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Buscando la verdadera historia de

«los pueblos originarios»:


descendientes de troyanos
Posiblemente uno de los primeros trabajos de la historiografía moderna
en establecer la existencia de población normanda en la costa atlántica de
América del Norte.
Sep 21, 2019 | Info general |

Posiblemente uno de los primeros trabajos de la historiografía moderna en


establecer la existencia de población normanda en la costa atlántica de América
del Norte es la obra desarrollada por Kart Wilhelm titulada “Amerikas
Upptäckande Gewan Norrmännerne soocar faäre Columbus”, publicada
originalmente en Estocolmo en 1843.
Nicolás Palacios, autor de la monumental obra “Raza Chilena” (1904) ha
comprobado a su vez la presencia de grupos vikingos en nuestro continente,
expresando que ni siquiera la primacía del descubrimiento y colonización de este
hemisferio es de la raza latina. Lo cierto es que islandeses y noruegos, habían
descubierto y poblado una parte de América, que ellos llamaron Markland y
Vinland, más de cuatrocientos años antes de que arribara a sus playas Colón.

Las huellas de población nórdica a partir del siglo XI en América se encuentran


en las investigaciones desarrolladas por el antropólogo Jacques de Mahieu: La
lucha mortal de los Dioses Solares. Los vikingos en Paraguay (1973); La agonía
del Dios Sol. Los vikingos en la América del Sur (1974); La Piedra Sagrada del
Dios Sol. Los vikingos en Brasil (1975); El gran viaje del Dios Sol. Los vikingos
en México y Perú, 967-1532 (1976); Drakkares en el Amazonas (1977); Los
sabios de Ippir. Los vikingos en Amambay (1978); El rey vikingo del Paraguay
(1979) y El imperio vikingo de Tiahuanaco (1981). El profesor Vicente Pistilli ha
continuado esta huella en valiosos trabajos como Vikingos en el Paraguay, La
aldea vikinga-guaraní en la Cuenca del Plata (1978); La cronología de Ulrich
Schmidel (1980), Etnología y etnografía americana (1990) y Vikingos en
América (2000). (1)

En nuestra edición anterior (N° 74, cap.VI en nuestro


blog http://infoconnoticias.blogspot.com.ar/2012/08/buscando-la-verdadera-
historia-de-los_22.html ) publicamos una entrevista a Reginaldo Tulian, uno de
los descendientes comechingones en la localidad de San Marcos Sierras, Pcia de
Córdoba, el nos explicaba que sus antiguos ancestros eran distintos al resto de los
aborígenes, en cuanto a la contextura física eran de rasgos típicamente europeos;
altos, rubios, barbados y de cutis claro. Y que en el Cerro Colorado se han podido
encontrar pictografías con hombres con cabeza con cuernos y formas de barco
con cabezas de cuernos y que ellos serían descendientes de vikingos. “Siempre
con relación a la llegada de los españoles nos han hecho creer que la historia
comenzaba cuando llegaron ellos acá. Por el contrario, termina, porque es la
última cultura que encuentran aquí en América” enfatizaba Reginaldo.
DESCENDIENTES DE PUEBLOS INDOEUROPEOS EN ARGENTINA
PREHISPÁNICA

