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REPÚBLICA DE COLOMBIA
I. ANTECEDENTES.
1.1. DEMANDA.
1.1.1. Los señores DIEGO FELIPE URREA VANEGAS, LUIS ALBERTO VARGAS
BALLEN y LUIS ALBERTO RINCON QUINTERO en ejercicio de la acción
constitucional de que trata el artículo 86 del Estatuto Superior, solicita a la
administración de justicia se tutelen sus derechos fundamentales al DEBIDO
PROCESO, ELEGIR Y SER ELEGIDO1 y ACCESO A CARGOS PÚBLICOS, los que
señala son objeto de vulneración por parte del Consejo Directivo de la
CORPORACION AUTONOMA REGIONAL DEL QUINDIO -CRQ-.
1
Conforme se solicitó en la demanda y en virtud del principio IURA NOVIT CURIA
2
Explica que, ante la ausencia de regulación del procedimiento para la elección del
Director General de las Corporaciones Autónomas Regionales, el Consejo de Estado
ha precisado que esa facultad radica en el respectivo Consejo Directivo.
Expresan que para resolver las recusaciones presentadas por Luis Alberto
Vargas Ballen y Claudia Milena Gómez Ocampo, se tuvo en cuenta la postura
fijada por la Procuraduría General de la Nación sobre dicha figura procesal en
el marco de los procesos de elección de Directores Generales de la CAR,
contenida en la resolución del 23 de enero de 2020, radicado IUS 2020-009018
// lUC D-2020-1446839, en la cual varió su doctrina frente al tópico, y
estableció tres requisitos sine qua non para la procedencia de las
recusaciones, a saber: (i) que sea presentada dentro del plazo legal, (ii) que el
solicitante tenga la calidad de demandante, interviniente o que se trate del
Ministerio Publico y (iii) que este justificada; precisando el ente de control que,
el derecho a recusar no es absoluto, sino relativo, dado que concierne
únicamente a quien tiene interés directo en el proceso, como por ejemplo, los
candidatos y consejeros. Por lo que, en sesión extraordinaria del 23 de octubre
pasado, con una votación de 10 contra 3, el Consejo Directivo resolvió no
imprimirle tramite a las referidas recusaciones, considerando la falta de
legitimación en la causa por activa de los recusantes.
1.2.3. El señor Gobernador del Departamento del Quindío, Dr. ROBERTO JAIRO
JARAMILLO CÁRDENAS, en su calidad de miembro del Consejo Directivo de la
CRQ, se opone a las pretensiones de la demanda, afirmando que, de acuerdo con el
memorando No. 17 del 14 de septiembre del año en curso, expedido por el Procurador
Delegado con Funciones Mixtas III para Asuntos Ambientales, Minero Energéticos y
Agrarios; a las recusaciones presentadas en las CAR se les aplica lo dispuesto en el
artículo 12 del CPA y CA, dada la falta de norma expresa que regule dicho tópico.
Sin embargo, aclara que su delegado ante el Consejo Directivo votó en contra,
argumentando que la recusación debía ser remitida a la Procuraduría General de la
Nación, tal como lo dispone el citado artículo 12 de la ley 1437 de 2011. Por lo que
solicita que se tutele el derecho subjetivo al debido proceso del actor, y se ordene al
mencionado Órgano que tramite la plurimencionada recusación en los términos del
artículo 12 ibidem.
Como argumento afirma que, las recusaciones presentadas, en especial la del señor
Luis Alberto Vargas Ballen, afecta el quorum decisorio dentro de la corporación por lo
que luego de señalar jurisprudencia del Consejo de Estado y en especial las reglas
fijadas por el máximo Tribunal, concluye que se debió remitir a la Procuraduría
General de la Nación la respectiva recusación para efectos de que sea este ente de
control el que decida lo pertinente.
