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Tema2 PSICOLOGIA
Tema2 PSICOLOGIA
2 TEMA
Aspectos cognitivos y emocionales y desarrollo del sistema nervioso
TEMA 2 – Esquema
Descenso de la densidad sináptica
2
• Dopamina
Neurotransmisores • Serotonina
• Melatonina
• Procesamiento de la información
• Aprendizaje
Cambios cognitivos • Razonamiento
• Toma de decisiones
• Impuslsividad
Autoeficiencia versus
autoestima
Psicología del Adolescente
Ideas clave
Para estudiar este tema deberás comprender las ideas clave expuestas en este
documento. Estas ideas se van a complementar con lecturas y otros documentos (que en
este tema serán opcionales) para que puedas ampliar los conocimientos sobre el mismo.
Este tema tiene como principal objetivo comprender las bases neuroanatómicas y
funcionales del sistema nervioso en la adolescencia. ¿De dónde vienen las conductas,
típicamente asociadas a los adolescentes, de rebeldía, impulsividad, etc.?
» El cerebro adolescente.
» Cambios en el sistema nervioso.
» Cambios cognitivos: razonamiento, inteligencia y toma de decisiones.
» Autoestima y autoeficacia.
Como veremos posteriormente a lo largo del tema, Kuhn (2011) señala que el mayor logro
de esta etapa de la vida no es la adquisición o mejora del pensamiento abstracto, sino el
aumento del control cognitivo (la capacidad de monitorizar y manejar sus propios
procesos de aprendizaje y adquisición del conocimiento) en comparación con niños
preadolescentes.
Kuhn (2011) señala que este aumento de la eficiencia de la comunicación entre las
neuronas asociado a un aumento de la mielinización puede apoyar un aumento de la
velocidad de procesamiento, y los refinamientos de los circuitos cerebrales que producen
cambios en la organización sináptica pueden beneficiar la inhibición de respuesta (algo
fundamental en el control cognitivo, en el manejo de la impulsividad, etc.). Al mismo
tiempo, este «recorte» de conexiones poco utilizadas depende de las actividades a las que
el adolescente se dedique, haciendo que tanto cerebro como conducta se especialicen.
Blakemore y Choudhury (2006) señalan que los cambios principales del sistema nervioso
en la adolescencia son el ya mencionado aumento de la sustancia blanca en todas
las áreas del cerebro (un incremento que parece ser lineal) y un descenso no lineal de
sustancia gris, específica de ciertas regiones del cerebro. En otras palabras, la sustancia
gris aumenta en unas etapas y desciende en otras. Este patrón de desarrollo tiene la
forma de U invertida; comienza con un aumento repentino del número de sinapsis o
conexiones neuronales, después se da un proceso de refinamiento que da como resultado
la eliminación de ese exceso de sinapsis.
Entrando en mayor concreción sobre las áreas del cerebro en las que se producen
cambios, Choudhury et al. (2008) señalan que la estructura de la corteza prefrontal,
el área del cerebro asociada con el entendimiento de las mentes de los demás (cognición
social) y con la coordinación entre pensamientos y conductas (funciones ejecutivas), pasa
por cambios significativos durante la pubertad y adolescencia.
Según las neuronas se van desarrollando, se forma una vaina de mielina alrededor de su
extensión, llamada axón, gracias a las denominadas células gliales o células de
soporte. La mielina actúa como aislante y aumenta de forma masiva la velocidad de
transmisión (hasta 100 veces) del impulso nervioso que va de neurona a neurona. Así,
mientras las áreas sensoriales y motoras del cerebro se mielinizan en los primeros años
de vida, aunque el volumen del tejido cerebral permanece estable, en el caso de la corteza
frontal los axones siguen mielinizándose hasta bien entrada la adolescencia. La
implicación de esto es que la velocidad de transmisión de la información en la corteza
frontal debería aumentar durante la infancia y adolescencia.
La segunda gran diferencia entre los cerebros de los preadolescentes y los adolescentes
se debe a cambios en la densidad sináptica de la corteza prefrontal. En el desarrollo
postnatal, el cerebro empieza pronto a formar nuevas sinapsis, de manera que la
densidad sináptica (el número de sinapsis o conexiones por unidad de volumen de
tejido cerebral) excede de manera enorme a los niveles que se dan en adultos.
A partir de los estudios de resonancia magnética (MRI), se ha visto que las áreas que más
se desarrollan durante la adolescencia (en las que se dan los cambios en sustancia blanca
y gris ya mencionados), la corteza prefrontal medial y la corteza
parieto-temporal, forman parte de lo que se conoce como «cerebro social», es decir,
la red de regiones cerebrales implicadas en entender a otras personas. Asimismo,
Blakemore y Robins (2012) señalan que los adolescentes exhiben diferentes respuestas
hacia las recompensas o refuerzos que los niños y los adultos, y que las áreas cerebrales
implicadas con la obtención de refuerzo o recompensa (la corteza estriada ventral y la
corteza prefrontal ventromedial) mostraban un pico de actividad en la adolescencia.