La Primer Tiwanacu de los descendientes de Troyanos, (aclaremos que cuando


hablamos de «Descendientes de Troyanos» no estaremos suponiendo una
«unidad étnica o cultural», más bien estaremos entendiendo una «horda en
movimiento» con un «cierto bagaje cultural», el cual se irá perdiendo con el
tiempo, adaptándose a las condiciones y mezclándose con otras razas y culturas
hasta olvidar su propio origen como lo hacen las mayoría de las personas que
emigran actualmente a otro país, una o dos generaciones después ya no se sienten
de la anterior sino de la nueva nación y adoptan sus costumbres, lengua, historia
y banderas como propias) continuaría su expansión influyendo en el norte de
Chile y de Argentina, hacia el Cuzco (Perú) y hacia Colombia, sobre todas las
culturas amerindias hasta la llegada de los vikingos daneses hacia el 1.100 d.C. al
altiplano boliviano. Podemos decir que extendió su dominio por el sur hasta la
Provincia de Córdoba, en Argentina, donde estos descendientes de Troyanos se
instalarían en lo que antes eran frondosos bosques y, ahora son páramos,
desiertos, producto de las devastaciones de los ingleses para la construcción de su
red de ferrocarriles en Argentina (obviamente favorecidos por las corruptas
clases gobernantes argentinas y el desinterés del pueblo). Y no solo llegaron tan
lejos como a Córdoba, se expandieron además más al sur hasta 4 mil kilómetros
de Tiwanaku, dejando Construcciones Megalíticas en la Provincia de Buenos
Aires en Ventania y Tandilia. Obviamente, no estamos diciendo que esas
regiones eran parte de la estructura del imperio, sino que fueron grupos
independientes que llegaron hasta allí.

Varias generaciones después ya ni recuerdan de donde vinieron. Igual que en la


actualidad, pasó con los troyanos en Sudamérica y luego con los Vikingos
Daneses. En ese «cierto bagaje cultural» que mencionábamos, traían los estilos
arquitectónicos (estructuras megalíticas) presentes en toda América, el estilo
escultórico y la simbología indoeuropea. En Santiago del Estero, Chaco y
Córdoba estos descendientes de blancos europeos, terminaron convirtiéndose en
los famosos «Indios» Blancos Comechingones (que de amerindios no tenían
nada). Los Comechingones sorprendieron a los Conquistadores Españoles por ser
blancos, barbados y por usar «cuchillos de hierro». ¿Cuchillos de hierro? si,
cuchillos de hierro…Dicen los «expertos» que el hierro «no fue conocido» en
América hasta la instalación de las fundiciones de hierro españolas, francesas e
inglesas. Sin embargo, los Comechingones varones portaban puñales de hierro,
los cronistas españoles mencionan que «son unos treinta mil». E incluso hay
hachas de hierro precolombinas en el Paraguay. Con la llegada de los españoles,
los comechingones fueron rápidamente asimilados y desaparecieron.

Que haya ocurrido esta «asimilación» tan rápida es muy lógico puesto que los
Comechingones eran BLANCOS, no amerindios como se tiende a suponer
popularmente.

La cultura de los «Comechingones» que tenía su centro más sagrado en el Cerro


Uritorco, es descendiente directa de hordas de Troyanos, siguiendo los pasos de
Emilio y Duncan Wagner y del inolvidable Jacques de Mahieu (Antropólogo
Franco-Argentino, fundador del Instituto de Antropología y Ciencias del Hombre
de Buenos Aires, Argentina, de la Comisión de Exploraciones Arqueológicas de
la Corporación Planetarios.com, apenas conocido por las generaciones actuales
que poco saben de sus espectaculares descubrimientos que dieron origen a una
visión real de nuestra procedencia).

Los Comechingones fueron integrantes de la Cultura «Chaco-Santiagueña» (que


imaginara Emilio Wagner), que en realidad no es otra que la misma cultura de los
Comechingones. Estuvieron integrados al Primer Imperio de Tiwanaku, una raza
que se hunde hasta los remotos orígenes antes de nuestra era en el 1200; mismo
siglo de la caída de Troya. Estos «Comechingones» (palabra despectiva aplicada
por sus enemigos amerindios, los Sanavirones), tenían las mismas costumbres de
los pueblos megalíticos europeos del oeste y norte de Europa, de vivir bajo tierra.
Una acepción posible para el término «Kami-Chingón» es que era un grito de
guerra proferido por ellos mismos. Este pueblo, dependiente de la «Metropoli»
de Tiwanaku (durante el primer imperio) es el responsable directo de los
primeros Menhires de Tafí del Valle y de las Construcciones megalíticas en
Sierra de la Ventana

PERFIL DE ALGUNOS DE LOS MENHIRES DE VENTANIA Y TANDILIA


(presentan alineaciones que muchas veces apuntan hacia la cima de los cerros en
los cuales se pueden encontrar, o apachetas, o bien dólmenes o bien posibles
tumbas. Las construcciones megalíticas en Argentina no son de origen amerindio,
son aportes culturales de naciones que emigraron de Europa.)