2
Archivo digital SAMAI 202300155/059SolicitudTraslado
5
En caso afirmativo,
3
004Anexos, pag.1-4
4
004Anexos, pag.5-13
5
004Anexos, pag.15-18
6
004Anexos, pag.21-23
7
Archivo digital SAMAI 202300155/25_MemorialWeb_Anexos(.pdf) NroActua 12(.pdf) NroActua 12
6
(ii) Así las cosas, en el asunto bajo estudio no se encuentra probado por parte
de los accionantes la existencia de un perjuicio irremediable; por lo que no
puede obviarse el principio de subsidiariedad que rige en el trámite tutelar, pues
existiendo otros medios adecuados de defensa, a ellos se debe acudir primero
previo a hacerlo ante el juez constitucional, pues no se puede pretender que el
juez constitucional, a modo de tercera instancia, revise el acierto o desacierto
de todas las actuaciones de la administración o que se pronuncie sobre hechos
presuntamente constitutivos de vicios al interior de esta.
4. ASPECTOS SUSTANCIALES.
“Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o
por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
7
En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su
resolución.
(…)”
5.2. Es así como la Corte Constitucional redefinió los alcances del artículo 26 del
Decreto 2591 de 1991, conforme al cual:
6.3.1. La acción de tutela carece de formalidad cuando se trata de invocar ante el juez
constitucional el amparo a los derechos fundamentales propios y presuntamente
vulnerados. Sin embargo, las circunstancias varían en determinados casos, como
cuando se actúa a nombre de otro o cuando al accionante no fue a quien se le vulneró
los derechos alegados, pues en ese evento concurren ciertas exigencias
indispensables que se demandan para habilitar su accionar.
(…)
32. En el asunto bajo examen, esta Sala de Revisión advierte que no se acreditan
los requisitos del apoderamiento judicial. Frente al apoderamiento en materia de
tutela, la jurisprudencia de esta corporación ha señalado que (i) es un acto jurídico
formal, por lo cual debe realizarse por escrito; (ii) se concreta en un documento
llamado poder que se presume auténtico (esto significa que no exige presentación
personal); (iii) debe ser un poder especial, o si se quiere específico y particular para
promover la acción de tutela; (iv) el poder conferido para la promoción o para la
defensa de los intereses en un determinado proceso no se entiende otorgado para
instaurar procesos diferentes, así los hechos que le den fundamento a estos tengan
origen en el proceso inicial; y (v) el destinatario del acto de apoderamiento solo puede
ser un profesional del derecho habilitado con tarjeta profesional[40].
33. Asimismo, esta corporación ha resaltado que el principal efecto del apoderamiento,
“es el de perfeccionar la legitimación en la causa por activa, por lo cual el juez de
tutela estará en la obligación, después de constatar sus elementos, de proceder a
pronunciarse de fondo sobre los hechos y las pretensiones relacionadas en el escrito
de acción respectivo”[41]. De otra parte, la Corte ha interpretado que el cumplimiento
del requisito de legitimación en la causa por activa “tiene como objetivo asegurar el
acceso a la administración de justicia y, en consecuencia, no busca imponer barreras
excesivas más allá de lo razonable”[42]. Por ello, se ha admitido la legitimación en
casos en los cuales (a) no obraba acreditación de la condición profesional del
apoderado, pero se constató que quien presentó el amparo era un abogado [43]; o
cuando (b) no se contaba con poder especial por este profesional, pero en sede de
revisión se ratificó la intención del titular de los derechos de presentar la acción de
tutela[44].
En desarrollo del citado mandato superior, el Decreto 2591 de 1991, en el artículo 10,
define a los titulares de la acción, esto es, a quienes tienen legitimación en la causa por
activa[390], señalando que la tutela se puede impetrar por cualquier persona, (i) ya sea en
forma directa (el interesado por sí mismo); (ii) por intermedio de un representante legal
(caso de los menores de edad y personas jurídicas); (iii) mediante apoderado judicial
(abogado titulado con poder judicial o mandato expreso); (iv) a través de agente oficioso
(cuando el titular del derecho no esté en condiciones de promover su propia defensa); o
por conducto (v) del Defensor del Pueblo o de los personeros municipales (facultados
para intervenir en representación de terceras personas, siempre que el titular de los
derechos haya autorizado expresamente su mediación o se adviertan situaciones de
desamparo e indefensión)[391]. La disposición en cita es del siguiente tenor:
“Artículo 10. Legitimidad e interés. La acción de tutela podrá ser ejercida, en todo
momento y lugar, por cualquiera persona vulnerada o amenazada en uno de sus
derechos fundamentales, quien actuará por sí misma o a través de representante. Los
poderes se presumirán auténticos.
