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Aspectos cognitivos y emocionales y

desarrollo del sistema nervioso


[2.1] ¿Cómo estudiar este tema?

[2.2] El cerebro adolescente

[2.3] Cambios en el sistema nervioso

[2.4] Cambios cognitivos: razonamiento, inteligencia y toma


de decisiones

[2.5] Autoestima y autoeficacia

[2.6] Referencias bibliográficas

2 TEMA
Aspectos cognitivos y emocionales y desarrollo del sistema nervioso

Aumento de la mielinización de los axones


Esquema

El cerebro adolescente Control cognitivo

TEMA 2 – Esquema
Descenso de la densidad sináptica

Aumento de la sustancia blanca «Recorte» sináptico


Descenso de la sustancia gris (dependiente de la experiencia)

Cambios en el sistema • Corteza prefrontal medial


Cerebro social
nervioso • Corteza parietal temporal

2
• Dopamina
Neurotransmisores • Serotonina
• Melatonina

• Procesamiento de la información
• Aprendizaje
Cambios cognitivos • Razonamiento
• Toma de decisiones
• Impuslsividad

Autoeficiencia versus
autoestima
Psicología del Adolescente

© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


Psicología del Adolescente

Ideas clave

2.1. ¿Cómo estudiar este tema?

Para estudiar este tema deberás comprender las ideas clave expuestas en este
documento. Estas ideas se van a complementar con lecturas y otros documentos (que en
este tema serán opcionales) para que puedas ampliar los conocimientos sobre el mismo.

Además, debes leer el siguiente artículo: Stelzer, F., Cervigni, M. A. y Martino, P.


(2010). Bases neurales del desarrollo de las funciones ejecutivas durante la infancia y
adolescencia. Una revisión. Revista Chilena de Neuropsicología, 5(3), 176-184.
Disponible en el aula virtual en virtud del artículo 32.4 de la Ley de Propiedad Intelectual.

También deberás visualizar la lección magistral correspondiente a este tema,


que te dará una visión global de estas ideas clave.

Este tema tiene como principal objetivo comprender las bases neuroanatómicas y
funcionales del sistema nervioso en la adolescencia. ¿De dónde vienen las conductas,
típicamente asociadas a los adolescentes, de rebeldía, impulsividad, etc.?

A lo largo de las próximas páginas, trataremos de ahondar en los cambios cognitivos


y emocionales que tienen lugar en esta etapa de la vida relacionando constantemente
estos cambios con la base neurológica que subyace y que, en buena medida, condiciona
todas estas conductas. Asimismo, veremos que la separación entre la cognición o el
razonamiento y las emociones es mucho menor de lo que podría pensarse en un
principio.

Con el fin de profundizar en todo ello, el tema se divide en cuatro apartados:

» El cerebro adolescente.
» Cambios en el sistema nervioso.
» Cambios cognitivos: razonamiento, inteligencia y toma de decisiones.
» Autoestima y autoeficacia.

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2.2. El cerebro adolescente

Tal y como destacan Choudhury, Charman, y Blakemore (2008), la adolescencia es una


etapa caracterizada por el cambio hormonal, físico y mental. Se sabe que algunas áreas
del cerebro, principalmente en la corteza frontal, se continúan desarrollando más allá de
la infancia. Según estos autores, se pueden constatar dos cambios principales en el
cerebro adolescente:

1. Un aumento en la mielinización de los axones, lo que incrementa la velocidad


de transmisión del impulso nervioso entre las neuronas y la eficiencia de las
conexiones entre las mismas (Kuhn, 2011). La mielina es el revestimiento que cubre y
protege la mayor parte de las neuronas del sistema nervioso. Las enfermedades
desmielinizantes, como la esclerosis múltiple o la ELA (esclerosis lateral amiotrófica)
atacan esta protección de las neuronas (la mielina) y tienen como consecuencia un
deterioro progresivo grave de las funciones motoras y cognitivas del individuo.
2. Hay un descenso gradual de la densidad sináptica (es decir, de la densidad de
conexiones entre neuronas), lo que supone un recorte drástico de las conexiones entre
neuronas. Estos cambios neurales hacen posible que las habilidades cognitivas que
tienen su base en la corteza frontal, tales como las funciones ejecutivas y las
habilidades de cognición social, cambien también durante la adolescencia.

