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LA ORATORIA Y LA RETÓRICA

a) Orígenes

Debemos hacer una delimitación de ambos términos: mientras que la retórica se encarga de estudiar la forma y las
propiedades de la elaboración de discursos, así como de la parte teórica de este arte, por su parte la oratoria se ocupa de la
aplicación práctica de esta técnica. La etimología de RETÓRICA nos remite al término griego ῥητορική, que se relaciona a su
vez con el rétor o ῥήτωρ. En Roma se retomó la costumbre griega de hablar en público bajo la máxima de ars bene dicendi
(“el arte de hablar bien”) y ya era conocida desde la época arcaica; sus oradores, producto del estudio en las escuelas griegas,
comenzaron a proliferar ya desde el S. II a.C. Sin embargo, la oratoria como arte decaerá en el Imperio debido a la pérdida de
libertad individual y de expresión, permaneciendo no obstante como elemento educativo e influyendo sobre todas las formas
de literatura.

En los estados republicanos, la oratoria vive como forma de confrontación política y legal antes de convertirse en hecho
literario. Existe una tradición autónoma oral del discurso romano, aunque la teoría griega y su praxis se convertirán en
modelo importante desde época bien antigua. Ya en Catón el Censor se puede ver el influjo de la teoría retórica griega, y la
influencia de la oratoria helenística precede al de la elocuencia ática en Roma, a pesar de que únicamente Cicerón podrá
igualarse a los grandes oradores griegos. La enseñanza superior, a la cual sólo accedían jóvenes de familias acomodadas, se
impartía en las escuelas de retórica, donde el rétor enseñaba a sus discípulos la técnica oratoria, es decir, el arte de persuasión
mediante la palabra. Los alumnos componían, memorizaban y recitaban discursos. El maestro corregía posteriormente la
pronunciación, el tono de voz, los gestos y cualquier defecto que observara. Estos ejercicios contribuían a desarrollar la
agilidad mental, la facilidad de palabra y la capacidad dialéctica del alumno, lo que se convertía en el entrenamiento del
futuro abogado o político. Su formación se completaba en el Foro, donde podían escuchar los discursos de los políticos más
reputados y aprender de ellos.

En Grecia, el más famoso de los logógrafos (esto es, los encargados de redactar los discursos para los tribunales) fue Lisias,
aunque fue Sócrates el maestro fundador de una famosa escuela de oratoria en Antenas, con un concepto más amplio y
patriótico de la misión del orador, quien debía ser un hombre instruido y movido por sus altos ideales éticos con el fin de
garantizar el progreso del Estado. En este tipo de oratoria llegó a considerarse a Demóstenes como el mejor en su arte.

Cada discurso de oratoria tenía preestablecida una estructura según los siguientes puntos:

 Inventio, donde se plantea la idea principal del discurso.


 Dispositio, en la que se estructura el discurso mediante los siguientes pasos: exordio (introducción), narratio
(exposición de los hechos), divisio (donde el orador menciona las coincidencias y disidencias que tiene con el público
oyente), argumentatio (parte esencialmente dialéctica del discurso), digressio (cambio temporal de tema) y peroratio
(enumeración de las pruebas y final).
 Elocutio, donde se enumeran las características literarias del discurso.
 Memoria, el aprendizaje del propio discurso.
 Actio, donde se tiene en cuenta la forma de comportarse en el momento de pronunciar el discurso.

Aparte de esto, el discurso u oratio podía ser de varios tipos dependiendo de su funcionalidad:

 Laudationes fúnebres o panegíricos, destinados a ensalzar a una persona fallecida, a menudo sin veracidad, ya que
debían alabar al difunto con exageración.
 Discursos políticos, pronunciados durante el desempeño de un cargo público, sobre todo el consulado.
 Discursos judiciales o causas criminales, llevados a cabo en el Foro delante de la gente, aunque también delante del
tribunal de justicia que debía emitir un veredicto, tanto en defensas como en acusaciones.
 Acción de gracias tanto a los dioses como al Senado o al pueblo por motivos diversos. Por ejemplo, Cicerón agradeció
al Senado y al pueblo su vuelta del exilio.