También se pueden agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos no esté
en condiciones de promover su defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá
manifestarse en la solicitud.
9
Por lo tanto, para el Despacho es claro que estará legitimado en la causa por activa toda
persona que demuestre por cualquier medio que, la actuación de la autoridad le está
vulnerando un derecho fundamental que se encuentra en su entorno y es objeto de
protección. Acudiendo sea de forma directa o mediante apoderado debidamente
constituido, estableciéndose además que si en virtud a su estado de indefensión lo
representa un agente oficioso esta situación debe estar plenamente demostrada.
7.1. El artículo 86 de la Constitución Política, así como el numeral 1 del artículo 6 del
decreto 2591, establecen que la acción de tutela es improcedente cuando quien la
ejerce tenga a su alcance otros recursos o medios de defensa judiciales para la
protección de sus derechos, salvo que se utilice como un mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable.
“(…)
“(…)
8
Sentencia T-384 de 1998.
9
Sentencia T-177 de 2011.
10
Ver entre otras sentencias de la Corte Constitucional, las sentencias SU 458/93, MP: Jorge Arango Mejía, donde la
Corte declaró la improcedencia de la acción de tutela para controvertir los actos de ejecución del concurso de méritos
de la rama judicial cuando el actor no había hecho uso de ellos; T-315/98, MP: Eduardo Cifuentes Muñoz, donde la
Corte luego de examinar la procedencia de la acción de tutela como mecanismo judicial transitorio, encontró que no
era posible inscribir al actor en la carrera judicial por cuanto el proceso de selección utilizado en su caso no constituía
10
Al respecto ha señalado:
37. En desarrollo de lo anterior, este tribunal ha sostenido que, por regla general, la
acción de tutela no es el mecanismo judicial de protección previsto para controvertir los
actos proferidos en el marco de un concurso de méritos, cuando estos son susceptibles
de ser demandados ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo. Tal
circunstancia es particularmente relevante, cuando el proceso de selección ha concluido
con la elaboración y firmeza de la lista de elegibles.
43. En conclusión, la acción de tutela no es, por regla general, el mecanismo judicial
dispuesto para resolver las controversias que se derivan del trámite de los concursos
de méritos, cuando ya se han dictado actos administrativos susceptibles de control por
parte del juez de lo contencioso administrativo, en especial, cuando ya existe una lista
de elegibles. Sin embargo, el juez de tutela deberá valorar si, atendiendo a las
circunstancias del caso concreto, los medios de control ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo son eficaces para resolver el problema jurídico propuesto,
atendiendo a las subreglas mencionadas (ver supra, núm.42).”12 (Negrilla y subrayado
fuera de texto)
“Cabe señalar que la eficacia de la acción electoral está relacionada además con la
regulación legal del respectivo proceso, el cual se encuentra estructurado a partir de un
principio de celeridad (plazo de caducidad de 20 días, términos reducidos e
improrrogables para tramitar el proceso y dictar sentencia, etc.), que se complementa
con la posibilidad de solicitar la suspensión provisional del acto de elección cuando
existe violación directa de la Constitución o la ley (art. 230 C.C.A.). Como señaló esta
un concurso de méritos como el ordenado por la Ley 270 de 1996; T-1198/01, MP: Marco Gerardo Monroy Cabra,
que declaró la improcedencia de la acción de tutela para controvertir los actos administrativos dentro del proceso de
selección en la Aeronáutica Civil, ni tampoco existía un perjuicio irremediable, pues los accionantes no cumplían con
los requisitos mínimos exigidos para participar en el concurso.
11
Sentencias T-599 y T-600, ambas de 2002.
12
Sentencia T-151 de 2022.
11
Por tanto, para la Corte resulta claro que la acción electoral permite controlar
jurídicamente la validez de las elecciones, así como los actos previos o de trámite
(como los de inscripción de candidatos) y las calidades constitucionales y legales del
candidato elegido y que dichos mecanismos están al alcance de las comunidades
indígenas como titulares de un derecho de participación derivado de la Constitución y
la Ley. (Negrilla y subrayado fuera de texto)
Por tanto, debe puntualizarse que del referido fallo no puede derivarse una regla general
de procedibilidad de la acción de tutela contra los actos electorales (definitivos o de
trámite), más aún si se tiene en cuenta que las sentencias de tutela no tienen efectos
generales sino inter partes.”
