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Sinopsis

Star Brightheart prepara pasteles que pueden ayudar a una persona a


superar una entrevista de trabajo o a reparar un corazón roto. Pero
cuando una célebre crítica gastronómica casi muerde el polvo tras
comerse uno de sus pasteles, tiene que desaparecer de su ostentosa vida
pública en Londres. Y rápido.

Escapa al único lugar donde nadie la encontrará: el secreto y exclusivo


pueblo de Midnight.

Pero lo que encuentra es un pueblo lleno de brujas, una maldición de


treinta años, un gato que habla y todo un mundo de magia que no sabía
que existía. Sin embargo, siente que pertenece a ese lugar, algo que a Star
siempre le ha costado sentir en cualquier otro sitio. Y no es sólo por el

joven y guapísimo alcalde Wolf Oakwood, que la convence para que se


quede, o por las brujas residentes, deliciosamente entrometidas, que le
dan la bienvenida. Hay algo más que atrae a Star a Midnight. Algo que va
más allá de la casualidad. Es un descubrimiento que pondrá su mundo (y
su corazón) patas arriba cuando la verdad salga a la luz.
Contenido
Capítulo 1 Capítulo 11 Capítulo 21

Capítulo 2 Capítulo 12 Capítulo 22

Capítulo 3 Capítulo 13 Capítulo 23

Capítulo 4 Capítulo 14 Capítulo 24

Capítulo 5 Capítulo 15 Capítulo 25

Capítulo 6 Capítulo 16 Capítulo 26

Capítulo 7 Capítulo 17 Capítulo 27

Capítulo 8 Capítulo 18 Epílogo

Capítulo 9 Capítulo 19

Capítulo 10 Capítulo 20
Capítulo uno

Star condujo por las tranquilas carreteras rurales pasando sobre las
sombras en cada curva. Arriba, miles de diamantes salpicaban el cielo
nocturno y la luna brillaba con fuerza, guiándola hasta su hogar.

Le resultaba extraño pensar en su hogar en un pueblo que jamás había


pisado, pero siempre había sentido una atracción hacia Midnight Village,
algo que nunca había sido capaz de explicar. Había crecido en el pueblo
cercano de Whimbles y solía jugar en el bosque detrás de Midnight, y
cuanto más se acercaba a las imponentes murallas que lo rodeaban, más
la envolvía una sensación de calma y un extraño sentimiento de
pertenencia. Cuando tocaba los muros, sentía una energía que palpitaba
bajo sus dedos, una energía con la que se sentía conectada de algún modo.
Todos los días pasaba por delante de la entrada de Midnight de camino a
la escuela y sentía el deseo de ver qué había más allá de las puertas del
pueblo. Todo el mundo tenía curiosidad por saber qué ocurría allí, quién
vivía allí, por qué eran tan privados, por qué nunca se permitía entrar a
nadie. Pero su conexión con el pueblo era mucho más que curiosidad.

Y ahora iba a vivir allí.

Había estado nerviosa y preocupada desde que Wolf Oakwood la había


llamado por teléfono aquella mañana para decirle que la casa era suya. Al
principio se había sentido emocionada y aliviada por conseguir la casa,
pero ahora no podía evitar preocuparse por lo que se estaba jugando.
El proceso de solicitud había hecho saltar las alarmas. Debería haber
corrido mil kilómetros en dirección contraria.

El anuncio de una casa de alquiler en Midnight había aparecido en el


periódico justo al lado del artículo que le había arruinado la vida y se
había preguntado si no sería cosa del destino que, cuando una puerta se le
cerraba en las narices, se abriera otra. Recordó la primera llamada con
Wolf después de que le enviara un correo electrónico preguntándole por
el anuncio. Sonaba mucho más joven de lo que ella había imaginado que
sonaría un alcalde viejo y respetable. Si tuviera que adivinar, podría tener
más o menos su edad. Estaba claro que se había aburrido de tener que
buscar entre cientos de candidaturas; por el tono de su voz, se dio cuenta
de que ella no le interesaba. Pero lo que había dicho le había llamado la
atención.

—He recibido tu correo electrónico —dijo Wolf, distraídamente—. Sólo


necesito una muestra de tu sangre.

—¿Qué?

—Tu sangre. Sólo tienes que pincharte el dedo con una aguja limpia,
limpiar la sangre en un trozo de papel, meterlo en un sobre y enviármelo
por correo.

Se hizo el silencio y pudo oír a Wolf tecleando en el ordenador mientras


se ocupaba de cosas mucho más interesantes que ella. Era la conversación
más extraña que había tenido nunca.

—Tengo dinero para pagar el alquiler, no tienes que preocuparte por


eso.
—No tengo ningún interés en su dinero señorita Brightheart, sólo en su
sangre.

—¿Para qué demonios quieres mi sangre?

—Se puede saber mucho de una persona por su sangre, Señorita


Brightheart, y si supiera algo del pueblo de Midnight, no estaría haciendo
esa pregunta. Gracias por su tiempo, pero tengo otros solicitantes con los
que hablar.

—No espere, por favor. Necesito esta casa, necesito... escapar.

Guardó silencio un momento.

—¿Por qué quieres vivir en Midnight? Estoy seguro de que hay muchos
lugares en el mundo donde puedes esconderte de la prensa.

Ella se encogió al darse cuenta de que él sabía quién era.

—Crecí en Whimbles.

—Ya veo.

—No, no es así. Es difícil de explicar, pero siempre he sentido esa


atracción por Midnight, como si perteneciera a ese lugar. Sé que suena
ridículo porque nunca he estado allí, pero se sentía como en casa. De niña
solía jugar en el bosque detrás del pueblo porque... estar cerca me hacía
sentir tranquila. Mi mente se acelera, como si pensara constantemente en
cien cosas distintas a la vez, y cuando estaba cerca de Midnight eso se
acababa, podía pensar con claridad. Tuve una infancia difícil; era
socialmente torpe, lo llamarían ahora. No tenía amigos porque no podía
relacionarme con ellos. Yo era... diferente a ellos.

—¿Diferente cómo?
—No lo sé.

—Puedes hablar libremente conmigo, señorita Brightheart. Lo que me


diga será estrictamente confidencial.

Se mordió el labio. Esto se estaba poniendo cada vez más raro. ¿De qué
se suponía que debía hablar libremente, como si tuviera un gran secreto
que contar?

—No estoy segura de lo que quiere que le diga, Sr. Oakwood.

—Llámame Wolf. Quiero que me digas por qué te sientes diferente a los
demás.

¿Cómo podría siquiera empezar a describirlo?

Él suspiró.

—Star, la confianza funciona en ambos sentidos. Si voy a confiar en ti


para dejarte vivir en mi pueblo, entonces tú también tienes que confiar en
mí. Tráeme la muestra de sangre y luego hablaremos.

Y colgó.

Y en lugar de buscar otra casa donde pasar la tormenta, como él le


había sugerido, ella hizo lo que Wolf le pidió, se pinchó un dedo, limpió la
sangre en un papel y pagó una gran suma de dinero para que se lo
enviaran directamente. Rastreó el paquete desde Londres, por autopistas
y caminos rurales, hasta el Cornualles más oscuro. La llamó a las ocho en
punto del día siguiente para decirle que la casa era suya, explicarle la
logística para entrar en el pueblo y pasar por encima de los guardias de
seguridad, y que repasaría con ella las normas del pueblo cuando llegara y
le haría firmar un acuerdo de confidencialidad por el que nunca podría
contar a nadie lo que ocurría en el pueblo. Todo aquello era muy
misterioso y la hacía sentirse muy incómoda mientras avanzaba por los
oscuros caminos rurales hacia Midnight.

Pero, ¿cuál era la alternativa? La prensa había acampado frente a su


casa, todos los periódicos habían publicado fotos suyas asustada y
acosada, y todos los telediarios habían cubierto la noticia. Llevaba unos
días alojada en un hotel para alejarse de ellos, pero no parecía que la
historia fuera a desaparecer nunca.

Atravesó la entrada de Midnight, subió por una pequeña calle


serpenteante hasta llegar a la cima, donde había no menos de cuatro
guardias armados vigilando una gran verja metálica. Se detuvo frente a la
verja y bajó la ventanilla para hablar con uno de ellos.

Sonrió en cuanto la vio.

—Star Brightheart, te estábamos esperando. Atraviesa la verja y toma


la primera a la derecha. Tu casa es la última al final del callejón, Aurora
Cottage. No puedes perderte, tiene un enorme molino de viento en el
jardín delantero. Al anterior propietario le encantaban sus adornos de
jardín.

Le dio una llave y debió de pulsar un botón, porque la puerta se cerró


sola. El guardia le hizo un gesto para que entrara con el auto y, sin más,
estaba en Midnight Village.

La sensación de calma fue instantánea, como si hubiera atravesado una


especie de campo de fuerza que la protegía del mundo exterior. También
había un calor inusualmente extraño, ya que estábamos a mediados de
diciembre, pero de repente parecía una cálida noche de verano. Al doblar
la esquina, vio por primera vez el pueblo dormido bajo la luz de la luna,
sus pintorescas casitas con tejados de paja, calles empedradas y lámparas
de gas de estilo victoriano que dejaban charcos de oro en el suelo. Era
absolutamente perfecto.

Condujo despacio por la carretera que le habían designado y vio más


casitas encantadoras de diversos colores. Sonrió cuando vio el molino de
viento frente a la última casita. Debía de medir al menos dos metros y
medio, y sus velas giraban lentamente bajo una suave brisa.

Se detuvo en el camino de entrada y salió mirando a su alrededor.


Había un gato negro de brillantes ojos verdes sentado al final del camino
observándola con astucia. Tomó su bolso y se acercó a la puerta de
madera azul, metiendo la llave en la cerradura mientras, irónicamente, el
reloj del pueblo marcaba la medianoche.

Star empujó la puerta y el gato la siguió hasta el salón. No pudo evitar


sonreír ante lo primero que vio: un espectacular árbol de Navidad en una
esquina. Aunque estaba decorado de forma mucho más tradicional que
cualquier otro que hubiera visto antes, daba al lugar un aire acogedor y
festivo. En sus ramas había ramas de canela atadas con cordeles rojos,
naranjas secas decoradas con anís estrellado. Había hojas y bayas de
acebo, piñas, guirnaldas de frutas y verduras secas, cadenas de palomitas
y arándanos, y estrellas de madera hechas con ramitas colgadas de las
ramas. A medida que se acercaba pudo ver orbes o adornos con lavanda,
pétalos de rosa, nuez moscada entera, clavo y otras hierbas, especias y
flores en su interior. Olía de maravilla y todo el árbol parecía titilar con
lucecitas de hadas.
Miró a su alrededor y vio que el salón tenía un sofá acogedor y mullido
en un extremo y una estufa de leña roja y brillante en el otro. Sobre la
chimenea había una guirnalda de acebo, bayas y flores rojas. Era precioso.

Caminó hasta la cocina, que sorprendentemente era muy grande.


Fuera, en el jardín trasero, podía ver flores y plantas que parecían caer
sobre las rocas a través de múltiples capas, todas iluminadas por
pequeños orbes de luz. En la mesa del desayuno había una cesta de
bienvenida con pan, leche, bollos, nata, mermelada, galletas y una botella
de vino, un detalle encantador.

Era todo un contraste con la vivienda que había alquilado en Londres


unos años antes, que contaba con un sofá, una cama y algunos
electrodomésticos integrados en la cocina, y eso contaba como
totalmente amueblada. No había muebles ni cesta de bienvenida, aunque
no los esperaba. Había pasado años haciendo de aquel lugar su hogar,
pero ahora ya no podría volver. Ya había avisado a su casero de que
terminaría su contrato de alquiler a finales de enero y su amiga Tig iba a
traer algunas de sus cosas cuando viniera a Cornualles a visitar a su
familia por Navidad. Pagaría a un servicio de limpieza para deshacerse
del resto. Era el final de una era y no podía evitar sentirse triste por ello.
Pero ahora empezaba otra.

Se tomó un tiempo para descargar el auto. No había traído mucha ropa,


pero sí todas sus cosas para hacer pasteles, incluido un montón de
ingredientes que no quería tirar. Después de lo ocurrido, no estaba segura
de querer volver a hacer pasteles, pero el proceso le resultaba muy
relajante. Hacer pasteles siempre había sido su lugar feliz.
El gato se sentó y la miró descargar sus cosas con una mirada de
diversión y desdén en su cara, pero entonces todos los gatos parecían
tener una mirada de desdén por los mortales menores que los cuidaban
así que esto no era nada nuevo.

Una vez vacío el auto, cerró la puerta y contempló su nuevo hogar. De


repente se sintió muy cansada. Hoy había conducido durante casi siete
horas, y el cansancio de los últimos días estaba empezando a hacer mella
en ella.

El gato le maulló mientras la seguía a la cocina. Se dio cuenta de que


dentro de la cesta había unas cuantas bandejas de comida para gatos.
Abrió una, la vació en un plato y la dejó en el suelo. El gato se la comió y
luego se acomodó en una alfombra peluda.

Star subió las escaleras hasta la cama sintiéndose increíblemente


cansada. Sólo había dos habitaciones: un cuarto de baño con ducha y un
dormitorio con la cama más grande y mullida, ya preparada para ella, en
el centro. Se desnudó, se metió bajo las sábanas y no pudo evitar sonreír.

Estaba en casa.

Se puso de lado y se durmió al instante.


Capítulo dos

A la mañana siguiente, Star se despertó con unos fuertes golpes en la


puerta. Tomó el móvil para ver qué hora era y se sorprendió al ver que
eran más de las diez. Se puso rápidamente una bata que estaba colgada de
un gancho y bajó corriendo a abrir la puerta.

Al otro lado había una señora, probablemente de unos cincuenta años,


con una bata rosa brillante y zapatillas doradas. También lucía una
enorme sonrisa de bienvenida.

—Claudia Periwinkle, soy su nueva vecina —le tendió la mano para


saludarla.

Star la estrechó.

—Star Brightheart.

—Estoy encantada de conocerte. Sigo tu blog desde hace años. Bueno,


el blog de Celeste Bright, quiero decir —Claudia le guiñó un ojo
teatralmente—. No tenía ni idea de que Celeste no fuera tu verdadero
nombre.

Star se encogió de hombros. Se preguntó si todos en el pueblo sabrían


quién era. Celeste Bright había sido un seudónimo estupendo para
mantener separadas su vida laboral y su vida privada, y esperaba que
venir aquí con su nombre real le ayudaría a distanciarse de la mala
prensa, pero parecía que no podía escapar de ella. ¿La vilipendiarían? ¿La
odiarían antes de conocerla, como había hecho la prensa?

Como si leyera su mente, Claudia le puso una mano en el brazo.

—No creo que nadie te culpe por lo que le pasó a esa horrible mujer. A
la prensa le encantan los villanos a los que poder odiar, pero todo esto se
calmará pronto. Siempre me pregunté si eras una de las nuestras. Tus
cupcakes son magníficos, te he pedido muchas a lo largo de los años. Y
ahora estás aquí. ¿Vas a abrir una pastelería en el pueblo?

Claudia era claramente una de esas personas que hablaban a cien millas
por hora y cambiaban de tema más rápido que Star de ropa interior.

—Yo... realmente no había pensado en eso. La mayor parte de mi


negocio es online. He venido con un poco de prisa, así que no he pensado
mucho más allá de llegar aquí.

—Lo entiendo. Y has tenido un largo viaje. ¿Por qué no te vistes y te


preparo un buen desayuno?

Eso sonó encantador.

—De acuerdo, dame cinco minutos —dijo Star.

—Ven cuando estés lista —dijo Claudia—. Hazel Cottage, allí con la
puerta roja.

Star asintió y volvió a entrar. Corrió escaleras arriba, se lavó


rápidamente y se puso algo de ropa, luego se dirigió a Hazel Cottage.

El sol brillaba con fuerza, lo que no concordaba con el frío que había
hecho últimamente en Londres. El jardín de Claudia estaba lleno de flores
que brotaban de diversas macetas. De hecho, mientras Star miraba a su
alrededor, todos los jardines estaban repletos de flores. Aunque era una
gran aficionada a las hierbas, no sabía mucho sobre las diferentes flores y
cuándo crecían, pero ¿no era diciembre un poco tarde para tener un
conjunto tan hermoso de ellas?

Cuando llegó, la puerta estaba abierta, llamó y entró.

—Hola, Claudia —dijo Star.

—En la cocina —dijo Claudia.

Star caminó por el corto pasillo hasta la cocina y fue asaltada por el
cálido y reconfortante aroma de la nuez moscada, la canela y el
cardamomo.

Claudia estaba de pie en medio de todo y Star tardó unos segundos en


darse cuenta de que algo iba terriblemente mal en aquella acogedora
imagen de casa de campo. Había un cuchillo cortando pan en la tabla de
cortar, una cuchara removiendo una taza de café aunque nadie la estaba
tocando, y cuando una sartén salió flotando de uno de los armarios y se
colocó en el fuego, Star retrocedió horrorizada contra la pared.

—¿Estás bien, cariño? Parece que hayas visto un fantasma.

—¿Qué demonios es esto? —dijo Star, retrocediendo, con el corazón


acelerado, la adrenalina inundando su cuerpo por lo que estaba en pleno
modo de lucha o huida - en este momento quería huir, muy, muy lejos.

De repente, todo dejó de moverse y el rostro acogedor de Claudia se


transformó en uno de preocupación y miedo.
Un movimiento llamó su atención al otro lado de la habitación y Star se
sobresaltó al ver una enorme serpiente deslizándose por el suelo hacia
ella. Al acercarse, abrió su enorme boca y le siseó.

Star se dio la vuelta y echó a correr. Salió al exterior e inmediatamente


vio una manguera y una esponja lavando el auto de enfrente sin que nadie
se acercara a tocarlo; en otro jardín, un árbol estaba siendo podado por
unas tijeras que nadie sostenía. Volvió corriendo a su casa, cerró la puerta
de un portazo y empujó una pesada otomana.

Había entrado en la dimensión desconocida. Y ahora mismo prefería


enfrentarse a las hordas de la prensa que a esto.

Wolf estaba a punto de vestirse cuando Mulberry, su lechuza, se posó en


el alféizar de su ventana con un graznido.

Abrió la mini nevera que tenía en el dormitorio y le tiró un grillo seco


que engulló.

—¿Qué pasa?

Mulberry siempre aparecía cuando había algún tipo de problema y


Wolf tenía que pasarse los siguientes diez minutos o más intentando
adivinar de qué se trataba.

Mulberry empezó a gorjear, con un monólogo lleno de graznidos,


agitando las alas mientras intentaba explicarse. No era la primera vez que
Wolf se planteaba la posibilidad de encantarlo para que hablara
correctamente, como alguien había hecho con Viktor, pero sus
conversaciones con Viktor no eran precisamente lo mejor de la semana,
así que era reacio a darle a Mulberry la misma habilidad. Mulberry había
llegado a su vida poco después de convertirse en alcalde a los dieciocho
años, doce años antes. La lechuza había decidido claramente que Wolf
necesitaba un familiar y había asumido ese papel. Pero sus habilidades
comunicativas dejaban mucho que desear y Wolf había pasado muchas
horas intentando adivinar lo que Mulberry quería decir, como en un
juego de charadas bastante frustrante.

De repente, llamaron a su puerta con fuerza y urgencia y Wolf supuso


que ese problema en particular estaba a punto de ser explicado, lo que le
ahorraría intentar adivinarlo. Bajó corriendo las escaleras, con la camisa
ondeando a su alrededor, y se encontró a una Claudia muy angustiada en
la puerta.

—Ella es una mundana.

—¿Qué?

—Star Brightheart. La invité a desayunar y entró, vio mi magia y se


asustó completamente.

—¿Qué vio exactamente?

—No lo sé, estaba cortando pan, revolviendo el café, estaba haciendo el


desayuno y ella actuó como si nunca hubiera visto magia en su vida.
Entonces Colin salió de su pequeño escondite y ya sabes cómo es, odia a
todo el mundo. Entonces huyó y se atrincheró en su casa.

—Mierda. No puede ser una mundana. Su sangre tenía tanto poder que
podía sentirlo a través del maldito sobre. —Rápidamente se abrochó unos
botones de la camisa.
—¿Podría ser que usó la sangre de otra persona para conseguir la casa?
Estaba desesperada por alejarse de su vida, tal vez esa desesperación la
llevó a tomar medidas extremas.

—Pero tendría que saber de brujas y magia para hacer eso. Puede que
conociera a una bruja más allá de los muros del pueblo y es posible que
esta bruja le hablara de este pueblo y le diera la sangre para entrar, pero
entonces habría sabido todo sobre la magia y no se habría asustado
cuando la vio. Necesito hablar con ella. Si es una mundana, tenemos que
sacarla de aquí, rápido.

Siguió a Claudia fuera de la casa.

—¿Se lo dijiste a alguien más antes de venir aquí?

—Bueno, Tom y Maggie estaban fuera en su jardín cuando llegué,


puede que se lo mencionara. Oh y Phillipe también.

—Mierda. —Wolf echó a correr. La gente ya estaba empezando a


reunirse en pequeños grupos, hablando de su recién llegada, y algunas
personas se dirigían claramente hacia allí para ver esto por sí mismos.

Wolf corrió por el camino de Star y golpeó su puerta mientras la gente


empezaba a reunirse detrás de él.

No obtuvo respuesta.

Volvió a golpear la puerta.

—Star, soy Wolf Oakwood. Tenemos que hablar.

Escuchó un gemido de terror adentro.

Queridos Dioses, qué desastre.


Podía abrir la puerta fácilmente, volarla de sus bisagras, pero no quería
lastimarla ni asustarla aún más.

Viktor, el gato que vivía en la casa, saltó al alféizar del salón y empujó la
ventana. Wolf trepó por ella y vio a Star sentada en la otomana, con la
espalda apoyada en la puerta principal y la cabeza entre las manos. Estaba
visiblemente temblorosa y él sintió una enorme oleada de protección
hacia ella.

—¿De quién es la sangre que me has enviado?

Levantó la cabeza horrorizada y lo miró fijamente. Pero él no


necesitaba que respondiera, podía sentir su poder burbujeando a través
de ella, rodeándola. Nunca había tenido el don de ver el aura de las
personas, pero podía ver pequeñas motas de oro que salían de ella en
arcos.

De repente, sintió una abrumadora sensación de reconocimiento.


Conocía a aquella mujer, pero no sabía de dónde. ¿Se había acostado con
ella en el pasado? Sería muy incómodo si lo hubiera hecho y no lo
recordara. Pero seguramente recordaría si se hubiera acostado con ella;
con su larga melena oscura hasta la cintura y sus grandes ojos grises, era
sorprendentemente hermosa. Pero a juzgar por la forma en que lo miraba
de repente, sabía que ella también le había reconocido.

Queriendo ver por sí mismo su reacción a la magia, invocó al viento y


éste se desplazó rápidamente por la casa, rodeándola a ella y a él,
agitándole el cabello y arrastrándole la ropa. Ella gritó y se arrinconó.
Estaba aterrorizada. Rápidamente dejó que el viento se extinguiera y se
acercó a ella, pero entonces ocurrió algo sorprendente. Los libros salieron
volando de la estantería cercana, golpeándolo por todo el cuerpo y la cara,
algo que no tenía nada que ver con él ni con su pequeña tormenta de
viento de momentos antes. Pero parecía más aterrorizada por esto que
por el viento.

De hecho, ella se levantó, apartó la otomana de su camino y, mientras


los libros seguían bombardeándolo, huyó de la casa hacia la seguridad de
su auto. Arrancó el motor y salió marcha atrás del camino de entrada, casi
llevándose por delante el molino de viento en su prisa por escapar, y luego
aceleró carretera arriba.

Joder.

Había gente reunida a un lado de la carretera mientras Star la recorría,


todos mirándola. Tenía que salir de aquí, no era su sitio. Llegó a la gran
verja metálica, pero no se abrió como lo había hecho ayer y tuvo que
frenar en seco.

El guardia que la había dejado entrar la noche anterior se acercó a su


ventana.

—Lo siento, señorita Brightheart, tenemos instrucciones estrictas de


no dejarla salir.

—No pueden mantenerme prisionera aquí, abran la puerta —dijo Star.

—Lo siento, no puedo.

Miró por el retrovisor y vio a la multitud reuniéndose detrás de ella,


como en una película de terror de zombis en la que claramente querían
sangre.
—Por favor, déjeme ir —suplicó Star.

El guardia negó con la cabeza.

Salió del auto y empezó a escalar la verja, que tenía unos tres metros de
altura, quizá más.

—Probablemente no sea una buena idea —dijo el guardia.

Wolf estaba allí de repente, irrumpiendo entre la multitud.

—Star, por favor, baja, tenemos que hablar.

Ella siguió subiendo.

La multitud se acercaba, con murmullos de descontento.

Wolf se volvió hacia ellos.

—Pueden todos volver a sus casas, yo me encargaré de esto.

—Si es una mundana, no podemos dejarla marchar —gritó un hombre.

—No lo es —dijo Wolf—. Es una salvaje.

Ahora los ruidos eran de incredulidad e interés. Star llegó a la cima y se


sentó a horcajadas con una pierna a cada lado.

—Asumo toda la responsabilidad por esto —continuó Wolf,


dirigiéndose a la multitud—. Pero está claro que están empeorando la
situación, ahora, por favor, pueden volver a sus casas.

Algunos empezaron a alejarse, otros se quedaron mirándola como a un


animal en un zoo.
Wolf caminó hacia la puerta, por lo que estaba directamente debajo de
ella.

—Star, por favor, baja, dame la oportunidad de explicarte.

Star negó con la cabeza.

—No debería haber venido. Necesito irme a casa.

—Estás en casa —dijo Wolf.

Ella lo miró, sus ojos verde mar se clavaron en los suyos. Conocía esos
ojos. Los había visto antes.

De repente, Wolf se levantó del suelo y quedó a su altura, haciéndola


gritar. Cuando alargó la mano para agarrarla, ella chilló y se apartó de un
tirón, cayendo al otro lado de la verja y precipitándose hacia el suelo.
Extendió las manos para detener la caída, pero algo le agarró el pie.
Levantó la vista y vio que Wolf la había seguido por encima de la verja,
colgado boca abajo y evitando que cayera. Pero, ¿qué le impedía a él hacer
lo mismo? El miedo se apoderó de ella y se retorció y pataleó para zafarse
de su agarre, pero al hacerlo se golpeó la cabeza contra el lateral de la
verja.

—Duerme —dijo Wolf.

—¿Qué? —dijo Star, pero entonces fue como si fuera una marioneta y le
hubieran cortado los hilos. Se hundió, los brazos colgando inútilmente
sobre la cabeza, el cuerpo como un peso muerto sobre el que no tenía
control. El cansancio la invadió como una gran ola.

Wolf la tomó en brazos como si no pesara nada y aterrizó suavemente al


otro lado de la puerta, que se abrió para dejarlo pasar.
—No —murmuró débilmente.

Pero antes de quedarse dormida, oyó que Wolf le susurraba al oído—:


No te preocupes. Ahora estás a salvo.

Y no supo nada más.


Capítulo tres

Star se despertó unos instantes antes de abrir los ojos y enseguida supo
que estaba en casa, tumbada en la cama de su pequeño piso de Richmond
que daba a un pequeño patio frondoso. Podía sentir esa sensación de
hogar seguro y acogedor que la envolvía como una manta cálida. Todo
había sido un sueño horrible. Respiró la paz y la tranquilidad de su hogar,
feliz de estar a salvo de aldeanos trastornados y hombres con ojos verde
mar.

Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en un salón en el que no


había estado antes. Se incorporó y Wolf, sentado a su lado en la mesita, la
empujó hacia abajo.

—Tranquila, tómate unos minutos. Te lo prometo, estás a salvo, nada


va a hacerte daño.

Ella lo miró. Era un hombre hermoso, con el cabello oscuro y rizado


que le colgaba de la cara y ojos verde mar. Pero era enorme. Se había
elevado sobre ella cuando entró en su casa y ella pudo ver lo grandes que
eran los músculos de sus brazos y hombros. También tenía unos muslos
enormes y musculosos. Podría partirla literalmente por la mitad si
quisiera. Pero sus ojos estaban llenos de preocupación por ella y, por
alguna razón que no podía explicar, confiaba en él. De hecho, había algo
muy familiar en él. Eso pensó la primera vez que entró en su casa, que lo
conocía, pero no sabía por qué.
—Sé que debes estar asustada y lo siento. El pueblo es tu casa y no
quiero que estés aterrorizada en tu primer día aquí. Te lo explicaré todo.
Pero primero bebe esto —le ofreció una taza y ella la miró con
escepticismo. Él sonrió—. Es sólo té de manzanilla, endulzado con miel.

Intentó incorporarse, pero sentía que le habían quitado todas las


fuerzas. No podía huir ahora, aunque hubiera querido. Él le pasó el brazo
por los hombros y la ayudó a levantarse. Tomó un sorbo de té y el calor y
la dulzura la hicieron sentirse mejor. Le ofreció un plato de brownies de
chocolate y ella tomó uno y se lo comió, y luego tomó otro y también se lo
comió, sintiéndose repentinamente hambrienta.

Al cabo de un rato empezó a sentirse más normal. O todo lo normal que


podía sentirse después de lo que acababa de presenciar.

Lo miró y supo que lo había conocido en alguna parte, quizá hacía


mucho tiempo.

—¿Nos hemos visto antes?

—No, pero yo también lo creía, siento como si te conociera.

Se estudiaron por un momento pero luego ella sacudió la cabeza. Ella


habría recordado haber conocido a Wolf Oakwood, era increíblemente
hermoso.

—¿Puedo irme a casa ya? —preguntó Star.

—Si por casa te refieres a Aurora Cottage, entonces sí, pero si te refieres
a que te gustaría dejar la aldea, entonces desafortunadamente no puedo
dejarte hacerlo todavía.

—Cuando dijiste que podía venir aquí, nunca dijiste que no podía irme.
—La gente que vive aquí es libre de ir y venir cuando quiera, pero te has
topado con algo que no entiendes y necesito que te quedes aquí un
tiempo, al menos una semana, para que puedas apreciar nuestra forma de
vida y llegar a conocernos antes de que decidas que la vida aquí no es para
ti. Y seguro que quieres una explicación.

—No entiendo lo que vi. Parecía sacado de una película.

—Sí, lo sé. La respuesta simple es que soy un brujo, de hecho todos


somos brujos en este pueblo. Y Star, tú también.

Ella lo miró asombrada. Sentía como si alguien le estuviera gastando


una broma horrible. Sentía que el miedo volvía a apoderarse de ella.

—Sé que nada de esto parece real, pero puedo demostrártelo. —Miró
alrededor de la habitación—. Elige algo de esa estantería de ahí.

Ella frunció el ceño y miró hacia la estantería, que tenía algunos


artefactos y adornos extraños y maravillosos.

—La bola de cristal.

Wolf extendió la mano y la bola de cristal se dirigió directamente hacia


ella.

Ella jadeó y su corazón volvió a acelerarse. Sentía como si estuviera en


un sueño y en cualquier momento despertara. Nada de aquello tenía
sentido, pero ¿qué otra explicación había para lo que había visto en la
cocina de Claudia, para el viento que había surgido de la nada y luego se
había apagado igual de rápido y para los libros que habían salido volando
de la estantería? ¿De qué otra forma podía explicarse que Wolf hubiera
subido flotando hasta lo alto de la verja y la hubiera impedido caer
cuando él mismo estaba flotando? A menos que se tratara de una broma
elaborada en la que todos estuvieran implicados y hubiera cables ocultos
y dispositivos de control remoto, la única explicación tenía que ser la
existencia de poderes mágicos. Casi se rió para sus adentros porque sabía
lo ridículo que sonaba aquello.

Tomó la bola de cristal y la examinó. No parecía haber cables, imanes


ni nada que pudiera hacerla volar. Se la devolvió.

—Ponla en su sitio.

Él sonrió y lo envió flotando a la estantería, donde volvió a posarse


como si no se hubiera movido.

—Espera, llévala al alféizar.

La bola de cristal se movió hasta el alféizar.

—¿Algo más que quieras que mueva?

Sacudió la cabeza y se pasó la mano por la cara.

—Siento que me estoy volviendo loca.

Wolf le tomó la mano e inmediatamente sintió una energía, una fuerza


que la atravesaba. Lo miró fijamente.

—Esa es mi magia... y la tuya.

—Mira, puedo creer que tienes poderes mágicos, pero yo no puedo


hacer nada parecido.

Sonrió y le soltó la mano.

—Esos libros que me golpearon en la cara no tenían nada que ver


conmigo.
—¿No fui yo?

—Estoy bastante seguro de que te habrán pasado cosas así en el pasado.


Cosas inexplicables que has atribuido a algo extraño.

Ella lo pensó. En todas las casas en las que había vivido había tenido
experiencias extrañas. Pensaba que las casas estaban encantadas. Las
puertas se cerraban cuando se enfadaba, los cuadros salían volando de las
paredes. Los televisores, ordenadores, teléfonos y otros aparatos
eléctricos siempre fallaban cuando ella estaba cerca. Lo investigó y
descubrió que algunas personas son muy conductoras de ondas
electromagnéticas. Lo atribuyó a eso. ¿Había sido realmente su magia?

—Supongo por tu cara que te han pasado cosas raras. ¿Y cuando eras
niña? Los poderes de los niños son erráticos y difíciles de controlar.

—Tengo muchos recuerdos raros de cosas que me pasaban de pequeña,


pero mis padres siempre me convencían de que era el viento o mi
imaginación hiperactiva, y era más fácil creer en eso que en que la magia
era real. Creer en eso era como creer en Papá Noel o en el Ratoncito Pérez:
sería ridículo.

De repente, recordó que jugaba a menudo con un chico llamado Cub en


el bosque que había detrás del pueblo y que él le había enseñado algo de
magia. Tenía unos catorce años cuando se conocieron en un gran arce que
colgaba sobre la muralla del pueblo. Había quedado cautivada por su
magia y por él. Sus padres no le habían creído cuando les contó lo que él
podía hacer. La única vez que llevó a su madre al bosque para
presentárselo, su madre ni siquiera pudo verlo, cuando él estaba sentado
en el árbol tan claro como el agua. La había hecho dudar de todo.
Se tragó un nudo en la garganta porque Cub había sido muy importante
para ella y un día ya no pudo encontrarlo. Era como si nunca hubiera
existido. No era sólo que no estuviera allí, sino que ni siquiera podía
encontrar el árbol en el que solían pasar el rato ni los muros de la aldea
donde se encontraba el árbol. Era como si nunca hubiera existido.
Después de su desaparición, se preguntó durante años si no lo habría
conjurado en su mente por el estrés de la enfermedad y muerte de su
padre. Una amiga de su madre, que se dedicaba al asesoramiento
psicológico, llegó a decirle que se trataba de alucinaciones provocadas por
el estrés, y Star también empezó a creerlo. Ahora parecía que había sido
real, al igual que toda la magia que le había enseñado. Toda su vida había
sido una mentira y lo peor había sido perderlo. No sólo le dolió perderlo
físicamente cuando ya no pudo encontrarlo, sino perderlo en su mente,
pensando que él -y por tanto lo que habían compartido- nunca había sido
real.

Había sido un buen amigo y ella no había tenido muchos así en su vida.
Pero más tarde esa amistad se había convertido en amor. Y aunque era
absurdo esperar que un romance de jóvenes adolescentes durara para
siempre, él había sido la única persona, aparte de sus padres, que le había
dicho que la quería, y eso seguía siendo así. Nunca había habido nadie
serio para ella. Y aunque no podía describir un amor de infancia como
algo serio, había descartado su existencia. Pero si él y su magia habían
sido reales, entonces sus sentimientos por ella, por breves que fueran,
también lo eran.

—¿Estás bien? Pareces disgustada.

—Me estoy dando cuenta de lo mucho que he descartado a lo largo de


los años. Y lo mucho que me he perdido por eso.
Como su primer beso y su primer amor y, aunque era un amor inocente
y dulce que probablemente no habría resistido la prueba del tiempo,
nunca debería haberlo descartado. Había sido real. La habían amado.

—Cuéntame más sobre tu familia. ¿Alguno de ellos tenía poderes? —


dijo Wolf.

Ella sacudió la cabeza intentando despejarla de los recuerdos de Cub.


Tenía que enfrentarse a esa revelación en otro momento. Se aclaró la
garganta.

—Fui adoptada. No sé nada de mis padres biológicos. Ni siquiera sé sus


nombres.

—¿Y creciste en Whimbles?

—Sí. Viví allí hasta los dieciséis años.

Entrecerró los ojos.

—¿Es Star tu nombre de pila?

—No, Star es mi segundo nombre. Midnight es mi nombre de pila.


Brightheart es el nombre de mis padres adoptivos, pero al parecer les
dijeron que tenían que conservar mi nombre y mi segundo nombre.

—Naciste aquí —dijo Wolf.

Ella se incorporó sorprendida.

—¿Qué?

—No somos muchos los niños nacidos en Midnight. Todos se llaman


Midnight. Yo soy Midnight Wolf.
Su corazón dio un salto alarmado.

—¿Significa eso que mis padres biológicos podrían seguir aquí?

Él frunció el ceño.

—No lo creo. Si estuvieran aquí, creo que tú también habrías crecido


aquí.

—Me dejaron en una caja de cartón en la puerta de casa de mis padres


adoptivos. ¿Y si hubiera nacido aquí y me hubieran abandonado fuera del
pueblo y mis padres biológicos hubieran seguido viviendo aquí como si yo
no existiera?

—No creo que eso ocurra. Si tus padres te llamaron Midnight y les
dijeron a tus padres adoptivos que tenían que conservar tu nombre,
querían que supieras que habías nacido aquí. Por qué hacer eso si querían
fingir que no existías. Deberíamos poder averiguar más sobre ti y tus
padres biológicos fácilmente. Debería haber un registro de tu nacimiento
en los archivos del pueblo.

Su mente daba vueltas ante la perspectiva de encontrar más


información sobre sus padres biológicos.

—Me he preguntado durante mucho tiempo quiénes eran, por qué no


me querían, por qué no era suficiente para ellos. Pero hace tiempo que
acepté que nunca iba a saber nada más de ellos. Y había una gran parte de
mí que ni siquiera quería saberlo. Ellos no me querían, ¿por qué iba yo a
querer tener algo que ver con ellos? No me dejaron ninguna explicación
en la caja de cartón sobre por qué no podían cuidar de mí, ninguna
declaración de amor, sólo una notita que decía que me llamaba Midnight
Star y que era importante que conservara mi nombre para que algún día
pudiera averiguar quién era. No tenía ni idea de lo que significaba, pero
ahora ese mensaje tiene más sentido. Mis padres querían que volviera
aquí, aunque no sé por qué si no están. Pero esto explica muchas cosas,
por qué este lugar se sentía como mi hogar, por qué sentía tanta atracción
por aquí.

—También explica por qué nunca te enseñaron a usar tu magia, es de


suponer que tus padres adoptivos no lo sabían.

—Supongo que no.

—Hay una especie de regla no escrita de que los niños brujos no son
adoptados por mundanos, por esta misma razón. Nunca deberías haber
crecido sin conocer tu magia.

—¿Mundanos?

—Lo siento, es el duro nombre que usamos para referirnos a los que no
tienen magia.

—¿Y antes me llamaste salvaje?

—Sí, así llamamos a alguien con magia que no sabe que la tiene, o que
sabe que la tiene pero nunca le enseñaron a usarla. Podemos ver niños
salvajes que no saben que son brujos, pero es muy raro llegar a tu edad y
no saberlo. Tu magia se hace más fuerte a medida que creces; me
sorprende que nunca hayas conocido a otra bruja que no supiera lo que
eres.

—¿Hay más como tú por ahí?

—Sí, miles, en todos los países del mundo. Tenemos que ser discretos
sobre cuándo y cómo usamos nuestra magia delante de los mundanos por
razones obvias. Este pueblo se creó hace cientos de años para aquellos que
ya no quieren vivir en secreto. Aquí podemos hacer lo que queramos sin
miedo ni juicios. Por eso hacemos firmar acuerdos de confidencialidad a
todos los recién llegados y sólo permitimos la entrada de familiares. Está
claro que no queremos que se sepa cómo vivimos aquí.

Sacudió la cabeza. Era demasiado para asimilarlo. Su vida había


cambiado en cuestión de segundos y ya no habría vuelta atrás.

—¿Puedo hablar con mi madre sobre esto, mi madre adoptiva?

—Si confías en ella, puedes contarle que eres bruja y hacerle preguntas
sobre tu infancia. Quizá pueda llenar algunos vacíos o explicarte algunas
cosas. Pero no menciones Midnight Village.

Asintió.

—Háblame de tus pasteles —dijo Wolf.

—¿Qué?

—Te reconocí por la foto de tu solicitud, así que te busqué. Eres toda
una celebridad.

—Nunca se supuso que fuera así. Empecé a hacer cupcakes para ayudar
a la gente, usando diferentes hierbas por diferentes razones. Pasteles que
curaban el dolor de cabeza o ayudaban a la gente a sentirse menos ansiosa
o a curar un corazón roto.

—Hacías pasteles mágicos.

—No, sólo hierbas y especias. Cilantro, pétalos de rosa, lavanda, ese


tipo de cosas.
—Las hierbas tienen su lugar en la brujería y los hechizos, pero la
magia es mucho más que esparcir unas cuantas hierbas. Dime en qué
pensabas cuando hiciste un pastel para reducir la ansiedad.

—Bueno, pensamientos calmantes, supongo.

—¿Y en qué piensas cuando haces un pastel para una mujer que ha sido
engañada por su marido?

—Le digo cosas como: eres una mujer fuerte y poderosa y vas a estar
mucho mejor sin esa persona en tu vida, serás más feliz, tendrás más
éxito, estarás más contenta.

—Y tus pasteles funcionan, he visto las críticas. Miles de ellos todos


diciendo cómo hicieron el trabajo. Saben bastante bien también si las
críticas son creíbles. Eso es porque agregas magia a tus pasteles. Has
estado haciendo pasteles mágicos durante los últimos cinco años.

Ella lo miró sorprendida.

—No, no puede ser.

—Y tu carrera despegó, incluso famosos avalaron tus pasteles. Saliste


en la tele promocionando tus tartas mágicas y no tenías ni idea de lo que
hacías. Eso es realmente increíble. Fuiste completamente autodidacta y ni
siquiera sabías que lo estabas haciendo.

—Pensé que sólo eran las hierbas —dijo Star, en voz baja, sintiéndose
increíblemente ingenua.

—Y cuéntame qué pasó con Cleo Walsh, la famosa crítica


gastronómica.

Star se sonrojó.
—No sé lo que pasó. Se comió uno de mis pasteles y estuvo a punto de
morir envenenada, o eso dice. Creo que tuvo una reacción alérgica a uno
de los ingredientes, aunque no sé a qué. Eran cosas normales, azúcar,
mantequilla, harina, leche, huevos, y ella sabría si era alérgica a los
huevos. He investigado mucho sobre las hierbas y sé cuáles son seguras y
qué partes de la planta son buenas y cuáles no, así que sé que tampoco
pueden ser las hierbas.

—¿Qué hierba usaste?

—Ginseng.

—Vitalidad de la vida.

—Sí, exactamente. Ella quería un pastel para el éxito. Vil, horrible


mujer. Ha hecho críticas de comida y restaurantes por todo Londres y sus
críticas son tan horribles y dañinas. La invitan a programas de televisión
sólo porque sus críticas son tan desagradables y siempre causa
controversia. Uno de mis amigos, Tig, tenía un restaurante y Cleo vino
una noche a hacer una crítica gastronómica. La crítica fue tan
demoledora que Tig tuvo que cerrar el restaurante, ya que nadie vino
después, a pesar de las miles de críticas de cinco estrellas de clientes
anteriores. Cleo le arruinó literalmente la vida. Cuando Cleo vino a
pedirme una tarta por su éxito, una gran parte de mí quería decirle que
no. No quería que tuviera éxito y no quería que reseñara mis pasteles.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—No tengo ni idea. Pero nunca antes había rechazado una petición de
una tarta y pensé que podría dejarme una mala crítica si me negaba, así
que la hice y se la envié. A los pocos segundos de comérsela, vomitó tan
fuerte que apenas podía respirar, sangró por los ojos, tuvo convulsiones.
Cosas realmente horribles. Todo fue grabado en directo, desde el
principio hasta que llegaron los paramédicos. Fue horrible. Pero no hay
forma de que mi pastel pudiera haber hecho todo eso. Llamaron a la
policía porque creían que había sido envenenada con veneno para ratas o
algo horrible. Analizaron el pastel y no encontraron nada extraño. Pero
cuando se recuperó, Cleo no tardó en ir a la prensa y contar que yo había
intentado matarla. Y la historia y el vídeo explotaron.

Wolf frunció el ceño—: Me temo que creo que tu pastel fue el


responsable. ¿En qué pensabas cuando hacías esa tarta?

—No lo sé, probablemente en lo vil y malvada que era.

—Vertiste odio en el pastel, eso fue lo que la envenenó.

A Star se le revolvió el estómago de horror y se levantó conmocionada.

—¡No! Estuvo a punto de morir. Yo... casi la mato. Odio a esa mujer
pero nunca...

—Está bien.

—Realmente no lo está. —Empezó a pasearse por la habitación. Sus


pasteles siempre habían sido para ayudar a la gente. Obviamente había
conocido a mucha gente en su vida que la había disgustado o enfadado,
era horrible pensar que sin querer también les había causado dolor. Se le
saltaron las lágrimas al recordar el horrible vídeo de Cleo después de
comerse su tarta. Ella le había hecho eso. Era una persona horrible.

Wolf se levantó y la agarró del brazo cuando pasó junto a él, poniéndole
las manos en los hombros.
—No es culpa tuya —dijo Wolf—. No serás la primera bruja que
accidentalmente lastime a alguien con su magia, ni la última. Pero
tenemos que asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir.

—No volverá a pasar porque nunca más volveré a hacer un pastel para
nadie. —Cristo, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, podría haber
hecho algún daño grave a otras personas también.

—A juzgar por las críticas, has ayudado a miles de personas con tus
pasteles. Eres una buena persona Star, no dejes que un pequeño error te
desanime.

—Es un poco más que un error, ella casi muere.

—Pero no murió. Ahora que lo sabes, puedes tener más cuidado al


hacer pasteles en el futuro. Tienes que aprender a manejar tu magia.

Soltó un suspiro. Fue un accidente. Nunca haría daño a nadie


deliberadamente, por muy odioso que fuera. No podía castigarse por esto.
Sólo tenía que aprender a ser mejor.

—De acuerdo, ¿hay algún tipo de escuela?

—No, lamentablemente no hay academias o escuelas mágicas, a pesar


de lo que muestran las películas. Pero puedo enseñarte. Me gustaría que
te quedaras aquí, en Midnight, al menos hasta que conozcas mejor tu
magia. El pueblo es un lugar amistoso y solidario, hay mucha gente que
puede ayudarte. Luego, si quieres abandonar la aldea, serás libre de irte.

Se lo pensó un momento. Su negocio de cupcakes había desaparecido.


Casi todos los que conocía en Londres la odiaban. La puerta de su vida
antes de venir aquí estaba bien cerrada, así que tenía que aceptar su nueva
existencia. Siempre se había sentido diferente a todo el mundo y ahora
sabía por qué. Quería entender esta forma de vida: aunque nunca usara su
magia, quería asegurarse de que la controlaba.

Asintió con la cabeza.

—De acuerdo, me quedaré.

Wolf sonrió y por primera vez sintió que había tomado la decisión
correcta al venir aquí.
Capítulo cuatro

Wolf cerró la puerta y empezó a acompañar a Star hasta su casa.


Charles, su anciano vecino, los miraba fijamente al pasar, algo que Star no
pudo evitar observar. Su perro Frankie también les ladraba sin cesar.

—Ese es Charles —murmuró Wolf en voz baja—. Se queja de todo.

—¿En serio?

—Hace unas semanas llamó a mi puerta para quejarse de que este año
el solsticio de invierno es el veintidós en vez del veintiuno, como si yo
tuviera control sobre esas cosas. Parece que no le gusta nadie, así que no
te lo tomes como algo personal.

Para su sorpresa, Star lo saludó con la mano y le sonrió.

—Buenos días, Charles, encantada de conocerte.

Charles frunció el ceño y Wolf tuvo que reprimir una carcajada.

—Creo que te has ganado un enemigo de por vida.

—Me lo ganaré.

—Yo no pondría tantas esperanzas en eso —dijo Wolf. Con su carácter


alegre, Star era todo lo que Charles odiaba en el mundo, pero Wolf tenía
que admirar su actitud positiva. De hecho, había muchas cosas que le
gustaban de Star Brightheart.
Algo había pasado cuando la había tocado. Cuando la había atrapado
para que no se cayera de la verja, cuando la había tomado de la mano,
había tenido una sensación extraña de la que no se podía librar. Pensó que
lo que sentía era su magia tocándose, lo cual era bastante normal,
especialmente cuando dos brujos tenían una gran fuerza. Pero era más
que eso y no sabía qué era. Algo en ella lo llamaba, su conexión era
mucho más fuerte que la que había sentido con cualquier otra bruja.

Se sentía atraído por ella, no podía negarlo. Pero en cuanto entró en su


casa, sintió una atracción increíble que iba mucho más allá de la atracción
física. Era otra cosa, algo más.

Necesitaba un poco de espacio lejos de ella durante unos días. Por su


bien y por el de ella.

Era demasiado para ella y él quería que pasara uno o dos días en la
aldea, conociendo a la gente, acostumbrándose a la vida de aquí, antes de
empezar a enseñarle su magia. También era importante que los aldeanos
la conocieran para que vieran que no era un riesgo para ellos. No había
tenido los mejores comienzos aquí, pero Midnight era una comunidad
encantadora y él quería que formara parte de ella, quería que los aldeanos
también quisieran que formara parte de ella.

Observó a Star mientras caminaba por el pueblo, fijándose en los


pequeños detalles mágicos que se producían en la vida cotidiana de la
gente: un perro con su guía sacando a pasear a otro perro, el correo de la
mañana siendo entregado, sobres volando por el aire, la señora Kendle
recogiendo flores frescas de su jardín desde la comodidad de su tumbona.
Ahora que Star comprendía lo que era Midnight, estaba claro que todo
aquello le parecía encantador. Y su asombro le parecía entrañable. Nunca
había visto el pueblo con otros ojos. Debía de ser emocionante y aterrador
al mismo tiempo.

—¿Por qué hace tanto calor? Estamos a mediados de diciembre y parece


un día caluroso en pleno verano. ¿Es algún tipo de magia de brujas
también?

—En cierto modo, sí. Pero en realidad el pueblo fue maldecido hace
unos treinta años.

Se dio cuenta de lo displicente que sonaba ante una maldición. Como


había crecido aquí, el clima extraño siempre había sido una forma de vida
para él. Pero cuando los ojos de Star se abrieron de golpe, pensó que era
mejor explicarse.

—No es una maldición como una plaga de langostas, sangre en el agua o


la muerte de un primogénito: no es nada tan siniestro ni aterrador. La
bruja que nos maldijo era una bruja del tiempo. Tenía el poder de cambiar
el tiempo a voluntad. Vivía aquí y hubo un pequeño problema y se vio
obligada a marcharse, así que nos dio esto como regalo de despedida. En
verano nieva, en primavera llueve y en invierno hace un sol abrasador.
Aquí también hay muchas tormentas, vientos fuertes, lluvias
torrenciales. Nos adaptamos. Podría ser peor. Podríamos haber sido
maldecidos con forúnculos o pulgas eternas.

Sonrió.

—¿Qué han hecho para hacerla enojar?

Le avergonzaba la respuesta. El alcalde de entonces se había


aprovechado completamente de su posición y de la bruja que los maldijo.
—Fue antes de mi época —dijo, tratando de distanciarse de aquel
desastre.

—¿Y ninguno de ustedes pudo romperlo, en treinta años? Eso es magia


poderosa.

—Lo hemos intentado pero no. Las maldiciones son así de curiosas.
Generalmente sólo pueden ser levantadas por la persona que lanzó la
maldición o hasta que llegan a su fin. Y el clima es una cosa poderosa con
la que jugar. Puedo llamar al viento temporalmente, pero no podría
influir en el tiempo de todo un pueblo, créeme, lo he intentado. Las brujas
del tiempo son muy raras. Y nunca hemos tenido una en el pueblo desde
que ella se fue. Así que es lo que es. Ha sido así toda mi vida, así que no
conozco otra cosa, excepto cuando salgo del pueblo en pantalones
cortos y camiseta y me doy cuenta de que está lloviendo torrencialmente.

—¿Cómo funciona algo así? ¿Hay algún tipo de burbuja mágica


alrededor del pueblo con su propio ecosistema interno?

—Sinceramente, no lo sé. Ser brujo no significa ser un experto en todo


tipo de magia y hechizos. Mucha magia se ha perdido a lo largo de los
años, ya que a veces sólo una o dos brujas saben cómo hacer algo, y la
magia y los conocimientos de hace cientos de años nunca se escribieron.
Todos tenemos nuestras especialidades, hay gente que es especialmente
buena con las pociones, por ejemplo. Gran parte de nuestra magia tiene
que ver con los elementos y la mayoría de los brujos tienen un elemento
que se les da mejor o mejor que los demás. Así, hay brujos que son buenos
controlando el agua y otros que son mejores con el viento. Hay algunos en
el pueblo que pueden simplemente mirar algo y estallará en llamas si así
lo desean. Todos sabemos cómo manejar un cortacésped para cortar el
césped, eso es fácil, pero cambiar el tiempo es muy complejo. Yo no sabría
ni por dónde empezar.

Siguieron caminando mientras ella continuaba mirando a su


alrededor.

—Una vez hice que nevara.

Se paró en seco.

—¿Qué?

Se volvió para mirarlo, riendo, con el cabello al viento.

—En realidad no, pero creía que sí. Era una niña y me moría de ganas
de que nevara en el colegio. El tiempo había estado amenazando con
nevar durante toda la semana anterior pero, aparte de unos pocos copos
débiles, las grandes acumulaciones de nieve de dos metros no se veían por
ninguna parte. Así que, cuando me fui a la cama, me imaginé el viento
helado y la nieve del Polo Norte, las montañas más altas y los lugares
más fríos que pudiera imaginar, desgarrando los mares y las colinas hacia
nosotros y derramándose desde el cielo sobre mí. Cuando me desperté a la
mañana siguiente, estaba nevando. Un metro de nieve y ningún vehículo
podía entrar ni salir. Tuve tres días de nieve seguidos. Fue brillante y
durante mucho tiempo estuve convencida de que yo era la responsable.

—¿Tú... tú invocaste a la nieve?

—No —se rió—. Claro que no. Dijiste que eran cosas de brujas
poderosas y que las brujas del tiempo son muy raras. Yo no podría
haberlo hecho. Hago pasteles mágicos y ni siquiera sabía que estaba
haciendo eso, pero es seguro decir que no voy a cambiar el mundo.
—Tienes un poder increíble Star, me atrevería a decir que eres
probablemente una de las brujas más fuertes que he conocido en mucho
tiempo.

Podía sentirlo con sólo estar cerca de ella.

—No sé qué podría hacerte pensar eso. Espera a que intente encantar
un cortacésped o una cacerola, imagino que estarás apagando fuegos a
diestro y siniestro, metafóricos y literales.

—Un gran poder no significa una gran habilidad. Llevará tiempo


aprender estas cosas, no le quita nada a tu fuerza. Puedo sentirlo. Cada
bruja tiene una energía y todas podemos sentir el poder de las demás.
Algunos incluso pueden ver ese poder como un aura. Yo no puedo
hacer eso, pero cuando tus emociones se intensifican, como esta mañana
cuando estabas asustada, pude verlo, saliendo de ti como pequeños
fuegos artificiales. Nunca había visto eso antes. Con el poder que
tienes, es muy posible que hayas invocado la nieve.

—¿Estás diciendo que soy una bruja del tiempo?

—No lo sé, como dije, no entiendo completamente ese tipo de magia.


Pero los que tienen un gran poder pueden hacer cosas increíbles. Tal vez
no tengas que controlar todo el clima para poder invocar la nieve.

—O pudo haber sido una completa coincidencia y yo no tuve nada que


ver con la nieve.

—Es posible. Pero por mi experiencia, no hay coincidencias cuando se


trata de magia. —Siguieron caminando, la mente de Wolf daba vueltas
ante la posibilidad de que ella fuera una bruja del tiempo.
Si lo era, los demás aldeanos desconfiarían de ella, algunos incluso se
asustarían. Algunos lo verían como algo bueno, pero siempre que había
oído o leído algo sobre una bruja del tiempo en la historia, nunca eran
historias de bondad. De hecho, cuando era niño, sus cuentos infantiles, o
los libros de fantasía para niños que leía, siempre estaban llenos de
malvadas brujas del tiempo y grandes batallas en las que destruían
ejércitos enteros invocando un clima terrible con un gesto de la mano. Y
aunque eso era fantasía y estaba seguro de que había cientos de brujas del
tiempo que vivían vidas sencillas y tranquilas, tendría que guardarse
para sí la posibilidad de que Star fuera una de ellas y necesitaba que ella
también lo mantuviera en secreto.

—Tengo un montón de preguntas —interrumpió sus pensamientos.

—Seguro que sí y estaré encantado de responderlas.

—¿Qué es el solsticio de invierno?

—Es una celebración de la luz. El solsticio, el veintidós de diciembre de


este año, es nuestro día más corto, así que celebramos el regreso del sol y
la luz. Tenemos unos días de fiesta en el pueblo próximamente. Pasado
mañana celebraremos la ceremonia de la guirnalda y, a continuación, la
del árbol de Navidad, en la que todos haremos adornos y decoraciones
para el árbol. El solsticio de invierno es pasado mañana y por la mañana
celebraremos una procesión de la luz en la que participarás como nuevo
miembro de la aldea. El solsticio de invierno marca el comienzo de
Yule o Yuletide, doce días de celebraciones. Cada uno lo celebra de una
manera diferente, pero en general la mayoría de la gente decora sus casas
y el pueblo con árboles de hoja perenne y follaje como símbolo de que
incluso en los días más oscuros todavía hay vida. Hay muchas velas,
farolillos y luces de hadas. Hay banquetes. Algunos cantan y bailan.

—¿Bailas?

—No.

Ella resopló su risa y trató de convertirla en una tos y él sintió que su


boca se torcía en una sonrisa.

—¿Por qué te divierte la idea de que baile?

—Eres muy serio. No te imagino bailando.

Él tampoco se imaginaba bailando.

—¿Por eso mi casa está decorada con un árbol y otros elementos verdes,
por el solsticio y no por Navidad?

—Así es. Las brujas celebraban festivales de invierno como el solsticio y


Yule mucho antes de que llegara la Navidad. Algunas de nosotras
seguimos celebrando la Navidad junto con nuestras fiestas de Yule, ya que
crecieron fuera del pueblo, pero muchas de nosotras no tenemos un día
especial el veinticinco. Nithya te ha decorado la casa. Es una especie de
comité de bienvenida para los recién llegados y, aunque a mí nunca se me
ocurriría decorar la casa de alguien o hacer una cesta de bienvenida como
ella, creo que es algo muy bonito.

—Lo fue. Me hizo sentir como en casa. Tendré que agradecérselo


cuando la conozca. Entonces, si el solsticio es una celebración del día más
corto, ¿sigue siendo así ahora que las estaciones se han invertido debido a
la maldición? —preguntó Star.
—Sí. Lo que resulta especialmente frustrante, ya que normalmente
disfrutaríamos de largos días de verano, pero nuestros días de disfrute del
clima más cálido en diciembre son los más cortos.

—Esa bruja del tiempo realmente los odiaba con ese regalo.

—Sí, tenía mucho por lo que estar enfadada. Supongo que debería estar
agradecido porque podría haber hecho algo mucho peor.

Podría haber arrasado todo el pueblo con un tsunami o un huracán, sus


poderes eran así de fuertes.

—Como alcalde del pueblo, ¿eres el más poderoso?

Parpadeó ante el repentino cambio de tema.

—No, al menos no lo creo. Aquí no hay clasificación de poderes, y no sé


cómo podríamos hacerlo aunque quisiéramos, ya que cada uno tiene sus
puntos fuertes y débiles en lo que se refiere a hechizos y encantamientos.
Y, en general, no noto si alguien es más fuerte o más débil que yo. De vez
en cuando, te encuentras con una bruja y puedes sentir esa gran reserva
de poder, como yo puedo sentir contigo, pero no ocurre muy a menudo.
Pero para responder a tu pregunta, el alcalde siempre es descendiente de
uno de los ocho fundadores de la aldea, así que no es una jerarquía de
poder lo que me dio el puesto de alcalde, sino más bien algo hereditario.
Además del poder del voto, como en cualquier elección normal.

Caminaron hasta la explanada del pueblo.

—Este es el centro del pueblo —dijo Wolf—. Si te imaginas la aldea


como un árbol gigante, todas las ramas o caminos llevan a este punto. Así
que si alguna vez te pierdes, sólo tienes que seguir el camino de vuelta al
centro y podrás encontrar el camino correcto a tu casa o a tu pueblo desde
cualquier otro lugar. Todos los nombres de las carreteras están
claramente indicados al principio de cada una de ellas. Encontrarás el
ayuntamiento al final de Holly Lane, por si lo necesitas. Las tiendas están
en la calle Stardust —señaló una calle en el lado opuesto del prado—. Si
vas a las tiendas, Ezra te ayudará a abrir tu cuenta. Yo vivo en la calle
Rowan y tú en Ivy. Pero no tardarás en enterarte de todo.

—No sabía que había tiendas aquí, ¿de qué tipo son?

Sonrió al pensar en las tiendas. De niño siempre quiso ser arquitecto


para diseñar edificios, casas, hoteles y tiendas. Los cuadernos de su
infancia estaban llenos de dibujos extraños y maravillosos de diferentes
edificios. Cuando se le presentó la oportunidad de diseñar y construir,
por arte de magia, una calle de tiendas, dejó volar su imaginación. Y en
parte había sido por su hermano Lynx y algunos de los otros niños del
pueblo en aquel momento, un deseo de crear un lugar que fuera
realmente mágico. Pero en gran parte también había sido por él. Aunque
había gente en el pueblo que pensaba que la calle de tiendas no encajaba
con el ambiente acogedor de Midnight, seguía siendo su parte favorita del
pueblo, incluso después de todos estos años.

—Probablemente sea mejor que lo compruebes por ti misma. Hay una


gran variedad. Puedes conseguir casi todo en la calle Stardust. El polvo de
estrellas, en magia, se utiliza sobre todo para hacer realidad esperanzas y
deseos, así que me pareció un buen nombre para la calle, ya que allí
puedes conseguir casi cualquier cosa que necesites o desees.

—¿Así que el pueblo es en gran medida autosuficiente? ¿Todo el mundo


se muda aquí y nunca se va? ¿Qué hace la gente por dinero y comida?
—Nuestra forma de vida aquí es muy parecida a la de cualquier pueblo.
Algunas personas se jubilan aquí, otras trabajan desde casa o en las
tiendas del pueblo, y otras tienen trabajos normales fuera del pueblo.
Hay algunas tiendas de alimentos en el pueblo, pero mucha gente va a las
tiendas o supermercados en Whimbles u otras ciudades vecinas o tienen
sus compras entregadas de los grandes supermercados. Tenemos entregas
de Amazon u otros minoristas todos los días para las diversas necesidades
de los aldeanos. La única diferencia realmente es que todas las entregas se
hacen a las puertas y luego el equipo de logística del pueblo lo entrega
todo en las casas correspondientes.

—¿Quieres decir mágicamente?

—A veces. A algunas personas les hace gracia que su compra de


alimentos vuele por los aires y aterrice fuera de su casa. A veces se han
roto huevos o se ha magullado fruta con un encanto desmesurado.
Algunas personas prefieren que se les entregue la comida en mano en la
puerta de su casa.

—¿Así que la magia no es siempre lo mejor?

—Como dije antes, tener habilidades mágicas no significa


necesariamente que seas hábil en esas habilidades; la magia de algunas
personas deja mucho que desear.

Mientras caminaban hacia la casa de Tom y Maggie, pudo verlos en el


jardín cuidando de sus plantas. Aparte de su abuela Zofia, eran los que
más tiempo llevaban viviendo aquí y probablemente los más chismosos
del pueblo. Cuando Maggie se enteraba de algo, todo el pueblo tardaba
menos de cuatro horas en saberlo y, con una población de casi setecientas
personas, era impresionante. Serían las personas perfectas para
presentar a Star. Maggie también podría arrojar algo de luz sobre los
padres de Star, ya que era la secretaria del pueblo desde hacía más años
que él.