Decíamos los primeros menhires de Tafí del Valle, Provincia de Tucumán,


porque esta zona primero fue ocupada por descendientes de Troyanos (Primer
Imperio de Tiwanaku) y luego por descendientes de Vikingos daneses durante el
Segundo Imperio de Tiwanaku. La zona no ha sido investigada en profundidad
más allá de relevamientos fotográficos en el terreno y relevamientos
aerofotográficos realizados por investigadores particulares y por arqueólogos
profesionales. Sin embargo, no se han hecho excavaciones arqueológicas que
permitan dilucidar el verdadero origen de estas construcciones y acreditar a qué
cultura pertenecen. Por lo tanto, las conclusiones precipitadas que han hecho
algunos acerca de su origen indígena, son al menos arriesgadas como cualquier
otra conclusión posible, hasta tanto no se realicen excavaciones arqueológicas.

La ocupación de la zona por diversos pueblos indígenas desde la época de la


conquista o aún antes, no implica que tales construcciones tengan ese origen. Hay
también perímetros cuadrangulares con construcciones de piedra de tipo
megalítico que incluyen el uso de dinteles e inclinaciones sobre las paredes a
manera de terraplen. Solo una imaginación febril podría atribuir a tehuelches,
mapuches y pámpidos este tipo de construcciones. Sólo políticos ignorantes en
función de obtener votos y lugareños chauvinistas pueden sostener que son de
origen amerindio.

Como ya se ha dicho, Menhires y Dólmenes no son estructuras que puedan


atribuirse a Mapuches, Pámpidos o Tehuelches por más que hayan habitado la
zona. Es tan ridículo atribuir a amerindios del sur este tipo de construcciones por
razones «nacionalistas», como lo que hacen los peruanos barnizando las momias
blancas para que «parezcan más peruanas» o los egipcios, haciendo «silencio»
sobre las MOMIAS RUBIAS de Ramsés II u otros faraones o los chinos con las
Momias Blancas de Tarim. Sería bueno dejar la incoherencia de lado de algunos
pseudo historiadores que pretenden mutilar la presencia blanca en América; si en
Argentina quieren ser «nacionalistas» pues que comiencen en devolver a los
Mapuches (Araucanos) al otro lado de la cordillera, porque son un pueblo
invasor, cuyo territorio original es el sur de Chile y no el sur argentino al cual
ingresaron invadiendo y exterminando sin piedad a los Tehuelches. Los menhires
y las construcciones megalíticas eran conocidas desde la época de la conquista y
aún antes. Garay lo sabía, los conquistadores lo sabían. Las primeras
expediciones se dirigieron al «Volcán de Tandil» en busca de tesoros, en busca
de la Ciudad de los Césares. Los mapuches son tan «originales» de Argentina
como lo son los Kelpers británicos de las Malvinas. No estamos hablando aquí de
deportar a nadie, lo que estamos diciendo es que las construcciones megalíticas
en Argentina no son de origen amerindio, son aportes culturales de naciones que
emigraron de Europa.

Hay también perímetros cuadrangulares con construcciones de piedra de tipo


megalítico que incluyen el uso de dinteles e inclinaciones sobre las paredes a
manera de terraplen. La calidad en el trabajo con la piedra, demuestra a las claras
la presencia de una cultura que no es la Tehuelche o Pampa quienes jamás
trabajaron en piedra, ni ninguna de las culturas indígenas del sur argentino.
Muchos tienden a confundir los mismos como obra de indígenas pámpidos o
sureños (etnias tehuelche y mapuche) que llegaron a ocupar la zona, quienes
incluso utilizaron ampliamente estas construcciones, tanto como para abrigo del
ganado, abrigo tribal e incluso como centro de intercambio provincial. Pero es
bien conocido que nunca ni tehuelches ni mapuches ni pámpidos en general han
trabajado la piedra más allá de ciertos instrumentos para la subsistencia como
boleadoras. Pueblos en constante movimiento nunca desarrollan una tecnología
en piedra más allá de ciertos elementales instrumentos. La mayoría de los
menhires apuntan hacia cimas de cerros, cuevas, túmulos (que la tradición de los
amerindios locales afirma son «chenques» – «tumbas de caciques») e incluso
dólmenes. Los menhires son cientos y de altura variable. Algunos de hasta más
de 2 metros de altura.