“(…)
«[E]n este primer aspecto concluyó que la acción de nulidad electoral prevé la
oportunidad de dejar sin efectos los actos de trámite, pero atacando directamente
el acto definitivo y, siendo ello así, la acción de tutela conserva su carácter residual y
subsidiario, pues por regla general, sería improcedente para dejar sin efectos actos de
elección.
Frente al segundo punto, referido la posibilidad de ejercer control sobre los actos de
trámite a través de la acción de tutela, la sentencia destacó la jurisprudencia de la Corte,
señalando que ello es posible de manera excepcional en los siguientes eventos:
“...la acción de tutela contra actos de trámite sólo procede con carácter
excepcional cuando el Estado ha actuado con prescindencia de todo referente
legal y ha incurrido en una vía de hecho que impide al afectado contar con las
garantías mínimas del debido proceso administrativo. Así, “la procedencia
excepcional de la acción de tutela contra actos administrativos de trámite” sólo es
posible cuando el respectivo acto tiene la potencialidad de definir una situación
especial y sustancial dentro de la actuación y ha “sido fruto de una actuación
abiertamente irrazonable o desproporcionada por parte del funcionario, con lo
cual vulnera las garantías establecidas en la Constitución”.
12
En estos eventos, la acción de tutela actúa como mecanismo definitivo sobre el acto
de trámite, para encauzar el procedimiento administrativo en curso y permitir al
afectado el ejercicio de las garantías del debido proceso, pero sin interferir en el
sentido de la decisión definitiva que deba adoptar la Administración y sin sustituir,
por tanto, el control posterior de legalidad que corresponde ejercer a la jurisdicción
contenciosa administrativa”.
8.1. De acuerdo con lo anterior resulta necesario determinar las características que
se le ha otorgado a la acepción “perjuicio irremediable”. Sobre el particular ha
señalado la Corte13:
“Subsidiariedad.
27. La acción de tutela solo procede ante la ausencia de otro mecanismo de defensa
judicial en el ordenamiento jurídico que permita la resolución de las pretensiones. En
ese sentido, el carácter residual tiene como objeto preservar el reparto de competencias
atribuidas a las autoridades judiciales por la Constitución y la ley, con fundamento en
los principios de autonomía e independencia judicial. Sin embargo, la jurisprudencia de
esta Corte ha sostenido que el requisito de subsidiariedad debe ser analizado en cada
caso en particular, a fin de comprobar que, aun existiendo otro mecanismo de defensa,
no se esté ante una de las siguientes posibilidades: (i) el mecanismo no es idóneo o
eficaz en la protección de los derechos; (ii) un perjuicio irremediable, evento en el cual
la acción procede excepcionalmente; y (iii) que se trate de personas que requieran
especial protección constitucional.
32. El artículo 8 del Decreto 2591 de 1991 dispone que “aun cuando el afectado
disponga de otro medio de defensa judicial, la acción de tutela procederá cuando se
utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable” (subraya por
fuera de texto). La jurisprudencia de esta Corte ha definido el perjuicio irremediable
como “el riesgo de consumación de un daño o afectación cierta, negativa, jurídica
o fáctica, a los derechos fundamentales, que debe ser invocada por el juez
constitucional, dada la alta probabilidad de su ocurrencia”. En ese sentido, la
jurisprudencia constitucional ha indicado que “si la Constitución Política no consagrase
el carácter subsidiario de la acción de tutela, se vaciarían de contenido lo mecanismos
de defensa judicial dispuestos por el ordenamiento jurídico”.
33. Ahora bien, para determinar la existencia de un perjuicio irremediable, que pueda
superar el requisito de subsidiariedad, la Corte Constitucional ha establecido que (i) el
perjuicio debe ser inminente, es decir, no basta con que exista una mera posibilidad de
que se produzca el daño; (ii) el perjuicio que se cause sea grave, lo que implicaría, en
consecuencia, un daño de gran intensidad sobre la persona afectada; (iii) las medidas
que se requieran para evitar la configuración sean urgentes; y (iv) la acción es
impostergable, es decir, en caso de aplazarse la misma sea ineficaz por
inoportuna.” (Negrilla y subrayado fuera de texto)
13
Sentencia T-003 de 2022.