Estructura general de una neurona. Fuente:


http://anatomyui1.blogspot.es/cache/media/files/00/326/618/2014/06/1403623543_morfologia-de-la-
neurona.jpg

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Estudios recientes de neuroimagen sugieren que la plasticidad cortical durante la


adolescencia está asociada con el desarrollo cognitivo, especialmente en lo que respecta,
como hemos señalado, a las funciones ejecutivas y la cognición social. En definitiva, hacia
la adolescencia intermedia, la evidencia sugiere que los adolescentes tienen menos
conexiones neuronales, pero más selectivas, fuertes y eficaces que cuando eran niños.

Como veremos posteriormente a lo largo del tema, Kuhn (2011) señala que el mayor logro
de esta etapa de la vida no es la adquisición o mejora del pensamiento abstracto, sino el
aumento del control cognitivo (la capacidad de monitorizar y manejar sus propios
procesos de aprendizaje y adquisición del conocimiento) en comparación con niños
preadolescentes.

Corteza cerebral. Fuente: http://www.psicoactiva.com/atlas/lobulos3.jpg

Kuhn (2011) señala que este aumento de la eficiencia de la comunicación entre las
neuronas asociado a un aumento de la mielinización puede apoyar un aumento de la
velocidad de procesamiento, y los refinamientos de los circuitos cerebrales que producen
cambios en la organización sináptica pueden beneficiar la inhibición de respuesta (algo
fundamental en el control cognitivo, en el manejo de la impulsividad, etc.). Al mismo
tiempo, este «recorte» de conexiones poco utilizadas depende de las actividades a las que
el adolescente se dedique, haciendo que tanto cerebro como conducta se especialicen.

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2.3. Cambios en el sistema nervioso

Blakemore y Choudhury (2006) señalan que los cambios principales del sistema nervioso
en la adolescencia son el ya mencionado aumento de la sustancia blanca en todas
las áreas del cerebro (un incremento que parece ser lineal) y un descenso no lineal de
sustancia gris, específica de ciertas regiones del cerebro. En otras palabras, la sustancia
gris aumenta en unas etapas y desciende en otras. Este patrón de desarrollo tiene la
forma de U invertida; comienza con un aumento repentino del número de sinapsis o
conexiones neuronales, después se da un proceso de refinamiento que da como resultado
la eliminación de ese exceso de sinapsis.

Entrando en mayor concreción sobre las áreas del cerebro en las que se producen
cambios, Choudhury et al. (2008) señalan que la estructura de la corteza prefrontal,
el área del cerebro asociada con el entendimiento de las mentes de los demás (cognición
social) y con la coordinación entre pensamientos y conductas (funciones ejecutivas), pasa
por cambios significativos durante la pubertad y adolescencia.

Según las neuronas se van desarrollando, se forma una vaina de mielina alrededor de su
extensión, llamada axón, gracias a las denominadas células gliales o células de
soporte. La mielina actúa como aislante y aumenta de forma masiva la velocidad de
transmisión (hasta 100 veces) del impulso nervioso que va de neurona a neurona. Así,
mientras las áreas sensoriales y motoras del cerebro se mielinizan en los primeros años
de vida, aunque el volumen del tejido cerebral permanece estable, en el caso de la corteza
frontal los axones siguen mielinizándose hasta bien entrada la adolescencia. La
implicación de esto es que la velocidad de transmisión de la información en la corteza
frontal debería aumentar durante la infancia y adolescencia.

La segunda gran diferencia entre los cerebros de los preadolescentes y los adolescentes
se debe a cambios en la densidad sináptica de la corteza prefrontal. En el desarrollo
postnatal, el cerebro empieza pronto a formar nuevas sinapsis, de manera que la
densidad sináptica (el número de sinapsis o conexiones por unidad de volumen de
tejido cerebral) excede de manera enorme a los niveles que se dan en adultos.