Tomó a Star del brazo para que se detuviera.

—Deja que te presente a algunas personas.

Ella asintió y se giró para saludar a sus nuevos vecinos, pero él volvió a
agarrarla del brazo.

—Tal vez no menciones la enorme cantidad de poder que tienes. A


nadie.

Sus ojos se abrieron alarmados.

—¿Por qué?

—Bueno, las brujas del tiempo son como la olla de oro al final del arco
iris. Son increíblemente raras y algunos aldeanos se emocionan mucho.
Si creen que eres una, te acosarán todos los días con cosas como: “Voy a
hacer una barbacoa esta tarde, ¿puedes asegurarte de que haga sol?”, o
“Voy a presentar mi pepino al concurso del pepino más grande, necesito
mucha lluvia”, o “ ¿Podría nevar en el solsticio de invierno?”. Eso no
te haría mucha gracia. Pero también está el miedo a lo desconocido. A
algunos les da miedo alguien que tiene tanto poder.

Mucha gente se asustaría, pero él no necesitaba decírselo.

—¿Por qué tendrían miedo de mí? No voy a hacerles daño.

—No te conocen, no saben de lo que eres capaz.


—Bueno, yo tampoco, pero no creo que haya nada que temer. A no ser
que coman uno de mis pasteles venenosos llenos de odio, entonces sí que
tendrían de qué preocuparse.

—Sí, tal vez tampoco mencionemos eso.

Puso los ojos en blanco.

—Sorprendentemente, no iba a empezar con eso. Si puedes sentir que


tengo este poder, ¿qué impide que otras personas lo sientan también?

—Algunos no lo reconocerán. Y a los que lo hagan, les diremos que es


porque eres una salvaje y el poder no se ha usado en todos estos años.

—¿Es eso cierto?

—Supongo que es posible, nunca he conocido a un salvaje adulto antes


y estoy dispuesto a apostar que ninguno de los aldeanos tampoco, así que
no sabrán nada diferente.

—Cristo, realmente soy un fenómeno de la naturaleza.

—Yo diría que eres única. Ahora ponte una sonrisa en la cara y vamos a
vender a tus nuevos vecinos la mejor versión de ti misma.

Hizo lo que le decían, sonriendo de una forma un tanto inane y


desquiciada.

Puso los ojos en blanco.

—Buenos días, Tom, Maggie —gritó Wolf, y ambos dejaron de pelearse


por la poda de las rosas.

A Maggie se le iluminaron los ojos cuando vio con quién estaba. Tom
también sentía curiosidad.
—Tienes una salvaje, ¿verdad? —Dijo Tom, sin rodeos.

Empezaron a deambular más cerca.

—Sí, deja que te presente. Esta es Star Brightheart, Midnight Star —


dijo Wolf, significativamente.

Ambos jadearon y Maggie corrió a estrecharle la mano.

—Naciste en Midnight, qué maravilla. No hay muchos así por aquí.


¿Quiénes son tus padres, tal vez los conozca?

Star estrechó la mano de ambos.

—Hola, encantada de conocerte. Me temo que no lo sé, fui adoptada.

Maggie se llevó la mano al pecho, conmocionada.

—¿Por mundanos?

—Por no brujos, sí —corrigió Star—. Mis padres adoptivos eran


personas maravillosas, pero obviamente no tenían ni idea de magia ni de
cómo enseñarme a manejar mis poderes.

—Oh, qué horror. Me pregunto por qué tus padres biológicos te dejaron
ser adoptada por mundanos. Menos mal que has vuelto a casa. Podemos
ayudarte.

Esto era lo que Wolf quería, quería que el pueblo se uniera a Star, que
no le tuvieran miedo ni resentimiento por ser una salvaje.

—Muy amable —dijo Star—. Todo esto me resulta muy intimidante.


Todo esto es tan nuevo para mí que me siento como en una especie de
sueño extraño. Cualquier ayuda que pueda darme será muy apreciada.
Tom la miraba con suspicacia.

—Si naciste en Midnight, tendríamos un registro de ello en los archivos


de nuestro pueblo. También habría un registro de tus padres.

—Sí. Tengo los archivos en mi casa, déjame desenterrar el año correcto.


¿Cuántos años tienes? —dijo Maggie.

—Treinta —dijo Star.

—Lo mismo que yo —dijo Wolf.

Maggie chasqueó los dedos y, con una ráfaga de chispas doradas,


apareció en su mano un viejo libro de cuero.

—Es un registro de todos los nacimientos, defunciones y matrimonios


ocurridos en Midnight ese año —dijo Maggie hojeando el libro—. El libro
actual se conserva en el ayuntamiento y lo llevan el secretario del pueblo
y el alcalde —señaló a Wolf con la cabeza—. Puedes ver que cuando hay un
nacimiento, anotamos la fecha, la hora de nacimiento y el nombre del
bebé y, por supuesto, el nombre de los padres. ¿En qué mes cumples años?
—dijo Maggie hojeando las páginas.

Star puso la mano sobre el libro para detenerla.

—Espera, ¿entonces este registro tendrá los nombres de mis padres


biológicos?

—Sí —asintió Maggie, claramente interesada en conocer la herencia de


Star, aunque ésta no parecía tan entusiasmada.

Star soltó un suspiro.


—Lo siento, no esperaba saber sus nombres hoy. Me acabo de enterar
de que nací en Midnight, así que es un poco chocante.

—No tenemos que ver esto ahora —dijo Wolf.

—No, está bien, son sólo sus nombres. Supongo que sería bueno al
menos tener eso. Y para saber si todavía están aquí. —Ella asintió a
Maggie—. Nací en junio.

Maggie hojeó el mes correcto.

—Oh mira, ahí estás: Veinte de junio, nacida a las once y media de la
noche. Fuiste un bebé del solsticio de verano.

El corazón de Wolf se hundió y Maggie jadeó teatralmente cuando de


repente se dio cuenta de lo que ya sabía.

—También es tu cumpleaños, ¿no Wolf? —Dijo Maggie, emocionada—.


¿Sabes lo que eso significa?

—Sí, que los dos podamos tener una fiesta de cumpleaños conjunta. —
Conocía la estúpida tradición de que los brujos nacidos el mismo día y en
el mismo lugar se comprometían. Pero no se lo iba a decir a Star, ni iba a
hacer nada al respecto. Tontas tradiciones estúpidas, era una completa
basura. Cumplir años el mismo día que alguien no significaba tener nada
en común, y nacer el mismo día no era razón suficiente para pasar el resto
de la vida juntos. Se encogió de hombros porque, de todas las personas
que habían descubierto que estaba prometido con Star, Maggie era una de
las peores. No le cabía duda de que antes de que pudiera acompañar a Star
de vuelta a su casa, la mitad del pueblo ya lo sabría. Necesitaba cambiar de
tema y rápido—. ¿Qué dice sobre los padres de Star?
Maggie miró la escritura y sacudió la cabeza. Volvió a chasquear los
dedos y sus gafas aparecieron en su mano.

Star parpadeó ante la magia.

Maggie se puso las gafas y volvió a jadear antes de cerrar el libro. Miró
atónita a Tom.

—¿Qué dice? —dijo Tom, aunque ya se le estaba yendo el color de la


cara como si lo supiera.

—Star es la hija de Rose Blaketon —dijo Maggie en voz baja.

Wolf maldijo en voz baja. Todo el mundo sabía quién era Rose
Blaketon.

—¿Conocías a mi madre biológica? —dijo Star en voz baja.

La boca de Tom se torció y, de repente, entró en la casa dando un


portazo.

Wolf se devanaba los sesos para entender por qué Tom reaccionaba tan
fuertemente a la conexión de Star con Rose. Y entonces cayó en la cuenta.
Si los rumores eran ciertos, Tom era el abuelo de Star. Volvió a maldecir;
esto iba de mal en peor.

Maggie miró a Tom con ansiedad.

—Tal vez ahora no sea el mejor momento para hablar de esto. Pero si
quieres saber más sobre tus padres, Tom estará fuera mañana la mayor
parte del día, podrías venir a charlar entonces y te contaré todo lo que sé.

Star se mordió el labio.

—Obviamente no es una historia feliz.


Maggie negó con la cabeza.

—Me temo que no. Tu padre… —miró hacia la puerta principal—. No


era un buen hombre.

Star la miró.

—¿Sabes lo que pasó?

—Sé de tu madre y un poco sobre lo que pasó, pero fue antes de


mi tiempo.

—¿Siguen mis padres aquí en el pueblo?

Maggie negó con la cabeza.

—Ambos se fueron hace muchos años, treinta para ser exactos. Ven a
verme mañana y te lo explicaré todo.

Wolf puso la mano en la espalda de Star. Parecía un conejo en los faros.

—Vamos, regresemos a casa.

Star asintió.

—Gracias Maggie, nos vemos mañana.

Empezaron a alejarse.

—Wolf, ¿puedo hablar contigo un momento antes de que te vayas? —


Wolf volvió junto a ella, dejando a Star sola—. Creo que deberías venir
con ella mañana.

Wolf negó con la cabeza.

—No creo que necesite estar allí.


Miró a Star, que parecía un poco perdida y asustada, y ahora mismo
sólo quería envolverla en sus brazos y protegerla del mundo. Pero no
quería consolarla. Quería que las cosas siguieran siendo profesionales
entre ellos y ya había cruzado ese límite al tomarla de la mano.

—Necesita a alguien con ella —insistió Maggie.

—Te tiene a ti.

—Rose le dejó un recuerdo de sangre.

Wolf volvió a maldecir. Si Star accedía a la memoria de sangre, vería a


su madre por primera vez.

—Allí estaré. ¿A qué hora es mejor?

—Diez. Tom estará fuera la mayor parte del día, así que puede tomarse
el tiempo que necesite.

Asintió y volvió hacia Star.

—¿Qué fue eso? —preguntó Star mientras empezaban a caminar hacia


su casa.

Wolf sabía que tenía que contarle lo del mensaje, aunque su día ya
había sido abrumador.

—Tu madre te dejó un recuerdo de sangre. Es un mensaje forjado con


tu sangre y la suya. Sólo tú y tu madre pueden acceder a él, así que nadie
más sabrá lo que dice. Hay una mancha de sangre en tu partida de
nacimiento. Cuando la toques, podrás ver a tu madre, como un mensaje
de vídeo que se reproduce en tu cabeza.
—Oh Jesús, Wolf, este día es cada vez más extraño. ¿Me he dado un
buen golpe en la cabeza al caerme de la verja y todo esto no es más que
una alucinación inducida por una conmoción cerebral? ¿Mi madre me
dejó un mensaje en su sangre?

—Tu sangre y la de ella. Ella te habría pinchado ambos dedos, los


habría mantenido juntos cuando te dio el mensaje y luego habría
limpiado ambos dedos en el disco, sellándolo allí para siempre.

Por la expresión de la cara de Star, probablemente no hacía falta que


explicara cómo se hizo el mensaje.

Star soltó un fuerte suspiro.

—Pasé muchos años de mi vida llena de ira y resentimiento hacia mis


padres. Nunca venían a verme, nunca me escribían, nunca se ponían en
contacto conmigo y yo me decía que estaba mejor sin ellos. No sé si quiero
ver este mensaje.

—Y eso está muy bien. Ese mensaje siempre estará ahí para que lo veas
cuando estés preparada, y si no lo estás nunca, tampoco pasa nada. No
puedo ni imaginar lo que es vivir sabiendo que te abandonaron de la
forma en que lo hicieron. No sé lo que es crecer sin saber quiénes son tus
padres biológicos y quién eres realmente. Así que manéjalo como
necesites.

Star negó con la cabeza.

—Supongo que iré a ver qué tiene que decir Maggie. Viviendo en un
pueblo de este tamaño, seguro que alguien me habla de mis padres, lo
quiera oír o no. No quiero ir a la tienda local y descubrir de repente que
mi padre es un asesino con un hacha. Al menos, así elijo conocer mi
historia en lugar de que me la impongan inesperadamente. Supongo que
mañana decidiré si escucho este mensaje o no.

—Ese es un buen plan. Y aunque tu padre no era un asesino con hacha,


no era... amable ni respetable, así que debes prepararte para eso.

—Gracias por el catastrofismo.

—No creo que pueda vestir esto con una cinta elegante. Ojalá pudiera.
Ojalá hubiera algún resquicio de luz que pudiera compartir contigo, pero
tu padre era un imbécil.

—¿Y mi madre?

Pensó en la mejor manera de describir a su madre después de lo que


había hecho.

—No la conocía pero creo que estaba un poco... equivocada.

—¿Qué significa eso?

—¿Por qué no hablamos de esto mañana con Maggie? Ella podrá


responder a tus preguntas mejor que yo. Ella estuvo aquí cuando tu
madre vivía aquí. Mis conocimientos se basan en rumores y habladurías
de hace muchos años. Ciertamente no conozco todos los pormenores
como Maggie.

Y Wolf no sabía por qué Tom había reaccionado así al conocer a su


nieta por primera vez.

No era lo que quería para el primer día de Star en el pueblo.

—¿Estás bien?
—Creo que estoy a un millón de millas de estar bien en este
momento. —Ella suspiró—. ¿Por qué Maggie se emocionó tanto porque
compartimos un cumpleaños?

No iba a añadir esa guinda particular al desastre que era su día.

—Sólo la coincidencia de ello.

Ella lo miró.

—Estás mintiendo. Te molestó y no creo que sea porque no te gusta


compartir.

Suspiró.

—Estoy mintiendo, pero dejemos esa ridiculez para otro día. Creo que
ya has tenido suficiente locura por un día.

—Estoy de acuerdo con eso.

Su cabeza zumbaba con todo esto, no podía imaginar lo que ella estaba
sintiendo. Era la hija de Rose Blaketon. ¿Cómo reaccionarían los aldeanos
cuando se enteraran? ¿Querrían que Star se fuera? Su prioridad siempre
había sido garantizar la seguridad de los aldeanos, pero ahora que ella era
una de ellos, su seguridad también era su prioridad.

Y entonces, para rematar su día de mierda, vio a Jessica caminando


hacia ellos. La perdición de su vida. Ella los vio y cruzó la calle para
hablar con ellos, o específicamente con él.

—Oh, Wolf, qué alegría verte —dijo Jessica, girando un mechón de


cabello alrededor de su dedo—. He oído que tienes una pequeña mascota
que entrenar.
Vio cómo Star fruncía el ceño, y con razón. Estaba enojado por eso en
nombre de Star.

—Vaya, qué grosera —dijo Star—. Mi primer día en Midnight empezó


muy mal y si voy a quedarme aquí, y no he decidido si lo haré, necesito el
apoyo de los aldeanos, no el sarcasmo.

—Star tiene razón —dijo Wolf—. Eso fue grosero y no es lo que espero
en este pueblo.

Jessica lo miró con los ojos muy abiertos y luego soltó una risita
nerviosa.

—Sólo estaba bromeando. —Se volvió hacia Star—. Soy Jessica


Proudfoot, bienvenida a Midnight.

Star le dedicó una media sonrisa y le tendió la mano.

—Star Brightheart.

—Encantada de conocerte.

Jessica volvió a centrar su atención en Wolf.

—Podría ayudarte a entrenarla si quieres. Quizá quieras venir a cenar


esta noche y podemos hablar de ello.

—No —dijo Wolf, se agarró al brazo de Star y se alejó.

—Wolf, eso fue grosero —dijo Star, una vez que estuvieron lo
suficientemente lejos—. Al menos podrías rechazar a la mujer con
suavidad.

—Déjame decirte algo sobre Jessica: no es de fiar. El comentario


sarcástico que hizo cuando vino aquí, ésa es toda ella, y el saludo
sonriente después de que la reprendiera era completamente falso. Quiere
salir conmigo porque si nos casáramos sería la alcaldesa del pueblo y nada
le gustaría más que ser alabada por encima de todo el mundo. Pero aparte
de que Jessica no es en absoluto mi tipo, nunca salgo con nadie del
pueblo, debido a mi posición.

—¿Es esa otra de las reglas del pueblo?

—No, es una de las mías. Salir con alguien del pueblo sería complicado
e incómodo. También se parece un poco a una relación empleador-
empleado, sería un abuso de mi poder y podría comprometer mi posición.
Digamos que me gusta mantener las cosas separadas. Sólo salgo con gente
de fuera del pueblo.

Ella claramente pensó en esto por un momento.

—¿Así que eres grosero con ella para evitar que te invite a salir?

—Soy grosero con ella porque una vez me dio una poción de amor.

Ella se paró en seco y él se giró para mirarla.

—¿Qué? —Dijo Star.

—Debería haberla echado del pueblo por eso. Ese tipo de magia está
prohibida.

Siguió caminando a su lado.

—¿Funcionó? ¿Tú y ella...?

—No. No hay magia que pueda hacer que alguien haga algo que no
quiere hacer. Si me hubiera sentido atraído por ella, si hubiera fantaseado
con tener sexo con ella, pero nunca lo he hecho… Más allá de eso, existe la
posibilidad de que hubiera funcionado, de que hubiera hecho aflorar mis
deseos más profundos y de que hubiera actuado en consecuencia.
Temporalmente. No es que hubiera sido como un hombre poseído sin
control sobre lo que mi cuerpo estaba haciendo. Pero es por eso que ese
tipo de magia está prohibida. Sólo porque haya pensado en tener sexo con
alguien no significa que quiera hacerlo. Hay una gran diferencia.

—¿Y qué pasó?

—Me invitó para hablar de algo importante relacionado con el pueblo.


Me dio una taza de té que obviamente tenía esta poción. Y luego empezó
a desvestirse lista para tener sexo.

—Oh, Dios mío.

—Sí.

—¿No tuvo ningún efecto en ti?

—Oh, lo hizo, es una especie de equivalente brujo de Viagra, me puso


caliente como el infierno, pero no por ella. No me atrae lo más mínimo,
así que definitivamente no la deseaba más que antes. Pero sabía
exactamente lo que había hecho. Estaba furioso. Todavía lo estoy, a decir
verdad.

—Eso es horrible —dijo Star.

—Sí, lo es.

—Entonces... no puedes obligar a alguien a hacer algo que no quiere


hacer.

—No.
—Pero me hiciste dormir. Puedo asegurarte que dormir era lo último
que quería en ese momento.

Hizo una mueca.

—Sí, es otro tipo de magia, pero lo siento, me preocupaba que te


hicieras daño. Y estabas tan asustada, sólo quería alejarte de todos para
poder explicártelo todo con calma.

—Está bien, me alegro de que lo hicieras. Siempre se me ha dado bien


subir, pero no tanto bajar. De niña me quedaba atrapada en muchos
árboles. Si no hubieras estado ahí para atraparme, me habría lastimado
seriamente. Me alegro de estar aquí, al menos por ahora.

Llegaron a su casa y él volvió a agarrarla del brazo.

—Hay algo más que debes saber —dijo Wolf.

—Mi cubo ya está rebosando.

—Es sobre tu gato. Bueno, el gato que vive aquí. Se llama Viktor, como
puerta, no Vikta, que es la pronunciación normal. Una forma fácil de
cabrearlo durante meses es decir mal su nombre.

—Creo que tengo cosas más importantes de las que preocuparme que
ofender a un gato —dijo Star.

—Confía en mí. Viktor —dijo, exagerando la parte de “tor”—. Dicen


que un gato tiene nueve vidas, pues bien, Viktor ha tenido más de cien y
recuerda cada una de ellas. Está muy descontento con ésta.

Ella lo miró fijamente.

—¿Me estás diciendo que Viktor puede hablar?


—Oh sí, puede ser muy ruidoso si quiere. A veces no dice nada, sólo te
mira con desdén.

Llegaron a la puerta de su casa y ella entró dejando la puerta abierta


para él, que la siguió hasta la cocina. Viktor estaba acurrucado frente a los
fogones. El gato abrió un ojo verde para mirarlos, se estiró y se levantó.

—¿Supongo que ahora sabe que es una bruja? —Dijo Viktor.

Star se detuvo en seco.

—¿Sabías que ella no sabía que era una bruja anoche cuando llegó? —
dijo Wolf, mientras Star miraba horrorizada al gato. Tal vez esto era
demasiado en su primer día.

—Claro que lo sabía, se pasó un tiempo desmesurado descargando el


auto a mano —dijo Viktor con desdén—. Doce viajes tardó en traerlo todo.
Cualquier otra bruja habría descargado el auto en segundos.

—¿Por qué no viniste a decírmelo anoche? —Dijo Wolf, exasperado. Al


menos podría haber tenido una conversación tranquila con Star, en lugar
de que ella estuviera muerta de miedo esta mañana.

—No es mi problema. Y no voy a andar por las calles de noche para


solucionar tu falta de diligencia. Y no se lo dije porque supuse que
empezaría a gritar y no soporto los gritos.

—¿De verdad puedes hablar? —dijo Star.

Viktor la miró como si fuera estúpida y luego volvió a mirar a Wolf.

—¿Es una papanatas?


—Viktor, sé amable. No tenía ni idea de magia ni de brujas antes de
venir aquí. Hoy ha sido abrumador. Y hay que admitir que un gato que
habla es algo único.

—Soy único. Lo reconozco —Viktor se volvió hacia Star—. Sí, puedo


hablar. La bruja que vivía aquí antes del anterior ocupante me encantó
para que pudiera hacerlo, cosa que le agradecí mucho. Por fin pude
decirle cómo me gusta el té. Me gusta templado, no caliente, servido con
nata y media cucharadita de miel. También me gusta con una ramita de
lavanda fresca encima. Hay un arbusto fuera, pero hay que limpiar la
lavanda antes de ponerla en el té; no me lo tomo si hay bichos muertos
flotando por encima. Tengo normas aunque tú no las tengas —la miró de
arriba abajo con desdén.

—¡Viktor! —dijo Wolf—. Puedo echarte de este pueblo tan fácilmente


como a cualquiera de los residentes. Sé amable.

—Sólo digo, ¿la chica ha oído hablar de una plancha?

Star se miró la ropa.

—Tomé algo de mi maleta esta mañana. No sabía que había un código


de vestimenta.

Viktor asintió con la cabeza.

—Ella es sarcástica. Me gusta. —Y Viktor desapareció por la gatera,


dejándolos solos.

—¿Es de verdad?

—Desgraciadamente, sí.

—¿Habla algún otro animal del pueblo?


—No, algunas brujas tienen familiares que ayudan o guían de alguna
manera, pero no hablan. Yo tengo un búho, llamado Mulberry. A veces
me gustaría que hablara. Para ser un familiar, es bastante inútil.

Se apartó el cabello de la cara con un resoplido impaciente y empezó a


preparar una tetera. Le quitó la tetera, hizo un gesto con la mano y dejó
que su magia le preparara el té.

—¿Estás bien?

Dejó la taza con un suspiro.

—No lo sé. Me zumba la cabeza, hay tanto que asimilar. Soy una bruja
en un pueblo de brujas y, para colmo, mis padres biológicos vivían aquí y
yo nací aquí. Y parece que mi padre era un poco imbécil, lo que me llena
de un sentimiento de calidez. Pensé que vendría aquí y viviría en un
pueblecito tranquilo haciendo pasteles el resto de mi vida y todo mi
mundo ha cambiado. Ni siquiera puedo volver a hacer pasteles por si
mato a alguien accidentalmente. Aún no me hago a la idea de que Cleo
Walsh estuvo a punto de morir por mi culpa, porque mi odio hacia ella
era muy fuerte. Tengo un gato parlante que tiene mucha actitud y este
pueblo es irreal y... me asusta un poco si soy honesta. Si no hubieras
estado allí, ¿me habrían herido los aldeanos para impedir que me fuera
con su preciado secreto?

Él negó con la cabeza y ella enarcó una ceja.

Suspiró.

—Si hubieras sido una mundana, probablemente te habrían impedido


salir, físicamente si fuera necesario, y luego habrían modificado tu
memoria antes de dejarte a muchos kilómetros de aquí.
—¿Qué? ¿Y se supone que eso me hace sentir mejor?

—Nadie te habría hecho daño, pero la vida que llevamos aquí es


demasiado importante para que se sepa el secreto. Y afrontémoslo, la
mayoría de los mundanos tendrían una reacción similar a la tuya si
descubrieran lo que ocurre aquí más allá de las puertas de la aldea.
Vendrían por nosotros con horcas y antorchas.

Suspiró.

—Hay una gran parte de mí que sólo quiere irse a casa y con eso me
refiero a no estar aquí. Pero sé que tengo que aprender a controlar mi
magia, aunque sólo sea para no volver a usarla.

Frunció el ceño.

—Tu magia no es algo de lo que debas avergonzarte. Tienes que


aceptar quién eres y celebrarlo.

—Me siento tan... perdida —dijo Star y su corazón se compenetró con


ella—. Todo esto no era lo que esperaba cuando llegué aquí. Pensé que
había venido para escapar de la atención de la prensa y del público y, en
cambio, los aldeanos me miran como si fuera una especie de bicho raro...
o, como dijo Jessica, un animal que necesita entrenamiento.

Sin pensarlo, Wolf la abrazó.

—Todo va a estar bien.

Permaneció en sus brazos unos segundos antes de volver a abrazarlo


tímidamente, con la cabeza apoyada en su corazón.

Los sentimientos hacia ella se abalanzaron sobre él como una bola de


demolición destruyendo una casa. Fue instantáneo, doloroso y tan
maravilloso. La lujuria, la necesidad, el deseo, todo luchaba por llamar su
atención, rematado con la necesidad de envolverla en papel de burbuja y
asegurarse de que nada volviera a hacerle daño. Y allí estaba esa
familiaridad de nuevo. Ya había hecho esto antes. La había abrazado así
antes.

Rápidamente dio un paso atrás.

—Lo siento, no debería haber hecho eso.

—Yo… —ella se sonrojó.

Mierda. ¿Había sentido ella también sus sentimientos?

—Me alegro de que lo hicieras —se aclaró la garganta—. Tienes una


manera de calmarme. —Pero ella se sentó lejos de él, cosa que él
agradeció—. Estoy tan contenta de tenerte aquí. Gracias por ser tan
encantador.

Frunció un poco el ceño; necesitaba algo de distancia entre ellos. No


quería que ella pensara que era encantador.

—Probablemente debería irme. Descansa un poco, explora el pueblo,


habla con la gente y cuando estés lista podemos empezar tus clases dentro
de unos días. Te veré mañana en casa de Maggie.

—De acuerdo, gracias por venir conmigo a hacerlo.

Asintió y se apresuró a salir de la casa, porque cuanto más tiempo


pasaba con ella, más ganas tenía de quedarse.

Quizá sería buena idea que la entrenara otra persona, porque estar tan
cerca era una receta para el desastre.
Capítulo cinco
Star salió de su casa y miró a su alrededor. No parecía haber vecinos
esperándola con horcas, así que supuso que por el momento estaba a
salvo. Quería explorar su nuevo hogar y ahora parecía un buen momento.
Siempre había estado bien sola, pero se sentía muy sola en la casa, sobre
todo porque, aunque era bruja como los demás aldeanos, no era uno de
ellos. Ser una salvaje la hacía diferente y llevaba toda la vida siéndolo. Se
suponía que éste era su nuevo hogar y no quería sentirse como una
extraña.

—¡Hola, Star!

Star miró y vio a Claudia en su jardín delantero saludándola con la


mano.

—Siento mucho haberte asustado antes, no era en absoluto mi


intención —dijo Claudia.

—No pasa nada, ha sido muy inesperado, pero Wolf ya me lo ha


explicado todo, aunque aún tardaré un poco en acostumbrarme.

—Me lo imagino —asintió Claudia con simpatía, aunque Star no creía


que nadie pudiera entender lo que era despertarse en un pueblo de
brujas y descubrir que tú misma eras una de ellas—. ¿Así que realmente
eres una salvaje? ¿No tenías ni idea de la magia?

—La verdad es que no. De niña me pasaban muchas cosas raras, pero
mis padres adoptivos me decían que eran imaginaciones mías o lo
descartaban como otra cosa, y ahí fuera, en el mundo no mágico, es más
fácil creer en eso que en una tetera que puede hacer una taza de té sola.
—Sí, por supuesto, todo debe ser un gran shock. Y lo siento si Colin te
asustó también.

—¿Tu serpiente?

—Sí, es un viejo gruñón, no le gusta nadie. No te lo tomes como algo


personal.

—¿Habla?

—No, sólo Viktor hace eso. Es más que suficiente para un pueblo.
Mientras tu casa estaba vacía, seguía llamando a mi puerta esperando que
le hiciera una taza de té cada mañana. Es tan exigente y gruñón si no se
sale con la suya. Y maleducado.

—Ya lo he oído.

Star y Claudia se dieron la vuelta y vieron a Viktor sentado al final del


camino de entrada de Claudia. Miró a Claudia con el ceño fruncido,
levantó la pata y pareció hacerle un gesto con el dedo corazón -o una
garra- antes de marcharse.

—¿Acaba de insultarte? —Star se rió.

—Sí, lo hizo. Pequeña mierda. Puse a Colin con él, pero la pobre
serpiente le tiene pánico. No importa que sea una pitón de ocho pies que
podría aplastarlo hasta la muerte, cada vez que Colin ve a Viktor, se
esconde en su pequeño cubículo y no sale durante horas.

Star sacudió la cabeza. ¿Qué clase de monstruo había heredado?

—Voy a dar una vuelta por el pueblo, ¿debería empezar por algún sitio
en particular?
—Tienes que ir a ver la fuente del parque del pueblo. Es maravillosa. Y
las tiendas, por supuesto. Hay que verlas.

—Gracias, lo haré.

Se despidió de Claudia con la mano y subió por la calle, sintiéndose


ya un poco mejor. Pronto llegó a la plaza del pueblo y enseguida vio la
fuente. Se sorprendió de no haberla visto antes, pero su mente había
estado zumbando demasiado. Era una obra de arte de hierro fundido con
un caldero gigante en el fondo y varias botellas de pociones que vertían el
agua en él. Encajaba perfectamente en un pueblo de brujas. Caminó por el
prado hasta llegar a la entrada de la calle Stardust. La señal de tráfico era
una puerta arqueada de hierro forjado con el nombre en letras rizadas en
la parte superior. La cruzó y se detuvo porque estaba nevando. Volvió la
vista a la pradera del pueblo y vio que más allá de la calle lucía un sol
radiante; la nieve sólo estaba en esta calle y tenía un aspecto mágico.

Star se sintió como una niña al contemplar la nieve que flotaba


suavemente a su alrededor. No se estaba asentando, sino que se disolvía
antes de tocar el suelo, pero seguía siendo hermosa, brillando bajo el sol
intempestivo.

—Es sólo un encantamiento —dijo Charles al pasar junto a ella—. Todo


el mundo quiere nieve para el solsticio y Yuletide, así que Wolf ha
encantado la calle para que nieve. Una tontería, en mi opinión.

—Vamos Charles, ni siquiera tú puedes odiar la nieve —dijo Star.

Murmuró algo que sonó como Humbug y se marchó.


Y entonces se fijó en las tiendas. Parecían sacadas de Disneylandia. Los
edificios eran de ladrillo y sobresalían dos o tres pisos por encima de la
calle. Pero lo más impresionante eran las fachadas de las tiendas.

La tienda más cercana presumiblemente vendía relojes, ya que la


puerta tenía una esfera de reloj gigante con agujas que daban la hora
exacta. Era tan grande que, si entrara, no alcanzaría ni la clavija central.
Dos relojes de pie hacían de centinelas a ambos lados de la puerta,
pero estaban doblados y retorcidos como si tuvieran nudos gigantes en
medio del tronco. Los relojes de la tienda también parecían pequeñas
obras de arte.

En la tienda de al lado vendían velas y dos gigantescas velas rojas de dos


metros ardían alegremente a ambos lados de la puerta.

Por todas partes se respiraba un ambiente festivo, con escaparates


decorados con guirnaldas verdes, bayas y frutos secos. En los escaparates
centelleaban lucecitas e incluso había luces esparcidas entre los edificios,
que seguían brillando a pesar del sol. También flotaba en el aire el aroma
de las manzanas de caramelo, la canela y las castañas.

—Hola, veo que no llevas brazalete —le dijo un joven con un


portapapeles—. ¿Es usted familiar de uno de los residentes?

—Umm no, soy nueva en el pueblo. ¿Qué brazalete?

—Ah, tú eres la salvaje de la que todos han estado hablando —dijo el


hombre—. Oí que causaste una gran conmoción esta mañana. Yo estaba
aquí trabajando, así que no llegué a verlo. Pero fue el mayor alboroto que
hemos tenido por aquí en años.

—Estoy encantada de proporcionar el entretenimiento.


El hombre se rió, perdiéndose por completo su sarcasmo.

—¿Yo soy Ezra y tú eres?

—Star Brightheart.

Ezra consultó su portapapeles y ella pudo ver que era más parecido a
una tableta o un iPad que a un portapapeles, pero la pantalla parecía
cambiar a su voluntad en lugar de con él tocándola.

—Tenemos tantos parientes que llegan para el solsticio de invierno y las


celebraciones de Yule, que es difícil seguirles la pista a todos. Ah, aquí
estamos, Star Brightheart. ¿Te explicó Wolf cómo funciona todo esto?

—No, pero me dijo que un buen hombre llamado Ezra me ayudaría —


dijo Star, dedicándole una sonrisa ganadora.

Eso pareció hacer el truco.

—Pues claro que puedo. —Chasqueó los dedos y una pulsera apareció
en su mano en una lluvia de destellos dorados. Era una simple cadena con
lo que parecía ser una piedra de humor en el centro, aunque esta piedra
ya se arremolinaba en su interior, cambiando rápidamente de color. Se la
dio y ella estudió los colores cambiantes por un momento antes de
ponérsela—. Parece que ya te han asignado cien libras a tu cuenta, así que
hoy puedes volverte loca.

—Cien libras. ¿De dónde salió ese dinero?

—Bueno, supongo que vendría de ti. —Volvió a mirar su portapapeles


mágico—. Oh, en realidad, viene de Wolf, pero supongo que es sólo hasta
que podamos resolver sus datos bancarios. De todos modos, verás muchos
de los productos de las tiendas flotando por la calle: bebidas, dulces,
pociones, ese tipo de cosas. No se trata de regalos: si te llevas uno, te lo
descontarán automáticamente de tu cuenta. Las tiendas podrán leer tu
pulsera y te cobrarán en consecuencia. Si vas a las tiendas a comprar algo,
no tienes que preocuparte de hacer cola en la caja ni de llevar el bolso
cada vez que vengas a Stardust Street: toma lo que quieras de las tiendas y
te lo cargarán en tu pulsera.

—¿Así que entro, tomo lo que quiero y vuelvo a salir?

—Sí, exactamente.

Star sonrió.

—Me gusta cómo suena eso. ¿Y si me quedo sin dinero?

—No pasa nada, puedes seguir comprando, pero al final del día
recibirás una factura en la puerta y tendrás una semana para pagarla.
Y si compras muchas cosas, o cosas grandes y pesadas, ven a verme y
te las llevaré a casa, aunque muchas tiendas también te las llevan.

—Ezra, tengo que decir que todo esto es muy eficiente.

Ezra sonrió con orgullo.

—Me esfuerzo al máximo. Ahora ve y disfruta, y asegúrate de probar


los cronuts. Son deliciosos.

—Lo haré.

—Y tienes que probar las estrellas mágicas. Son estrellas de chocolate


con un toque mágico por fuera. Cuando te las comas, tendrán el sabor que
tú quieras: fresas, queso, calabaza, manzana con caramelo... todo lo que
puedas soñar, eso es lo que tendrán.
—Ahora lo tengo que probar.

Empezó a caminar por la calle y no pudo evitar sonreír al ver las


tiendas tan bonitas, quería visitarlas todas. Se sentía como una niña en
una tienda de golosinas y no sabía cuál visitar primero. La que vendía
pociones tenía un caldero gigante en la puerta, con una cuchara
removiendo un poco de líquido púrpura burbujeante. Botellas de cristal
de varios colores se movían por el interior de la tienda, muchas de ellas
centelleantes, presumiblemente con una magia que las hacía parecer casi
vivas.

Al lado había una marisquería con forma de barco alto y velas blancas
que ondeaban con la brisa.

Había una librería con un gigantesco libro abierto en la puerta, cuyas


páginas pasaban. Más allá de las ventanas, podía ver tomos de cuero
polvoriento junto a los últimos libros policíacos o románticos.

De una tienda cercana, con una gran tetera en la puerta, salió flotando
una taza de chocolate caliente humeante. Se acercó a ella y vio que estaba
cubierta de nata montada, malvaviscos y virutas de chocolate. Flotó
tentadoramente bajo su nariz y, sin pensárselo, la agarró para evitar que
le diera en la cara. Su pulsera vibró y se rió al ver que le acababan de
cobrar una bebida que no deseaba. Cuando lo pagó, bebió un buen sorbo y
cerró los ojos. Era el chocolate caliente con sabor a pan de especias y
canela más perfecto que había probado nunca.

Apenas había bebido un sorbo, un gran cuenco de churros salió


flotando de otra tienda, acompañado de un botecito de salsa de
chocolate. Estaba claro que los tenderos habían descubierto un blanco
fácil, pero como los churros eran lo que más le gustaba comer en el
mundo, no tuvo ningún reparo en conseguir uno. Su pulsera volvió a
vibrar mientras mojaba el churro en la salsa de chocolate. Su sabor era
maravilloso, ligero y esponjoso por dentro y perfectamente crujiente por
fuera. La taza de churros flotó alegremente a su lado hasta que se los
terminó y entonces la taza y el bote de salsa desaparecieron de nuevo en
una de las tiendas.

Unos minutos más tarde, una cajita de estrellas de chocolate cruzó la


calle flotando hacia ella. Sabía que no podía aceptar todo lo que le
ofrecían, pero estaba aquí para experimentar todo lo que Midnight podía
ofrecerle, así que tomó la caja y su pulsera volvió a vibrar. Las estrellas
estaban salpicadas por fuera, así que supo que eran las mágicas de las que
Ezra le había hablado. Cerró los ojos e imaginó una piña dulce y jugosa, y
se metió el chocolate en la boca. Inmediatamente pudo sentir el
maravilloso sabor de una piña recién cortada. Su sabor era increíble.
Volvió a cerrar los ojos y esta vez imaginó un pastel de carne picada con
sabor a fruta y luego se comió el chocolate. Se rió cuando pudo saborear el
pastel de carne más afrutado e incluso el más dulce. Entendía por qué
eran tan populares.

Mientras avanzaba por la calle, se detuvo al ver lo que parecía una


puerta de jardín y, más allá, algo parecido a un jardín silvestre. Pero
pudo ver que se trataba de una de las tiendas, ya que aún parecía parte
de un edificio de ladrillo de tres plantas. Intrigada, empujó la verja y
entró. Enseguida se dio cuenta de que era un jardín de hierbas. Los olores
eran increíbles. No había techo ni ningún otro piso por encima de ella, la
altura de la habitación era la de la parte superior del edificio de tres
plantas. Era como un almacén gigante. Había árboles altísimos, grandes
arbustos y pequeños arbustos.
Se acercó a una planta de menta y pasó los dedos por una de las hojas,
olfateando sus dedos y sonriendo ante el olor.

De repente apareció una cesta en el aire delante de ella y un pequeño


par de tijeras de jardinería.

Star sonrió ante su eficacia. Tomó el cesto y se alegró de ver que tenía
inserciones para mantener cada hierba separada. También tomó las
tijeras del aire.

—¡Hola! —gritó Star, preguntándose si todas las tiendas funcionaban


como un sírvete tú mismo y no hacía falta ningún tendero.

Una mujer menuda con unas brillantes gafas violetas de ojo de gato
salió corriendo.

—Hola, hola, buenas tardes —dijo, sin aliento—. Oh, eres tú. —Empezó
a estrechar la mano de Star con fuerza—. Bienvenida a Midnight. Soy
Tabitha.

—Hola Tabitha, soy Star.

—Sé quién eres, eres Celeste Bright. He estado siguiendo tu blog


durante bastante tiempo. ¿Vienes a comprar hierbas para tus pasteles?

—No estoy segura de que vaya a hacer pasteles por un tiempo.

—Oh, pero debes hacerlo. Tus pasteles han ayudado a tanta gente. Me
encanta leer los comentarios de sus clientes, cómo han cambiado sus
vidas. Honestamente me hace muy feliz. Hay una especie de regla no
escrita de que las brujas no deben ayudar a los mundanos porque puede
llamar la atención no deseada a la comunidad de brujas. Por supuesto, no
hay nadie que lo haga cumplir y muchas brujas les ayudan todos los
días, aunque la mayoría son más discretas que tú. Tú, muy
públicamente, haces y vendes pasteles mágicos y la gente los compra a
montones.

Tabitha se subió las gafas a la nariz.

»Me entusiasma la idea de que, con el tiempo, los mundanos acepten


mejor a los de nuestra especie. Quizá algún día podamos coexistir, usar
nuestra magia abiertamente sin miedo ni odio. Hoy en día hay muchos
vídeos en YouTube de gente que hace magia y la mayoría de la gente
cree que son efectos especiales o trucos de cámara, y la mayoría lo son.
Por eso, cuando te encuentras con un vídeo de una bruja de verdad
haciendo magia, todo el mundo lo acepta, nadie se asusta. Claro que
probablemente lo harían si supieran que es real, pero quizá algún día no
lo sepan. Con gente como usted y otras brujas famosas en el ojo público,
ondeando la bandera por nosotros, a veces sutilmente, pero, no obstante,
ondeándola, quizá los tiempos estén cambiando.

Star sonrió.

—Me gusta cómo suena eso. —Recordó cómo reaccionó cuando vio la
magia de Claudia—. Creo que nos queda mucho camino por recorrer,
pero creo que ahora la gente es un poco más indiferente.

Tabitha asintió, con los ojos enormes tras las gafas.

—Y sé que este asunto con Cleo Walsh lo ha estropeado. Pero pasará,


siempre pasa. Pronto habrá una nueva historia de patatas calientes. Y
debes encontrar la manera de seguir con tus pasteles, no sólo para los
mundanos que necesitan nuestra ayuda, sino también para nuestra
comunidad. Tienes que seguir enarbolando la bandera.
Star asintió.

—De momento todo está muy crudo. Lo que le pasó a Cleo fue
horrible, pero siempre me ha gustado hornear, así que será bueno volver
a hacerlo de alguna manera. Pero por ahora aún puedo usar estas hierbas
en mis comidas. Esta tienda es increíble.

—Gracias.

—No puedo creer que tengan árboles de canela creciendo aquí.

—Oh, todo es posible con un poco de magia.

Star sonrió ante ese pensamiento.

—¿Sólo vendes hierbas frescas?

—Oh no, como sabes, algunas hierbas como el orégano y el romero son
mejores secas, mientras que el perejil y la albahaca son mejores frescas.
Pero depende de para qué las quieras. Aunque el romero seco es
infinitamente mejor en una comida que fresco, en la magia en la que el
romero se utiliza para desterrar pensamientos negativos o malas
energías, a veces es mejor fresco. Tenemos hierbas secas y especias en la
parte de atrás de la tienda, así que podemos satisfacer todas sus
necesidades: cocina, magia o incluso pasteles mágicos.

Star sonrió.

—Te dejo para que eches un vistazo. Sírvete lo que quieras y si dejas la
cesta en la caja, haré que te los envuelva individualmente y te los envíen a
casa.

—Muchas gracias.
Star se tomó su tiempo para recoger algunas de sus hierbas y especias
favoritas, además de otras que nunca había utilizado o de las que, en
algunos casos, ni siquiera había oído hablar. Dejó la cesta en la caja y se
despidió de Tabitha, que flotaba cerca de la copa de uno de los árboles más
altos, recogiendo lo que parecían plátanos gigantes del tamaño de
calabacines.

Salió de la tienda y se topó con Wolf.

—Oh, lo siento —dijo Star, rebotando en su duro pecho.

—No, no te preocupes, no me estaba concentrando en lo que hacía —


dijo Wolf. De repente, alargó la mano y le acarició la comisura de los
labios.

Sus ojos se abrieron de par en par, horrorizados, y apartó rápidamente


la mano.

—Lo siento mucho, tenías un poco de chocolate en los labios, pero no


tenía por qué tocarte así, lo siento mucho.

—Está bien —trató de reírse cuando la verdad era que le había gustado
demasiado—. Comí churros. Lo que más me gusta en el mundo son los
churros. —Ella parloteaba, intentando mitigar la incomodidad de que él
la tocara tan íntimamente—. Esa salsa de chocolate está para morirse,
deberías probarla.

Ella había querido decir que él también debería comer churros, así que
se sorprendió cuando él se lamió el dedo con el que le había limpiado la
salsa de la cara.

—Sabe bien.
Dios mío, de repente hacía mucho más calor.

Se aclaró la garganta.

—Tengo que irme, tengo algunas cosas de las que ocuparme. ¿Estás
encontrando todo bien?

—Este lugar es maravilloso. Y Ezra me regaló una pulsera, aunque


tenemos que arreglar lo del dinero porque creo que me estoy gastando el
tuyo ahora mismo.

—Podemos preocuparnos de eso más tarde. Diviértete. —Y se marchó a


toda prisa.

Ella lo seguía con la mirada intentando comprender lo que acababa de


ocurrir cuando una señora de unos setenta años se le acercó.

—Aquí estás, te estaba esperando —dijo la señora.

Star la miró confundida. Llevaba unos leggings recortados, una blusa


de flores y el cabello plateado recogido.

—Lo siento, no estoy segura de lo que quieres decir.

—Soy Zofia. Soy la abuela de Wolf, a falta de una palabra mejor.

—Hola. Soy Star Brightheart.

—Sé quién eres.

—¿Por mi blog?

Star se encogió de miedo al saber que todos en el pueblo la conocían y,


por tanto, sabrían de su drama con Cleo Walsh. La odiarían por ello antes
incluso de que hubiera deshecho las maletas?
—Oh no, tengo el don de la previsión y te he visto, muchas veces. Te he
visto venir aquí y tu futuro.

Star sintió que sus ojos se abrían de par en par.

—¿Conoces mi futuro?

—Oh, sí —sonrió Zofia—. Es grande, brillante y feliz. Es una pena que


tu madre se fuera cuando lo hizo. Si se hubiera quedado y tú hubieras
crecido aquí, ya estarías casado y tendrías hijos. Pero sabía que cuando
llegara el momento, volverías. Tú y Wolf comparten… —Zofia hizo una
pausa—. ¿Te lo ha dicho?

—¿Que compartimos el mismo cumpleaños?

—Sí, y lo que eso significa.

—¿Qué significa?

—Bueno, no soy quién para decirlo. Pensé que Wolf te lo habría dicho,
pero como te enteraste hoy de que eres bruja, tal vez pensó que era
demasiado para un día.

—Ha sido un día abrumador, pero tampoco me gustan los secretos,


prefiero conocer todos los hechos.

Zofia asintió.

—Yo también lo haría, pero ese tipo de cosas tiene que venir de él.
Seguro que te lo dirá a su debido tiempo. ¿Te gustan nuestras tiendas?

Star reconoció que estaba cambiando de tema, pero decidió dejarlo


estar. Había atravesado el espejo para adentrarse en un mundo nuevo y
extraño, y tenía mucho a lo que acostumbrarse. No necesitaba añadir más
cosas a su plato.

—Me encanta. Es encantador.

Zofia enlazó su brazo y empezó a caminar calle arriba con ella.

—Wolf lo construyó todo, cuando sólo tenía dieciocho años. En aquella


época no había tiendas y todo el mundo salía del pueblo para comprarlo
todo. Era algo de lo que se hablaba en el pueblo desde hacía muchos
años, pero nadie hacía nada al respecto. Wolf reconoció que había que
gastar más dinero en el pueblo. Muchos de los que vienen aquí no quieren
salir del pueblo para trabajar, así que trabajan desde casa. La
construcción de estas tiendas dio trabajo a la gente y muchos de ellos
han montado con éxito negocios en Internet para vender sus productos al
mundo exterior. Pero también significa que la gente gasta su dinero aquí y
no fuera.

Zofia saluda a alguien.

»Hay muchas celebraciones a lo largo del año y muchos residentes


solían ir a ver a sus parientes en los acontecimientos importantes
porque aquí no había mucho que hacer. Ahora estas tiendas son un
centro neurálgico, tenemos cafeterías, restaurantes, librerías, tiendas de
pociones, tiendas para todas las necesidades mágicas. A los familiares les
encanta venir aquí y pasar tiempo paseando por las tiendas, lo que a su
vez trae más dinero al pueblo. Además, en aquella época había muchos
niños en el pueblo, así que Wolf quiso convertirlo en un lugar especial
para ellos, y por eso parece que pertenezca a un gran parque temático.
—Qué maravilla para el pueblo y las tiendas son... mágicas. Acabo de
estar en el jardín de hierbas de Tabitha. Tiene plataneros allí, es como
algo de otro mundo.

—Wolf trabajó con los dueños de las tiendas para darles lo que querían.
Pero él quería algo elaborado para el camino. Cuando era niño, e incluso
cuando diseñaba este lugar, pensaba que la magia era maravillosa y
emocionante. Tenemos un don increíble y creo que con los años lo ha
perdido de vista. Necesita volver a divertirse con su magia y creo que tú
puedes ser la persona que le ayude a hacerlo.

—Oh, no creo...

—Créeme en esto. Por una razón u otra, vas a ser muy buena para Wolf.
Ahora debo irme, he quedado con Beryl para el té y la tarta. Hasta luego.

Zofia saludó a otra señora al otro lado de la calle y se acercó a ella.

Star la miró marcharse. Era extraño pensar que Zofia podía ver su
futuro con tanta claridad y Star no tenía ni idea de lo que le esperaba.
Pero parecía, en lo que a Zofia se refería, que estaba unida a Wolf, lo
quisiera o no.
Capítulo seis

Star salió de la librería después de pasar un tiempo desmesurado


examinando todos los libros. Allí se vendían libros con cientos de años de
antigüedad. Compró unos cuantos sobre la historia de la brujería y
uno sobre las brujas del tiempo, por si Wolf tenía razón y ella tenía ese
poder; quería saber más sobre a qué se enfrentaba. También compró
algunos libros de sus autores románticos favoritos.

Estaba mirando a su alrededor, preguntándose en qué tienda entrar a


continuación, cuando vio a Jessica Proudfoot dirigiéndose hacia ella.
Tenía una sonrisa de suficiencia en la cara.

—Me he dado cuenta de donde te conozco. Eres la mujer que casi mata a
Cleo Walsh —dijo Jessica, un poco demasiado alto para el gusto de Star.

—Bueno, eso fue un accidente, yo...

—Un accidente que ocurrió porque eres una salvaje que no puede
controlar su magia —dijo Jessica, de nuevo demasiado alto.

Unas cuantas personas empezaron a reunirse para observar el alboroto


y Star pudo ver que Jessica estaba disfrutando del público. Esto era lo que
Star temía: que todo el mundo descubriera quién era y lo que había
pasado con Cleo y la odiaran por ello.

Cuando las noticias sobre Cleo Walsh y sus vídeos se hicieron virales,
hubo muchos comentarios desagradables dirigidos a Star. La gente había
empezado a dejar reseñas de una estrella en su sitio web diciendo cosas
horribles y ni siquiera eran clientes. Durante años Cleo había sido odiada
por el público por sus viles comentarios sobre diferentes establecimientos
de comida, pero ahora ella era la víctima que había sido brutalmente
atacada y a todo el mundo le gustan las víctimas. El público y la prensa la
habían apoyado y Star era sin duda la mala en todo esto. Y aunque,
aparentemente, Star había tenido la culpa, no se merecía el odio.
Esperaba alejarse de todo aquello, pero ahora parecía que la perseguían.

—Midnight Village no es lugar para un salvaje. No es seguro.


Tenemos niños aquí. ¿Y si hay más accidentes? —dijo Jessica.

Los demás aldeanos asintieron con la cabeza.

—No los habrá. Wolf me va a enseñar a usar mi magia con seguridad —


dijo Star.

—Enseñarte magia no es una solución rápida. Te llevará muchos años


convertirte en alguien competente. Y mientras tanto, nos pones a todos
en peligro.

—Oh, cállate —dijo una mujer entre la multitud.

Jessica se volvió hacia ella.

—Cómo te atreves a hablarme así.

—Te hablaré como quiera. Estás hablando con el culo.

—Como descendiente de uno de los fundadores de la aldea, merezco


respeto.

—Me da igual quién seas, el respeto se gana y tú no has hecho nada para
ganarte el respeto de la gente del pueblo.
—No eres más que una matona y este pequeño truco sólo lo demuestra
—dijo otra mujer.

—Estoy cuidando del pueblo —dijo Jessica.

—Como siempre, te preocupas por ti misma —dijo la segunda mujer.

De repente, un tomate parece salir de la nada y salpica la cara de Star.


La humillación y la tristeza se apoderaron de ella.

Jessica la miró y se echó a reír.

De repente, un trueno retumbó en el cielo cercano. El sol había


brillado momentos antes, pero ahora el cielo se tornaba de un tono gris
pizarra. Cuando los cielos se abrieron y la lluvia se abatió sobre ellos, la
gente se dispersó para entrar y Star también lo hizo, antes de que nadie
pudiera hacer la conexión con ella y el repentino cambio de tiempo.

Wolf golpeó la puerta de Jessica. La ira bullía en su interior y


necesitaba calmarse, porque su reacción a lo que Jessica había hecho no
era racional. No tenía ni idea de por qué se sentía tan protector con Star,
estaba bastante seguro de que ella podía luchar sus propias batallas si
quería. Sin embargo, aquí estaba. Se decía a sí mismo que actuaba por
una queja de otro miembro de la aldea, pero eso no explicaba por qué
estaba tan enfadado.

Al cabo de unos instantes, Jessica contestó.

—Wolf, qué agradable sorpresa.

Controló su ira y trató de hablarle con calma.


—Me he enterado de tu pequeño enfrentamiento con Star. Espero más
de ti que eso. Espero que todos traten a los recién llegados con
amabilidad.

—Sólo hice lo que tú deberías haber hecho. Sabes que ella causó lo que
le pasó a Cleo Walsh por su magia indomable. Sin embargo, estás feliz de
que ella camine por las calles como si no fuera una bomba de tiempo.

—Eso es ridículo. Lo que pasó fue un accidente, ella no tenía ni idea de


lo que estaba haciendo.

—Eso lo hace peor.

—¿Qué demonios pretendes? Normalmente pisoteas por aquí como un


oso con la cabeza dolorida, pero nunca antes has señalado a alguien para
tu crueldad. Y tratar de reunir a la gente en su contra, ella ha estado en el
pueblo durante cinco minutos.

Se cruzó de brazos.

—He oído que están prometidos. ¿Por eso la has traído aquí?

—No tenía ni idea de quién era cuando le ofrecí un lugar aquí. Solicitó
venir porque siempre ha sentido una conexión con el pueblo y resulta que
nació en Midnight. Pero nuestra conexión no es más que un cumpleaños
compartido.

—Pero los vi a los dos hoy, fuera del jardín de hierbas de Tabitha. Le
acariciaste la cara. Y la forma en que te miraba era como un cachorro
mirando a su amado dueño.

Wolf maldijo en voz baja. No sabía qué le había impulsado a tocar a Star
aquel mismo día. Siempre había sido inflexible en no involucrarse con las
mujeres del pueblo y nunca había tenido la tentación de romper esa
regla. Y entonces llegó Star y puso su mundo patas arriba. La deseaba
con una necesidad desesperada que nunca antes había sentido. Pero,
independientemente de lo que sintiera por ella, era importante mantener
la profesionalidad entre ellos y no debería haberle tocado el labio para
limpiarle el chocolate. Cualquiera podría haberlo visto. No quería que
ninguno de los aldeanos pensara que estaba abusando de su posición
como alcalde. Y lo más importante, no quería alentar ningún sentimiento
de Star.

—Intento protegerte de ella —dijo Jessica—. Sé que no te gusta


involucrarte con mujeres del pueblo y también tienes que pensar en tu
reputación.

—Puedo cuidar de mí mismo. Y a quien toque o con quien hable o con


quien tenga cualquier tipo de amistad o relación no tiene nada que ver
contigo.

—Sería una pena que todos en el pueblo se enteraran de lo que le pasó a


Cleo. No sé si serían tan acogedores si supieran que Star casi mata a
alguien.

El ruido que salió de su garganta fue poco menos que un gruñido y le


sorprendió.

Jessica incluso dio un paso atrás.

—Aléjate de ella, ¿me entiendes?

Ella asintió, con los ojos muy abiertos.

—Y aléjate de mí también.
Con eso se marchó. Y ahora tenía que ir a ver a Star también. Su plan de
mantenerse alejado de ella durante unos días claramente no estaba
funcionando.

Wolf llamó a la puerta de Star, pero no respondió. Estaba seguro de


que, después de lo ocurrido, ella se habría ido a casa.

De repente, Viktor saltó al alféizar del salón y abrió la ventana.

—Me ha dicho que te diga que no está.

Wolf suspiró. Realmente era demasiado grande para seguir


trepando por la ventana. Se asomó por la rendija y vio a Star acechando
en la cocina.

—Star, abre la puerta, tenemos que hablar.

Dudó un momento y se acercó a abrirla. Él entró antes de que ella


pudiera detenerlo.

—¿Estás bien? —dijo Wolf, inclinándose sobre ella para cerrar la


puerta y dándose cuenta de que estaba demasiado cerca. Retrocedió
rápidamente, pero la pared estaba detrás de él y no quedaba mucho
espacio entre ellos.

—Me han tirado un tomate, ¿qué te parece?

—Hablé con Maxine sobre eso. No debería arrojar nada a otros


aldeanos, especialmente cuando es tan mala tiradora.

—Pésimo tiro, me dio en la cara.


—Estaba apuntando a Jessica.

—Oh.

—Maxine y Jessica tienen una historia de la que normalmente intento


mantenerme alejado, pero cuando Maxine recurre a tirar verduras tuve
que darle un aviso. Jessica no es muy querida en el pueblo, por nadie.
Desde luego no se habría ganado ningún amigo por su numerito de hoy
contigo.

Star dejó escapar un fuerte suspiro.

—Pensé en venir aquí y escapar de todo el alboroto que rodea el


incidente con Cleo. Pero, por supuesto, la mayoría de la gente sabría
quién soy.

—Y a la mayoría de la gente no le importa. Eres nueva aquí, eso es más


emocionante que algunos chismes en el periódico.

—Pero Jessica tiene razón. Cleo casi muere porque no controlo mi


magia. ¿No te preocupa un poco tenerme aquí por si lastimo a alguno de
los aldeanos?

—Ni un poquito. No eres una persona malévola. Mucha magia se basa


en la intención y tú nunca quisiste hacerle daño. Pero si te preocupa,
puedo empezar a enseñarte a usar tu magia mañana.

—Creo que es una buena idea. Nunca voy a encajar aquí hasta que
pueda hacer algo de magia. —Ella suspiró y lo miró como esperando que
dijera algo más. Él no estaba seguro de lo que debía decir—. ¿No vamos a
hablar de lo que pasó después de que Maxine me tirara un tomate?

Frunció el ceño.
—Yo no estaba allí, así que no estoy seguro de lo que quieres decir. Erin
y Maxine vinieron a verme después para contarme lo que Jessica había
hecho. Maxine estaba mortificada por el tomate. No mencionaron nada
más.

—¿No mencionaron los truenos y la lluvia?

—No. Quiero decir, sé que tuvimos un pequeño chaparrón y un poco de


truenos. ¿A dónde quieres llegar con esto?

—Me preocupa haberlo causado.

Sintió que se le disparaban las cejas.

—El trueno se produjo justo después de que me golpearan en la cara con


un tomate. El sol había brillado segundos antes, ni una nube en el cielo.

—Sabes que aquí tenemos un tiempo raro todo el tiempo debido a la


maldición. Las tormentas extrañas no son inusuales. Y por lo que sé de las
brujas del tiempo, se necesita mucha concentración y habilidad para
invocar el clima. No sucede sólo porque estés enojada o triste.

Se preguntó si estaba intentando convencerse a sí mismo más que a


ella, porque existía una posibilidad muy real de que fuera una bruja del
tiempo.

Dejó escapar un pequeño suspiro de alivio y su corazón se compadeció


de ella. Ella deseaba desesperadamente encajar aquí y tenía tantas
preocupaciones rondándole la cabeza. Él sólo quería abrazarla y
quitarle todo ese estrés.

Le puso la mano en el hombro.

—Todo va a estar bien.


Ella asintió y él se dio cuenta de que tenía unas cuantas semillas de
tomate atascadas en el cabello. Había movido la mano para quitárselas
antes de darse cuenta de lo que hacía y la arrebató, pero ella ya se había
dado cuenta y lo miró confundida.

Ahora era el momento de abordarlo, de disculparse por haberla tocado


antes y de asegurarse de que supiera que no iba a pasar nada entre ellos.

En ese momento llamaron a la puerta y Star dio un respingo, como si


esperara una turba enloquecida fuera.

—Yo abro —dijo Wolf y ella dio un paso atrás para dejarle abrir la
puerta. Suspiró cuando vio a Maxine allí.

—¿Está ahí? Quiero disculparme —dijo Maxine.

Star asomó cautelosamente la cabeza por la puerta.

—Lo siento mucho —dijo Maxine—. Solo quería borrar esa estúpida
sonrisa de la cara de Jessica y en vez de eso te golpee a ti. Debería haber
usado mi magia para dar en el blanco, pero estaba tan enfadada por lo que
estaba haciendo que ni siquiera pensé.

—Star, ella es Maxine. Maxine, ella es Star.

—Habría venido antes, pero Ezra no me dijo dónde vivías y Wolf


tampoco, como si fuera a llamar a tu puerta y tirarte más tomates.
Tuve que preguntar mucho hasta que supe dónde estabas. ¿Estás bien?
—dijo Maxine, casi sin aliento.

—No te dije dónde vivía porque no estaba seguro de que Star quisiera
verte después de lo que pasó.
—Por supuesto que lo haría —dijo Maxine, completamente
imperturbable—. Ella querría saber que estoy de su lado.

—Las dejaré solas —dijo Wolf y salió.

—Lo siento mucho —dijo Maxine.

—Está bien —dijo Star.

Maxine se adelantó y le dio un fuerte abrazo y Star sonrió y le devolvió


el abrazo.

Wolf se alejó, deseando haber sido él quien la abrazara y la hiciera


sonreír de nuevo.
Capítulo siete

Star se metió en la cama con una taza de chocolate caliente, que le


resultaba un poco raro beber cuando aún hacía tanto calor fuera. Había
sido un día extraño y esperaba calmar su mente antes de irse a dormir.
Tenía la mente muy ocupada. Era una bruja que vivía en un pueblo lleno
de… brujas. No sabía ni por dónde empezar. Descubrir que sus padres
biológicos habían vivido en el pueblo había sido otro shock.

Miró su teléfono y vio que había un mensaje de su amiga Tig,


preguntándole cómo estaba su nuevo hogar. ¿Cómo podía empezar a
explicar lo que había pasado hoy? ¿Tenía derecho a decirle a la gente
que era bruja? Suponía que muchas brujas confiaban sus habilidades a
personas no mágicas, a aquellas en las que realmente podían confiar, y
aunque probablemente podía confiar en que Tig no diría nada a nadie,
Star no sabía ni por dónde empezar la conversación. Como cualquiera,
Tig probablemente querría algún tipo de prueba si su amiga de repente
afirmaba tener poderes mágicos y su primera petición probablemente
sería que Star convirtiera a Cleo Walsh en un sapo, como si casi matarla
no fuera suficiente.

Tecleó rápidamente una respuesta.

STAR:
La casa es preciosa y el pueblo muy bonito.
Ya está, todo eso era verdad.

TIG:
Oh dios, no puedo esperar a verlo.

Star se sentó rápidamente en la cama. Oh, Dios, se suponía que iba a


subir en Nochebuena con el resto de las cosas de Star. Tig no pasaría de la
puerta y Star no quería que viera a los guardias armados. A Star ya le
había chocado bastante verlos incluso cuando eran amables y la dejaban
entrar, no sería una experiencia muy agradable para Tig que la
rechazaran. No podía arriesgarse a que Tig viera algo mágico, así que
tendría que reunirse con ella al final del camino de entrada y trasladar
todas sus cosas a su auto, lejos del pueblo. Tecleó rápidamente su
respuesta.

STAR:
Desgraciadamente, es un pueblo privado, no te dejará n entrar. Cuando vengas
en Nochebuena, te veré al final del camino para recoger mis cosas o nos
vemos en el pueblo para tomar un café y un pastel.