13
Dentro de este contexto, por regla general, la acción de tutela no procede contra los
actos administrativos dictados dentro de un concurso de méritos, por cuanto el afectado
puede acudir a los medios de defensa disponibles en la Jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo para el efecto. Incluso, con la expedición de la Ley 1437 de 2011, los
demandantes pueden solicitar la adopción de medidas cautelares de todo tipo
(preventivas, conservativas, anticipadas o de suspensión) cuyo contenido de protección
es amplio y admiten su concurrencia dependiendo del caso (según la ley: “el juez o
magistrado ponente podrá decretar una o varias” al mismo tiempo), con lo cual se
pretende garantizar el acceso material y efectivo a la administración de justicia. Esta
circunstancia debe ser objeto de análisis en el estudio de procedencia de la acción de
tutela.
Ahora bien, desde una perspectiva general, la Corte ha sostenido que, pese a la
existencia de las vías de reclamación en lo contencioso administrativo, existen dos
hipótesis que permiten la procedencia excepcional de la acción de tutela. La primera,
se presenta cuando existe el riesgo de ocurrencia de un perjuicio irremediable, causal
que tiene plena legitimación a partir del contenido mismo del artículo 86 del Texto
Superior y, por virtud de la cual, se le ha reconocido su carácter de mecanismo
subsidiario de defensa judicial. Y, la segunda, cuando el medio existente no brinda los
elementos pertinentes de idoneidad y eficacia para resolver la controversia, a partir de
la naturaleza de la disputa, de los hechos del caso y de su impacto respecto de derechos
o garantías constitucionales.
8.4. Con todo, debe agregarse que para el Órgano de Cierre de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, no cualquier efecto adverso proveniente de una
actuación administrativa o judicial implica per se la configuración de un perjuicio
irremediable, en la medida en que estas decisiones, por virtud de la Constitución y la
ley, están revesitas de juridicidad y legalidad, siendo necesario, en cada caso
particular, verificar que el riesgo sea cierto y real, y provenga de la afectación o puesta
en peligro de derechos fundamentales, el que, de llegarse a producir, no tendría
ninguna forma de reparación auténtica:
“De otra parte, de la lectura integral del libelo inicial, se encuentra que el accionante
manifiesta que se está frente a la ocurrencia cierta e inminente de un perjuicio
irremediable que justifica la intervención del juez de tutela, toda vez que considera que
otro medio judicial dilataría en hasta 3 años el curso natural de la lista de elegibles
correspondiente al cargo para el cual se inscribió, situación que no solo lo perjudicaría
a él sino también a los demás concursantes que se encuentran en la referida lista. Sin
embargo, la Sala no advierte la ocurrencia de un perjuicio irremediable como lo afirma
el actor. Recuérdese que, conforme a la orientación de la Corte Constitucional, «la
valoración del perjuicio irremediable exige que concurran los siguientes elementos: en
14
Sentencia T-340 de 2020.
14
primer lugar, que sea cierto, es decir, que existan fundamentos empíricos acerca de su
probable ocurrencia; en segundo lugar, debe ser inminente, o sea, que esté próximo a
suceder; en tercer lugar, que su prevención o mitigación sea urgente para evitar la
consumación del daño».
Con todo, hay que decir que el perjuicio irremediable que hace procedente la acción de
tutela como mecanismo transitorio de protección no debe verse solamente desde la
perspectiva de las consecuencias nocivas, adversas, perjudiciales, dañinas, que suelen
producir las decisiones judiciales o las de la administración. Esas decisiones están
revestidas de juridicidad o legalidad y, por ende, en principio, las consecuencias
perjudiciales de quienes las sufren no son ilegítimas o ilícitas.
