudatio del
oficio de las letras: no pre- tende solamente que la ciudadania de Arquias sea reconocida y
respetada, sino que, en la Roma utilitaria, las letras humanas alcancen tambien carta de ciudadania.
- - CONCLUSIÓN DE INTERNET