TIG:
¿Es privado? ¿Qué tienen que esconder? Oh espera, ¿tienes una celebridad
viviendo allí? ¿Es Tom Cruise? ¿Es Johnny Depp?
Star suspiró. Por supuesto que Tig despertaría su interés. Star también
había sentido siempre curiosidad por el pueblo. Aunque ahora la
privacidad tenía mucho sentido, pero una cosa era decirle a Tig que Star
era bruja y otra muy distinta decirle que ahora vivía en todo un pueblo de
brujas. Ese no era su secreto. Buscó una excusa para explicar por qué un
pueblo era tan privado. Sus ojos se posaron en una foto enmarcada en la
pared del David de Miguel Ángel en todo su esplendor desnudo.

Star sonrió y tecleó rápidamente su respuesta.

STAR:
No hay celebridades aquí. Nada tan emocionante. Si te lo digo, ¿me prometes
que no te reirá s ni se lo dirá s a nadie?

TIG:
Por supuesto.

Sonrió satisfecha mientras escribía su respuesta.

STAR:
El pueblo es para naturistas. Todos andan desnudos todo el tiempo. Por eso
son tan privados.

TIG:
¿Incluso en invierno?

Star maldijo por no haber pensado bien esta mentira.

STAR:
Algunos lo hacen, está n acostumbrados al frío. Algunos só lo van desnudos en
los meses má s cá lidos.
TIG:
¿Tú también vas desnuda?

Star pensó en el viejo adagio: qué enmarañada red tejemos cuando


primero practicamos el engaño. Tecleó su respuesta.

STAR:
Sí, yo también. Soy una nudista de closet. Siempre me ha gustado estar
desnuda, pero nunca me había atrevido a hacerlo en pú blico. Ahora puedo
ser libre para ser quien realmente soy.

Al menos había un fragmento de verdad en ese mensaje.

TIG:
No tenía ni idea. Me alegro mucho de que hayas encontrado un lugar donde
puedes ser tú misma.

Star sonrió.

TIG:
¿Hay hombres guapos allí?

Le siguió un emoji con los ojos muy abiertos.


Star se rió. Al menos era un tema sobre el que podía ser sincera.

STAR:
El alcalde es bastante caliente.

TIG:
¿Y lo has visto desnudo?

Star sonrió.

STAR:
Todavía no.

TIG:
Tendrá s que avisarme cuando lo hagas.

Star se rió y colgó el teléfono mientras pensaba en Wolf, aunque ahora


la idea estaba en su cabeza, era realmente difícil no pensar en él desnudo.

Había algo entre ellos que ella no podía identificar.

Claro que Wolf le atraía -a qué mujer no, estaba buenísimo-, pero eso
no significaba que quisiera involucrarse con él. Si éste iba a ser su nuevo
hogar, no quería complicar las cosas empezando algo con Wolf que
terminaría invariablemente y luego tener la incomodidad de verlo todos
los días. Él mismo había dicho lo mismo, nunca saldría con nadie del
pueblo. Él iba a ser su maestro y ella estaba desesperada por aprenderlo
todo. No quería que las cosas fueran raras entre ellos.

Pero su atracción por él se debía a algo más que a su aspecto. Sentía


que lo conocía y no sabía por qué. Cuando la abrazó, supo que ya la había
abrazado antes. Cuando le tocó los labios, cuando le tomó la mano, sintió
una sensación de reconocimiento y familiaridad.

Viktor saltó a la cama, lamiéndose las patas después de beber la leche


caliente que le había preparado.

—Estás pensando en él —dijo Viktor.

—¿En quién? —dijo Star, alarmada. ¿Podía leer la mente?

—Wolf. Tienes corazones de amor en los ojos.

—No lo hago. Estás haciendo el ridículo.

—La dama protesta demasiado, me parece.

—¿Ahora estás citando a Shakespeare?

—Escribí la mitad de las obras de Shakespeare para él, incluyendo


Hamlet.

—¿Qué? ¿En serio?

Viktor se acurrucó.

—¿Crees que los escritores fantasma son sólo una cosa de la cultura
actual, en la que a un pobre autor se le paga una miseria por escribir la
historia, mientras que a la gran celebridad se le paga mucho dinero por
simplemente tener su nombre en la portada del libro? Eso ha ocurrido
durante cientos de años. Como era tan célebre, Will cobraba unas ocho
libras cuando vendía una de mis obras. Eso es el salario de un año para
algunas personas. De eso, me pagaba diez chelines. Era muy injusto.
Pero yo era una mujer entonces. Nadie quería obras de una escritora, y
menos si era una dama de la noche. Me pagaba más por sexo que por mis
obras. No sé qué dice eso de mis proezas sexuales cuando mis obras son
conocidas, representadas y amadas en todo el mundo cientos de años
después de que las escribiera. Debía de ser un demonio sexual entre las
sábanas.

Star no sabía qué hacer con esta información ni si creérsela.

—¿Cuántos años tienes?

—He caminado por esta tierra durante mil ochocientos setenta y seis
años. He sido rey, reina, presidente, emperador, guerrero, médico,
profesor, erudito, inventor y ahora gato. Llevo quince años en este
cuerpo. No es la vida a la que estoy acostumbrado. Pero es pacífica, así
que al menos debo estar agradecido por ello. Pero mi experiencia en esta
tierra me ha enseñado muchas cosas sobre el amor o la lujuria. Tú,
jovencita, estás deseando a nuestro joven alcalde. Puedo verlo.

—No es eso. Lo conozco. No sé de dónde, pero sé que lo conozco.

—Tal vez en una vida anterior entonces. Las almas gemelas a menudo
se encuentran en la siguiente vida y en la siguiente. Estás unido a tu alma
gemela a través del paso del tiempo y el giro de la rueda. Tal vez sean
almas gemelas, destinadas a estar juntas.

Se sentó y dio un sorbo a su bebida mientras pensaba.

—¿Siempre has estado rodeado de brujas?


—Siempre he sido uno. Mi magia es algo limitada en este cuerpo. Pero
cuando llega el momento para ello, puedo reunir un poco.

—¿Más de mil años de experiencia en magia y brujas?

—Lo he visto todo.

Dejó escapar un pequeño suspiro.

—Tengo tanto que aprender.

Pasó algún tiempo buscando información sobre brujería en Internet y


cayó en una madriguera de conejos sobre juicios de brujas y sobre cómo
las brujas acusadas habían sido quemadas, ahogadas y ahorcadas en el
pasado. Después de asustarse, empezó a leer el libro que había comprado
sobre las brujas del tiempo. La historia no había sido amable con las
brujas del tiempo, la gente inevitablemente tenía miedo de las que tenían
un gran poder. En el pasado, una bruja capaz de dominar el clima a su
antojo había sido terriblemente torturada antes de morir. ¿Y si algunos
aldeanos se daban cuenta de lo fuerte que parecía ser Star? ¿Y si le temían
y la echaban? ¿O algo peor?

—¿Sabes mucho sobre las brujas del tiempo?

—Sé que siempre se las acusa de lo mismo. La gente teme que las brujas
del tiempo los asesinen en sus camas, que arrasen pueblos enteros,
aunque la bruja del tiempo en cuestión no haya hecho nada para merecer
ese temor. Así que se adelantan. Matan a las brujas del tiempo antes de
que las brujas puedan matarlos a ellos. O, en algunos casos, lo han
intentado y la bruja se ha vengado, agravando el miedo de las
generaciones futuras. Pero las historias nunca cuentan qué se le hizo a la
bruja del tiempo para merecer esa venganza, sólo lo malvada que era. Es
muy triste.

Eso no la llenó de alegría. No tenía ni idea de si lo era, pero Wolf se


había preocupado bastante por si era capaz de invocar la nieve. No es que
ella lo creyera, pero Wolf estaba convencido de que tenía un gran poder.
Esta tarde, cuando había tronado segundos después de que le dieran en la
cara con un tomate, eso también la había preocupado.

Quería saber más sobre su pasado y sólo su madre podía responder a


esas preguntas.

—Voy a llamar a mi madre —dijo Star.

—Supongo que quieres algo de privacidad.

—Si no te importa. Tal vez vuelva en media hora. —Viktor se estiró,


bostezó y salió de la habitación.

Tomó el teléfono y llamó a su madre, Carys. Se había mudado a


Australia hacía unos años para estar más cerca de su hermana. Su madre
estaría despierta ahora, probablemente desayunando en el solárium,
leyendo su novela negra favorita con una taza de Earl Grey.

—Hola, mamá —dijo Star cuando contestó al teléfono.

—Seren Annwyl —le dijo su madre, con cariño, y Star sonrió al oír el
apodo galés con el que su madre siempre la llamaba—. ¿Cómo va todo
por allí? ¿Se ha calmado todo lo de las noticias?

Star ni siquiera había mirado las noticias de hoy para ver si la historia
seguía circulando. Se había pasado la última semana estudiando a fondo
todos los artículos y comentarios en Internet para ver qué decían de ella.
Pero hoy no se le había ocurrido mirar. Aunque mucha gente de aquí
sabía quién era, tenía la esperanza de que, ahora que había desaparecido,
la prensa la olvidaría y pasaría página.

—Creo que al final todo se olvidará —dijo Star—. Mamá, tengo una
pregunta para ti y no quiero que la descartes o evites responderla. Te
agradecería mucho que fueras sincera.

—De acuerdo —dijo Carys, con cuidado, claramente sin tener ni idea de
lo que venía a continuación.

Star reflexionó sobre lo que iba a decir. Una vez que lo hubiera dicho en
voz alta, no habría vuelta atrás.

—¿Sabías que era una bruja?

Se hizo el silencio al otro lado del teléfono y Star se preguntó si su


madre la habría oído o qué estaría pensando.

—¿Mamá?

—Claro que lo sabíamos, cariño. Te encontramos flotando a medio


metro por encima de tu cuna cuando tenías seis meses. No podías andar
ni gatear, pero volabas.

A Star se le cortó la respiración.

—Hacías que tus juguetes flotaran a tu alrededor, que las cosas saltaran
por la habitación hasta tus manos. Sabíamos que eras especial. Bueno, al
principio pensamos que podrías estar poseída o que había algún tipo de
poltergeist visitándote. Pero hablamos con un cura, vino a visitarnos y
nos explicó que eras una bruja. Estaba muy emocionado. Dijo que había
conocido a algunas brujas adultas, pero nunca a una niña. También nos
dijo que nunca debíamos contárselo a nadie y que debíamos impedirte
hacer magia siempre que lo intentaras.

A Star se le quebró la voz al hablar.

—Mamá, ¿por qué has hecho eso? Es una parte de mí, una gran parte, y
he vivido sin saber quién era todos estos años.

—Dijo que nadie entendería lo que eras, que intentarían llevarte, que te
harían pruebas para averiguar más sobre tus poderes. No queríamos eso.
No queríamos que nadie pensara que eras un bicho raro. Eras nuestro
bebé. Así que cuando usabas tus poderes, solíamos regañarte, detenerte.
Odiaba tratar de negar quién eras, pero a tu padre le preocupaba que
otros lo descubrieran. Pronto dejaste de usarlos. Pero pasaban cosas a tu
alrededor todo el tiempo como si tu magia estuviera fuera de control.
Ocurrían cosas cuando dormías y no sabíamos cómo manejarlas.

Star oyó suspirar a su madre.

»El cura nos puso en contacto con una bruja que vivía en el pueblo de al
lado y cuando la bruja vino se puso furiosa porque habíamos adoptado a
una bruja, dijo que debías ser criada por tu propia gente y que tendría que
hablar con el alcalde para que te devolviera. Estábamos horrorizados.
Eras nuestra hija y nadie nos la iba a quitar. La bruja volvió y trajo a dos
de sus amigas brujas. Por lo visto, el alcalde de su pueblecito había dicho
que no quería interferir y que no les estaba permitido separarte de
nosotros, así que se ofrecieron a enseñarte. Querían llevarte al pueblo
todos los días para entrenarte, pero, por supuesto, no podíamos estar allí
contigo. No queríamos tener nada que ver con ellos después de sus
amenazas, así que nos negamos, pero siempre teníamos miedo de que
volvieran y te llevaran de todos modos.
A Star se le derritió el corazón.

—Oh mamá, nunca supe nada de esto. No sabía que tenías miedo de
perderme. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Pensamos que era más fácil negarlo, descartar tus observaciones de la


magia como una imaginación hiperactiva o el viento u otra cosa. Pero a
medida que crecías te obsesionabas con ese maldito pueblo de al lado. No
me gustaban. Cada vez que me encontraba con alguno de ellos en la
tienda, nos miraban como si fuéramos malos padres. Entonces empezaste
a hablar de jugar con un chico en el bosque detrás del pueblo y de su
magia y supe que también era uno de ellos. Un día llegaste a casa y dijiste
que te había dicho que se iba a casar contigo. No te lo pidió, sino que te lo
dijo, y me pregunté si el pueblo era en realidad una secta extraña y si
fomentaban el matrimonio infantil. Fui a verlo para decirle que no se
acercara a mi hija y ni siquiera pude verlo. Me asusté y no quería que te
acercaras a ese lugar. Y después de la muerte de tu padre, no sabía qué
hacer para protegerte mejor. Por eso nos mudamos.

Star sacudió la cabeza. Había sido muy duro para sus padres, siempre
intentando mantener su magia en secreto para protegerla. Sus padres
habían vivido con ese miedo toda su vida, mientras que ella lo ignoraba
todo.

—Dios, entiendo tus miedos, sobre todo cuando era una niña y con la
forma en que te trataban las otras brujas, pero ¿por qué no me lo dijiste
cuando era mayor? Merecía saber la verdad sobre quién soy.

—Todo parecía tan aterrador y peligroso. Un día llegaste a casa de jugar


con ese chico y tenías el cabello chamuscado, la ropa olía a humo como si
hubieras pasado por un incendio, y pensé que quizá era mejor que nunca
te ocuparas de esa parte de ti. Pensé que estarías más segura.

Star recordaba aquel día tan irreal, tan aterrador, que nunca le había
contado a su madre la verdad de lo ocurrido. Había pasado tantos años
pensando en su tiempo con Cub como una especie de fantasía que nunca
había sucedido realmente y ahora parecía que todo había sido verdad. Se
preguntaba qué habría sido del chico que le había dicho que un día se
casarían. Probablemente había crecido y se había marchado hacía
muchos años.

—El problema es que estos poderes están en mí, nos guste o no, y a
menos que aprenda a usarlos correctamente, podría acabar haciéndome
daño a mí mismo o a los demás.

—Oh Star, me preocupa que juegues con estas cosas.

—Tengo un profesor muy paciente y tengo que hacerlo. Wolf cree que
he estado haciendo magdalenas mágicas todos estos años y que el efecto
que tuvo la tarta en Cleo Walsh fue porque vertí odio en su tarta. Mamá,
podría haberla matado. Y esto es lo que soy, tengo que aceptarlo, no huir
de él.

Su madre guardó silencio durante un rato.

—No puedo envolverte en algodón para siempre.

—No puedes, aunque entiendo por qué intentaste protegerme.

—Te amo, Seren.

—Yo también te amo. Me voy a la cama. Me pondré en contacto pronto.

Se despidieron y Star colgó.


Suspiró y se pasó la mano por la cara. Su vida podría haber sido muy
diferente si hubiera sabido quién era.

Pensó en Cub. Esa había sido la primera vez que alguien le había dicho
que la magia era real. Recordó cómo se conocieron y que la magia había
sido lo primero que los había unido. Había estado deambulando entre
los árboles del bosque detrás de Midnight Village, trepando al gran
arce para poder mirar por encima del muro de tres metros, pero las
casas estaban demasiado lejos para ver nada. Se sorprendió cuando las
hojas del árbol empezaron a bailar a su alrededor, haciendo bucles y
giros, y pensó que era mágico. Había vuelto tres veces para ver las hojas
mágicas, pero a la tercera, Cub había estado allí. Él le había dicho que
no podía subir al árbol, así que ella volvía sólo para fastidiarlo.
Entonces él la criticaba, diciendo que no hacía que las hojas se movieran
bien, aunque ella no creía que fuera ella quien las movía en primer
lugar. Siempre fue grosero con ella, hasta el día en que murió su
padre. La había encontrado llorando en el árbol y, cuando ella le contó
por qué, él se sentó a su lado y la abrazó mientras lloraba.

Después se hicieron amigos. Se sentaba a su lado en el árbol, la tomaba


de la mano y compartía su magia con ella. En aquel entonces, cuando era
una niña, se sentía como si hubiera entrado en Narnia o Hogwarts y le
hubiera mostrado este tentador vistazo a un mundo mágico. Hacía bailar
las hojas, los pájaros y los insectos se posaban en su mano. Conjuraba
fuego y hacía que chispas de luz los rodearan. Llamaba al viento y volaba
alrededor del árbol. Era... encantador. Un día le contó que su abuela le
había dicho que se casaría con ella cuando fueran mayores y a ella le
pareció sorprendentemente bien. Estar con él la hacía sentir muy
emocionada.
Le había contado a su madre las cosas que podía hacer y Carys siempre
lo había descartado como una especie de truco de magia, como el que
podría hacer un mago en un espectáculo. Su madre le había dicho que
tenía una gran imaginación y cuando Star no estaba con Cub, había
empezado a dudar de las cosas que había visto. Pero cuando estaba con él,
no quería cuestionar las cosas que podía hacer. Quería creer en la magia,
la maravilla y la esperanza. Las cosas siempre eran oscuras y tristes en
casa, pero con Cub siempre había una luz. Él la había hecho tan feliz y por
primera vez en su vida había sabido lo que era estar enamorada. Y
aunque hubiera sido fácil descartarlo como un romance infantil sin
sentido, él había arriesgado su vida para salvar la de ella.

Recordó el día del que le había hablado su madre, cuando volvió a casa
con el cabello oliendo a humo porque había sido la última vez que lo había
visto. Su último beso cuando no tenía ni idea de que iba a ser un beso de
despedida.

Se bebió lo que quedaba de chocolate caliente y se acurrucó en la cama.


Se durmió rápidamente y soñó con un chico de ojos verde mar.

Star corrió por el bosque, cruzó el arroyo y tomó el camino que había detrás
de la vieja cabaña en ruinas. Al doblar una esquina, pudo ver el imponente
arce que tenía delante y el muro del pueblo que lo atravesaba. El árbol
siempre le hacía reír, como si nunca pudiera decidirse en qué estación del
año estaba. La mitad del árbol que estaba en su lado del bosque tenía hojas
rojas y doradas, en consonancia con el resto del follaje otoñal, pero las hojas
que sobresalían por el lado del pueblo eran frescas y verdes.
Se subió a la rama más baja, que prácticamente tocaba el suelo, y trepó por
las ramas con confianza hasta llegar a las dos grandes ramas bifurcadas que
corrían horizontalmente una al lado de la otra. Cub la esperaba y le tendió
la mano para ayudarla a subir el último tramo.

Una vez junto a él, se inclinó y le dio un suave beso en los labios. En los
momentos en que estaba sentada en casa dudando de todo lo que había visto,
preguntándose si algo de eso era real o sólo alucinaciones inducidas por el
dolor, se aferraba a esos besos porque sabía que eran más reales que cualquier
otra cosa.

Se apartó, acariciándole la cara.

—Hola.

—Hola. —Ella le sonrió.

Miró hacia el pueblo.

—¿Puedes sentirlo? Se acerca una tormenta. Aquí hay muchas tormentas,


grandes y violentas, como si alguien desatara su furia sobre nosotros.

Y como si de algún modo la hubiera invocado al hablar de ella, observó


cómo las nubes se oscurecían y surcaban el cielo como si de repente estuvieran
en avance rápido. Los truenos sonaron y retumbaron en las cercanías y la
lluvia cayó sobre ellos, empapándolos hasta la piel en cuestión de segundos.
Un relámpago iluminó las colinas más allá del pueblo.

—¿Estaremos a salvo aquí? —preguntó Star, amando la sensación de la


lluvia sobre su piel. La hacía sentir viva.

—Las tormentas no son nada de lo que asustarse —dijo Cub, rodeándola


con un brazo.
—No me dan miedo las tormentas, pero me preocupa subirme a un árbol y
que me caiga un rayo.

Le sonrió.

—Los rayos tampoco son algo de lo que asustarse. No para nosotros. Es sólo
una energía mágica, igual que hay magia a nuestro alrededor en el aire, los
árboles y el agua. No me malinterpretes, nos dolerá mucho si nos golpea, es
una poderosa fuente de energía mágica, pero si eres muy lista, puedes
controlarla. Puedes usar esa energía mágica sólo durante unos segundos y
dirigirla lejos de ti. Ha habido algunas brujas del tiempo que incluso la
han utilizado como arma. Invocar el rayo, controlarlo para luchar contra
otros. Cuando empiezas a investigar nuestra historia, la verdadera historia
de las brujas, hay cosas fascinantes y espeluznantes ahí fuera.

El cielo se iluminó en la nube sobre ellos, un poco más cerca que el último
destello. Ella lo miró asombrada.

—¿Has controlado alguna vez el rayo?

—He tenido la suerte de que nunca me haya alcanzado un rayo. Los rayos
que caen sobre las personas son bastante raros, pero los rayos son atraídos por
el poder, se alimentan de él. La mayoría de las personas que han sido
alcanzadas por un rayo son brujas, porque el poder atrae al poder. Pero no
creo que debamos preocuparnos. Sólo el veinte por ciento de los rayos tocan el
suelo, el resto se queda en el cielo.

Lo miró con una sonrisa.

—¿Eres un friki del tiempo?

Sonrió.
—Es algo que he estado estudiando últimamente. Mi abuela me dice que
tengo mucha fuerza, así que esperaba poder ayudar con el tiempo tan loco que
tenemos aquí en el pueblo. Hasta ahora no he tenido mucha suerte.

Un relámpago rompió el campo bajo ellos, abrasando el suelo.

—Eso está un poco cerca —dijo Star.

—Sí, demasiado cerca —dijo Cub.

Y de repente todo pareció suceder a cámara lenta. El cielo estalló justo


encima de ellos y un destello de pura energía eléctrica blanca irrumpió hacia
ellos, más concretamente, hacia ella. E, inexplicablemente, Cub se puso
delante de ella.

El rayo le dio de lleno en el pecho y rugió, pero extendió los brazos hacia los
lados y el rayo salió disparado de sus manos, cayó al suelo y desapareció.

Permanecieron en silencio durante un segundo. El olor a quemado flotaba


en el aire, al igual que el humo que los rodeaba.

Cub se giró para mirarla, con las manos sobre los hombros.

—¿Estás bien?

—Cristo, Cub, ¿lo estás? —Sus ojos recorrieron su cuerpo y ella pudo ver
que la camiseta alrededor de su pecho tenía un agujero negro quemado justo
en el medio, la piel debajo estaba roja en carne viva. Se le llenaron los ojos de
lágrimas—. Oh Dios mío, podrías haber muerto.

—Estoy bien. Fue mucho más difícil de lo que pensé controlarlo, pero estoy
bien.

—¿Por qué hiciste eso?


Agachó la cabeza para mirarla a los ojos, sus ojos verde mar estaban serios
cuando habló.

—Estoy enamorado de ti, Seren, nunca dejaré que nada te lastime.


Capítulo ocho

Star se despertó sobresaltada, con la respiración agitada.

Rápidamente salió de la cama, se puso algo de ropa y corrió por las


tranquilas calles iluminadas por la luna hasta la casa de Wolf. Todo el
mundo dormía y las casas estaban a oscuras mientras ella golpeaba la
puerta. Aunque pudo ver cómo se movían las cortinas de la casa de
Charles. Obviamente, también lo había despertado.

Tardó unos instantes, pero entonces un Wolf muy arrugado y sin


camiseta abrió la puerta.

—Star, ¿estás bien? Pasa.

Ella entró en su salón.

—Tenemos que hablar.

Se volvió hacia él cuando cerró la puerta y enseguida vio las cicatrices


que le cruzaban el pecho y le bajaban por los brazos. Parecían las ramas de
un árbol, retorciéndose y extendiéndose desde el punto de impacto del
rayo.

—Dios mío. —Star se acercó y sin pensarlo trazó con sus dedos las
cicatrices sobre su corazón.

Las cicatrices que demostraban que él la había salvado.


Inmediatamente Wolf le agarró la muñeca y le apartó la mano. Estaba
furioso.

—Star, ¿qué demonios estás haciendo? Apareces en mi casa en mitad


de la noche y empiezas a tocarme. ¿Cómo te sentirías si la situación fuera
al revés?

Impertérrita, no pudo evitar mirarlo.

—Realmente eres tú, ¿no? ¿Eres Cub?

Ella levantó la vista hacia él y toda la ira desapareció de su rostro, con la


respiración entrecortada en la garganta mientras la miraba fijamente,
con los ojos desorbitados por la sorpresa. Cuando habló, su voz se
entrecortó.

—¿Seren?

Se le llenaron los ojos de lágrimas y asintió. Hacía tanto tiempo que no


lo veía. Nunca pensó que volvería a verlo.

Se pasó las manos por el cabello, mirándola atónito.

—No puedo creer que estés aquí, después de todo este tiempo. No
puedo creer que seas tú. Soñé con ese día —señaló la cicatriz.

Ella lo miró incrédula.

—Yo también. —Volvió a mirar la cicatriz—. ¿Puedo tocar...?

Él asintió, sin ira.

Ella avanzó y le trazó suavemente la cicatriz del pecho.

—Tú… me salvaste la vida.


—No fue nada.

—Te metiste en el camino de un rayo, no puedes decir que no fue nada.


—Frunció el ceño y dio un paso atrás—. ¿Cómo es que los dos tuvimos el
mismo sueño?

—A veces ocurre cuando dos personas comparten una conexión.


Supongo que inconscientemente ambos nos reconocimos.

Se miraron fijamente y ella sacudió la cabeza, apenas capaz de creer que


todo esto fuera real.

—Dijiste que te llamabas Cub.

—Así me llamaba todo el mundo, porque de pequeño era muy


pequeñito, y todos decían que no era un lobo, sino un cachorro. Aunque
técnicamente hablando probablemente debería haber sido cachorro, pero
cachorro era lo que quedaba. A mi hermano Lynx le llamaban Kitty, así
que probablemente yo me libré. Fui Cub hasta que fui un precoz
adolescente de dieciséis años e insistí en que ya era un hombre y que todos
debían llamarme Wolf de ahora en adelante. Pero tampoco me dijiste que
te llamabas Star. Dijiste que era Seren.

—Es un apodo. Mis padres son galeses, me llamaron Seren Annwyl, que
significa Amada de las Estrellas, y Seren se me quedó. Además, pensé que
si sabías mi verdadero nombre, me meterías en problemas. Estaba en
propiedad privada, sentada en el árbol que domina el pueblo.

—Probablemente lo hubiera hecho al principio. No me gustaba que


estuvieras allí. —Sonrió. Sus primeros encuentros no habían ido bien.
—Dios, estaba enamoradísima de ti. He tenido algunos novios a lo largo
de los años, pero mirando hacia atrás nada se compara con la primera
vez.

Se frotó la nuca.

—Yo también. Me parecías increíble. Estaba tan enamorado de ti. Te


recuerdo rodeada de esas hojas danzantes. Recuerdo que pensaba en lo
hermosa q u e eras. Fuiste mi primer beso.

Se tocó los labios mientras lo miraba fijamente.

—Tú fuiste el mío. —No se movieron mientras se miraban fijamente.

—Solía tener ganas de verte todos los días —dijo Wolf—. Y un día
dejaste de venir. Sabía que te mudabas, pero nunca viniste a despedirte.
No supe por qué hasta años después.

—Lo intenté. Volví todos los días durante dos semanas antes de irnos y
nunca pude encontrar el árbol. Era ridículo, llevaba dos años yendo a ese
árbol, conocía el camino con los ojos vendados, pero no podía
encontrarlo. Quería darte mi nueva dirección para que siguiéramos en
contacto, pero caminaba por el bosque durante horas y nunca volví a
encontrar el arce. Incluso volví aquí años después, varias veces en
realidad, sólo para intentar convencerme de que todo había sido real.
Volvía sobre mis pasos desde mi antigua casa, me adentraba en el
bosque, pasaba por encima del árbol caído, seguía el arroyo hasta la vieja
cabaña y luego tomaba el camino de atrás; el árbol debía de estar un
poco más adelante. Pero nunca pude volver a encontrarlo. Me
preguntaba si me lo había inventado todo. Mi padre enfermó y luego
murió, y el dolor y los traumas pueden hacerle cosas raras a la mente. Al
final lo relegué a uno de esos extraños recuerdos de la infancia que
probablemente nunca sucedieron y ahora descubro que era verdad, todo.
¿Por qué no pude encontrarte?

—Jessica Proudfoot atacando de nuevo. Crecimos juntos y ella sentía


algo por mí, incluso entonces. Se enteró de que nos veíamos y se lo dijo a
su padre, entonces alcalde. Él y los otros miembros del consejo decidieron
que era un punto débil en la seguridad del pueblo si podías trepar a ese
árbol que sobresalía de las murallas del pueblo. Decidieron,
probablemente con la ayuda del alcalde, que todos los bosques
circundantes eran un punto débil y pusieron guardias alrededor de las
murallas para impedir que la gente se acercara demasiado. Cuando uno se
topa con una barrera, se encuentra caminando en dirección contraria sin
darse cuenta. Desde hace años, los guardas están ahí, y estoy de acuerdo
en que nos dan una capa más de protección contra cualquier amenaza o
excursionistas o paseadores de perros que pasan por el bosque. Pero
significaba que nunca podías volver y no lo descubrí hasta varios años
después.

—Me bloquearon.

—Sí, pero no a ti en concreto, para ellos sólo eras una extraña.

Star suspiró.

—El último día que estuve aquí, te escribí una carta, marché hasta las
puertas del pueblo y se la entregué al guardia para que te la diera. Me dijo
que el alcalde había prohibido recibir cartas y, cuando le rogué y
supliqué, el guardia me dijo que no había nadie en el pueblo con tu
nombre. No dejaba de preguntarme si algo de aquello había sido real.
Seguía recordando los besos y la forma en que me mirabas y eso me
parecía real, pero con los años dudé de todo.

Wolf parecía enfadado.

—No lo sabía. Pero no me sorprende. Mi familia es muy rica y cuando la


madre de Jessica y mi madre nos tuvieron con días de diferencia, el
padre de Jessica vino a mis padres a pedir un matrimonio concertado.

—¿Qué?

—Era algo muy común hace cientos de años y había una antigua ley que
establecía que el alcalde tenía autoridad sobre estas cosas.
Tradicionalmente, la gente acudía al alcalde para pedir permiso para un
matrimonio concertado y él lo aprobaba si consideraba que era una buena
y próspera unión. El padre de Jessica intentó utilizar su autoridad, su
posición y esta ley para obligar a mis padres a prometer a su hijo de cinco
días en matrimonio con su hija.

—¿Qué demonios? ¿Qué han hecho tus padres?

—Mi padre le dio un puñetazo en la cara y lo mandó al infierno. Al


parecer, mis padres se empeñaron en que siempre pudiera elegir con
quién casarme.

—Eso es indignante. No puedo creer que el padre de Jessica hiciera algo


así.

—Estaba desesperado por conseguir dinero. Creo que vio a su hija


casándose conmigo como un partido próspero. Tenía miles de deudas
de juego. Durante los años que fue alcalde, robó miles de libras de los
fondos del pueblo. Me sorprende que se saliera con la suya tanto tiempo.
Todo salió a la luz poco después de que te fueras y él y su familia, incluida
Jessica, tuvieron que abandonar el pueblo. Pero ella volvió hace unos
años. No quería juzgarla por las acciones de su padre y nació en Midnight,
así que sentí que tenía que darle una casa. Pero está claro que no ha
cambiado, ya que desde entonces me sigue como un cachorro enamorado,
desesperada por ser la esposa del alcalde, con la riqueza y el poder que eso
le proporcionaría.

Star dejó escapar un fuerte suspiro.

—Dios, todo esto me parece espectacularmente injusto. Sé que éramos


jóvenes y que lo que teníamos probablemente no habría durado,
habríamos crecido y seguido adelante, pero en aquel momento nuestra
relación significaba mucho para mí y merecía algo más que quedar
relegada a una tonta fantasía o alucinación.

—Sentí lo mismo.

Se miraron fijamente y ella quiso dar un paso adelante y abrazarlo para


saludarlo como era debido después de tantos años. Recordaba aquellas
sensaciones como si hubieran pasado sólo unas horas desde la última vez
que lo vio, y no catorce años. Volver a rozar sus labios. No pudo evitar
recordar lo increíbles que habían sido sus besos. Ahora que lo recordaba,
la única forma de describirlo era... mágico. Habían sido inocentes y
dulces, y no podía evitar preguntarse cómo sería besarle ahora, con la
ventaja de la experiencia. Por la forma en que él le miraba los labios,
estaba claro que pensaba lo mismo.

Dio un paso adelante y se detuvo. Qué estaba haciendo, eso era el


pasado.

Ella sonrió mientras pensaba en otra cosa.


—¿Por qué me dijiste que íbamos a casarnos?

—Eso me dijo mi abuela. Tiene el don de la previsión y todo el mundo le


cree cuando predice algo.

Se le cayó el estómago.

—¿Hablas en serio? ¿Cómo pudo pensar que íbamos a casarnos? Ni


siquiera la conocía hasta ayer.

—Nunca la he cuestionado. Siempre ha tenido razón. Sabía que había


estado jugando contigo antes de que se lo dijera. Cuando me lo preguntó,
yo estaba indignado por tu llegada y ella me dijo que tenía que ser amable
porque algún día me casaría contigo. Nunca dudé de que fuera verdad.

—Tenía catorce años cuando nos conocimos. ¿Cómo pudo ver toda mi
vida trazada delante de mí?

—No creo que sea capaz de ver todo el futuro, sino los grandes
acontecimientos, como el matrimonio, los hijos; me dijo que iba a ser
alcalde. Ella sólo sabe estas cosas. Sé que es una respuesta patética, pero lo
sabe.

Ahora mucho de lo que Zofia había dicho el día anterior tenía sentido,
bueno, al menos en lo que a Zofia se refería.

Star lo miró fijamente.

—¿Y qué, nos vamos a casar ahora? Acabas de aceptarlo. ¿No puedo
opinar?

—Por supuesto que sí y no, no nos vamos a casar. Ya he dicho que nunca
salgo con nadie del pueblo, eso incluye el matrimonio también.
Wolf fue al armario y sacó dos vasos y una botella de whisky. Sirvió dos
grandes tragos y le dio uno a ella. No solía beber whisky, pero de repente
sintió que esta conversación lo necesitaba.

Él dio un gran sorbo y ella también, sintiendo que había algo más.

—Escucha, hay algo que debes saber. Y supongo que esto es parte de su
premonición, que sabía quién eras tú en lugar de saber que nos íbamos a
casar. —Él suspiró, pasándose la mano por el cabello, y ella se preguntó
cómo podía ser peor lo que quería decir—. El pueblo tiene la tradición de
que los que nacen en el mismo lugar el mismo día se comprometen.

Ella lo miró horrorizada.

—¿Compromiso?

—Es una tontería, no significa nada, y no tengo ningún interés en


mantener esa tradición sólo para contentar a los aldeanos, pero si la gente
se te acerca y te pregunta cuándo es el gran día o si te has comprado un
vestido, tú sabrás por qué. Gracias a que Maggie vio que nacimos ayer el
mismo día, todo el pueblo lo sabrá ya y me imagino que les hará
mucha ilusión. No hemos tenido una boda aquí desde hace varios años y
una boda de novios predestinados, bueno, no creo que haya sucedido
desde que era un niño. Afortunadamente, todo el mundo está distraído
con las celebraciones del solsticio de invierno, así que con un poco de
suerte se olvidarán de nosotros.

Sacudió la cabeza.

—No me lo puedo creer. Llevo aquí poco más de un día y ya estoy


prometida en matrimonio a alguien que acabo de conocer.
—Bueno, técnicamente, nos prometimos en matrimonio en el
momento en que naciste aquí el mismo día que yo. Y ya nos conocíamos.
Estuvimos saliendo dos años.

—Ya sabes lo que quiero decir. ¿De verdad te crees esta basura? —dijo
Star, exasperada.

—Por supuesto que no. Sólo digo que no nos hemos prometido de la
nada. Es una razón que hay detrás.

Ella lo miró incrédula.

—Una razón estúpida. Nací a las once y media de la noche. Media hora
más tarde y ni siquiera estaríamos teniendo esta discusión. ¿Cómo puede
estar mi vida tan fuertemente ligada a la tuya por el bien de treinta
minutos? ¿Por qué existe esto? ¿A quién se le ocurrió esta estúpida
tradición?

Bebió otro sorbo de whisky, que le quemó la garganta.

—No creo que alguien se levantara un día y decidiera que los nacidos el
mismo día debían casarse. El pueblo se construyó sobre el cruce de
fuertes líneas ley y cuando dos personas nacen aquí el mismo día
comparten una poderosa conexión mágica. Se dice que son almas
gemelas, unidas, entrelazadas para siempre.

—¿Y cada vez que ha sucedido, ha terminado en matrimonio?

—Estos casos no son muy frecuentes. La mayoría de la población es


mayor, así que ya no hay muchas parejas jóvenes que tengan hijos. Pero
sí, que yo sepa, siempre ha acabado en matrimonio. No, espera, una vez
nacieron dos niñas el mismo día, y aunque no se querían en ese sentido,
seguía existiendo un vínculo parecido al de las hermanas o gemelas.
Acabaron viviendo juntas con sus maridos.

—Bueno, vamos con eso entonces, podemos tener una amistad de


hermano/hermana. Si tú me ves como tu hermana y yo te veo como mi
hermano, entonces nunca habrá enredos románticos.

—Por mí está bien —dijo, sonando molesto.

—Para mi también —dijo Star, odiando seguir pensando en besarlo.


Tenían demasiada historia como para ser sólo amigos o tener una
relación de hermanos. Dios, todo esto le daba vueltas en la cabeza. Diez
minutos antes estaba encantada de volver a encontrar a Cub, ahora estaba
furiosa porque estaban prometidos. Cuando eran niños, se había alegrado
ante la perspectiva de casarse con el chico del que estaba enamorada, pero
no quería que le quitaran la elección de las manos.

Se sentó, tratando de asimilarlo todo, y bebió otro trago de whisky.


Estaba tan cansada de repente. Las últimas veinticuatro horas habían sido
las más extrañas y abrumadoras de su vida.

—¿Así que me has estado esperando toda tu vida? Estás prometido,


¿fue un gran problema para ti? —Dijo Star, haciendo un gesto con su
vaso de whisky.

—Odio reventar tu burbuja, pero no. Te fuiste cuando teníamos


dieciséis años y te eché de menos las primeras semanas, quizá meses. Sí,
se me rompió el corazón porque no pudimos despedirnos, pero después
no pensé mucho en ti y, desde luego, no he estado esperando a que nadie
vuelva a mi vida. Mi abuela no volvió a hablar de ello cuando te fuiste, y
nunca supe que estábamos prometidos. Mis padres nunca lo
mencionaron.

—¿Nunca lo mencionaron? ¿Nunca te hablaron de estar prometido?


¿No es eso un gran descuido?

—Probablemente esperaban que fingiendo que no había pasado, tal vez


no pasaría.

—¿No estaban contentos con el compromiso? Pensé que todo el mundo


estaba muy emocionado al respecto. Yo… tu alma gemela aparentemente.
No todo el mundo encuentra su alma gemela durante su vida y aquí había
una ya hecha para su hijo.

—Probablemente tenía más que ver con quién estaba prometida.

Star se sintió indignada.

—Ya veo, mis padres y yo no éramos lo bastante buenos para ti. ¿No lo
suficientemente ricos tal vez, no en la misma liga que tú?

Se detuvo a medio beber para mirarla.

—No tenía absolutamente nada que ver con la riqueza. Creo que tenía
más que ver con el hecho de que tu madre era la bruja del tiempo que nos
maldijo.

Star no tenía palabras. Se bebió el resto del whisky. Finalmente,


encontró su voz.

—¿Ella... maldijo a la aldea?

—Maggie te dirá más sobre lo que pasó mañana, o más bien más tarde
hoy. Pero por lo que sé, me sorprende que no fuera algo más que eso.
—Y aún así regresó aquí para darme a luz, no puede haber odiado tanto
el lugar.

—Supongo que debía saber que en algún momento descubrirías que


eras una bruja. Al tenerte aquí y llamándote Midnight, te dio una forma
de saber más sobre tu pasado y tu herencia.

Hizo una pausa.

—Así que es muy probable que yo también sea una bruja del tiempo.

Wolf lo sopesó, moviendo las manos.

—No toda la magia es hereditaria, puedes recibir algunos de los


poderes de tus padres o ninguno, incluso puedes tener magia que
ninguno de tus padres tenga. Pero sí, es más probable que heredes sus
habilidades que no.

—¿Y tus padres tenían miedo de que me casara contigo y te maldijera


también?

—Supongo que era una preocupación. Históricamente, las brujas del


tiempo no han sido amables.

—Esas son las que conocemos, la mayoría de las otras probablemente


estén escondidas.

—Es verdad.

—Además, sólo te maldeciría si olvidaras bajar la tapa del inodoro.

Se rió y eso rompió la tensión entre ellos.

—O te olvidaras de volver a tapar la pasta de dientes.


—Eso sí que sería digno de maldición.

Suspiró, su corazón se hundió.

—Me van a odiar, ¿verdad?

Parecía sorprendido.

—¿Los aldeanos?

Asintió, triste.

—Toda mi vida he sentido que no encajo y ahora he encontrado el lugar


perfecto para encajar y van a venir a por mí con horcas.

—Aquí no es así.

—No sé, son muy protectores con su forma de vida.

—Tenemos que demostrar a todo el mundo lo encantadora que eres y


que no vas a maldecir a nadie. Haces cupcakes, por el amor de Dios, no
has hecho nada horrible en tu vida. Y tus cupcakes han ayudado a mucha
gente. Eso es algo que hay que admirar, no temer.

Enderezó los hombros.

—Así es. Soy encantadora.

Se rió.

—Modesta también.

—Y si vienen por mí, los convertiré a todos en sapos.

—Ese es el espíritu.
Capítulo nueve

Al día siguiente, un chirrido despertó a Star.

Se sentó en la cama y vio un búho diminuto en el alféizar de la ventana,


golpeando el cristal como si quisiera entrar. Miró confusa a su alrededor y
se dio cuenta de que no estaba en su habitación.

En ese momento entró Wolf con una taza de té en la mano.

—Lo siento, es Mulberry —dijo Wolf. Dejó la taza y abrió una mini
nevera y sacó lo que parecía un grillo muerto—. No está acostumbrado a
encontrar mujeres en mi cama. —Abrió la ventana y Mulberry empezó a
gorjear como si estuviera hablando con Wolf—. Está bien, es una amiga.

Star se levantó de la cama y se acercó a la ventana.

—Hola Mulberry. —Se volvió hacia Wolf—. ¿Puedo acariciarlo?

—Estoy seguro de que le gustaría.

Pasó un dedo por el suave pecho emplumado del pájaro, que emitió un
sonido casi ronroneante.

—Es tan pequeño.

—Es un búho duende, el búho más pequeño del mundo. Es


originario de México y del extremo sur de Estados Unidos. No sé qué
hace aquí, si lo trajo otra bruja, pero me ha adoptado y parece que se
adapta bien al clima británico. Toma —Wolf le dio el grillo a Star y ella se
lo ofreció a Mulberry. La lechuza lo tomó suavemente de sus dedos y se lo
zampó.

—Le gustas —dijo Wolf—. Siempre me quita la comida de los dedos.

—¿Viene a verte todos los días?

—La mayoría de los días. A veces sólo para comprobarlo. También es


mis ojos en el pueblo. Si algo va mal, viene y me lo dice. Bueno, lo
intenta. Si no consigo resolverlo, le pido que me lleve o me lo enseñe.

—¿Tiene Mulberry algo de magia?

—Algo. No estoy seguro de qué uso tendría, pero es bastante


impresionante de ver. Mulberry, a lo grande.

En un soplo de chispas doradas, Mulberry se transformó de repente en


un gran pájaro tipo águila hecho enteramente de fuego con ojos verdes
brillantes y furiosos. Cuando graznó, lo hizo con un chillido agudo que
parecía provenir de las profundidades del infierno.

Star se rió.

—Eso es impresionante.

—Como digo, no estoy seguro de qué utilidad tiene aquí. Supongo que
si un zorro intentara acercarse sigilosamente, Mulberry podría darle
un buen susto, pero aparte de eso, no sirve de mucho.

—No lo sé, si alguno de los aldeanos te cabrea, podrías usar a Mulberry


para asustarlo, aterrorizarlos para que se comporten.

Wolf sonrió.
—Algunos se lo merecen. Pero probablemente no sea profesional.
Gracias Mulberry.

Con otra lluvia de oro, Mulberry volvió a su tamaño y forma normales.

—Eso ha sido brillante —le dijo Star al búho e hinchó el pecho con
orgullo.

Wolf se volvió hacia ella y le dio la taza.

—Toma, bebe esto. Estoy terminando de prepararte el desayuno.


Tienes tiempo de darte una ducha rápida si quieres. Hay una toalla limpia
en el baño, la azul.

—¿Por qué estaba en tu cama?

—Yo te puse ahí. Estábamos hablando de ser novios y me fui a la cocina


a buscar algo de comer y cuando volví estabas profundamente dormida.
No me sorprende que estuvieras cansada después del día que tuviste ayer.
Pero no iba a dejarte dormir en el sofá, así que te traje aquí y me quedé
con el sofá.

—Eso es muy amable.

Wolf frunció el ceño como si no quisiera que ella pensara que era
amable.

—Baja cuando estés lista, tenemos que hablar. —Le sorprendió su tono,
era muy formal.

Salió de la habitación y Mulberry gorjeó algo que podría haber sido una
despedida y se fue volando. Había algo increíblemente sexy en dormir en
la cama de Wolf, aunque sabía que no debía pensar así. Se lavó
rápidamente y se puso la ropa de la noche anterior. Bajó las escaleras
justo cuando Wolf le servía dos sándwiches de beicon y huevo.

—Gracias por esto —dijo Star.

Él asintió y le dio un buen mordisco.

Hoy había algo raro entre ellos, algo muy raro.

—Siento lo de anoche, por despertarte en mitad de la noche, por...


tocarte, por quedarme dormida y tomar tu cama.

—Está bien.

Ella frunció el ceño mientras daba un mordisco a su bocadillo y él


volvió a guardar silencio.

—¿Es porque estás siendo muy raro?

Suspiró y dejó el bocadillo.

—Star, estoy muy feliz de verte de nuevo después de todo este tiempo, y
saber que estás bien.

—¿Pero?

—Pero... nuestra historia, nuestra relación pasada, nuestros locos


planes de casamiento, no cambian nada. No va a pasar nada entre
nosotros. Ni ahora, ni nunca.

No pudo evitar una pequeña patada de decepción, pero sabía que él


tenía razón. Él iba a enseñarle sobre su magia y ella no quería que las
cosas fueran incómodas entre ellos. Además, se acababa de mudar a un
nuevo lugar y quería causar una buena impresión, por lo que meterse en
la cama con el alcalde del pueblo a los pocos minutos de su llegada
tampoco tenía buena pinta.

—Mi papel como alcalde es muy importante, no sólo para mí, sino para
la gente del pueblo. Los últimos cuatro alcaldes que me han precedido no
han sido buenos y el pueblo ha sufrido por ello. En algunos casos, las
casas, las calles, los suministros no se mantenían y eso no era bueno para
los aldeanos. Los fondos del pueblo tampoco se gastaban siempre en las
cosas adecuadas.

Wolf bebió un trago de su té.

»El nivel de los alcaldes ha sido realmente malo. Tuvimos al alcalde que
se acostaba con muchas otras mujeres del pueblo mientras supuestamente
estaba felizmente casado. Después de él tuvimos al padre de Jessica, que
sólo estaba interesado en su propio beneficio y que robó decenas de miles
de libras de los fondos del pueblo durante los quince o dieciséis años
siguientes. Fue entonces cuando el pueblo estaba en su peor momento, ya
que no se gastó dinero en él en todo ese tiempo. Después de él vino Jacob,
que pensaba que ser alcalde era una mera figura decorativa y se pasó diez
meses de su primer y único año como alcalde viajando por todo el mundo.
Y el último alcalde que me precedió fue un intolerante racista que decidió
que Midnight debía ser un club exclusivo para blancos ricos. Empezó a
pedir a cualquiera que no fuera blanco que abandonara el pueblo.

—Eso es horrible.

—De ninguna manera iba a apoyar eso. Luché contra ello y,


afortunadamente, los vecinos me apoyaron y le echaron. Digo
afortunadamente, porque no habría podido quedarme en el pueblo si le
hubieran apoyado. No soporto el racismo ni ningún tipo de acoso o
señalamiento. Este pueblo siempre ha sido para la gente que lo necesita,
independientemente de su procedencia o del color de su piel. Después me
convertí en el alcalde más joven de la historia, con dieciocho años, y juré
que siempre daría prioridad a los aldeanos. Su felicidad y su seguridad
serán siempre mi prioridad.

A Star le dio un vuelco el corazón y se tragó rápidamente el trozo de


bocadillo que había estado masticando.

—¿Es ésta tu forma de decir que no me quieres aquí?

Parecía aturdido.

—¿Qué?

—La seguridad es prioritaria y, de repente, una peligrosa bruja del


tiempo que no controla sus poderes aparece en su puerta. Mejor
deshacerse de mí antes de que desate las siete plagas sobre ustedes o los
asesine a todos en sus camas.

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

—No estoy seguro de que seas del tipo asesino. Creo que te has perdido
la parte en la que he dicho que no soporto que se señale a alguien. Ésta es
tu casa, Star, y si algunos no te quieren aquí, tendrán que responder ante
mí.

—¿Y si ninguno de ellos me quiere aquí? Una vez que sepan quién soy, o
más bien lo que podría ser, algunos o todos ellos van a tener un problema
con eso.
—Si te condenan al ostracismo, tú y yo nos iremos juntos, porque
nunca querría vivir en un lugar que no aceptara a todas las brujas,
independientemente de su origen.

Ella le miró fijamente.

—¿Te irías por mi?

—Por el principio. Aunque irme significaría al menos que podríamos


salir juntos. Entonces no tendría obligaciones con el pueblo.

Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida.

—Después de tu gran discurso, ¿estás diciendo que quieres salir


conmigo?

—Mi gran discurso es por eso. Siento que tenemos... química sin
resolver. Hay algo entre nosotros que no puedo describir. Puede que sea
por nuestra historia, puede que sea porque no pudimos despedirnos
cuando éramos niños y nunca pudimos cerrar el círculo, puede que sea
por nuestros esponsales y porque nuestra conexión es mucho más
profunda de lo que podemos imaginar, pero desde el momento en que te
vi por primera vez, rodeada de esas chispas doradas, lanzándome libros,
he sentido algo que nunca había sentido antes. Por eso quiero dejar
claro que no va a pasar nada, independientemente de lo que sintamos el
uno por el otro.

Ella lo miraba fijamente, no tenía palabras. Su boca se abría y se


cerraba, pero no salía nada. Era verdad que ella había sentido esa
conexión, cuando él la había abrazado, cuando él la había tocado para
mostrarle su magia, cuando ella acarició su cicatriz de rayo. Había algo
entre ellos.
Recogió su bocadillo y siguió comiendo como si el tema estuviera
cerrado.

Decidió provocar al oso. Había algo en darle cuerda cuando estaba tan
serio que la complacía enormemente.

—Podríamos tener una aventura secreta. —Sonrió con su sándwich.

—No.

—Podríamos salir fuera del pueblo y entonces nadie lo sabría y tu regla


de no salir con nadie del pueblo no contaría.

—No.

—Podríamos tener una noche de loco sexo caliente sólo para sacarlo de
nuestros sistemas, cierre como lo llamaste.

Se atragantó con el bocadillo. Bebió rápidamente su té para aliviar su


garganta.

—Tengo la sensación de que una noche contigo nunca sería suficiente.


Así que no.

—Bueno, esto es frustrante.

—Lo es. Y mucho. Estoy tentado de echarte del pueblo yo mismo para
no tener que lidiar con esto —señaló entre ellos.

—Pero eso rompería la otra regla del pueblo de no condenar al


ostracismo.

—Sí que lo haría.

—¿Siempre eres tan estricto con las reglas?


Terminó el último bocado de su sándwich mientras la observaba.

—Sé lo que se siente cuando te excluyen, cuando te marginan porque


no encajas. Mi familia se fue del pueblo cuando yo tenía ocho años,
porque mis padres creían que era importante que mi hermano y yo nos
relacionáramos con otros niños. Aparte de Jessica, no había otros niños
en el pueblo. El pueblo había perdido su brillo y ya no era lo que era, así
que no fue una decisión difícil para ellos. Nos mudamos a un pueblecito a
unos treinta kilómetros de aquí, un lugar llamado Bramble Hill. Mis
padres no encajaban. No sé por qué. Dios lo sabe, mi madre lo intentó
todo. Pero eran recién llegados y a los aldeanos no les gustaba. Realmente
la molestó. No es que utilizaran la magia abiertamente, eran muy
discretos, pero no hicieron ningún amigo en los cuatro años que vivieron
allí.

Tomó la tetera y se la ofreció, pero ella negó con la cabeza. Rellenó su


propia taza.

—Lynx y yo habíamos sido educados en casa hasta ese momento, la


mayoría de los niños de Midnight lo son. No es una norma, es más fácil
que un brujo de cinco años les cuente a todos sus compañeros de escuela
mundana el pueblo mágico en el que vive. Era la primera vez que íbamos a
una escuela y lo odiaba. Me acosaban horriblemente. Por suerte, Lynx no
tuvo que soportarlo. Bueno, no al principio. Era sólo yo. De niño, no tenía
el control total de mi magia, como tú, y hubo algunos incidentes en los
que mis padres tuvieron que modificar rápidamente los recuerdos. Pero
los niños lo sabían. Quizá no sabían que éramos brujos, pero sabían que
éramos diferentes. Creo que algunos sospechaban lo que éramos, aunque
no entendieran del todo lo que significaba ser un brujo. A mí me llamaban
raro, muchas veces. Y cosas mucho peores. Podía aguantar los insultos,
no eran geniales, pero podía marcharme cuando se ponían
desagradables. Eso duró años. Pero cuanto más los ignoraba, más se
enfadaban y el acoso se volvía físico.

—Oh Wolf.

Hizo caso omiso.

—Estoy seguro de que no es nada con lo que la mayoría de los niños de


la escuela no tengan que lidiar en algún momento de sus vidas. Estoy
seguro de que tú también tuviste tus propios matones.

Ella asintió.

—Aunque nunca fue físico, sólo comentarios desagradables, reírse de


mí cuando las cosas iban mal. Nunca me pegaron. Odio que hayas pasado
por eso.

—No fue genial. Mis padres me habían inculcado que nunca debía usar
mi magia con rabia y, como era pequeño, no podía enfrentarme a ellos
físicamente, así que me llevé la peor parte. Intentaban sacarme de quicio
para ver de qué era capaz, pero nunca iba a usar mi magia con ellos.
Hasta que un día vinieron a por Lynx y yo no estaba allí para protegerlo.
Me escondía de ellos después del colegio y se llevaron a Lynx sin que yo lo
supiera. Nunca se habían metido con él.

—Oh Dios mío, estás bromeando.

—Dios, ojalá lo hiciera. Ya tenía ocho años. Lo llevaron a un campo, lo


ataron al poste de una verja, que le dijeron que estaba electrocutado para
que no se moviera, y empezaron a apuntarle con latas y piedras y
cualquier otra cosa que tuvieran a mano. Por suerte, la mayoría de ellos
tenían muy mala puntería, aunque algunas cosas le dieron. Cuando los
encontré, me puse furioso. Querían provocarme y lo consiguieron.

—¿Les has hecho daño?

—No, pero les di un susto de muerte. Nunca había visto a nadie tan
aterrorizado como esos chicos en mi vida y Dios mío, se sintió bien.

—¿Qué has hecho? —Star se rió.

La habitación se oscureció de repente cuando Wolf se transformó en


una enorme forma negra con colmillos, garras y ojos verdes brillantes. La
forma llenó por completo la habitación a su alrededor como una
gigantesca nube mortal de oscuridad. Star se rió mientras la forma
lanzaba un rugido que sonaba a pura maldad. En unos segundos, la luz
volvió a llenar la habitación y Wolf estaba sentado exactamente donde
estaba antes, bebiendo tranquilamente su té.

—Es una simple ilusión.

—Tienes que enseñarme eso.

—¿Y dejar que asustes a los aldeanos aún más de lo necesario?


Probablemente no sea una buena idea.

—Buen punto. ¿Y eso funcionó?

—Oh sí e hice mucho peor que eso. Perseguí a esos chicos por el bosque
desatando todos los horrores terroríficos que pude conjurar, lobos,
demonios, el mayor viento que pude convocar. Hice que los árboles
parecieran cobrar vida y que las ramas se aferraran a ellos cuando
pasaban gritando. Fue maravilloso. Nunca volvieron a acercarse a mí o a
Lynx. Pero tampoco lo hizo nadie más. Volvimos aquí después de eso.
—¿Y tus padres no modificaron sus recuerdos?

—Papá pensó que era una valiosa lección para ellos. Y ninguno de los
adultos les creyó. La mayoría de los niños tampoco. Volvimos aquí cuando
yo tenía doce años y he vivido aquí desde entonces. Por eso este pueblo es
tan importante. A casi todos los que estamos aquí nos han condenado al
ostracismo, nos han acosado, señalado o dejado de lado, o simplemente
nos han tratado muy mal en algún momento de nuestras vidas por ser
diferentes. El pueblo es un refugio contra todo eso y para mí es
importante que los habitantes sepan que aquí están seguros y que nunca
más tendrán que enfrentarse a ese tipo de prejuicios.

—Lo entiendo, de verdad, aunque no sé por qué eso te impide tener una
vida. Citas, relaciones, matrimonio, bebés. Puedes ser un gran alcalde y
aún así tener todas esas cosas.

—Tengo citas y relaciones, bueno a veces, pero no con gente del pueblo.
Enturbiaría las aguas. No quiero que nadie piense que estoy abusando de
mi posición y si yo y la mujer rompiéramos, sería incómodo. Es como una
relación empleador-empleado, no sería apropiado.

Terminó su sándwich, pero no estaba convencida de lo que había dicho


y él lo sabía claramente. Suspiró, pasándose la mano por el cabello.

—Siento que le debo mucho al pueblo. Cuando mamá tuvo su primer


derrame cerebral, yo tenía nueve años y a los habitantes de Bramble Hill
les importaba un bledo. Apenas podía andar, tenía problemas para hacer
las tareas más básicas y nadie la ayudó ni a ella ni a mi padre. Se las
arregló para volver a la normalidad, pero el segundo ataque, cuando
estábamos aquí, fue mucho peor y todos los aldeanos se unieron para
ayudarnos. Murió cuando yo tenía catorce años.
—Lo recuerdo —dijo Star, tomándole la mano. Su padre había muerto
seis meses antes de que Wolf perdiera a su madre.

Miró la mano de ella que sostenía la suya y luego la miró a ella.

—Nunca olvidaré cómo me apoyaste.

—Tú también estuviste ahí para mí.

Se miraron fijamente, pero al final Wolf apartó la mirada.

—Mi padre murió cuando yo tenía dieciséis años. Mi abuela estaba


recorriendo el mundo en su pequeña furgoneta y nadie podía localizarla,
así que me quedé solo para cuidar de Lynx y de mí mismo. Los habitantes
del pueblo fueron increíbles. Tuve veinte o treinta ofertas de diferentes
aldeanos que estaban encantados de que nos mudáramos con ellos, pero
yo era un adolescente engreído y enfadado que no quería salir de casa y
Lynx tampoco quería irse. Así que nos ayudaron de todas las formas
posibles. Todas las noches me traían comida caliente para cenar. Todos
los días, tres o cuatro veces al día, alguien venía a ver cómo estábamos o
nos ayudaba a limpiar la casa y el jardín. Hacían la compra. Hacían de
todo. Dicen que se necesita una aldea para criar a un niño y así fue,
literalmente. Nos criaron a Lynx y a mí. Tengo mucho que agradecerles y
no quiero defraudarlos.

Ella sonrió.

—Eres un buen hombre, Wolf Oakwood. Pero estoy segura de que los
aldeanos querrían verte feliz. Y no digo que encuentres la felicidad
conmigo, pero no puedes estar solo el resto de tu vida.

La estudió un momento.
—Probablemente estarían encantados si terminara contigo, eres mi
prometida después de todo.

Ella se rió, pero le llegó el turno de protestar.

—No nos vamos a casar por una tonta tradición antigua.

—No, definitivamente no.

Ella lo observó mirándola.

—Entonces deja de mirarme como si quisieras comerme.

Se rió y se levantó. Llevó los platos al fregadero y, con un sutil gesto de


la mano, empezaron a lavarse y a apilarse ordenadamente en el
escurridor.

Se volvió para mirarla mientras los platos repiqueteaban a sus


espaldas.

—¿Estás lista para ir a ver a Maggie?

—No, pero creo que necesito averiguarlo. Sé que siempre me


preguntaré por mis padres si no lo hago. Puede que haya decidido hace
años que no quiero tener nada que ver con ellos, pero eso no significa que
no quiera respuestas. Aunque me cueste oírlas.

Asintió con la cabeza.

—Lo entiendo. Ven, vámonos.

Ella le siguió fuera de la casa y él cerró la puerta tras de sí con un gesto


de la mano.

—Fanfarrón.
Sonrió y empezaron a caminar por la carretera.

Charles los miraba con el ceño fruncido.

—No me gusta que me despierten en mitad de la noche porque están


teniendo una llamada de botín —gritó, lo bastante alto como para que los
vecinos que estaban en sus jardines lo miraran con interés.

—No había ninguna llamada de botín —dijo Wolf—. Sólo un problema


que había que resolver.

—¿Toda la noche? —gritó Charles, disfrutando del espectáculo.

Wolf se detuvo.

—Charles, Star acaba de llegar al pueblo y acaba de descubrir que es


bruja, es mucho que asimilar y tiene mucho que aprender. Como alcalde
del pueblo, tengo que apoyarla. No hay segundas intenciones y no me
gusta que insinúes que las hay.

Charles pareció debidamente escarmentado, pero sólo por un segundo.

—Bueno, la próxima vez que quieras ser comprensivo, ¿qué tal si no lo


haces en mitad de la noche? Me despertó, golpeando tu puerta como si se
acabara el mundo.

—Lo siento, Charles —llamó Star—. Era muy importante, pero te


prometo que no habrá más visitas nocturnas.

Charles gruñó y se fue arrastrando los pies hacia su casa, con su perrito
siguiéndolo.

—Creía que habías dicho que el pueblo era amistoso —dijo Star.

—Charles es la excepción.
—Perdona si haber ido a tu casa anoche ha provocado algunos cotilleos.

—Habrá cotilleos sobre nosotros. No me importa. Siempre y cuando los


rumores no sean ciertos.

Llegaron al final del camino y empezaron a caminar hacia la casa de


Maggie.

—¿Tuviste la oportunidad de conocer a alguno de los aldeanos ayer?

—Conocí a unos cuantos cuando paseaba por las tiendas, que por cierto
son increíbles, han creado algo maravilloso allí. Pero después del
incidente con Jessica decidí quedarme en casa el resto del día. Empecé a
investigar sobre brujería en internet.

Wolf se burló.

—Yo no confiaría en eso para dar algo exacto acerca de nuestra forma
de vida.

—Estaba mirando los juicios de brujas.

Se detuvo para mirarla.

—Nuestra historia está llena de gente inocente asesinada o ejecutada


sin motivo. Los juicios por brujería tuvieron lugar durante otro
periodo horrible en el que muchas mujeres inocentes y algunos
hombres perdieron la vida. Cualquiera podía ser acusado de brujería por
una serie de razones ridículas. Y aunque los juicios por brujería
terminaron hace cientos de años, siempre nos enfrentaremos al miedo y
al juicio, por eso es tan importante Midnight Village: para que seamos
libres de ser nosotros mismos. Pero, ¿por qué te preocupan esas cosas?
Aquí estás a salvo.
—Me preocupaba cómo reaccionarían los aldeanos cuando supieran
que tengo tanto poder. Una bruja del tiempo fue torturada y asesinada
por su pueblo porque temían que volviera y los matara a todos.

—Nunca han ejecutado a nadie en este pueblo. Lo peor que harían es


pedirte que te fueras.

—Y eso me da casi tanto miedo como morir apedreada o ahogada.

—Eso tampoco va a pasar. Pero tienes que darles la oportunidad de que


te conozcan. Hay un club de pociones esta noche. Creo que deberías
asistir.

—¿Club de pociones?