b) Autores

Antes de la llegada de Cicerón y su consagración como el gran orador romano, otros autores se atrevieron a cultivar este
género literario: el propio Cicerón hace referencia al discurso pronunciado por Apio Claudio el Ciego como el primero del
que tenemos conocimiento, y Aulo Gelio recoge un fragmento de Publio Cornelio Escipión el Africano. En el extremo
opuesto a la postura de Catón el Censor se sitúan los oradores del llamado Círculo de Escipión, como el propio Escipión
Emiliano y Lelio. Tenemos noticias además de los hermanos Graco, Tiberio y Cayo, quienes usaron por primera vez la
oratoria para orientar la Constitución Romana hacia una república más popular, y cuya corriente retórica se opondría a la
elocuencia senatorial o aristocrática. Tras el asesinato de los Graco, el escenario oratorio es ocupado por Marco Antonio y
Licinio Craso, considerados por Cicerón como los más grandes oradores romanos. Por otra parte, Hortensio fue el principal
rival de Cicerón en los tribunales, representante del asianismo romano. Y por último, el archiconocido Julio César fue
conocido como el más ingenioso, habilidoso y dialéctico de los oradores romanos.

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1.- MARCO PORCIO CATÓN (234 – 149 a.C.)

Marco Porcio Catón, también apodado Catón el Viejo, nació en el seno de una familia plebeya en Tusculum. Fue educado en
las laborales agrícolas hasta que desempeñó su cursus honorum. Y no le fue nada mal, pues ascendió sin parar en los
escalafones políticos de Roma: fue tribunus plebis en el 214 a.C., cuestor en el 204 a.C., pretor en el 198 a.C., cónsul en el
año 195 a.C., y finalmente censor en 184 a.C. Como censor, se caracterizó por su conservadora defensa de las tradiciones
romanas (mores maiorum) frente a la lujosa corriente helenística procedente de Oriente. Participó como militar combatiendo
en la Segunda Guerra Púnica y participó en la batalla del Metauro (en la que Asdrúbal Barca murió). Además protagonizó un
duro enfrentamiento con el general Publio Cornelio Escipión el Africano, aparte de impulsar la Tercera Guerra Púnica contra
Cartago entre el 149 y 146 a.C. (célebre es su frase ceterum censeo Carthaginem delendam est, “por lo demás, pienso que
Cartago debe ser destruida”). Catón acuñó la expresión vir bonus dicendi (“hombre diestro en el habla) para referirse al
orador.

De su obra retórica no se conserva gran parte, únicamente unos fragmentos en los que se puede observar la fuerza y vivacidad
de Catón como orador, además de dejar clarísimas sus convicciones conservadoras en cuanto a las costumbres romanas frente
a la influencia helénica. Escribió más de 150 discursos, de 50 de los cuales nos han llegado fragmentos. Es considerado el
primer escritor de prosa en latín, y se dice que, de no ser por sus impactantes escritos, probablemente la lengua griega habría
sustituido a la latina como lengua literaria. Su obra De agri cultura (“Sobre el cultivo del campo”) es la única que ha
sobrevivido en su totalidad, y en ella asesora a un propietario de una finca mediana basada en el trabajo esclavo con el
objetivo de producir vino y aceite de oliva, incluyendo recetas, fórmulas religiosas y criticando otras actividades económicas
como el comercio y la usura, frente a su defensa de la agricultura como costumbre ancestral en Roma.

2.- MARCO TULIO CICERÓN (106 – 43 a.C.)

