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Signos y casos
sino como un padi@tierno que vela por cl destino dc sus percepción. la alteración (ICIcampo es por derecho propio modifica-
hijos.l ción cn la rnirada y por la mirada, No cg, por consiguiente, la concep-
ción dc la cnfcrrncdarl la que ha cartii)iadoprimero, '/ luego la ma-
Este texto solemne y parlanchín muest1üAsu scntido si se le compara nera dc reconocerla; no es tampoco el sistema dc señales cl que ha
con este otro cuyo laconismo, paradójicamcntc, puede sobrcponér- sido modificado después de la teoría; sino todo cl conjunto, y má
sele: «Hace falta darle un carácter ocular a la cicncia". 2 Muchos podc- profundamcntc, la rclación dc la enfermedad con esta mirada a la
res, desde la lenta aclaración dc las oscuridades, la lectura sicmprc cual sc ofrccc y quc al mismo ticrnpo ella constituye. No hay división
prudente de lo esencial, cl cálculo del tiempo y dc las posibilidadcs, quc haccr cntrc teoría y cxpcricncia, o métodos y resultados;es me-
el dominio dcl corazón y la confiscación majestuosa dc los pres- ncstcr lecr las cstructuras profundas de la visibilidad en las cuales el
tigios paternos, son otras tantas formas en las cualcs se instaura poco campo y la mirada sc vinculan, cl uno a la otra, por códtgosPerceptivor;
a poco la soberanía de la mirada. Ojo que sabe y que decide, ojo que las cstudiarcmos en cstc capítulo bajo sus dos formas más importan-
rige. tes: la estructura lingüística del signo y la aleatoria del caso.
Probablemente la clínica sea cl primer intento, dcsde el Renaci-
miento, de formar una ciencia únicamente sobre el campo percep-
tivoy una práctica sólo sobre el ejercicio de la mirada. Ha habido, sin En la tradición médica del siglo XVIII,la enfermedad se presenta al
duda, la de Descartes a Monge, y anteriormente entre los pintores y observador de acuerdo con síntomasy signos.Los unos 7 los se
los arquitectos, una reflexión sobre el espacio visible; pero se trataba distinguen por su valor semántico, así como por su morfología. El sín-c
de fijar una geometría de la visibilidad, es decir, de situar los fenóme- toma —de ahí su posición real— es la forma ha,iola cual se presenta
nos señalando la percepción en el interior de un dominio sin mirada; la enfermedad: de todo lo que es visible, él es lo más cercano a lo
las formas inteligibles fundaban las formas percibidas en una exposi- esencial: y es la primera transcripción de la naturaleza inaccesible de
ción que las suprimía. La clínica no es una dióptrica del cuerpo; re- la enfermedad. Tos, fiebre, dolor de costado y dificultad para respirar
side en una mirada a la cual no escapa. Supone, sin interrogarla, la vi- no son la pleuresía misma —ésta no se ofrece jamás a los senddos,
sibilidad de la enfermedad, como una estructura común en la cual "sino que sólo se revela al razonamiento"—, pero forman su -síntoma
la mirada y la cosa vista, la una frente a la otra, encuentran su sitio. esencial" ya que permiten designar un estado patológico (por oposi-
En efecto, visibilidad supone a la mirada y al objeto vinculados ción a la salud), una esencia mórbida (diferente, por ejemplo, de la
por naturaleza y por origen. En un círculo que no es menester tratar neumonía) y una causa próxima (una difusión de serosidad).S Los
de romper, la mirada médica es la que abre el secreto de la enferme- síntomas dejan transparentarla figura invariable, un poco en reárada,
dad, y esta visibilidad es la que hace a la enfermedad penetrable a la visible e invisible, de la enfermedad.
El signo anuncia: lo que ha
ocurrido; lo que se desarrolla actualmente. De él a la e:-
fermedad reina toda una distancia que no franquea sin subrayarla,va
1 C--L Dumas, Élogede HenriFouquet (Montpellier, 1807), citado por que se ofrece desviado y a menudo en forma sorpresiva- No da a co—
Girbal, Essai sur l'espñt de la clinique médicale de Montpellier
(Montpellier, 1858), p. 18.
