Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La oratoria romana
Estos ejercicios eran el entrenamiento del futuro abogado o político, que pronto
tendría que enfrentarse con los problemas y polémicas de la vida real. Los
jóvenes completaban su formación en el Foro, donde escuchaban los discursos
de oradores famosos hasta que, con la instauración del régimen imperial,
cesaron las rivalidades electorales y las campañas de captación de votos y, con
ello, disminuyó la actividad oratoria. La retórica se refugia en las escuelas,
pero, falta de contraste con la realidad, en la calle y ante un público, se va
convirtiendo en puro artificio, lleno de afectación y carente de vida.
1
con interés en las disputas entre las diferentes tendencias y estilos de retórica.
La importancia que los romanos daban a la oratoria queda reflejada en la
costumbre de redactar de nuevo y publicar los discursos más o menos
improvisados ante un público. Tal es el caso de Cicerón, el hombre que
personifica la oratoria romana.
2
Marco Tulio Cicerón
3
- Pro Archia poeta (defendiéndolo de haber usurpado la ciudadanía
romana)
b) Discursos políticos:
- De imperio Cn. Pompei, a favor de que concedieran un mando a
Pompeyo.
- Catilinarias: In Catilinam (cuatro discursos )
- Filípicas: catorce discursos violentos, reales o ficticios, redactados
como panfletos, contra Marco Antonio.
Como teórico de la oratoria, escribe también otras obras en las que reflexiona
acerca de cómo debe ser la formación del orador (De oratore), cómo es el
orador ideal (Orator) y traza una historia de la elocuencia romana (Brutus). A
estas obras pueden añadirse también dos tratados técnicos: Partitiones
oratoriae y Topica.
4
La influencia de su técnica oratoria, que procuró plasmar en sus tratados
teóricos, fue inmensa. Quintiliano, autoridad oficial en materia de retórica a
comienzos del s. II de nuestra era, pretendió restablecer en toda su pureza los
principios oratorios ciceronianos, y en el Renacimiento se consideraba el estilo
y la técnica oratoria de Cicerón como el único digno de ser tenido en cuenta en
su género.
Quintiliano