Uno de los conjuntos más grandes está al pie del cerro Tres Picos. Hay también
alineaciones de menhires que recorren varios kilómetros. (0)

Pacientemente se han propuesto hipótesis de trabajo sobre la presencia de los


nórdicos en Paraguay (y en América). Esta se afianza cada vez más, pues nunca
nadie ha logrado señalar algún error de fundamentación y pruebas en todos los
órdenes: arqueológico, etnológico, lingüístico, antropofísico y epigráfico. Pues
así es, en el Paraguay como en el resto de la América aborigen, existen
inscripciones rúnicas ( los alfabetos rúnicos son un grupo de alfabetos que
comparten el uso de unas letras llamadas runas, que se emplearon para escribir en
las lenguas germánicas principalmente en Escandinavia y las islas Británicas,
aunque también se usaron en Europa central y oriental, durante la Antigüedad y
la Edad Media, antes y también durante la cristianización de la región.) pruebas
terminantes de la presencia de sus portadores, los vikingos, que hablaban el
norrés (dano-noruego; pro-nórdico). Desde la más remota antigüedad, en
diversos campos como petroglifos, textiles y alfarería, los símbolos conocidos en
Europa como runas, han sido estampados en las manifestaciones culturales del
mundo andino prehispánico. Ciertamente, las runas andinas poseen los mismos
atributos mágico-esotéricos de sus homólogas europeas, además de presentar
formas muy similares en algunos casos, o bien, claras estilizaciones en otros.

¿Vikingos en Sudamérica? - Parte I: Amazonas, el dios Tyr


en Perú, la cosmogonía tamanaque y runas en la Guayana

Hace ya bastante tiempo, hubo alguien que me comentó


ciertas teorías acerca de la posible presencia de vikingos en Sudamérica. Hoy, por mera
casualidad, haciendo un trabajo de la universidad acabé topándome con la existencia de un
libro: Drakkares en el Amazonas: los vikingos en el Brasil, de Jacques de
Mahieu (Argentina, Hachette, 1977), y no quise dejar pasar la oportunidad de averiguar qué
razones llevaban al autor a defender la presencia vikinga en Sudamérica. Antes que nada, considero
lo más acertado mencionar unos breves datos biográficos sobre el autor.

Jacques de Mahieu (1915-1990) fue un filólogo, sociólogo y antropólogo franco-argentino,


colaborador pronazi del régimen de Vichy[1], y miembro de la 33ª División de Granaderos SS
Voluntarios Charlemagne, perteneciente a las Waffen-SS[2]. Durante los años sesenta fue mentor
de varios jóvenes militantes de la organización pronazi Tacuara. Sus trabajos fundían ideas
oligárquicas y racistas en el aspecto político-antropológico. Sostuvo la idea de que la población
indígena tiene un origen ario, considerando a dicha población como descendiente de antiguos
vikingos, tesis apoyada por el neonazi chileno Miguel Serrano, que lo citaba como autoridad. Entre
sus obras relativas a esta defensa del origen ario podrían destacarse las siguientes:

 El gran viaje del Dios-Sol


 La agonía del Dios-Sol
 El rey vikingo del Paraguay
 Drakkares en el Amazonas: destaco este porque, por el momento, es el único que está
en mis manos

Antes de proseguir, quiero aclarar que mi ideología en absoluto coincide con la de este autor. Sin
embargo, para poder hablar de algo, bien o mal, primero hay que informarse. He de aclarar,
asimismo, que cualquier teoría o crítica que yo emita hacia este libro la hago sin haber leído aún los
demás, en los que posiblemente se dé información que complete lo que falta en este. Por ello esta
entrada será la "Parte I" porque espero que haya más partes y poder seguir escribiendo sobre el
tema.