Escritor nacido en Arpino en el seno de una familia de orden ecuestre, estudió en Roma y Atenas (donde completó su
formación con Apolonio de Rodas) para dedicarse posteriormente a la abogacía y hacer cursus honorum en Roma. Cicerón
era un homo novus (esto es, el primer hombre de su familia en desempeñar una carrera política), y llegó a consolidarse como
uno de los grandes oradores y un prolífico escritor. Combatió la dictadura de Julio César, aunque durante su carrera política
no dudó en cambiar de postura dependiendo del clima político del momento. El escritor Asinio Polión decía de él “¡ojalá
hubiera sido capaz de soportar la prosperidad con mayor autocontrol y la adversidad con mayor energía!”. Tras la muerte de
César, se opuso a Marco Antonio, siendo considerado por ello enemigo del Estado, lo que provocaría en última instancia su
ejecución por parte de soldados de Marco Antonio durante su huida de la península itálica. También fue un prolífico filósofo
que escribió una vasta obra para el público romano, mayoritariamente profesando su interés por la Academia de Atenas
(aunque tuvo profesores de cada una de las escuelas filosóficas de su tiempo: platonismo, peripatetismo, estoicismo,
epicureísmo y escepticismo). Por ello, es considerado el mayor representante del eclecticismo en su tiempo y en épocas
posteriores. En su época vivió grandes convulsiones políticas, principalmente de carácter interno: la Guerra Civil entre Mario
y Sila, la rebelión de Espartaco, la conjuración de Catilina, la Guerra Civil entre César y Pompeyo…

Su obra literaria es, cuanto menos, heterogénea y extensa. Consagró su vida entera a la producción literaria sin apartarse de la
praxis oratoria.

 Verrinae orationes. Sus Verrinas, escritas hacia el año 70 a.C. Cayo Verres fue un político acusado de saquear la
provincia de Asia, y mediante sobornos se aseguró la pretura en el 74 a.C., asegurándose su propetura en Sicilia gracias
al abuso de su autoridad. También fue acusado de utilizar ilegalmente el dinero estatal de emergencia durante la
revuelta de Espartaco. Al volver a Roma en el 70 a.C., a petición de los sicilianos, Cicerón le procesó por dichas
atrocidades, enfrentándose a su rival judicial Hortensio, contratado por Verres. Ante la contundencia de Cicerón al
presentar las pruebas contra el acusado, Hortensio no vio otro remedio que recomendarle a su cliente que se exiliara
voluntariamente. Verres vivió en el exilio en Massilia hasta el 43 a.C.
 Catilinarias. Una serie de cuatro discursos con los que consiguió abortar la conjuración de Catilina durante el año de
consulado de Cicerón (63 a.C.). Catilina, quien se había postulado para el cargo de cónsul tras haber perdido la primera
vez, intentó asegurarse la victoria mediante sobornos, ya que gozaba de una acomodada situación económica. Por su
parte, Cicerón impulsó una ley prohibiendo maquinaciones de todo tipo, y Catilina, a su vez, conspiró con sus
partidarios para matar a Cicerón y a miembros del Senado en el día de la elección. Cicerón descubrió el complot y
propuso la fecha de las elecciones para dar tiempo al Senado para discutir el intento de golpe de Estado. En estas
elecciones, Catilina volvió a perder, y los conspiradores ya había reunido un ejército, con el plan de iniciar una
insurrección en toda Italia, incendiar Roma y matar a tantos miembros del Senado como fuera posible. Al reunir al
Senado y al propio Catilina en el templo de Júpiter Capitolino el 8 de noviembre, allí mismo pronunció Cicerón su
famoso discurso: Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? (“¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra
paciencia?”). El conspirador se vio obligado a huir junto a su poco equipado ejército hacia la Galia, siendo intervenido
en Pistoya, donde se dice que Catilina luchó con bravura y su cadáver fue hallado adelantado al resto del ejército, en un
intento desesperado, al ver que no había esperanza, por parar el avance de las tropas romanas con todas sus fuerzas. Se
le cortó la cabeza y ésta fue enviada a Roma como prueba de su muerte.
Años más tarde, Cicerón se vio condenado al exilio a instancias de otro de sus enemigos, Clodio, por ejecutar a los
cómplices de Catilina sin concederles el derecho de apelación al pueblo. A su vuelta a Roma, dio las gracias al Senado
y al pueblo romano, además de atacar sin piedad a Clodio en dos de sus obras:
 Pro Caelio. Celio era el ex amante de Clodia (hermana del citado Clodio), que acusaba al joven de haber querido
envenenarla.