Por mencionar solo algunos ejemplos, el acto que dispone el retiro del servicio o que
declara insubsistente un nombramiento implica que el funcionario no pueda continuar
recibiendo la remuneración, que pierda el trabajo; la sanción disciplinaria de inhabilidad
traerá como consecuencia que el funcionario no pueda ejercer cargos públicos por cierto
tiempo, el auto que declara la caducidad de la acción deriva en la terminación del
proceso e impide el estudio de fondo de las pretensiones de la demanda.
En fin, son variados los casos que sirven para demostrar que no por resultar perjudicial
la decisión tomada por la autoridad judicial o administrativa deba asumirse que existe
un perjuicio irremediable que deba evitarse mediante una solicitud de amparo. De lo
contrario, todas las providencias judiciales o actos administrativos que establecen
situaciones desfavorables tendrían que ser suspendidos por vía de tutela.
(…)
En elecciones por voto popular, las decisiones adoptadas por las autoridades
electorales que resuelvan sobre reclamaciones o irregularidades respecto de la
votación o de los escrutinios, deberán demandarse junto con el acto que declara la
elección. El demandante deberá precisar en qué etapas o registros electorales se
presentan las irregularidades o vicios que inciden en el acto de elección.
De acuerdo con la citada norma, los únicos actos susceptibles de impugnarse por vía
de la acción electoral son: i) los actos de elección por voto popular; ii) los de elección
por cuerpos electorales; iii) los actos de nombramiento que expidan las
entidades y autoridades públicas de todo orden; y, iv) los actos de llamamiento a
proveer vacantes en las corporaciones públicas.
15
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. Subsección A. Sentencia del 08 de
noviembre de 2021. Consejera Ponente: María Adriana Marín. Rad: 11001-03-15-000-2021-06517-00.
15
(…)
Ello significa que el juez solo debe confrontar la disposición que se dice vulnerada
con el acto de elección o designación, para determinar si el mismo se aviene o no a
los supuestos exigidos por la disposición que se dice desconocida, juicio meramente
objetivo que protege la voluntad popular del electorado o del cuerpo colegiado.
“a) Se trata de una acción pública que puede ser ejercida por el Ministerio Público o
por cualquier otro ciudadano que quiera discutir la legalidad del acto de la elección.
“c) El principio pro actione es propio de este medio de control, lo que quiere decir que
las normas procesales son instrumentos o medios para la materialización del derecho
sustancial.
“e) Las pretensiones en la acción de nulidad electoral solo están dirigidas a los
siguientes asuntos: (i) restaurar el orden jurídico abstracto vulnerado por un acto ilegal
o inconstitucional, es decir, aquellas que busquen dejar sin ningún efecto jurídico la
regulación electoral, la elección o nombramiento irregulares; (ii) retrotraer la situación
abstracta anterior a la elección o nombramiento irregulares; y (iii) sanear la
irregularidad que constato el acto inválido.
tipificación en una de las causales de nulidad del acto acusado, dispuestas por
la ley.
“g) Por ser una acción de nulidad la sentencia tendrá efectos erga omnes, es decir
generales, por lo que incluye incluso, desde el punto de vista electoral, a todos
aquellos que pudiendo haber participado en el proceso, se marginaron
voluntariamente del mismo o no concurrieron a él.”16
9.4. Por lo tanto, el medio de control de Nulidad electoral surge como el mecanismo
idóneo para garantizar la legalidad no solo del acto de elección en sí mismo, sino el
procedimiento que se efectuó y que llevó a esa elección, donde está inmerso ese control
de la actuación conforme a las disposiciones que regulan los procesos y decisiones
electorales y el régimen de inhabilidades e incompatibilidades, por lo tanto, conforme
lo señala el Alto Tribunal Constitucional, cualquier persona puede solicitar la nulidad
de los actos electorales bajo la lógica que quien actúa representa el interés general
para esclarecer la forma en que se realizó una elección y si la misma observó los
lineamientos fijados en la Constitución y la ley.
10.1. La Corte Constitucional en auto No. 047 del 3 de marzo de 2010, respecto a la
naturaleza jurídica de las CAR afirmó:
(…)
7.- Recuérdese que hasta hace poco tiempo existió, al interior de esta Corporación,
una divergencia de criterios en torno al tema de la naturaleza jurídica de las CAR pues
existían pronunciamientos en varios sentidos, tanto en sentencias de
constitucionalidad como con ocasión de la resolución de los conflictos de competencia.
