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ENSAYO SOBRE LA CONFERENCIA DE BAYER ENVIRONMENTAL

SCIENCE: GRUPOS QUÍMICOS SEGÚN LA ACCIÓN

PRESENTADO POR:
DANIEL ALEXANDER MARTÍNEZ SILVA

DOCENTE:
ADDYS ISABEL LLANOS AYOLA

UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
FACULTAD DE INGENIERÍAS
PROGRAMA DE INGENIERÍA DE ALIMENTOS
MONTERIA, 2023
INTRODUCCIÓN
En el complejo entramado de la industria agroalimentaria, la premisa "donde hay comida,
hay una plaga" encapsula de manera sucinta una realidad innegable. La producción,
procesamiento y distribución de alimentos a escala global no solo nutren a la creciente
población mundial, sino que también atraen una gama diversa de plagas, desde insectos
hasta roedores, que amenazan la integridad de la cadena de suministro y la seguridad
alimentaria.

Este ensayo se inmiscuye en la intersección crítica entre la calidad de los alimentos y el


control de plagas, explorando cómo la presencia de alimentos actúa como imán para las
plagas, y cómo la industria agroalimentaria se ve obligada a mejorar la calidad y sanidad
para mitigar estos riesgos. La premisa fundamental es que la gestión preventiva de plagas
se erige como un pilar indispensable para asegurar la calidad continua de los alimentos y
garantizar la confianza del consumidor en una industria vital y dinámica.

A medida que examinamos esta conexión intrincada, nos sumergiremos en la importancia


de los estándares de calidad, las normativas internacionales y las prácticas innovadoras
adoptadas por las empresas para salvaguardar la integridad de sus productos y la salud
pública. A través de casos de estudio ilustrativos, se revelará cómo la industria
agroalimentaria ha enfrentado y superado desafíos relacionados con plagas, destacando la
necesidad urgente de un enfoque preventivo en lugar de reactiva. Este ensayo guiado por la
búsqueda de soluciones y buenas prácticas a través del video en YouTube, busca no solo
analizar los desafíos inherentes a la relación entre alimentos y plagas, sino también ofrecer
recomendaciones prácticas para mejorar la gestión preventiva de plagas en la industria
agroalimentaria. En última instancia, la comprensión y la acción proactiva en esta
intersección crítica son esenciales para garantizar la sostenibilidad, la seguridad alimentaria
y la confianza del consumidor en un mundo donde la producción de alimentos y la
presencia de plagas coexisten inextricablemente.
LA RELACIÓN ENTRE CALIDAD ALIMENTARIA Y CONTROL DE PLAGAS:
UN ENFOQUE EN LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA.

La gestión preventiva de plagas es un enfoque proactivo para controlar las poblaciones de


plagas antes de que se conviertan en problemas significativos. Este enfoque es preferible a
los métodos reactivos que se centran en controlar las plagas una vez que ya han causado
daños considerables. Una estrategia preventiva puede incluir medidas como la inspección
regular, el monitoreo de plagas, la implementación de barreras físicas y el uso de productos
químicos de manera selectiva y focalizada.

En el caso de Bayer, una empresa reconocida por su presencia en el sector de la salud y la


agricultura, es plausible que ofrezcan soluciones integrales para la gestión preventiva de
plagas. Esto podría incluir una combinación de tecnologías avanzadas, productos químicos
eficaces y prácticas agrícolas sostenibles.

Un aspecto clave de la gestión preventiva de plagas es la minimización del impacto


ambiental y la promoción de la sostenibilidad. Las empresas que adoptan prácticas de
gestión preventiva a menudo se esfuerzan por equilibrar la eficacia del control de plagas
con la reducción de los posibles efectos adversos para el medio ambiente y la salud
humana.

Es importante destacar que la gestión preventiva de plagas no solo es relevante en la


agricultura, sino también en entornos urbanos y de salud. Por ejemplo, en la industria de la
salud, el control de plagas preventivo es crucial para evitar la propagación de enfermedades
transmitidas por vectores.

Bayer se ve obligada a mejorar la calidad y sanidad: La expresión "donde hay comida, hay
una plaga" según la diapositiva presentada, resalta la relación intrínseca entre la presencia
de alimentos y la posibilidad de infestación por plagas, como insectos, roedores u otros
organismos no deseados. En el contexto de la alimentación, esta afirmación sugiere que los
entornos donde se manejan, almacenan o procesan alimentos son propicios para el
desarrollo de plagas. Existen varias razones para esta relación:
· Fuente de Alimentación: Los lugares donde se manipulan alimentos proporcionan
una fuente directa de alimento para muchas plagas. Los restos de alimentos,
derrames y productos almacenados son atractivos para insectos y roedores.