Lo primero que llama la atención de este autor es que no trata la presencia vikinga en
Sudamérica como una teoría que necesita de diferentes evidencias para ser probada: la trata
como una premisa, con una veracidad suficientemente contrastada, a partir de la
cual, y siempre tomando esta teoría como verdad absoluta, realiza otra serie de teorías. Y ese,
sin haber leído aún los demás libros, es uno de los grandes fallos.

Uno de los ejemplos es la siguiente frase: <<Fue en esa fecha, en efecto, que los diaguitas del
cacique Kari (...) atacaron a los vikingos daneses que tenían su capital en Tiahuanacu>>[3]. No
comentaré aún la teoría de que existía un imperio vikingo en Tiahuanacu, porque creo que el autor
trata de explicarlo en otro de sus libros, pero podemos ver como aquí no menciona en absoluto que
sea una teoría, sino que lo trata como una verdad ya conocida.

¿SKJÖLD-MEYAR O AMAZONAS?
En la misma página habla también de las skjöld-meyar o "Vírgenes del Escudo", mujeres
nórdicas que participaban en combates junto a los varones, lo cual no es falso [reciben también el
nombre de skjaldmö]. Sin embargo, aprovechando una comparación con las amazonas realizada por
Henry Wheaton, busca defender la teoría de que esas skjöld-meyar del norte de Europa son
el origen de las mujeres guerreras que se encuentran en el Amazonas[4], cada una
haciendo tanta guerra como diez indios, según los testimonios[5].

Primero, veamos cuál es la referencia de Wheaton que menciona Mahieu. Tras buscar el texto, lo
único más similar a dicha referencia sería esto: "Estas Amazonas recibían el nombre de Skjöld-
meyar"[6]. Sin embargo, Wheaton no vuelve a hablar en su obra de Sudamérica, lo que hace pensar
que quizá Mahieu pasó por alto (voluntaria o involuntariamente) que a quien Wheaton se
referiría muy probablemente sería a las conocidas mujeres griegas de la mitología
griega.
Uno de los ejemplos más conocidos de skjaldmö es Hervör, protagonista de la Hervarar Saga. En esta obra de Peter Nicolai
Arbo podemos ver su muerte tras la batalla contra los hunos.

EL GRAN PAYTITI
Paititi o Gran Paititi es una legendaria ciudad perdida inca o preinca, que según se cree podría haber
existido al este de los Andes, en algún lugar de la selva al sureste de Perú, al norte de Bolivia o al
suroeste de Brasil. Para Mahieu, el Gran Paytiti no sólo sería una localización (ubicada, según él, al
nordeste del Perú), sino además un soberano legendario, emperador de los Musus. Se decía que su
riqueza era tal, que se bañaba cubierto de oro, y que la ciudad tenía igualmente palacios de oro [7].
Igualmente, y esto es lo que compete a este blog, defiende que <<El Gran Paytiti, el Dios-Padre,
era, por supuesto, el soberano divinizado de Tiahuanacu>>[8], y por tanto, según especulaba de
Mahieu, del imperio vikingo establecido allí (como ya dije, no puedo hablar del "imperio vikingo de
Tiahuanacu" por carecer de la bibliografía donde lo explica, pero es posible que haya una segunda
parte al respecto).
Por otra parte, según de Mahieu, el Titi que se encuentra en el nombre de Paytiti <<parece ser una
variante de "Ticci" o "Ticsi", una forma por otra parte más próxima de "Ti", raíz de "Tiwaz",
nombre del Padre del Cielo, en viejo germánico>>[9]. Ciertamente, si se rastrea el origen
de Tiwaz, se llega hasta Dyeus, la hipotética deidad suprema de los pueblos protoindoeuropeos y
antecesor de los dioses-padre del cielo (esta etimología desembocaría también en el Zeus o Júpiter
grecorromano, en el Dievas báltico o en el Diaus Pitar védico). Sin embargo, al pasar el tiempo y
transformarse progresivamente en el futuro Tyr, en la mitología germánica perdió el valor como
padre del cielo que tenía Dyeus. Eso sí, siguió siendo el dios principal del panteón nórdico-
germánico hasta que, poco a poco, fue desplazado por los demás dioses (más información sobre
Tyr). Pero incluso en sus momentos de "mayor esplendor", Tyr-Tiwaz no fue nunca un Dios "Padre
del Cielo" como su original Dyeus, sino el dios de la guerra y el principal de todo el panteón.
Y esto no acaba aquí. Esta consideración de "dios principal" de Tyr duró hasta que fue desplazado
por Thor y Odín, esto es, en la época protogermánica o protonórdica, bastante antes de la Era
Vikinga. Sin embargo, si consideráramos como cierta la teoría de Mahieu sobre la
presencia vikinga en Sudamérica, esta no podría haber tenido lugar antes del año
1000, cuando se desarrollaron las expediciones vikingas al continente
americano (aunque sólo haya registros literarios de su presencia en la parte más al norte del
continente, pero ya hablaremos de ello). ¿Cómo podría un dios que apenas tenía ya una
importancia comparable a la que tuvo siglos atrás, haber influido en los incas de
aquella época con tanta fuerza como para que en su ciudad (y en su soberano, según
Mahieu) quedasen vestigios de dicho vocablo germánico?
Todo ello sin tener en cuenta que, por obvio que parezca, los idiomas precolombinos no pertenecen
a la familia de los idiomas indoeuropeos, por lo que cualquier parecido entre dos lenguas de ambos
grupos sería pura casualidad. Con esta última declaración pretendo zanjar cualquier intento
filológico de de Mahieu por vincular a sudamericanos y nórdicos, como el hecho de defender que el
término arawak (pueblos indígenas que los españoles encontraron a su llegada en las Antillas)
pertenece al <<dialecto de Schleswig que hablaban los vikingos de Tiahuanacu, intermedio entre
el norrés clásico [nórdico antiguo] y el antiguo alemán>>[10].