A esa situación se hizo referencia en el auto 089A de 2009 en los siguientes términos:
“(…) en algunas oportunidades, [la Corte Constitucional] ha señalado que las CAR
tienen una naturaleza jurídica especial o sui generis pues (i) no pertenecen al sector
central de la administración ya que, por mandato de la Constitución, son organismos
autónomos (artículo 150 numeral 7)[6], (ii) no son entidades del sector descentralizado
por servicios porque no están adscritas ni vinculadas a ningún ente del sector
central[7] y (iii) no son entidades territoriales debido a que no están incluidas en el
artículo 286 de la Constitución que las menciona de forma taxativa y, además, pueden
abarcar una zona geográfica mayor a la de una entidad territorial[8]. De este modo, ha
determinado que son entidades administrativas del orden nacional (…)
En otras ocasiones, ha indicado que las CAR son entidades descentralizadas por
servicios[9], así no estén adscritas o vinculadas a entidad alguna. Concretamente
señaló: La existencia de corporaciones autónomas regionales dentro de nuestro
régimen constitucional, obedece, lo mismo que la de las entidades territoriales, al
concepto de descentralización. Es sabido que la Constitución consagra varias formas
de descentralización, entre ellas la que se fundamenta en la división territorial del
Estado, y la que ha sido llamada descentralización por servicios, que implica la
existencia de personas jurídicas dotadas de autonomía jurídica, patrimonial y
financiera, articuladas jurídica y funcionalmente con el Estado, a las cuales se les
asigna por la ley unos poderes jurídicos específicos o facultades para la gestión de
ciertas competencias. Dentro de esta última modalidad de descentralización se
comprenden, según el art. 150-7, diferentes organismos, como los establecimientos
públicos, las corporaciones autónomas regionales, las empresas industriales y
comerciales del Estado y las sociedades de economía mixta, que se instituyen como
una respuesta a la necesidad de cumplir distintas formas de gestión de la actividad
estatal y de específicos cometidos, algunos tradicionales, otros novedosos, pero
necesarios para el logro de las finalidades propias del Estado Social de
Derecho”[10] (subrayado original).
16
Corte Constitucional, Sentencia C-474 de 2020.
17
10.2. Por lo tanto, no existe Duda para el Despacho que las Corporaciones Autónomas
Regionales son entidades administrativas del orden Nacional, con plena autonomía
administrativa, patrimonial y personería jurídica propia.
10.3.2. Su elección y nombramiento está en cabeza del consejo directivo, por un período
de cuatro (4) años y su escogencia se efectuará conforme a lo dispuesto en la Ley 99
de 1993, modificada por la ley 1263 de 2008, que al respecto señala:
(…)
ARTÍCULO 28. Del Director General. (Modificado por el art. 1 de la Ley 1263 de 2008);
(Derogado por el art. 4. Ley 1263 de 2008). El Director General será el representante
legal de la Corporación y su primera autoridad ejecutiva. Será designado por el
Consejo Directivo para un período de cuatro (4) años, contados a partir del 1 de enero
de 2012, y podrá ser reelegido por una sola vez.
(…)
Igualmente, señala el artículo 2.2.8.4.1.22 de la ley 1076 de 2015 que al director general
se le aplicará el régimen de inhabilidades e incompatibilidades previsto en la ley y
adicionalmente, se deberán verificar las inhabilidades dispuestas por los estatutos de la
respectiva corporación.
10.3.3. Ahora bien, frente a las inhabilidades de los miembros del Consejo Directivo de
una Corporación Autónoma Regional, el Consejo de Estado, Sala de Consulta y Servicio
Civil, emitió concepto, en el cual se indicó:17
Como consecuencia de la inaplicación del artículo 19 del decreto 1768 de 1.994 y ante
la imposibilidad de extender el régimen de inhabilidades e incompatibilidades a los
miembros de tales consejos directivos, pues su previsión es taxativa y su aplicación
restrictiva, debe acudirse al régimen general propio de los servidores públicos y de los
particulares que cumplen funciones públicas, así como a los especiales establecidos
por el legislador en consideración al cargo en razón del cual pertenecen al Consejo.