Este proceso de proliferación sináptica, llamado sinaptogénesis, dura entre meses o


años, dependiendo de la especia animal y la región cerebral concreta. Estos picos
tempranos de densidad sináptica son seguidos de periodos de eliminación o «recorte»
sináptico en el que las conexiones más usadas se refuerzan y las menos usadas se

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eliminan. Se trata de un proceso dependiente de la experiencia, que ocurre


durante una serie de años y que reduce los niveles de densidad sináptica hasta los niveles
de la vida adulta (Steinberg, 2011).

A partir de los estudios de resonancia magnética (MRI), se ha visto que las áreas que más
se desarrollan durante la adolescencia (en las que se dan los cambios en sustancia blanca
y gris ya mencionados), la corteza prefrontal medial y la corteza
parieto-temporal, forman parte de lo que se conoce como «cerebro social», es decir,
la red de regiones cerebrales implicadas en entender a otras personas. Asimismo,
Blakemore y Robins (2012) señalan que los adolescentes exhiben diferentes respuestas
hacia las recompensas o refuerzos que los niños y los adultos, y que las áreas cerebrales
implicadas con la obtención de refuerzo o recompensa (la corteza estriada ventral y la
corteza prefrontal ventromedial) mostraban un pico de actividad en la adolescencia.

Según señalan Arain et al. (2013), durante la adolescencia, el fortalecimiento y aumento


de eficiencia de los circuitos cerebrales permite la multitarea, mejora la capacidad de
resolución de problemas y la habilidad para procesar información compleja. Además, la
plasticidad del cerebro adolescente proporciona una oportunidad para desarrollar
talentos e intereses que pueden durar toda la vida. No obstante, los ataques neurotóxicos
(por consumo de alcohol o drogas), el estrés crónico y un estilo de vida sedentario pueden
tener un impacto negativo durante esta etapa tan sensible de maduración cerebral.

De entre los muchos neurotransmisores (moléculas que transmiten información


entre neuronas) que hay en el sistema nervioso central, tres de ellos tienen un papel
importante en la maduración de la conducta adolescente: dopamina, serotonina y
melatonina.

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» La dopamina influye en los sucesos del cerebro que controlan el movimiento, la


respuesta emocional, y la capacidad de experimentar placer y dolor. Sus niveles
descienden durante la adolescencia, resultando en cambios de humor y dificultades
para regular las emociones.
» La serotonina tiene un papel importante en las alteraciones del estado de ánimo,
ansiedad, control de impulsos y arousal (estado de activación permanente del
organismo). Sus niveles también descienden durante la adolescencia y esto está
asociado con un menor control de impulsos.
» Por último, la melatonina regula los ritmos circadianos y el ciclo vigilia-sueño. La
producción corporal diaria de melatonina aumenta la necesidad de dormir durante la
adolescencia.

Por su parte, Sisk y Zehr (2005) destacan algunas de las principales diferencias de
desarrollo cerebral dependientes del sexo. La edad en que sucede el pico de aumento
de la materia gris es más temprana en chicas que en chicos y correlaciona con el
establecimiento más temprano de la pubertad en las mujeres. Del mismo modo, el
volumen del hipocampo (implicado en la memoria) aumenta solo en las mujeres,
mientras que la amígdala (región subcortical implicada en el control de impulsos y
regulación emocional) solo en varones. También se da un volumen y número de neuronas
mayor en el núcleo estriado (asociado al movimiento) en varones en comparación con
las mujeres.

2.4. Cambios cognitivos: razonamiento, inteligencia y toma de


decisiones

Blakemore y Choudhury (2006) destacan un cambio cualitativo en la naturaleza del


pensamiento, de tal modo que los adolescentes son más autoconscientes y
autorreflexivos que los niños preadolescentes. Son capaces de mantener en la mente
más conceptos multidimensionales y ser, por tanto, capaces de pensar de una forma más
estratégica. Según Kuhn (2011), los cambios cognitivos se dan en áreas muy diversas:

» Procesamiento de la información. Se da un aumento en el procesamiento básico


de la información, con una mejora en tres niveles: mejor velocidad, mejor capacidad
o mejor inhibición. La inhibición comprende dos componentes: resistencia a los
estímulos que puedan interferir y control inhibitorio de las respuestas propias.

