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SEGUNDO SEMINARIO

PRIMER TEXTO

La obra de Becket gira en torno al silencio de manera similar –tal y como expuso José
Luís Sanchis Sinisterra en una de sus conferencias programadas durante el Memorial de
Beckett en el año 1990— «a como los restos de un naufragio giran y giran en un
torbellino, irresistiblemente atraídos hacia su centro, pero sin ser nunca devorados por
él». El silencio constituye, además, un tema central en la creación de Beckett, una
dimensión filosófica compleja en relación con el «ser», el «lenguaje» y el «hombre».

Es necesario, además, ubicar la escritura de Beckett en «una constelación», en el interior


de un marco estético y conceptual que, al unísono, también incluye los términos de
«vacío», «quietud» y «oscuridad» para comprender, cabalmente, el significado del
«silencio» en sus obras. Así, el paisaje literario-filosófico de Beckett se compone a raíz
de estos conceptos, así como de sus opuestos/antónimos —«presencia», «palabra»,
«movimiento» y «luz»— describiéndose, de esta manera, «como negatividad positiva»,
«como penuria pletórica», «como derrotismo constructivo» o «como fracaso triunfal».

SEGUNDO TEXTO
El teatro contemporáneo habría descubierto la autosuficiencia escénica del acto teatral,
explorando simultáneamente sus potencialidades y limitaciones. Los dramaturgos de la
era moderna han dado prioridad a la representación como centro del arte dramático y
han investigado las distinciones entre «espacio dramático» y «espacio
representacional». Hablar de dramaturgos contemporáneos equivale –intrínsecamente—
a hacer referencia a Samuel Beckett, quien se definió –entre muchos más aspectos—por
revelar el «momento» teatral y enfatizar con la presencia escénica. Obras tales como
Esperando a Godot, Final de Partida o Los días felices lograron subvertir la estructura
narrativa convencional y poner el énfasis en la naturaleza repetitiva de las acciones y el
presente estático. Beckett enfatizó con la desnudez de los escenarios minimalistas con
peculiares accesorios escénicos y movimientos corporales. En sus obras, además, el
lenguaje se transforma en movimiento y charla sin sentido, llamando la atención sobre
el movimiento y el gesto. Al eliminar la acción y la narrativa tradicional, Beckett logró
atraer la atención de la audiencia hacía la puesta en escena y la imagen teatral. Sus
personajes, al unísono, buscan consuelo en la actividad narrativa para escapar del vacío
de su presente, a pesar de que el propio autor minimiza la acción dramática y abandona
la trama. Al combinar la presencia escénica y la narrativa, el teatro de Beckett expone
las brechas entre el conocimiento y la experiencia directa.

TERCER TEXTO
Como si de una lente alternativa para leer las obras tardías de Becket se tratase y, a su
vez, de manera no muy alejada de los procesos de subjetivación foucaultianos (y,
posteriormente, desarrollados por mentes eruditas como la de Paul B. Preciado), el
Budismo Zen (de origen japonés) también vendría a desmantelar aquellos límites de la
subjetividad y el pensamiento discursivo. A pesar de lo expuesto, es necesario recordar
que, por parte del Budismo Zen, a su vez, nos presenta (o, más, bien, nos ofrece) un
paradigma mucho más determinado para contextualizar las obras tardías de Beckett
dentro de una tradición de práctica mental y física. Son varios los estudios -y los
estudiosos- que afirman que, entre el teatro de Beckett y las obras de teatro Noh
japonesas se presentan similitudes de carácter formal. El análisis de Paul Bauster, bajo
el título de “Beckett y Zen”, sugiere la idea de que las novelas -también tardías- de
Becket acaban destilando por igual aquel dilema de la propia existecncia que, por parte
del Budismo, es reconocida como una condición humana fundamental, la cual Becket
parecía que nunca iba a encontrarle una salida. Ampliando este trabajo más allá de las
ideas zen hacia la práctica zen, las enigmáticas figuras que pueblan escasamente las
últimas etapas de Beckett no aparecen como tropos simbólicos en las tradiciones
representacionales y metafísicas del arte europeo, sino que parecen más bien
representaciones rituales de la naturaleza básica de la mente.

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