Manuscrito islandés del s. XVIII que representa la escena en que Tyr pierde su mano en el combate contra Fenrir (NKS 1867 4to)

LA CREACIÓN DE AMILAVACA Y VOCHI


Cuando trato de buscar información al respecto, Internet me ofrece la grafía "Amalivaca", y no
"Amilavaca". Sin embargo, en este aspecto seguiré a de Mahieu en su grafía, sea correcta o
incorrecta. De igual manera, cogeré la grafía "tamanaque" y no "tamanaco" como viene en Internet,
para que sea más fácil al lector rastrear los textos escogidos en esta obra.
Amilavaca fue el principal héroe de los tamanaques, quienes habitaban al norte del actual estado
Bolívar, y tiene una importancia capital en la cosmogonía tamanaque, participando en su particular
"mito de los orígenes". Según este mito[11], el padre de la nación, Amilavaca, llegó en un bote
durante una gran inundación, en la que se ahogaron todos los tamanaques salvo una pareja.
Amilavaca tenía un hermano llamado Vochi con el que creó el mundo, dedicándose a regular el
curso del Orinoco.
Mural con el mito de Amalivaca (1955), en las Torres del Centro Simón Bolívar (Caracas)

Hasta aquí no hay problema. Sin embargo, según de Mahieu, <<los "ingenieros" Amilavaca y Vochi
se confunden con los Creadores de las Eddas>>[12]. Estos creadores a los que se refiere deben ser
sin duda los hijos de Bor (Vili, Ve y Odín), creadores de los primeros humanos y del mundo. Sin
embargo, os invito a ver cualquiera de sus dos mitos de creación y compararlos. Honestamente, no
veo más parecido entre los dioses de estas dos culturas que el hecho de que ambos "crean", aunque
aquello que hacen no tiene nada que ver. Por obvio que parezca, el agua es fuente de vida, y eso es
algo que salta a la vista de todas las culturas, por lo que esta aparece de una u otra manera en todos
los mitos creadores.
La otra comparativa al respecto viene por el hecho de que <<se los hace llegar, como sus
antepasados [que identifica como vikingos daneses], de más allá del océano y volverse hacia el este
por mar>>[13]. Teniendo en cuenta que los ríos Amazonas y Orinoco, el más caudaloso y el tercero
más caudaloso del mundo, respectivamente, están en la zona del pueblo tamanaque, no es de
extrañar que el agua tenga una especial importancia en su cosmogonía, ni tampoco que tengan que
volver hacia el este, pues ambos ríos desembocan en el océano Atlántico.
Y para finalizar este apartado, de Mahieu dice que el nombre del héroe Amilavaca basta para
demostrar la presencia vikinga en esta zona. Copio literal el siguiente párrafo, del cual no hacen
falta ni comentarios al respecto, pues casi parece una broma o algo similar: <<Amilavaca es, en
efecto, una palabra norresa [nórdica], hecha del nombre germánico Amil, que viene del antiguo
alemán "am", forma secundaria de "em", fuerte, e "ilen", correr, y que todavía tenemos en alemán
(Emil); en francés (Emile), en castellano (Emilio), etc., y del norrés "vaka", guardia: Emilio el
Guardia. Era posiblemente el jarl que mandaba el cuerpo de los arahuaks>>[14].

LAS INSCRIPCIONES DE LA GUAYANA