—Es como un club de lectura, hay vino y cotilleos y todo el mundo se


sienta a hacer pociones. Ashley Dougan es la experta en pociones del
pueblo y dirige el club. Estoy seguro de que estará encantada de que
asistas. Todos sienten curiosidad por ti. Muéstrales quién eres y que no
tienen nada que temer.

Star se mordió el labio. Aprender pociones sería una parte interesante


de este mundo. Especialmente cuando ella había estado haciendo algo de
eso, inadvertidamente, por años agregando hierbas a sus pasteles.

—Está bien, iré.

—Bien. —Él siguió caminando y ella se apresuró a alcanzarlo. Llegaron


rápidamente a casa de Maggie y se detuvieron fuera.

—¿Estás lista para algunas respuestas?

Ella asintió y él llamó a la puerta.


Capítulo diez

Star vio cómo las bolsitas de té volaban a la tetera y un pastel se


cortaba en porciones que se servían mágicamente en un plato. Maggie
estaba sentada frente a ella en la mesa del desayuno, dándole vueltas a
uno de sus anillos. La historia de Star era claramente mucho peor de lo
que había imaginado y Maggie no sabía por dónde empezar.

Sobre la mesa, frente a ellos, estaba el libro de cuero que Star sabía
que contenía su partida de nacimiento y el mensaje de sangre que le había
dejado su madre. Aún no sabía si quería verlo. Pero primero escucharía lo
que Maggie tenía que decir.

Wolf se aclaró la garganta y Maggie lo miró.

—Sí, lo siento. —Se volvió hacia Star—: Yo... era muy amiga de tu
abuela, Anise Blaketon, la madre de Rose. Rose nació aquí, en el pueblo,
pero cuando tenía unos cinco años se marcharon. Creo que su padre
consiguió un buen trabajo en Londres, así que se mudaron allí durante
unos diez u once años. Anise murió cuando Rose tenía unos diez años y su
padre se dio a la bebida. No era amable con Rose ni con su hermana Tula.
Creo que las dos niñas se descarrilaron un poco, siempre se metían en líos
en el colegio y Rose también se metía en líos con la policía, robando
esmalte de uñas o latas de sidra de las tiendas locales, causando molestias
al poner la música demasiado alta en el parque. Nada terrible, pero su
padre no se preocupaba por ella y creo que era su forma de llamar su
atención. Al final, su padre se dio cuenta de que las dos estaban
arruinando sus vidas y decidió traerlas aquí. Rose tenía dieciséis años y,
aunque llevaba el peso del mundo sobre sus hombros, era increíblemente
hermosa.

Maggie tomó una chocolatina del plato y se la metió en la boca.

—William McCallister era el alcalde en ese momento. Era bastante


joven, probablemente treinta y pocos, creo. Estaba casado, pero se
rumoreaba que se acostaba con muchas mujeres del pueblo. En cuanto
llegó Rose, se fijó en ella y creo que llevaba tantos años hambrienta de
atención y amor que no rechazó sus insinuaciones o, al menos, no las
rechazó durante mucho tiempo. Al cabo de un mes, tal vez seis semanas,
Rose estaba embarazada.

—Oh Dios —dijo Star—. ¿Tenía dieciséis años? Todavía era una niña.

Star pensó en cuando tenía dieciséis años, intentando ser genial con
sus amigos del colegio y la universidad. Pasando el rato en un árbol
haciendo magia con Wolf. No podía ni imaginarse cómo se sentiría si de
repente descubriera que estaba embarazada, cuando ella misma aún era
una niña.

Maggie asintió.

—Su padre estaba furioso. Decía que les había avergonzado a ellos y al
pueblo. Una noche desapareció. Al principio dijo que se había escapado,
pero pronto quedó claro, gracias a la hermana de Rose, que la había
echado. Dejó a la pobre chica sin hogar, cuando tenía dieciséis años y
estaba embarazada. Fue horrible.
Star se tragó el nudo que tenía en la garganta. Siempre había sentido
mucha rabia hacia sus padres, sobre todo hacia su madre, pero ahora que
comprendía por lo que había pasado, esa rabia estaba siendo sustituida
rápidamente por una inmensa tristeza. Rose debía de estar muy asustada.

—Mi pobre mamá.

—Los aldeanos no se lo tomaron muy bien. Dejar sin hogar a una


adolescente no está en el espíritu de Midnight, uno de nosotros la habría
acogido de haberlo sabido. El Sr. Blaketon recibió muchos insultos por
ello y al final decidió abandonar el pueblo él mismo. Pero no antes de
que la hermana de Rose nombrara al padre del bebé. Tula se aseguró de
que todo el mundo supiera que William había dejado embarazada a una
adolescente. Él lo negó, por supuesto, pero Tula tenía fotos de él y Rose
besándose, con la mano de él en el vestido de ella. Bert, su vecino, incluso
se presentó y dijo que había oído a los dos discutiendo antes de que Rose
se fuera y que William le había dicho a Rose que se deshiciera de ella
porque no quería ser padre. Los aldeanos se indignaron y le expulsaron
del cargo. Poco después abandonó el pueblo.

—Menudo imbécil. Pero, ¿cómo soy nacida en Midnight si mi madre se


fue del pueblo?

—La noche del solsticio de verano, Rose regresó. Los guardias la


dejaron entrar, no vieron razón para no hacerlo, había sido residente allí
y había nacido en Midnight. Dijo que estaba recogiendo algunas de sus
cosas. Estuvo en el pueblo cuatro o cinco horas y luego se fue. El guardia
no la vio cuando se fue, pero estaba oscuro y llevaba muchas cosas. El
ayuntamiento está siempre abierto, así que supongo que te dio a luz allí, o
te llevó allí después de dar a luz para rellenar el registro.
—Me dejaron en la puerta de mis padres adoptivos en Whimbles sobre
las dos de la mañana, así que eso encaja con la cronología. Me tuvo aquí,
salió del pueblo y me dejó en la puerta más cercana.

—Había que tener agallas para volver aquí sabiendo que podría tener
que enfrentarse a su familia y al juicio de los aldeanos —dijo Wolf—.
Probablemente no sabía que su padre y el alcalde se habían marchado.
Pero quería que tuvieras un vínculo con tu hogar y al darte a luz aquí te lo
proporcionó. Todos los nacidos en Midnight son siempre bienvenidos
aquí. Probablemente sabía que no podía retenerte, pero te dio una forma
de volver a casa.

Star sacudió la cabeza, triste por su madre.

—Espero que ahora esté bien, que en algún momento haya encontrado
la felicidad.

—Yo también lo espero —dijo Maggie.

Star cogió su taza de té y bebió un sorbo.

—¿Pero por qué Tom reaccionó tan mal a que yo fuera la hija de Rose?

—Ah bueno, esa es la siguiente parte triste de la historia. Tom es el


padre de William. Tu abuelo.

—¿Qué? Eso significa que eres mi...

Maggie negó con la cabeza.

—William era hijo de su primer matrimonio. Supongo que


probablemente soy tu abuelastra, si quieres ponerle una etiqueta. Cuando
echaron a William del pueblo, Tom se puso furioso y sobre todo le echó la
culpa a Rose por seducir a su hijo.
—¿Estás bromeando? —dijo Star, atónita.

—Tom es un buen hombre, pero es ciego cuando se trata de las faltas de


su hijo. Especialmente desde que... no hay manera fácil de decir esto pero
tu padre falleció poco después de dejar el pueblo.

Star se sentó en su silla. Su padre era una mierda. Incluso Wolf lo había
dicho antes de conocer toda la historia. Hacía tiempo que había decidido
que no quería conocer a sus padres biológicos ni tener nada que ver con
ellos, y oír qué clase de hombre era William, aprovechándose de una niña
de dieciséis años… El hecho de que se hubiera casado con una chica mayor
y la hubiera abandonado al enterarse de que estaba embarazada no había
cambiado su opinión. No sabía si sentirse triste, enfadada o culpable por
haber pensado mal de alguien que había muerto. No sabía cómo manejar
la noticia.

—La mujer de William lo dejó después de que les echaran de casa.


Empezó a beber mucho y un día se subió al auto y chocó contra un árbol.
Tu padre no sobrevivió.

—Y Tom culpa de su muerte a Rose —dijo Star. Y por asociación, a ella


también.

Maggie asintió.

—Creo que entrará en razón. Eres su único pariente vivo y sabe que
nada de esto es culpa tuya.

Star suspiró y sus ojos se posaron en el libro de cuero.

Maggie lo deslizó por la mesa hacia ella.


—Seguro que Wolf te contó lo del mensaje de sangre que te dejó tu
madre. Estoy segura de que tiene su propia versión de la historia que
contar.

Star soltó un fuerte suspiro. Todavía había una parte de ella que no
quería abrir la caja de Pandora, pero sabía que siempre se preguntaría por
Rose si no lo hacía.

—Te dejaré sola para que lo veas y si tienes alguna pregunta después
puedes hablar conmigo —dijo Maggie, y se levantó y salió de la
habitación.

Star miró a Wolf.

—¿Te quedarás?

—No voy a ninguna parte.

Abrió el libro y hojeó las viejas páginas fechadas hasta que llegó a su
partida de nacimiento en junio y allí, efectivamente, justo al lado de su
nombre, había una mancha de sangre.

—¿Cómo funciona? ¿Qué tengo que hacer?

—Sólo tienes que tocarla y verás cómo se reproduce el mensaje delante


de ti, como si estuvieras viendo una película. Si decides que quieres
descansar, suelta la página y el mensaje se detendrá.

Star asintió, respiró hondo y colocó el dedo sobre la mancha de sangre.


Inmediatamente, la cocina desapareció y pudo ver a una joven inclinada
sobre ella.

Star jadeó y soltó la página.


—Dios, no esperaba que su cara estuviera tan cerca.

—Supongo que te dio el mensaje cuando te tenía en brazos de bebé.


Tendrías que haber estado allí para que te diera el mensaje de la sangre.
Así que el mensaje es visto desde tu punto de vista en ese entonces.

Star asintió.

—Eso tiene sentido. Era muy joven. Parece una adolescente, no una
mujer, y me enfurece aún más que William se aprovechara de ella cuando
aún era tan obviamente una niña.

—Estoy enfadado por ti y por tu madre también. Era el alcalde, estaba


en una posición de autoridad, nunca debió aprovecharse de ese papel.

Star miró a Wolf. Ahora entendía un poco mejor por qué no quería salir
con nadie del pueblo.

William había abusado de su posición y Wolf no quería que lo vieran


haciendo lo mismo.

Volvió a centrar su atención en el libro y colocó de nuevo el dedo sobre


la mancha de sangre. Inmediatamente vio a la chica que era su madre.
Tenía el cabello largo y negro y los ojos achinados, pero con un
delineador azul brillante.

—Está bien, no llores, lo siento, sé que el pinchazo dolió, pero sólo


fueron unos segundos —dijo Rose.

Star sabía que Rose debía de haberse pinchado los dedos de ambos para
poder dejar el mensaje de sangre.

—Sólo quería que conocieras mi versión de la historia. Cuando vuelvas


a Midnight, todo el mundo te dirá que William era un gran alcalde y que
yo lo seduje, o incluso que me acosté con muchos chicos del pueblo y que
le acusé cuando me quedé embarazada cuando él ni siquiera me había
tocado. Nada de eso es cierto. No era un gran alcalde, ni siquiera era un
gran hombre.

Rose suspiró y miró a través de la habitación por un segundo antes de


volverse hacia Star.

—Los últimos años, desde que murió mamá, han sido una mierda.
Donde papá debería haber sido quien nos apoyara a Tula y a mí en
nuestro dolor, él encontró consuelo en el fondo de la botella y disfrutó
mucho maltratándonos verbalmente a las dos, todos los días. Supongo
que debería estar agradecida de que no nos maltratara físicamente, pero
no siento ninguna gratitud por los últimos años.

Rose envolvió un poco más a Star con la manta.

—Cuando volvimos a vivir aquí, William me pidió que le echara una


mano para ordenar los archivos del pueblo. Yo no quería, pero papá me
dijo que tenía que hacerlo porque William le había hecho un gran favor al
dejarnos volver al pueblo. Todos los días William y yo trabajábamos
juntos y él era tan atento, tan encantador. Me contó que su matrimonio
había terminado, que su mujer ya no lo quería y que había tenido
aventuras a sus espaldas, pero que se habían visto obligados a permanecer
juntos para guardar las apariencias. Era muy halagador y cariñoso,
siempre me tocaba la espalda, la mano o el brazo. Sólo llevaba aquí tres
días cuando intentó besarme. Y como una estúpida chica enamorada, se
lo permití. Mirando hacia atrás, no había tenido a nadie que me tratara
con amor o amabilidad desde antes de que mamá muriera seis años antes.
Esto duró unos días, yo venía a ayudarlo aquí en el ayuntamiento y nos
pasábamos el tiempo besándonos en el almacén. Era como un secreto
maravilloso y delicioso, y me avergüenza decir que me encantaba la
atención. Este hombre mayor, sexy y encantador me deseaba. Me habían
dicho durante tantos años que era fea y patética y que nadie me
querría nunca y William lo hizo, no podía quitarme las manos de encima.

Rose respiró hondo.

—Sólo llevaba una semana en el pueblo cuando el beso se convirtió en


algo más. Me besaba, me tocaba, me decía lo guapa que era y lo mucho
que le excitaba. Me preguntó si podía hacerme el amor y le dije que sí
porque estaba desesperada por complacerlo. Yo era virgen y mi primera
vez fue un rápido y doloroso revolcón en un almacén sucio que acabó
en treinta segundos. La segunda vez no fue mucho mejor, ni tampoco la
tercera. De hecho, todas las veces que estuvimos juntos fueron una
mierda, pero él parecía disfrutar y, como mi autoestima estaba por los
suelos, pensé que eso era lo único que importaba.

Star vio cómo Rose se inclinaba y depositaba un beso en la mejilla de su


yo más joven y sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

—Tres semanas después descubrí que estaba embarazada de ti. Después


no quiso saber nada de mí. Me dijo que tenía que deshacerme de ti. Dijo
que si se lo contaba a alguien, negaría que hubiera pasado algo entre
nosotros. Era como si un interruptor se hubiera activado en su cabeza y el
hombre encantador que había sido conmigo era simplemente una
fachada. Era horrible. De hecho, decidió adelantarse a cualquier acción
por mi parte y vino a decirle a mi padre que le había acusado de acostarse
conmigo y lo horrorizado que estaba por las acusaciones. William dijo
que era de dominio público que yo me acostaba con varios chicos del
pueblo y que ahora estaba embarazada y claramente intentaba culparlo a
él. Mi padre estaba horrorizado y no quería escuchar mi versión de los
hechos. Esa noche hizo la maleta, me arrastró hasta el auto y condujo
hasta la parada de autobús más cercana. Me dio diez libras y me dijo que
no volviera a cruzar su puerta.

A Star se le rompió el corazón por su pobre madre. La vida no había


sido amable con ella. Se dio cuenta de que las lágrimas caían por sus
mejillas cuando sintió la mano de Wolf entre las suyas.

Rose tomó la manita de Star y le besó los dedos.

—He conocido a alguien. A Dex. Es encantador y amable y dice que


cuidará de mí y de ti. Y ha habido una gran parte de mí que ha estado tan
tentada. Que de alguna manera los tres podemos hacer una vida juntos
porque si te amamos eso es todo lo que importa, cierto - que eres amada.
Y Dex te amaría tanto. Y yo te he amado por nueve meses y sigo pensando
que es todo lo que necesitas. Pero vivimos en su camioneta y es fría y
húmeda. A veces comemos judías frías de una lata porque no puede
permitirse comprar un tubo de gas para la cocina. A veces vivimos de pan
y queso y nada más. Y fuma mucho, y no de forma legal. He trabajado un
poco de camarera para ganar algo de dinero, pero el embarazo se ha
empezado a notar pronto y a la gente no le interesa que una adolescente
embarazada atienda a sus clientes. Dex dice que haremos que funcione y
promete que sólo fumará afuera cuando llegues, pero sé que te mereces
una vida mejor. Mereces ser feliz y tener comida decente y un lugar cálido
y seco donde pasar la noche.

Rose frunció el ceño.


—Y aunque sé que nadie podría amarte tanto como yo ahora, también
sé que serás feliz y amada. Te he encontrado una pareja encantadora. No
son brujos, pero ahora mismo no te quiero cerca de la gente de Midnight.
Tu padre ni siquiera quería que nacieras y mi padre es un matón
borracho. Además está el pequeño asunto de que soy una bruja del
tiempo. Mi padre se lo contó a unos cuantos cuando estaba borracho y
ellos a su vez se lo contaron a otros cuantos y, aunque ninguno de ellos ha
sido desagradable en el poco tiempo que estuve aquí, se podía ver que
había una cautela, un miedo, gente que se cruzaba al otro lado de la calle
para evitarme. Me preocupa que si te dejo en Midnight y saben que eres
mi hija, también te teman. No quiero que nadie te haga daño, ni
emocional ni físicamente, aunque no creo que llegue a eso.

Rose hizo una pausa, mordiéndose el labio mientras pensaba.

—He estado observando a tus nuevos padres durante las últimas


semanas, he charlado con ellos y, aunque nunca les he hablado del
maravilloso regalo que voy a hacerles, sé que te querrán mucho. Veo tu
futuro y es muy brillante. Te querrán tus nuevos padres, la gente a la que
ayudes cuando seas mayor y, lo que es más importante, cuando vuelvas
aquí, a Midnight, te querrán muchísimo. Así que, aunque renunciar a ti
me destrozará y será lo más duro que tenga que hacer nunca, haré lo que
sea para darte un futuro brillante y feliz. Así que voy a darte algo de
comida ahora para que estés llena y feliz y luego vas a conocer a tus
nuevos padres. —Rose empezó a desabrocharse la blusa—. Te amo Star,
tanto, y siempre lo haré.

El mensaje llegó a su fin y Star se encontró de nuevo en la cocina de


Maggie, con las lágrimas cayéndole por las mejillas y Wolf sentado a su
lado rodeándola con el brazo.
Star era vagamente consciente de que Wolf y ella caminaban hacia el
bosque, en la parte trasera del pueblo.

Se sentía entumecida. Su padre, un completo pedazo de mierda, estaba


muerto, su abuelo no quería saber nada de ella y ni siquiera podía
empezar a procesar las emociones que rodeaban a su madre.

Wolf se sentó bajo un gran árbol y ella se sentó a su lado. Le había


contado todo lo que le había dicho su madre y sabía lo enfadado que
estaba. Ella misma estaba enfadada, pero el hombre al que quería
dirigir toda esa ira estaba muerto.

—Dime lo que estás pensando —dijo Wolf.

Sacudió la cabeza.

—Sinceramente, no lo sé. Lo siento mucho por mi madre. Y esas son


palabras que nunca pensé que diría. Pero tenía dieciséis años y mi padre
se aprovechó de ella y luego la traicionó, y su propio padre también la
decepcionó poniéndose de parte de William y echándola de casa. Debía de
estar muy asustada y sentirse muy sola. Me alegro de que encontrara a
Dex, aunque no parece el tipo de hombre que yo querría para mi madre,
al menos era amable.

Se calló.

—Todavía está bien sentirse enojado con ella —dijo Wolf, con suavidad.

—No puedo decir que esté enfadada, ya no. Pero no dejo de pensar qué
haría yo en esa situación. Dieciséis años, embarazada, sin casa, sin
trabajo. Sé que a ella le parecía imposible, pero yo habría hecho todo lo
posible por conservar a mi hijo. No puedo imaginar amar a alguien como
ella me amaba y renunciar a él. Sé que pensaba que estaba haciendo lo
mejor para mí, y yo era muy feliz con mis padres adoptivos, tenía un buen
hogar y me querían mucho, pero sin duda lo mejor para mí,
independientemente de todo lo demás, era crecer con mi madre
biológica. Crecí sintiendo que mis padres biológicos no me querían, que
no era suficiente. No me gustaría que ningún hijo mío se sintiera así. No
sé, supongo que para mí es fácil decir que yo no habría hecho lo que ella
hizo, pero no estaba allí. No sé cómo era su vida.

—Nunca juzgues a una persona hasta que hayas caminado una milla en
sus zapatos.

—Exactamente. Me siento tan triste y confundida.

Se sentaron en silencio durante un rato.

—¿Ayudará esto? —Wolf chasqueó los dedos y un bote de churros con


salsa de chocolate apareció en su mano.

Ella sonrió y lo tomó.

—Ayuda un poco.

La rodeó con el brazo, abrazándola contra su pecho.

—Esto ayuda mucho.

Masticó su churro y dejó escapar un fuerte suspiro.

—Tienes que probar uno de estos también. Son increíbles.

Wolf se sirvió un churro.

—Estos son buenos.


Ella apoyó la cabeza en su pecho y él le acarició el cabello como si las
reglas que él había establecido tan claramente aquella mañana ya no
existieran o, al menos, estuvieran temporalmente en pausa.

—¿No te preocupa que la gente del pueblo nos vea juntos?

—Ahora mismo, no podría importarme menos.

Ella lo miró.

—Mi vida podría haber sido muy diferente. No puedo arrepentirme de


la vida con la que crecí, quiero mucho a mis padres adoptivos, pero las
cosas habrían sido muy diferentes si hubiera crecido aquí. Para empezar,
conocería y entendería mi magia. Y nosotros, habríamos sido amigos
desde muy pequeños. Esa amistad podría haberse convertido en una
relación más profunda que podría haber durado toda la vida.

—O quizá nunca nos hubiéramos juntado si hubiéramos crecido en el


mismo pueblo. Tal vez sólo nos juntamos porque éramos algo nuevo y
diferente el uno para el otro.

—Zofia me dijo ayer que si me hubiera criado aquí, ya estaría casada


y tendría hijos. Dado que somos novios, me pregunto si se refería a ti.

Soltó un suspiro.

—Es una píldora difícil de tragar. La vida que deberíamos haber


tenido. Siempre quise tener hijos.

—Yo también.

Ella lo miró y de repente se preguntó por qué se contenían. Habían


estado enamorados una vez. ¿No deberían al menos darle una
oportunidad a esa vida?
Pero frunció el ceño y apartó la mirada.

—No puedes lamentar la pérdida de algo que nunca tuviste.

Ella se incorporó.

—No, claro que no.

Miró a su alrededor, necesitada de un cambio de tema, y de repente se


dio cuenta de dónde estaban.

—Este es nuestro árbol. ¿Por qué me has traído aquí?

—Nuestra magia está estrechamente relacionada con la naturaleza y los


elementos. Si estás al aire libre podrás sentir más tus poderes. Pensé que
un buen lugar para empezar tu entrenamiento sería nuestro árbol.

—¿Quieres evitar que pase algo romántico entre nosotros pero me has
devuelto al lugar donde nos conocimos y nos enamoramos?

—Vamos a estar tentando a la suerte todos los días, trabajando tan


estrechamente, que no creo que un árbol viejo vaya a marcar la
diferencia.
Capítulo once

Definitivamente, el viejo árbol estaba marcando la diferencia, porque


ahora Star estaba rodeada de tantos recuerdos de haber conocido a Wolf,
de haber sido abrazada por él cuando murió su padre, de haberle tomado
la mano cuando hablaba de la muerte de su madre, de haber hablado
durante horas todos los días, de haberse enamorado de él lenta pero
inexplicablemente. Lo recordaba enseñándole su magia y sintiéndose
cautivada por él. Y ahora él estaba sentado en la rama junto a la suya y a
ella todo aquello la distraía mucho. Porque lo que más deseaba era volver
a besarlo y comprobar si aquella vieja magia seguía ahí.

Estaba tumbada en una rama del arce, como cuando era niña, mirando
las hojas de arce que había sobre ella. Deberían haberse puesto rojas y
caído al suelo un mes antes, más o menos, pero supuso que, debido al
extraño clima, las plantas y los árboles se habían adaptado a su nuevo
clima.

Y su madre biológica lo había hecho, cambiar el tiempo para todo el


pueblo. Y ahora Star tenía que aprender a controlar su magia para no
hacer accidentalmente lo mismo.

Wolf la había hecho subir al árbol para intentar recrear la magia que
había creado de niña. Esperaba pacientemente, pero no ocurría nada. Las
hojas permanecían perfectamente inmóviles, negándose obstinadamente
incluso a parpadear y mucho menos a bailar y girar. ¿Por qué había sido
capaz de hacerlo con tanta facilidad de niña, cuando ni siquiera sabía
que podía hacer magia, pero ahora ni siquiera podía reunir una chispa,
por no hablar de un catastrófico Armagedón? Sería realmente irónico
que los aldeanos la temieran cuando ni siquiera era capaz de mover una
hoja.

—No creo que esto vaya a funcionar —dijo Star.

—¿En qué pensabas cuando hacías bailar las hojas de pequeña?

—No tenía ni idea de que era yo quien lo hacía. Sólo pensaba que era un
árbol mágico.

—Con la magia, la intención es la parte más importante, tienes que


creer que sucederá, verlo, saber que sucederá. Dudas de ti misma. No
crees que puedas hacerlo.

Se incorporó.

—Hace dos días, no tenía ni idea de que podía hacer esto ni de que nada
de esto fuera posible. Al ver toda la magia que hay en el pueblo, mi mundo
ha cambiado por completo, así que sí, me cuesta hacerme a la idea de que
formo parte de todo esto.

Se levantó con facilidad, como si no estuvieran a tres metros del suelo,


y se acercó a su rama con elegancia y aplomo. La confianza de saber que
no se iba a caer la hizo sonreír. Si lo hacía, podría flotar o bajar volando,
como había hecho cuando ella subió a la verja. No podía imaginarse cómo
sería hacer algo así, lo increíble que sería. Quería formar parte de este
mundo, estaba deseando aprenderlo todo.

Se sentó a su lado y le cogió la mano; inmediatamente sintió que la


energía la recorría.
—¿Puedes sentirlo?

Ella asintió.

—Nuestra magia es una energía que nos acompaña todo el tiempo, pero
el mundo que nos rodea también tiene una energía: los árboles, las flores,
los mares y los ríos, la tierra y el aire. Está en todas partes. Lo que puedes
sentir ahora es mi magia, bueno la mía y la tuya en realidad, pero puedes
sentir mi magia cuando está dormida, no estoy haciendo nada con ella.
Pero si fuera a hacer esto...

Levantó la mano y ella vio que las hojas se agitaban sobre ella como si
una repentina ráfaga de viento las hubiera agitado. Pero ella sabía que
venía de Wolf, había sentido su energía surgir como si hubiera alcanzado
la energía que los rodeaba.

—¿Sentiste lo mismo que yo?

Ella asintió con entusiasmo.

—De acuerdo, voy a usar mi magia para guiar la tuya. No controlaré tu


magia, sólo te ayudaré a usarla. Tú la controlarás todo el tiempo y si
quieres que pare, sólo tienes que decirlo.

Ella asintió.

Volvió a centrar su atención en las hojas y unas cuantas se


desprendieron de la rama y bajaron flotando hacia ellos, bailando,
girando, haciendo bucles como una especie de exhibición de aviones
acrobáticos.

Se rió de lo bonito que parecía.

—A ver si puedes tomar uno —dijo Wolf.


Ella extendió la mano.

—No con tu mano, con tu magia.

Sintió su magia surgir suavemente a través de ella, empujándola. Era


una sensación extraña, como si pequeñas burbujas calientes burbujearan
y estallaran en sus venas. Era encantador. Pero entonces, de repente, fue
muy consciente de él, como si estuviera dentro de ella, formando parte de
ella, rodeándola. Podía sentirlo, olerlo, estaba invadiendo todos sus
sentidos. Aquellos hermosos recuerdos estaban ahora en alta definición.
Y era increíble. No se lo esperaba en absoluto, pero era su magia la que
estaba dentro de ella y su magia era parte de él, así que tenía sentido que
ella también pudiera sentirlo.

—¿Estás lista?

Apartó su atención de la sensación de tenerlo tan intrínsecamente


ligado a ella que podía sentirlo en su corazón y en su alma. Asintió,
mordiéndose el labio, emocionada por lo que podía conseguir. De
repente, las posibilidades parecían infinitas.

—Ahora toma una de las hojas. Mírate a ti misma tratando de


alcanzarla —dijo Wolf.

Imaginó que arrancaba la hoja del aire y al hacerlo sintió que brotaba
energía de ella, aunque era difícil saber si era su magia o la de él, o tal vez
un poco de ambas, pero de repente supo que tenía el control de la hoja. Su
magia la estaba controlando. Hizo que se balanceara de un lado a otro,
que hiciera piruetas sobre su tallo, y se rió de estar haciéndolo, de tener el
control.
La hoja de Wolf siguió girando junto a la de ella, se acercó a la suya y,
cuando los bordes de su hoja se enroscaron alrededor de la de ella,
empezaron a moverse juntos en una especie de tango. Ella le seguía paso a
paso, utilizando los dedos para dirigir su magia como si controlara una
marioneta.

El baile era en realidad bastante apasionado, lo cual era una tontería,


sólo eran dos hojas bailando, pero ella sabía que era mucho más que eso.
Era su magia entrelazada con la de ella y con su magia burbujeando en su
interior, se sentía muy íntima. Miró a Wolf y vio que él también la
observaba atentamente y se preguntó si él también lo habría sentido.

Ella bajó la mirada hacia sus manos unidas, olvidándose por completo
de su hoja.

—Te siento dentro de mí —dijo.

Frunció el ceño.

—¿Mi magia?

—No, tú. Y se siente maravilloso.

—¿Sí? —Parecía sorprendido.

—¿Nunca has tocado la magia de otra persona?

Sacudió la cabeza.

—Así no. Nosotros no hacemos esto. Esto equivale a que te inviten a


cenar a casa de alguien, rebusques en todos sus armarios y cajones y luego
te acuestes en su cama. Lo que te estoy haciendo, jugar con tu magia, la
mayoría de la gente lo consideraría irrespetuoso y grosero. Era algo que
mi madre y mi padre solían hacer. Cuando mi madre sufrió un derrame
cerebral, tuvo problemas con su magia y mi padre guiaba su magia de la
misma forma que yo guío la tuya, así que sabía que era posible, pero no es
lo que se hace con la gente que no conoces. Por eso quería dejar claro que
tú tienes el control sobre esto y que si no te gusta, retiraré mi magia
inmediatamente. ¿A qué te referías cuando dijiste que podías sentirme?

Pensó por un momento en cómo describirlo sin que sonara sexual,


sobre todo después del gran discurso de él sobre que no quería que pasara
nada entre ellos y la indignidad de ella por los esponsales. Pero la verdad
era que se sentía increíblemente íntimo.

—Tal vez podría mostrarte. Podría tocar tu magia para que sepas lo que
se siente.

Parecía inseguro, pero asintió.

—Eso es justo, supongo.

Sintió que su magia se desvanecía dentro de ella, pero era como si


hubiera dejado ecos de sí mismo.

—¿Cómo lo hago? —preguntó Star.

—Extiende tu mano hacia mí como lo hiciste cuando buscabas esa hoja.


Ve tu magia fluir dentro de mí.

Lo hizo e inmediatamente sintió que su magia se conectaba con la de él.


Frunció el ceño y asintió.

—Sí, puedo sentir tu magia. —Entonces sus ojos se abrieron de sorpresa


—. ¡Oh! Puedo sentirte. —Sacudió la cabeza como si quisiera despejarse
—. Estás en todas partes. Mierda, no quería hacerte sentir así. Esto no
es apropiado en absoluto. Tienes que parar antes de que haga algo de lo
que me arrepienta.

Se levantó y ella se dio cuenta de que estaba enfadado. ¿Había hecho


algo malo?

Presa del pánico, intentó quitarse la magia, pero no sabía cómo


hacerlo. De repente, se oyó un estruendo parecido a un disparo y un
destello de luz, y Wolf se desplomó y cayó de cabeza de la rama.

—¡No! —gritó Star y se estiró para atraparlo y evitar que cayera, pero
no lo consiguió. Sin pensarlo, alargó la mano con su magia, como había
hecho con la hoja, para intentar agarrarlo, y vio con asombro cómo el aire
parecía doblarse de repente a su alrededor, deteniendo su caída a pocos
centímetros del suelo. Estaba tan asombrada de haberlo hecho que soltó
un gritito, se tambaleó un poco hacia atrás y estuvo a punto de caerse de
la rama. Pero con la distracción, la magia que rodeaba a Wolf desapareció
y él cayó los últimos centímetros al suelo.

Star bajó rápidamente del árbol y corrió a su lado. No se movía en


absoluto. De hecho, ni siquiera parecía respirar.

—Oh, Dios, no, por favor, no estés muerto —dijo Star, sacudiéndolo. No
se movió. Apoyó la mejilla sobre su boca para sentir si respiraba, pero no
había nada—. Mierda, mierda, mierda. Lo he matado.

Se le llenó la garganta de lágrimas. Conocía los principios básicos de la


reanimación cardiopulmonar, aunque hacía años que sólo había
practicado con un maniquí. Pero desconocía el equivalente mágico, si es
que existía. Le echó la cabeza hacia atrás, le tapó la nariz y respiró hondo,
pero cuando sus labios rozaron los suyos, él habló de repente.
—Eso no será necesario.

Se hundió en sus talones y rompió a llorar.

—Oh Dios, lo siento, pensé que estabas muerto.

Le tomó la mano, aunque no abrió los ojos.

—No llores, estoy bien. Sólo... dame cinco minutos.

—Lo siento mucho.

—Deja de disculparte.

—¿Estás herido?

—No.

—¿Qué necesitas? ¿Qué puedo hacer?

—Sin ánimo de parecer grosero, ¿puedes dejar de hablar, sólo unos


minutos?

Ella cerró la boca. Él seguía sujetándole la mano con firmeza, pero, al


cabo de unos instantes, sintió que se aflojaba y que su respiración se
volvía pesada, como si estuviera durmiendo. Sin embargo, tenía la mano
helada y, cuando le puso una mano en el pecho, pudo sentir el frío de su
piel a través de la camisa.

¿Cómo podía tener tanto frío en un día tan caluroso? Estaba tan
helado al tacto que de repente le preocupó que pudiera sufrir
hipotermia.

—¿Wolf? —susurró.
No obtuvo respuesta. Sabía que compartir el calor corporal era una
forma de mantener el calor, así que se subió con cuidado encima de él,
intentando cubrirlo como una manta, aunque era enorme y no podía
hacerlo, pero al menos podía cubrir una parte de él. Cerró los ojos y tuvo
pensamientos cálidos, esperando que el calor se filtrara en él.

—Star.

Se sobresaltó al oír su voz. Lo miró y él la estaba mirando.

—Estás despierto, ¿estás bien?

—Sí, un poco confundido, pero estoy bien.

—¿Por qué estás confundido?

—Muchas cosas, pero sobre todo por qué estás acostada encima de mí.

Sintió que se le encendía la cara.

—Para tratar de mantenerte caliente, te estabas congelando.

—Ahora mismo, estoy más caliente que el sol.

—Estaba pensando en cosas cálidas.

—Me doy cuenta.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y trató de zafarse de él, pero, para su


sorpresa, él la rodeó con un brazo para detenerla.

—Estoy bromeando, gracias por cuidar de mí.

—No creo que tengas nada que agradecerme, yo… —Las palabras se le
atascaron en la garganta cuando él le tomó la cara y le secó las lágrimas
con suavidad.
Wolf dejó escapar un fuerte suspiro.

—Creo que vamos a tener un problema aquí.

—¿Te refieres a nosotros?

Asintió y luego sonrió.

—Vi todos nuestros recuerdos aquí, tan claros como el día.

—Lo sé. Yo también.

—Todavía no puedo creer que estés aquí, después de todo este tiempo
—dijo Wolf suavemente, con afecto en sus ojos—. Mentí cuando dije que
no había pensado mucho en ti desde que te fuiste. Obviamente no estaba
esperando a que volvieras para casarnos, pero pensaba en ti a menudo.
Sé que sólo éramos niños, pero te amaba.

Su mirada se desvió hacia sus labios y ella supo que estaba pensando en
besarla y se sorprendió de lo mucho que lo deseaba. Sus bocas estaban a
escasos centímetros y si se inclinaba hacia delante podría besarle.

—Star, tenemos que hablar de lo que pasó.

—¿Cuando te caíste?

—No, cuando nuestra magia se conectó. Cuando tocaste mi magia… —


hizo una pausa, claramente deliberando sobre qué decir—. Nunca me he
sentido tan excitado en toda mi vida.

Se sonrojó.

—¿Qué?
—Te deseaba de una forma que nunca antes había sentido. Podía
sentirte en todas partes, pero no era suficiente, quería más. ¿Es eso lo que
sentiste cuando toqué la tuya? Dijiste que era maravilloso.

—Lo era. —Tragó saliva—. Sentía como si fueras parte de mí, como si
estuvieras dentro de mí, en mis venas, en mi corazón. Podía olerte,
sentirte como si me envolvieras. No diría que estaba excitada, pero me
sentí... gloriosa.

—Esa nunca fue mi intención. Lo lamento. No tenía ni idea de que se


sentiría así. Cuando mi padre se lo hizo a mi madre, nunca fue algo...
sexual. Siempre fue para ayudarla y guiarla.

—No necesitas disculparte.

—Yo sí, nunca haría algo así.

—Lo sé. —Se mordió el labio—. Todavía puedo sentirte. No tan fuerte
como antes, pero dejaste una huella.

—Yo también puedo sentirte. Creo que forjamos algún tipo de


conexión.

—O reabrimos una.

Frunce el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Hizo una pausa mientras pensaba.

—No puedo creer que vaya a decir esto cuando dije que todo era
basura, pero ¿crees que se sintió así porque estamos comprometidos? No
por los esponsales, sino por la conexión que se forjó al nacer el mismo día,
por la magia de las líneas.

Asintió con la cabeza.

—Creo que es bastante probable. Pero nunca he hecho lo que acabo de


hacer con nadie antes, así que no lo sé.

Dejó escapar un pequeño suspiro.

—Creo que tenemos que tomarnos esto de los esponsales un poco más
en serio de lo que pensábamos.

—Star, no nos vamos a casar.

—No estoy sugiriendo eso, ni siquiera estoy sugiriendo que empecemos


a salir. Está claro que tenemos una conexión, nos guste o no. Y no tiene
por qué ser una conexión física, íntima, pero hay algo ahí que
probablemente deberíamos investigar o mirar un poco más en lugar de
descartarlo.

Se mordió el labio.

—Probablemente tengas razón, pero no hagamos eso hoy.

Parecía cansado y ella estaba preocupada por él.

—¿Qué pasó cuando te caíste, qué hice mal?

—No hiciste nada malo. Cuando me di cuenta de cómo me hacía


sentir tu magia al tocar la mía, y de cómo probablemente yo te hacía
sentir a ti, quise que pararas e intenté empujarte. Nuestras magias
luchaban entre sí y la tuya ganó sin duda.

—Oh Dios mío Wolf, podría haberte matado.


—No, sólo me noqueaste. Y no es culpa tuya. Además, supongo que
debes haber amortiguado mi caída, de lo contrario creo que tendría
algunos huesos rotos que tratar ahora después de una caída tan alta.

—De alguna manera te atrapé con mi magia.

La miró con asombro.

—Impresionante.

—Bueno, yo no confiaría en que lo volvería a hacer, no tengo ni idea de


cómo lo hice. Y deja de mirarme como si fuera una especie de héroe. Te
hice sentir cosas que no querías sentir, forjé una conexión que
definitivamente no querías y luego te tiré de un árbol. Y como guinda de
mi comportamiento inapropiado, me tumbé encima de ti.

Sonrió satisfecho.

—He tenido días peores.

—¿Por qué estás tan tranquilo con todo esto?

—Sólo estoy pensando que si el asunto de los esponsales funciona y


terminamos casados y con hijos, será un infierno contárselo a los nietos.

Se rió.

—No nos vamos a casar. Ni siquiera me gustas.

Esto no hizo nada para disipar la sonrisa en su rostro.

—No lo sé, parecías muy preocupado cuando pensaste que estaba


muerto.
—Sólo porque pensé que los aldeanos me perseguirían por matar a
su amado alcalde.

—Probablemente también lo harían, te quemarían en la hoguera.

Sintió que la sonrisa se le caía de la cara.

—¿Qué?

—Estoy bromeando. Nadie va a hacerte daño aquí. Deja de preocuparte


de que vayan por ti cuando sepan quién eres. Te querrán. Ven, vamos.
Creo que hemos tenido suficiente entrenamiento por un día. ¿Por qué no
te presento a Ashley en el camino de regreso y así sabrás dónde ir al club
de pociones esta noche?

—De acuerdo.

Ella se levantó y Wolf se estiró y se levantó también y empezaron a


caminar de vuelta al pueblo.

No pudo evitar fijarse en la gente que la miraba desde sus jardines y


ventanas al pasar.

Pronto llegaron a una casita con una puerta morada brillante, pero
antes de que Wolf pudiera llamar, se abrió la puerta y apareció una joven
sonriente. Tenía el cabello rubio recogido en una trenza hasta la cintura y
los ojos azules. Llevaba un pantalón vaquero corto y una camiseta azul
con un flamenco brillante con gafas de sol. Cuando habló, Star se dio
cuenta de que era americana.

—Me preguntaba cuánto tardarías en traerla a conocerme —dijo la


mujer—. Star, soy Ashley Dougan, es un placer conocerte.
Star le tendió una mano, pero Ashley tiró de ella para abrazarla y
algunas de sus dudas y temores se disiparon.

—Pasen —dijo Ashley, dando un paso atrás para dejarles entrar.

Star la siguió dentro y Wolf tuvo que agachar la cabeza para cruzar la
puerta. El salón era impresionante. En el centro había un sencillo sofá
esquinero gris con abundantes cojines de lentejuelas satinadas de color
púrpura intenso, turquesa brillante y fucsia. En el suelo había una
alfombra azul oscuro, y las paredes y la repisa de la chimenea estaban
cubiertas de botellas de cristal de colores de todas las formas y tamaños,
que captaban la luz del sol cuando entraba por la ventana.

—Vaya, me encanta tu casa —dijo Star.

—Oh, es un poco estereotipado que la señora de las pociones tenga


todas estas botellas, pero estas no son todas pociones, sólo algunas de
ellas lo son. Me encanta el cristal de colores. Tengo algunos de cada lugar
del mundo que visito, me recuerdan mis viajes. En fin, ¿cómo te estás
adaptando?

Star soltó un suspiro.

—Es un poco abrumador. Vine aquí para escapar de los medios de


comunicación y de la atención, y recibo un montón de atención de otra
manera. Me siento un poco como un animal en un zoo con todo el mundo
mirándome.

—Todos sentirán curiosidad por ti. Siempre lo hacen con la gente


nueva, pero tú eres más emocionante porque eres una salvaje. Nunca
hemos tenido uno de esos antes. No te lo tomes como algo personal. Una
vez que la gente te conozca, pronto serás noticia vieja.
—Eso es lo que dije, necesita darle a la gente la oportunidad de
conocerla —dijo Wolf—. Por eso sugerí que viniera al club de pociones
esta noche.

—Son bienvenidos —dijo Ashley—. En realidad, verás que venimos de


todas partes del mundo. Todas hemos tenido comienzos muy diferentes
en la vida, viajes diferentes, crianzas diferentes, pero estamos unidas por
la magia. Así que no importa que no empezaras tu vida como bruja, ahora
eres una y la magia nos une. Eso y el vino.

Star se rió.

—Allí estaré. ¿Llevo algo?

—Normalmente, los tentempiés están totalmente cubiertos, pero si


quieres traer algo, puedes traer algunas de tus famosas cupcakes.

—Ah, bueno, me prometí que no haría más de esos hasta que dominara
mi magia.

Ashley frunció el ceño.

—No dejes de hacer lo que te gusta. La intención es una parte


importante de la magia: ¿para qué quieres usar la magia, cuál es el
resultado? Si haces pasteles sólo con la intención de hacer amigos, sólo
saldrá algo bueno.

Star sonrió.

—De acuerdo, haré unos de chocolate. Sólo cosas buenas pueden


salir del chocolate, ¿verdad?

Ashley se rió.
—Oh, por supuesto. ¿Estarás aquí a las siete?

—Estaré.

Saludó a Ashley con la mano y volvieron a salir.

—Me gusta —dijo Star, sintiéndose ya más ligera.

—A mi también. Ashley tiene un don especial con la magia, parece


entenderla mucho mejor que nadie. Puede verla, lo que es muy raro.
Puede ver auras alrededor de la gente, pero también puede ver las
energías mágicas que nos rodean. Es muy buena con las pociones, y
aunque esta noche no aprendas mucho, porque he oído que el vino
tiene prioridad en estas reuniones, creo que te lo pasarás bien. Y siempre
puedes volver otro día y hablar de pociones con ella en privado, cuando
no haya vino de por medio.

—Probablemente lo haga. Esa faceta me fascina porque creo que es muy


parecida a lo que llevo años haciendo con mis tartas.

—Estoy de acuerdo.

—En ese sentido, tengo que volver y hacer un lote de pasteles para esta
noche.

—Asegúrate de tener pensamientos felices.

Se rió.

—Lo haré. ¿Cuáles son tus planes para el resto del día?

—Voy a investigar más sobre nuestros esponsales y la magia que los


rodea. Quiero entender a qué nos enfrentamos.

—Oh. Buena idea. Hazme saber lo que averigües.


Asintió con la cabeza, la saludó con la mano y se alejó en dirección al
fondo del pueblo.

Lo miró marcharse, preguntándose si serían capaces de comprender la


magia que formaba parte intrínseca de su compromiso, si podrían
romperla. Se mordió el labio al recordar la conexión que habían
compartido aquella mañana, porque ahora mismo no estaba segura de
querer hacerlo.
Capítulo doce

Wolf llamó a la puerta de su abuela y ella le abrió con una copa de cóctel
en la mano, en cuyo interior humeaba y burbujeaba algo de color púrpura
brillante.

—Oh bien, me alegro de que estés aquí, puedes ser mi conejillo de


indias —dijo Zofia.

—No voy a beber eso —Wolf entró.

—Oh vamos, necesito encontrar la mezcla perfecta de ponche para las


celebraciones del solsticio de invierno.

—Cualquier cosa de ese color no parece segura para beber.

—Claro que es seguro —dijo Zofia dando un trago para demostrarlo


—. Es sólo que no sabe especialmente bien. Toma, pruébalo.

—Paso.

—Necesitas vivir un poco, relajarte, disfrutar. Siempre estás tan serio.


Cuando eras pequeño te encantaba jugar con tu magia, te divertías. No
puedo recordar la última vez que te divertiste haciendo algo.

Wolf sonrió un poco al recordar lo divertido que había sido mostrarle a


Star su lado oscuro esta mañana, llenando la cocina con sus aterradoras
ilusiones. De niño le encantaba hacer cosas así con su magia. Pero ahora
era adulto y tenía responsabilidades. Star era una distracción de la que
podía prescindir.

—Necesito hablar contigo y me gustaría tener la cabeza despejada.

—¿Sobre que Star sea tu prometida?

Ya debería estar acostumbrado, pero seguía siendo un poco extraño.


Tenía alguna que otra premonición, pues era evidente que había
heredado algunas de las habilidades adivinatorias de su abuela, pero no
lo sabía todo como una especie de presencia omnisciente.

—Sí, exactamente.

—Me alegro de que por fin esté aquí, ya era hora. Ella debería poner un
resorte en tu paso y una sonrisa en tu cara. ¿Ya te has acostado con ella?

—Zofia, no voy a tener esa conversación contigo.

No le gustaba que la llamaran “abuela” ni que hicieran ninguna otra


referencia a que era abuela. Quería que todo el mundo creyera que era
eternamente joven. Tenía un aspecto estupendo para su edad, pero tener
un nieto adulto viviendo en el pueblo con ella arruinaba un poco ese
aspecto.

—¿Eso es un sí?

—No, no lo es. No va a pasar nada entre Star y yo. Ella vino aquí por un
lugar de refugio y ahora está prácticamente obligada a ir al altar sólo
porque nacimos el mismo día, es ridículo.

—Tú y yo sabemos que el compromiso es mucho más profundo que


cumplir años el mismo día. La conexión de las líneas ley es una magia
poderosa.
Empezaba a darse cuenta. Sentía algo por Star que nunca antes había
sentido. Y ni siquiera podía culpar a la forma en que su magia se había
conectado ese mismo día. Cuando ella llegó a su casa la noche anterior y
le tocó la cicatriz del rayo, él le quitó la mano porque le gustó demasiado.
Quería tener sus manos sobre él, y que ella lo tocara así le hacía querer
empujarla contra la puerta y hacerle el amor. Cuando la abrazó en la
cocina el primer día, tuvo que parar y alejarse porque quería mucho
más. Cuando ella se durmió, había algo primitivo en su interior que la
quería en su cama. Aunque luego durmiera el resto de la noche en el sofá,
había algo tan perfecto en ella tumbada en su cama. Y no entendía por
qué se sentía así, tan rápido y tan fuerte. Era una mujer hermosa, pero
sabía que era algo más que eso: había estado con muchas mujeres
atractivas en su vida y nunca se había sentido así. Tenía que ser por su
conexión con las líneas ley y quería que parara.

—¿Cómo quito esta magia?

Zofia le miró horrorizada.

—¿Por qué demonios querrías quitarla?

—Porque ella debería poder elegir. Ambos deberíamos. Me siento como


hipnotizado con ella, como si no tuviera control. No puedo evitar tocarla
cada vez que estoy con ella, necesito tomarle la mano o tocarle el cabello.
Sólo puedo pensar en besarla, en hacerle el amor, y me está volviendo
loco.

—Déjate llevar. Si ella está dispuesta, que estoy segura que lo está,
disfrútalo, abrázalo, diviértete por primera vez en tu vida. No tengo
ninguna duda de que será lo mejor que te haya pasado, así que ¿por qué te
contienes?
—Quiero que ella tenga control sobre esto. No quiero que se vea
obligada a hacerlo porque una extraña magia ancestral la hace sentir así.

—Esto no funciona así. La magia no te lava el cerebro.

—Eso es lo que parece.

—Su historia de amor empezó hace dieciséis años. Esto no es que dos
personas se vean forzadas a estar juntas, esto es reavivar ese amor, esto es
que ambos se dan cuenta de que esos sentimientos nunca desaparecieron,
sólo se hicieron más fuertes en todos los años que estuvieron separados.

—¿Y si nos vimos obligados a estar juntos por nuestra conexión con las
líneas ley? ¿Y si nada de esto es real?

—Queridos Dioses. ¿Por qué crees que nadie te querría?

Frunció el ceño.

—No creo que no me quieran. He tenido relaciones con muchas


mujeres a lo largo de los años.

—Has tenido sexo con muchas mujeres a lo largo de los años. A


veces cena y sexo. Difícilmente llamaría a alguna de ellas una relación.
¿Qué está pasando aquí realmente?

Ella ladeó la cabeza, estudiándolo, y él hizo una mueca de dolor al saber


que veía mucho más de lo que aparentaba.

—Lo peor que hicieron tus padres fue sacarte de este pueblo, aunque
entiendo que las intenciones eran buenas. Pero cuando a tu madre le dio
el ataque, tu padre debería haberla traído a casa, los habríamos ayudado,
a ella, a ti y a Lynx. En vez de eso, él luchó tratando de mantenerla y tú te
guardaste el acoso para ti. Y llevarte a una escuela mundana no te enseñó
a ser sociable y a relacionarte con otros niños como esperaban, sino que te
enseñó que si te expones, te acosarán y te condenarán al ostracismo. Te
retraía y te hacía callar por miedo a que te descubrieran. Te enseñaba que
nunca puedes ser tú mismo.

Zofia frunció el ceño mientras seguía leyéndole como a un libro.

—Había una chica, Marie, tú tenías diez años. La invitaste a salir y ella
se rió de ti, dijo que nunca saldría con un bicho raro como tú. Maldita sea,
Wolf, ¿es eso? Eran niños. —Entonces su cara se suavizó—. Oh no, fue
Star, ¿no? Ella te rompió el corazón. Le dijiste que la amabas, la única
persona a la que le has dicho esas palabras, y nunca volvió. Pero no fue
culpa suya, sino de los guardias que el ayuntamiento puso en el pueblo.

—Ahora lo sé. Lo intentó todo para volver conmigo, incluso siguió


intentándolo años después, cada vez que venía por aquí, y no podía
encontrar el camino de vuelta a nuestro árbol. Pero no me enteré de los
pabellones hasta años después, así que sí, perderla me dolió, no entendí lo
que salió mal entre nosotros. Y nunca pude cerrarlo.

—Crees que porque nunca te dijo que te amaba antes no podría amarte
ahora. Y ahora que ha vuelto, ¿quieres estar seguro de que si te quiere, te
quiere por ti, no porque se hayan visto obligados a estar juntos por magia
ancestral?

—Honestamente, preferiría que no pasara nada entre nosotros, es más


fácil para ambos. Pero sí, si sucede, quiero estar seguro de que ella eligió
esto.

Zofia soltó un gran suspiro y volvió a centrar su atención en el caldero


que burbujeaba con un líquido misterioso.
—¿Qué hay en eso de todos modos?

—¿Me lo preguntas con tu gorra de salud y seguridad puesta o porque


estás secretamente tentado de probar un poco?

—Confío en que no envenenarás a todo el mundo. —Se acercó; olía


asqueroso.

—Tiene un vino de melisa, una infusión de orégano y aceite de menta, y


una pizca de salvia, acedera, nuez moscada y estragón. Lleva zumo de
moras y arándanos, corteza de naranja y, por supuesto, rayos de luna y
polvo de estrellas.

—OK, eso suena bien.

—Ah, y cuatro botellas de vodka.

Puso los ojos en blanco.

—Por supuesto que sí.

La miró removerlo y esperó las perlas de sabiduría que ella siempre se


apresuraba a dispensar.

—Estuve prometida una vez.

Eso no era lo que él esperaba.

—¿Cómo no sabía esto?

—No fue aquí, fue en mi antiguo pueblo de Polonia. Dovyen, el


equivalente polaco de Midnight, sólo que mucho más grande.

—¿Estabas prometida al abuelo?


—No, bendito sea, le tenía mucho cariño a tu abuelo, era un hombre
encantador y un buen amigo, pero no compartíamos esa increíble
conexión que compartía con Jan.

Eso tenía algo de triste. Zofia había estado casada con su abuelo durante
cuarenta y seis años y parecía que nunca le había amado de verdad. Pero
en cambio parecía que se había perdido el amor de su vida con este
hombre, Jan.

—¿Qué ha pasado?

Zofia añadió una pizca de algo que parecía caléndula y vertió parte del
líquido en un vaso.

—Jan nació en mi pueblo, pero se mudó cuando era un bebé. Yo ni


siquiera sabía que existía hasta que volvió cuando teníamos diecinueve
años. Todo el mundo decía: “Oh, es tu prometido, ha vuelto para
cortejarte, qué romántico”, —Zofia puso voz de niña tonta y emocionada
—. Y yo pensé que si había venido a cortejarme, que lo hiciera. Tuvimos
dos meses del mejor sexo de toda mi vida. Lo que compartimos fue
puramente físico, desde luego no lo amaba, pero si me hubiera pedido que
me casara con él le habría dicho que sí sólo por tener esa clase de sexo
ardiente el resto de mi vida. No sé si era nuestra conexión física por haber
nacido el mismo día o si era sólo él y su destreza en la cama, pero era un
dios entre las sábanas y en cualquier otro lugar donde tuviéramos sexo.
Pensaba mucho de sí mismo. El nombre Jan significa “regalo de Dios”, y él
se creía que lo era. Resultó que estaba dando su don a varias otras
mujeres del pueblo al mismo tiempo.

Wolf no sabía ni por dónde empezar con esa historia. Era difícil
imaginarse a su abuela como un demonio sexual, de hecho era algo que
prefería no imaginarse. Le quitó el vaso y bebió un trago. Sabía tan
asqueroso como olía, pero le quemó la garganta y sintió calor.

—Entonces, ¿qué pasó con todo eso del alma gemela? ¿Destinados a
estar juntos para siempre y toda esa mierda?

—No creo que estar prometido signifique ser el alma gemela del otro, si
es que eso existe. No creo que signifique que os vayáis a amar al instante,
sólo significa que comparten una conexión. Como los dos nacieron en el
solsticio de verano, yo diría que esa conexión es aún más fuerte, pero no
significa amor y felicidad para siempre. En mi pueblo era muy común que
los niños se prometieran, había muchas parejas jóvenes y muchos niños.
Muchas de las parejas de novios se casaban, pero se divorciaban al cabo de
unos años cuando descubrían que tenían muy poco en común; sólo
algunos se casaban para toda la vida. Algunos ni siquiera llegaban al
matrimonio, salían un tiempo, tenían sexo esponsal locamente caliente y
seguían adelante.

—¿Estás diciendo que la conexión esponsal es puramente sexual?

Dio otro trago al cóctel, sintiendo que lo necesitaba, pero se arrepintió


al instante.

—No sé qué es ni cómo funciona —dijo Zofia—. Pero estoy segura de


que no es amor. El amor es demasiado poderoso para crearlo con magia,
ya lo sabes. Estoy segura de que no hay en el mundo ningún hechizo,
maldición, amuleto o poción que pueda hacer que dos personas se
enamoren.

Wolf se sintió un poco mejor al respecto, aunque no por ello dejó de


necesitar a Star.
—Mira, si te molesta tanto apuesto a que se puede quitar. No sé lo
suficiente sobre todo eso, pero apuesto a que Ashley sí. Ella puede ver la
magia; será capaz de ver el vínculo que os une. Si alguien puede quitarlo,
será ella.

Asintió con la cabeza.

—Tal vez voy a tener una charla con ella—

—O... simplemente disfruta de sexo esponsal loco y caliente, sácatelo


de encima y sigue adelante.

Se bebió el resto de su bebida. Estaba muy, muy tentado.

Esa noche, Star llamó a la puerta de Ashley muy nerviosa. Sólo quería
gustarle a todo el mundo, ¿era mucho pedir?

Ashley abrió la puerta con una gran sonrisa.

—Hola, Star, entra y conoce a todos. Toma, deja que te quite eso. —
Tomó la lata de cupcakes hechos con cariño y echó un vistazo al interior
—. Se ven y huelen deliciosos.

—Gracias, están perfectamente a salvo, lo prometo.

Ashley sonrió y la llevó adentro.

El sofá había crecido de alguna manera desde que Star había estado allí
aquella tarde y se alineaba en los bordes de la habitación en forma de
herradura gigante. Había cinco mujeres sentadas cada una ante su propio
caldero y, en el centro de la habitación, una mesa repleta de aperitivos y
otra llena de botellas y cajas de hierbas y otros ingredientes que,
presumiblemente, se utilizarían en las pociones. Las velas parpadeaban y
bailaban sobre las superficies de toda la habitación.

Hubo una pequeña ovación colectiva cuando las mujeres vieron a Star y
ella no pudo evitar sonreír. Reconoció a Maxine del día anterior y a la otra
mujer que había estado gritando a Jessica supuso que era Erin, ya que
Wolf la había mencionado.

—Star, déjame presentarte a todos. Aquí a tu izquierda está Nithya, ella


es de Goa.

—Oh, tú eres quien decoró mi casa, muchas gracias, está maravillosa —


dijo Star.

—Fue un placer —dijo Nithya.

—¿Pusiste la foto del David de Miguel Ángel en mi habitación?

Nithya se deshizo en risitas.

—Así es. Siempre me hace sonreír cuando lo veo. Pensé que podría
hacerte sonreír a ti también.

Star resopló cuando Nithya levantó el dedo meñique para mostrar qué
era exactamente lo que la hacía sonreír.

—A su lado está Darianna —continuó Ashley—. Es de Ecuador.

Darianna sonrió y saludó.

—La siguiente es Maxine y es de Skegness.

—Hola —saludó Maxine—. Prometo que esta noche no llevo más


tomates encima.
Star sonrió.

—Y por aquí tenemos a Kianga de Tanzania. Ella y Nithya fueron a la


misma escuela en Kent.

—Éramos las únicas brujas del colegio, nos divertimos mucho —dijo
Kianga.

—Me lo imagino —dijo Star con nostalgia—. Qué bonito habría sido
crecer con alguien con quien compartir tu magia.

—Y esta es Erin, que es de Dublín —terminó Ashley, presentando a la


otra mujer que le había gritado a Jessica el día anterior.

Star sabía que Ashley le estaba diciendo de dónde era cada una para
demostrarle que la magia los unía, sin importar de dónde vinieran, tal
como había dicho aquella tarde.

—Hola, hola —saludó Star, tratando frenéticamente de memorizar


todos sus nombres.

—Star ha traído sus famosos cupcakes —dijo Ashley, abriendo la lata y


haciéndole un hueco en la mesa de la comida.

Nithya, Erin y Kianga se inclinaron sobre la lata para echar un vistazo y


se sirvieron uno.

—Star, ¿por qué no te sientas aquí a mi lado, vamos a empezar en breve


—dijo Ashley.

—No tengo caldero —dijo Star, sentándose junto a Erin.

Ashley agitó la mano y un pequeño caldero salió flotando de uno de los


armarios y se sentó frente a Star, listo para ser utilizado.
Star sonrió. Creía que nunca se acostumbraría a la magia de este
mundo.

—Lamento la forma en que Jessica te trató ayer —dijo Erin—. Te


prometo que la mayoría de los aldeanos son mucho más amables y
cuerdos. Siempre pensé que podría estar un poco trastornada.

—Bueno, es bueno saber que no soy la única que la encuentra


desagradable.

—¿De dónde eres? —dijo Erin, ofreciéndole a Star algo que parecía una
pequeña y pegajosa bola redonda de masa.

Ella la tomó y le supo deliciosa.

—Crecí en el pueblo vecino de Whimbles y luego me mudé a Londres


cuando tenía dieciséis años. Pero en realidad nací aquí, en Midnight,
aunque sólo pasé aquí unas horas antes de que me llevaran.

Los ojos de Erin se abrieron de par en par.

—Has nacido en Midnight. Eso es emocionante.

—Algo así. Pero probablemente sabes que soy una salvaje, todo esto es
completamente nuevo para mí. Hace dos días, ni siquiera sabía que este
mundo mágico existía.

—Eso tiene que ser aterrador y confuso —dijo Erin.

—Lo es, y abrumador y emocionante y tantas otras emociones, que la


cabeza me da vueltas. ¿Puedo preguntarles qué cuentan a sus amigos no
mágicos sobre su brujería o dónde viven?
—En realidad no lo menciono, sólo hablamos de otras cosas en lugar de
magia y si quieren visitarme siempre encuentro alguna excusa para
aplazarlas —dijo Nithya.

—Sí, yo también —dijo Darianna.

Star suspiró.

—Mi amiga iba a venir aquí con algunas de mis cosas y tuve que
explicarle que era un pueblo privado y que no la dejarían entrar y, por
supuesto, quiso saber por qué.

—¿Qué has dicho? —preguntó Ashley.

—Le dije que los habitantes del pueblo eran todos naturistas y andaban
desnudos todo el tiempo.

Todas se echaron a reír.

—Bueno, eso sin duda haría el solsticio más interesante —dijo Erin.

—O traumatizante. Hay mucha gente en el pueblo a la que no me


gustaría ver desnuda. Aunque hay algunos que no me molestarían.
Nuestro alcalde, por ejemplo —se abanicó Maxine.

Kianga se inclinó para hablar con Star, con los ojos muy abiertos por la
emoción.

—Estás prometida a él, ¿verdad?

Star sonrió.

—Aparentemente sí, los dos nacimos el mismo día, pero no sé muy bien
qué significa.
—Yo tampoco sé qué significa eso —dijo Darianna—. ¿Tienen que
casarse porque cumplen años el mismo día? Eso es un poco raro.

—Es raro, ¿verdad? —se rió Star—. Eso es lo que dije, le dije que no me
casaría con él por una tonta tradición antigua. Afortunadamente, él
tampoco quiere casarse conmigo, así que no veo que vaya a ser para
tanto.

Aparte de los ineludibles sentimientos que ella sentía por él y él


aparentemente por ella. Pero definitivamente no es gran cosa.

—Pero está bueno —dijo Maxine, abanicándose—. No sería tan


difícil estar prometida a él. Imagino que el increíble sexo compensaría
su malhumor.

Nithya resopló en su pastel.

—¿Es malhumorado? —preguntó Star—. Sólo ha sido amable conmigo


hasta ahora.

—Yo no diría que es malhumorado, simplemente es muy serio —dijo


Kianga—. Sólo tenía dieciséis años cuando se convirtió en tutor único de
su hermano pequeño y dos años más tarde fue elegido alcalde del pueblo,
así que supongo que tuvo que madurar muy rápido. Su trabajo como
alcalde es una gran responsabilidad.