Por su parte, Sisk y Zehr (2005) destacan algunas de las principales diferencias de
desarrollo cerebral dependientes del sexo. La edad en que sucede el pico de aumento
de la materia gris es más temprana en chicas que en chicos y correlaciona con el
establecimiento más temprano de la pubertad en las mujeres. Del mismo modo, el
volumen del hipocampo (implicado en la memoria) aumenta solo en las mujeres,
mientras que la amígdala (región subcortical implicada en el control de impulsos y
regulación emocional) solo en varones. También se da un volumen y número de neuronas
mayor en el núcleo estriado (asociado al movimiento) en varones en comparación con
las mujeres.
Singh y Udainiya (2009) señalan que la adolescencia es la etapa del desarrollo vital más
vulnerable, cuando el niño que entra en esta etapa requiere reajustes en lo académico,
lo social y lo familiar, que pueden conducir a la experimentación de ansiedad, o
sentimientos raros o desagradables.
El concepto de autoeficacia se relaciona con los juicios que las personas hacen sobre
su habilidad para ejecutar determinadas conductas relevantes para una tarea o situación
concreta. Se refiere a la confianza en las propias capacidades para comportarse de una
manera que conduzca a un resultado deseable (Bandura, 1977).
La autoeficacia marca la diferencia entre cómo la gente se siente, piensa y actúa. Tiene
que ver con la creencia optimista de ser capaz de afrontar una serie de estresores.
Así, la gente con alta autoeficacia elige realizar tareas más difíciles y desafiantes.
Pueden afrontar la vida con una actitud que les permite ver los desafíos como problemas
que deben ser resueltos, en vez de como amenazas que deben ser evitadas. También se
marcan retos personales y mantienen un compromiso fuerte con esas metas. Cuando
Mientras tanto, las personas con baja autoeficacia pueden experimentar depresión,
ansiedad e indefensión. Ven las dificultades a través del medio y entran en un círculo
vicioso, es decir, la falta de confianza en sus habilidades produce falta de acción, esta
falta de acción contribuye a tener más dudas sobre las propias capacidades y, por ello, se
estresan y deprimen con más facilidad que las personas con alta autoeficacia.
» El dominio (mastery).
» El aprendizaje social.
» La persuasión social.
» Los estados físico y emocional.
Por otra parte, la autoestima puede ser definida como la actitud individual hacia uno
mismo, lo que implica una autoevaluación en la dimensión positivo-negativo (Joshi y
Srtivastava, 2009).
Pajares (2005) indica que ambos conceptos son claves en la adolescencia y, en especial,
en cómo los adolescentes afrontan los retos académicos, pero no solamente eso, sino que
va a condicionar en qué medida se esfuerzan en una actividad concreta, cuánto se
motivan a sí mismos para alcanzar sus metas y si perseveran para superar las
adversidades, cómo regulan su pensamiento y su conducta, y su vulnerabilidad al estrés
y la depresión.
Como consecuencia, estas creencias pueden influir enormemente en el nivel de logro que
la persona consigue finalmente, en las decisiones vitales adoptadas y en el curso de
acción puesto en marcha para conseguir las metas. Erol y Orth (2011), por su parte,
hablan de resultados inconsistentes sobre el desarrollo de la autoestima en la
adolescencia (desde estudios que hablan de un aumento hasta otros que hablan de
invariabilidad, y otros de descenso) y destacan como factores principales la estabilidad
emocional, la extraversión, la conciencia de uno mismo y la sensación de dominio
(mastery).
Arain, M., Haque, M., Johal, L., Mathur, P., Nel, W., Rais, A., Sandhu, S. y Sharma, S.
(2013). Maturation of the adolescent brain. Neuropsychiatric Disease and Treatment,
9, 449-461.
Choudhury, S., Charman, T., y Blakemore, S.J. (2008). Development of the teenage
brain. Mind, Brain and Education, 2, 142-147.
Sisk, C. L. y Zehr, J. L. (2005). Pubertal hormones organize the adolescent brain and
behavior. Frontiers in Neuroendocrinology, 26, 163–174.
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A fondo
En este artículo se hace una revisión de las aportaciones desde la neurociencia, en las que
nos encontramos una respuesta reducida de la amígdala en los jóvenes con presencia del
rasgo de insensibilidad emocional y puntuaciones elevadas en psicopatía. También se ha
hallado una respuesta anormal en la zona del córtex prefrontal ventromedial. Es
importante tener en cuenta estos resultados, ya que las disfunciones que presentan los
niños con características psicopáticas hacen muy complicada su socialización.
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Propiedad Intelectual
Webgrafía
Accede a la página web a través del aula virtual o desde la siguiente dirección:
http://www.fda.gov/AboutFDA/EnEspanol/default.htm
Bibliografía
Camille, N., Coricelli, G., Sallet, J., Pradat-Diehl, P., Duhamel, J. R. y Sirigu, A. (2004).
The involvement of the orbitofrontal cortex in the experience of regret. Science,
304(5674), 1167–1170.
Casey, B. J., Jones, R. M. y Hare, T. A. (2008). The adolescent brain. Annals of the New
York Academy of Science, 1124, 111–126.
Coricelli, G., Critchley, H. D., Joffily, M., O’Doherty, J. P., Sirigu, A. y Dolan, R. J. (2005).
Regret and its avoidance: A neuroimaging study of choice behavior. Nature
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Steinberg, L., Albert, D., Cauffman, E., Banich, M., Graham, S. y Woolard, J. (2008). Age
differences in sensation seeking and impulsivity as indexed by behavior and self-report:
Evidence for a dual systems model. Developmental Psychology, 44(6), 1764–1778.
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