2 M.-A-Petit, Discours sur la maniêre d 'exercerla bienfaisance dans les
hópitcux (3 de noviembre de 1797) , Essai sur la médecinedu coeur, 3 Cf. Zimmermann, Traité de l'expâience (trad. fr., París, 1774), t.
pp. 197-198.
EL NACIMIENTO LA Cl.iNtCA v 120
nocer; a lo sumo, a partir de él se puede esbozar un reconocimiento. forma lo que se llarna la enfermedad No son sino una verdad dada
Un reconocimiento que, a tientas, adelanta las dimensiones de lo en forma total a la mirada; su vínculo y su estatuto no remiten a una
oculto: el pulso traiciona la fuerza inxisibley el ritmo dc la circula- esencia, sino que indican una totalidad natural que tiene únicamente
ción; o incluso el signo descubre el tiempo como el azulado de las sus principios de composición y sus formas más o menos regulares de
uñas que anuncia, sin duda, la muefle, o las crisis del cuarto día que, duración: "Una enfermedad es un todo, ya que se le pueden asignar
en las fiebres intestinales, prometen la curación. A través de lo invisi- los elementos; tiene un fin, ya que se pueden calcular sus resultados;
ble el signo indica lo más lejano, Io que está por debajo, lo más tarde. por consiguiente es un todo colocado en los límites de la invasióny
En él, se ü-ata del éxito, de la vida y de la muerte, del tiempo, y no de de 12terminación"! El síntoma está así disminuido de su papel de in-
esta verdad inmóvil, de esta verdad dada y oculta que los síntomas de- dicador soberano, y no es sino el fenómeno de una ley de aparición;
'Alelvenen su transparencia de fenómenos. está en el plano de la naturaleza.
Así, el siglo transcribía la doble realidad, natural y dramática, No del todo, sin embargo: algo, en lo inmediato del síntoma, signi-
de la enfermedad; así fundaba la verdad de un conocimiento y la fica lo patológico, por lo cual se opone a un fenómeno que señala
sibilidad de una práctica; estructura feliz y tranquila, en la cual se pura y simplemente la vida orgánica: "Entendemos por fenómeno
equilibran el sistema Naturaleza-Enfermedad, con formas visiblesque todo cambio notable del cuerpo sano o enfermo; de allí la divisiónen
se arraigan en lo invisible,y el sistema Tiempo-Resultado, que se anti- los que pertenecen a la salud y los que designan la enferrnedad: estos
cipa sobre lo imisible gracias a su sistema visible de señales. últimos se confunden fácilmente con los síntomas o apariencias, sen-
Estos dos sistemas existen para sí mismos; su diferencia es un he- sibles, de la enfermedad". 6 Por esta simple oposición a las formas de
cho de naturaleza en el cual se ordena la percepción médica, pero la salud, el síntoma abandona su pasividad de fenómeno natural y se
que ella no constituye. convierte en significante de la enfermedad, es decir, de sí mismo to-
La formación del método clínico está vinculada a la emergencia mado en su totalidad, ya que la enfermedad no es más que la colec-
de la mirada del médico en el campo de los signos y de los síntomas. ción de síntomas. Ambigüedad singular, ya que en su función signiñ-
El reconocimiento de sus derechos constituyentes acarrea la desapa- cante el síntoma remite a la vez al vínculo de los fenómenos entre sí,
rición.de su distinción absoluta y el postulado de que, en lo suce- a lo que constituye su totalidad y la forma de su coexistencia, y a la di-
sivo, el significante (signo:y síntoma) será enteramente transpa- ferencia absoluta que separa la salud de la enfermedad; significa,por
rente para el significado que aparece, sin ocultación ni residuo;en consiguiente, por una tautología, la totalidad de lo que es, y por su
su realidad más maquinal, y que el ser del significado —el corazón emergencia, la exclusión de lo que no es. De modo indisociable, es,
de la enfermedad— se agotará entero en la sintaxis inteligible del en su existencia de puro fenómeno, la única naturaleza de la enfer-
significante. medad, y la enfermedad constituye su única naturaleza de fenómeno
específico. Cuando es significante con relación a sí mismo, es por
consiguiente doblemente significado: por sí mismo y por la cnfcrmc- nica, con las rclacioncs entre cstc lenguaje dc acción, que e; e: sín-
dad que, al caracterizarlo, lo opone a los fenómenos no patológicos; toma, y la estructura explícitamente lingüística del signo.