—Es un poco gruñón —dijo Maxine—. No le impresionó que una vez


me echara una siestecita de camino a casa desde el club de pociones.

Las otras señoras se rieron.

—¿Qué? Fue un largo camino a casa y puede que haya bebido


demasiadas copas de vino —dijo Maxine—. Pero aún así no rechazaría
una noche de sexo increíblemente caliente si él se ofreciera. Podría ser
gruñón y mandón en el dormitorio, eso no me importaría.

—¿Cómo sabes que el sexo sería increíble? —Dijo Nithya.

—Sólo míralo, puedes saber cuando un hombre sería increíble en la


cama —dijo Maxine.

—Tengo una amiga que se acostó con él en realidad —dijo Erin—. No es


del pueblo, está a unos kilómetros, y dijo...

—Señoritas, vamos —se rió Ashley—. No creo que sea justo ni


apropiado hablar así de Wolf.

Erin tosió.

—El mejor sexo que ha tenido. —Volvió a toser para disimular y todas
se rieron.

Star sonrió. Pensó que estas chicas podrían gustarle de verdad.

—Estar prometida es algo más que una tonta tradición antigua —dijo
Ashley—. Cuando naces en Midnight, estableces una conexión con las
líneas ley que atraviesan el pueblo —continuó—. Eso en sí mismo es algo
poderoso. Pero compartir esa conexión con otra persona es muy especial.
Forma un vínculo más fuerte que cualquier otra cosa que haya visto. No
digo que ese vínculo signifique amor, pero los prometidos tienden a
casarse porque no pueden separarse de la otra persona.

—Y porque el sexo es muy bueno —se rió Maxine.

Ashley se rió.

—Eso también.
Kianga ofreció a Star una copa de vino y ella la tomó, gesticulando
con ella mientras hablaba.

—Llámame anticuada, pero el matrimonio debería ser porque estás


enamorada, completa y totalmente, no sólo porque de repente tienes una
sombra de la que no puedes deshacerte, aunque sea una condenadamente
sexy.

—Yo no compararía la conexión con la de una sombra que te sigue, sino


más bien con la de Wolf, que ahora forma parte de ti y tú de él. Dos
mitades de un todo —dijo Ashley.

—Eso sí que suena romántico —dijo Darianna.

—Sólo es romántico si nos amamos, no si nos vemos obligados a estar


juntos por una magia ancestral —protestó Star, aunque Darianna tenía
razón, eso sonaba algo romántico.

—Bueno, creo que deberían tomarse un tiempo para conocerse. Pero la


magia que los une no los obligará a hacer algo que no quieran —dijo
Ashley.

La conexión ya les hacía sentir cosas que no querían sentir. Wolf se


había enfadado cuando Star había tocado su magia y por cómo le había
hecho sentir. No quería volver a hacerlo.

—Pareces tan triste por esto, estar prometida no es algo malo —dijo
Ashley.

—Lo sé, es sólo que han pasado tantas cosas en los últimos días y Wolf
ha sido genial enseñándome sobre mi magia y presentándome a la gente y
no quiero que sienta que esto entre nosotros es una carga, o que está fuera
de su control. Nunca sale con nadie del pueblo y aparezco yo y no quiere
nada de esto.

Se contuvo para no decir: No me quiere, aunque ése era el quid de la


cuestión. Y comprendió que él se tomara muy en serio su trabajo como
alcalde. Habían pasado años desde que salieron de niños y estaba claro
que no podían retomarlo donde lo habían dejado. Y tenía sentido
mantener esos límites profesionales entre ellos, pero ella no podía evitar
sentirse un poco dolida por su negativa a dejar que pasara nada.

—Pude ver la conexión que compartís cuando te trajo antes. Él se


preocupa por ti, mucho, pero probablemente le llevará algún tiempo
acostumbrarse a la idea, al igual que tú —dijo Ashley.

—Y tenemos algo para animarte mientras tanto —dijo Maxine,


agitando una botella de vino espumoso.

Ashley se rió.

—A las chicas les encanta esta poción que haremos esta noche. Dentro
de unos días celebraremos el solsticio de invierno, el regreso del sol tras la
noche más larga del invierno. Es una época feliz, así que esta noche
vamos a hacer una poción de la felicidad y uno de los ingredientes es vino
espumoso. Pero hagamos primero las otras cosas, es el último ingrediente
que añadimos.

Con un gesto de la mano, unos fuegos verdes parpadearon de repente


y cobraron vida bajo los pequeños calderos. Una gran jarra amarilla flotó
entre las mujeres y vertió en cada caldero lo que parecía agua dorada
centelleante.
—Nuestro primer ingrediente es el agua del manantial infusionada con
la luz del sol y de las estrellas para dar la bienvenida al sol y desterrar la
oscuridad.

Cuando la jarra flotó hasta el caldero de Star y vertió el agua en su


interior, pudo ver que era oro líquido, que brillaba y resplandecía a la luz
de las velas que danzaban por la habitación.

—Bien, tienen una lista de hierbas impresa en sus bandejas. Quiero que
recojan una pizca de cada una de los tarros y cajas del centro —dijo Ashley
—. Star, las chicas conocen estas hierbas bastante bien, pero tómate tu
tiempo para familiarizarte con las hierbas y especias del centro, cómo
huelen y qué aspecto tienen. Cómo se sienten. Te ayudará a la hora de
crear tus propias pociones.

Star se levantó, al igual que los demás. Tomó una bandejita que estaba
junto a su caldero y se dio cuenta de que tenía pequeñas ranuras y
divisiones similares a las de una bandeja que un artista podría usar para
pinturas de distintos colores, aunque ella sabía que eran para ayudar a
mantener separadas las hierbas antes de meterlas en el caldero. Cada
sección tenía impreso el nombre de una hierba diferente. Observó que,
entre otras, había nuez moscada, canela, mejorana, clavo, ulmaria,
lavanda, limón, geranio y pétalos de rosa. Había trabajado con muchas de
estas hierbas en su propia repostería.

Había investigado mucho sobre los diferentes usos de las hierbas, así
que sería interesante ver si alguna de esas investigaciones se
correspondía con el uso que las brujas hacían de ellas. Algunas de ellas
debían de funcionar en sus pasteles, ya que siempre recibía críticas muy
favorables, y no sólo por el sabor, sino porque realmente cumplían su
función. Sin embargo, comprendió que probablemente había estado
añadiendo magia a los pasteles, así que tal vez no fueran las hierbas.

—Veo que has añadido el hibisco a la lista —rió Maxine y todas las
mujeres se echaron a reír.

—Bueno, el amor y la pasión son dos de las cosas que pueden hacernos
felices —dijo Ashley.

—Pero combinado con los otros ingredientes, ayudará a desterrar los


malos sueños. ¿Pueden tomar unas cuantos frambuesas y rodajas de
naranja también, te ayudarán a mejorar el estado de ánimo y el bienestar
general, y también necesitarás una cucharadita de miel local.

Star se acercó a la mesa central y observó todas las pequeñas macetas y


cajas de hierbas. Parecía un expositor de botica a la antigua usanza,
aparte del gran cuenco de hojaldres de queso que habían puesto en la
mesa equivocada. Tomó algunas hierbas y especias y las olió, olían
divinamente. Se dio cuenta de que había varios botes de hierbas que no se
mencionaban en su lista. Vio incienso y mirra, que nunca había visto
antes. Las tomó y dejó que los duros cristales recorrieran sus manos.
Podría haberse pasado horas estudiando cada hierba, oliéndolas y
tocándolas, averiguando qué hacía cada una, pero cuando los demás
recogieron sus hierbas y volvieron a sentarse, ella hizo lo mismo
rápidamente. Tal vez, como había sugerido Wolf, podría volver a ver a
Ashley para tomar una poción en privado en otro momento.

—En primer lugar, añade aceite de limón para limpiar. Añade cinco
gotas y remueve cinco veces en el sentido contrario a las agujas del reloj
para desterrar la negatividad —explicó Ashley.
Star no pudo evitar sonreír mientras seguía las instrucciones. Esta
parte de la magia podría gustarle de verdad. Puede que no fuera capaz de
mover una hoja sin la ayuda de Wolf, o de invocar o cambiar el tiempo a
voluntad, pero las pociones se le daban muy bien. Miró a todos los que
estaban añadiendo hierbas, frutas y especias a sus calderos y le entraron
ganas de reír. La puerta al otro mundo mágico había saltado por los aires
y ya no había vuelta atrás, pero en aquel momento Star no podía estar
más contenta.
Capítulo trece

Star prácticamente salió flotando del club de pociones y no creía que


tuviera nada que ver con la poción de la felicidad que había estado
preparando. Había charlado y reído con las chicas toda la noche y, por
primera vez en su vida, tenía la sensación de haber hecho amigas de
verdad. Hacer una poción había sido brillante y no importaba que su
poción hubiera acabado de un color ligeramente diferente al de los
demás, se había divertido tanto haciéndola que no había podido dejar de
sonreír en toda la noche.

Salió a la calle. Hacía un poco más de fresco que la noche anterior. No


hacía frío, pero sí lo suficiente como para desear haberse puesto una
chaqueta o un cárdigan.

Todos empezaron a despedirse y ella les dio a todos un abrazo de


buenas noches antes de irse cada uno por su lado.

—Oh, mira, tu prometido está aquí —se rió Maxine y se oyeron risas y
murmullos cuando Wolf se levantó de un banco al otro lado de la calle y se
acercó.

—Señoras, ¿tuvieron una buena noche? —Preguntó Wolf.

—Sí —dijo Erin—. Tuvimos mucho de qué hablar.

Hubo más risitas, ya que Wolf había salido varias veces en la


conversación.
—Quizá puedas convencer a Wolf de la idea de desnudar al pueblo —
dijo Maxine.

Wolf arqueó una ceja hacia Star y ella lo descartó rápidamente.

—No es nada. ¿Qué haces aquí? —preguntó. Seguro que ya había tenido
bastante de ella durante el día.

—He venido a acompañarte a casa.

—Eso sí que es romántico —dijo Darianna.

—Sshhh —dijo Kianga—. Dejémoslos solos.

—Prefiero quedarme a mirar —refunfuñó Maxine.

Pero todas las mujeres se despidieron y se alejaron camino arriba, hasta


que se quedaron los dos solos.

—Creo que probablemente podría arreglármelas para llegar a casa sana


y salva —dijo Star, desmesuradamente contenta de que Wolf hubiera
hecho el esfuerzo.

—Está oscuro y aún no sabes moverte bien. Además, sé cuánto vino se


bebe en el club de pociones. Una vez encontré a Maxine profundamente
dormida en el nivel superior de la fuente del pueblo.

De repente, el comentario de Maxine tenía más sentido.

—La verdad es que fui bastante comedida. Sólo me tomé dos copas.
Quería concentrarme en lo que estaba haciendo.

—¿Así que no me necesitas? —Dijo Wolf.


Star miró a su alrededor y, aunque estaba segura de que acabaría
encontrando el camino a casa, se había perdido dos veces viniendo aquí y
ahora estaba oscuro y parecía muy diferente.

—Bueno, ahora que estás aquí, un escolta a casa no estaría mal.

Él le tendió el brazo y ella no pudo evitar sonreír ante el encantador


gesto. Le pasó la mano por el brazo y empezaron a caminar en una
dirección que ella no habría tomado en absoluto.

—¿Qué pasa con la idea de la desnudez?

Star gimió y explicó lo que le había dicho a Tig, que se echó a reír. Era
rico y profundo, y a ella le encantaba cómo sonaba.

—Bueno, esa es una manera de evitar que venga aquí.

—No estoy segura. Conociendo a Tig, probablemente la animaría —


Star negó con la cabeza.

La estudió un momento.

—Pareces mucho más feliz que cuando te dejé hoy temprano. ¿Lo has
pasado bien esta noche?

—Wolf, la pasé muy bien. Gracias por hacerme ir. Las damas son
maravillosas y amables y me divertí mucho haciendo la poción.

—Estoy muy contento. ¿Qué poción hiciste?

—Una poción de la felicidad. —Le mostró la cajita que sostenía con


cuatro botellitas de cristal dentro, todas conteniendo líquidos brillantes
y resplandecientes que parecían bailar y moverse por sí solos—. Se
supone que beberla traerá felicidad a tu vida.
Wolf sacó una botella de la caja y la acercó a las farolas, donde centelleó
dorada en la oscuridad.

—¿Puedo probar uno?

—Por supuesto, siempre y cuando confíes en que no te envenenaré. No


creo que sea tan eficaz. Me confundí si había hecho seis revoluciones en el
sentido de las agujas del reloj o siete después de añadir la miel y la nuez
moscada. Y puede que haya añadido demasiado hibisco y no
suficiente rosa. Una pizca es algo muy subjetivo, una pizca puede ser muy
grande o muy pequeña.

—No creo que importe demasiado, y a veces alguien añade una pizca
de algo porque prefiere el sabor. La intención es lo más importante, igual
que con tus pasteles, lo que quieres que consiga la persona para la que los
has hecho. Gran parte es pensamiento positivo. Si hicieras una poción de
la felicidad para mí, por ejemplo, me imaginarías feliz, pero una poción
de la felicidad genérica para cualquiera debería tener el mismo efecto o
parecido.

Sacó el corcho y se lo bebió de un trago.

—Sabe bien.

—Probablemente sea el vino espumoso. ¿A qué sabe?

Sonrió.

—Felicidad. —Se rió—. —No lo probaste por ti misma?

—No, no estaba segura de si debería. Ashley no paraba de hablar de la


persona a la que se lo daríamos como regalo de solsticio de invierno.
—Siempre debes probar tus propias pociones, sólo puedes mejorar si
las pruebas por ti misma.

Había estado desesperada por probarla, simplemente porque se sentía


desmesuradamente orgullosa de sí misma por haber hecho su primera
poción, no porque realmente creyera que la haría feliz. Sacó una botella
de la caja, la destapó y se la bebió. Sabía muy bien, pero al intentar
describir su sabor mentalmente, sólo se le ocurrió una palabra. Sabía a
felicidad. La panadera que llevaba dentro se reiría y diría que la felicidad
no era un sabor, pero ella sabía que era cierto.

—¿Qué te haría feliz, Star? Si pudieras nombrar una cosa que te hiciera
feliz ahora mismo, ¿qué sería?

Ella lo miró y sonrió porque realmente quería que la besara pero de


ninguna manera iba a decir eso.

De repente, un búho se abalanzó sobre sus cabezas y ella tuvo una idea.

—Quiero volar.

—¿Qué?

—Tengo toda esta magia dentro de mí y hasta ahora lo mejor que he


hecho con ella es hacer bailar una hoja. Quiero hacer algo realmente
genial. Quiero volar.

Él asintió y, para su sorpresa, se quitó la chaqueta y se la puso sobre


los hombros.

—Va a hacer frío ahí arriba.


Ella frunció el ceño, confundida, y se metió la caja en el bolsillo, subió
la cremallera y metió los brazos por las mangas. Él le pasó los brazos por
la espalda.

—Agárrate fuerte.

—¿Qué? —Inmediatamente le rodeó el cuello con los brazos, alarmada.


De repente sintió una fuerza alrededor de su espalda como si Wolf
hubiera atado una cuerda a su alrededor, pero sabía que él la estaba
sujetando con su magia—. ¿De verdad vamos a hacer esto?

—Sí, porque te hará feliz.

Su corazón saltó de emoción.

Pequeños destellos les rodearon de repente y luego se desvanecieron.

—¿Qué fue eso?

—Un amuleto de invisibilidad para que no nos vean. No queremos que


informen sobre ovnis ni que nos hagan fotos mientras estamos ahí
arriba. Así podemos ir de incógnito. Allá vamos.

Ella bajó la mirada asombrada cuando él, de repente, los levantó del
suelo y empezó a elevarse suavemente por los aires.

Soltó un chillido incontrolable de alegría mientras el suelo se alejaba


cada vez más. Las casas que tenían debajo se convirtieron en puntitos con
motas doradas que ella sabía que eran las luces encendidas dentro de las
ventanas.

Un búho voló alrededor de ellos unas cuantas veces y luego se alejó por
las colinas.
—Ese era Mulberry —dijo Wolf—. —Probablemente nunca me ha visto
volar antes.

Miró más allá y se sintió confundida por lo diferentes que parecían las
casas fuera del pueblo y de repente se dio cuenta de por qué.

—Oh, mira, ha estado nevando fuera del pueblo —dijo Star, señalando
las casas cubiertas de nieve y las colinas a su alrededor—. Dios, es tan
bonito. Ojalá nevara también en el pueblo.

Podía ver ríos, cintas plateadas que serpenteaban por las colinas. A lo
lejos, el mar brillaba a la luz de la luna.

—Star, mira hacia arriba —dijo Wolf, en voz baja.

Jadeó al hacerlo. El cielo estrellado era increíble aquí arriba, lejos


de cualquier contaminación lumínica, con millones de diminutos
cristales centelleando en la infinita oscuridad. La luna estaba llena en sus
tres cuartas partes, pero parecía tan grande y tan cercana que nunca la
había visto con tanto detalle.

—Wolf, esto es increíble. Todo esto. La vista allá arriba, el mundo


debajo de nosotros. Nunca he visto nada igual. He estado en un avión por
la noche, pero no se obtiene una visión adecuada a través de esas
pequeñas ventanas. Nunca había experimentado algo así. Es...
deslumbrante. Dios, debes hacer esto todas las noches, es magnífico.

—Hace años que no hago esto, y menos de adulto. Volar, o más bien
levitar, es algo que sólo he hecho por necesidad. Como ayudarte a bajar
de la verja o subir a mi tejado porque un pájaro se había quedado
atascado en unos cables. No lo hago por diversión.
—¿Por qué diablos no? Si pudiera hacerlo, lo haría todos los días y
nunca me cansaría. Volaría por todo el mundo, iría a ver la Torre Eiffel
por la noche y luego cruzaría los volcanes de Islandia. Las posibilidades
serían infinitas. Tu magia es un don maravilloso, ¿por qué no te diviertes
con ella?

—Siento que la diversión ha faltado en mi vida durante mucho tiempo.

—Tienes que hacer cosas que te hagan feliz, mereces ser feliz Wolf, y no
sólo la breve felicidad que te puede dar una poción, sino siempre. ¿Qué te
haría feliz ahora mismo?

Él sonrió y sus ojos bajaron hasta los labios de ella.

Ella sabía que él estaba pensando en besarla

ella.

Tragó saliva.

—¿Qué quieres? —preguntó en voz baja. Necesitaba oírselo decir,


después de hoy que ella le había hecho sentir cosas que él no quería sentir,
no quería hacer nada más que él no quisiera.

—Quiero besarte —dijo Wolf.

—¿Eres tú o la poción la que habla?

—Definitivamente soy yo.

—Bueno, ya que me has dado este hermoso regalo, ciertamente puedo


hacerlo por ti.

Ella se inclinó hacia él y lo besó antes de que él pudiera asimilarlo, y fue


absolutamente maravilloso. Le resultaba familiar, conocía a ese hombre,
ese beso, pero también era diferente. Mientras que antes, cuando eran
niños, era dulce e inocente, este beso era necesitado y prometía mucho
más. Sus brazos la rodearon por la espalda y él dejó escapar un pequeño
gemido contra sus labios. El sabor de él era increíble y ella sonrió contra
sus labios cuando se dio cuenta de que sabía a felicidad.

Le tomó la cara, disfrutando del beso, y luego le echó la cabeza hacia


atrás mientras le acercaba la boca caliente a la garganta, al lugar donde
su pulso martilleaba contra su piel, y luego más abajo, donde el cuello se
unía al hombro. Era el paraíso.

Abrió los ojos para mirar las estrellas mientras él la devoraba, la


consumía, y se sorprendió al ver pequeñas chispas de oro que los
rodeaban y que no habían estado allí antes. Era como si estuvieran en un
globo de nieve y el brillo centelleara a su alrededor.

—Wolf —susurró ella, sin querer romper la magia, y definitivamente


no quería que él dejara de hacer lo que estaba haciendo con su boca.

—¿Mmm? —Wolf murmuró contra su piel.

—¿Qué es esto?

Levantó la cabeza para ver a qué se refería y soltó una risita.

—Esa eres tú, tus emociones. Pude verlo cuando estabas asustada el
primer día, pero entonces los destellos eran frenéticos, corriendo por
todas partes. Esto es... felicidad. Besarme te hace muy, muy feliz.

Ella lo miró y asintió.

—Así es—
Volvió a besarla, esta vez mucho más suavemente, y su corazón se
aceleró cuando le acarició suavemente las mejillas.

Fue vagamente consciente, mientras el beso continuaba, de que


descendían lentamente y, unos minutos después, sus pies tocaron
suavemente el suelo y Wolf liberó la magia que la rodeaba.

Él se apartó del beso, pero seguía abrazándola y, mientras ella


recuperaba el aliento, se dio cuenta de que estaban delante de su casa.

—Aquí tienes, entregada a salvo en tu puerta —dijo Wolf, dejándola ir.

—Gracias, eso fue... increíble, todo.

Él frunció un poco el ceño y abrió la boca para hablar, pero ella se


acercó y le puso el dedo en los labios.

—No quiero oír que esto no cambia nada entre nosotros y que no va a
pasar nada más. Acabo de recibir el beso más increíble y romántico de
toda mi existencia y es algo que recordaré el resto de mi vida. Voy a ir a la
cama esta noche con la sonrisa más grande en mi cara y repetir ese beso
brillante una y otra vez y no quiero que se arruine contigo retrocediendo.
Así que déjame tener esto por esta noche y luego puedes arruinar mis
esperanzas de que pase algo más entre nosotros mañana.

El ceño seguía fruncido, lo que no presagiaba nada bueno, pero asintió,


aparentemente de acuerdo con sus condiciones.

—Buenas noches, Star.

Agachó la cabeza y le dio un breve beso en la mejilla antes de darse la


vuelta y alejarse en la oscuridad.

Sacudió la cabeza mientras lo miraba irse. Él era tan confuso.


Capítulo catorce

Star se despertó sobresaltada, sentada en la cama, con la respiración


agitada. Acababa de tener el sueño sexual más vívido con Wolf, tan claro
en su mente que aún podía sentir sus manos sobre su piel y sus suaves
labios sobre los suyos. Incluso podía oler su maravilloso aroma picante.

Sacudió la cabeza para despejarse y bebió un largo trago de agua fría.

Ahora estaba completamente despierta y sabía que no volvería a


dormirse, así que se levantó de la cama, se puso la bata y bajó las escaleras
hasta la cocina, donde Viktor estaba acurrucado en un rincón.

Sacó un cuenco y todos los ingredientes que necesitaba para hacer unos
pasteles. Esta vez nada de magia, solo unos sencillos pasteles de
manzana y canela.

—Es la mitad de la maldita noche, ¿qué estás haciendo? —gimió Viktor,


mirándola con un ojo.

—Yo... umm, no podía dormir.

—¿Pensando en besar al alcalde anoche?

—¿Cómo lo supiste?

—Tengo ojos. —Se levantó y se estiró—. ¿Estás haciendo pasteles?

—Sí. Ayuda a despejar la mente y a calmar el alma.


—Mis pasteles favoritos son el de mora y el de flor de saúco. ¿Me harías
alguno de esos?

Star sonrió.

—No tengo mora ni flor de saúco, pero te prometo que las conseguiré y
te haré algunos.

—¿Cuándo?

—Tan pronto como pueda conseguir esos ingredientes.

Viktor soltó un largo suspiro.

—Bueno, como está claro que vas a hacer mucho ruido durante la
próxima hora, será mejor que salga, pero espero mi taza de té lista para
cuando vuelva.

—Por supuesto —dijo Star. Tuvo la tentación de hacer una reverencia


para demostrarle lo ridículo que era, pero probablemente le gustaría
demasiado. Lo vio escabullirse por la gatera y volvió a centrar su atención
en los pasteles.

Empezó a mezclar todos los ingredientes, primero la mantequilla y el


azúcar, pero sólo podía pensar en su sueño. Parecía tan real. Podía
saborear los labios de Wolf cuando la besaba, podía recordar lo que sintió
cuando la subió a la mesa en esta misma cocina, el contacto de su boca con
su garganta y luego con sus pechos. Cómo le había arrancado el camisón
con una urgencia desesperada, cómo la había sujetado a la mesa y le había
hecho el amor. Ella añadió el huevo a la harina mientras recordaba lo que
sentía al tenerlo encima de ella, su cálida piel contra la suya mientras
estaba enterrado profundamente dentro de ella.
Intentó alejar esos pensamientos. Obviamente, eso no iba a ocurrir. El
beso mágico de la noche anterior probablemente iba a ser algo aislado, a
juzgar por la forma en que Wolf había empezado a retirarse
inmediatamente después.

Añadió las manzanas troceadas, vertió la masa en moldes para


cupcakes y metió la bandeja en e l horno. Lavó todos los utensilios y los
cuencos, se preparó un chocolate caliente y se fue a la terraza, a
contemplar el cielo crepuscular del amanecer, los pájaros despertándose y
cantando su canción matutina, el oro rosa de los primeros rayos de sol
espolvoreando las flores y las hojas de su jardín y los kilómetros de
campos que había detrás. Se sentía en paz, una sensación que nunca había
tenido en su vida.

Pensó en la nieve fuera del pueblo y en lo bonito que sería que nevara
aquí por Navidad o para las celebraciones del solsticio de invierno dentro
de unos días.

El horno sonó para avisarle de que los pasteles estaban listos y se


apresuró a sacarlos. Estaban perfectamente dorados y la superficie
ligeramente elástica, como debe ser un pastel perfecto. Además, olían de
maravilla. Los puso en un plato para que se enfriaran y estaba a punto de
subir a darse una ducha cuando llamaron a su puerta trasera.

Levantó la vista y vio a Wolf de pie. Estaba claro que acababa de salir a
correr: estaba un poco sin aliento, un poco sudoroso, vestido con
camiseta y pantalones cortos, y aún así tenía un aspecto de lo más sexy.

—Salí a correr y vi tu puerta trasera abierta y la luz encendida, ¿va todo


bien?
—No podía dormir —dijo Star, sin querer decirle la razón.

—Yo tampoco. —Él entró en la cocina y ella se preguntó si ahora era el


momento de dar su gran discurso sobre cómo el beso fue un error y nunca
debería haber sucedido.

Miró las pequeñas macetas de hierbas frescas que ella había colocado
en el alféizar de la ventana y las flores que había cogido del jardín y que
estaban en un pequeño jarrón. En el poco tiempo que llevaba aquí, había
hecho de este lugar su hogar.

Se acercó a la mesa donde estaban los pasteles. Tomó uno y lo olió.

—Mmm, manzana. ¿Tienen algo de magia?

Se rió.

—No, sólo pasteles de manzana.

Dio un gran mordisco.

—Wow, estos están buenos.

—¿Lo están?

—¿Nunca te comes tus propios pasteles?

—No los que hago para otras personas, pero los que hago sólo por
diversión a veces sí. Simplemente disfruto más del proceso de hacerlos
que de comerlos.

Hizo una pausa mientras masticaba, como si probara algo que no


esperaba.

—¿Todo bien?
—Sí, es sólo que... estoy recordando el sueño que tuve antes de salir a
correr. Sobre ti.

Se le cortó la respiración.

—Yo también soñé contigo.

Se miraron fijamente y ella se dio cuenta de que Wolf respiraba con


dificultad.

—¿Hemos... hemos vuelto a tener el mismo sueño? —preguntó ella,


con las mejillas encendidas por el calor. ¿Qué podía ser más mortificante
que él viera su inapropiado sueño sexual con él? A menos, por supuesto,
que ella estuviera viendo sus sueños en su lugar. Entonces nada de esto
era culpa suya.

Se tragó el pastel.

—Creo que sí. El mío fue un sueño muy bueno.

—El mío también.

Continuaron mirándose fijamente. Él parecía querer devorarla.

Tratando de distraerse de su presencia, que de repente le parecía tan


grande, tomó uno de los pasteles y le dio un mordisco. Sabía bien, pero
al tragarlo tuvo un repentino recuerdo de su vívido sueño sexual. Miró
a Wolf y éste, de repente, dejó la tarta, cruzó el espacio que los separaba y
la besó con fuerza.

Joder, este beso era explosivo y había surgido casi de la nada. Ella no
sabía lo que significaba, si él quería retomar lo de la noche anterior o si
era algo aislado. Pero de repente no le importó por qué la estaba besando,
sólo que lo estaba haciendo. Le rodeó el cuello con los brazos y se apretó
contra él con una urgencia desesperada. Él le quitó la bata de los hombros
y ésta cayó al suelo.

La subió a la mesa y se colocó entre sus piernas para seguir besándola,


con sus manos ávidas deambulando por todas partes. El beso era
increíblemente ardiente, lleno de pasión y necesidad, y ella estaba
desesperada por mucho más. Apartó su boca de la de ella sólo un segundo
mientras le arrancaba el camisón por la cabeza y luego le besaba el
cuello, los pechos, bajándola a la mesa. Era como en sus sueños. Se le
puso la piel de gallina. Era exactamente como su sueño.

—No, Wolf, para —lo empujó y él la miró con los ojos nublados por la
lujuria. Ella se bajó de la mesa y cogió su bata, envolviéndose en ella—. Lo
siento mucho, todo esto es culpa mía. Nunca quise que esto pasara, Dios,
lo siento tanto, fueron las tortas, no pensé. Esto es tan vergonzoso. Y
ahora me vas a odiar. Nunca haría esto, nunca querría forzarte a hacer
algo que no quieres hacer, lo siento mucho.

Él la miró confundido y ella pudo ver cómo se le aclaraba la lujuria


mientras intentaba dar sentido a lo que acababa de ocurrir. Miró los
pasteles y volvió a mirarla a ella.

—¿Pusiste un hechizo de amor en los pasteles?

—No, Dios mío, nunca haría eso. Esto es horrible, lo siento mucho.

—¿Qué has hecho?

—Yo… —se tragó la insoportable vergüenza de lo que iba a decir a


continuación—. Tuve un sueño sexual contigo, fue muy vívido y me
despertó. Supongo, espero, que fue el mismo sueño que tú tuviste, pero
bajé aquí y empecé a hacer estos pasteles y pensaba en el sueño mientras
los hacía. Te obligué a besarme y a querer acostarte conmigo, porque...
supongo que porque estabas saboreando los recuerdos de mi sueño
cuando te comiste el pastel.

La miró fijamente y, para su sorpresa, se echó a reír.

—Hiciste pasteles sexuales.

Se reía tanto que apenas podía respirar. Se sentó a la mesa, aún riendo,
pero apartó rápidamente el resto de los pasteles.

Ella lo miró confusa.

—¿Por qué no estás enfadado por esto? Te obligué...

Levantó la mano para que dejara de hablar, aunque seguía intentando


reprimir la risa.

—No me has obligado a nada. Ya te he dicho que no hay magia que


pueda obligar a alguien a hacer algo que realmente no quiere. El hechizo
de amor de Jessica no funcionó porque no tengo ningún interés en ella.

Frunció el ceño, confundida.

—Sabes que te deseo, Star —dijo Wolf—. La razón por la que corría por
los campos esta mañana antes de que saliera el sol era que había tenido el
mismo sueño que tú. No estoy seguro de si yo compartí tu sueño o tú
compartiste el mío, pero lo que ocurrió aquí fue exactamente como lo vi
en el sueño. La cuestión es que el pastel sexual no me obligó a hacer algo
que no quería, sólo me hizo revivir ese sueño tan vívidamente
después de haber pasado una hora corriendo por el pueblo tratando de
alejar esos pensamientos. Hizo que mi necesidad de ti explotara a través
de mí tan ferozmente que no había otra opción que besarte.
Ella lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos.

—Sigo manteniendo que no quiero que pase nada entre nosotros, o al


menos nada más. Podría hacer las cosas muy incómodas entre nosotros. Y
nada es más importante para mí en este momento que enseñarte a
manejar tu magia y no quiero que nada se interponga.

—De acuerdo —dijo Star. Fue todo lo que pudo decir. Estaba casi
aturdida en silencio.

—Y lo siento —dijo Wolf.

—¿Para qué? Yo soy la que hizo pasteles sexuales.

Sonrió ligeramente, pero luego frunció el ceño.

—Siento haber perdido todo el control cuando se trataba de ti, siento


haberte clavado a la mesa como un trozo de carne cuando te mereces
mucho más que eso.

—No había una sola parte de mí que no quisiera lo que hiciste, así que
por favor no te castigues por ello.

—Nunca me había comportado así con una mujer, te maltraté como a


un animal salvaje.

Se sentó a la mesa con él.

—¿Crees que es la magia de los esponsales?

—No lo sé. Puede ser. Pero hablé con mi abuela sobre ello ayer y ella
parece pensar que Ashley sería capaz de quitarlo.

—¿Quitar nuestra conexión? —Dijo Star. Sabía que era lo mejor, pero
¿por qué le dolía tanto aquella sugerencia?
—Sí, entonces podemos volver a nuestras vidas —dijo Wolf.

Ella tragó saliva.

—Sí, buena idea.

—Vístete, iremos a verla.

Se levantó y subió las escaleras, sintiendo que una inmensa tristeza se


apoderaba de ella. De pronto sintió que perder lo que sentía por él se
llevaría la mayor parte de ella en este momento.

Subieron por la carretera hacia la casa de Ashley. Wolf iba a tal


velocidad que Star tuvo que trotar un poco para seguirlo. Estaba claro que
quería acabar cuanto antes. No había hablado mucho desde la debacle del
pastel sexual, y ella se preguntó si estaría enfadado, aunque había
insistido en que no era culpa suya. Ella quería que todo volviera a ser
como la noche anterior; bueno, probablemente no el beso más romántico
y exquisito de su vida, pero al menos hablar y en buenos términos.

—Hace mucho más frío, ¿verdad? —dijo Star, recurriendo a la típica


respuesta británica en momentos de incomodidad: hablar del tiempo.
Aunque era cierto, había hecho más frío.

—Sí, es raro, normalmente hace mucho calor en diciembre y todo el


mundo lamenta l a falta de nieve durante las celebraciones del solsticio
de invierno.

—Podría nevar, parece que hace suficiente frío para nevar.


—Hace treinta años que no nieva en diciembre y no creo que empiece a
hacerlo ahora —dijo Wolf—. Muy de vez en cuando, la maldición parece
desaparecer un poco, y tenemos el mismo tiempo que fuera del pueblo
durante un día más o menos, y luego es como si la maldición recordara lo
que debería estar haciendo y volvemos al tiempo absurdo de nuevo. Pero
no veo que vayamos a tener nieve.

Llegaron a casa de Ashley y él llamó a la puerta. Al cabo de unos


instantes, ella contestó.

—Hola, ¿va todo bien?

—¿Podemos entrar? Necesitamos hablar —dijo Wolf, muy serio.

Ashley se apartó para dejarlos pasar y Wolf condujo a Star al salón, que
había vuelto a la normalidad después del club de pociones de la noche
anterior. Star sonrió al ver cómo la magia había transformado la sala la
noche anterior para acomodar a las mujeres y sus calderos. Le encantaba
formar parte de aquel mundo y no quería tener que marcharse porque las
cosas se hubieran puesto raras entre ella y Wolf.

—¿Cuál es el problema? —dijo Ashley, sacando una pashmina del


respaldo del sofá y envolviéndola con ella.

—¿Puedes ver los lazos que nos unen por haber cumplido años juntos?
—dijo Wolf, directo al grano.

—Oh, sí. Puedo verlo muy claramente.

—¿Puedes quitarlos?

A Ashley se le transformó la cara.


—¿Por qué querrías que hiciera eso? Esa conexión es algo raro y
maravilloso.

—Me obliga a hacer cosas que no quiero —dijo Wolf.

—No funciona así. No tiene control sobre ti, no puede obligarte a hacer
algo que no quieres hacer —dijo Ashley.

—Nunca he tenido tal respuesta física a una mujer antes.

Star sintió que sus mejillas ardían de vergüenza. Le resultaba tan


extraño hablar de su atracción como si estuvieran hablando del tiempo.

—Tal vez sea porque nunca has conocido a la mujer adecuada —dijo
Ashley.

—He estado con muchas mujeres que me atraían, pero esto es diferente.
La atracción es tan fuerte que es tangible —dijo Wolf.

—Puedo ver tu atracción hacia ella y la atracción de Star hacia ti, pero
eso es independiente del vínculo esponsal que comparten.

—Pero es por eso. La sujeté a la mesa de la cocina y le habría hecho el


amor allí mismo si no me lo hubiera impedido.

Ashley se frotó la nuca con torpeza.

—No estoy segura de necesitar todos los detalles de su relación. ¿Por


qué lo detuviste? —preguntó a Star.

Star no quería revivir la mortificación de hacer pasteles sexuales.

—Porque no me parecía justo. Él no me desea.

Frunció el ceño.
—Te deseo, Star. Muchísimo. Y no sólo sexualmente. Quiero mucho
más que eso. Pero no quiero sentirme así.

—Creo que probablemente se reduce a lo mismo —suspiró Star.

Ashley se sentó.

—Star, ¿también quieres que te quiten los lazos esponsales?

Star pensó en el beso bajo las estrellas de la noche anterior, la


experiencia más increíble de su vida. Pensó en lo bien que se había
sentido cuando Wolf la había abrazado y en lo mucho que había deseado
que le hiciera el amor aquella mañana. Si los lazos desaparecían, ese tipo
de cosas no volverían a suceder. Pero si nada de eso era real, no quería que
volviera a ocurrir.

Ella asintió.

Ashley respiró hondo mientras pensaba.

—No es algo que haya hecho antes ni conozco a nadie que lo haya
hecho, pero supongo que es posible. —Se acercó a la estantería, sacó un
gran libro encuadernado en cuero con páginas arrugadas y descoloridas y
empezó a hojearlo.

La intriga se apoderó de la tristeza de Star por un momento.

—¿Qué es eso?

—Es un Libro de las Sombras. Es un lugar donde anotar todos tus


hechizos, encantamientos y recetas de pociones. Incluye información
sobre los distintos usos de hierbas, especias, frutas, flores, cristales y
piedras. Contiene las distintas fases de la luna, acontecimientos
astrológicos, notas sobre tradiciones y celebraciones. Suele transmitirse
de generación en generación y luego uno le añade sus propias cosas antes
de pasárselo a sus hijos.

—Wow, eso es increíble. ¿Puedo ver?

Ashley dudó un momento.

—El Libro de las Sombras es muy personal para cada persona que lo
posee —explicó Wolf—. Contiene recuerdos y a veces anotaciones de
nuestros padres y abuelos, así que no es algo que se suela compartir.

—Oh, lo siento, no me di cuenta —dijo Star.

—No, está bien —dijo Ashley—. Era de mi abuela, así que es muy
valioso para mí, pero a mi abuela le encantaba compartir hechizos y
encantamientos con quien los necesitara. Estoy segura de que se alegraría
mucho de que alguien pudiera usar algo de su magia.

Ashley le pasó el libro y Star pudo sentir el peso de su importancia.


También pudo sentir la magia que contenían sus páginas, como si el libro
estuviera vivo de alguna manera. Pasó las páginas y sonrió al ver la
hermosa escritura cursiva y que varias personas habían añadido sus notas
al libro a lo largo de los años.

—Tal vez podrías volver en otro momento y Ashley podría explicarte


más sobre su Libro de las Sombras entonces —dijo Wolf, amablemente.

Star asintió y le devolvió el libro con cuidado; sabía que podría pasarse
horas hojeándolo y nunca sería suficiente.

—Y estoy más que feliz de compartir el mío contigo también —dijo


Wolf.

—Gracias, eres muy amable.


Wolf le sonrió y fue tan fácil creer en el afecto que sentía por ella en sus
ojos.

—Con respecto a tu asunto —dijo Ashley, haciendo que Star recordara


que estaban allí para romper el vínculo que Wolf no quería—. Creo que
como la magia se creó en el solsticio de verano, cuando la oscuridad
triunfa sobre la luz después de nuestro día más largo, sería más fácil
romperla en el solsticio de invierno, cuando la luz triunfa sobre la
oscuridad. Entonces, cuando el nuevo año comience al día siguiente, será
un comienzo limpio para ambos.

—Eso es dentro de dos días —dijo Wolf, claramente queriendo una


solución rápida.

—Sí, pero hay cosas que puedes hacer mientras tanto para prepararte.
Esta noche hay luna llena, que es un momento muy poderoso en las
diferentes fases de la luna.

Star sabía que Ashley lo explicaba por su bien, no por el de Wolf.

—Tienen que bañarse desnudos en un lago iluminado por la luna, para


limpiarse de cualquier magia no deseada. Les sugiero que vayan juntos y,
si quieren ser más minuciosos, se laven mutuamente como símbolo de
que ambos desean librarse de la magia que los ata.

Star la miró fijamente.

—¿Quieres que nos lavemos mutuamente, en un lago, desnudos, bajo


la luz de la luna? ¿No es eso tentar un poco al destino?

—Muchos rituales de limpieza consisten en bañarse en un lago


iluminado por la luna. Es simbólico, no sexual —dijo Wolf.
—Bien, así que mis manos acariciando tu cuerpo mojado y desnudo,
tus manos en las mías, ¿no es ni remotamente sexual?

Wolf se aclaró la garganta y volvió a centrar su atención en Ashley.

—¿Tienes alguna otra sugerencia?

—Sí, pero todas son igual de importantes. Tienes que hacerlas todas, la
conexión entre tú y las líneas ley es muy poderosa. Mañana por la
mañana, tienes que ir a la playa y bañarte en el mar durante el primer
amanecer después de la luna llena. El agua salada tiene grandes
propiedades purificadoras y desintoxicantes y la marea alta al amanecer
te ayudará a limpiar la energía que te rodea.

—¿Y supongo que tenemos que estar desnudos para eso también? —dijo
Star.

Wolf sonrió satisfecho.

Ashley frunció el ceño.

—Por supuesto que no. Aunque la desnudez es algo que yo fomentaría


en todos los rituales de limpieza, es opcional. Mañana por la noche
deberían darse un baño juntos, completamente vestidas si lo desean.
Usen aceites de lavanda, bergamota, eucalipto y menta. Y también
pueden usar esto. —Ashley se acercó a la estantería y, tras mirar
detenidamente los frascos, tomó uno alto de cristal rosa—. Cinco gotas de
eso. No más. Luego, al amanecer del día del solsticio de invierno, quiero
que quemen salvia blanca y se pinten el corazón con la ceniza. Al
atardecer quiero que enciendan una hoguera, escriban una lista de todas
las cosas que los atraen de la otra persona, la lean en voz alta y luego la
quemen. Si todo va según lo previsto por mi parte y por la tuya, a
medianoche de la noche del solsticio de invierno, los lazos se romperán
para siempre.

Star se mordió el labio. ¿Era de verdad? Ashley acababa de describir


tres días de romance y, al final, se suponía que Wolf y ella ya no iban a
sentirse atraídos el uno por el otro. ¿Cómo iba a funcionar eso?

—Puedo ver que estás dudando de esto, pero todo lo que he dicho son
rituales básicos de limpieza, ¿no es así Wolf? —dijo Ashley.

—He oído hablar de cosas así antes, pero normalmente para


desintoxicar el espíritu y el alma, no para eliminar la magia esponsal.
Pero nunca había oído de nadie que eliminara la magia nupcial, así que
supongo que estas cosas tienen su mérito.

—Limpiar el espíritu y el alma es parte de la magia que necesitamos


para eliminar las ataduras. Podemos usar hechizos de destierro, pero
supongo que no quieres ir tan lejos. —Dijo Ashley.

—Absolutamente no —dijo Wolf con firmeza.

—¿Qué es un hechizo de destierro? —preguntó Star.

—Es un hechizo que se utiliza para eliminar a alguien tóxico de tu vida


de forma permanente. De hecho, te desterrarían de la aldea —dijo Wolf.

—Bueno, eso resolvería todos tus problemas si no estoy aquí.

—No, esta es tu casa. No quiero deshacerme de ti, sólo quiero dejar de


sentir que no tengo control contigo.

—Todo esto ayudará —dijo Ashley—. Mi parte será la más difícil y no


puedo garantizar que funcione, ya que nunca he hecho nada como esto
antes, pero lo que hagas en los próximos días ayudará.
Star se preguntó si su parte sería la más difícil.

—Bien, haremos nuestra parte —dijo Wolf—. Gracias por tu ayuda.

Star se levantó.

—Gracias y si no te importa volveré en algún momento y podremos


hablar del Libro de las Sombras y las pociones...

—Serás bienvenida.

Star y Wolf salieron al exterior. Hacía más frío y Star tiritaba un poco.
Wolf se quitó la chaqueta que ella le había devuelto aquella mañana y se la
puso sobre los hombros.

—Tienes que empezar a llevar abrigo.

—Lo siento, no esperaba que hiciera frío, no después del calor de los
últimos días.

Wolf miró al cielo que se oscurecía sobre ellos.

—Es realmente extraño. Me pregunto si la maldición está


desapareciendo. Después de todo, han pasado treinta años desde que se
lanzó la maldición sobre la aldea, y muchas maldiciones tienen un límite
de tiempo. —La miró—. No intentaste invocar la nieve otra vez, ¿verdad?

—No, claro que no. Ni siquiera estoy segura de cómo lo hice en primer
lugar, si es que lo hice.

Wolf no parecía muy convencido.

—Bien, volvamos a mi casa y puedo enseñarte algo más sobre magia.


—¿Tal vez deberíamos intentar mantener las distancias durante los
próximos días? ¿Hacer los rituales como dijo Ashley pero no pasar más
tiempo juntos que eso? Así no tendremos la tentación de besarnos o
hacernos pasteles sexuales.

Wolf sonrió.

—No te castigues por eso. Sospecho que los sueños vienen de mí y tú los
ves, así que es culpa mía, no tuya.

—Bueno, no puedes controlar tus sueños. ¿Y qué te hace pensar que el


sueño de anoche fue tuyo?

—Tenía la misma claridad que una de mis premoniciones. Un sueño


premonitorio y un sueño normal son muy diferentes. Pero cuando sigo
revisitando ese sueño en mi cabeza, tenía esa realidad que siempre tienen
mis premoniciones.

—¿La premonición me mostró deteniéndote?

—No, pero las premoniciones pueden cambiar.

Se lo pensó un momento y luego sonrió.

—Cuando dices que sigues repasando ese sueño en tu cabeza, ¿con qué
frecuencia lo repasas?

Le apretó más el cuello de la chaqueta.

—Creo que volveré a ese sueño todos los malditos días del resto de mi
vida. Pero para responder a tu pregunta sobre si deberíamos evitarnos:
no. Tu entrenamiento es importante y estoy seguro de que podremos
contenernos unos días más hasta que se levanten las ataduras.
Señaló hacia su casa y empezaron a caminar.

—¿De verdad crees que podemos contenernos cuando tenemos que


hacer todas estas cosas románticas juntos? Bañarnos el uno al otro en un
lago iluminado por la luna, ver amanecer en la playa y darnos un
chapuzón: eso es prácticamente una cita. Luego tenemos que bañarnos
juntos, frotarnos el cuerpo con ceniza caliente. Si llegamos al solsticio
de invierno sin que pase nada más entre nosotros será un milagro.

—Creo que tenemos que intentar ser profesionales. Mantener la


distancia. Lavarse el uno al otro de la misma forma que se lavan unas
botas. No tiene por qué ser sexual.

—Es bueno saber que pensarás en un par de botas viejas esta noche
cuando me laves.

Wolf guardó silencio un momento.

—Sinceramente, voy a necesitar toda la fuerza y determinación que


tengo para no pensar en ese sueño mientras te lavo, para no pensar en lo
bien que te sentí cuando te inmovilicé contra la mesa, y necesitaré más
fuerza de la que tengo para no pensar en ese beso increíble de anoche.

Ambos estaban callados mientras caminaban por las calles.

—Hay otra opción, ¿sabes? —Dijo Star.

—¿A los rituales de limpieza? —preguntó Wolf.

—Sí. Estás tan convencido de que estos sentimientos provienen de la


magia que rodea nuestros esponsales y las líneas ley, pero podría ser por
nuestro pasado, nuestra amistad, nuestra relación.
—A mí también se me pasó por la cabeza. Y mi abuela dijo lo mismo,
dijo que nuestra historia de amor comenzó hace dieciséis años y que es
esa reconexión lo que sentimos ahora. Un despertar de esos viejos
sentimientos. Aunque nunca soñé con clavarte a una mesa cuando tenía
catorce o incluso dieciséis.

—Éramos niños, no pensábamos en cosas así.

Wolf abrió la puerta de su casa y la dejó entrar delante de él, cerrando la


puerta tras de sí.

—Si estos sentimientos son reales, entonces seguirán ahí cuando los
lazos se hayan roto.

—¿Y después qué? Sigues sin querer una relación con nadie del pueblo.

—Si estos sentimientos entre nosotros siguen aquí el sábado, el día


después del solsticio de invierno, estaría dispuesto a dar una oportunidad
a las cosas entre nosotros.

—¿Estarías dispuesto? —dijo Star, exasperada—. Muchas gracias.

Sacudió la cabeza.

—Por eso nunca tengo relaciones. Nunca sé qué decir. Te lo diré de otro
modo. Si el sábado seguimos teniendo estos sentimientos, me gustaría
llevarte a cenar y después, si estás dispuesta, me gustaría traerte aquí y
hacerte el amor en mi cama.

Star no tenía palabras. Tragó saliva.

—Estaría muy dispuesta.

De repente, el sábado no podía llegar lo bastante pronto.


Capítulo quince

Star se dejó caer en el sofá y soltó un resoplido de frustración. Nada


funcionaba. Wolf le había pedido que moviera varias cosas de su casa,
grandes y pequeñas, y no se habían movido ni un milímetro. Le había
hablado de acercarse a los objetos del mismo modo que ella se había
acercado a él el día anterior, pero ella no podía hacerlo. Ahora se había
pasado la última media hora intentando controlar la llama de una vela y
ni siquiera podía hacerlo. Parecía que sólo podía hacer magia si Wolf
estaba allí para ayudarla a guiar sus poderes, pero era obvio que él no
quería volver a entrar en ella y, desde luego, ella no quería pedírselo.

Wolf se echó a reír de repente y ella lo miró con el ceño fruncido.

—Lo siento, he estado conteniendo esa risa toda la mañana. Te


esfuerzas mucho, también te concentras demasiado, se te pone la cara así
cuando intentas hacer magia.

Él puso cara de asco y ella se rió.

—Yo no tengo ese aspecto.

—Debería conseguirte un espejo la próxima vez.

—Eso realmente me desanimará si me veo haciendo eso.

Wolf se secó los ojos mientras se reía.

—Oh, no me había reído así en mucho tiempo.


—Me alegro de divertirte.

—Lo haces. Me enciendes como un fuego artificial. Me encanta


enseñarte y estar contigo porque me haces sonreír muchísimo.

La sonrisa creció en su propio rostro ante aquel bonito cumplido.

Se aclaró la garganta como si no hubiera querido decir eso y se levantó.


Se acercó a una cómoda y sacó una cajita de cuero negro.

Le ofreció la caja y se sentó a su lado.

—Esto es para ti.

Star lo abrió y dentro había un colgante con una piedra verde oscura en
forma de triángulo que brillaba a la luz. Parecía una especie de cristal. Era
precioso.

—Esto era de mi madre —dijo Wolf—. Ya te he dicho antes que ella


luchaba con su magia después de su apoplejía. Un día, una caravana
azul maltratada tirada por caballos se detuvo frente a nuestra casa y
una bruja llamó a la puerta. Nunca la habíamos visto antes ni después, ni
siquiera sé su nombre, pero sabíamos que era una bruja. No le dijimos
nada de la apoplejía de mamá ni de que ya no podía usar su magia, pero
ella lo sabía. Le dio a mi madre un amuleto y le dijo que lo usara siempre
que quisiera usar su magia, que lo tomara y le dijera lo que quería
hacer y el amuleto lo haría. Bueno, para ser claros, el amuleto utilizaba la
magia de mi madre para cumplir sus órdenes, pero ayudaba.

Star negó con la cabeza.

—No puedo aceptarlo, es de tu madre. Estoy segura de que es muy


sentimental para ti.
—Lo es. Solía llevarlo mucho después de su muerte. No para
concentrar mi magia, sino porque un artefacto mágico como éste deja
impresos los ecos de la persona que lo usó. Así que podía sentirla cuando
lo usaba. Pero no era realmente de mi madre, ella era sólo una cuidadora.
Llegó a su vida durante un breve periodo antes de pasar a otra
persona. Ha tenido muchos dueños a lo largo de los años y mucha
historia. De hecho, algunos vecinos sabían más de su historia que yo. Al
parecer, ha pertenecido a mi familia durante generaciones y el hijo mayor
siempre la regalaba como símbolo de su amor.

Frunció el ceño.

—¿Y me lo das a mí?

—Su uso ha cambiado a lo largo de los años. En algún momento fue


encantada para ser el conducto de la magia de alguien, mucho antes de
que llegara a mi madre. Aunque todo el mundo se sigue refiriendo a ella
como la esmeralda del compromiso.

—¿Es una esmeralda? Entonces definitivamente no me la puedo llevar.


Podría valer algo.

—No dudo que valga mucho dinero, pero su verdadero valor está en
su historia, en la gente que lo llevó, que lo regaló como un regalo de
amor, o la gente que lo regaló como un regalo de bondad para ayudar a
otras brujas con su magia. Hace muchos años que no pienso en este
amuleto, pero anoche soñé, antes de ese otro sueño, que mi madre estaba
aquí charlando contigo y se quitaba el amuleto y te lo daba. Sé que ella
querría que lo tuvieras. Yo era reacio a hacerlo porque todos en el pueblo
lo asociarían con un regalo de compromiso para mi prometida, pero está
bien que te llegue ahora por el tiempo que lo necesites. Sólo guárdalo bajo
la ropa para que los aldeanos no tengan más munición que añadir a sus
cotilleos.

Star lo sostuvo al trasluz y la luz del sol lo atravesó como un prisma.

—Es precioso. ¿Por qué no lo usas más?

—Aquí guardo a mi madre —Wolf señaló su corazón—. Y porque cada


vez que Jessica me veía llevándolo, no podía apartar los ojos de él,
mirándolo con signos de libra en los ojos, pidiendo que se lo prestara,
pidiendo tocarlo, diciendo que lo necesitaba para usarlo con su magia.

—¿Y nunca la dejaste?

—Claro que no, no quería que lo manchara o lo robara y lo vendiera,


que es lo más probable. Se volverá loca si te ve usándolo. De hecho, llévalo
por fuera de tu ropa, eso realmente la enojará.

Star sonrió.

—Eres un hombre cruel.

—Se lo merece. Pruébatelo.

Ella vaciló y él se lo quitó y se lo puso alrededor del cuello. Al


instante, los dedos de él contra su carne le pusieron la piel de gallina.

Enseguida sintió el calor de la esmeralda y los ecos de la magia que


contenía. La magia más reciente era la de Wolf. Usara o no el amuleto
para guiar su magia, la había usado. Aunque la magia más fuerte que
podía sentir debía proceder de su madre, porque también podía sentir
algunos de sus sentimientos entrelazados con su magia.
—Puedo sentir algunos ecos de las personas que lo llevaron antes que
yo. El de tu madre es muy prominente. Ella te quería mucho.

Frunció el ceño.

—¿Puedes sentirlo?

Ella asintió.

—Nunca sentí eso cuando lo llevaba.

—Tal vez no podías separar su magia de sus sentimientos porque todo


era parte de ella, así que sólo la sentías. Puedo sentir las diferentes partes
de ella, y su amor por ti y Lynx era una gran parte de lo que era.

La miró fijamente.

—Gracias por compartir eso conmigo.

—Es tu historia, tienes derecho a conocerla. —Se aclaró la garganta y


miró hacia otro lado—. ¿Esto es demasiado raro, que yo tenga esta
conexión con tu madre de esta manera? ¿Quieres que me lo quite?

—No, está bien. Hagámoslo así. Bien, intenta doblar la llama de la vela
—dijo Wolf—. Toca el amuleto, cierra los ojos e imagina lo que quieres
que ocurra y luego abre los ojos y mira cómo se dobla.

—¿En serio?

—Es así de sencillo. Al final podrás hacerlo sin tocar el amuleto, sólo
tienes que ponértelo y pensar en lo que quieres que ocurra. Y después de
unos meses, probablemente no necesitarás el amuleto y podrás pasárselo
a otra persona que lo necesite. Lo sabrás cuando conozcas a esa persona.
Cerró los ojos y respiró hondo. Sujetó el amuleto y sintió su calor.
Visualizó cómo se doblaba la vela y abrió un ojo. Se rió al ver que la llama
se había doblado por la mitad y la punta tocaba la cera.

—Ves, lo lograste —dijo Wolf, luciendo extraordinariamente


complacido con ella—. Ahora a ver si funciona con otras cosas.

Star echó un vistazo a la habitación en busca de algo que pudiera


mover. Sus ojos se posaron en la bola de cristal y sonrió. Extendió la mano
hacia ella, como había hecho Wolf el primer día, cerró los ojos, sostuvo el
amuleto y lo visualizó acercándose a su mano. Ni siquiera tuvo tiempo de
abrir los ojos cuando sintió el impacto en la palma de la mano. Fue tal el
impacto que estuvo a punto de dejarlo caer y tuvo que atraparlo con la
otra mano para que no cayera al suelo.

—No te preocupes, no es caro —se rió Wolf.

—No puedo creer que sea tan fácil —dijo Star—. El amuleto hace todo el
trabajo por mí.

—Es tu magia, Star, sólo tienes que usar el amuleto para concentrarla.

—¿Qué más puedo hacer? ¿Puedo volar?

—Puedes practicar, pero prométeme que sólo lo harás en interiores a


menos que yo esté contigo. Si levitas fuera sin un control adecuado de tu
magia, podrías caerte del cielo.

—Oh, no, eso sería malo —sonrió Star ante su fatalismo.

—De momento, limítate a las cosas pequeñas, no corras antes de poder


andar.

Ella asintió a regañadientes.


—De acuerdo, tenemos que irnos, es hora de la ceremonia de la
guirnalda de invierno.

—¿La qué?

—Empezamos a decorar la aldea para el solsticio de invierno unos días


antes. La mayoría son árboles de hoja perenne, como los mundanos
decoran sus casas en Navidad, pero sin tanta ostentación.

—Disculpa, no somos ostentosos en nuestras celebraciones navideñas.

—Tú ya no formas parte de ese “ nosotros”, pero he visto a muchos


mundanos con Papás Noel de plástico parpadeando en sus jardines
delanteros, luces suficientes para competir con las de Blackpool, renos
móviles, muñecos de nieve hinchables, y en un pueblo, no muy lejos
de aquí, había calzoncillos gigantes colgando por encima de la calle. Y en
cuanto al árbol del solsticio, he visto hadas, dragones, pudines de
Navidad con ojos saltones, gatos, perros, loros, pavos, coches, trenes,
caballos, copas de vino y toda una serie de adornos que no tienen cabida
en un árbol del solsticio de invierno y mucho menos en la celebración
cristiana de la Navidad.

—Qué gruñón eres —se rió Star—. La Navidad hay que celebrarla como
uno quiera. ¿Y qué hay de malo en repartir un poco de alegría y humor
con un Papá Noel hinchable o un Rudolph andante que hable?

—Por suerte, la mayoría de la gente aquí es mucho más tranquila y de


buen gusto cuando se trata de las celebraciones del solsticio de invierno.
Tenemos verde, ramas, bayas, flores de invierno. Colgar la guirnalda de
invierno es el comienzo de nuestras celebraciones. Hay un grupo
numeroso que se ha afanado en confeccionar la guirnalda durante las
últimas semanas y la colgará alrededor del prado del pueblo. Todo el
pueblo vendrá a verla, así que será una gran oportunidad para conocer y
charlar con más gente.

—Bueno, ve delante.

Star tomó una gran manta roja del respaldo del sofá y se la envolvió
como un chal.

—No estoy seguro de que debas usar eso —dijo Wolf.

—Te lo devolveré más tarde, y te prometo que llevaré mi propio


abrigo a partir de ahora si sigue haciendo este frío.

—Pero...

—Y al menos así puedes llevar tu propia chaqueta.

Wolf se encogió de hombros.

—De acuerdo, claro, por qué no.

Star estaba segura de ver una sonrisa en sus labios.

Salieron de la casa y se dirigieron hacia la explanada del pueblo. Star


vio que mucha gente ya se había reunido o se dirigía hacia el centro del
pueblo.

Algunas personas se daban codazos y señalaban en dirección a Star, y


ella comprendió que era una novedad y algo interesante, pero al cabo de
un rato se dio cuenta de que señalaban y se emocionaban más con la
manta que con ella.

—De acuerdo, ¿qué pasa con la manta? —dijo Star.


—¿Qué quieres decir? —Dijo Wolf, inocentemente.

—La gente está muy emocionada porque la llevo puesta.

—Oh, eso. Sí, es una manta de amor.

—¿Una qué?

—Es un regalo que se hace a los recién casados. Se supone que la pareja
consuma el matrimonio sobre él, o debajo de él, y que trae suerte y
felicidad a su matrimonio. Se lo regalaron a mis padres el día de su
boda. No sé si consumaron su matrimonio sobre él, pero siempre fue algo
muy especial para mi madre.

—¿Estoy usando una manta de consumación? —dijo Star.

—Lo han lavado cientos de veces, no te preocupes, está limpio.

—No me preocupa eso, me preocupa que todos aquí sepan que esto es
una manta de consumación.

—Manta de amor.

—Es una manta sexual. Y la llevo como un trofeo, como un cazador que
lleva la piel del animal que ha matado. Todos van a pensar que lo estamos
haciendo y esta es mi manera de que todo el pueblo lo sepa.

—No me importa lo que piensen.

—¿Qué ha pasado con lo de presentar una imagen profesional a los


aldeanos?

—En un pueblo de este tamaño siempre habrá cotilleos, algunos ciertos


y otros exagerados. Sólo tienes que aguantar hasta que aparezca el
siguiente chisme que te quite la atención de encima. Estamos prometidos,
pasamos todo este tiempo juntos, la gente hablará tanto si llevas una
manta sexual como si no.

Star gruñó su desaprobación, pero él tenía razón.

—Podrías haberme avisado.

Wolf sonrió satisfecho.

—Lo intenté.

Justo entonces se acercó Jessica. Mientras los demás susurraban sus


comentarios sobre que Star llevara una manta sexual, Jessica no tenía
esos escrúpulos.

—¿Qué llevas puesto? —Jessica se rió como si fueran amigas y le


estuviera tomando el pelo pero, después de lo que había pasado en las
tiendas el otro día, Star sabía que había un trasfondo de maldad—.
Podrías tener un gran cartel de neón que dijera que me estoy tirando al
alcalde. No sé qué debe pensar todo el mundo. Debes estar muy
avergonzado, Wolf.

—¿Por qué iba a avergonzarme? —dijo Wolf, sin perder el ritmo. Pasó
un brazo por los hombros de Star—. Estamos prometidos, ¿qué crees que
hemos estado haciendo?

Star lo miró sorprendida, pero la expresión de Jessica no tenía precio.


Era una expresión de puro horror.

—¿Quieres decir que realmente se acuestan? —dijo Jessica, su voz


goteaba repulsión como si Wolf acabara de decirle que le gustaba lavarse
en la inmundicia de los cerdos.
—Los últimos días han sido los mejores de mi vida —dijo Wolf,
mirando fijamente a Star como si estuviera perdidamente enamorado de
ella.

Si esto era lo que él quería, ella podría seguirle la corriente.

—Los míos también, ha sido... el paraíso.

Jessica se limitó a mirarlos con disgusto y consternación. Sus ojos se


posaron de repente en el amuleto que Wolf le había dado.

—¿Le diste la esmeralda de compromiso? —dijo, escupiendo las


palabras con veneno.

—Sabes lo que significa la palabra prometida, ¿verdad Jessica? —Dijo


Wolf.

—Pero no te vas a casar en serio con ella, ¿verdad? Se acaban de


conocer y ahora por una tonta tradición te vas a casar con ella. Eso es
ridículo, sólo un tonto haría eso y nunca te tomé por tonto.

Cuando Wolf habló, su voz era grave y enfadada.

—Tienes que tener cuidado con cómo me hablas. Soy el alcalde de esta
aldea y tu puesto aquí ya pende de un hilo después de ese truco que hiciste
con la poción de amor. Eso sí que fue ridículo.

Star nunca había visto a Wolf tirar de rango antes, era bastante
impresionante de ver.

—Y la forma despectiva en que reaccionaste al involucrarme con Star es


un insulto para ella y no lo toleraré.

Vio cómo Jessica retrocedía inmediatamente.


