Está en la página 1de 5

Fe verdadera o terquedad

Serie «Dios y Hombre»

Texto bíblico: Juan 6:60-71


Tema: Cómo estás respondiendo al verdadero mensaje del evangelio.

Introducción
¿Te consideras un verdadero discípulo de Cristo? Si es así ¿Cómo responde
tu corazón cuando escuchas el mensaje del evangelio? Hemos llegado al final
del discurso de Jesús sobre el pan de vida y hoy hablaremos de cómo
responden ante el evangelio los verdaderos y falsos discípulos. ¿Con cuál de
estos nos identificamos?
Jesús ya ha dado su discurso a la multitud y a los líderes religiosos acerca de
su verdadera identidad como el Mesías, aquel que había descendido del cielo
cual maná, para proveer vida eterna a todo el que creyera en él. Algunos
(posiblemente líderes judíos) murmuraron de él y Jesús les reprende e insta
a que crean en él, a que estén dispuestos a comer su carne y beber su sangre
para tener vida eterna.
Después del discurso de Jesús algunos de sus discípulos (no los doce, sino
otros de sus seguidores) cuestionaron la dureza de sus palabras. Jesús
reprende la incredulidad de ellos diciendo que aun si ellos vieran al Hijo del
Hombre ascender nuevamente al cielo no creerían. Y la razón de esto era la
carnalidad de ellos. Mientras que sus enseñanzas han de interpretarse de
manera espiritual, ellos por ser carnales no podían entenderlas ni creerlas.
Tenían un entendimiento oscurecido. Pero Jesús explica además que esta
incredulidad terca de estos aparentes discípulos solo demostraba que
«ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre». Esto causó que
muchos de ellos abandonaran a Jesús. A pesar de haber caminado con Jesús
y haber visto muchas señales, fueron obstinados y tardos para creer las
palabras que él hablaba porque estaban más centrados en sus intereses
personales que no pudieron ver a Cristo más allá de un simple cumplidor de
milagros.
No obstante, mientras que muchos abandonaron a Jesús, los doce
permanecieron con él y afirmaron su fe en él, aunque no todos.
En estos últimos versículos vemos la reacción que ocasionó en la gente las
palabras de Jesús. Mientras que unos sí creyeron en él, otros fueron duros de
corazón. El Señor responde a qué se debe esta incredulidad terca y con ello
deja ver quienes en verdad son sus discípulos.
Lo que quiero que veamos aquí son algunas de las características de los
verdaderos y falsos discípulos, y lo que el verdadero mensaje del evangelio
produce en cada uno.

El verdadero evangelio y los falsos discípulos


• Los falsos discípulos quieren un evangelio moldeado a ellos. «Al oírlas,
muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede
oír?» (vs. 60). La expresión “oír” aquí significa “aceptar”. Estos
“discípulos” no comprendieron la enseñanza de Jesús y fueron tardos
para aceptarla con fe. Los falsos seguidores de Jesús no aceptan el
verdadero evangelio porque quieren un evangelio que les diga lo que
quieren escuchar, que cumpla sus demandas, que no confronte su
pecado, que no les exija santidad, que no les exija compromiso ni
sacrificio. Y cuando le predicas la verdad bíblica responden con
hostilidad y rechazo afirmando cosas como:
o Eres un religioso.
o Eres un legalista
o Yo no busco doctrina, yo busco a Jesús
o Dios es un Dios de misericordia y, por tanto, no me condena
Pero el verdadero evangelio no está hecho para ser cómodo, fácil de
digerir o agradable, sino para salvar y proveer vida eterna. Por tanto,
aquellos que buscan un evangelio cómodo y fácil no persisten donde
la verdad es predicada.
• Los falsos discípulos solo piensan de manera terrenal y egoísta. Por
la misma terquedad de sus corazones están limitados a ver el evangelio
con fines meramente terrenales y egoístas. Ej.
o Los que solo buscan un mensaje que alimente su ego.
o Los que solo ven a Cristo como un medio para satisfacer sus
deseos y metas personales.
o Los que “ponen su fe” en Cristo solo por causa de las muchas
cosas que puede hacer y no por su propia palabra. Nuestra fe
debe estar anclada en lo que Dios ha hecho y ha dicho que hará
según Su palabra y no según nuestras expectativas humanas y
egocéntricas.
La razón por la que el creyente puede permanecer firme en medio
de dificultades no es por una esperanza ciega en que Dios vendrá
y solucionará su problema, sino en la verdad visible y clara de las
escrituras que nos hablan del carácter de Dios, de sus obras y
promesas en favor de sus Hijos.
• Los falsos creyentes fallan en creer por la dureza de sus corazones.
No era por la falta de evidencias, no era porque Jesús le falto ser más
convincente o más carismático, sino por la dureza de sus corazones.
Eso nos recuerda que la salvación es una obra de Dios y no nuestra.
Esto nos enseña al menos tres cosas:
o Alabemos al Señor porque nuestra salvación es gracias a él y
aferrémonos a él para poder perseverar en la fe por cuanto es por
su poder y gracia.
o Seamos fieles en predicar el evangelio sin diluir ni acomodar el
mensaje con tal de hacerlo más atractivo. No depende de
nosotros convencer a los incrédulos ni enderezar a los torcidos.
Debemos corregir a los que se oponen. Debemos hacerlo con
insistencia y con misericordia. Pero a la final es Dios quien
provee el arrepentimiento (1Ti. 2:26) y la fe (Ef. 2:8).