17
CONSEJO DE ESTADO. Sala de Consulta y Servicio Civil, concepto con Radicación 1366 de fecha 18 octubre de
2001. Consejero Ponente, Ricardo H. Monroy Church.
18
(...)
11.1. A través del trámite de la referencia, los accionantes pretenden se tutelen los
derechos fundamentales al DEBIDO PROCESO, ELEGIR Y SER ELEGIDO y
ACCESO A CARGOS PUBLICOS presentándose tres acciones constitucionales,
todas están encaminadas a un mismo punto, a saber, la suspensión del cronograma
diseñado para la elección del director general de la Corporación Autónoma Regional
del Quindío -CRQ- por violación al derecho fundamental al debido proceso, por no
haberse resuelto de fondo unas solicitudes de recusación, siendo el trámite pertinente
el enviarse a la Procuraduría General de la Nación conforme a lo señalado en el
artículo 12 del CPACA.
Como se expuso, la Corte Constitucional ha dejado claro que quien presente acción
de tutela debe tener interés directo en lo pretendido, por lo que, la acción de tutela
solo podrá ser ejercida por aquella persona a la que se le haya vulnerado o
amenazado sus derechos fundamentales, quien actuará por sí misma o a través de
representante.
Bajo la anterior perspectiva, siendo participante del concurso los accionantes DIEGO
FELIPE URREA VANEGAS y LUIS ALBERTO RINCÓN QUINTERO tendrían interés
directo en las pretensiones solicitadas, al igual que el señor LUIS ALBERTO VARGAS
19
BALLEN quien fuera el que presentara la recusación contra todos los miembros del
Consejo Directivo. Por lo que se concluye que existe legitimación por activa por parte
de las personas que acuden al presente medio constitucional.
Por lo tanto, concluye este Despacho que, existiendo otros medios adecuados de
defensa, a ellos primero se debe acudir previo a hacerlo ante el juez constitucional,
pues no se puede pretender que el juez constitucional, a modo de tercera instancia,
revise el acierto o desacierto de todas las actuaciones de la administración o que se
pronuncie sobre hechos presuntamente constitutivos de vicios al interior de esta.
Frente a este punto, destaca el Juzgado que la parte actora cuenta con otro
mecanismo de defensa como lo es el medio de control de nulidad electoral, acción
que, como se vio en esta providencia, resulta ser un medio inidóneo y eficaz para
18
Corte Constitucional, sentencia SU-355 de 2015
19
Corte Constitucional, sentencia C-590 de 2005 y T-332 de 2006
20
Ibidem
20
“Cabe señalar que la eficacia de la acción electoral está relacionada además con la
regulación legal del respectivo proceso, el cual se encuentra estructurado a partir de un
principio de celeridad (plazo de caducidad de 20 días, términos reducidos e
improrrogables para tramitar el proceso y dictar sentencia, etc.), que se complementa
con la posibilidad de solicitar la suspensión provisional del acto de elección cuando
existe violación directa de la Constitución o la ley (art. 230 C.C.A.).”
De igual forma, el Despacho no pasa por alto que, en el proceso electoral donde se
pretende elegir al Director de la CRQ, la elección no se ha producido, pues dicha
actuación fue suspendida por el Juzgado al decretarse la medida provisional
solicitada, hasta tanto no se estudiara de fondo el asunto. Sin embargo, como se
anotó, no se puede pretender que, el juez constitucional, a modo de tercera instancia,
revise el acierto o desacierto de todas las actuaciones de la administración o que se
pronuncie sobre hechos presuntamente constitutivos de vicios al interior de esta.
12. DECISIÓN.
En mérito de lo expuesto.
FALLA.
CUARTO: La presente decisión podrá ser impugnada dentro de los tres (3) días
siguientes a su notificación (Art. 31 Decreto 2591 de 1991). Si esta providencia no
fuere impugnada en tiempo oportuno, remítase el expediente a la Corte Constitucional
para su eventual revisión y una vez regrese a este despacho, archívese las
diligencias, previas las anotaciones correspondientes en el programa informático
"SAMAI".
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.
«Este documento fue firmado electrónicamente. Usted puede consultar la providencia oficial
con el número de radicación en https://samairj.consejodeestado.gov.co»
MVR