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Don Quijote decía a Sancho: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos
dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los
tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra,
se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que
puede venir a los hombres".
Sin embargo, no siempre se puede elegir, pues también nos vienen dados
aspectos que no podemos escoger: el temperamento, el físico, la familia e incluso
las situaciones difíciles de la vida.
Aún con tantas adversidades, percibimos que hay algo en nosotros que
trasciende esas limitaciones y que nos permite sentirnos libres. Así lo
explicaba Mandela, Frankl o tantas personas que conoces con problemas y
limitaciones que parecen coartar su libertad.
Ante estas situaciones que nunca elegirías y te hacen sufrir, puedes reaccionar y
responder. No estás determinado por lo primero "que te salga" sino que
además puedes elaborar una respuesta en la que tú estés presente y
decidas.
¡Qué bueno que te rebeles!, te estás llamando la atención sobre algo que no
funciona. Ahora podrás seguir hacia adelante gracias a tu lucha.
Resignarte sería un segundo escalón en el abordaje de lo que no hemos
elegido: "esto es lo que hay, ajo y agua". Puede parecer que resignación es una
palabra que no es del "país de la libertad".
Sin embargo para poder cambiar es necesario conocer "lo que hay". Así, la
resignación puede convertirse en el punto de partida hacia el cambio,
una "resignación temporal".
Tras hacer las paces con la realidad, puedes seguir subiendo escalones en la
reconquista de tu libertad. Puedes comenzar a trabajar la aceptación de ti: "Mi
cuerpo, mis sentimientos, pensamientos, deseos, conductas, hábitos, etc., son
parte de mí, independientemente de que algunos me gusten y otros no. Solo por
ser míos merecen aprecio".
Es fácil escribir esto y muy difícil hacerlo, sobre todo cuando el sufrimiento es
grande. Tú sabes cuáles son tus anhelos y lo que te apasiona, cómo te gustaría
ser, qué quieres cambiar.
Cuánta razón tenía William Wallace cuando motivaba a sus soldados escoceses
antes de la batalla contra los ingleses: "Puede que nos quiten la vida pero
jamás nos quitarán la libertad".
Sentido de la historia
A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para
que nuestro «ser entero, el espíritu […], el alma y el cuerpo» sea conservado sin
mancha hasta la venida del Señor (1 Ts5,23). La Iglesia enseña que esta
distinción no introduce una dualidad en el alma. «Espíritu» significa que el
hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural, y que su alma
es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios. (367)
Actualmente existe una tendencia de los teólogos que dice que el ser humano no
posee alma, pues sería una visión dualista, platónica y que no correspondería al
pensamiento bíblico, judío. Nada más equivocado que eso.
A pocos, Dios les fue revelando que aquellas “sombras” en realidad continuaban
teniendo personalidad y que los buenos eran bendecidos y los malos castigados.
El tercer paso comienza a surgir. Tras la muerte, al final de los tiempos, el cuerpo
y el alma se unirán y habrá la resurrección de los muertos. Poco después viene el
Nuevo Testamento.
El catecismo enseña que el cuerpo y el alma son una sola naturaleza humana,
no son dos naturalezas que se unen, sino una sola realidad.
Y con la ruptura de esa realidad única llamada muerte, algo terrible sucede, algo
que no estaba en el plan de Dios. Incluso así, el hombre es cuerpo y
alma, material y espiritual respectivamente.