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Un contexto en el que puede darse una situación de injusticia social es la

discriminación a la que se enfrentan las personas con discapacidad formada por los
prejuicios y estereotipos negativos que influyen en las decisiones de contratación y
en el trato que reciben en su puesto de trabajo. Un estereotipo que se les ha
impuesto es el de que una persona con discapacidad “no es capaz de realizar
ciertas tareas” o necesitará más tiempo o recursos para llevarla a cabo.

Esta situación desemboca con esta minoría marginada del mundo laboral o con
escasas oportunidades. Considero injusta esta situación dado que priva a las
personas con discapacidades de igualdad de oportunidades y perpetúa la
discriminación en el lugar de trabajo. Además, va en contra de leyes y regulaciones
que buscan garantizar la igualdad de derechos laborales para todas las personas,
independientemente de su condición física o mental.

Para solventar esta situación creo que es necesario promover la inclusión y la


diversidad en el lugar de trabajo, sensibilizar a los empleadores sobre los
estereotipos perjudiciales y proporcionar adaptaciones razonables que permitan a
las personas con discapacidades desempeñarse de manera equitativa en sus roles
laborales.

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