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» Aprendizaje. El aprendizaje conceptual, que implica cambio en el entendimiento,


requiere una implicación cognitiva por parte del aprendiz y, por tanto, la función
ejecutiva debe proveer, monitorizar y gestionar los recursos mentales o cognitivos
implicados. Dichas funciones ejecutivas (razonamiento, resolución de problemas,
etc.) y el aprendizaje que precisa de ellas muestran un desarrollo significativo en la
adolescencia.
» Búsqueda de información autodirigida. En esta edad, la capacidad de iniciar
una búsqueda de información y el entrenamiento en estrategias de búsqueda de
información es suficiente, sin más feedback, para progresar en la resolución de nuevos
problemas en el futuro.

Por su parte, Choudhury et al. (2008) apuntan a que, si bien la adolescencia es un


periodo de maduración en términos de control cognitivo, velocidad de
procesamiento, razonamiento y toma de decisiones, también es un periodo de mayor
riesgo de depresión, abuso de sustancias, suicidio, trastornos de alimentación y otras
conductas de riesgo. Estos aspectos (que los veremos con más detalle más adelante),
pueden deberse a que la trayectoria de desarrollo de las capacidades cognitivas no ocurre
de manera sincronizada. Por ejemplo, ciertas habilidades, tales como la regulación
emocional, pueden desarrollarse más tarde que otras, como el control motor, durante la
adolescencia. También hay que tener en cuenta la influencia de factores sociales,
culturales y familiares, que hacen que el entorno del adolescente sea más complejo y que
presenten a la persona que pasa por esta etapa de la vida retos y desafíos de complejidad
creciente en un momento de desarrollo muy sensible.

Para Blakemore y Robbins (2012), la impulsividad observada en la adolescencia se


atribuye parcialmente al desarrollo lento de las regiones cerebrales necesarias para el
control cognitivo, lo que incluye la selección de respuestas y los procesos inhibitorios,

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localizadas en la corteza prefrontal. Asimismo, los adolescentes muestran preferencia


por aquellas decisiones que suponen un refuerzo inmediato. Según pasan los años, la
tendencia a tomar decisiones impulsivas va descendiendo, lo que ha sido asociado con
un aumento lineal en la actividad de la corteza prefrontal ventromedial y un descenso en
el núcleo estriado ventral y otras regiones entre los 11 y los 31 años de edad.

Finalmente, en lo que respecta al impacto de las emociones en la toma de


decisiones, Burnett, Bault, Coricelli y Blakemore (2010) destacan que una
hipersensibilidad en las regiones responsables de procesar las recompensas, junto con el
desarrollo relativamente lento de las regiones relacionadas con el control de impulsos,
parece ser que aumenta las conductas de riesgo en adolescentes. Esto es especialmente
así cuando las decisiones se toman en contextos con alta carga emocional. Asimismo, la
toma de riesgos en presencia del grupo de iguales puede depender de un sistema de
mentalización en desarrollo. La mentalización es la capacidad de atribuir estados
mentales para predecir la conducta de los demás y se desarrolla durante la adolescencia
hasta sus últimas etapas.

2.5. Autoestima y autoeficacia

Singh y Udainiya (2009) señalan que la adolescencia es la etapa del desarrollo vital más
vulnerable, cuando el niño que entra en esta etapa requiere reajustes en lo académico,
lo social y lo familiar, que pueden conducir a la experimentación de ansiedad, o
sentimientos raros o desagradables.

El concepto de autoeficacia se relaciona con los juicios que las personas hacen sobre
su habilidad para ejecutar determinadas conductas relevantes para una tarea o situación
concreta. Se refiere a la confianza en las propias capacidades para comportarse de una
manera que conduzca a un resultado deseable (Bandura, 1977).

La autoeficacia marca la diferencia entre cómo la gente se siente, piensa y actúa. Tiene
que ver con la creencia optimista de ser capaz de afrontar una serie de estresores.