Esta es la parte a la que ya sabía que me enfrentaba antes de comenzar a leer el libro: una de las
teorías que impulsa a de Mahieu para afirmar la presencia vikinga en Sudamérica es el hallazgo de
diversas inscripciones, que según su criterio guardan un gran parecido con las runas del norte de
Europa. Veamos esto en detalle con algunos ejemplos, sacados de su libro:
Inscripción de San Esteban, Venezuela: <<(...) el barco que se encuentra abajo a la derecha, dominado por un signo
que se parece a una doble runa de la muerte, no tiene nada de una canoa indígena y, por el contrario,
recuerda algo un drakkar vikingo>>[15].

Inscripción "runoide" (para de Mahieu) del Cassiquare

De estos y otros ejemplos hay una frase suya que me llama la atención: << El solo hecho de
poder, con o sin razón, compararla con dos figuras rupestres descubiertas, la una en una
región cercana a la que frecuentaban, en Rusia, los vikingos suecos, la otra en el Vinland, a
proximidad de la Torre de Newport hubiera debido, con todo, llamarle la atención a nuestro
explorador>>[16]. Ese "con o sin razón" me hace pensar que, en realidad, el propio de Mahieu
defendía fervientemente algo de lo que, por mucho que tratase de decir lo contrario, no estaba
seguro. Pero continuemos:
Inscripción "rúnica" de Madeira (la primera) y de Timana, Colombia (las otras dos):
Para comentar su "similitud", echemos un ojo al alfabeto rúnico, el llamado futhark

Ante tan escasa similitud, y no sin antes defender que en esas inscripciones pone "Utta" (en la del
medio) y "Uero" (en las otras dos), de Mahieu añade: <<No es preciso agregar que el Uero de
Colombia y el de Madeira sólo tenían el nombre en común>>[17]. De esta manera, de Mahieu
defiende que hay más similitudes lingüísticas entre un colombiano y un vikingo danés que entre un
colombiano y un habitante del río Madeira (un afluente del Amazonas).

Para finalizar con esta parte de la posible presencia de vikingos en Sudamérica, vamos a
las representaciones figurativas, que de Mahieu relaciona inexcusablemente con los vikingos:
Arriba tenéis una representación de un barco estilizado, al modo de Bohuslän (Suecia), según de
Mahieu[18], pero encontrado al norte del Amazonas. Abajo tenéis una de las representaciones de
los litoglifos de Bohuslän a los que se refiere de Mahieu. En primer lugar, podríamos pensar ya en el
poco parecido, pero podemos ir aún más allá, pues los litoglifos de Bohuslän a los que de
Mahieu se refiere provienen de la Edad del Bronce, un periodo que, en el Norte de
Europa, finalizó en torno al siglo V a. C., mientras que la Era Vikinga, que de Mahieu
relaciona con Sudamérica, comienza a finales del siglo VIII d. C., lo que implica una diferencia
cronológica de unos 1.200-1.300 años, diferencia que podríamos ampliar hasta 1.500
años teniendo en cuenta que los vikingos que conocieron el continente americano vivieron en torno
al año 1000.
Pero continuemos:
Siento que esta imagen esté un poco cortada, que es un escaneo y estaba muy pegada al margen