pero, tomado como significado (por sí mismo o por la cnfcrmcdad) ,
no puede recibir su sentido sino dc un acto más antiguo, y quc no
pertenece a su esfera dc un acto que lo totaliza y lo aísla, cs decir, de 2. LA SOBERANÍADE LA CONCIENCIAFS LO QUE TRANSFORMA
un acto que lo ha transformado en signo por adelantado. EL síNTOMA EN SIGNO
Esta complejidad en la estructura dcl síntoma vuclvc a cncontrarsc
en toda filosofia del signo natural; el pensamicnto clínico no hace Signos y síntomas son y dicen lo mismo: aproximadamente Io que el
más que transponer, al vocabulario más lacónico y a menudo más signo dicees lo mismo que esprecisamente el síntoma. En su realidad
confuso de la práctica, una configuración conceptual, de la cual Con- material, el signo se identifica con el mismo síntoma; éste es el so-
dillac dispone, en toda latitud, la forma discursiva.El síntoma, en cl porte morfológico indispensable del signo. Por lo tanto "no hay signo
equilibrio general del pensamiento clínico, dcscmpeña casi cl papel sin síntoma". 10Pero lo que hace que el signo sea signo no pertenece
del lenguaje de acción: está preso, como él, en cl movimientogeneral al síntoma, sino a una actividad que viene de otra parte. Por consi-
de una naturaleza; y su fuerza de manifestación es también primitiva, guiente " _osíntoma es si o" en derecho, "pero todo signo no es
tan naturalmente dada como "el instinto" que lleva esta forma inicial másqueunsíntoma", en el sentido de que la tcmidad de los sínto—
del lenguaje; 7 es la enfermedad en el estado manifiesto, como el Icn- mas no llegarájamás a agotar la realidad del signo. ¿Cómo se hace
guaje de acción es la impresión misma en la vivacidad que la pro- esta operación que transforma el síntoma en el elemento signifi-
longa, la mantiene y la devuelve en una forma exterior, que es del cante, y que significa precisamente la enfermedad como verdad in-
mismo tono que su verdad interior. Pero conceptualmente es impo- mediata dcl síntoma?
sible que este lenguaje inmediato tome sentido para la mirada de Por una operación que hace visible la totalidad del campo de la ex-
otro si no interviene un acto venido de otro lugar: acto a cuyojuego pcricncia en cada uno de sus momentos, y disipa todas sus estructu-
se da Condillac por adelantado confiriendo, a los dos sujetos sin pala- ras de opacidad:
bra, imaginados en su motricidad inmediata, la conciencia, y cuya
naturaleza singular y soberana ha ocultado, al insertarla en los movi- — operación que totaliza al comparar los organismos: tumor,
mientos comunicativos y simultáneos del instinto. 9 Cuando planteaba enrojecimiento, calor, dolor, palpitaciones, impresión de ten-
el lenguaje de acción como cl origen de la palabra, Condillac desli- Sión,se convierten en signo de flemón porque se compara una
zaba secretamente, despojándola dc toda figura concreta mano a la otra, un individuo a otro; 12
(sintaxis, palabras y sonidos incluso), la 'estructura lingüística inhe- — operación que rememora el funcionamiento normal: un aliento
rente a cada uno de los actos de un sujeto parlante. En lo sucesivo le frío en un sujeto es signo de una desaparición del calor animal y,
era posible desprender de ello el lenguaje sin más, ya que había com- con ello, de un "debilitamiento radical de las fuerzas vitales y de
prometido de antemano su posibilidad. Lo mismo ocurre, en la clí- su destrucción próxima' ,
7 Condillac, «Essaisur l'origine des connaissances humaines» IO A.-J. Landré-Beauvais, Sônéiotique(París, 1813), p. 'l.
(Oêuvies ¿omPlites,año VI), t. I, p. 262. 11 Ibid.