Así, la gente con alta autoeficacia elige realizar tareas más difíciles y desafiantes.
Pueden afrontar la vida con una actitud que les permite ver los desafíos como problemas
que deben ser resueltos, en vez de como amenazas que deben ser evitadas. También se
marcan retos personales y mantienen un compromiso fuerte con esas metas. Cuando

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afrontan situaciones de estrés, su creencia en sus capacidades de manejar las situaciones


para su propio beneficio les permite tener confianza en sí mismos.

Mientras tanto, las personas con baja autoeficacia pueden experimentar depresión,
ansiedad e indefensión. Ven las dificultades a través del medio y entran en un círculo
vicioso, es decir, la falta de confianza en sus habilidades produce falta de acción, esta
falta de acción contribuye a tener más dudas sobre las propias capacidades y, por ello, se
estresan y deprimen con más facilidad que las personas con alta autoeficacia.

Bandura (1977) atribuye el desarrollo de la autoeficacia a cuatro factores:

» El dominio (mastery).
» El aprendizaje social.
» La persuasión social.
» Los estados físico y emocional.

De los cuatro, el mejor predictor de autoeficacia es el dominio, mientras que el más


poderoso en minar la autoeficacia es la persuasión social. Algunas condiciones que
influyen en la autoeficacia son la clase social, la raza, el nivel educativo, el entorno rural
o urbano y el género.

En el caso concreto de los adolescentes, la estructura familiar puede tener un


impacto directo en la autoeficacia. La violencia doméstica, desmoralización,
feedback negativo y críticas continuadas son los ejemplos más extremos de una
persuasión social negativa. En el estudio de Singh y Udainiya (2009), procesos como los
divorcios, separaciones, conflictos intergeneracionales, etcétera, tienen un impacto
negativo en la autoeficacia de los adolescentes.

Por otra parte, la autoestima puede ser definida como la actitud individual hacia uno
mismo, lo que implica una autoevaluación en la dimensión positivo-negativo (Joshi y
Srtivastava, 2009).

En general, la autoestima se refiere a la evaluación positiva de uno mismo,


compuesta de dos dimensiones: competencia y dignidad. La competencia
(autoestima basada en la eficacia) se refiere al modo en que las personas se ven a sí
mismas capaces… ¡Exacto! ¡Es la autoeficacia! La dimensión de la dignidad se refiere
al grado en que los individuos sienten que son personas que merecen ser valoradas.

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En síntesis, la autoestima es la disposición a experimentarse a uno mismo como


competente para afrontar los retos básicos de la vida y como digno de felicidad.

Pajares (2005) indica que ambos conceptos son claves en la adolescencia y, en especial,
en cómo los adolescentes afrontan los retos académicos, pero no solamente eso, sino que
va a condicionar en qué medida se esfuerzan en una actividad concreta, cuánto se
motivan a sí mismos para alcanzar sus metas y si perseveran para superar las
adversidades, cómo regulan su pensamiento y su conducta, y su vulnerabilidad al estrés
y la depresión.

Como consecuencia, estas creencias pueden influir enormemente en el nivel de logro que
la persona consigue finalmente, en las decisiones vitales adoptadas y en el curso de
acción puesto en marcha para conseguir las metas. Erol y Orth (2011), por su parte,
hablan de resultados inconsistentes sobre el desarrollo de la autoestima en la
adolescencia (desde estudios que hablan de un aumento hasta otros que hablan de
invariabilidad, y otros de descenso) y destacan como factores principales la estabilidad
emocional, la extraversión, la conciencia de uno mismo y la sensación de dominio
(mastery).

2.6. Referencias bibliográficas

Arain, M., Haque, M., Johal, L., Mathur, P., Nel, W., Rais, A., Sandhu, S. y Sharma, S.
(2013). Maturation of the adolescent brain. Neuropsychiatric Disease and Treatment,
9, 449-461.

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Psicología del Adolescente

Bandura, A. (1977). Self-efficacy: toward a unifying theory of behavioral change.


Psychological Review, 84(2), 191-215.

Blakemore, S. J. y Choudhury, S. (2006). Development of the adolescent brain:


implications for executive function and social cognition. Journal of Child Psychology
and Psychiatry, 47(3), 296–312.