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 Pro Milone. Milón había dado muerte a Clodio en un encuentro callejero entre bandas rivales de las que ellos eran los
jefes.
 Pro Archia poeta. En defensa del poeta griego Arquias, al que se acusaba de usurpación del derecho de ciudadanía.
Aquí Cicerón logra un verdadero elogio de las letras en general y de la poesía en particular.
 Pro Marcello y Pro Ligario. Después del triunfo de César, Cicerón le pide perdón por no haberlo apoyado y defiende a
personajes enemigos del dictador, apelando a su clemencia.
 Filípicas (In Marcum Antonium Orationes Philippicae). Una vez que César muere en el año 44 a.C., Cicerón se cree
de nuevo a la cabeza del estado y ataca a Marco Antonio, que aspiraba a ser el sucesor de César, con 14 discursos que
imitan el estilo de Demóstenes (de aquí el nombre de la obra, de la oposición de este político griego con el gran Filipo
II de Macedonia, padre de Alejandro Magno). Estos discursos muestran un estilo renovado lleno de habilidad, tacto,
ingenio y patetismo al retratar personajes. Con sus ataques a Marco Antonio se granjeó la enemistad de sus seguidores,
lo que provocó finalmente su asesinato.

Aparte de las anteriores obras, Cicerón elaboró otras tantas que resultarían claramente instructivas para las artes oratorias.
Cicerón supo como ningún otro autor enseñar cómo se forma a un orador y cómo se compone un discurso. Las obras
principales de este ámbito son:
 Brutus. Una historia de la elocuencia en el mundo romano contada a través de un diálogo entre Cicerón y sus amigos
Ático y Bruto.
 Orator. Cicerón hace un retrato del orador perfecto que se corresponde con sus propias cualidades. En esta obra expone
con gran calidad y detalles su teoría sobre el estilo y la estructura del discurso, además de retomar la idea de crítica de
los aticistas y asianistas, buscando el ideal de elocuencia. Desarrolla otra teoría, según la cual, si las funciones de la
elocuencia son conmover, deleitar y persuadir, entonces para cada uno de ellos se debe emplear un estilo (para
conmover, se pueden usar adornos literarios y léxicos; para deleitar, cualquier tipo de ornato; y para persuadir, debe
usarse un estilo puro, claro y decoroso).
 De oratore. También mediante un diálogo entre cuatro de los mejores oradores de Roma (Antonio, Craso, Mucio
Escévola y César Estrabón) se muestra como tema principal el estilo del discurso, el estilo del orador y el orador
perfecto.
 Otras de sus obras son De inventione, De optimo genere oratorum, Partitiones oratoriae y Topica (aquí expone los
lugares comunes de donde el orador puede extraer los argumentos necesarios para su planteamiento).

El estilo de Cicerón está marcado por la elección de palabras, el empleo de figuras verbales y alegorías como la metáfora, la
metonimia, la anáfora, el políptoton y otras por el estilo, con una cuidadosa construcción de los períodos verbales. De él
indicó César que “descubrió todos los tesoros de la elocuencia, y de ellos fue el primero en servirse; alcanzó la gloria más
hermosa y un triunfo preferible al de los más grandes generales, porque es algo más elevado ensanchar los límites del espíritu
que extender las fronteras del Imperio”.

Época imperial: como hemos podido observar con anterioridad, la época imperial supuso la decadencia de la oratoria, puesto
que el emperador comenzaba a asumir el poder total, así que la vida política de Roma que se desarrollaba en el Foro
desaparece, se acaban las rivalidades electorales y las campañas de candidatos. Así pues, la oratoria se convierte en una
práctica puramente teórica (valga la redundancia) y se limita a su enseñanza en las escuelas. Por la ausencia de su práctica en
ambientes reales y en las calles de cara al público, estas enseñanzas se hacen cada vez más artificiales, cayendo en el
amaneramiento y en la afectación.

SÉNECA EL RÉTOR, padre del conocido Séneca el Joven (Lucio Anneo Séneca), escribió en su Oratorium et rhetorum
sententiae, divisiones, colores un conjunto de ejercicios de retórica que se podían dividir principalmente en dos partes:
Suasoriae, ejercicios oratorios ficticios referentes a temas sacados de la mitología o la literatura; y Controversiae, discursos
judiciales con asuntos convencionales y poco reales.