8 Condillac, ibíd.,p. 260. 12 Favart, Essai sur l'ente•ndernentmedical(París, 1822), pp.
92C,ondi11ac,ibid, pp: 262-263. 13 J. Landré-Beauvais, loe. cit., p. 5.
132 EL NACIMIENTO DE LA CIÁNICA SIGNOS Y CASOS 133
i 7 Demorcybelettre, tur de la
applLquieau Perfectionnement
(París; 1810), p, 102,
tua.p.6. p. I (E. 18 PE. Pínzl, Lo midecineclmique(3' ed., París, 1815), «Introduction•,
15 Condillac,
VCondillac,
EL NACIMIENTO DE LA CLÍNICA SIGNOS CASOS 135
21 Cabanis, Du decide catitudede•lamidecinz(3' ed., París, 1819), 22 Cabanís, ibíd., pp. 86-87.
23 Ibid, pp. 76>77.
1,10 v.l, NACIMIENTO CANICA SIGNOS 'f CASOS
29 C.a. Dumas, sv
(MontFlliet. año XII), p. 28. buen de Bernou)li, de
SO Double. (Paris, v p SS. O conpctum en mídaan.e
SI Zammermann. t. p (Pars. pp. '%57.
p SS. 94CL cg, p 29
El, NACIMIENTODE CLÍNICA SIGNOS Y CASOS -145
36 pp. 27-30.
37 Iba, pp. 31-32
Brulley, cit., pp, 26-27. 38 Roncher-Deratte, Leconssur l'art
d'observrr (París, 1807), p.
53.
SIGNOS Y CASOS 147
1,16 EL NACIMIENTO DL LA cr.fN1(ü'A
que se ha rcali-
éste se ha llcvado a cabo, y con cllo sc llega dc lo
conocido a lo desco- principio dc cohcrcncia dc un proccso conccptual Pero
temasdcformalización.
nocido, y esto por cl uso dc la inducción". 39 zado fucra dc él: sc trata dc la aportación de
como tal. Yla
csta contradicción fundamental no cs experimentada
liberado, pa-
mirada que se posa sobrc cstc dominio, aparentemente
Scllc decía quc la clínica no cra "sino cl ejercicio mismo dc la rcció, cn un tiempo, una mirada feliz.
me-
dicinajunto al lecho dc los enfermos", y que, en csta medida, sc
identificaba con "la medicina práctica propiamcntc dicha".40Mu-
cho más que una continuación del viejo empirismo médico, la clí-
nica cs la vida concreta, la aplicación primera dcl análisis.Si bien,
al experimentar su oposición a los sistemasya las teorías, rcconocc
su inmediato parentesco con la filosofía: "¿Por qué separar la cicn-
cia de los médicos dc la de los filósofos? ¿Por qué distinguir dos
tudios quc se confunden por un origen y un destino
La clínica cs un campo quc sc ha hecho filosóficamente"visible"
por la introducción cn cl dominio patológico dc cstructuras gra-
maticalcs y probabilitarias. Estas pueden fecharse histólicarncntc,
ya que son contemporáneas de Condillac y de sus succsorcs. I lan Ji.
berado a la percepción médica dcljucgo dc la esencia y dc los sín-
tomas, y del no menos ambiguo dc la especie y de los individuos: la
figura desaparece; hace girar lo visibley lo invisiblede acuerdo con
el principio dc quc cl enfermo oculta y muestra a la vez la especifi-
cación dc su enfermedad. Sc abre para la mirada un dominio de
clara visibilidad.
Pero este mismo dominio y aquello que, fundamentalmente, lo
hace visible, ¿no tienen un doble acuerdo? ¿No se apoyan en figuras
que se traslapan una a otra y se esquivan? El modelo gramatical, acli•
matado en el análisis de los signos, permanece implícito y desarro-
llado, sin formalización en el fondo dcl movimiento conceptual: se
trata de una transferencia de las formas de la intel%ilnhdcd.El modelo
matemático está siempre explícito, e invocado; está presente como
39 p. 53.
40 Selle. Introductzca lituo dr %.aturr(trad. ft. París,año m),
p. 229.
Dumas, at., p. 2)