· Condiciones Ambientales Favorables: Los entornos alimentarios suelen tener


condiciones ambientales, como temperatura y humedad, que son ideales para el
desarrollo y la reproducción de plagas.
· Escondites y Refugios: Los lugares donde se almacenan alimentos pueden ofrecer
refugios seguros para plagas, proporcionándoles lugares para anidar, reproducirse y
esconderse.
· Transporte de Plagas: Los alimentos pueden actuar como vehículos involuntarios
para la introducción y propagación de plagas. Las plagas pueden ingresar a las
instalaciones a través de productos transportados desde otras ubicaciones.

Esta relación plantea desafíos significativos para la industria alimentaria, ya que la


presencia de plagas puede tener consecuencias negativas para la seguridad y la calidad de
los alimentos. Las plagas pueden contaminar los alimentos con patógenos, dañar productos
almacenados y afectar la higiene general de las instalaciones. Mantener la buena calidad de
los alimentos es un desafío continuo para las industrias alimentarias y de seguridad
alimentaria. Aunque las empresas a menudo aseguran controles de calidad y el suministro
de las mejores materias primas, hay varios desafíos que deben abordarse para garantizar la
salubridad de los alimentos. A continuación, se detallan algunos de estos desafíos:

· Las cadenas de suministro de alimentos cada vez más globales aumentan la


complejidad y el riesgo de contaminación.
· Los cambios en el clima pueden afectar la producción y calidad de las materias
primas agrícolas.
· La adopción de nuevas tecnologías y procesos automatizados puede introducir
riesgos de contaminación cruzada o mal manejo.
· Las cambiantes preferencias del consumidor exigen una mayor variedad de
productos y procesos, lo que puede afectar la consistencia en la calidad.
· Evolución constante de las regulaciones alimentarias y normativas.
· El fraude alimentario y la falta de integridad pueden comprometer la calidad y
seguridad de los alimentos.

Las plagas son organismos no deseados que pueden causar daños o molestias en entornos
agrícolas, industriales o domésticos. En el contexto de la seguridad alimentaria, las plagas
incluyen insectos, roedores, aves, microorganismos y otros organismos que pueden
contaminar los alimentos y poner en riesgo la salud pública.

La FDA y su Papel en el Control de Plagas tiene la responsabilidad de proteger y promover


la salud pública al controlar y supervisar diversos productos, incluidos los alimentos. En
relación con las plagas, la FDA establece regulaciones y estándares para garantizar la
seguridad y la calidad de los alimentos en los Estados Unidos. La FDA aborda la gestión de
plagas en instalaciones alimentarias a través de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y
otros reglamentos aplicables. Esto incluye la implementación de medidas para prevenir la
entrada y proliferación de plagas en instalaciones alimentarias, así como para garantizar la
eliminación segura de las mismas si están presentes. La presencia de plagas en instalaciones
de alimentos puede resultar en la contaminación de alimentos con patógenos, toxinas u
otros contaminantes, lo que puede representar un riesgo para la salud pública. Por lo tanto,
la FDA establece pautas y requisitos para prevenir y controlar la presencia de plagas en las
instalaciones de procesamiento y almacenamiento de alimentos.

La gestión efectiva de plagas es esencial para garantizar la seguridad y la salubridad de los


alimentos. Las plagas representan una amenaza potencial para la calidad de los productos
alimenticios, y su control adecuado es fundamental para prevenir la contaminación y
proteger la salud pública. En este contexto, se pueden clasificar las plagas en tres categorías
principales: vectores, indicadores de salubridad y plagas incidentales.

Categoría 1: Vectores: Las plagas de la categoría 1, conocidas como vectores, son


organismos que pueden transportar y transmitir enfermedades a los alimentos o
directamente a los consumidores. Este grupo incluye insectos, roedores y otros organismos
que actúan como portadores de agentes patógenos. Controlar las plagas vectoras es crucial,
ya que su presencia puede contribuir a la propagación de enfermedades transmitidas por
alimentos, comprometiendo la seguridad alimentaria (Medina et al., 2019).
La FDA, a través de reglamentos como la Ley de Modernización de la Seguridad
Alimentaria (FSMA), establece requisitos específicos para la prevención y control de
vectores en instalaciones de alimentos para consumo humano y animal.