3.- MARCO FABIO QUINTILIANO (35 – 95 d.C.)

Nacido en Calagurris Nassica Iulia (actual Calahorra), hizo sus primeros estudios en Roma, donde su padre ejercía como
rétor o abogado. Regresa a Hispania en el 61 d.C. cuando Nerón nombra a Galba gobernador de la Tarraconense. Durante 7
años ejerce como profesor de elocuencia y Galba lo nombra abogado en el tribunal superior de la Tarraconense, hasta el 68
d.C., año del asesinato de Nerón, cuando desarrolla una importante carrera como abogado y profesor de retórica bajo los
imperios de Vespasiano, Tito y Domiciano. El primero le confió la primera cátedra pública de retórica que regentó durante 20
años. En su escuela de retórica se formaron Plinio el Joven, el futuro emperador Adriano y puede que Juvenal y Tácito.
Una vez pasados estos 20 años, se retiró en el año 89 d.C. para dedicarse a escribir rodeado de honores (ornamenta,
consularia y la toga laticlavia). Se lamenta en su Institutio oratoria de las pérdidas de su joven mujer de 19 años (89 d.C.),
de su primogénito de 5 años (90 d.C.) y de su segundo hijo de 10 años (95 d.C.). Falleció probablemente poco antes del
asesinato del emperador Domiciano (95 d.C.).

En cuanto a su obra, gran parte de su fama proviene de la elaboración de su Institutio oratoria, una obra enciclopédica donde
recoge todo cuanto es necesario para formar a un orador en 12 volúmenes. En ella propone a Cicerón como modelo supremo,
y en los dos primeros libros trata de la educación elemental y de los métodos para una formación básica en retórica. El futuro
orador debía tener un buen litterator y un buen grammaticus. Además, en los siguientes libros retoma lo expuesto en la
Retórica y en la Poética de Aristóteles. Con esta obra, Quintiliano buscaba hacer frente a la corrupción de la elocuencia que
tan lejos quedaba ya del esplendor de época ciceroniana.

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c) Influencia posterior en la literatura occidental

 Por un lado, la pervivencia de la RETÓRICA griega reaparece en el S. XI a través de Cicerón con autores como Alfonso
de Besate y se difundirá en el S. XII antes de la hipertrofia dialéctica de la escolástica tras la que florecerá el nuevo
humanismo. Autores como Chaucer, John Gower, el Marqués de Santillana o Juan de Mena enriquecerán su
lengua mediante transfusiones de palabras, recursos y esquemas grecolatinos. Este movimiento aumentará durante el
Renacimiento copiando recursos retóricos, introduciéndolos y adaptándolos a las lenguas modernas.
 Por otro, la ORATORIA tiene su auge en el Renacimiento, ya que en dicha época los discursos siguen realizándose en
latín. La oratoria moderna se desarrolla desde el Barroco: Antoine Micault traduce el Pro Marcello de Cicerón en 1523
y las Filípicas en 1548; Andrés Laguna traduce las Catilinarias en 1550. La influencia de Cicerón en el Renacimiento
es inmensa: el mejor orador de ese momento, Fray Luis de Granada, modeló su estilo sobre el de Cicerón y lo plasmó
en su Retórica eclasiástica en 1576. Desde el S. XVII muchos autores abogarán por una prosa natural que dará la
espalda a Cicerón y abrazará a Séneca y Tácito, destacando escritores como Francis Bacon, Thomas Browne,
Baltasar Gracián, John Milton o Blaise Pascual. Mientras tanto, se crea un nuevo ciceronianismo bajo autores como
Fenelon, Gibbon, o Samuel Johnson. Durante la época de la Revolución Francesa, surgirá en este país una escuela
oratoria moldeada en la de Cicerón por ser el gran defensor de la República romana. En Inglaterra, la técnica de
Cicerón, más rica y adaptable para los debates de político, será usada por autores como Burke, Pitt, James Fox o
Sheridan.

d) Bibliografía

 JEAN BAYET, Literatura latina


 LUDWIG BIELER, Historia de la literatura romana
 GILBERT HIGHET, La tradición clásica
 MICHAEL VON ALBRECHT, Historia de la literatura romana

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