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El pan que descendió y da

vida
Serie «Dios y Hombre»

Tema: Jesús es el verdadero alimento que sacia al hombre y da vida eterna.


Texto bíblico: Juan 6:35-59

Introducción
¿Puedes pensar por un momento en algo que estés necesitando mucho
actualmente? Tomate un tiempo y piensa. Cualquier cosa, puede ser una medicina
o dinero para un tratamiento médico. Puede ser un artículo del hogar como una
cocina nueva porque la que tienes ahúma tanto que te deja la cara como la de Arnold
Schwarzenegger en la película “Depredador”, es decir, toda manchada. O quizá tu
necesidad sea resolver un conflicto con una persona que estimas mucho. Piensa
por un momento cuál crees que es tu mayor necesidad ahora. Bueno, así como tú
los judíos cuando buscaron a Jesús estaban quizá pensando en todas las muchas
cosas que Jesús les pudiera conceder tal y como lo hizo con los panes y peces. El
problema de ellos es que no lograron entender el significado de este acto milagroso
porque sus corazones estaban enfocados en sus deseos y necesidades terrenales.
Sin embargo, Jesús les enseña que la verdadera y más grande necesidad que ellos
tenían no era de alimento ni de ninguna otra cosa. Su necesidad más grande era de
salvación y vida eterna. De la misma manera, ¿Cuál es tu más grande necesidad?
No es de comida, vestido o bienes materiales. Es de salvación y perdón. Es de
seguridad eterna y amistad con Dios. La buena noticia es que Cristo es quien provee
para esa gran y profunda necesidad.
Recordemos que la multitud que fue en busca de Jesús es reprendida por causa de
su incredulidad e instada a no enfocarse en la comida perecedera, sino en la comida
celestial que solo él puede dar. Ellos exigen a Jesús una señal tal y como la que les
dio “Moisés” en el desierto cuando les llovió comida del cielo. Pero Jesús les dice
que no fue Moisés, sino Dios. Y que esa comida solo era una imagen que apuntaba
a la verdadera comida del cielo. Y esa comida es «Aquel que descendió del cielo y
da vida». Ellos le piden que les de esa comida siempre para que no les falte. Pero
Jesús no se está refiriendo a comida física, sino a él mismo quien descendió para
dar vida al mundo.
En el pasaje de hoy vemos que Jesús termina su discurso hacia la multitud diciendo
que Él es el pan de vida que descendió del cielo, pero ellos no creyeron. Luego se
dirige probablemente a los líderes religiosos en la sinagoga quienes murmuraban
de él, y les reafirma que él es el pan de vida y que solo en él ellos pueden obtener
salvación y vida eterna.
En estos discursos de Jesús encontramos algunos principios acerca de la salvación
que solo Cristo da y que tanto el hombre necesita.

Solo Jesús puede dar vida eterna


• Necesitamos a Cristo para ser reconciliados con el Padre. «Jesús les dijo: Yo
soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree,
no tendrá sed jamás.» (Jn. 6:35). Lo que esta declaración significa es que
Jesús es quien puede saciar verdaderamente la necesidad del hombre. No
hay otro aparte de él por quien el hombre puede acercarse a Dios y ser
restaurado. Aquí vemos la singularidad de Cristo en la salvación.
«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo;» (Ro. 5:1)
Es por medio de Jesús que el hombre tiene paz con Dios y salvación. Fuera
de él el hombre está muerto en su pecado. Como dijo JC. Ryle: "O tenemos a
Cristo o morimos en nuestros pecados".
• Necesitamos a Cristo para el resto de la vida cristiana. Pero creer y obedecer
a Jesús no es simplemente una necesidad del incrédulo. Es una necesidad
de todo creyente. No solo necesitamos a Jesús para llegar a la fe, sino
también para la perseverancia en esa fe. Necesitamos de Cristo en todo
tiempo para permanecer en la fe como dice Ryle "No hay día en nuestras vidas
que no necesitemos su sangre, su justicia, su intercesión y su gracia".

Solo podemos venir a Cristo por obra divina


¿Qué significa venir a Cristo? En palabras de Ryle: "Es el movimiento del alma que se
produce cuando un hombre, al sentir sus pecados y descubrir que no puede salvarse
por sí mismo, oye de Cristo, acude a Cristo, confía en Cristo, se aferra a Cristo y
deposita todo el peso de su salvación sobre Cristo".
• El hombre no puede buscar a Dios por sí mismo debido a la dureza de su
corazón. «aunque me habéis visto, no creéis.» (vs. 36). El hombre necesita una
intervención divina para que este pueda buscar a Dios con fe. Tanto la fe
como el arrepentimiento que son necesarios para la salvación, ambos son
dones de Dios.
«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios;» (Ef. 2:8)
«que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les
conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del
diablo, en que están cautivos a voluntad de él.» (2Ti. 2:25-26)
• La salvación es una obra de Dios quien nos escoge desde la fundación del
mundo. «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí» (vs. 37a). Aquí Jesús se
refiere a la obra electiva de Dios. Dios es quien escoge a aquellos que han de
ser salvos.
«según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él,» (Ef. 1:4)
Aun la seguridad que tenemos en Cristo es producto de la obra electiva de
Dios.
«Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el
principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
verdad,» (2Ts. 2:13)
• La obra que Dios hace en el hombre es eficaz, por tanto, todo el que sea
llamado por Dios vendrá a Cristo. Jesús dice que todo aquel que el Padre ha
entregado al Hijo para ser redimido vendrá a él, es decir, buscará a Cristo. La
razón de la incredulidad de los judíos era que no eran verdaderos discípulos
de Cristo porque el Padre no había obrado en ellos. Todo aquel que ha sido
tocado por la mano del Padre no resistirá su llamado, sino que eventualmente
irá a él con fe sincera.
«Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si
tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y
no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio
de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,» (Jn. 10:24-27)