Categoría 2: Indicadores de Salubridad: Las plagas de la categoría 2, denominadas


indicadores de salubridad, son organismos cuya presencia indica condiciones insalubres en
el entorno alimentario. Aunque no transmiten directamente enfermedades, su aparición
sugiere problemas de higiene y saneamiento. Estos indicadores pueden incluir cucarachas,
moscas y otros insectos, así como roedores. La detección de plagas indicadoras resalta la
necesidad de mejorar las prácticas de manejo de alimentos y garantizar entornos más
higiénicos (FDA, 2023). Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) son esenciales para
abordar plagas indicadoras, ya que se centran en mantener condiciones higiénicas durante
la producción, manipulación y almacenamiento de alimentos.

Categoría 3: Plagas Incidentales: Las plagas incidentales, categoría 3, son organismos no


deseados que pueden ingresar accidentalmente a las instalaciones alimentarias. Aunque no
son vectores conocidos de enfermedades, su presencia puede causar daños a los alimentos y
al entorno. Esto incluye insectos ocasionales, como polillas y ácaros, que pueden
contaminar productos almacenados. La gestión de plagas incidentales implica medidas
preventivas para limitar su entrada y proliferación (Lehner et al., 2020).

La afirmación "las plagas existen porque el hombre las hace, sin seres humanos no hay
plaga" destaca la idea de que la presencia y proliferación de plagas en muchos casos están
vinculadas a las actividades y acciones humanas. En otras palabras, la intervención humana
en el entorno, ya sea a través de prácticas agrícolas, manejo inadecuado de residuos, o
condiciones de almacenamiento y procesamiento de alimentos, puede crear condiciones
propicias para el surgimiento y la propagación de plagas. Esta afirmación reconoce que las
plagas, en su mayoría, no son un fenómeno natural independiente. En cambio, su presencia
está ligada a las decisiones y comportamientos humanos que pueden crear hábitats
favorables para el desarrollo de insectos, roedores, microorganismos y otros organismos no
deseados. a responsabilidad de la existencia de plagas recae en las acciones humanas y que,
mediante prácticas más sostenibles y conscientes, se puede reducir la incidencia y el
impacto de estas plagas.
La Gestión Integrada de Plagas (GIP) es un enfoque holístico y sostenible para controlar las
poblaciones de plagas en entornos agrícolas, urbanos o industriales. La GIP se centra en la
prevención y el control de plagas de una manera coordinada y eficiente, minimizando los
riesgos para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente. Este enfoque busca
reducir la dependencia de los pesticidas químicos y fomentar prácticas más equilibradas y
sostenibles.

La GIP implica la monitorización regular para evaluar la presencia y la abundancia de


plagas. El monitoreo ayuda a tomar decisiones informadas sobre las estrategias de control
más adecuadas, también conoce la identidad y el comportamiento de las plagas es esencial
para aplicar medidas de control específicas y eficaces sin afectar a organismos no objetivo.
La GIP reconoce la complejidad de los sistemas agrícolas y ambientales, reconociendo que
una solución única no es eficaz. En cambio, promueve una combinación de estrategias
adaptadas al contexto específico para lograr un equilibrio entre el control de plagas y la
sostenibilidad ambiental.

Este enfoque ha sido respaldado por organismos internacionales como la Organización de


las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que promueven la GIP
como una herramienta esencial para el manejo sostenible de plagas. La GIP aborda los
desafíos de las plagas de manera integral y promueve la resiliencia a largo plazo de los
sistemas agrícolas y ecosistemas.

La Gestión Integrada de Plagas (GIP) se basa en cinco puntos estratégicos clave que se
centran en la prevención, monitoreo y control sostenible de plagas. Estos puntos
estratégicos proporcionan un marco integral para abordar los desafíos asociados con las
poblaciones de plagas. Aquí están los cinco puntos estratégicos de la GIP:

· Monitoreo y Evaluación Constante: El monitoreo regular de las poblaciones de


plagas es esencial para comprender su dinámica y tomar decisiones informadas. El
uso de tecnologías de monitoreo, como trampas, registros visuales y sensores,
permite una evaluación continua de la presencia y la abundancia de plagas.
· Identificación Precisa de Plagas: La identificación precisa de las especies de plagas
involucradas es crucial. Conocer sus ciclos de vida, comportamientos y factores que
influyen en su proliferación ayuda a diseñar estrategias de control específicas y
efectivas.
· Uso de Métodos Preventivos: La GIP enfatiza la adopción de prácticas preventivas
para limitar la entrada y el establecimiento de plagas. Esto puede incluir la selección
de variedades de cultivos resistentes, rotación de cultivos, control de malezas y otras
estrategias que reduzcan la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas a las plagas.
· Diversificación de Estrategias de Control: La diversificación de métodos de control
es esencial para prevenir la resistencia y minimizar el impacto ambiental. La GIP
aboga por la integración de diferentes enfoques, como control biológico, control
cultural, control físico y el uso selectivo de pesticidas, según las necesidades
específicas del sistema.
· Participación Comunitaria y Educación: La participación activa de la comunidad y
la educación son pilares fundamentales de la GIP. La sensibilización sobre las
mejores prácticas, la capacitación de agricultores y la colaboración entre partes
interesadas fortalecen la implementación efectiva de estrategias de gestión de plagas
sostenibles.