Antes de decir si estos dibujos tienen o no influencia de las estelas rúnicas, quiero enseñaros un par
de imágenes:
Aquí tenéis una estela que, a simple vista, puede parecer que incorpora símbolos similares a los que
de Mahieu nos ha enseñado hasta ahora. ¿De dónde creéis que proviene entonces? ¿Del grupo de
países que sirve de influencia (Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia...) o del grupo que es
influenciado por los anteriores (Perú, Brasil, Colombia, Venezuela...)?
...
...
...
Es de España. Más concretamente, es la Estela de Ategua (Córdoba), englobada en un conjunto
conocido como "estelas de guerrero" o "estelas del suroeste", que reciben este nombre porque se
encontraron en el suroeste de la Península Ibérica. Es más, todo este grupo de estelas de
guerrero data del Bronce Final, un periodo que finaliza en torno al 800 a. C., por lo que es todavía
demasiado pronto cronológicamente para que haya un contacto entre vikingos y españoles.

A lo que quiero llegar es que, lo que nuestro autor de Mahieu ignora o pretende ignorar, es el hecho
de que, aunque dos civilizaciones primitivas muestren rasgos similares, no es suficiente evidencia
como para establecer una relación entre ambas.

CONCLUSIÓN
Algunos autores como de Mahieu, así como blogs de Internet, especulan argumentando que no es
tan difícil pensar que los vikingos hayan llegado hasta Sudamérica. En mi opinión es todo lo
contrario. No niego que algún día pueda haber un conjunto de evidencias lo suficientemente
fehacientes como para certificar su presencia allí. Sin embargo, mi escepticismo al respecto nace de
la hipotética dificultad que tendría un vikingo para llegar hasta Sudamérica. Para ello, tratemos de
ponernos de verdad en la piel de un vikingo. Año 1000: los vikingos han llegado hasta Leifsbúðir
(identificado con L'Anse aux Meadows, en Terranova). Tienen roces con la población indígena y
acaban por volverse a Groenlandia. Eso es lo que cuentan (de manera mucho más extensa por
supuesto) la Saga de los Groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo. No tenemos ninguna referencia
literaria que indique un desplazamiento más allá.
Otro detalle más que añadir es su navegación: los vikingos realizaban siempre que podían la
llamada "navegación de cabotaje", esto es, ir de un lugar a otro sin perder de vista la costa. Teniendo
en cuenta ambos detalles (Terranova como el extremo de su mundo conocido y la navegación de
cabotaje)...¿por qué un vikingo iba a ir de Groenlandia a Sudamérica...

 ...sin parar en ningún lugar de Norteamérica? No hay registros de ningún tipo aquí,
ni literarios ni arqueológicos, y sin embargo si los hay, supuestamente, en Sudamérica más de 6.000
km hacia el sur (6.300 desde Terranova hasta el Amazonas)
 ...sin conocer la ruta ni lo lejos que esté su destino? Tened en mente su concepción
geográfica: más allá de Terranova no conocían nada.
 ...sin que nadie les haya hablado antes de aquella tierra? En los viajes a
Groenlandia y Terranova, se arriesgan a hacer el viaje porque alguien, aunque sea accidentalmente,
ha ido antes y ha vuelto dando información de la tierra en cuestión. Incluso, si traen promesas de
que la tierra merezca la pena, pueden alejarse de la costa durante poco tiempo. Sin embargo, en el
caso de Sudamérica, no es sólo que ningún vikingo lo hubiera visto antes, es que no había nadie en
toda Europa que supiese de la existencia de este lugar.

BIBLIOGRAFÍA
 De Mahieu, J., Drakkares en el Amazonas: los vikingos en el Brasil. Argentina, Hachette,
1977
 Wheaton, H., History of the Northemn, or Danes and Normans, from the earliest times to
the conquest of England by William of Normandy. Londres, 1831. Disponible online aquí.

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