Blakemore, S. J. y Robbins, T. W. (2012). Decision making in the adolescent brain.


Nature Neuroscience, 15(9), 1184-1191.

Burnett, S., Bault, N., Coricelli, G. y Blakemore, S. J. (2010). Adolescents’ heightened


risk-seeking in a probabilistic gambling task. Cognitive Development, 25, 183-196.

Choudhury, S., Charman, T., y Blakemore, S.J. (2008). Development of the teenage
brain. Mind, Brain and Education, 2, 142-147.

Erol, R. Y. y Orth, U. (2011). Self-Esteem Development From Age 14 to 30 Years: A


Longitudinal Study. Journal of Personality and Social Psychology, 101(3), 607-619.

Joshi, S. y Srivastava, R. (2009). Self-esteem and Academic Achievement of Adolescents.


Journal of the Indian Academy of Applied Psychology, 35, 33-39.

Kuhn, D. (2011). Do cognitive changes accompany developments in the adolescent brain.


Perspectives on Psychological Science, 1(1), 59-67.

Pajares, F. (2005). Self-efficacy during childhood and adolescence. Implications for


teachers and parents. En. T. Urdan y F. Pajares (Eds.), Self-Efficacy Beliefs of
Adolescents (pp. 339-367). Charlotte, NC: Information Age Publishing.

Singh, B. y Udainiya, R. (2009). Self-Efficacy and Well-Being of Adolescents. Journal of


the Indian Academy of Applied Psychology, 35(2), 227-232.

Sisk, C. L. y Zehr, J. L. (2005). Pubertal hormones organize the adolescent brain and
behavior. Frontiers in Neuroendocrinology, 26, 163–174.

TEMA 2 – Ideas clave 13 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


Psicología del Adolescente

Steinberg, L. (2011). Demystifying the adolescent brain. Educational Leadership, 68(7),


42-46.

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Desarrollo cerebral y adolescencia: los lóbulos frontales

En esta lección magistral realizaremos un recorrido muy específico sobre el desarrollo


cerebral en la adolescencia y ahondaremos en el desarrollo de los lóbulos frontales,
principal área interviniente en el razonamiento, la percepción emocional y social
(empatía), pero también del control de impulsos y la regulación emocional, aspectos
claves en el desarrollo adolescente.

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Oliva, A. (2007). Desarrollo cerebral y asunción de riesgos durante la adolescencia.


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educación y la política social son presentados y discutidos en este artículo.

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+ Información

A fondo

Psicopatía en niños y adolescentes: modelos, teorías y últimas


investigaciones

En este artículo se hace una revisión de las aportaciones desde la neurociencia, en las que
nos encontramos una respuesta reducida de la amígdala en los jóvenes con presencia del
rasgo de insensibilidad emocional y puntuaciones elevadas en psicopatía. También se ha
hallado una respuesta anormal en la zona del córtex prefrontal ventromedial. Es
importante tener en cuenta estos resultados, ya que las disfunciones que presentan los
niños con características psicopáticas hacen muy complicada su socialización.

Accede al artículo a través del aula virtual en virtud del artículo 32.4 de la Ley de
Propiedad Intelectual

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Webgrafía

US Food and Drug Administration

La FDA (Food and Drug Administration: Agencia de Alimentos y Medicamentos o


Agencia de Drogas y Alimentos) es la agencia del gobierno de los Estados Unidos
responsable de la regulación de alimentos (tanto para personas como para animales),
medicamentos (humanos y veterinarios), cosméticos, aparatos médicos (humanos y
animales), productos biológicos y derivados sanguíneos. Hay información sobre
adolescencia y diferentes recursos sobre salud e información de interés.

Accede a la página web a través del aula virtual o desde la siguiente dirección:
http://www.fda.gov/AboutFDA/EnEspanol/default.htm

Bibliografía

Baird, A. A. y Fugelsang, J. A. (2004). The emergence of consequential thought: Evidence


from neuroscience. Philosophical Transactions of the Royal Society of London B:
Biological Sciences, 359(1451), 1797–1804.

Bault, N., Coricelli, G. y Rustichini, A. (2008). Interdependent utilities: How social


ranking affects choice behavior. PLoS ONE, 3(10), e3477.