—Por supuesto, lo siento, es sólo que no me di cuenta de que ustedes
dos se comprometerían tan rápido. No es propio de ti. —Jessica miró a
Star con los ojos entrecerrados, como si hubiera obligado a Wolf a
mantener una relación por arte de magia. Aunque eso no estaba muy
lejos de la verdad, no era la magia de Star la que estaba forzando a
Wolf—. Me alegro mucho por ustedes, por los dos. —Se adelantó para
darle a Wolf un abrazo de felicitación, pero él la esquivó y, con el brazo a
la espalda de Star, la condujo hacia el prado del pueblo.

Star entendía a qué se refería la gente con lo de que era un gruñón;


cuando estaba enfadado estaba claro que no había que meterse con él,
pero a ella le gustaba bastante.

—Mucha gente pensará o dirá lo mismo que Jessica —dijo Star—. Ella
sólo tiene el valor de decírnoslo a la cara.

—De la forma más grosera posible. Que hablen, pero si oigo una sola
cosa mala de ti, se enfrentarán a mi ira.

Star soltó una risita.

—¿Qué vas a hacer, perseguirlos por todo el pueblo con sombras


oscuras en forma de demonio?

—Si es necesario.

Se acercaron al prado del pueblo y a la impresionante fuente que


parecía un caldero gigante.

—Es una fuente fantástica —dijo Star.

—Se construyó en honor de la abuela de Ashley, que sabía todo lo que


había que saber sobre pociones. Cuando murió, dejó un gran vacío en el
pueblo. Me pareció una forma adecuada de rendirle homenaje —dijo
Wolf, abriéndose paso entre la multitud para llegar al frente—. Bien,
quédense aquí un momento, necesito dar mi gran discurso.

Wolf se dirigió hacia el centro.

Kianga y Erin estaban cerca y le hicieron señas a Star para que se


acercara.

Kianga enlazó los brazos con ella cuando se acercó.

—Me alegro de que estés aquí —dijo Erin—. La ceremonia de la


guirnalda es una de las celebraciones más impresionantes en las que
participa el pueblo. Todo el mundo debería verla. La guirnalda es un
símbolo de esperanza, luz y unidad, pero también es un gran ejemplo de
lo que se puede conseguir cuando trabajamos juntos y utilizamos
nuestra magia como un equipo, no como individuos.

A Star le gustó eso.

Un hombre llegó junto a Erin y cuando ésta lo vio se le iluminó la cara y


lo abrazó. Erin empezó a hablar con él y Kianga hizo un gesto con la mano
delante de ella y de Star y la algarabía del pueblo enmudeció de repente.
Aunque Star podía ver que todo el mundo seguía hablando y riendo a su
alrededor, era como si se hubiera desconectado todo el sonido del mundo.

—Anoche vi algo que probablemente no debería haber visto y me moría


por contártelo. Me encanta mirar las estrellas y estaba mirando por mi
telescopio cuando los vi a Wolf y a ti en las nubes, besándose.

Star miró a su alrededor, sin querer que nadie la oyera.


—Nadie puede oírnos —dijo Kianga—. Ni siquiera Erin. No le he dicho
a nadie lo que vi, y no lo haré. Es sólo que cuando hablamos de Wolf y tu
compromiso anoche dijiste que no iba a pasar nada entre ustedes, así que
fue un poco una sorpresa. Pero dime que me vaya si no quieres hablar de
ello, no me importa. Sólo estoy emocionada por ti y llevo todo el día
reventando de emoción. Por lo que vi brevemente, antes de apartar el
telescopio, parecía el beso de dos personas muy enamoradas.

Star soltó un suspiro porque quería hablar de ello con alguien.

—Es complicado. Lo que siento por Wolf no se parece a nada que haya
sentido antes. Y creo que él siente lo mismo. Me encantaría creer que no
es más que una conexión instantánea, esa sensación de amor a primera
vista, pero ambos creemos que puede deberse a la magia de los
esponsales. No sabemos si es real. Le hemos preguntado a Ashley si
puede eliminar los lazos que nos unen y cree que puede hacerlo la noche
del solsticio de invierno. Después de eso, el sábado por la mañana,
cualquier sentimiento que tengamos, sabremos que es nuestro.

No le dijo a Kianga sobre los planes de Wolf para el sábado por la noche
si sus sentimientos seguían ahí.

—Oh, lo entiendo perfectamente. Quieres saber si es amor verdadero.


No sé mucho sobre ello, pero anoche hablé con mi bibi, mi abuela de
Tanzania, y le pregunté si lo sabía, y me dijo que su hermana, Farida,
había sido prometida de la misma manera. Charlamos sobre la magia
durante un tiempo -me encanta aprender cosas nuevas- y le pregunté si
tenía elección o si la magia le haría enamorarse. Resulta que Farida nunca
se casó con su prometido, ni siquiera salieron juntos, no soportaba a ese
hombre. Era absolutamente vil. Farida le contó a Bibi que siempre era
consciente de la conexión que había entre ellos cuando estaban cerca, que
podía sentir cuando él entraba en una habitación aunque no pudiera
verle, y que a veces sentía una atracción magnética que le hacía querer
acercarse, pero que su odio hacia él siempre lo anulaba. Ni una sola vez
sintió la tentación de besarlo o dejar que la tocara. Esa conexión que
compartís, el vínculo esponsal, es una energía compartida, pero no es
amor. Si lo amas, es por ti, no por una extraña línea mágica.

Star sonrió. Esperaba que Kianga tuviera razón.

—Así que si todavía tienes sentimientos después de que se elimine


el vínculo, ¿saldrán juntos? —dijo Kianga, con los ojos muy abiertos por
la emoción.

—Probablemente, tal vez —dijo Star—. Yo creo que sí. Si los


sentimientos son mutuos.

—Qué maravilla —Kianga miró hacia el prado, pero aún no había


rastro de ninguna guirnalda mágica. Wolf estaba charlando con unos
hombres en el prado, obviamente estaban esperando algo—. Dios mío,
¿alguna vez has tenido sexo con un brujo?

—¿Qué? —Star se sobresaltó por el repentino giro que había tomado la


conversación.

—¿Sexo con un brujo?

—No que yo sepa.

—Créeme, lo sabrías. Es lo más maravilloso del mundo. Donde crecí, en


las afueras de Kent, no había muchos brujos, así que terminé saliendo con
chicos mundanos, lo cual estaba bien y era encantador y completamente
normal. La primera vez que tuve sexo con un brujo, Dios mío, fue...
magnífico. Estoy tan emocionada de que puedas experimentarlo por
primera vez con Wolf.

—¿Seguro que es como el sexo mundano normal? —dijo Star.

—Créeme, no tiene nada de mundano —sonrió Kianga—. Claro,


empieza igual, pero ese momento en el que su magia se combina es
exquisito.

Star se lo pensó un momento.

—Ayer, Wolf me estaba ayudando con mi magia y usó la suya para guiar
la mía. ¿Es así? Se sintió bien.

—¿Él hizo eso? —dijo , sorprendida—. Eso es algo íntimo.

—Lo fue, no creo que se diera cuenta de cómo me haría sentir.

Kianga negó con la cabeza.

—No se siente así. Guiar tu magia es algo así. —Tomó el brazo de Star y
lo movió suavemente de un lado a otro—. Yo controlo tu brazo, pero tú
puedes recuperar el control en cualquier momento. No te estoy forzando.
Cuando tu magia se conecta durante el sexo entre brujos es como... dos
relámpagos chocando entre sí, convirtiéndose en uno.

—Me estás poniendo nerviosa.

—Oh no, lo disfrutarás. Te lo prometo.

Erin miró a los dos que hablaban y frunció el ceño. Kianga agitó la
mano y el ruido de la aldea regresó en una oleada casi ensordecedora.

—¿Estás haciendo esa extraña burbuja secreta otra vez? —le preguntó
Erin a Kianga.
—Kianga me estaba advirtiendo sobre el sexo con brujos —dijo Star.

El hombre junto a Erin tosió en su bebida.

—No se lo advertí, le dije lo increíble que es —dijo Kianga.

El hombre se inclinó alrededor de Erin para hablar con Star.

—¿Nunca has tenido sexo con un brujo?

—Sé amable. Es una salvaje, descubrió que era bruja hace unos días
cuando vino aquí —dijo Erin.

La cara del hombre se aclaró por la sorpresa.

—Vaya, ¿en serio? Apuesto a que eso le causó algunos problemas a


Wolf.

El hombre sonrió mientras bebía y Star frunció el ceño al ver el placer


que parecía causarle.

—Espera, ¿por qué estás hablando de sexo con brujas? ¿Tú y Wolf van
a tener sexo? —preguntó Erin.

El hombre se atragantó y balbuceó su bebida, jadeando, y Erin le dio


una palmada en la espalda.

El hombre finalmente recuperó el aliento.

—Si te has fijado en mi hermano, te llevarás una gran decepción.


Nunca sale ni se acuesta con nadie en el pueblo. Ni se divierte con nadie.

—¿Hermano? —dijo Star—. ¿Eres Lynx?


—El mismo —le tendió la mano y ella se la estrechó—. Sólo he vuelto
para celebrar el solsticio de invierno con la familia y los amigos y para
vigilar a mi hermano.

—Soy Star Brightheart.

—¿Así que te está entrenando? —Dijo Lynx.

—Sí, o intentándolo.

—Me imaginé que asumiría esa responsabilidad. ¿Y habló de mí?

—Hablamos mucho de su infancia, de ti, de tus padres.

—Él no habla de eso con nadie —Lynx la estudió con ojos frescos.

—¿Sabías que están comprometidos? —dijo Erin.

Su rostro se puso serio de repente.

—¿Qué?

—Parece que sí —dijo Star.

—¿Así que has vuelto aquí para, qué, reclamarlo?

—No, en absoluto. No tenía ni idea de nada de esto, brujas, magia, lo


que significa estar prometida. Créeme, estoy tan sorprendida como tú por
todo esto.

Justo entonces Wolf empezó a hablar, su voz proyectada mágicamente


para que todos pudieran oírle.

—Gente de Midnight —dijo Wolf, y el ruido se apagó de inmediato.


Estaba claro que todos aquí lo respetaban—. Gracias a todos por venir a
nuestra ceremonia anual de la guirnalda. El solsticio de invierno es
nuestro día más corto y nuestra noche más larga, después los días se
alargan y por lo tanto esta es una celebración del regreso del sol y la luz.
Los árboles de hoja perenne como la hiedra, el acebo, el tejo, el enebro y el
pino se utilizan en nuestras celebraciones y en nuestra guirnalda como
símbolo de que la vida continúa durante el invierno.

Star sonrió al ver que esta explicación era probablemente en gran parte
para su beneficio; todos los demás aquí ya sabrían todo sobre el solsticio
de invierno.

—La guirnalda ha llevado muchas semanas de trabajo y todos aquí en el


pueblo ayudarán a iluminarla. Podemos tener la guirnalda por favor.

Todos los aldeanos aplaudieron cuando un equipo de hombres y


mujeres salió al jardín del pueblo haciendo flotar mágicamente una
larga y espesa guirnalda de hojas verdes. Era enorme, de unos cien metros
de largo, y estaba bellamente decorada con flores y bayas. El equipo hizo
flotar la guirnalda hasta que se posó sobre las farolas que rodeaban el
prado y formó un círculo completo.

—Todos crearán ahora una bola de luz para adornar la guirnalda —


susurró Kianga—. Wolf irá primero ya que es el alcalde, luego cualquier
descendiente de los fundadores de la aldea, luego todos los demás.

Wolf formó una bola de luz en sus manos y la hizo flotar hasta colocarla
encima de la guirnalda. Jessica, Lynx, Tabitha, Ezra y algunos otros
también formaron bolas de luz, que flotaron hasta unirse a la luz de Wolf
en la guirnalda. Luego, poco a poco, todos los demás empezaron a unirse
también.
Wolf se acercó a Star mientras pequeñas bolas de luz flotaban en el aire
procedentes de cada uno de los aldeanos. Sonrió al ver a Lynx y se acercó
para darle un fuerte abrazo a su hermano.

—Lynx, es bueno tenerte de vuelta —dijo Wolf.

—Creo que he vuelto justo a tiempo, he oído que estás prometido —


Lynx asintió con la cabeza en dirección a Star.

Cuando Wolf la miró, su mirada estaba llena de pura calidez.

—Han sido unos días interesantes. Ven a mi casa esta tarde y nos
pondremos al día.

—Lo haré.

Wolf le dio una palmada en la espalda a su hermano y volvió al lado de


Star, con la mano en la parte baja de la espalda.

—¿Pondrás una luz en la guirnalda también?

—No sé cómo.

—Sostén el amuleto, cierra los ojos e imagina que se forma una bola de
luz en tus manos.

Star hizo lo que le decían mientras los últimos aldeanos enviaban sus
orbes de luz a la guirnalda.

Abrió los ojos y sonrió al ver un pequeño orbe de luz en su mano. Sin
soltar el amuleto, lo hizo flotar hasta posarlo sobre la guirnalda, pero al
tocar las hojas y las flores verdes, la guirnalda estalló en llamas.
Capítulo dieciséis

Las llamas se extendieron rápidamente por la zona que había tocado


con su orbe. La gente jadeaba y gritaba, y otros corrían hacia delante
lanzando agua de sus manos. En unos instantes, el fuego se apagó, pero
dejó tras de sí un montón de cenizas humeantes. La mayoría de los

Afortunadamente, la guirnalda seguía intacta, pero una zona de unos


tres o cuatro metros estaba completamente destruida.

Todos se callaron.

—Dios mío, lo siento mucho, no sé qué pasó. Lo siento, lo arreglaré —


dijo Star.

—No puedes arreglarlo, amor —dijo un hombre junto a Wolf—.


Ninguna magia en el mundo arreglará eso.

—Me gusta —dijo Zofia—. El solsticio de invierno consiste en reconocer


la oscuridad del invierno pero celebrar la luz de los días más largos. Ahora
tenemos luz y oscuridad en nuestra guirnalda.

Hubo algunos murmullos de acuerdo.

—Lo arruinaste —escupió Jessica desde el otro lado del prado—.


Semanas de duro trabajo y el comienzo de nuestras celebraciones del
solsticio de invierno se han arruinado por completo.
Hubo algunos murmullos más de acuerdo y un hombre gritó—: Sí,
exactamente.

Star le reconoció como uno de los hombres que habían traído la


guirnalda y tenía todo el derecho a estar molesto.

—¿En qué estabas pensando? —continuó —. Nunca deberías haber


puesto un orbe en la guirnalda si no sabes lo que haces con tu magia.
Podrían haber matado a alguien.

Algunas personas más asentían y estaban de acuerdo.

Jessica estaba reuniendo a una multitud de nuevo y eso hizo que Star se
sintiera realmente incómoda. Antes, cuando Jessica había estado
intentando reunir apoyos contra Star por su papel en lo que le había
ocurrido a Cleo Walsh, se había tratado de un incidente que había tenido
lugar lejos del pueblo y, como había dicho Wolf, a nadie le importaba
realmente. Pero esto había ocurrido delante de todos. Había arruinado la
ceremonia de la guirnalda que todos esperaban con tanta ilusión. Ahora
era mucho más fácil destacar lo peligrosa que era Star porque era
evidente que desconocía su magia.

—De acuerdo, cálmense todos —dijo Wolf—. Fue un accidente, todos


hemos cometido errores con nuestra magia en algún momento de
nuestras vidas y espero un poco más de comprensión. La mayor parte de
la guirnalda está bien, no se ha estropeado nada. Vuelvan a casa y
continúen con los preparativos para el solsticio.

Se dio la vuelta y tomó a Star del brazo, guiándola lejos del prado. Pero
antes de que hubieran dado unos pasos, Ashley se acercó para hablar con
Wolf y, con un gesto de la mano, debió de crear esa burbuja secreta de
sonido alrededor de ella y Wolf. Estaba claro que los dos estaban
hablando enfadados, pero Star no podía oír ni una palabra.

Mulberry aterrizó en el hombro de Wolf y parecía que incluso el


pequeño búho estaba enfadado también, graznando y batiendo las alas.
Por un segundo Star lo vio brillar con fuego, pero Wolf sacudió la cabeza
y Mulberry volvió a su color normal.

Otras personas empezaron a dispersarse y a alejarse, meneando


tristemente la cabeza ante el estado de la guirnalda. Star vio que Jessica se
acercaba a Lynx y empezaba a hablarle, gesticulando en su dirección.

La conversación entre Ashley y Wolf había llegado claramente a su fin.


Wolf volvió a tomar a Star del brazo y prácticamente la condujo a su casa.
La puerta se abrió con un gesto de la mano y, cuando entraron, se cerró de
un portazo.

—¿Estás enfadado? —Star dijo sorprendida.

—Oh, estoy lívido.

—Lo siento mucho, pero...

Se acercó a ella y de repente le puso las manos en los hombros.

—No contigo, tú no hiciste esto, e incluso si lo hubieras hecho no


estaría enojado contigo.

—¿Qué quieres decir con que yo no hice esto?

—Te dije antes que algunas brujas son buenas con el agua, otras con el
fuego, y que algunas brujas pueden simplemente mirar algo y estallará
en llamas. Jessica es una de esas brujas.
—¿Qué?

—Jessica es una bruja de fuego, esa es su fuerza.

—¿Crees que Jessica hizo esto?

—Oh, sé que lo hizo, sólo que no puedo probarlo.

Se dirigió a la cocina y empezó a pasearse de un lado a otro. Ella lo


siguió y pudo notar que zumbaba con una rabia incontrolable.

—Ashley también lo vio —dijo.

—¿Vio a Jessica hacerlo? —Star se quitó la manta del amor y la dobló,


poniéndola sobre la mesa de la cocina.

Sacudió la cabeza.

—Puede ver la magia, puede ver los hilos, los colores de los diferentes
hechizos y encantamientos. Si veinte personas lanzaran veinte hechizos
diferentes y si pudieras congelar la magia mientras salía de ellos, ella
podría caminar a lo largo de la línea y decir exactamente qué hechizo iba
a hacer cada persona basándose en la forma y el color del mismo. La
magia del fuego es muy diferente a la magia utilizada para encender un
orbe. Es roja, furiosa y hambrienta. Ella vio la magia de fuego tocar la
guirnalda, vio de donde venia, pero no puede estar cien por cien segura
de que viniera de Jessica. Jessica estaba en el área de donde vino, pero
también mucha otra gente. Ashley y yo sabemos que fue Jessica, pero no
podemos probarlo categóricamente. Incluso Mulberry estaba enfadado.
No paraba de señalar a Jessica y de graznar. Quería convertirse en su
pájaro de fuego para darle una lección, pero le dije que no. Aunque quizá
debería haberlo dejado. —Siguió caminando de un lado a otro como un
animal enjaulado—. Voy a hacerle pagar por esto. Lo haré.
Star quería ayudarlo, hacer algo para calmarlo. Vio una de las botellas
de poción de la felicidad, así que la tomó y se la pasó a Wolf. Él sacó el
corcho y se la bebió de un trago. Suspiró pesadamente y se sentó.

—Esto ayuda un poco. —Al cabo de un momento, rodeó la cintura de


Star con un brazo y la subió a su regazo, apoyando la frente en la cabeza
de ella, respirando—. —Esto ayuda mucho.

Sentada, sintió que su respiración se hacía más lenta, más tranquila.


No dijo nada sobre la falta de profesionalidad de Wolf; después de ver lo
rápido que se podía reunir a la multitud, ella también lo necesitaba.

Ella giró la cabeza y besó la parte superior de la suya y él la miró,


acariciándole la cara.

—Lo hará de nuevo —dijo Wolf.

—Lo sé.

—Quiere poner a los aldeanos en tu contra y no puedo protegerte de


eso. Te prometo que nunca dejaré que nadie te haga daño, no creo que
llegue a eso, pero no puedo protegerte de que no le gustes a la gente.

—Entonces tendré que demostrarles a todos lo simpática que soy. No


pueden odiarme todos por un pequeño accidente.

—No, pero no sé qué intentará después.

Permanecieron un rato en silencio.

—¿Te gustaría cambiar de tema? —Preguntó Star.


—Sí, por favor, porque ahora mismo estoy pensando en todas las cosas
horribles que podría hacerle a Jessica para darle a probar su propia
medicina.

—Kianga me hablaba de sexo con brujos.

Una sonrisa apareció en sus labios y creció en su rostro.

—Continúa.

—Dijo que era muy diferente al sexo mundano.

—Sí que lo es.

—Wolf, no puedes decir eso con una gran sonrisa en tu cara y no darme
más información. Que yo sepa nunca he tenido sexo con brujos, siento
que necesito estar más preparada.

—Lo sabrías si hubieras tenido sexo con brujos.

—¡Wolf!

—De acuerdo, bien. Cuando tienes sexo mundano puedes compartir


una conexión con la otra persona, puede ser una conexión emocional si la
amas o una conexión física si el sexo es bueno. Pero con el sexo de brujos,
también compartes una conexión mágica. Cuando un brujo está
enfadado, triste o feliz, su aura es más fuerte, es la energía mágica que la
rodea. Lo viste anoche cuando nos besábamos, pequeñas chispas doradas
de felicidad. Ahora tú tienes tu aura, yo tengo la mía y nunca se conectan.
No importa lo que estemos haciendo, no se conectan. Incluso cuando ayer
usé mi magia para guiar la tuya, sólo era mi magia tocando la tuya. —
Hizo un gesto con las manos, deslizando una palma contra la otra—.
Cuando las brujas tienen relaciones sexuales, las auras se conectan de un
modo que no ocurre en ningún otro momento. No es sólo una conexión,
son dos fuerzas de energía que se convierten en una. Y es increíble.

—Tengo que decir que ahora estoy un poco nerviosa por la noche del
sábado. Si tenemos sexo.

—Cuando. Cuando te haga el amor, no si.

Ella sonrió y le acarició la cara.

—Eso no lo sabes. Podrías odiarme una vez que se haya eliminado el


vínculo.

Sacudió la cabeza.

—Sé lo que siento. No veo cómo podrían quitármelo. Pasaremos por


todos los rituales porque quiero que tengas elección, no quiero que
vengas aquí y te veas forzada a esta extraña relación mágica.

—Tengo una opción. Kianga dijo que su tía abuela estaba prometida y
que odiaba al hombre. Nunca pasó nada entre ellos porque ella eligió no
hacerlo. Tengo una opción, Wolf, y te elijo a ti.

La miró fijamente un momento y luego se acercó y la besó, tomándole


la nuca con la mano.

Dios, este beso lo era todo. Era demasiado, pero ni de lejos suficiente.
Star quería sentir su piel, sentir su cuerpo contra el suyo. Empezó a
desabrocharle los botones de la camisa y él dejó escapar un gemido de
necesidad contra sus labios. Ella bajó la cabeza y le besó el hueco del
cuello, luego la garganta hasta el punto en que su pulso martilleaba
contra su piel.

—Star, tenemos que parar —la voz de Wolf era estrangulada.


—¿Por qué? —Ella continuó con sus besos.

—Porque no se siente correcto.

—Es curioso porque definitivamente me parece lo correcto.

Volvió a acercar su boca a la de él antes de que protestara más y, al cabo


de unos instantes, sintió la mano de él deslizándose por su muslo desnudo
bajo el vestido. Enganchó un dedo en la cintura de sus bragas, se las bajó
por las piernas y las arrojó al otro lado de la habitación. Volvió a meterle
la mano entre las piernas y, cuando la tocó, ella gimió contra sus labios.

Sus dedos eran maravillosos. En lugar de dar vueltas en un intento


superficial de preliminares, sabía exactamente dónde tocarla, su pulgar
aplicando la presión exacta, sus dedos haciendo cosas mágicas dentro de
ella. Ella se arqueó contra él y aquella sensación creció de repente en su
interior como un cohete a punto de estallar, lo que la sorprendió: nunca
en su vida había tenido un orgasmo tan rápido. Se apartó un poco para
mirarlo, su aliento era fuerte en sus labios y sabía que él estaba
disfrutando tanto como ella. Y entonces cayó en espiral, con la cabeza
echada hacia atrás, gritando palabras y ruidos sin sentido.

Tiró suavemente de su barbilla hacia él y la besó con fuerza mientras


ella caía en el abismo. Pero cuando la sensación empezó a remitir, ella se
sintió desesperada por más y, por la forma en que él la besaba, era
evidente que él sentía lo mismo.

Se apartó un poco.

—¿Tienes condones?

—No. —Murmuró.
—Pero estoy tomando la píldora si eso hace alguna diferencia.

Volvió a maldecir y la apartó de su regazo. Tomó la manta del amor de


la mesa y la colocó desordenadamente en el suelo, luego volvió hacia ella
y la besó con fuerza y desesperación. El hecho de que fueran a tener sexo
sobre una manta de amor añadía de repente otro matiz a la situación.

Llevó las manos a su trasero, acercándola a él, y ella pudo sentir cuánto
la deseaba. Bajó las manos hasta el dobladillo del vestido y empezó a
subírselo por la cintura.

De repente llamaron a la puerta y Wolf se quedó helado.

—Ignóralos, se irán —dijo Star.

—¡Star! —Maxine gritó a través del buzón—. Somos Darianna y yo.

—Pocas posibilidades con Maxine —murmuró Wolf.

—Sabemos que estás ahí. Claudia dijo que los vio a Wolf y a ti entrar, así
que abran. A menos que lo estén haciendo, no duden en mandarnos a la
mierda —se rió Maxine.

Wolf abrió la boca, probablemente para hacer eso, pero Star le tapó la
boca con la mano.

—No te atrevas.

—Sólo queremos asegurarnos de que estás bien —dijo Darianna.

Wolf suspiró con frustración y se apartó de Star.

—Aquí hay gente buena, aunque su momento sea horrible.


Rápidamente empezó a arreglarse los botones de la camisa y a alisarse
el cabello. Star tomó sus bragas, se las puso y, una vez se hubo asegurado
de que Wolf estaba decente, corrió hacia la puerta.

—Hola —dijo Star, tratando de calmar su respiración y preguntándose


si sus amigas podrían darse cuenta de que acababa de tener el mejor
orgasmo de toda su vida.

—¿Estás bien? —Dijo Darianna.

Wolf pasó a su lado.

—Te recogeré esta noche a las once y media.

Star asintió.

—Y para que lo sepas... la conversación no ha terminado, ni siquiera


cerca. Vamos a terminar lo que estábamos hablando esta noche.

Star no se atrevió a hablar porque sólo habría salido un gemido de


necesidad.

Wolf agitó discretamente la mano a su lado y, por el rabillo del ojo


de Star, vio cómo la manta del amor saltaba del suelo, se doblaba
ordenadamente y se colocaba sobre la mesa.

—Y trae una manta, puede que haga frío —dijo Wolf, sin dejarle
ninguna duda de qué manta quería que trajera.

—Lo haré.

Asintió y volvió su atención a Maxine y Darianna.

—Gracias por venir a verla. —Y se marchó, dejando a Star como una


gelatina temblorosa de necesidad.
—Pasen —dijo Star, dando un paso atrás para dejarlas entrar en la casa.
Se dirigió a la cocina, observando con ojo crítico la habitación para
asegurarse de que no había ninguna prueba de libertinaje.

—No te castigues por lo que pasó —dijo Maxine, sentándose en la


misma silla en la que Wolf había estado sentado momentos antes con la
mano en su vestido.

Star se acercó al fregadero, se sirvió un vaso de agua fría y se lo bebió de


un trago para refrescar sus pensamientos. Se dio la vuelta y vio que
Maxine y Darianna la miraban fijamente.

—Lo siento, ¿puedo traerles algo de beber?

—Agua está bien —dijo Darianna.

—Estoy bien —dijo Maxine—. Te lo estás tomando muy bien. Pensé que
serías un desastre lloriqueando.

—Lo que hizo Jessica fue imperdonable —dijo Darianna.

—¿Así que sabes que ella provocó el incendio? —dijo Star, pasándole a
Darianna su vaso de agua.

—¿Qué? De ninguna manera —dijo Maxine.

—Hablaba de agitar toda esa mierda, de ser exageradamente dramática


por un pequeño accidente, pero ¿crees que ella empezó? —dijo Darianna.

En ese momento, Viktor entró por la gatera.

—Definitivamente lo hizo. Como gato puedo ver el aura de la gente


mucho más fácilmente que cuando era humano. Pude ver que su aura
cambió a rojo justo antes de que la guirnalda se incendiara. Eso y su
estúpida cara de satisfacción.

Star asintió.

—Ashley vio la magia de fuego venir del mismo lado del prado en el que
estaba Jessica. No podemos probar que sea ella, pero sabemos que lo es.
La cabreamos porque se estaba portando fatal conmigo por llevar esa
aparente manta del amor, de la que no tenía ni idea cuando me la puse.
Así que Wolf fingió que estábamos prometidos y que nos habíamos estado
acostando sólo para molestarla y esa fue su venganza.

—Eso es horrible —dijo Darianna—. Y luego reunir a la gente para que


te odien.

—Quiere que me vaya. Le ha echado el ojo a Wolf desde que eran


jóvenes y aún tiene la esperanza de que algún día se enamore de ella.

—Todo el mundo sabe que siente algo por él, es un poco embarazoso
para ella —dijo Maxine.

De repente, Star se sintió mal por Jessica. Estar enamorada de un


hombre durante tanto tiempo y no llegar nunca a ningún sitio con él o no
tener ningún cierre debía de ser una tortura. Y sí, Star creía que parte de
la atracción que sentía por Jessica era la riqueza y la posición de Wolf,
pero nadie se aferraría a una antorcha durante tanto tiempo si sólo se
tratara de eso.

Probablemente había miles de otras brujas ricas en las que Jessica


podría haber puesto sus ojos. Y que Star llegara aquí y se lo llevara en
cuestión de minutos debía de ser realmente irritante. Si el zapato
estuviera en el otro pie, Star probablemente también estaría bastante
decepcionada, aunque no tanto como para querer sabotear la casa de
alguien. Quizá podría hablar con Jessica. No podía decirle que no pasaba
nada entre ella y Wolf, porque después de lo que había pasado en la cocina
y la promesa velada de lo que pasaría esta noche, estaba claro que algo
pasaba entre ellos. Pero tal vez una conversación ayudaría - incluso si ella
no tenía idea de lo que iba a decir.

—Tal vez se siente sola —dijo Star—. ¿Tiene amigos aquí?

—Oh Dios no, es una zorra con todo el mundo —dijo Maxine—. Cree
que por ser descendiente de los fundadores está por encima de los demás.
También aspira a ser alcaldesa algún día, pero eso nunca ocurrirá.
Aunque Wolf dimitiera, habría que votarla y nadie va a votar por ella
después de cómo se ha comportado en los últimos años.

Star suspiró. Jessica realmente se había hecho su propia cama y ahora


tenía que acostarse en ella.

—¿Qué vas a hacer? —Dijo Darianna.

Viktor saltó sobre la mesa.

—Puedo sacarle los ojos.

Levantó una pata y las garras salieron disparadas como si hubieran


salido disparadas de una pistola.

—No creo que sea necesario —dijo Star.

—Puedo hacerlo mientras duerme, un golpe de estos chicos malos y


esos ojos saldrán volando.

—Me parece una reacción un poco exagerada —dijo Star.


—Podríamos maldecirla —dijo Viktor, claramente para no ser
disuadido—. Obligarla a confesar o le explotará la cabeza.

—De nuevo, me parece un poco extremo.

—Aguafiestas —dijo Viktor.

Saltó de la mesa y volvió a desaparecer por la gatera. Star solo esperaba


que no fuera a vengarse con sus propias manos... o patas.

—¿Le dirás a todo el mundo que ella provocó el incendio? —preguntó


Darianna.

—No tengo pruebas, pero algunos de nosotros lo sabemos y si se lo


contamos a otros, pronto se correrá la voz. Aunque la gente no lo crea, la
semilla estará sembrada para la próxima vez que intente hacer algo
parecido. Mientras tanto, voy a intentar hacer unos pasteles para todos en
el pueblo para disculparme por mi pequeño accidente.

—Pero no tienes nada por lo que disculparte —dijo Darianna.

—Pero la mayoría de los aldeanos no lo saben, la mayoría piensa que


soy un salvaje imprudente que arruinó su ceremonia de la guirnalda.

—Es un público difícil —dijo Maxine—. Y sabes que hay casi setecientas
personas en este pueblo, eso es un montón de pasteles.

—Entonces será mejor que empiece.

—¿Podemos ayudar? —Dijo Darianna.

Star pensó en el perdón que quería poner en cada tarta y sacudió la


cabeza.
—Pero puedes juntarme algunas flores y hojas si realmente quieres
ayudar. Voy a intentar arreglar la guirnalda también.

—¿Sabes que tardó semanas en hacerse? —Dijo Maxine.

—Sí, pero eso era para todo. Sólo haré unos metros para cambiar el
trozo quemado. ¿Qué tan difícil puede ser?

Lynx ya estaba esperando a Wolf cuando llegó a casa. Sentado en el


sofá, con los pies sobre la mesita y un brazo detrás de la cabeza, parecía
totalmente relajado.

—Hey —dijo Lynx.

—¿Cómodo? —Dijo Wolf, cerrando la puerta detrás de él.

—Siempre. ¿Qué pasa con tu bruja?

Wolf se dejó caer en el sofá junto a su hermano.

—Ella no prendió fuego a esa guirnalda.

—Ya lo sé.

Wolf se incorporó para mirar a su hermano.

—¿Lo sabes?

—Como brujo de fuego que soy, puedo sentir cuando alguien usa magia
de fuego. Es como si se te pusiera la piel de gallina en la nuca, y esa
sensación provenía del lado de Jessica. Aunque no puedo estar seguro de
que fuera ella, ya que había otras brujas de fuego por allí, el hecho de que
las otras brujas de fuego parecieran tan sorprendidas como todas las
demás cuando ocurrió y Jessica fuera la que más gritó después de que
ocurriera, estoy bastante segura de que fue ella.

—Yo también pensé eso y Ashley lo vio venir de su lado del prado,
aunque de nuevo, ella no sabe de quién vino.

—Jessica se me acercó después, diciéndome que Star te había


embrujado y que necesitaba deshacerme de ella si quería salvarte. Ella se
la tiene jurada a tu bruja.

—Ella no es mi… —Wolf detuvo lo que estaba diciendo. No podía negar


que pasaba algo después de lo que acababa de pasar en la cocina de Star.
Ni siquiera podía culpar a los pasteles sexuales esta vez.

—¿Qué pasa? ¿ Te ha hechizado? Quiero decir, no estoy totalmente


seguro de que eso sea una cosa. Seguro que no hay magia en el mundo que
pueda hacer que te enamores de alguien.

—No, no la hay. Bueno, no que yo sepa ni nadie con quien hable de ello,
pero… —Wolf dejó escapar un gran suspiro—. Pero los esponsales no son
sólo una tonta tradición. Es una conexión poderosa forjada porque
nacimos en el mismo lugar el mismo día.

—Y te preocupa que esa conexión pueda significar una atracción sobre


la que no tienes control.

—No la controlo. Es como una droga de la que no puedo saciarme. Casi


le he hecho el amor dos veces en su cocina. Tengo una sed insaciable por
ella que no puedo saciar. Quiero estar con ella todo el tiempo. Es lo último
en lo que pienso cuando me acuesto y lo primero en lo que pienso cuando
me despierto y luego me paso la noche soñando con ella. Es ridículo. Le
he pedido a Ashley que retire los esponsales, pero cree que el mejor
momento para hacerlo sería en el solsticio de invierno y, mientras tanto,
la atracción es cada vez más profunda.

Lynx lo miraba como si no supiera quién era, y Wolf se sentía


totalmente identificado. Él tampoco sabía quién era cuando estaba con
Star.

—Lo sé, es una locura. Nunca me había sentido así. Ha pasado mucho
tiempo desde que algo me hizo sonreír y reír como lo hace Star. Hacía
mucho tiempo que no era tan feliz. Y me asusta.

Lynx se echó a reír de repente, lo que no fue la reacción de simpatía que


Wolf esperaba.

—Queridos Dioses, nunca pensé que vería el día. Estás enamorado de


ella.

—No, no, no. Esto es... no es eso.

Lynx seguía riendo.

—Lo es. Lo siento, pero lo es. Lo que describes es amor. Créeme. No me


importa qué energía mágica los conecte, no se sentirá así. Nunca te has
sentido así antes porque nunca has estado enamorado antes. Aparte de
esa chica con la que salías en el bosque cuando eras niño y no creo que
podamos contar eso. ¿Cómo se llamaba, Seren?

Wolf dejó escapar un suspiro.

—Dato curioso sobre Star. Fue adoptada por mundanos, por eso no
sabía que era bruja. Sus padres adoptivos eran galeses.

—¿Verdad? —Lynx claramente no tenía idea de a dónde iba con esto.


—¿Sabías que la palabra galesa para Star es Seren?

La sonrisa se cayó de la cara de Lynx cuando se dio cuenta de lo que


Wolf acababa de decir.

—Es ella. ¿Star es la chica con la que solías jugar en el bosque?

—Sí.

—Oh, eso lo explica todo. Nunca la superaste. Y ahora que ha vuelto,


por supuesto que vas a tener emociones complicadas al verla de nuevo.
Pero si te hace tan feliz, ¿por qué no disfrutarlo?

—Ahí está el punto de vista ético que convenientemente olvidas. No


quiero obligarla a hacer algo que no quiere hacer.

—En los momentos en que has estado con ella, íntimamente, ¿hubo
alguna parte de ti que pensara que ella no quería esto? Cuando la miras a
los ojos, ¿ves miedo o confusión?

—No, en absoluto. Ella me desea tanto como yo a ella. Y todo el


mundo con el que hablo sobre la magia de los esponsales dice que no
nos va a obligar a hacer nada que no queramos. ¿Sabías que la abuela
estaba prometida?

—¿Lo estaba? ¿Al abuelo?

—No, un tipo del pueblo donde ella creció. Durmieron juntos unos
meses y siguieron adelante. Pero ella dijo que nunca se sintió forzada a
nada.

—Ahí lo tienes, ¿así que de qué tienes miedo?


—¿Y si no es real, y si me paso los próximos días enamorándome cada
vez más de ella y todo se acaba el viernes por la noche?

—El amor es un riesgo. Olvídate por un momento de la magia y los


esponsales. El amor siempre es un riesgo y asusta a cualquiera, brujo o
no. Qué pasa si ella no siente lo mismo, qué pasa si se acaba. Las parejas se
han preocupado por eso durante miles de años. Pero si no haces nada, y si
cuando se acabe la magia no hay nada, te arrepentirás el resto de tu vida
de no haber pasado este tiempo con ella. Este tiempo te dará el cierre que
nunca tuviste cuando ella se fue. Aprovecha esta felicidad, te la mereces,
aunque sólo sea por unos días. Pero en el fondo sabes que estos
sentimientos son mucho más grandes que los lazos que los unen. Tienes
que confiar también en sus sentimientos.

Wolf suspiró. Sólo esperaba que Lynx tuviera razón, porque perder a
Star cuando estaba aquí trabajando a su lado todos los días iba a ser más
devastador que antes.
Capítulo diecisiete

Star miró todas las flores y hojas que las chicas habían reunido
para ella. Maxine y Darianna habían pedido ayuda a Kianga y Erin.
Nithya se había ido a pasar el solsticio con su familia, pero ya se había
enterado del desastre de la guirnalda y le envió un mensaje de apoyo.
Aunque un mensaje no iba a ayudar a Star a resolver este lío.

Había pasado varias horas haciendo mini troncos de Navidad de


chocolate y probablemente seguiría haciendo el resto hasta bien entrada
la noche para que hubiera uno para cada miembro del pueblo. Había
tenido pensamientos de perdón mientras los hacía y luego los había
decorado con glaseado en forma de bayas y hojas verdes con un extra de
perdón espolvoreado por encima. Pero ella también quería arreglar la
guirnalda, pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

—¿Cómo pegamos todas estas flores y hojas? —dijo Star.

—No soy florista, pero ¿no usan cosas como espuma Oasis para poner
flores cuando hacen arreglos florales? —dijo Erin.

—No tenemos eso —dijo Star—. ¿Hay alguna forma mágica de unirlos?

Las chicas se quedaron en blanco.

—Si lo hay, no lo sé —dijo Kianga.

Maxine buscaba ideas en Internet.


—Esta señora usa un fideo para un arco de flores.

—Sí, lamentablemente tampoco tenemos eso.

—¿Y qué me dices del cordel tradicional? Una vez asistí a un taller de
confección de coronas de flores y el hombre que estaba allí se limitaba a
atar la vegetación en pequeños manojos y luego añadir cada manojo a la
estructura de alambre —dijo Darianna.

—Creo que necesitamos algo en el centro para sujetar las hojas, ya que
no tenemos marco —dijo Star.

—Oh, cuando era pequeña solíamos hacer un Guy para la Noche de las
Hogueras —dijo Maxine.

—¿Qué es un Guy? —Dijo Darianna.

—Guy Fawkes supuestamente planeaba volar el Parlamento hace


cientos de años, pero sus planes se frustraron. Por eso lo celebramos todos
los años con hogueras y fuegos artificiales. Los niños hacen muñecos de
Guy Fawkes de tamaño natural con papel y ropa vieja y los queman en
una gran hoguera —explica Maxine.

—Suena un poco bárbaro —dijo Darianna.

—Es un poco, pero Inglaterra tiene muchos festivales raros. Hay un


pueblo no muy lejos de aquí que celebra todos los años un festival de
encantamiento de gusanos, al que acude gente de todo el país para
encantar gusanos del suelo. Hay premios para el equipo que consiga
encantar más gusanos, creo.

—De acuerdo, definitivamente voy a verlo. Apuesto a que puedo ganar


—Darianna agitó los dedos y un poco de brillo apareció en los extremos.
Star se rió.

—Creo que nos estamos saliendo por la tangente, ¿en qué nos ayuda
hacer un Guy?

—Bueno, conseguiríamos un viejo par de leggings o pantalones,


ataríamos los pies y rellenaríamos las piernas con periódicos. Si lo
hacemos, tendremos una base para colocar flores y otras cosas por fuera
—dijo Maxine.

—Gran idea —dijo Star—. Tengo unos pantalones viejos de pijama


arriba que podría sacrificar. —Subió corriendo las escaleras, rebuscó en
los cajones y sacó dos pantalones de pijama. Uno tenía unicornios y el
otro cactus que, por azar, parecían penes; no sabía si el diseñador lo
había hecho deliberada o accidentalmente. Pero nadie los vería bajo las
hojas y las flores. Una vez rellenas las piernas, podrían atar los dos
extremos de la cintura y eso le daría una base lo bastante larga como para
reemplazar la zona quemada de la guirnalda.

Star oyó risas estridentes en la cocina, chillidos de placer y horror.

Sin duda, Maxine estaba contando a los demás alguna historia de


borrachera.

Bajó de nuevo a la cocina, enseñando el pantalón del pijama como si


hubiera encontrado un fabuloso tesoro, y se detuvo horrorizada. Todas
las chicas estaban comiendo su lata de pasteles sexuales y aullando de
asombro y risa.

—Dios mío, no, deja de comer —dijo Star, corriendo hacia delante para
detener el accidente de autos que se estaba produciendo ante sus ojos.
Agarró uno a medio comer de Darianna, pero Maxine mantuvo el suyo
fuera del alcance de Star.

—De ninguna manera voy a renunciar a esto. Me siento como si me


acabaran de invitar al show porno más caliente de la historia.

—¡No, no, no! —dijo Star, tomando el de Erin, que se lo devolvió


encantada.

—Realmente no necesitaba ver eso. —Erin se tapó los ojos con una
mano y se rió—. No, todavía puedo verlo.

—Hiciste pasteles porno —dijo Kianga, riendo tan fuerte que se le


saltaban las lágrimas—. Tiene que ser una nueva línea en tus servicios de
pastelería, serían muy populares. Oh, si pudieras adaptar las imágenes a
las fantasías sexuales de tus clientes -una noche caliente con Chris
Hemsworth, por ejemplo-, la gente pagaría una pequeña fortuna por ello.

Incluso Viktor estaba plantando cara a un pastel, claramente


comiéndolo con gran deleite.

—¡Viktor!

Levantó la vista con migas de pastel alrededor de la boca.

—Cuando llegas a mi edad ya has estado allí, has visto y has hecho de
todo, y desde luego no dejas que un poco de sexo se interponga en el
camino de un buen pastel. —Volvió a meter la cara en el pastel y se
oyeron ruidos de placer mientras lo devoraba.

Darianna se abanicaba.

—No sé si podré volver a mirarte a los ojos. ¿Realmente sucedió eso?


—Fue un sueño que tuve —dijo Star, sintiendo que sus mejillas ardían
de mortificación—. Me levanté e hice estos pasteles porque no podía
volver a dormir y pensé en el sueño mientras los hacía y sin querer puse
esa escena de sexo en mis pasteles. Estoy tan avergonzada de que te los
comieras y vieras a Wolf...

—Aplastándote como un animal salvaje en la mesa de la cocina —dijo


Maxine—. Dios mío, dije que sería caliente en la cama. No esperaba eso.

—Fue sólo un sueño, no ocurrió de verdad —dijo Star, sin mencionar


que casi ocurrió después de que Wolf se comiera uno.

—No puedo creer que hayas tenido un sueño sexual con nuestro alcalde
—dijo Erin.

—No puedo controlar lo que sueño. Una vez, estando borracha, soñé
que bailaba con una col de dos metros. No soporto las coles. No creo que el
sueño signifique nada.

—Sólo que estás enamorada de él —dijo Maxine.

—Están prometidos —dijo Kianga—. Tienen una conexión que


ninguno de nosotros entiende. Ni siquiera Star lo entiende. Es natural
que piense en él. Aunque tal vez no así —volvió a soltar una risita.

Star observó cómo sus amigas se reían sin control y sintió que la sonrisa
de satisfacción le rozaba los labios. Sólo había una forma de salir de ésta
con un poco de dignidad. Se sentó a la mesa, tomó un pastel, le dio un
mordisco y la escena de sexo pasó ante sus ojos.

—Ha sido un sueño condenadamente bueno.


Todos volvieron a reírse, aún más fuerte, y Star no pudo evitar reírse
también.

Star miraba consternada la guirnalda. Ella y sus amigas habían pasado


algún tiempo atando hojas y flores a las perneras rellenas de su pijama, y
se había quedado bastante impresionada con ella cuando la había
colocado sobre la mesa de su cocina. Lo habían llevado al prado del pueblo
y, con un poco de magia, lo habían colgado de las lámparas para cubrir la
zona quemada, pero tenía un aspecto horrible. Incluso con su magia,
colgaba sin fuerza y, en comparación con la hermosa disposición del resto
de la guirnalda, parecía como si un niño de cinco años hubiera tomado
unas cuantas ramas y las hubiera atado a un saco viejo con una cuerda. Y
lo que era peor, a través de los huecos del follaje se veían pequeños trozos
del pijama. Esperaba que nadie mirara tan de cerca, ya que vería algunos
cactus de formas extrañas asomando entre las hojas.

—Me gusta —dijo Maxine—. Es único.

—Creo que... para el tiempo que tuvimos, lo hicimos bien —dijo Erin,
diplomáticamente.

—Creo que le falta lo que tiene el resto de la guirnalda —dijo Kianga


con sinceridad.

Ni siquiera Darianna parecía impresionada.

Star se mordió el labio nerviosamente. Y si la gente se ofendía por su


patético intento?
Alguien se acercó a Erin para echar un vistazo y Star echó un vistazo y
vio a Lynx. Estaba claro que tampoco estaba muy impresionado con su
guirnalda de repuesto.

—No estoy seguro de que sea mejor que la zona quemada —dijo Lynx,
inclinando la cabeza para mirarlo.

—¡Oye! —dijo Erin, indignada.

—¿Tuviste algo que ver con esto? —Dijo Lynx.

—Sí, lo hice —dijo Erin.

—En ese caso es la guirnalda más hermosa que he visto.

—Buena respuesta.

—Bueno, como esto definitivamente no ha marcado la casilla en


términos de pedir perdón, mejor me pongo con mis pasteles de perdón —
dijo Star—. Gracias por toda la ayuda.

Se despidió con la mano y empezó a caminar hacia su casa, pero se


sorprendió cuando Lynx cayó a su lado.

—¿Eh? —dijo confundida.

—Así que todo esto debe ser un poco extraño y abrumador. Vienes aquí,
descubres que la magia es real y que estás prometida. Estoy seguro de que
no es el respiro tranquilo que esperabas.

—Creo que nunca he sido tan feliz. Nunca había encajado en ningún
sitio, siempre era el raro. Ahora por fin siento que pertenezco a algún
sitio y he hecho grandes amigos. Aquí todo el mundo es como yo,
nunca fuimos realmente felices viviendo una vida mundana y ahora
podemos ser libres para ser quienes somos. Pero seguro que no pregunta
por mi bienestar mental.

—Bueno, mi hermano está un poco enamorado de ti.

—El sentimiento es muy mutuo.

La detuvo con la mano en el brazo y ella se volvió para mirarlo.

—Creo que le preocupa que no te sientas así una vez que te hayan
quitado las ataduras.

—Sé que está preocupado por eso.

—Sólo quería decir que cuando se hayan levantado los lazos, si no


sientes lo mismo que ahora, considera que Wolf aún puede tener esos
sentimientos, así que por favor sé amable.

Star sonrió ante su preocupación.

—Ha habido momentos desde que llegué aquí en los que he pensado,
¿es esto real? Cuando veo una guirnalda de cien metros flotando con
magia; cuando Kianga bloquea todo el sonido para que podamos tener
una conversación sin que nadie nos oiga; cuando Ashley hace
mágicamente su sofá y su salón mucho más grandes de lo que son en
realidad; cuando Wolf me llevó volando a las nubes anoche sólo para
hacerme feliz, me he preguntado si sólo estoy teniendo el sueño más
increíble. Pero cuando Wolf me besó allí arriba, bajo las estrellas, supe
que aquello era más real que cualquier otra cosa que haya vivido en mi
vida. Cuando miro la magia que me rodea y empiezo a dudar de ella, lo
único que sé con certeza que es real son los sentimientos que siento por tu
hermano.
Lynx la estudió un momento y luego esbozó una enorme sonrisa.

—Buena respuesta. —Asintió con aprobación—. Creo que eres lo mejor


que le ha pasado a mi hermano.

Se marchó y ella lo vio partir. Parecía que había impresionado al menos


a una persona en el pueblo, más allá de Wolf y sus nuevos amigos. Ahora
sólo tenía aproximadamente a otros cien a los que impresionar y esperaba
que sus troncos de Navidad de chocolate con perdón lo consiguieran.

Wolf miró al cielo mientras caminaba por las calles. Era decididamente
gris, en lugar del azul brillante habitual en diciembre, y las nubes eran
densas, como si fuera a nevar, lo que le preocupaba un poco. Estaba
seguro de que, si nevaba, los aldeanos relacionarían la llegada de Star con
el cambio de tiempo, y no creía que fuera a ser en el buen sentido.

De hecho, le sorprendió que nadie hubiera expresado su preocupación


por el hecho de que fuera una bruja del tiempo. Estaba bastante seguro de
que Maggie habría recordado que la madre de Star era la bruja del tiempo
que los maldijo y, si Maggie lo sabía, se lo habría contado a todo el pueblo.
Pero nadie le había hablado de ello, lo cual era extraño. Sólo había un
puñado de personas que vivían en el pueblo treinta años atrás y que
seguían viviendo aquí hoy -Maggie y Tom, Charles, Esther y Lizzie, y su
abuela-, así que era extraño que ninguno de ellos se lo hubiera
mencionado tampoco.

Vio a Maggie en su jardín, sin Tom; el miércoles era su día de jugar al


golf en un mundano club de golf cercano, o más bien de ganar al golf, lo
que convenientemente Tom hacía siempre.
Wolf se acercó a hablar con ella.

—Hola Maggie —dijo.

Maggie apagó la manguera y lo saludó.

—Espantoso asunto en la ceremonia de la guirnalda esta mañana y se


rumorea que Jessica prendió fuego a la guirnalda, no tu Star.

Se alegró de que corriera el rumor. Si Maggie lo había oído, seguro que


se lo contaría a los demás. Cualquier cosa que desviara la atención de Star
sería buena.

—Yo también he oído ese rumor, pero sin pruebas no puedo hacer nada.
No sería bueno difundir ese tipo de rumores y manchar el nombre de
alguien si no es cierto.

—Claro que no —dijo Maggie, con los ojos muy abiertos de fingida
inocencia.

Wolf reprimió una sonrisa de satisfacción. Decirle a Maggie que no se


lo contara a nadie era una forma segura de asegurarse que se los dijo a
todos.

—Escucha, me preguntaba qué le dijiste a la gente sobre Star después de


conocerla.

—Que ustedes dos estaban comprometidos, lo que es terriblemente


emocionante. No recuerdo la última vez que tuvimos una boda de
esponsales.

—¿No les dijiste nada más?

—¿Como qué?
—No sé, las cosas que le contaste a Star, sobre quién es su madre y la
aventura entre Rose y el alcalde.

—Oh no, no me preocupo por ese tipo de chismes —Maggie lo descartó.

—Maggie, tú y yo sabemos que te encanta ese tipo de chismes.

La cara de Maggie se puso seria.

—¿Por qué preguntas por su madre?

Entrecerró los ojos porque su tono de voz era protector.

—Como has dicho, Star es mi prometida y no quiero que la echen de


aquí por... quiénes eran sus padres.

Si Maggie no sabía que la madre de Star era la bruja del tiempo que
maldijo el pueblo, él no iba a decírselo.

—Creo que es mejor que entres a tomar una taza de té —dijo Maggie.

Él frunció el ceño, confundido, y la siguió al interior.

Le indicó que se sentara a la mesa de la cocina y se ocupó en preparar


una tetera. Al cabo de unos instantes, colocó la tetera en el centro y se
sentó frente a él.

—Supongo que me preguntas si le dije a todo el mundo que la madre de


Star era la bruja del tiempo que maldijo este pueblo.

Asintió con la cabeza.

—Eso es exactamente lo que estoy preguntando.

Hizo una pausa mientras añadía azúcar y leche a su taza.


—Nunca te dije que mi madre era una bruja del tiempo.

Wolf se sentó en su silla. No se lo esperaba.

—Y no, esos poderes no me han sido transmitidos. Ni siquiera puedo


levantar el viento o rociar agua con las manos como algunos de ustedes,
las brujas del aire y del agua, así que no hay ninguna posibilidad de que
pueda controlar el tiempo. Vivía en un pueblo de brujas en Francia con mi
madre y nunca le dijo a nadie lo que podía hacer. Se había pasado la
mayor parte de su vida huyendo de los que la rechazaban por sus poderes
especiales, así que aprendió a guardar silencio. Un día hubo un gran
incendio en el pueblo donde vivía y se propagó más rápido de lo que nadie
podía detenerlo. Así que mi madre convocó una gran tormenta torrencial
para apagarlo, y así fue. Salvó el pueblo y al día siguiente todo el pueblo
marchó hasta su puerta y la obligó a marcharse. Apenas tuvo tiempo de
hacer las maletas. Un hombre tenía una escopeta y le dijo que si no se iba
nos mataría a los dos.

—Maggie, lo siento mucho.

Maggie tomó la tetera y sirvió dos tazas, y Wolf notó que le temblaba la
mano.

—Se quedó en la puerta mientras mamá lo metía todo en cajas y


maletas y me apuntaba con la pistola todo el rato. Yo tenía seis años.
Nuestra propia especie y habíamos sido amenazados por la gente que
debería haber sido más comprensiva con su magia. Habíamos sido
condenados al ostracismo, desterrados. Todos nuestros amigos se
volvieron contra nosotros. Nunca olvidaré esa sensación.

Tomó un largo sorbo de té y se quedó mirándolo por un momento.


—Estaba muy unida a la madre de Rose, la abuela de Star. Y cuando
Rose nació y sus padres descubrieron que era una bruja del tiempo,
decidieron mantenerlo en secreto para todos en el pueblo. Juré que nunca
se lo contaría a nadie, después de ver el trato que recibió mi madre
cuando yo era pequeña. Pero siempre me pregunté qué le habría pasado si
se hubiera enterado más gente. ¿La habrían amenazado y obligado a
marcharse como a mi madre? Por supuesto, después de que Rose se fuera
y la maldición cayera sobre el pueblo, mucha más gente se enteró también
y hubo mucha gente que adoptó la actitud de “menos mal que se ha ido”,
lo cual fue horrible. Era una niña de dieciséis años.

Maggie abrió una lata de galletas y le ofreció una a Wolf, pero él negó
con la cabeza.

—Así que cuando Star vino aquí y me di cuenta de que su madre era
nuestra bruja del tiempo supe que tenía que mantenerlo en secreto. Si
Star también lo es y la gente se entera, creo que muchos no la querrán
aquí. —Dio un mordisco a su galleta—. ¿Lo es?

—Sinceramente, no lo sé, pero eso también me preocupa. Los libros de


historia muestran que la gente no es amable con las brujas del tiempo.
Ella tiene mucho poder, más que nadie que haya conocido, así que es muy
probable que lo sea.

—Y no tiene control sobre sus poderes, la gente va a estar aún más


preocupada por eso.

—Lo sé.

—Afortunadamente, ha pasado mucho tiempo desde que Rose se fue, y


mucha gente del pueblo de aquella época ha muerto o se ha ido. La
mayoría de los que están aquí sólo saben que hubo una bruja del tiempo
que vivió aquí en algún momento y que nos maldijo con mal tiempo. No
establecerán la conexión entre ella y Star.

—Yo también apuesto por eso —dijo Wolf.

—Por desgracia, esa vaca, Jessica, ha estado husmeando. Ayer pidió ver
los registros del año en que nacieron Star y tú, y como esos registros son
públicos, no puedo negarme. Que yo sepa, no hay nada escrito que diga
que Rose era una bruja del tiempo, pero hay anotaciones en el diario
del secretario municipal de la época e incluso en un pequeño periódico
local. Si empieza a indagar en ellos, podría revelarlo todo. Si Jessica está
buscando trapos sucios sobre Star, no creo que tarde mucho en
encontrarlos.

Wolf maldijo en voz baja. Prender fuego accidentalmente a una


guirnalda muy querida no era nada en comparación con tener aquí a una
bruja del tiempo con el potencial de destruir todo el pueblo, al menos a los
ojos de algunos de los aldeanos. Quería proteger a Star, pero ¿cómo podía
protegerla de las sospechas, el miedo e incluso el odio?
Capítulo dieciocho

Star esperaba ansiosa en el salón a que Wolf viniera a recogerla para


el ritual de limpieza de la noche. No tenía ni idea de lo que le iba a
deparar la noche. Como Wolf había hablado claramente con Lynx
después de que casi habían tenido sexo acerca de cómo todavía estaba
preocupado de que sus sentimientos fueran reales, probablemente se
había convencido a sí mismo de terminar lo que habían empezado como
había prometido.

Llamaron a la puerta y corrió a abrir, preguntándose si debía saludarlo


con un beso.

Abrió la puerta y no pudo evitar sonreír al verlo allí de pie. Y pudo verlo
en toda su cara, un intento desesperado de ser profesional y su necesidad
de estar con ella libraban una batalla interna, pero cuando una gran
sonrisa se dibujó en su rostro, pensó que podría haber ganado la segunda.

—Dios, eres peligrosa. Ven, vámonos antes de que diga que al diablo
con los rituales de limpieza y te lleve a la cama.

—Yo estaría bien con eso.

—Sé que lo harías.

Agarró la manta del amor.

—No estoy seguro de que lo necesites —dijo Wolf.


—Lo traeré por si acaso.

—Vas a ser mi ruina —dijo Wolf, pero la tomó de la mano mientras la


llevaba al auto y eso la hizo sonreír muchísimo.

Le abrió la puerta y ella se deslizó dentro, rebosante de emoción. Él dio


la vuelta al otro lado, subió y se dirigió hacia la verja, que se abrió como
por arte de magia para dejarles salir.

—Así que vamos a tratar este ritual de limpieza profesionalmente —


dijo Star, todavía incapaz de reprimir la sonrisa en su rostro—. Sin
trampas.

Sonrió.

—Estás obteniendo mucho placer de mi tortura. Independientemente


de lo que ocurra esta noche, quiero seguir adelante con los rituales de
limpieza y la ruptura del vínculo para que ambos sepamos que lo que
queda es real. Jessica le dijo a Lynx que cree que estoy embrujado y yo
siento que lo estoy, nunca he sentido lo que siento por ti y cada día es más
fuerte. Así que vamos a hacer esta limpieza correctamente.

—¿Y después?

—Star, nos estamos lavando desnudos en un lago iluminado por la


luna, ninguno de los dos va a salir vivo de eso.

Se echó a reír.

La miró.

—Puedo ver la chispa de excitación que sale de ti.


Se miró a sí misma y pudo ver un resplandor dorado pálido con
pequeñas chispas de relámpagos que salían de ella como una llamarada
solar.

—Esto es increíble, nunca me había pasado. Sólo pasa a tu alrededor.

—Me gusta, nunca antes había hecho brillar a una mujer.

Se metió en una carretera muy estrecha, apenas lo bastante ancha para


su auto, y al final una verja se abrió como por arte de magia para dejarle
pasar. Altos setos bordeaban el estrecho camino mientras avanzaban por
una pista de grava.

—¿Adónde vamos?

—Esta tierra es propiedad del pueblo, pero yo soy el único que puede
venir aquí. Vengo cada luna llena a recoger agua de luna para pociones y
unas cuantas veces al mes, cuando el sol está más alto, a recoger agua de
sol.

—Espera, ¿vamos a bañarnos desnudos en un lago que todos usan para


sus pociones?

—Es un lago alimentado por un manantial geotérmico y una pequeña


cascada de un río de los páramos. Recogeré el agua de la luna antes de
entrar. Para cuando vuelva a subir a recoger más agua, nuestra desnudez
habrá sido arrastrada hasta el mar.

—De acuerdo, bien. No quiero que nadie beba una poción a la luz de la
luna y nos vea desnudos en el lago.

Wolf se rió.
Los setos se despejaron y bajo ellos, encajado en la ladera, había un lago
cubierto por la plata de la luna llena.

—Esto es hermoso —dijo, suavemente.

—Lo es.

Estacionaron junto a él y salieron. Era un lago pequeño, probablemente


más bien un estanque, y en un extremo había una pequeña cascada que se
desprendía de las rocas a unos dos metros de la superficie; el agua lanzaba
chispas plateadas al aire cuando salpicaba el estanque.

Wolf fue a la parte trasera del auto y Star extendió la manta junto al
lago. Por si acaso. Volvió con dos enormes bidones. Los desenroscó y
los sumergió en la orilla del lago,

llenándolos del agua plateada.

—¿Es suficiente para todo el pueblo?

—Probablemente sólo una cuarta parte del pueblo hace sus propias
pociones. Todos los demás obtendrán sus pociones de ellos. Pero la
mayoría de la gente que usa agua de luna en sus pociones sólo usará unas
pocas gotas, así que esto durará mucho tiempo.

Volvió a tapar los bidones y los llevó al auto. Volvió junto a ella y le
tomó las dos manos.

—El lago está encantado. Es un lugar poderoso. Lo calienta un


manantial geotérmico que viene de abajo y las líneas ley que pasan por
debajo de nuestro pueblo pasan justo por debajo del lago. Es muy posible
que una vez que nos lavemos los lazos se rompan, así que podría ser la
última vez que nos sintamos así el uno por el otro. Los otros rituales son
probablemente más simbólicos que mágicos, pero esto podría muy bien
hacer el trabajo.

Star sonrió y le tomó la cara entre las manos.

—No estoy preocupada. Lo que siento por ti es real. Lo siento con cada
fibra de mi ser. No tengo motivos para creer que tus sentimientos por mí
sean menos reales. Pero si te preocupa que nunca tengamos la
oportunidad de encender este fuego entre nosotros, podríamos hacer el
amor ahora y lavarnos después.

Le besó la muñeca, posando su boca caliente sobre su pulso, lo que hizo


que su corazón se acelerara.

—Muy, muy tentador. —Bajó la boca hasta la palma de la mano, con


los ojos clavados en los de ella todo el tiempo—. Lynx dice que
deberíamos disfrutar de nosotros mismos durante los próximos días y
luego, si se acaba, al menos hemos tenido este tiempo juntos en lugar de
luchar para mantenernos separados.

—Lynx es un hombre muy muy sabio y no estoy luchando para


mantenernos separados, sólo tú lo estás haciendo.

—Trato de ser respetuoso para que no sientas que me aprovecho de ti


mientras estamos bajo la influencia de la magia esponsal.