Estos cinco puntos estratégicos reflejan la naturaleza integral de la GIP, que busca abordar
los desafíos de las plagas desde múltiples perspectivas y con una variedad de herramientas
y enfoques.

El control de plagas en el sector alimentario implica la aplicación de diversas estrategias y


tratamientos para prevenir, mitigar o eliminar la presencia de organismos no deseados que
podrían contaminar los alimentos. Algunos tipos de tratamientos comúnmente utilizados
incluyen:

· Control Biológico: El control biológico implica la introducción o fomento de


organismos beneficiosos que actúan como depredadores naturales de las plagas.
Ejemplos: Uso de insectos beneficiosos, como mariquitas o avispas parásitas, para
controlar poblaciones de insectos dañinos.
· Control Cultural: Modificación de las prácticas agrícolas o alimentarias para reducir
la susceptibilidad a las plagas. Ejemplos: Rotación de cultivos, selección de
variedades resistentes, y prácticas de limpieza y almacenamiento adecuadas.
· Control Químico: Uso de pesticidas químicos para eliminar o reducir las
poblaciones de plagas. Ejemplos: Insecticidas, herbicidas, fungicidas.
· Control Físico: Empleo de métodos físicos para prevenir o eliminar plagas.
Ejemplos: Trampas, barreras físicas, manejo térmico.
· Buenas Prácticas de Manufactura (BPM): Implementación de prácticas higiénicas y
de manejo adecuado para prevenir la contaminación de alimentos. Ejemplos:
Mantenimiento de la limpieza, almacenamiento adecuado de alimentos, control de
residuos.
CONCLUSIONES

El control de plagas en la industria de la alimentación es un aspecto crítico para garantizar


la seguridad, la calidad y la salubridad de los productos alimenticios. Las plagas
representan una amenaza potencial para la cadena alimentaria, desde la producción hasta el
consumo, y su gestión eficaz es esencial para prevenir la contaminación y proteger la salud
pública. La clasificación de plagas en categorías distintas resalta la diversidad de desafíos
que enfrentan las industrias alimentarias en la gestión de plagas. Desde los vectores que
pueden transmitir enfermedades hasta los indicadores de salubridad y las plagas
incidentales, cada categoría requiere enfoques específicos para garantizar la salubridad de
los alimentos. La implementación de regulaciones y prácticas adecuadas es esencial para
abordar estos desafíos y mantener la integridad de la cadena alimentaria.

La Gestión Integrada de Plagas (GIP) se ha destacado como un enfoque integral y


sostenible para abordar los desafíos asociados con las plagas en la industria alimentaria. La
GIP se basa en una serie de principios clave, que incluyen el monitoreo constante, la
identificación precisa de plagas, el uso de métodos preventivos, la diversificación de
estrategias de control y la participación comunitaria. Este enfoque holístico reconoce la
complejidad de los sistemas agrícolas y alimentarios, abordando no solo la presencia de
plagas, sino también los factores subyacentes que contribuyen a su establecimiento y
proliferación.

La implementación de la GIP implica la adopción de prácticas sostenibles y equilibradas,


como el control biológico, el control cultural, el uso selectivo de pesticidas y la
participación activa de la comunidad. Al integrar estos enfoques, la GIP busca reducir la
dependencia de pesticidas químicos, minimizar los riesgos ambientales y promover la
resiliencia a largo plazo de los sistemas alimentarios.

Además, la GIP no solo se enfoca en la producción agrícola, sino que abarca toda la cadena
alimentaria, desde la manipulación y procesamiento hasta el almacenamiento y
distribución. Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y los estándares de higiene son
componentes esenciales de la GIP en la industria alimentaria, asegurando la integridad de
los productos alimenticios a lo largo de su ciclo de vida.
La Gestión Integrada de Plagas emerge como un paradigma efectivo para abordar los
desafíos dinámicos y multifacéticos asociados con las plagas en la industria de la
alimentación. Al adoptar enfoques preventivos, sostenibles y participativos, las empresas
alimentarias pueden no solo controlar las plagas de manera eficaz sino también promover la
seguridad alimentaria y la sostenibilidad a largo plazo.
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