Bossaerts, P. y Hsu, M. (2008). En P. W. Glimcher, C. F. Camerer, E. Fehr y R. A.


Poldrack (Eds.), Neuroeconomics: decision making and the brain (pp. 351–364). New
York: Elsevier.

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Psicología del Adolescente

Boyer, T. W. (2006). The development of risk-taking: A multi-perspective review.


Developmental Review, 26, 291–345.

Camille, N., Coricelli, G., Sallet, J., Pradat-Diehl, P., Duhamel, J. R. y Sirigu, A. (2004).
The involvement of the orbitofrontal cortex in the experience of regret. Science,
304(5674), 1167–1170.

Casey, B. J., Jones, R. M. y Hare, T. A. (2008). The adolescent brain. Annals of the New
York Academy of Science, 1124, 111–126.

Coricelli, G., Critchley, H. D., Joffily, M., O’Doherty, J. P., Sirigu, A. y Dolan, R. J. (2005).
Regret and its avoidance: A neuroimaging study of choice behavior. Nature
Neuroscience, 8(9), 1255–1262.

Steinberg, L., Albert, D., Cauffman, E., Banich, M., Graham, S. y Woolard, J. (2008). Age
differences in sensation seeking and impulsivity as indexed by behavior and self-report:
Evidence for a dual systems model. Developmental Psychology, 44(6), 1764–1778.

Steinberg, L. (2008). A social neuroscience perspective on adolescent risk-taking.


Developmental Review, 28(1), 78–106.

TEMA 2 – + Información 19 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


Psicología del Adolescente

Test

1. Los dos cambios más notables en el cerebro adolescente son:


A. Aumento en la mielinización de los axones y descenso acelerado de la densidad
sináptica.
B. Aumento en la mielinización de los axones y descenso gradual de la densidad
sináptica.
C. Descenso en la mielinización de los axones y aumento acelerado de la densidad
sináptica.
D. Descenso en la mielinización de los axones y aumento gradual de la densidad
sináptica.

2. La capacidad de monitorizar y manejar los propios procesos de aprendizaje y


adquisición del conocimiento se conoce como…
A. Autocontrol.
B. Autoeficacia.
C. Control cognitivo.
D. Control de impulsos.

3. El neurotransmisor encargado de regular los ritmos circadianos y el ciclo vigilia-sueño


es la…
A. Adrenalina.
B. Dopamina.
C. Serotonina.
D. Melatonina.

4. La confianza en las propias capacidades para comportarse de una manera que


conduzca a un resultado deseable se conoce como…
A. Autoeficacia.
B. Autoestima.
C. A y B son correctas.
D. A y B son erróneas.

TEMA 2 – Test 20 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


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5. El recorte o descenso de conexiones sinápticas en la adolescencia está asociado con…


A. Pérdida en la capacidad de aprendizaje.
B. Empeoramiento de la capacidad de control de impulsos.
C. Mayor fortalecimiento y eficiencia de las conexiones neuronales restantes.
D. Ninguna de las anteriores.

6. Un ejemplo de enfermedad desmielinizante es…


A. La demencia vascular.
B. La enfermedad de Parkinson.
C. La demencia frontotemporal.
D. La esclerosis múltiple.

7. La inhibición en términos cognitivos hace referencia a…


A. La capacidad para ignorar estímulos distractores.
B. La capacidad para el control de las propias respuestas.
C. La capacidad para evitar situaciones de riesgo.
D. A y B son correctas.

8. La capacidad de atribuir estados mentales para predecir la conducta de los demás se


conoce como:
A. Mentalización.
B. Cognición social.
C. Empatía.
D. Telepatía.

9. ¿Los niveles de qué neurotransmisor relacionado con el control de impulsos


descienden durante la adolescencia?
A. Adrenalina.
B. Dopamina.
C. Serotonina.
D. Melatonina.

10. La autoestima se compone de dos dimensiones principales:


A. Competencia y eficacia.
B. Competencia y dignidad.
C. Competencia y felicidad.
D. Dignidad y justicia.

TEMA 2 – Test 21 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

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