El verdadero evangelio y los verdaderos discípulos


• El verdadero creyente reconoce su necesidad de Dios. «Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» (vs. 68). Mientras que
muchos no aceptaron las palabras de Jesús, Pedro y el resto de los
discípulos (excepto uno) vieron en sus palabras vida eterna. De la
misma manera, solo los verdaderos discípulos ven en Cristo y su
palabra el verdadero sustento de sus almas, hasta el punto de dejarlo
todo por seguirle.
«Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para
ganar a Cristo,» (Flp. 3:7-8)
• El verdadero creyente a comprendido la verdad, ha creído la verdad y
persevera en la verdad. «Y nosotros hemos creído y conocemos que tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» (vs. 69). No solo creyeron, sino
que aun seguían creyendo. Los verdaderos discípulos de Cristo no solo
comprenden la verdad bíblica, la creen y además perseveran en ella.
Aquellos que no persisten en la verdad no son verdaderos discípulos.
«Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;»
(Jn. 8:31)
La iglesia de hoy enfrenta de una manera profunda el peligro de poner
en tela de juicio las verdades fundamentales de la fe en aras de ser más
“relevante” para el mundo y de hacer el evangelio más aceptable. Hoy
día tenemos iglesias celebrando Halloween, carnaval, celebrando
festividades de una manera que no refleja piedad en ninguna forma
(bailes, bebidas alcohólicas), tenemos creyentes vistiendo como
mundanos que solo quieren llamar la atención y seducir. Tenemos
cantantes “cristianos” que solo buscan fama y riqueza. Tenemos
“predicadores celebridades” que están buscando fama, dinero y
reconocimiento. Tenemos mujeres “Deborah del ahora”, o como yo las
llamo “devoradoras”, que solo buscan empoderamiento y estar por
encima de los hombres. En fin, la iglesia de hoy está enfrentando gran
apostasía, pero solo los verdaderos discípulos de Cristo permanecen
fieles a la verdad y en la santidad.
Solo los verdaderos creyentes persisten en donde la verdad está siendo
predicada, solo los verdaderos discípulos responden al evangelio puro
con fe sincera, con arrepentimiento y fidelidad.
Pero una advertencia
• No todos los que profesan una fe sincera son en verdad creyentes.
«Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno
de vosotros es diablo?» (vs. 70). Aunque sus discípulos habían sido
escogidos por el Señor y permanecieron con él no todos creían en
verdad. Judas, aunque no abandonó a Jesús con la multitud, no creyó
en verdad. Estaba entre ellos, pero aun así no era un verdadero
discípulo de Jesús.
Esto nos enseña al menos dos cosas:
• No podemos jactarnos de nuestra fidelidad a Cristo, pues aún nuestra
fe y perseverancia son por su obra de elección. Así como la
perseverancia de los discípulos era por causa de la obra electiva de
Cristo, así nuestra perseverancia en la fe es una obra de Dios, no
nuestra.
«Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho
por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;» (1Co. 1:30).
• No todos los que afirman ser cristianos lo son en verdad. Podemos
estar en la iglesia, podemos profesar la misma fe, podemos servir
como discípulos y aun así ser falsos creyentes. Por tanto, somos
llamados a examinarnos a nosotros mismos si en verdad estamos en
la fe.
«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» (Mt.
7:21).
«Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el
Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que
invoca el nombre de Cristo.» (2Ti. 2:19)

Conclusión
¿A que Dios te llama hoy? Te llama a responder a Cristo como verdadero
discípulo, como un discípulo que ha preferido el manjar celestial que proviene
de Cristo en lugar de las migajas del mundo y el pecado. Si has estado
cuestionando la verdad de Dios y sus promesas, Si tu corazón se ha enfocado
últimamente en intereses puramente personales, si has estado enfrentando
tentaciones y te sientes seducido a sucumbir a tus pasiones pecaminosas y
vivir de acuerdo a las demandas del mundo, recuerda: El Señor te llama hoy a
responder a él como un verdadero discípulo. Uno que ve a Jesús como el
único pan que sacia el alma, uno que reconoce su completa necesidad de
Cristo, uno que está dispuesto a dejarlo todo por causa de Cristo y a
perseverar en la fe aun a pesar de toda contrariedad y tentación.

También podría gustarte