—Lo cual es encantador, pero ya sabes que quiero esto. ¿Hay alguna
otra razón por la que te estás conteniendo?

Él miró hacia el lago y ella supo inmediatamente que sí.

—¿Es porque crees que tus sentimientos desaparecerán el sábado y no


quieres engañarme? —dijo Star.
—No. No es eso. Quiero decir, por supuesto que no quiero hacer nada
que te haga daño, pero estoy bastante seguro de que mis sentimientos
seguirán ahí.

Recordó lo que Lynx había dicho sobre ser amable con Wolf si sus
sentimientos ya no existían.

—¿Te preocupa que te esté engañando, que esto sea sólo sexo para mí?

Miró el reloj.

—Vamos a nadar. Tenemos unos minutos antes de medianoche y antes


de que tengamos que empezar el ritual de limpieza.

Empezó a desnudarse y ella no podía apartar los ojos de él. Era


gloriosamente fuerte en todas partes: las piernas, los brazos, los músculos
de la espalda, incluso el trasero era musculoso. Se zambulló en el lago con
un movimiento exquisito y grácil, desapareciendo bajo el agua.

Se desnudó rápidamente y se metió en el agua, vadeándola hasta el


pecho antes de que Wolf volviera a emerger.

—Hace mucho calor —dijo Star.

—Es el manantial que bombea agua desde abajo. La otra orilla del lago
está más fría porque la alimentan el río y la cascada. ¿Quieres ver detrás
de la cascada?

—Oh, claro.

Nadaron más cerca y ella sintió que el agua se enfriaba. Wolf se


zambulló bajo la superficie para atravesar la cascada y ella vio su sombra
reaparecer al otro lado. Ella lo siguió, sintiendo el agua golpear su espalda
mientras nadaba bajo el rocío. Sacó la cabeza del agua y Wolf la ayudó a
ponerse de pie en un saliente, aunque seguían completamente
sumergidos. Se secó el agua de los ojos y dio un pequeño suspiro al ver
pequeños orbes de oro que se movían cerca de las rocas del fondo.

—¡Luciérnagas!

—Sí. No se necesita magia para estas pequeñas bestias. Son lo


suficientemente mágicas por sí mismas.

—Son hermosas. ¿Es común que estén en diciembre?

—La maldición ha afectado a muchos animales e insectos de la zona.


Esta zona es propiedad del pueblo, así que está sujeta a los mismos
patrones climáticos. Las luciérnagas emiten esta luz para atraer a su
pareja y luego ponen huevos, algo que debería ocurrir en los meses de
primavera y verano. El clima más cálido de esta época del año los ha
confundido, pero si la hembra pone huevos fuera de los parámetros del
pueblo es poco probable que sobrevivan.

—Oh no, eso es triste.

—Esperemos que tengan la sensatez de quedarse donde hace más calor.


Aunque el tiempo, incluso dentro del pueblo, ha sido mucho más frío de
lo que estamos acostumbrados en esta época del año.

—¿Es por mi culpa?

—Puede ser. Es difícil saberlo.

Se volvió hacia él.

—Es seguro decir que mi llegada ha causado muchos trastornos en el


pueblo y no necesariamente para mejor.
—Mi vida ha sido infinitamente mejor desde que llegaste.

—¿A pesar de estar embrujado, sea lo que sea eso?

—Por eso. —Frunció ligeramente el ceño, acariciándole la cara—. No


creo que me estés engañando o que esto sea sólo sexo para ti. Sólo siento
que puede significar algo diferente para ti que para mí.

—Creo que tienes que confiar en que seguiré aquí cuando todo esto
termine.

Asintió con la cabeza y miró el reloj.

—Es la hora. Volvamos a la zona más cálida.

Nadaron de vuelta a través de la cascada hasta donde el manantial


burbujeaba y llegaron a un lugar donde podían estar de pie. Ella se
levantó y los ojos de él la contemplaron con avidez.

—Sabes, con las luciérnagas, en este país al menos, son las hembras
las que se iluminan, no los machos. Deslumbran a su pareja. Tú... brillas
como un diamante. Eres deslumbrante.

Sonrió.

—Tú también eres espectacular. ¿Cómo funciona esto entonces?

Se aclaró la garganta, intentando concentrarse.

—Nos echamos agua y nos frotamos la piel, así.

Recogió un poco de líquido con la mano y se lo echó en el hombro,


luego le acarició el agua por el brazo. Ella tragó saliva ante aquella suave
intimidad.
—Déjame lavarte primero —dijo Star.

Recogió el agua y se sorprendió al ver que brillaba en su mano. Se la


echó en el pecho y brilló en su piel.

—Eres tan hermoso —susurró Star. Empezó a masajear con el agua las
cicatrices de su pecho—. Recuerdo aquel día tan vívidamente: el
relámpago, tú salvándome la vida, el olor posterior a carne quemada,
pero probablemente lo que más recuerdo es que me dijiste que me
amabas. Nadie, aparte de mis padres, me había dicho eso nunca. Salí del
bosque absolutamente entusiasmada por lo que habías hecho y lo que
habías dicho y luego no te volví a ver. Y lo peor es que nunca te lo
respondí, estaba tan conmocionada por el rayo que no me di cuenta hasta
más tarde. Pero claro que te amaba. Te amaba mucho y creo que una parte
de mí siempre te ha amado. Y ahora que estás aquí, esos sentimientos que
sentí por ti vuelven a inundarme y creo que vuelvo a enamorarme de ti.

Ella lo miró. Su respiración era agitada, sus ojos oscuros, inclinó la


cabeza y la besó con fuerza. Ella le devolvió el beso de inmediato. La
conexión fue instantánea, como encender un interruptor. Su beso era
urgente, desesperado, y ella supo que nada de aquello era mentira.

La atrajo hacia sí y ella disfrutó de la sensación de su duro cuerpo


contra el suyo. Sus manos ávidas estaban por todas partes, devorando su
cuerpo, haciéndola gemir de necesidad.

La levantó y ella lo rodeó con las piernas mientras él la llevaba a la


orilla del lago, sin dejar de besarla, y luego la tumbó sobre la manta.
Luego se echó sobre ella, besándola, tocándola, haciendo que su cuerpo
zumbara para él.
Le besó el cuello y, muy despacio, deslizó la boca por su cuerpo, por los
pechos, haciéndola jadear, y luego bajó lentamente por el vientre y, de
repente, la estaba besando justo entre las piernas.

Ella jadeó, arqueándose hacia él. Pero él era implacable, dándole


exactamente lo que necesitaba hasta que gritó y se retorció de placer sin
sentido.

Se inclinó sobre ella y la besó con fuerza.

Su respiración se hizo más lenta a medida que la sensación se


desvanecía y él se apartó ligeramente.

—¿Estás lista para el sexo de brujos?

Su respiración se entrecortó en anticipación.

—Me estás poniendo nerviosa.

—No hay nada que temer, lo disfrutarás. Pero podemos parar ahora si
quieres.

Ella negó con la cabeza.

—Quiero esto, te quiero a ti.

Agachó la cabeza para besarla de nuevo y ella lo detuvo.

—Espera, ¿tienes un pene superpoderoso o algo así?.

Se rió, fuerte, las vibraciones viajando a través de su cuerpo.

—Te lo prometo, no es nada de eso.

La besó, introduciéndose lentamente en su interior, y ella lo rodeó con


los brazos y las piernas. Su beso era divino y, durante un rato, todo fue
perfecto, mientras él se movía lentamente contra ella y ella empezaba a
relajarse, disfrutando de la sensación de su piel contra la suya, de su
tacto, de las pequeñas sensaciones de felicidad cuando aquel sentimiento
empezaba a crecer lentamente de nuevo en su interior.

Se apartó para mirarla, sus ojos se clavaron en los de ella, y de repente


una sensación de fuego y hielo se abalanzó sobre ella, el viento rugió a
través del lago e incluso el suelo tembló ligeramente.

—Wolf.

—Está bien, no te preocupes. Ya pasará.

El aire que los rodeaba se llenó de repente de una luz dorada brillante
que hizo que incluso Wolf diera un pequeño respingo. Había una jaula
dorada de luz como un campo de fuerza rodeándolos, pero dentro había
orbes gigantes de luz flotando alrededor.

—Maldita sea —murmuró Wolf.

—Es hermoso —susurró Star.

Wolf rodó hasta quedar encima y ella se sentó a horcajadas sobre él.

—¿Qué es esto?

—Somos nosotros, nuestros poderes se combinan —dijo Wolf mientras


miraba la luz con asombro—. Tócala.

Inclinó la cabeza hacia atrás y miró la jaula dorada, mil líneas


interconectadas, anudadas y retorcidas. Los orbes flotaban dentro, a
veces rebotando suavemente en las paredes de la jaula, a veces rebotando
entre sí.
—¿Dolerá?

—No.

Estiró un dedo para tocar las paredes y sintió que se filtraba una cálida
ráfaga de felicidad.

—Oh Wolf, esto es encantador. ¿Es así como es normalmente el sexo


entre brujos?

—Nada de esto es normal. Toca los orbes —insistió Wolf.

Tocó suavemente uno de los orbes y una sensación increíble la invadió,


algo… algo que al principio no supo definir, pero que de repente
reconoció como tal. Se sintió amada. Fue una de las experiencias más
hermosas y exquisitas de su vida.

Volvió a mirar a Wolf.

—Siento lo que tú sientes, por mí. Necesitas sentir esto.

Se incorporó y le rodeó la cintura con un brazo para evitar que se


cayera. Extendió una mano, uno de los orbes se posó en su palma y una
sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro.

Le tomó la cara y la besó con fuerza, luego bajó las manos hasta las
caderas de ella y la estrechó contra él. Ella empezó a moverse contra él y
los orbes se acercaron más, rodeándolos, rozando sus hombros,
rozándoles el cabello. Era magnífico, no había otra palabra para
describirlo. Pero la sensación de amor total y absoluto que la consumía, lo
que él sentía por ella, fue lo que la llevó al límite.
Capítulo diecinueve

Star se despertó envuelta en los brazos de Wolf mientras yacían en


su cama. Aún estaba oscuro y él le recorría la espalda con los dedos.

—Tenemos que levantarnos si vamos a nadar en el mar al amanecer.

Ella se acurrucó en sus brazos.

—Vamos a perdernos eso. Ahora mismo soy perfecta y feliz. Un baño


helado en el mar no suena muy apetecible.

—Lo sé, pero ¿y si después te invito a un desayuno inglés completo?


Hay un pequeño café en la playa justo en la arena y siempre abren
temprano para todos los surfistas. El desayuno allí es increíble y ayuda
que lo lleve una bruja.

Su estómago gorgoteó ante la idea de desayunar bacon, huevos y


salchichas.

—Eso podría tentarme. —Levantó la vista hacia él y le acarició el


pecho con los dedos—. Siento que lo de anoche no saliera según lo
previsto.

Después de estar un rato tumbados sobre la manta, besándose y


abrazándose, Star había insistido en que volvieran a probar el ritual de
limpieza. Pasaron en total un minuto lavándose el uno al otro bajo las
estrellas antes de que él acabara haciéndole el amor allí mismo, en el lago.
Luego la llevó a su casa y volvió a hacerle el amor en su cama.
Definitivamente, no había salido según lo planeado.

Sonríe.

—A veces las mejores cosas pasan cuando tiras tus planes por la
ventana. No me arrepiento de nada de lo de anoche.

—Conseguimos lavarnos el uno al otro durante un tiempo antes de


que... otras cosas se interpusieran. ¿Sientes que la atracción entre
nosotros se ha reducido un poco?

Wolf se rió.

—¿Me siento menos atraído por ti después del mejor sexo de toda mi
vida? Anoche fue increíble incluso antes de que iluminaras el cielo como
los focos de un partido de fútbol. Incluso antes de que nuestros poderes
se combinaran de la forma más magnífica y brillante posible, me lo
estaba pasando como nunca. E incluso ahora, puedo sentir esa conexión
entre nosotros y está ardiendo brillantemente. Así que no, la atracción no
se redujo en absoluto. De hecho, yo diría que es probablemente cien veces
peor —la besó—. O mejor.

Ella sonrió contra sus labios y se incorporó.

—¿Qué hora es? —Tomó el móvil y vio que eran más de las seis—. Urgh.
—Vio que tenía un mensaje de Tig y lo abrió.

TIG:
¿Ya has visto al alcalde desnudo?
Star se rió.

—Mi amiga Tig quiere saber si ya te he visto desnudo. Esta mentira va a


seguir alcanzándome.

—Decir la verdad será aún más complicado. Pero al menos puedes


responder a su pregunta con sinceridad. Haznos una foto juntos.

Star se tumbó y Wolf la rodeó con un brazo, ella se acurrucó en su


pecho y luego levantó el teléfono. Sacó una foto de sus cabezas y hombros,
no iba a compartir ningún desnudo con Tig, pero estaba muy claro que
habían compartido una noche de pasión, ella tenía el cabello como un
arbusto y Wolf también tenía un aspecto sexy. Miró la foto. Parecían tan
enamorados el uno del otro. La adjuntó a un mensaje y se lo envió a Tig. A
pesar de la temprana hora, las respuestas fueron instantáneas.

TIG:
Oh, Dios mío.
Te ves tan feliz.
Esto es tan emocionante.
Necesito todos los detalles.

Star sonrió. No podía explicar por qué habían hecho el amor por
primera vez junto a un lago encantado mientras intentaban limpiarse de
magia no deseada, pero sí podía decirle a Tig lo feliz que se sentía. Le
enviaría un mensaje más tarde.
—Bien, vamos —dijo Wolf, levantándose de la cama y sacando su
hermoso cuerpo desnudo hacia el cuarto de baño. Agitó la mano al salir
del dormitorio y el edredón le fue arrebatado bruscamente.

Se echó a reír y rodó sobre su espalda. La vida nunca volvería a ser la


misma. Y si esto entre ella y Wolf no funcionaba, su vida sexual se
acabaría porque nunca iba a haber otro hombre que pudiera hacerla
sentir como Wolf.

La playa estaba desierta. El café acababa de abrir detrás de ellos


mientras contemplaban el horizonte, pero los surfistas aún no habían
salido de sus camas, que era donde Wolf pensaba que debía estar, con la
mujer que amaba envuelta entre sus brazos.

No estaba del todo seguro de qué sentido tenía continuar con los
rituales de limpieza después de la noche anterior. Probablemente era
contraproducente lavarse mutuamente en un lago iluminado por la luna
para eliminar las ataduras mágicas y luego hacer el amor junto al lago y
dentro de él. Y después de sentir los sentimientos de Star cuando su magia
se conectó, no le quedó ninguna duda de que ella sentía lo mismo que él.
Pero también sabía que era una locura sentirse así tan deprisa y, después
de haberse criado en un pueblo que tenía su propio clima, separado del
del resto del mundo, se dio cuenta de que con la magia todo era posible.
Así que eliminar esos lazos era la única forma segura de confirmar que
sus sentimientos eran reales, para él y para ella.

El viento helado rugía a su alrededor y las olas rompían en la playa.


Empezaron a caer pequeños copos de nieve, pero el viento se los llevó
antes de que toquen el suelo. El ambiente era sombrío y el olor a café
recién hecho invitaba a salir de la cafetería. En el horizonte se
vislumbraba una franja dorada; probablemente faltaban minutos para
que el sol hiciera su aparición.

—Probablemente sería igual de eficaz sumergir los pies en el mar al


amanecer. No creo que sea necesario sumergir todo el cuerpo —afirmó
Wolf.

Star se rió, con su cabello oscuro ondeando al viento detrás de ella


como cintas.

—Sabes que Ashley quería fomentar la desnudez en cada ritual de


limpieza. Aparentemente es más efectivo.

Para su mayor sorpresa, ella se quitó toda la ropa y corrió desnuda


hacia las olas justo cuando el sol asomaba por el horizonte y él no había
visto nada tan espectacular en su vida.

No podía acobardarse. Se desnudó también, se adentró en las aguas


poco profundas y, cuando una gran ola se dirigió hacia él, se zambulló en
ella. El frío que penetró en su piel fue un gran shock. Salió a la superficie
y encontró a Star meciéndose entre las olas, con los brazos por encima de
la cabeza en una especie de postura de yoga de saludo al sol. El sol pintaba
su piel húmeda con una capa dorada. Era encantadora. Nadó hacia ella y
la estrechó entre sus brazos, besándola con fuerza, y ella rió contra sus
labios mientras lo rodeaba con los brazos.

Una gran ola se abalanzó sobre ellos, haciéndoles perder el equilibrio,


pero él se agarró a ella con fuerza mientras aterrizaban de nuevo en la
playa.
Le apartó el cabello de los ojos.

—¿Estás bien?

Ella le miró con una sonrisa.

—Claro que sí, estoy contigo.

Otra ola se estrelló contra sus piernas.

—Creo que es suficiente —dijo Wolf.

—Estoy de acuerdo y me debes un desayuno —dijo Star.

Star estaba sentada mirando por la ventana de la cafetería mientras el


sol se elevaba espectacularmente sobre las olas. El desayuno estaba
delicioso, probablemente el mejor que había tomado nunca.

—¿Dijiste que la dueña del café es una bruja? —dijo Star, mojando el
tocino en el huevo.

—Sí, lo es. La conocerás pronto, estoy seguro. Es una vieja amiga.

—¿Hizo el desayuno con magia, es increíble?

Wolf se rió mientras limpiaba su tostada alrededor de los frijoles.

—No me sorprendería.

—Y qué gran ubicación para un café. Esa vista es increíble. Me


pregunto si Ashley nos ha preparado un montón de citas románticas para
que nos enamoremos el uno del otro en vez de desenamorarnos.
—A mí también se me había pasado por la cabeza, pero estos rituales de
limpieza son cosas de las que he oído hablar antes, así que tienen cierta
credibilidad. Aunque nunca he oído que se utilicen para eliminar los lazos
del amor.

—No creo que nada pueda eliminar los lazos del amor. Esto podría
eliminar la magia esponsal, pero nuestros sentimientos por el otro son
completamente diferentes a eso. Lo siento en cada hueso de mi cuerpo.

Wolf le tomó la mano.

—Yo también lo hago. Supongo que lo sabremos mañana a


medianoche.

—¿Cómo está mi hombre favorito? —dijo una voz femenina detrás de


Star, que levantó la vista y vio a una mujer de unos sesenta años que se
acercaba a Wolf para abrazarla. Él se levantó y la abrazó. Fue toda una
sorpresa; Star nunca había visto a Wolf ser cariñoso con nadie, aparte de
ella y Lynx.

—Estoy bien Beth, ¿cómo estás tú?

—El negocio va bien, y estoy prometida a ese jovencito —señaló con


la cabeza a un hombre tan fornido que podría haber sido un portero o un
guardaespaldas. Era camarero y probablemente más joven que Star.

—Ah, me alegro por ti, te mereces a alguien bueno en tu vida.

—Y veo que tú también sales —dijo Beth, con los ojos iluminados como
un árbol de Navidad.
Star se preguntó cómo reaccionaría Wolf si alguien supiera que estaban
juntos. Tenía la sensación de que no quería que nadie del pueblo lo
supiera.

—Lo estamos —dijo Wolf, sonriendo a Star—. Es muy pronto, pero


tengo un buen presentimiento. Beth, ella es Star Brightheart, Star ella es
Beth Winters.

—Hola, encantada de conocerte —dijo Star.

—Y a ti. Nunca había visto a Wolf traer a una mujer aquí.

—¿Vienes aquí a menudo? —Star le preguntó a Wolf.

—No tan a menudo como debería —dijo Beth.

—Es uno de mis lugares favoritos —dijo Wolf—. Solía hacer surf aquí
cuando era más joven, ahora sólo vengo en busca de paz y soledad. Pero
no vengo tan a menudo como quisiera.

—Bueno, tal vez esto te ayude a venir más seguido —dijo Beth—. Estoy
vendiendo mi casa.

Wolf se sentó derecho.

—¿La Perla?

Star lo observó con curiosidad.

Beth asintió.

—Nunca podría vivir allí después de la muerte de Jim. Demasiados


recuerdos de él creciendo allí. Pero tampoco podía dejarlo. La alquilaba, o
los familiares se quedaban allí, y siempre estaba abierta a las brujas si la
necesitaban. Ponía comida y cambiaba las sábanas si alguien se quedaba,
la mantenía limpia, pero ya no era mi casa. Pero desde que me mudé con
Julian y nos vamos a casar, finalmente siento que puedo dejarlo ir.
Siempre dijiste que querías vivir ahí.

—Eso fue hace mucho tiempo.

—¿Cambian realmente esas esperanzas y sueños?

—Los sueños no, pero las responsabilidades sí.

Beth puso los ojos en blanco.

—Si quieres echar un vistazo, la casa está abierta a las brujas, siempre
lo está. —Se volvió hacia Star—. Quizá puedas animarle a que se tome
más tiempo para sí mismo. Es bueno verle sonreír. Ya casi nunca lo veo.

Star sonrió.

—Lo intentaré. Este desayuno es maravilloso y este lugar es


encantador, qué gran vista.

—Gracias. Está construido en honor a mi hijo James. Por eso se llama


Jim's Place. Siempre quiso tener su propia cafetería algún día. Tenía una
pequeña cabaña en la parte trasera de la playa y vendía hamburguesas y
salchichas, pero el café siempre fue su sueño. Murió en las olas.

—Dios mío, lo siento mucho —dijo Star—. No me di cuenta. —Su


corazón se rompió por Beth, no hay nada peor que perder un hijo o una
hija.

—Fue hace mucho tiempo. Veintiocho años en realidad. Él sólo tenía


diecisiete. El poder de la naturaleza no es algo contra lo que ninguno de
nosotros pueda luchar, ni siquiera la bruja más poderosa. Pero decidí que
algo bueno debía salir de ello. Así que abrí el café aquí mismo, viviendo su
sueño pero también para poder vigilar a los demás surfistas.

—No ha habido ninguna víctima mortal ni herido grave en esta playa


en veintiocho años —explicó Wolf.

Star lo miró y volvió a mirar a Beth confundida.

—¿Tú... tú los proteges?

—Sí, no quiero que otra madre o padre o cualquier otra persona pierda
a un ser querido. No puedo proteger a todos los surfistas del mundo, pero
ésta era una de las playas más peligrosas del Reino Unido y ahora ya no lo
es.

—Pero... ¿cómo?

Beth la miró confundida.

—Star es en realidad una salvaje, vino a mi pueblo hace unos días, sin
saber que era una bruja. Le he estado enseñando a usar su magia, pero
todavía hay muchas cosas que no entiende de nuestro mundo —dijo
Wolf.

Los ojos de Beth se abrieron de golpe.

—¿Cómo llegaste a tu edad y no lo sabías?

—Me adoptaron personas que no eran brujas. Aunque descubrieron


que era bruja muy pronto, les asustaba la magia e intentaban descartar
cualquier cosa rara que ocurriera como si fuera mi imaginación. Si te
dicen tantas veces que algo no es real, empiezas a creértelo.

—Qué educación tan confusa y frustrante para ti.


—Sí. Todo esto es nuevo para mí. ¿Cómo proteges a todos los surfistas?

—Es bastante complicado y sencillo a la vez. Es un amuleto de buena


suerte y seguridad que he creado, que es bastante sencillo, pero tengo
que asegurarme de que llega a todos los surfistas y nadadores. He creado
un campo de energía en la puerta y lo cargo todas las mañanas cuando
abro el café. Todos los que cruzan la puerta están protegidos con un
amuleto de la suerte y la seguridad mientras están en el agua. A algunas
brujas no les gusta, creen que interfiere con el destino. Piensan que si es
tu hora, es tu hora, y que yo no debería entrometerme. Pero hay tantas
brujas en el mundo que usan su magia para su propio beneficio, ¿por qué
yo no puedo usar la mía para algo bueno?

Star asintió.

—Creo que es maravilloso. ¿Así que fuimos bendecidos con suerte y


seguridad cuando llegamos a la playa esta mañana?

—Sí que lo estaban, lo que probablemente explica por qué no te hiciste


daño cuando estabas por ahí nadando desnudo de madrugada.

—Ritual de limpieza —dijo Wolf.

—Ah, me lo preguntaba. ¿De qué magia estás tratando de limpiarte?

—Eso sí que es complicado. —Miró a Star, sus ojos se clavaron en los de


ella—. Pero es seguro decir que no funcionó.

Star sonrió.

—Entonces, cuando nos vayamos de aquí, ¿dejaremos atrás la buena


suerte?
—Difícil de decir realmente, pero me gustaría pensar que te llevarías
un poco de suerte contigo.

—Eso es bueno, creo que necesito un poco de eso hoy.

La puerta se abrió y entraron tres jóvenes surfistas.

—Mejor me voy —dijo Beth, luego miró a Wolf significativamente—. Te


volveré a ver pronto.

—Lo prometo —dijo Wolf.

Beth se apresuró a saludar a los surfistas.

Star se quedó mirando su desayuno mientras sus pensamientos se


arremolinaban en su cabeza.

—¿Estás bien? —Dijo Wolf.

—Sí, estaba pensando, tengo todo este poder y quiero hacer algo bueno
con él también. Ella ha dedicado su vida a salvar vidas en esta playa y yo
también quiero hacer algo para ayudar a la gente.

Wolf sonrió.

—Me parece una idea estupenda, pero intentas correr antes de andar.
Tienes que entender muchas cosas sobre la magia antes de poder hacer
algo así. Y has ayudado a la gente, miles de personas se han beneficiado de
tus tartas. No hay razón por la que no puedas seguir haciéndolo ahora.

—Aparte de que todos piensan que envenené deliberadamente a Cleo


Walsh y nadie volverá a comprar mis pasteles.

—Empieza de nuevo entonces. Vende los pasteles con un nuevo nombre


o vende chocolatinas mágicas.
Star se lo pensó. Había disfrutado tanto haciendo pasteles que sería una
pena renunciar a ello.

—Eso podría funcionar, pero no se siente en la misma liga que Beth.

—No subestimes el poder de tus pasteles. Has ayudado a gente a


conseguir el trabajo de sus sueños, has ayudado a gente a seguir adelante
después de que sus maridos o esposas les hayan engañado. Has dado a
alguien el valor para luchar contra un miedo. Has curado un corazón
roto. Como alguien a quien le rompieron el corazón una vez, habría dado
cualquier cosa por quitarle ese dolor. Concéntrate en lo que puedes hacer
ahora. Salvar vidas puede venir después.

Ella frunció el ceño.

—¿Quién te rompió el corazón?

Él sonrió con tristeza.

—Fue hace mucho tiempo.

Reflexionó un momento sobre su evasiva antes de dejarla pasar.

—¿Quieres hablarme de La Perla?

—Es la casa del acantilado. —Wolf señaló la casa detrás de él y Star


pudo ver una casa blanca con grandes ventanas que daban a la playa—.
Tiene unas escaleras que bajan a una pequeña cala aislada y, cuando sube
la marea, sólo se puede acceder a ella desde la casa. La cala también tiene
unas piscinas de roca muy chulas. Lynx y yo veníamos mucho por aquí
cuando vivíamos fuera de Midnight. El pueblo en el que vivíamos estaba
lleno de esos matones y, después de que a mamá le diera la apoplejía, no
quería que estuviéramos en casa viéndola luchar con las tareas básicas,
así que veníamos aquí a menudo. Era un paseo en bici de veinte minutos y
luego toda esta libertad.

Bebió un trago de té.

»Un día estábamos jugando en esa cala y no vimos subir la marea.


Cuando nos dimos cuenta, la única forma de ponernos a salvo era subir
las escaleras de La Perla. Se desató una tormenta y la casa estaba abierta,
así que entramos. Enseguida supimos que era una casa de brujas y que
allí estábamos a salvo, tenía esa sensación. Hay muchas casas de retiro de
brujas por todo el país que dejan entrar a una bruja en momentos de
necesidad y supusimos que era una de ellas. También era obvio que nadie
vivía allí. Así que empezamos a volver con regularidad. Era como nuestro
pequeño santuario. Empezamos a coger juegos de mesa y a jugar con ellos
en el salón, y empezó a aparecer comida en la nevera para que
comiéramos, lo que estúpidamente pensamos que era la casa la que nos
proporcionaba comida. No teníamos ni idea de que Beth sabía que
estábamos allí todos los días y que era ella quien nos daba la comida. No
la conocí hasta que fui mucho mayor y fue entonces cuando me lo dijo.
Sabía que necesitábamos ese pequeño refugio y nos dejó seguir yendo. La
puerta siempre estaba abierta, la comida siempre nos esperaba, y a veces
también nos esperaban nuevos rompecabezas y juegos. Tengo muy
buenos recuerdos de aquel lugar.

—Bueno, vamos a echar un vistazo, aunque sólo sea por los viejos
tiempos.

Wolf se volvió para mirar la casa.

—De acuerdo.
Se despidieron de Beth con la mano y cruzaron la corta distancia que
separaba el acantilado de la casa. La puerta estaba abierta como había
dicho Beth y entraron.

—¿No le preocupan los ladrones? —Dijo Star.

—Sólo está abierto para brujas —dijo Wolf como si eso explicara la total
falta de seguridad.

Puede que sí.

Cuando Star entró en la casa, pudo sentir la felicidad; cada rincón, cada
centímetro estaba lleno de alegría, amor y risas.

—Este es un hogar feliz.

—¿De verdad? Siempre he pensado que era un poco triste y solitario —


dijo Wolf.

—¿No puedes sentir la felicidad aquí? Aquí hay niños. Puedo sentir sus
risas y travesuras.

—¿Quieres decir fantasmas?

—No, más bien ecos. Tal vez es a ti y a Lynx a quienes puedo sentir. Tal
vez es sólo porque es la casa de una bruja, puedo sentir su historia de
la misma manera que cuando me puse el amuleto. Nunca antes había
entrado en una casa y sentido tanta felicidad y satisfacción.

Miró a su alrededor y vio que todo estaba pintado de blanco o crema.


Los sofás eran de color azul brillante, las únicas manchas de color del
lugar, pero a medida que se adentraba en el salón, la vista de la playa y el
mar extendiéndose hasta el horizonte era lo más impresionante de la
habitación.
—Esto es hermoso —dijo Star en voz baja—. Puedo ver por qué las
brujas vendrían aquí en busca de un lugar seguro. Si alguna vez estuviera
en problemas, saber que este lugar está aquí para escapar sería un
consuelo.

—Si alguna vez tienes problemas, puedes acudir a mí. Yo cuidaría de ti.
—Sonrió.

De repente, oyó la risa de un niño y se giró para ver a una niña de unos
tres o cuatro años con el cabello largo y rojo brillante, los ojos verde mar y
un peto de dinosaurio que corría por la habitación, riendo
descontroladamente mientras se aferraba a su T-Rex de juguete. Star dejó
a Wolf mirando sus recuerdos por la ventana y siguió a la niña hasta la
cocina. Se detuvo en seco cuando de repente levantaron a la niña y se la
echaron al hombro, un hombre que era exactamente igual que Wolf,
salvo que Wolf seguía de pie en el salón mirando por la ventana, ella
podía verlo. Se volvió hacia la cocina y vio al otro Wolf dando pisotones
por la cocina como un monstruo o probablemente un dinosaurio,
mientras la niña chillaba y reía de placer colgada boca abajo sobre el
hombro de Wolf. Él gruñía y rugía y parecía más feliz de lo que nunca le
había visto. Un movimiento llamó su atención y miró a la espalda de una
mujer pelirroja que preparaba un bocadillo. La mujer se giró un poco y,
aunque Star no pudo verle la cara, vio que estaba muy embarazada.
Volvió a mirar a Wolf, que estaba en el salón, y cuando regresó a la cocina,
estaba vacía y no se oían las risas.

Dio un paso atrás, conmocionada, y chocó contra Wolf. Se giró para


mirarlo.

—¿Estás bien? Te has puesto blanca como una sábana.


—Estoy bien, ¿estás listo para irnos?

—Claro, si quieres.

Su mente daba vueltas mientras caminaban de vuelta al auto de él.


Entraron y Wolf encendió la calefacción.

—¿Estás bien?

—Tus premoniciones, cuando las ves, ¿cómo las ves?

—¿Qué quieres decir?

—¿Están en tu cabeza o sólo en sueños o qué?

—A veces en sueños. A veces voy andando por la calle y se representa


delante de mí y no sé que no es real hasta que se desvanece. Mi abuela no
ve las premoniciones como tales, es más un caso de simple conocimiento.
Aunque ayer le pregunté cómo acabaría todo este asunto de Jessica y no lo
sabía, lo cual debe ser la primera vez. ¿Viste algo en La Perla?

Ella asintió entumecida.

—Creo que necesitas comprar esa casa.

—No puedo comprar una casa en la playa. Tengo responsabilidades


con la gente del pueblo, no puedo dejarlo todo y largarme a la playa todos
los fines de semana. La gente me necesita.

—Tus responsabilidades no deben ser veinticuatro horas al día, siete


días a la semana. Tu papel como alcalde no debe ser todo o nada. Tienes
que llevar tu propia vida y no hay razón para que no puedas hacer ambas
cosas. Hay todo un mundo ahí fuera para que lo disfrutes. ¿Has ido de
vacaciones desde que eres alcalde?
—No, ser alcalde es demasiado importante.

—No puedes dejar que la vida pase de largo, tienes que agarrarte a ella,
abrazarla, lo bueno, lo malo y lo feo. Aprovechar cada momento de
alegría. —No podía contarle lo que había visto porque no le cabía en la
cabeza, pero esta casa era una parte importante del futuro de Wolf, si
estaba dispuesto a aceptarlo—. Créeme, vas a ser muy feliz en esta casa.

—¿Nos has visto?

—Te vi y estabas tan feliz. —Se le entrecortó la voz porque sabía que la
niña pelirroja era hija de Wolf. Y era razonable suponer que la mujer
pelirroja era la madre de la niña, embarazada del segundo hijo de Wolf.
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Estaba segura de que lo que había
compartido con Wolf era real, pero ¿y si no lo era? ¿Y si acababa de
vislumbrar un futuro del que no formaba parte? Wolf no parecía mayor
que en la premonición. Así que si tenía una hija de tres o cuatro años,
tendría que concebirla pronto. ¿Y si liberar los lazos esponsales
significaba que por fin era libre de buscar una relación con otra persona?
Tal vez incluso con la mujer que le rompió el corazón.

Intentó ser racional al respecto. La mujer podía ser una amiga, una
pariente, una vecina. Podía no tener nada que ver con Wolf y estar en su
casa, preparándose un bocadillo en la cocina. Tragó saliva, ¿se estaba
agarrando a un clavo ardiendo? ¿O la niña era realmente de Star? Le dio
un vuelco el corazón. Tanto ella como Wolf tenían el cabello oscuro, y
sabía que el gen pelirrojo podía perderse una o dos generaciones, pero no
estaba segura de lo común que era. ¿Era posible que acabara de
vislumbrar su futuro y el de Wolf? ¿O era tan improbable como esperar
que la pelirroja hubiera sido simplemente una vecina?
Alejó la imagen de la niña por el momento.

—Deberíamos volver. Tengo que llevar pasteles de perdón a todo un


pueblo y quizá, con un poco de la buena suerte de Beth, la gente esté más
dispuesta a aceptarlos.

—No tienes nada por lo que pedir perdón —dijo Wolf, frunciendo el
ceño.

—Lo sé, pero la mayoría de los aldeanos probablemente no. Además,


necesito hacer algo para ponerlos de mi lado. Una vez que descubran que
soy una bruja del tiempo, habrá horcas al amanecer.

—¿Quieres decir pistolas?

—Esperemos que no llegue a eso.


Capítulo veinte

Star ya había entregado sus troncos de Navidad a algunas personas de


su camino, que agradecieron mucho el gesto, pero ahora tenía que
entregar uno a Maggie y Tom. Aunque estaba segura de que Maggie no le
echaría en cara lo ocurrido en el festival de la guirnalda… no estaba
segura de poder decir lo mismo de Tom.

Por desgracia, fue Tom quien abrió la puerta. Su corazón se


hundió.

—Oh, eres tú —dijo Tom, bruscamente.

—Hola, umm... ¿Está Maggie?

Star sabía que ésa era una respuesta cobarde. En algún momento
tendría que hablar con él, no podía evitarlo para siempre.

—No, no está. —Hizo una pausa—. Pero será mejor que entres. Hay
algunas cosas que necesito decirte.

—Oh, necesito...

—No tardaré nada —dijo Tom.

Suspiró y entró.

Cerró la puerta y ella le siguió hasta el salón. Le indicó que tomara


asiento y se sentó frente a ella.
—Quería decir que lo siento por cómo reaccioné el otro día —dijo Tom.

—Oh. —Star no esperaba eso.

—Quiero a mi hijo. Era mi mundo y nada puede prepararte para perder


a tu único hijo, y tampoco es algo que vaya a superar nunca. Siento
mucha rabia por la forma en que los aldeanos lo echaron, que creo que fue
en última instancia la responsable de su muerte. Conocer a la hija de la
mujer que causó todo eso, al menos a mis ojos, fue un poco chocante.

Tomó un pisapapeles de cristal y le dio varias vueltas entre las manos,


observando cómo los diferentes colores captaban la luz.

—Tenía defectos, claro que los tenía. Sabía que se acostaba con muchas
mujeres a espaldas de su mujer. No me gustaba, pero a veces aprendes a
mantener la boca cerrada y a meterte en tus asuntos. Su comportamiento
no tenía nada que ver conmigo. Pero cuando empezaron los rumores de
que había dejado embarazada a tu madre, no podía creerlo, no quería
creerlo. Rose era una niña y eso era muy poco para mí. Le pregunté, pero
negó tener conocimiento de ello y le creí. Durante los últimos treinta años
siempre he culpado a tu madre de inventar mentiras viciosas. Creía que
su vida se desmoronó por culpa de las mentiras y eso fue lo que le causó la
muerte.

—¿Y ahora? —dijo Star.

Él miró hacia una foto enmarcada al otro lado de la habitación y ella


siguió su mirada hasta la imagen de un hombre joven con el cabello
oscuro. Probablemente su padre. No podía verlo con claridad desde donde
estaba sentada y no estaba segura de querer hacerlo. Star se tragó la rabia
que sentía por su padre y por cómo se había aprovechado de su madre. No
le correspondía a ella convencer a Tom de la verdad y, de todos modos,
era probable que él no quisiera oírla. Pero tenía la esperanza de que,
aunque ella y Tom probablemente nunca estarían unidos, tal vez algún
día él no la culparía de la muerte de su hijo.

—Te pareces a él. No se puede negar que eres su hija —dijo Tom.

Star miró a Tom. No se lo esperaba.

—Y ahora tengo que reconciliar en mi cabeza no sólo que mi hijo me


mintió, que yo creí esas mentiras durante los últimos treinta años, y que
culpé y odié a tu madre por su muerte cuando ella era la inocente en
todo esto. Pero también tengo que reconciliarme con el hecho de que mi
hijo no tuviera ningún código moral y tratara a tu madre de forma atroz.
Supongo que tengo que analizar mi propia paternidad si mi hijo pensaba
que su comportamiento era aceptable, y me va a llevar algún tiempo
asimilar todo eso.

—No creo que puedas culparte por nada de lo que hizo tu hijo. Era un
adulto y él mismo tomó esas decisiones.

—Aún así, ciertamente no soy inocente en todo esto. Pasé años odiando
a tu madre y ahora me arrepiento. —Dejó escapar un fuerte suspiro—. No
soy un hombre sensible. Nunca seré el tipo de abuelo que comparte sus
caramelos Werther y se sienta junto a la chimenea a contar historias a sus
nietos, pero me gustaría conocerte.

Star esbozó una pequeña sonrisa.

—A mí también me gustaría.

Asintió.
—¿Juegas al ajedrez?

—Puedo aprender.

—Bueno, tal vez algún día te gustaría venir y podemos tener un


partido. ¿Quizás ponernos al día de los últimos treinta años?

—Realmente me gustaría.

Volvió a asentir y se levantó.

Sacó dos troncos de Navidad de la lata y los colocó sobre la mesa.

—Se los daré a todos los aldeanos para disculparme por lo que pasó con
la guirnalda.

—Creo que la mayoría del pueblo sabe que fue Jessica quien lo hizo,
Maggie se asegurará de ello.

—Bueno, disfruta de los pasteles de todos modos.

Se dirigió a la puerta y él le abrió.

—Me alegro de que estés aquí, Star.

—Yo también.

Le hizo un gesto con la mano y subió por la carretera.

Star llamó a una puerta rosa brillante y sonrió al darse cuenta de que
era la casa de Zofia.
—Hola querida, pasa, pasa. Todavía estoy perfeccionando este cóctel de
solsticio para mañana. Puedes probar un poco. ¿Cómo van las cosas,
cómo te estás adaptando? ¿Cómo va todo entre Wolf y tú?

Star sonrió ante todas las preguntas.

—Me encanta estar aquí, he hecho amigos encantadores y me encanta


aprender sobre mi magia. Wolf es un profesor muy paciente.

—Seguro que sí, pero no preguntaba por su capacidad docente, como


bien sabes.

Star sonrió.

—Y no voy a besar y decir.

—Ah, ¿así que hay un beso del que hablar?

—Wolf es el hombre más increíble que he conocido, pero eso es todo lo


que obtendrás de mí.

Zofia soltó una carcajada y le dio a Star un vaso de burbujeante líquido


azul.

—¿Qué es?

—Bébela y averígualo.

—¿Es una poción de la verdad?

Zofia se rió.

—No es eso.

Star dio un sorbo cauteloso.


—Oh, sabe bien.

—¿A qué sabe?

Star bebió otro trago.

—Éxito, felicidad, confianza. Y ginebra.

—Tienes un paladar muy exigente. He oído que tu madre biológica te


dejó un mensaje de sangre. Eso debe haber sido raro para ti.

—Lo fue. Siempre me he preguntado qué aspecto tendría y si me


parecería a ella. Aunque acabo de hablar con Tom y aparentemente me
parezco mucho a mi padre, lo que es un poco decepcionante.

—Tu padre era un imbécil. Pero parecerte a él no significa que seas


como él. Ni siquiera fuiste criada por él. La persona que eres ahora ha
sido formada por tus padres adoptivos y tus experiencias vitales, no por la
genética. Tienes tus propios puntos fuertes y débiles. Yo veo que eres una
buena persona.

Star suspiró.

—Se aprovechó de mi madre, ella sólo tenía dieciséis años y él la


encantó, le quitó la virginidad en un armario y luego la traicionó cuando
se quedó embarazada. Debía de estar muy asustada cuando se encontró
sola y embarazada a esa edad. En el mensaje decía que vivía en una
furgoneta con un buen hombre llamado Dex y que me había abandonado
porque esa no era la vida que quería para mí. No estoy segura de cómo me
siento al respecto. Pero no puedo evitar preguntarme dónde está ahora y
si está bien.
Zofia se dio un golpecito en los labios y Star se preguntó si le llegaría
alguna palabra sabia.

—Hay una forma de averiguarlo —dijo Zofia.

—¿La hay? ¿Una forma de hablar con ella?

Zofia negó con la cabeza.

—A falta de una palabra mejor, es una forma de espiarla durante muy


poco tiempo. Puedes ver lo que está haciendo ahora mismo. Es una
ventana diminuta, probablemente de diez segundos como mucho, que
obviamente no te da mucha información sobre su vida, pero puede
ayudar un poco a ver dónde está y qué está haciendo.

—¿Cómo lo hacemos?

—Tienes que pensar detenidamente si quieres hacerlo. ¿Qué te gustaría


ver en un mundo ideal?

—Me gustaría verla feliz.

—¿En serio? Puede que te duela ver que te dejó y siguió con una vida
feliz. No te juzgaría si hubiera una pequeña parte de ti que quisiera ver
que ella era desgraciada y se arrepentía de haberte abandonado cada día.

Star negó con la cabeza.

—Aunque una parte de mí nunca entenderá lo que hizo al


abandonarme, quería que tuviera una buena vida, una vida mejor. Sus
intenciones eran buenas, aunque es algo que no creo que pueda hacer
nunca. Yo también quiero una buena vida para ella. Tuvo un comienzo de
vida de mierda: su madre murió, su padre la trató fatal, mi padre se
aprovechó de ella, se encontró embarazada y sola; espero que la vida
haya sido más amable desde entonces. Aunque diez segundos no son
suficientes para determinar eso, me darán algo.

—¿Si estás segura?

Star asintió.

Zofia agitó la mano y un pequeño caldero salió flotando de uno de los


armarios. Un destello verde encendió un fuego debajo. Volvió a agitar la
mano y un gran frasco salió flotando del armario y vertió un líquido
plateado en el caldero.

Star dio un paso atrás y un pequeño cuchillo dorado voló hacia la mano
de Zofia.

—Esta es una conexión de sangre. Necesito una gota de tu sangre para


forjar esa conexión entre tú y tu madre.

—¿Vas a apuñalarme?

—Eso es un poco exagerado. Es un pinchazo, sólo necesito una gota.

Star extendió la mano y Zofia la examinó y, obviamente, encontró algo


que le gustó.

—¿Estás lista?

Star miró el cuchillo y cerró los ojos. Parecía muy afilado. Asintió con la
cabeza.

Sólo fue un segundo de dolor y, tal como había dicho Zofia, fue más
como un pinchazo que como un corte de cuchillo. Cuando abrió los ojos,
vio cómo Zofia vertía una gotita de sangre en el caldero. Pero cualquiera
habría pensado que Zofia le había cortado un brazo, ya que el agua
plateada se tiñó inmediatamente de rojo, como si allí se hubieran vertido
litros de sangre. El agua se volvió dorada y luego plateada y, mientras
Zofia recitaba unas palabras en voz baja, el agua pareció solidificarse
como si estuviera hecha de un espejo.

—Piensa en tu madre y mira dentro.

Star respiró hondo y miró dentro del caldero. Allí estaba su madre,
probablemente mayor y más sabia; tenía el cabello mucho más corto.
Estaba sentada en una playa, cerca de una hoguera, con un grupo de
gente, uno de ellos un hombre que tenía el brazo alrededor de los
hombros de su madre. Rose se reía a carcajadas de algo que decía otra
persona y Star no pudo evitar sonreír. Parecía feliz y, aunque sólo era una
pequeña instantánea de su vida, Star sintió cierto alivio.

El espejo se tambaleó de repente y la imagen volvió a disolverse en el


líquido. Su madre había desaparecido.

Star se sentó.

—¿Y bien?

—Ella era feliz.

—¿Y eso es bueno?

Star asintió.

—Así es. Se merece ser feliz. —Se tragó un nudo de emoción que parecía
atascarse en su garganta al ver a su madre—. Debería irme, tengo cientos
de pasteles que entregar. Gracias por esto.

—Cuando quieras. Y lo digo en serio - si ayuda, puedes volver y hacerlo


de nuevo.
—Gracias.

Star sacó uno de sus troncos de chocolate, saludó a Zofia con la mano y
se marchó sintiéndose de repente mucho más ligera.

Hasta el momento, la entrega de las tartas había ido bastante bien. No


sólo había sido encantador presentarse a todos los aldeanos, sino que,
para sorpresa de Star, la mayoría creía que Jessica había sido la culpable
del incendio y no ella. Estaba claro que los rumores se habían extendido
rápidamente. Pero, lo que resultaba preocupante, algunas personas
habían preguntado si Star era una bruja del tiempo y Star no sabía qué
responder. Al principio había fingido inocencia, afirmando que ni
siquiera sabía lo que era eso; ser una salvaje tenía algunas ventajas.
Cuando otros le preguntaron, se limitó a decir que no lo sabía, que era la
verdad. Llamó a una puerta y, al cabo de unos instantes, una señora de
unos ochenta años vino a abrir.

Sus ojos se iluminaron cuando vio a Star.

—¡Lizzie! —gritó la mujer—. La chica nueva está aquí. ¡Lizzie!

Otro octogenario se acercó desde el salón.

—Esther, ¿por qué gritas tan fuerte? ¿Qué puede ser tan excitante que
necesites gritar tan fuerte? —dijo Lizzie, apoyándose con fuerza en su
bastón. Vio a Star y también se le iluminó la cara—. Madre mía.

—Ves, eso es lo que estaba gritando —dijo Esther.


—Pasa, pasa —dijo Lizzie, y luego se volvió hacia su amiga—. ¿Por qué
la dejaste en la puerta?

—Bueno, no sabía si la querías en casa, ya que podría fulminarte con un


rayo —dijo Esther.

Star se mordió el labio, nerviosa, mientras la acompañaban al interior.

—No seas tan ridícula —dijo Lizzie, guiando el camino de vuelta al


salón.

—Si quisieras fulminarla con un rayo, no me importaría—, susurró —


Esther cuando Star pasó junto a ella.

El salón estaba lleno de recuerdos de submarinismo. Había fotos de


Esther y Lizzie en el mar o en un barco con trajes de neopreno, botellas de
aire y máscaras junto a otras de pecios impresionantes. En la sala había
algunos objetos que, obviamente, también se habían encontrado en
naufragios.

—Siéntate, quieres, estás desordenando el lugar —dijo Lizzie,


dirigiendo a Star hacia un sofá de cuero negro con el extremo de su
bastón.

Star se sentó.

—No te entretendré mucho. Sólo quería presentarme y darte uno


de estos troncos de Navidad de chocolate. —Abrió la lata para mostrarle
unos troncos de Navidad bellamente decorados—. Sé que los troncos de
Navidad son una parte importante de las celebraciones del solsticio de
invierno. He añadido canela para la buena suerte y lavanda para la paz y
la felicidad. También he añadido un poco de romero para alejar la
negatividad. Lo he decorado con acebo, un árbol que se mantiene verde
en lo más oscuro del invierno, y rodajas de naranja para celebrar la vuelta
del sol —desgranó su pequeño discurso preparado. Había investigado
mucho sobre el tronco de Navidad y esperaba que valiera la pena—.
También espero que en esta época de alegría y júbilo sean capaces de
perdonar lo que pasó con la guirnalda.

—Es muy amable —dijo Esther—. Pero no hay nada que perdonar.
Jessica provocó ese incendio, todos lo sabemos.

—Bueno, eso es lo que me han dicho, pero no hay pruebas de ello. Pero
Wolf dijo que mi orbe de luz era igual a la de los demás, así que no sé cómo
pudo causar un incendio —dijo Star.

—Ella lo hizo, recuerda mis palabras —dijo Lizzie—. Ha estado


husmeando para encontrar información sobre tu madre. Lo sabe todo
sobre la aventura entre tu madre y el alcalde y no paraba de decir que la
manzana no cae lejos del árbol. Pero le dije, sólo porque que tu madre
fuera una bruja del tiempo no significaba que tú también lo fueras.

A Star se le encogió el corazón. Ésa sería la munición que Jessica


necesitaba.

—Tengo que decir que probablemente no debería haber dicho eso,


parecía que le había tocado la lotería con esa noticia. Pero pensaba que
todo el mundo sabía que tu madre era una bruja del tiempo, algunas
personas han estado hablando de ello en los últimos días.

—Está bien, la gente se enterará pronto, con o sin la ayuda de Jessica.

—¿Eres una? —dijo Esther, emocionada.


—No lo sé. Ahora mismo sólo puedo hacer lo básico con mi magia. No
tengo idea si tengo las habilidades para controlar el clima y cómo hacerlo
si las tuviera.

—Una bruja del tiempo que no controla sus poderes es algo muy
peligroso —dijo Lizzie.

—No sabemos si lo es —dijo Esther.

—No sabemos si no lo es.

—Debería irme —dijo Star, sacando el tronco de Navidad y colocándolo


en una servilleta sobre la mesa—. Espero que disfruten del tronco de
Navidad.

Se levantó y se fue, dejando a Esther y Lizzie discutiendo sobre si era


una bruja del tiempo o no.

La siguiente casa era la de Charles. No creía que allí la recibieran bien,


pero se cuadró de hombros y llamó a la puerta.

Charles contestó al cabo de unos instantes, con su perrito Frankie


ladrando incesantemente pisándole los talones.

—¿Sí? —chasqueó Charles, levantando a Frankie.

—Sólo vine a darte un tronco de Navidad. —Estaba a punto de lanzar su


perorata, pero pensó que Charles era un hombre de pocas palabras, así
que fue al grano—. Con la esperanza de que me perdones por lo que pasó
con la guirnalda.

—Bueno, no le prendiste fuego, ¿verdad, niña tonta? Estaba junto a


Jessica cuando lo hizo y lo sentí. Yo también soy un brujo del fuego y
puedes sentir cuando alguien usa fuego. Le dije que sabía que lo había
hecho y me amenazó con matar a Frankie si se lo contaba a alguien.

—Oh Charles, eso es horrible.

—Oh, me cubro las espaldas, perra asquerosa. Nadie amenaza a


Frankie y se sale con la suya. Así que la maldije.

—Tú... ¿Tú hiciste qué?

—Oh, esta es buena. Es tan vanidosa, obsesionada con su apariencia.


Tiene un lunar en el cuello. Es pequeño, del tamaño de un grano de
pimienta. Lo odia. Cuando era más joven trató de quitárselo con magia,
dejó una pequeña cicatriz en su cuello por eso. De todos modos, cada vez
que hace algo malo, esa cosa crecerá un poco. Si vuelve a ser mala, crecerá
un poquito más. Sólo se reducirá si empieza a ser amable.

Star miró a Charles asombrada; no sabía si amar u odiar aquella idea.


La pobre Jessica podría acabar con un lunar del tamaño de una sandía en
un lado del cuello si su reputación era cierta.

—No estoy segura de que sea una buena idea —dijo Star.

—No te pedí permiso, ¿verdad? —gritó Charles, tomando el tronco de


Navidad y cerrándole la puerta en las narices.

Star suspiró, pero como la casa de Wolf estaba justo al lado, pensó en ir
a saludarlo y mantenerlo al corriente de la última situación.

Llamó a su puerta y él la abrió mientras hablaba por teléfono.

—Te volveré a llamar —dijo al teléfono y colgó a quienquiera que


estuviera al otro lado antes de que tuviera oportunidad de protestar—.
¿Estás bien?
—Sí, sólo… —señaló a sus vecinos, preguntándose por dónde empezar.

Le quitó la lata de pasteles y la colocó sobre la mesa del vestíbulo, luego


le abrió los brazos. Ella se acercó inmediatamente y lo abrazó, y él la
rodeó con sus brazos, estrechándola con fuerza.

Lo necesitaba tanto. Todas las dudas y preocupaciones se


desvanecieron cuando él la estrechó entre sus brazos.

Al cabo de un rato, ella se apartó un poco y le miró, y él le apartó el pelo


de la cara.

—¿Qué ha pasado?

Le contó su conversación con Tom y que había visto a su madre


biológica, aunque por poco tiempo, y Wolf volvió a abrazarla.

—Y hay buenas y malas noticias de mis otros vecinos. Las malas son
que bastantes saben que podría ser una bruja del tiempo y están
comprensiblemente nerviosos.

—Lo sé, algunas personas me lo han mencionado. Aparentemente


Jessica está disfrutando contándoselo a todo el mundo, así que aceptaré
cualquier buena noticia que puedas darme ahora mismo.

—Puede que hayamos encontrado un extraño aliado en Charles.

—¿Qué?

—Él la maldijo.

—¿Él hizo qué?

—Cada vez que es desagradable, el lunar de su cuello crece.


La cara de Wolf se debatía entre la desaprobación y la diversión, pero
ganó la diversión.

—Bueno, los próximos días van a ser interesantes.

—Eso es lo que pensaba. Bien, tengo que ir a terminar mis entregas,


gracias por esto.

—Cuando quieras. —Le dio el beso más dulce en los labios.

—Te veré en la ceremonia del árbol en breve.

—Sí, quería hablarte de eso. Jessica va a intentar algo, cuanto mayor


sea la audiencia, mejor. Así que voy a decirle a todo el pueblo que he
bloqueado tus poderes. Así, si intenta prender fuego al árbol o hacer
algo con sus poderes y te culpa, todos sabrán que no fuiste tú.

—¿Puedes hacerlo?

—Sí, pero en realidad no voy a hacerlo. No se me ocurre nada peor que


perder mis poderes. Son parte de ti y nunca te los quitaría. Nadie sabrá
que tus poderes no están bloqueados, pero al menos podría disuadir a
Jessica de intentar algo.

—De acuerdo, claro. Hay que probar de todo, ¿no? Bien, nos vemos
pronto.

Le dio otro breve beso, tomó sus troncos de Navidad y se marchó. Le


quedaba una calle por entregar, así que salió de la calle de Wolf y entró en
la última. Llamó a la puerta de la primera cabaña y su corazón golpeó sus
zapatos cuando Jessica respondió.

—¿Qué demonios quieres? —dijo Jessica.


Star decidió que, aunque Jessica no iba a conseguir uno de sus
deliciosos troncos de Navidad, tal vez fuera un buen momento para
charlar con ella.

—He venido a hablar. Obviamente tienes un problema conmigo. Vine a


ver si podemos resolverlo.

—Mi problema contigo es que obviamente le hiciste algo a Wolf para


que se enamorara de ti. Vienes aquí, ves al hombre más rico y poderoso
del pueblo y te abalanzas sobre él. No sé lo que es, pero cuando lo
averigüe, te desenmascararé como la puta cazafortunas que eres.

—Whoa Jessica, di lo que realmente quieres decir. Entiendo tu


preocupación por Wolf cuando actúa de forma tan poco habitual, pero
decir que el motivo es el dinero y el poder es un poco exagerado. Estamos
prometidos, me he metido en esta relación tanto como Wolf —dijo Star,
sabiendo que Jessica no creería ni por un segundo que ambos se habían
enamorado perdidamente el uno del otro—. Sentimos algo el uno por el
otro y no sabemos si es por los lazos esponsales que nos unen. Le hemos
pedido a Ashley que elimine los lazos y luego veremos qué queda. No lo
haría si sólo quisiera su dinero.

Esto pareció desconcertar a Jessica; estaba claro que no sabía que le


habían pedido a Ashley que hiciera eso. Mientras buscaba una réplica
ingeniosa, Star se tomó su tiempo para encontrar el lunar al que se había
referido Charles. Lo vio en un lado del cuello de Jessica. Charles había
dicho que era del tamaño de un grano de pimienta, pero ahora era un
poco más grande, tal vez del tamaño de un guisante pequeño. Tal vez el
comentario de la puta cazafortunas lo había hecho crecer o tal vez había
hecho algo más.
—Está claro que la manzana no cae lejos del árbol, ¿verdad? —dijo
Jessica, claramente recuperada—. Tu madre era una zorra que se
acostaba con el alcalde y ahora tú haces lo mismo.

Star sintió cierta satisfacción al ver cómo el lunar crecía un poco a raíz
de aquel comentario.

—También sé que tu madre era la bruja del tiempo que maldijo este
pueblo. Creo que los aldeanos estarán muy interesados en conocer ese
pequeño dato. La gente lleva años cabreada con esta maldición.
¿Realmente crees que te van a recibir con los brazos abiertos?

—No creo que podamos juzgarme por las acciones de mi madre. Tu


padre estuvo robando dinero del pueblo durante años y nadie te acusa de
ser una ladrona. Wolf te dejó volver al pueblo porque fue tu padre quien
cometió el delito, no tú.

—¿Cómo te atreves? —dijo Jessica, y no por primera vez Star se


preguntó si Jessica estaba un poco trastornada. Cualquier otra persona a
la que le hubieran recordado que su padre había robado miles de libras se
habría sentido avergonzada o arrepentida, pero Jessica estaba indignada
—. Ese dinero era su derecho. Se rompió el culo trabajando para este
pueblo durante dieciséis años y nunca le pagaron lo suficiente. Y luego le
echaron. ¿Qué clase de agradecimiento es ése? Cuando sea alcalde, le
daré la bienvenida al pueblo con un desfile en su honor.

Star tuvo que tragarse la carcajada que burbujeó en su garganta. Jessica


estaba loca. Si se pusiera una cabeza de conejo de gran tamaño y bailara
desnuda por la calle, no se sorprendería ahora mismo. Y estaba claro que
tampoco se podía razonar con ella.
—De acuerdo —dijo Star, lentamente—. Me voy a ir.

—Te voy a arruinar. Para cuando los mundanos celebren la Navidad,


estarás fuera de aquí y me aseguraré de que nunca vuelvas a ser
bienvenida.

Star le dedicó una sonrisa cortés y se dirigió a la siguiente casa. Bueno,


eso ha sido esclarecedor, pensó, eso y un poco aterrador.
Capítulo veintiuno

Un gran árbol había sido colocado mágicamente en medio del prado del
pueblo, pero ahora mismo estaba desprovisto de adornos. De todos los
preparativos para el solsticio de invierno, Star era la que más esperaba
esta celebración. Decorar un árbol para Navidad siempre había sido una
de sus actividades favoritas en esta época del año, así que se alegró de
poder seguir haciéndolo en el solsticio de invierno. Alrededor de la
explanada había muchos puestos y tiendas, algunos de los cuales servían
comida y bebida, mientras que otros se dedicaban a hacer adornos para el
árbol. Wolf estaba de pie junto al árbol, saludando a la gente que entraba
en el prado, y cuando terminó de hablar con una pareja, sus ojos
encontraron de repente los de ella, como si supiera exactamente dónde
estaba.

Ella le sonrió y la mirada que él le dirigió fue de pura calidez.

—Creo que nunca lo había visto tan feliz —dijo Lynx mientras se unía a
ella en las afueras del parque—. Lo que sea que estés haciendo, sigue
haciéndolo.

—A mí también me hace feliz —dijo Star.

—Oh, por favor —murmuró Jessica mientras se abalanzaba sobre ellos.

Lynx la miró irse.

—¿Qué hiciste para sacudir su jaula?


—Bueno, yo pensaba que era porque estaba enamorada de Wolf y yo
se lo robé, al menos a sus ojos. Pero ahora creo que ha sido una gran
estrategia para convertirse en alcaldesa. Si se casara con Wolf, tendría
mucha más autoridad y, si a Wolf le pasara algo, ella sería la sustituta
natural, pues ya había sido la esposa del alcalde y es descendiente de
uno de los fundadores. Creo que está jugando a largo plazo. Me dijo que
lo primero que haría cuando fuera alcaldesa sería invitar a su padre a
volver al pueblo.

—¿El que robó decenas de miles de libras a los aldeanos? No creo que
sea una buena idea. ¿Y qué quieres decir, si algo le pasara a Wolf? ¿Ella lo
amenazó?

—No. Estoy especulando sobre sus motivos. Ella no dijo nada sobre
dañar a Wolf, tal vez ser la esposa del alcalde sería suficiente para darle
esa autoridad. Pero definitivamente tiene motivos ocultos para querer
que Wolf se case con ella y no creo que tenga que ver con el amor.
Claramente he arruinado sus planes.

—Yo vigilaría tu espalda si fuera tú —dijo Lynx.

—Lo sé. Intenté hablar con ella con calma antes, no salió bien. —Justo
entonces Wolf empezó a dirigirse a la multitud.

—Gente de Midnight, gracias por venir a nuestra ceremonia de


decoración del árbol. Es la parte de las celebraciones del solsticio de
invierno que más espero —dijo.

Star sonrió.

—Sé que están impacientes por empezar, pero quería decir unas
palabras antes. Como precaución, y con la bendición de Star, he
bloqueado sus poderes sólo para la ceremonia. Así podremos relajarnos
sabiendo que no habrá ningún pequeño accidente con nuestro árbol.

Se oyeron algunas risas en el jardín del pueblo.

—Al igual que ustedes, yo también he oído rumores de que no fue Star
la que provocó el incendio de la guirnalda —continuó Wolf, y varias
personas miraron a Jessica, que parecía completamente imperturbable
—. Varias brujas de fuego me han dicho que sintieron la magia del fuego
venir del lado opuesto del prado donde estaba Star, y algunos de ustedes
incluso me han dicho quién creen que fue la que inició el fuego. Ahora he
hablado con esta persona y ha negado que fuera ella y sin ninguna prueba
concreta tengo que creerle. Tampoco puedo creer que alguien sea tan
desagradable y cruel como para intentar inculpar a Star de algo que no ha
hecho. Ese no es el espíritu del pueblo: acogemos a todo el mundo,
independientemente de su origen. Y aunque nunca antes hemos tenido
una salvaje, espero que todos le deis la bienvenida y la traten con justicia
y amabilidad. Pero al menos hoy sabemos que si hay otros fuegos, no han
venido de Star.

Hubo murmullos de descontento. La gente o no estaba contenta de que


Jessica se hubiera salido con la suya o no estaban del todo contentos con
la presencia de una salvaje, que posiblemente era incluso una bruja del
tiempo, la más peligrosa y poderosa de todas las brujas.

—Vamos, Jessica lo hizo, todos lo sabemos —gritó de repente Charles.

—Si hubiera una pizca de pruebas, me iría de aquí —replicó Jessica—.


