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Radiología. 2014;56(4):380

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CARTA AL DIRECTOR

El informe y su forma notarial, entre heterodoxia fulgurante y docilidad sin lec-


tores. Delicado equilibrismo, que a veces se salda con una
Radiological reports and their structure caída al vacío.
En todo caso, el informe conlleva elecciones y renuncias
«Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justifi- que definen al radiólogo, testimonian su esfuerzo y cristali-
carlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de zan en un estilo, entendido este como una manera original
nuestra ligereza o ignorancia» o distinguida de hacer1 . El estilo refleja nuestra forma de
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) buscar la claridad sin deformar la evidencia, pero también
nuestro deseo más o menos consciente de agradar. El estilo,
El informe radiológico descifra la interioridad del mucho más que mera forma, denota un talante, pues ates-
paciente. De paso desnuda al radiólogo, mostrando algunas tigua la intensidad de nuestra implicación. Si el mejor estilo
de sus prioridades y carencias. Porque el informe eviden- procede, como creo, de la voluntad de hacer propios los
cia la capacitación de quien lo redacta, pero también su problemas ajenos, nada hay más definitorio de este que
posición frente al sufrimiento ajeno. El informe denota ade- la gestión del hallazgo previamente desapercibido. En ese
más la relevancia que el radiólogo atribuye a sus propios trance el estilo se hace patente y el radiólogo comparece
juicios, meras opiniones razonadas que a veces retumban de cuerpo entero. Entre el compromiso con el paciente, el
con el estruendo de los axiomas. Las palabras del informe amor a la verdad y la fidelidad a la tribu se tensa y retuerce
contienen matices de convicción, que el radiólogo modula uno de los nudos gordianos de la profesión2 . Al lector de la
en función de su personalidad y experiencia. No es asunto revista podría interesarle una reflexión global y serena sobre
menor, pues el clínico utiliza esos matices para tomar deci- la gestión del hallazgo previamente desapercibido. No sé si
siones. El informe, en suma, retrata al radiólogo, a veces este tópico forma parte del programa de la especialidad,
dolorosamente. Y es sabido que el retrato ajeno nos resulta aunque es posible que la cita de Cajal, anime a muchos a
siempre más revelador. pensar y escribir sobre ello.
El informe exhaustivo es respetable, pero se arriesga
a la irrelevancia. El informe prolijo destila un entusiasmo
taxonómico más propio de la botánica. La enumeración sis- Bibliografía
temática, aunque respetuosa con la realidad, puede resultar
enervante para los médicos y abrumadora para los enfermos. 1. Moliner M. Diccionario de uso del español. Madrid: Editorial Gre-
Por otra parte, el informe estructurado en epígrafes apenas dos; 2000.
abarca una complejidad que parece no entender. Consciente 2. Berlin L. Reporting the ‘‘missed’’ radiologic diagnosis: Medicole-
de ello, el radiólogo quisiera zafarse de la corrección acadé- gal and ethical considerations. Radiology. 1994;192:183---7.
mica y emitir a escuetos reportajes, convirtiendo el informe
en un subgénero periodístico. Pero cuando se aleja de la J.M. Mellado
ortodoxia, se expone al descrédito corporativo. El radiólogo
duda, lastrado por un falso dilema que gravita entre el deseo Sección de Radiología, Hospital Reina Sofía, Tudela,
de ser leído por el clínico y la necesidad de ser aceptado por Navarra, España
el gremio. Ha de elegir entre síntesis reflexiva y desglose Correo electrónico: jmellado@comz.org

http://dx.doi.org/10.1016/j.rx.2014.01.004
0033-8338/© 2014 SERAM. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.

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