La vida que viene de Cristo es plena y eterna


• Es plena porque implica tanto la regeneración del alma como la
transformación de nuestros cuerpos. Notemos el énfasis repetido que hace
Jesús acerca de la resurrección de nuestros cuerpos por medio de la frase «y
yo le resucitaré en el día postrero».
Creer en Jesús es tener la garantía no solo de la reconciliación presente con
Dios, sino de la futura restauración de nuestros cuerpos y de la gloria eterna.
«Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores
de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de
nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.»
(Ro. 8:22-23)
«Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los
que son de Cristo, en su venida.» (1Co. 15:22-23)
«Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con
Jesús a los que durmieron en él.» (1Ts. 4:14)
• Es eterna por cuanto no perece ni está limitada al tiempo presente, sino que
se extiende hasta la eternidad. «Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a
mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.» (vs.
35). Note las palabras “nunca” y “jamás” que aluden a la perpetuidad de la
salvación.
«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las
dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»
(Jn. 10:27-29)

La vida que viene de Cristo está disponible para todo el


que vea a Cristo con fe
• Somos llamados escuchar la palabra de Dios con espíritu humilde y
dispuesto. «Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios.»
(vs. 45a).
Aquí Jesús hace una referencia al AT. puede que una referencia a Isaías
54:13 «Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz
de tus hijos.» o Jeremías 31:33-34 «Pero este es el pacto que haré con la casa
de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la
escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos
hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no
me acordaré más de su pecado».
Ambos pasajes aluden a una de las bendiciones que el Señor prometió a
Israel y que cumpliría con la venida de Cristo. La frase «todos tus hijos serán
enseñados» y «y no enseñará más ninguno a su prójimo...porque todos me
conocerán» es una promesa que habla de que en el nuevo pacto Dios mismo
enseñaría a los hombres sembrando su palabra en sus corazones, a fin que
de llegasen al conocimiento de su voluntad.
Jesús está corroborando la idea de que solo el Padre puede conceder al
pecador entender y creer Su palabra. De manera que, aquellos que van
sinceramente a Cristo han sido iluminados por Dios.
No obstante, el texto también apunta a la responsabilidad del hombre. Jesús
dice «Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.» (vs.
45b). Con esto llama a los judíos —y a nosotros hoy— a prestar atención a las
palabras del Señor. Somos llamados a atender con fe a la palabra de Dios.
«Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.» (Ro. 10:17)
«Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera
en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace.» (Stg. 1:25)
• Somos llamados a venir a Cristo, renunciando a nuestros anhelos
personales. Recordemos lo que Jesús le dijo a la multitud: «Trabajad, no por
la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual
el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.» (vs. 26)
«Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió
la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.»
(Heb. 12:1-2)
Mirar a Cristo y creer en él implica estar dispuestos a renunciar a nosotros
mismos en aras obtener la vida eterna.
• Somos llamados a venir a Cristo con confianza sabiendo que él no rechaza
al pecador arrepentido. «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a
mí viene, no le echo fuera.» (vs. 37b). ¡Qué grande salvador! Que aun al más
vil pecador no desecha, sino que lo recibe y perdona gratuitamente. No
necesitamos sentirnos dignos o libres de culpa para acercarnos a Cristo.
Podemos acercarnos con fe sabiendo que en él somos aceptados y
reconciliados con Dios.
«Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de
todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.» (Ro. 10:11-13)

Conclusión
¿Qué es lo que más necesitas? Tu necesitas al salvador. Solo en él las necesidades
más profundas de tu alma serán saciadas. Recuerda
1. Que solo en él tu mayor problema es solucionado y tu necesidad más grande
satisfecha. En él somos reconciliados, perdonados, libertados y restaurados.
2. Que es solo por su gracia y elección soberana. La salvación es del Señor, no
depende de sus obras o muchos intentos. Es solo por su voluntad y gracia.
3. Que Su salvación es plena y eterna. La salvación del Señor significa
reconciliación y comunión con Dios, pero también significa resurrección y
una eternidad con Cristo.
4. Que eres llamado a mirar con fe a Cristo, a acercarte a él, a confiar en él, a
depender de él y a obedecerle a él.
5. Que puedes acercarte a él con fe, pues Dios justo y misericordioso para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1Jn. 1:9)

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