Esto no es más que un rumor vicioso de alguien que quiere salvar su
propio cuello.
Hubo más murmullos.

—La falta de pruebas no significa falta de culpabilidad —gritó


Charles—. Cualquiera que hubiera visto la ceremonia de la guirnalda
con medio cerebro habría visto que el orbe que Star colocó en la
guirnalda era de luz, no de fuego. Yo estaba a tu lado en ese momento y sé
que fuiste tú quien produjo esa magia de fuego.

—Bueno, es tu palabra contra la mía, viejo. ¿A quién van a creer, a un


viejo confuso y viejo tonto o a mí, una respetada descendiente de uno de
los fundadores del pueblo?

Star vio cómo el lunar crecía un poco más ante aquel comentario.

—Quizá fuiste tú quien produjo la magia de fuego —prosiguió Jessica.

—De acuerdo, ya basta —dijo Wolf, y su voz tenía suficiente autoridad


como para que Charles y Jessica se callaran—. Estamos aquí para celebrar
el solsticio de invierno y no permitiré que estas acusaciones e insultos
arruinen el día a los demás. Si tienen algún problema con alguien del
pueblo, vengan a verme y lo discutiremos en privado. Por ahora, espero
que disfruten del día.

La gente empezó a marcharse a los puestos, murmurando decepción


por haber visto frustrado su entretenimiento. Star tenía la impresión de
que este tipo de cosas nunca ocurrían en Midnight.

Algunas personas se acercaron a hablar con Wolf, obviamente


descontentas por algo. Star decidió explorar los puestos. La idea era que
todos hicieran adornos y los colocaran en el árbol. Aunque estaba claro
que hoy no se harían papás noeles de papel higiénico ni muñecos de nieve
de algodón.
Kianga la tomó del brazo.

—¿Qué vas a hacer primero?

Star sonrió al ver que Kianga la había tomado bajo su protección.

—No sé, ¿por qué no me enseñas algunos de tus favoritos?

—Lo son todos. Podría pasarme toda la tarde aquí y no sería


suficiente. Este tipo de cosas me encantan. Muchos de los adornos serán
elementos naturales, como frutas y verduras para que coman los
animales. Este puesto hace guirnaldas de palomitas y arándanos. Es muy
sencillo, sólo hay que pasar el hilo por las palomitas y los arándanos
secos, pero es un poco complicado. A las ardillas, los pájaros y los conejos
les encantan y el resultado final es estupendo.

Pero antes de que Star pudiera quedarse en el puesto de palomitas,


Kianga la llevó al siguiente.

—Aquí se hacen aerosoles de hierbas y flores, y se eligen las hierbas


según lo que se desee para el año venidero. La lavanda es para la suerte y
la felicidad, el romero para alejar las energías negativas y las rosas para el
amor. Creo que hoy tienes que hacer un espray de rosas —dijo Kianga
moviendo las cejas con picardía—. Las hojas de laurel son para el éxito, la
milenrama para la curación y la manzanilla para el bienestar. Estoy
segura de que sabes todo esto por la repostería: también usabas hierbas en
tus pasteles, ¿verdad?

—Sí, pero algunos de tus usos de las hierbas son diferentes a los que yo
conozco, así que me interesaría mucho hacer esto y conocer las distintas
hierbas y especias de verdad.

—¿Usaste flores en tu cocina?


—Algunas. Lavanda principalmente, rosa también, a veces caléndula o
violetas.

—Las flores también tienen un significado y todas ellas ocupan un


lugar en nuestros hechizos y encantamientos. Estoy segura de que
Tabitha estará encantada de explicarte qué significa cada una de las
hierbas y flores antes de que hagas tu rocío para el árbol.

Star observó por un momento cómo algunos de los aldeanos


seleccionaban sus hierbas y flores para sus propios rocíos, sabiendo de
algún modo intrínseco qué hierba hacía qué cosa. Le había llevado años
de investigación saber qué hierbas y flores utilizar y qué partes de la
planta. Incluso ahora, tras unos pocos días en la aldea, había descubierto
que muchas de las hierbas tenían fines distintos de aquellos para los que
ella las había utilizado todos estos años. Eso demostraba que la magia
había estado en la intención; había sido ella quien había hecho mágicos
los pasteles, no las hierbas y las especias.

—Vamos, el siguiente puesto es mi favorito —dijo Kianga,


acompañándola.

En el siguiente puesto había rodajas secas de naranja, pomelo, lima,


melocotón, albaricoque, pera y manzana. El olor era increíble.

—Vamos a hacer guirnaldas de frutas —dice Kianga, entusiasmada—.


Son muy fáciles de hacer, sólo tenemos que coger un cordel y unas agujas
grandes y ensartar las rodajas de fruta en el cordel. Quedan muy bonitas
una vez terminadas y huelen de maravilla.

Star enhebró el cordel en la aguja y empezó a pinchar una rodaja de


naranja en el cordel.
—¿La fruta también tiene significado?

—Sí, claro, todo lo que hay en la naturaleza lo hace. Las naranjas


representan el sol y, como el solsticio de invierno es una celebración
del regreso del sol, hoy verás muchas de ellas en distintos puestos. —
Kianga guardó silencio un momento mientras se concentraba en
enhebrar el hilo en una rodaja de pera—. Por supuesto, también tiene
otros significados. La naranja también es símbolo de fertilidad. —Volvió
a mover las cejas—. Quizá el año que viene traiga el regalo de un bebé.

Star se rió.

—Paso a paso.

Aunque si había que creer en sus premoniciones, Wolf tendía un hijo


en un futuro no muy lejano. Sólo le quedaba esperar que ése fuera
también su futuro.

Wolf observó a Star mientras hacía ramitas de hierbas y flores para


colgar en el árbol, riendo y charlando con Kianga y Erin. Le hacía sonreír
muchísimo.

—Entonces, ¿definitivamente no estás enamorado? —dijo Lynx


mientras se acercaba al l a d o de Wolf, comiendo una bolsa de palomitas y
nueces.

—Oh, creo que definitivamente lo estoy.

Lynx soltó una carcajada.


—Ves, te lo dije. Y ella también está enamorada de ti. Todo lo que
tienes que hacer ahora es no arruinarlo.

—No creo que sea yo quien lo arruine. —Señaló a Jessica—. Puede que
tenga que irme.

Lynx lo miró alarmado.

—¿Qué? Esta es tu casa. ¿Por qué querrías irte?

—Porque hay muchas posibilidades de que Star sea una bruja del
tiempo y Jessica haya tomado gran placer en decírselo a todo el mundo.
Algunas personas me han expresado su preocupación, y si hay que votar
si Star se queda o se va, no creo que se decante a su favor. Si se va, me voy
con ella.

Lynx lo miró atónito.

—Sé que es muy pronto en nuestra relación y quién sabe, una vez que
los lazos esponsales se han eliminado, podría no tener ningún
sentimiento hacia ella en absoluto, pero no puedo vivir aquí si se vuelven
contra ella. Ese no es el pueblo que he intentado crear. He trabajado muy
duro para hacer de éste un lugar que acoja a todo el mundo. Si la echan,
ya no podré vivir aquí. Y estar con Star en los últimos días me ha hecho
querer más que la vida que llevo. Me dijo que si pudiera volar y dominar
el amuleto de la invisibilidad volaría por todo el mundo, visitaría cada
rincón, y hubo un tiempo en que yo también quise eso. Lo que tenemos es
un regalo y se desperdicia. Todos los días me despierto aquí y me enfrento
a la vida del pueblo y permanezco entre estos muros porque es seguro y ya
no estoy seguro de querer una pequeña vida segura.
—Lo entiendo perfectamente. Has sido alcalde casi las veinticuatro
horas del día durante doce años, necesitas un descanso al menos. Pero
sabes que si te vas, Jessica ocupará tu lugar. No estoy seguro de que el
pueblo sea un lugar seguro bajo su cuidado.

—Tendría que asegurarme de que alguien adecuado ocupara mi lugar.


¿Te apetece?

—No tomo ningún tipo de responsabilidad, ya lo sabes.

—Hay otros fundadores aquí, estoy seguro de que uno de ellos se


presentaría. Tal vez Ezra, ha hecho un buen trabajo dirigiendo Stardust
Street, estoy seguro de que sería un gran alcalde. —Wolf sintió que algo
húmedo y suave le tocaba la mejilla y levantó la vista.

—Sabes que la opción más fácil sería echar a Jessica antes de que cause
más problemas —dijo Lynx.

El corazón de Wolf se hundió mientras se oían pequeños jadeos por


todo el pueblo.

—Puede que sea demasiado tarde para eso.

Gordos y esponjosos copos de nieve flotaban suavemente sobre el suelo


y todos parecían darse cuenta de ello a la vez, mirando a la nieve mientras
bailaba y giraba a su alrededor. Algunos la contemplaban con alegría -la
nieve en el solsticio de invierno sería aún más mágica-, pero otros la
miraban con preocupación.

Miró a Star y ella lo miraba con una gran sonrisa en la cara, pero a
medida que los murmullos de preocupación se hacían más fuertes su
rostro cambió y por primera vez vio verdadero miedo en sus ojos.
Se acercó más a ella. Aunque estaba seguro de que no llegaría a la
violencia, también sabía que destruiría a cualquiera que intentara hacerle
daño.

De repente se oyó un grito en el prado y supo que era Jessica. Era lo que
había estado esperando, una excusa perfecta para sembrar el pánico y el
terror entre los aldeanos.

—Ella hizo esto, ella trajo esto a la aldea —gritó Jessica—. Todo el
mundo sabe que su madre era la bruja del tiempo que maldijo esta aldea y
ahora ha venido a acabar con nosotros. Todos sabemos que las brujas del
tiempo pueden utilizar el rayo como arma, nos matará a todos. Tenemos
que sacarla del pueblo antes de que sea demasiado tarde.

—Oh, cállate —espetó Wolf, y todos se callaron, y con razón. Siempre


había sido profesional en todos los asuntos que habían surgido en el
pueblo, nunca había perdido los estribos, siempre había estado tranquilo,
pero ya había tenido suficiente—. Estás siendo irracional. Star no va a
matarnos. Si alguien sabe algo de maldiciones, sabrá que casi todas tienen
un límite de tiempo. Como la madre de Star la dio a luz deliberadamente
en este pueblo, dándole el nombre de Midnight para que pudiera
encontrar el camino de vuelta aquí algún día, tendría sentido que su
madre pusiera fin a la maldición cuando Star viniera a vivir aquí. Y si
alguien sabe algo sobre controlar el tiempo, sabrá que requiere mucha
concentración. Star ha estado haciendo decoraciones toda la mañana,
no aquí invocando a la nieve. Y les recuerdo a todos que los poderes
de Star han sido bloqueados por hoy, así que no podría haber hecho esto
aunque hubiera querido.

Se oían murmullos alrededor del prado.


—Tú la defenderías. ¿Saben los aldeanos que te acuestas con ella? —
dijo Jessica como jugando su carta de triunfo—. ¿Saben que te ha
maldecido de alguna manera para que te enamores de ella?

—Eso es basura.

—Estás en peligro. Piensas con el corazón, no con la cabeza, y por eso


nos pones a todos en peligro. Deberías haberla echado en cuanto supiste
que era una bruja del tiempo. Pero antepusiste tus propias necesidades a
las de los demás. Ya no eres apto para ser alcalde.

—Eso es ridículo —dijo Ashley—. Wolf es lo mejor que le ha pasado a


este pueblo.

Hubo algunos gritos de aprobación, que Wolf agradeció.

—Tiene derecho a tener una relación con quien quiera, ser alcalde no
significa que tenga que vivir la vida de un monje —dijo Ashley.

—No si eso significa que nuestras vidas están en peligro —dijo Jessica.

—Oh, madura —dijo Maxine—. —Star es tan peligrosa como mi nalga


izquierda.

Wolf vio a Star sonreír ante esa comparación.

—¿Es una bruja del tiempo? —gritó Esther.

—No lo sabemos —dijo Wolf—. Le he estado enseñando lo más básico


de cómo usar su magia, no hemos intentado controlar el clima en
absoluto. Todavía tiene mucho que aprender.

—No sé qué es peor, si una bruja del tiempo con pleno control de sus
poderes o una sin control sobre ellos —dijo Lizzie.
—Ni siquiera sabemos si lo es —dijo Erin.

—Y es muy probable que no lo sea —dijo Kianga.

—Mi madre es una bruja del tiempo —dijo Star—. Es muy probable que
yo también lo sea.

Wolf la miró con el ceño fruncido. No necesitaba darles más munición.

Dio un paso adelante y le tomó la mano.

—Está bien, ambos sabemos que existe la posibilidad de que lo sea y


tenemos que ser sinceros al respecto. —Se dirigió a los aldeanos—.
Entiendo que estén preocupados e incluso asustados de que pueda
haceros daño y nadie debería sentirse así en su casa. Sé lo que es que me
echen de casa y tener miedo de abrir la puerta. Tienen derecho a pasear
por el pueblo sin miedo a que les caiga un rayo o a perder su casa en un
huracán que yo pueda provocar. Se supone que este pueblo es un lugar
seguro para todos ustedes, y si se lo he quitado, me iré. Me ha encantado
el tiempo que he pasado aquí esta última semana, he conocido a gente
maravillosa y me han introducido en este asombroso mundo mágico,
pero esta no es mi casa, es la de ustedes y me iré si quieren.

—Oh boohoo —dijo Jessica—. Saca los violines. Nadie te quiere aquí. Y
exijo una votación sobre si deberías ser expulsada.

A Wolf se le encogió el corazón. Como descendiente de uno de los


fundadores de la aldea, tenía autoridad para exigir el voto en cualquier
decisión que afectara a la aldea, y él debía cumplirla.

Mulberry se posó en su hombro, batiendo las alas y gorjeando


furiosamente, y por un segundo hubo un destello de fuego entre sus
alas. Wolf sacudió la cabeza. Soltar a un enorme pájaro de fuego furioso
contra Jessica no era la forma de manejar esto, por mucho que lo
deseara. Mulberry echó a volar y Wolf supo que la pequeña lechuza estaba
furiosa con ella.

—¡Jessica! —gritó alguien alarmado—. ¿Qué le pasa a tu cuello?

Wolf miró hacia ella y vio que el lunar de su cuello había crecido
repentinamente hasta alcanzar el tamaño de una manzana. Estaba claro
que los últimos minutos de maldad le habían pasado factura.

Jessica se agarró la garganta y sus ojos se abrieron de miedo.

—Ella me hizo esto. Pequeña zorra. —El lunar creció aún más hasta que
ahora era del tamaño de un mango grande.

—Ella no lo hizo, lo hice yo, después de que amenazaras con matar a mi


perro —dijo Charles—. Nadie se sale con la suya amenazando a Frankie.
Cada vez que haces o dices algo desagradable, el lunar de tu cuello crece.
Empecé la maldición esta mañana y mira lo desagradable que has sido en
un día. Pensé que tendríamos unas semanas antes de que creciera tanto,
pero claramente subestimé lo horrible y malvada vaquita que eres.

—Pedazo de mierda, te atraparé por esto.

El lunar volvió a crecer, obligando a Jessica a inclinar la cabeza hacia


un lado.

—Charles, para, le vas a romper el cuello —dijo Star.

—O puede que le explote la cabeza —dijo Charles, frotándose las manos


con regocijo. Star corrió hacia delante—. Jessica, sólo tienes que ser
amable y se encogerá.

—No estoy siendo amable contigo, puta cazafortunas.


El lunar creció hasta alcanzar el tamaño de una sandía; ahora era más
grande que la cabeza de Jessica.

—No tienes que ser amable conmigo, sólo sé amable. Elige a alguien de
aquí, a cualquiera, y di algo amable sobre él —dijo Star.

Jessica miró alrededor del pueblo con desesperación.

—Dioses, incluso cuando su vida depende de ello, no puede ser amable


—murmuró Lynx.

—Charles, es suficiente —dijo Wolf—. Ya expusiste tu punto.

—No puedo revertir la maldición, sólo ella puede hacerlo —dijo


Charles.

—Empecemos con una disculpa por amenazar a Frankie —dijo Star con
urgencia—. Seguro que puedes hacerlo.

—Lo siento —murmuró Jessica—. Siento haber amenazado con matar a


tu perro. —El lunar se encogió un poco.

—¿Tienes a alguien más con quien disculparte? —dijo Star.

Wolf pensó que la lista probablemente era kilométrica.

— Maggie, siento haber insultado tu adorno del árbol antes. Constance,


siento haber dicho que tu pastel de solsticio era asqueroso.

El lunar se redujo un poco más, pero la cabeza de Jessica seguía en un


ángulo peligroso.

—Charles, por favor —dijo Star.


—Bien, puede que haya puesto una puerta trasera en la maldición. Haz
que diga la verdad sobre la guirnalda y todo esto desaparecerá.

Star se volvió hacia Jessica.

—¿Prendiste fuego a la guirnalda ayer?

—Claro que no, eso fue cosa tuya y de tu peligrosa magia de bruja del
tiempo.

El lunar empezó a crecer de nuevo.

—De acuerdo, bien, lo hice. Prendí fuego a la guirnalda porque quería


deshacerme de Star. Quería que todos la odiaran tanto como yo.

De repente se oyó un gran estallido y pus verde explotó por todas partes
alrededor de donde estaba Jessica. Por un momento Wolf pensó que le
había explotado la cabeza, pero entonces vio su cara y su ropa cubiertas
de pus. El lunar había desaparecido.

Todos se quedaron estupefactos mientras miraban a Jessica y Wolf se


preguntó si alguna vez se harían dibujos para registrar este momento de
la historia del pueblo, cómo demonios lo representarían. Jessica
temblaba visiblemente. Aquello la había asustado, aunque nunca lo
admitiría.

Se aclaró la garganta.

—Jessica, como has admitido causar deliberadamente daños a la


propiedad e incitar al odio a otro miembro del pueblo, me temo que
tendrás que irte. Recoge tus cosas y enviaré a seguridad para escoltarte
fuera en breve.
Jessica estaba demasiado aturdida para hablar, o tal vez demasiado
asustada después de lo que había sufrido, y empezó a caminar fuera del
prado. Pero su silencio fue sólo temporal.

—Mi demanda de un voto sigue en pie. Si me voy, me la llevo conmigo.


Y todos me lo agradecerán, recuerden mis palabras.

Una vez hecho esto, salió del prado en dirección a su casa.

Hubo algunos aplausos y vítores del público, pero luego todo el mundo
se volvió hacia Wolf para ver qué ocurría a continuación.

Wolf dejó escapar un fuerte suspiro.

—Uno de los descendientes fundadores ha solicitado una votación


formal. Como parte de las normas de nuestro pueblo, tenemos que
llevarla a cabo. Se dejarán dos cajas dentro del ayuntamiento durante
cuarenta y ocho horas. Votarán si quieren que Star Brightheart abandone
la aldea. Voten sí si quieren que se vaya, voten no si quieren que se quede.
Ahora nuestras celebraciones han sido arruinadas por mucho tiempo, así
que por favor vuelvan a sus decoraciones.

Al cabo de unos instantes, la gente vuelve a sus mesas y puestos,


hablando entre ellos de lo que acaban de presenciar.

Star le dedicó una sonrisa triste y volvió hacia él.

—Es lo correcto.

La estrechó entre sus brazos, sin importarle lo que pensaran los


aldeanos. Si era lo correcto, ¿por qué se sentía tan mal?
Capítulo veintidós

Wolf esperó en la puerta mientras Eric, uno de los guardias,


acompañaba a Jessica hacia él. Jessica no tenía auto, por lo que le
sorprendió saber que iba a tomar un autobús en el pueblo cercano. Sólo
llevaba una maleta con ropa, que flotaba detrás de ella. El resto de sus
cosas se empaquetarían para ella y se enviarían a dondequiera que
estuviese.

—Te arrepentirás de esto —dijo Jessica mientras se ponía a su altura y


el guardia abría la puerta.

—No creo que lo haga. Esta vez has ido demasiado lejos. Nunca has
encajado aquí, siempre mirando por ti en vez de por los demás, siendo
desagradable con la gente, pero esto ha sido un nuevo mínimo incluso
para ti.

—¿Y qué hay de lo que Charles me hizo?

—Amenazaste con matar a su perro. Yo también estaría furioso si


amenazaras a alguien que amo.

—Como a tu brujita, querrás decir. No me digas que la amas, eso es lo


más ridículo que he oído. Lleva aquí cinco minutos. Pronto esa maldición
o lo que sea que te haya hecho se romperá y te darás cuenta de lo tonto
que has sido y entonces me suplicarás que vuelva.
—Eres una ilusa. Ella me hace más feliz que nunca en mi vida. No me
importa si eso me hace un tonto.

—Más vale que se cuide. Un día, cuando menos se lo espere, estaré allí y
se arrepentirá del día en que se cruzó en mi camino.

Wolf sintió la ira burbujeando de repente en su interior.

—¿Es eso una amenaza?

—¿Qué vas a hacer? Eres tan recto, vives tu vida según las normas,
nunca te pasas de la raya. Puedes parecer grande e intimidante cuando te
enfadas, pero ¿qué vas a hacer realmente?

—Si te acercas a Star, pronto verás lo enojado que puedo estar.

Jessica tuvo la audacia de reírse.

—Adiós Wolf. Te perdiste un gran momento rechazándome. —Empezó


a caminar por el camino de entrada, arrastrando la maleta tras de sí.

Mulberry aterrizó en su hombro, gorjeando furiosamente, sus alas


brillando con fuego por sólo un segundo.

Wolf miró al ave y luego volvió a mirar a Jessica.

—Adelante, Mulberry —dijo en voz baja.

Mulberry salió volando de su hombro y revoloteó frente a él para


mirarle a la cara y ver si Wolf hablaba en serio.

—A lo grande.

Mulberry no lo dudó. De repente se transformó en su gran pájaro de


fuego furioso y, con un chillido de muerte, voló tras Jessica.
Se dio la vuelta para ver qué era ese ruido y sus ojos se abrieron de par
en par, horrorizada, cuando Mulberry voló hacia ella. Rápidamente se dio
la vuelta y echó a correr por el camino de entrada, pero Mulberry la
seguía de cerca lanzando otro chillido desgarrador.

Wolf respiró hondo y desató toda su oscuridad sobre ella. Sombras de


monstruos negros se unieron a la persecución, al igual que una manada
de lobos que gruñían. Los árboles a ambos lados del camino la agarraron
de la ropa y el cabello mientras corría gritando, y su maleta cayó al suelo
al olvidarse de repente de la magia que había creado para transportarla.
Intentó disparar por encima del hombro a sus perseguidores, pero las
sombras eran difíciles de destruir. Las sombras rugieron, Mulberry chilló
y Jessica gritó durante todo el camino hasta perderse de vista. Sólo
entonces Wolf liberó su oscuridad. Al cabo de unos instantes, Mulberry,
en su majestuosa forma de pájaro de fuego, subió en picado por el camino
de entrada hacia él, dando unas cuantas volteretas antes de volver a ser el
mismo de siempre y posarse en el hombro de Wolf.

—Buen trabajo, Mulberry.

Wolf se dio la vuelta para volver a cruzar las puertas y encontrar a Eric,
que debía de haber visto cómo se desarrollaba todo.

—Recuérdame que nunca te cabree —dijo Eric.

Wolf sonrió.

—Eso se sintió muy bien. Asegúrate de que agarre su maleta.

Volvió al pueblo. Tenía mejores cosas que hacer con su tiempo que
pasarlo atormentando a Jessica.
—¿Qué pasará con Charles? —Dijo Star mientras encendía más velas en
el baño. Había leído sobre rituales de limpieza y las velas desempeñaban
un papel importante en ellos. Además, daban un aire romántico al cuarto
de baño y la luz de las llamas parpadeantes sobre la piel desnuda y
húmeda de Wolf era muy sexy.

Habían preparado el baño con todos los aceites añadidos tal y como
Ashley había dicho y habían añadido cinco gotas de poción de la botella
misteriosa pero, con la forma en que Wolf la miraba, estaba bastante
segura de que este ritual de limpieza tendría tanto éxito como los otros a
la hora de eliminar cualquier sentimiento que tuvieran el uno por el otro.

Se metió en la bañera con él y se sentó en su regazo. La rodeó con los


brazos y le besó el hombro.

—No lo sé. Sorprendentemente no hay reglas sobre maldecir a otros


miembros del pueblo, aunque debería haberlas. Le he dicho claramente
que no vuelva a hacer algo así. Dijo que era una broma y que no pensó
que llegaría tan lejos, así que no creo que pueda echarlo por una
broma que salió mal.

—Aparentemente Viktor también lo ayudó con la maldición. Lo sugirió


ayer, pero no lo tomé en serio. Al parecer, Viktor se fue a buscar a alguien
que se lo tomara en serio.

—¿Por qué no me sorprende que Viktor tuviera algo que ver en esto?
Soy tan culpable como ellos de esa maldición. Me dijiste que Charles
había maldecido a Jessica y no hice nada porque había una gran parte de
mí que quería ver su merecido. Así que tal vez no soy apto para ser alcalde
después de todo.

—Sabes que eso es basura, sabes que has hecho cosas increíbles por este
pueblo. Le diste al pueblo la calle Stardust. Eso dio a la gente trabajo,
dinero, un lugar donde ir, un lugar para visitar a los familiares. Y puedes
ver que todo el mundo te respeta, no sólo por eso, sino por la forma en
que manejas todo con tanta profesionalidad y compromiso. No dejes que
un individuo desquiciado te haga pensar lo contrario. Todo esto era un
gran plan para acabar convirtiéndose ella misma en alcaldesa, así que,
por supuesto, Jessica intentó desacreditarte.

—Y llevarte abajo conmigo.

—Me tenía manía desde el momento en que se enteró de que estábamos


prometidos. Llevaba años intentando que te enamoraras de ella y yo me
abalanzo y lo consigo en cuestión de días.

—Segundos más bien.

Ella sonrió y lo besó.

—Siento mucho que esto haya acabado así —dijo Wolf—. Con los
aldeanos decidiendo tu destino.

—Es justo. Me dará mucha pena irme, pero nadie debería vivir con
miedo. Y entiendo que estén asustados o preocupados por tener una
bruja del tiempo entre ellos. La historia no pinta bien a las brujas del
tiempo. Has trabajado duro para asegurarte de que este es un lugar donde
la gente se siente segura y no quiero quitárselo. No quiero que la gente
sienta que tiene que dejar el pueblo por mi culpa. Y, aunque Jessica nos
forzara, al final habría salido a la luz.
—Si te vas, voy contigo —dijo Wolf.

—¿Qué? No. Esta es tu casa y tu papel aquí es muy importante. Nunca


querría alejarte de eso. Y no tienes ni idea de lo que sentirás por mí
después de mañana por la noche.

—No importa. Aunque a partir de mañana no queramos saber nada el


uno del otro, no quiero vivir en un sitio donde los aldeanos eligen a la
gente que quieren que viva con ellos. Todo el mundo debe ser bienvenido.
Así es como llegué a ser alcalde, porque luché contra alguien que quería
elegir a dedo a la gente adecuada para su pueblo, o más bien a la
gente del color adecuado, a sus ojos. Si te expulsamos, ¿dónde trazamos
la línea? ¿Serán Kianga o Nithya los siguientes en ser expulsados? Ashley
no es británica, ¿deberíamos echarla a ella también? No puedo vivir en un
sitio así.

Ella sonrió y le acarició la cara.

—Eres un buen hombre.

—Podemos conseguir un lugar cerca. Quiero decir, tú tendrías un sitio


y yo otro. No estoy sugiriendo que nos mudemos juntos, pero si
viviéramos cerca podríamos tomarnos un tiempo para conocernos. E
incluso si no queremos tener una relación después de mañana, quiero
seguir enseñándote a usar tu magia. No quiero que estés sola. Y si
consigues un lugar cerca del pueblo, tal vez Ashley, Kianga y los demás
acepten tener el club de pociones una vez a la semana en tu casa, en lugar
de la de Ashley, para que puedas seguir viéndolas.

Ella sonrió al ver que él había pensado en eso.


—Te conseguiremos un local con una gran cocina para que puedas
seguir haciendo tus pasteles o bombones. Es importante que hagas algo
que te haga feliz —dijo Wolf.

—¿Qué hay de ti? ¿Qué te hace feliz, cómo sería un futuro feliz para ti?

—Sinceramente, no lo sé. Hay una parte de mí que siente que necesito


tiempo para saber quién soy, más allá de ser alcalde. Tenía dieciocho años
cuando llegué a la alcaldía y no sé nada más. Siempre he querido tener
una familia, hijos. No sé qué nos deparará el futuro, pero mentiría si
dijera que no he pensado en ese futuro contigo.

Se sintió muy conmovida y le encantó que pensara en un futuro con


ella; le dio mucha esperanza. Pero no podía dejar de pensar en su
premonición. ¿Y si la única forma de que él tuviera ese futuro era que
ella le dejara marchar para que él pudiera encontrar la felicidad con
otra persona?

—Wolf, no sé si el futuro que vi en La Perla, tu futuro, me incluye.

Frunció el ceño.

—¿Qué viste?

Se tragó el nudo que tenía en la garganta. No podía hablarle de su hija


porque no quería darle falsas esperanzas. ¿Y si estar con ella significaba
que nunca tendría ese futuro?

—¿Estuve con otra mujer?

Frunció el ceño.
—Había otra mujer allí. No había indicios de que estuvieras con ella en
el sentido romántico. No la besabas ni la abrazabas. Sólo estaba en la
cocina del Pearl contigo. Preparando un sándwich.

Parecía divertido por esto.

—¿Estás celosa de que me haga un sándwich otra mujer?

—Ella estaba haciendo el sándwich, tú estabas... haciendo otra


cosa. El sandwich no es importante. Y no estoy celosa. Es sólo que eras
muy feliz en mi premonición y si ella es la que te trae esa felicidad,
entonces quiero esa vida para ti.

—¿Quién era?

—No pude ver su cara. Tenía el cabello largo y rojo.

Wolf se encogió de hombros.

—Podría haber sido cualquiera. Mi prima, Tilly, es pelirroja. Quizá


fuera ella. Pero si te preocupa que estuviera jugando a las familias
felices con otra persona, no tienes por qué preocuparte. Estoy
perdidamente enamorado de ti, Star. Nunca podría haber nadie más para
mí que tú.

Todas las dudas y temores se esfumaron con esas palabras. Habían


hablado de que sentían algo el uno por el otro, pero él nunca se lo había
dicho, al menos desde que ella llegó a Midnight.

Sintió que la sonrisa se le dibujaba en la cara.

—¿Me amas?

Él sonrió.
—Completa y totalmente.

Lo besó y, al cabo de unos instantes, se arrodilló y se colocó a


horcajadas sobre él. Sus manos alrededor de su espalda, estrechándola,
acariciando su columna vertebral eran el paraíso. Llevó la boca a su
garganta mientras deslizaba la mano entre sus piernas.

Ella jadeó, echó la cabeza hacia atrás para permitirle el acceso y se


agarró a su nuca mientras sus dedos hacían cosas maravillosas. ¿Cómo
era posible que supiera el lugar exacto donde tocarla, como si conociera
su cuerpo mejor que ella misma? Bajó la boca caliente por sus pechos y
ella soltó un ruido lleno de necesidad. En cuestión de segundos estaba al
borde del abismo.

Le levantó la cabeza y lo besó con fuerza. Se arrodilló y, con las manos


en sus caderas, la colocó encima de él y ella gimió contra sus labios al
sentirlo dentro de ella. Le acarició la cara, disfrutando de la sensación de
su barba incipiente bajo los dedos mientras lo besaba.

Ella se apartó para mirarlo.

—¿Crees que siempre nos sentiremos así de bien?

Él sonrió y le pasó un dedo por el cabello.

—Siempre.

De repente, la habitación se llenó de esa luz dorada y brillante, y el


calor de su magia al conectarse con la de ella fue como una manta llena de
amor total y absoluto. Como ese sentimiento que estalló en su interior y
supo que nunca habría vuelta atrás. Si todo terminaba mañana, sabía que
nunca lo superaría.
Capítulo veintitrés

Star se despertó tumbada sobre el pecho de Wolf. Afuera, un manto de


nieve brillaba bajo el sol de primera hora de la mañana. La forma
perfecta de empezar el solsticio de invierno.

Miró a Wolf, que miraba por la ventana con una sonrisa de satisfacción.

Al darse cuenta de que estaba despierta, le acarició el cabello.

—Hola —dijo en voz baja.

—Feliz solsticio.

Sonrió.

—Creo que éste puede ser mi solsticio más feliz. —Consultó su reloj—.
Será mejor que nos levantemos. Dentro de poco tenemos la procesión de
la luz, que tú protagonizarás, y luego la cena con la familia y los amigos.

—Me encanta la ironía de que yo forme parte de esta procesión para


demostrar que todos son bienvenidos y luego la mitad del pueblo me eche
mañana.

—Creo que es bueno que seas la protagonista como nuevo miembro del
pueblo. Servirá como recordatorio de que cuando celebramos que todos
son bienvenidos eso te incluye a ti. —Se levantó de la cama—. Vuelvo en
un segundo.
Salió de la habitación y volvió a entrar con lo que parecía un pequeño
tronco hecho de hojas secas. Lo colocó en un cuenco de metal y le prendió
fuego.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Star mientras el humo empezaba a


llenar la habitación.

—Quemando la salvia blanca como Ashley nos dijo —dijo, mirando los
remolinos de humo.

No pudo evitar sentir una patada de decepción por el hecho de que


siguieran haciendo esos rituales de limpieza. Sabía que el objetivo era
que ambos supieran que lo que sentían el uno por el otro era real, pero la
noche anterior él le había dicho que la quería y esta mañana estaba
quemando salvia para librarse de cualquier apego a ella. Mentiría si dijera
que no le dolió un poco.

Las hojas de salvia ardieron rápidamente y pronto sólo quedó un


cuenco de ceniza humeante.

Se levantó y se colocó a su lado.

—¿Y qué hacemos? —dijo.

—Nos untamos la ceniza en el corazón.

—Bien, sigamos —dijo y Wolf la miró preocupado.

Metió los dedos en la ceniza.

—Está tibia pero no caliente, así que no debería doler.

Ella asintió y él le pasó suavemente el dedo por el corazón, untándole la


ceniza en la piel. Ella repitió el gesto con él.
—¿Ya hemos acabado? ¿Puedo ducharme ya o tengo que llevar esta
ceniza en el cuerpo todo el día?

—No, puedes ducharte. El ritual ha terminado. ¿Estás bien?

—Estoy bien —dijo Star y se dirigió al baño. Se metió en la ducha y dejó


que el agua le empapara la piel, sumergiendo la cabeza bajo el chorro.

Unos instantes después, Wolf se unió a ella, besándola y tocándola


como si nunca quisiera separarse de ella, y ella dejó que su tristeza
desapareciera. Mañana a esta hora sabrían con certeza si esos rituales y
lo que fuera que Ashley fuera a hacer para eliminar los lazos esponsales
habían funcionado. O seguirían perdidamente enamorados el uno del
otro o se habrían perdido para siempre, así que sabía que tenía que
aprovechar al máximo el tiempo que les quedaba. Se dio la vuelta en sus
brazos y lo besó con fuerza.

Todo el mundo esperaba en el exterior del parque y en las calles


principales mientras Wolf colocaba la corona de acebo en la cabeza de
Star.

—No te pongas nerviosa —dijo Wolf.

—No, sólo espero que no me pinchen con sus horcas al pasar.

—No lo harán. El solsticio de invierno es un día feliz, sólo tienen


que recordar lo que representan estas tradiciones.

Le entregó la vela roja de Navidad.

Dio un paso atrás para dirigirse a la multitud.


—Gracias a todos por venir a nuestra procesión del solsticio de
invierno. Quiero desearles a todos un muy feliz solsticio.

Se oían murmullos en torno al prado mientras la gente se deseaba un


feliz solsticio o un feliz Yule.

—Como miembro más reciente del pueblo, Star llevará la vela de


Navidad calle arriba hasta el roble y será recibida por el miembro del
pueblo que lleva más tiempo aquí, que resulta ser mi encantadora abuela.
Zofia encenderá la vela de Star y se unirá a ella, al igual que el resto de
ustedes en el camino de vuelta al prado. Recuerden que hacemos esto
para demostrar que todos son bienvenidos en nuestro pueblo, jóvenes y
mayores, independientemente de sus orígenes.

—Menos de los mayores —gritó Zofia, y todos rieron.

Wolf sonrió e hizo un gesto a Star para que empezara a andar.

Star subió por la calle principal y, a medida que avanzaba, la gente


formaba pequeños orbes de luz en sus manos para guiarla. La gente le
sonreía para animarla, lo cual era agradable.

Llegó hasta Zofia y, para su sorpresa, ésta le dio un fuerte abrazo.

—Bienvenida al pueblo.

Star sonrió.

—Gracias.

Zofia agitó la mano sobre la vela y la encendió, luego tomó a Star de la


mano y volvieron a caminar por la calle principal. Star sonrió al ver que
todos las seguían. Simbólicamente, era una bienvenida al pueblo. Sólo
esperaba que todos lo recordaran cuando votaran si querían que se
quedara o se fuera.

—¿Seguro que te parece bien que vaya a tu comida familiar del


solsticio? —preguntó Star, mientras se acercaban a la puerta de Zofia.

—Por supuesto. Nuestras celebraciones del solsticio siempre son


ruidosas y caóticas, hay mucha familia y amigos. Serás más que
bienvenida —dijo Wolf.

Star esperaba una tranquila comida familiar con Wolf, Linx y Zofia. No
se había dado cuenta de que toda la familia estaría allí. Eso detuvo sus
planes de hablar con Zofia sobre su futuro.

—No me había dado cuenta de que tenías una gran familia viviendo
aquí.

—Oh no, allí habrá gente del pueblo, amigos de Zofia. A ella le gusta
entretener. También habrá algunos familiares de fuera del pueblo que
han venido a pasar unos días.

Wolf abrió la puerta y la dejó pasar. Enseguida, Star se vio rodeada por
el ruido de unas veinte o treinta personas que bebían, charlaban y se
divertían. Estaba claro que tampoco iba a haber una comida formal, ya
que había un banquete de comida en largas mesas a un lado de la sala y la
gente se servía lo que quería.

Algunas personas miraron a Star con curiosidad cuando entró con


Wolf, pero no había ninguna animosidad. Reconocía a la mayoría de la
gente del pueblo, pero había algunos a los que no había visto antes; se
preguntaba si serían parientes de algún tipo. Cuando un hombre mayor
con un espléndido chaleco rojo decorado con soles abordó a Wolf para
charlar, Lince se abalanzó sobre ella con un fuerte abrazo y luego la
acompañó a la mesa de la comida.

—Hay mucha comida para elegir, sírvete tú misma. ¿Has traído


pasteles? —Lynx miró la lata en su mano.

—He traído tartitas de sol. —Mostró los cake pops que había hecho
apresuradamente esa mañana y que estaban bellamente decorados con
hojas de acebo y gajos de naranja moldeados con glasa real—. Son de
chocolate y naranja, porque sé que las naranjas son muy importantes en
las celebraciones del solsticio, y también tienen la esencia de la felicidad.

Lynx tomó uno y se lo metió entero en la boca.

—A mí me sabe bien. —Le quitó la lata, la puso sobre la mesa y


empezó a guiarla por la habitación—. Déjame presentarte a algunas
personas para empezar. Este es Tomaz, el marido de mi tío —señaló a
alguien con una barba fantástica, que tenía el tipo de rizos ondulados
perfectos que Star nunca había conseguido en su propio pelo. Le estrechó
la mano—. Tomaz es un auténtico demonio en la cocina y la mayor parte
de la comida de hoy ha sido cocinada y preparada con cariño por sus
hermosas manos.

—Encantado de conocerte, soy Star.

—Y a ti. ¿Te vi entrar con Wolf? —miró a Lynx con picardía.

—Sí, sí, vino con Wolf —dijo Lynx. Poniendo los ojos en blanco y
sacando la cartera del bolsillo, le dio a Tomaz veinte libras—. Tomaz tiene
el don de la previsión, aunque su don es, digamos, un poco raro. Algunas
premoniciones se hacen realidad, otras no, algunas son completamente
disparatadas. Y en el solsticio de verano, Tomaz me dijo que Wolf
estaría enamorado en el siguiente solsticio, cosa que yo no creía, pero
Tomaz se empeñó en que así sería, así que hicimos una apuesta que me
alegro de haber perdido. Déjame presentarte a otros antes de que Tomaz
me estafe más dinero.

—Encantado de conocerte, Star —dijo Tomaz, embolsándose


alegremente el dinero.

Lynx la acompañó.

—La comida que cocina Tomaz está en los platos y cuencos rojos, es
deliciosa. La comida en los tazones azules, yo no la tocaría ni con un palo
de barca a menos que quieras estar enferma durante una semana. La tía
Edith no tiene ni idea de conservar los alimentos frescos ni de utilizarlos
mientras están caducados. Su frigorífico-congelador se estropeó hace tres
o cuatro años y se negó en redondo a comprar otro. Wolf incluso se
ofreció a pagarle uno, pero dijo que le gustaba el método antiguo de
conservar la comida en agua salada. Honestamente, nadie sabe cómo no
se ha suicidado con una intoxicación alimentaria. —Se acercaron a una
anciana vestida de pies a cabeza con terciopelo rosa—. Tía Edith, hola, le
estaba hablando a Star de sus deliciosos rollitos de salchicha. Interesante
pastelería, ¿qué usaste?

—Oh piel de plátano, le añade una textura maravillosa —dijo la tía


Edith.

—Oh delicioso —dijo Lynx—. Tendré que comprobarlo.


Acompañó a Star, probablemente porque el plato de la tía Edith estaba
lleno de comida de aspecto sospechoso y no quería que le ofrecieran nada.

—Oh, esta es mi prima Tilly. Tilly, ella es Star Brightheart, la media


naranja de Wolf.

Tilly sonrió y abrazó a Star.

—He oído hablar mucho de ti, estoy encantada de que nos conozcamos.

Star sonrió mientras la abrazaba, pero no pudo evitar sentirse un poco


decepcionada. Definitivamente, Tilly no era la pelirroja que había visto
en su premonición. Tilly era alta y musculosa, mientras que la mujer que
había visto en su premonición era mucho más baja.

—¡Star! —gritó una voz al otro lado de la habitación—. Ven y tómate


una sidra caliente.

Star se dio la vuelta y vio a Zofia saludándola desde la cocina.

—Oh, parece que has sido convocada —dijo Lynx—. Buena suerte.

—Ven a buscarme más tarde —dijo Tilly—, quiero conocer a la mujer


que le robó el corazón a mi primo.

—Lo haré —dijo Star.

Se dirigió a la cocina, donde Zofia removía un caldero burbujeante.

—¿Querías hablarme de tu futuro? —dijo Zofia, echando unas cuantas


hierbas más en el caldero.

—¿Cómo es posible que sepas eso?


—Así funciona mi cerebro. Pero a pesar de lo que Wolf te diga sobre mi
don omnisciente, no lo sé todo. Tu futuro no está claro para mí, no ahora.
Cuando llegaste aquí a la aldea, pude ver tu boda tan clara como el día. Te
casaste en el equinoccio de primavera, era un día soleado, flores por todas
partes. Eso ya no lo veo.

—¿No nos casamos?

—No dije eso, sólo que es un poco gris. Conseguir que Ashley retire los
lazos esponsales ha dañado ese futuro, incluso si no lo ha hecho todavía.
Las ruedas se han puesto en movimiento. Pero lo que ha pasado en los
últimos días ha escrito un nuevo futuro.

—¿Uno bueno o uno malo?

Zofia negó con la cabeza.

—No lo sé. Veo dos o tres futuros diferentes. Uno en el que Wolf es
locamente feliz y otro en el que se siente miserable y amargado para el
resto de su vida, y no estoy segura de qué papel desempeñas tú en
ninguno de esos futuros. Creo que en parte es porque aún no has
decidido tu futuro. Veo un futuro en el que vives aquí, pero también veo
que te vas del pueblo, pronto, quizá en los próximos días, y sinceramente
me pregunto si no será algo malo.

—¿Crees que debería irme, que Wolf sería más feliz sin mí?

—Nunca me había sentido así, tan insegura. Pero los últimos días
parece que no puedo ver el futuro de nadie con certeza y es un poco
preocupante. Tienes un gran poder y creo que me confundes y me
pregunto si confundes también a Wolf.
—¿Crees que lo he hechizado de alguna manera para que se enamore de
mí?

—Cariño, me gustas. De verdad que sí y no me cabe la menor duda de


que lo que sientes por él es genuino porque te irías en un santiamén si
pensaras que eso le haría más feliz. Y creo que ya lo has considerado.

—Lo he visto. Zofia, vi una premonición mía, del futuro de Wolf. Era
muy feliz. Quiero que tenga ese futuro aunque no me incluya.

Zofia sonrió.

—Eso demuestra verdadero amor. Puedo sentir cuánto lo amas. Sé que


no estás aquí con malas intenciones, pero con tu poder tienes una gran
influencia. Ya has visto sus efectos en tus pasteles: arreglar un corazón
roto, ayudar a calmar la ansiedad, dar confianza a la gente para conseguir
un trabajo. No se trata de las hierbas ni de la deliciosa cobertura, sino
del poder de tu influencia. Hay una parte de mí que se pregunta si porque
lo amas quieres que te ame y por eso lo hace.

Star jadeó.

—¡No!

—No sé si eso es cierto o posible. El amor es una magia poderosa.


Hace unos días habría dicho que no hay magia en el mundo que pueda
hacer que alguien se enamore si no lo desea. Pero nunca había conocido
a alguien con tanto poder como tú.

—Pero, ¿cómo podemos estar seguros? Le pedimos a Ashley que


eliminara los lazos esponsales y hemos estado haciendo todos estos
rituales de limpieza para asegurarnos de que nuestros sentimientos por el
otro eran reales. ¿Qué más puedo hacer?
—Creo que el viejo proverbio: “Si amas algo, libéralo. Si vuelve, es
tuyo, si no, nunca debió ser”, no podría ser más cierto en tu caso. Tienes
que dejarlo ir. Los lazos esponsales se eliminarán esta noche a
medianoche. Eso podría cambiarlo todo. Y luego creo que debes usar tu
influencia de la misma forma que ayudarías a cualquiera en su
situación: dándole claridad mental, ayudándole a tomar la mejor
decisión para que tenga una vida feliz o cualquier otra cosa que harías por
alguien en su situación. Dáselo en una tarta si hace falta, o en una copa. Y
luego creo que tienes que marcharte unos días para que se dé cuenta de
cómo es la vida sin ti. Pronto sabrás si está destinado a ser.

Star se sentó, frotándose el dolor en el pecho ante la idea de dejarle, que


sólo empeoraba cuando pensaba en causarle algún dolor. Pero Wolf había
insistido desde el principio en que necesitaban saber si esto era real, se
había comprometido a hacer todos los rituales de limpieza y había sido él
quien le había pedido a Ashley que quitara todas las ataduras. Si dejarlo ir
era la única forma de saberlo con seguridad, entonces tenía que correr el
riesgo de que nunca hubiera sido realmente suyo.
Capítulo veinticuatro

Eran poco más de las once de la noche cuando Wolf y Star estaban
sentados frente al fuego en la cabaña de ella. Esta mañana había estado
pensando en pedirle que se saltara el ritual, pero ahora sabía que tenía
que hacerlo. Ya podía sentir cómo se le partía el corazón mientras
escribía la lista de cosas que le gustaban de él en un trozo de papel. Wolf
también escribía las suyas y se tomaba mucho tiempo para hacerlo. Era
difícil creer que todos esos sentimientos pudieran desaparecer mañana.

Wolf volvió a tapar su bolígrafo y la miró. Añadió algunas cosas más


a su lista y también dejó el bolígrafo.

—¿Así que nos los leemos en voz alta y luego quemamos la lista?

—Sí, así de simple —dijo Wolf—. ¿Voy yo primero?

Ella asintió, aunque no estaba segura de querer oírlo.

Se aclaró la garganta.

—Me encanta tu determinación por aprender tus poderes, me encanta


cómo arrugas la cara cuando te concentras en tu magia. Me encanta tu
amabilidad. Incluso ayer, cuando Jessica estaba siendo tan vil contigo,
aún querías ayudarla. Me encanta que hayas dedicado tu vida a ayudar a
los demás haciendo tus pasteles. Me encanta que quieras hacer algo
bueno con tu magia como hace Beth por todos los que surfean en la playa.
Esa bondad es algo raro y hermoso y me encanta eso de ti.
Star sintió que las lágrimas llenaban sus ojos y caían por sus mejillas.

—Me encanta que antepongas las necesidades de los aldeanos a las


tuyas, que estés dispuesta a irte para que estén contentos y se sientan
seguros —continuó Wolf—. Me encanta que hayas sido tan sincera sobre
la posibilidad de que seas una bruja del tiempo en lugar de ocultarlo. Me
encanta que hayas intentado sustituir la guirnalda por pantalones de
pijama rellenos de hojas que se desprenden cada día. Me encanta que
hayas hecho pasteles sexuales. Me encanta tu optimismo, tus ganas de
vivir, tu espíritu aventurero. Me encanta que me hayas hecho volver a
enamorarme de la magia. Me encanta lo divertido que es estar a tu lado,
lo mucho que me haces reír. —Tragó saliva—. Me encanta lo feliz que me
haces, que estar contigo me haga sentir realmente vivo por primera vez
en mi vida. Te amo tanto que me llenas hasta arriba.

Star ya estaba sollozando.

—Eh, no llores —le dijo Wolf, abrazándola. Ella se aferró a él, llorando
en su pecho—. ¿Por qué lloras?

—No quiero que esto termine. No quiero decirte todas las razones por
las que te amo para que las tires al fuego. Quiero que guardes estas
razones contigo siempre. No quiero perderte.

—No me vas a perder. ¿No has oído la larga lista de cosas que me gustan
de ti? Esos sentimientos no van a desaparecer al sonar la medianoche.
Esto no es una historia de Cenicienta en la que olvido quién eres y cómo
me haces sentir después de las doce. Este amor que siento por ti es para
siempre.

Se echó hacia atrás.


—Quiero que escuches mi lista. Quiero que la escuches de verdad,
porque si todo se acaba mañana, si ya no me amas, quiero que sepas que
te amo. Pase lo que pase, necesitas saber eso.

—Star, estás entrando en pánico por nada. Sé que me amas, y estoy


seguro de que te amo. La única razón por la que quería pasar por todos
estos rituales de limpieza es porque quería que sintieras que tenías
elección. Vienes aquí y te enfrentas a un mundo de magia que no
entiendes, y empiezas a tener estos sentimientos por mí y yo por ti y
quería que supieras que no hay magia en el mundo que pueda hacerte
sentir que estás enamorado, que estos sentimientos de ambos son reales.
Y supongo que, al principio, yo también quería esa confirmación, que
antes de entregarte mi corazón supiera que todo esto era real. Pero es
demasiado tarde para eso. Ya te he dado mi corazón. No puedo
retractarme.

Pero ella podía. Podía hacer que se desenamorara de ella.

—De hecho, olvidemos este estúpido ritual —dijo Wolf—. No lo


necesito.

—Sí —dijo Star—. Necesito saber que realmente serás feliz conmigo.
Dices que no hay magia en el mundo que pueda hacer que me ames, pero
¿qué hay de la magia de una bruja del tiempo? No sabes de lo que soy
capaz, y yo tampoco.

—Si eres una bruja del tiempo, puedes invocar la lluvia, crear
tormentas, hacer que nieve, controlar los rayos, hacer que el sol brille
todos los malditos días, pero no puedes hacer que alguien te ame. Eso no
está en tu poder, no está en el poder de nadie.
—Mira, hagámoslo, terminemos lo que empezamos y mañana lo
sabremos con seguridad.

—Bien —dijo Wolf, claramente exasperado—. Léeme tu maldita lista.

Star tomó su trozo de papel, aunque en realidad no lo necesitaba para


saber todas las formas en que lo amaba.

—Me encanta que, cuando éramos niños, fueras tú quien me abrazara


cuando murió mi padre. En aquel momento ni siquiera te caía bien y me
abrazaste fuerte mientras yo lloraba y te llenaba la camisa de mocos. Te di
un trocito de mi corazón allí mismo y, cada día durante los dos años
siguientes, te llevaste un poco más.

Le tomó la mano.

—Me encantó el mundo mágico que me mostraste; aunque una parte de


mí dudaba de que fuera real, pensé que eras la persona más magnífica
que jamás había conocido. Me encantaba tu feroz necesidad de
protegerme, incluso de un rayo. Ahora, al conocerte como hombre, me he
vuelto a enamorar de ti, pero me encanta que siga habiendo un niño que
quiere divertirse con su magia. Me encanta tu compromiso con el pueblo
y sus habitantes, que sólo quieras lo mejor para ellos. Me encanta que te
enfrentaras a los racistas a los dieciocho años. Me encanta que los
aldeanos te tengan tanto cariño y respeto. Me encanta tu paciencia a la
hora de enseñarme mi magia. Me encanta que me dieras el beso más
romántico e increíble de mi vida allá en las estrellas. Me encanta que
cuando me haces el amor, mi amor por ti brilla como un faro. Me
encanta que estar contigo sea la parte más feliz de mi vida.
Wolf la miró atónito y luego se inclinó hacia delante y la besó con
fuerza. Ella le devolvió el beso, aferrándose a su camisa, temerosa de
soltarlo.

Él acercó la boca a su cuello y ella cerró los ojos, saboreando la


sensación de sus labios contra su piel, pero luego lo empujó suavemente
hacia atrás.

—Tienes que irte. No puedo hacer esto contigo esta noche. Es casi
medianoche y no puedo hacerte el amor y luego ver cómo el amor se
desvanece de tus ojos. Tenemos que quemar estas listas, tienes que irte a
casa, y si todavía me amas mañana cuando te despiertes, vienes a
buscarme.

—Sería más fácil si me quedara aquí hasta después de medianoche, así


podrías verlo por ti misma.

—Por favor, no quiero tomarte de la mano o besarte en el momento en


que te das cuenta de que no me amas. No soporto que ese amor se
convierta en odio si crees que te he engañado. Dame tu lista,
quemémoslos a los dos y te dejaré libre y luego tienes que irte a casa.

Le entregó la lista y ella se dirigió hacia el fuego de leña. Dudó si echar


las listas o no. Esto le pareció más simbólico que cualquiera de los otros
rituales de limpieza. Era, literalmente, deshacerse de su historia de amor.
Rápidamente tomó su teléfono y sacó fotos de las dos listas y luego envió
un mensaje de texto con la suya a Wolf para que siempre la tuviera.
Rápidamente siguió su mensaje con la foto de ellos juntos en la cama que
le había enviado a Tig porque quería que Wolf viera el amor que sentía
por él en sus ojos cuando leyera la lista. Luego arrojó las dos listas al
fuego. El papel se curvó en los bordes y en cuestión de segundos ambos
trozos de papel desaparecieron, enviando una fina columna de humo por
la chimenea.

—Tienes que irte —dijo Star, mirando la hora. Eran las doce menos
cuarto.

Él no dijo nada y ella lo acompañó rápidamente a la puerta.

Salió y se dio la vuelta para hablar con ella, pero ella se adelantó y lo
besó. Se apartó un poco.

—Si mañana te despiertas y te das cuenta de que no me amas y de que


nunca me amaste, quiero que sepas que nunca quise hacerte daño, es lo
último que haría. Y que sepas que siempre te amaré. Siempre.

Ella volvió a besarlo y él la abrazó con fuerza y, mientras lo besaba, se


aferró al amuleto y le dio claridad de pensamiento para que sus acciones
no se vieran empañadas por el amor o la lujuria o cualquier tipo de magia.
Ella le dio el valor para alejarse de los falsos sentimientos y le envió la
determinación para encontrar lo que le hacía más feliz del mundo.

Él se apartó de ella y la miró confundido y ella se preguntó si ya estaba


empezando a hacer efecto.

—Si todavía me amas, ven a buscarme mañana —repitió, esperando


que de alguna manera él supiera cómo encontrarla.

Dio otro paso atrás, luego otro, se dio la vuelta, se alejó y no miró
atrás. Ella volvió a entrar y cerró la puerta, apoyándose en ella mientras
lloraba por el hombre que acababa de perder, el hombre al que amaba con
todo su corazón.
Por fin comprendió por lo que había pasado su madre al entregar a Star.
La felicidad de Star era más importante que el amor de su madre por ella.
La felicidad de Wolf era más importante para Star que quedarse con él por
su propia felicidad.

Al cabo de un rato, volvió al salón, sostuvo el amuleto y agitó la mano


sobre las velas y el fuego, apagando las llamas. Oyó que el reloj del pueblo
marcaba la medianoche y supo que tenía que marcharse por si Wolf
volvía. Necesitaba al menos unas horas para encontrar la claridad sin que
ella estuviera allí para confundirlo. Tomó su bolso, que había hecho
antes, y salió hacia el auto, cerrando mágicamente la puerta tras de sí.
Condujo hasta la puerta y los guardias la hicieron pasar.

Avanzó por tranquilas carreteras rurales, concentrándose en el viaje y


no en que su corazón se rompiera en mil pedazos, hasta que vio el mar
brillar mientras bajaba la colina hacia él. Y allí estaba La Perla, casi
resplandeciente a la luz de la luna.

Salió del auto, tomó su bolso y se acercó a la puerta, esperando que


estuviera abierta para ella, como lo estaba para todas las brujas. La puerta
se abrió con facilidad y ella entró. No se molestó en encender ninguna luz,
agradeció la oscuridad y, al sentarse en el sofá, dejó caer las lágrimas.
Capítulo veinticinco

Wolf se despertó a la mañana siguiente e inmediatamente pensó en


Star. La noche anterior había tenido un momento de claridad. Cuando se
sentó a escribir la lista de todo lo que amaba de ella, la miró, con el cabello
cayéndole sobre la cara y la cabeza… inclinada sobre su propia lista, y
había querido apartarle el cabello de la cara. Había sentido una necesidad
desesperada de besarla, de saborearla, de tocarla. Quería demostrarle lo
mucho que significaba para él haciéndole el amor, no escribiendo una
maldita lista. Quería sentir sus manos sobre su piel, quería ver cómo su
cuerpo reaccionaba a sus caricias como si sólo él pudiera hacerla sentir
así. Quería ver el amor que sentía por él en sus ojos. Quería sentir ese
glorioso momento en que sus poderes se fusionaban, no sólo porque su
conexión era tan magníficamente brillante que lo dejaba sin aliento, sino
porque en ese momento podía sentir el amor que ella sentía por él y eso lo
llenaba hasta lo más alto.

Había mirado el trozo de papel y se había preguntado cómo podría


expresar con palabras la necesidad que sentía por ella, y de repente se
había dado cuenta de que nada de eso era amor. Era deseo, necesidad,
pasión y lujuria, pero no era amor.

Al recordar su corta pero maravillosa relación con Star, supo que su


lista tenía que ser real, no una lista empañada por la lujuria o el deseo,
sino las cosas que realmente amaba de ella. Y una vez que empezó a
escribir no pudo parar. De hecho, había sido bastante catártico. A pesar
de todos sus temores de que sus sentimientos no fueran reales, a medida
que la larga lista de razones por las que la amaba brotaba de él, sabía que
cada una de ellas era cierta y no necesitaba ningún ritual de limpieza para
confirmarlo.

La amaba y, ahora que los lazos esponsales habían sido eliminados y no


podía haber más dudas, necesitaba ir y decírselo.

Se lavó y vistió rápidamente y entonces tuvo una idea. Había algo que
podía darle a Star para demostrarle que la amaba y que deseaba un futuro
con ella. Llamó por teléfono y se dirigió a su casa. Pero mientras subía por
la carretera, su mundo se derrumbó cuando vio que el auto de ella había
desaparecido y que había huellas en la nieve que subían por la carretera.

Se encontró corriendo e irrumpió por su puerta.

—Star —llamó, pero no necesitaba el silencio para saber que se había


ido, podía sentirlo.

Paseó por las habitaciones. Todas sus cosas seguían aquí y estaba claro
que se había marchado con un poco de prisa; los vasos y los platos de la
cena de la noche anterior estaban sin lavar.

Subió al dormitorio y su ropa estaba sobre la cama, como si hubiera


tomado algunas cosas y se hubiera marchado.

¿Qué demonios había pasado?

Rápidamente tomó su teléfono del bolsillo y lo primero que vio fue la


foto que ella le había enviado la noche anterior con su larga lista de
razones por las que lo amaba. La leyó, con la garganta en carne viva por la
emoción reprimida. No era posible que ella sintiera esas cosas a las doce
menos cuarto de la noche y que, en cuanto el reloj dio las doce, esos
sentimientos desaparecieran. No podía creerlo. Miró la otra foto que ella
le había enviado de los dos juntos. Parecía alguien completamente
enamorada. Nada de esto tenía sentido.

Marcó su número, pero saltó el contestador.

Bajó las escaleras, aturdido por el shock. ¿Por qué se iría sin hablar con
él? En ese momento, Viktor entró por la gatera.

—¿Qué hiciste? —exigió Viktor—. La vi salir anoche. Parecía tener


mucha prisa. También lloraba. Me caía bien. Si fuiste tú quien la lastimó,
te maldeciré a ti también.

—No hice nada, la amo, nunca haría nada para lastimarla. ¿Te habló de
por qué se iba o a dónde?

—Sólo la vi cuando su auto pasó rugiendo a mi lado.

—¿Qué hora era?

—El reloj no hacía mucho que había dado la medianoche. Tal vez diez
minutos después, pero no fue mucho después de que te fuiste.

Diez minutos después de medianoche. Se habían levantado los lazos


esponsales y Star se había dado cuenta de que, después de todo, no lo
amaba. Diez minutos más tarde, huyó.

Wolf estaba cortando leña en su jardín delantero, pero golpear la


madera con el hacha y ver cómo se astillaba no ayudaba a disipar su
enfado.
Después de todo lo que Star y él habían pasado la semana pasada,
¿cómo podía ella no tener la decencia de decirle que ya no lo amaba, que
nunca lo había amado? ¿Cómo pudo huir en vez de enfrentarse a él para
decirle la verdad?

—¡Eh!

Levantó la vista para ver a Lynx observándole con recelo desde el final
de su trayecto.

—Acabo de escuchar que Star se fue. ¿Quieres dejar ese hacha para que
podamos hablar de ello?

Lynx, con su enfoque positivo y relajado de la vida, era la última


persona con la que Wolf quería hablar de esto, pero hundió su hacha en
un trozo de madera e hizo un gesto a su hermano para que le siguiera al
interior.

—No puedo creer que se fuera —dijo Wolf.

—¿Qué ha pasado? ¿Se han peleado?

—Lo pensarías, ¿verdad? Pensarías que hemos tenido una discusión


acalorada y que se ha ido enfadada. Pero las últimas palabras que me dijo
fueron que me amaba, que siempre me amaría. Estábamos haciendo estos
rituales de limpieza como Ashley nos dijo y este último fue escribir una
lista de todas las cosas que amábamos el uno del otro y luego quemarla.
Mira la lista que escribió sobre mí.

Le pasó a Lynx su teléfono para mostrarle la foto de la lista de Star,


dándole un momento para que la leyera.
—¿Cómo puede sentir eso por mí y que media hora después todo eso
haya desaparecido? Pensé que lo que teníamos era para siempre.

Lynx le devolvió el teléfono.

—Ella te ama. ¿Por qué lo dudas?

—¿Te perdiste la parte en la que se fue? —dijo Wolf exasperado—. La


parte final de la magia de Ashley para eliminar los lazos esponsales se
levantó anoche a medianoche. Diez minutos después, Star se fue.

—Vamos. Esta es la mujer que amas, ¿te parece algo que ella haría?
Incluso si ya no te amara, ¿no crees que vendría y hablaría contigo?

—Y sin embargo, aquí estamos —dijo Wolf.

—Así que si puedes dejar de lado tu ego herido por un segundo,


pensemos por qué ella haría eso.

Wolf fulminó a Lynx con la mirada y luego volvió a mirar la lista de


Star, recordando la noche anterior. Casi había entrado en pánico,
desesperada por que él supiera cuánto lo amaba. De repente recordó
algo.

—Tenía miedo de que la fuerza de su magia hiciera que me enamorara


de ella sin querer. Dijo que no quería que pensara que me había engañado
para que la amara y que la odiara por eso.

—Bueno, eso suena mucho más probable que ella huya porque ya no te
ama. Te ha visto cuando te enfadas y no quiere que esa ira se vuelva
contra ella.

—Ella no tiene miedo de mí. Tiene miedo de verme y no ver más mi


amor por ella.
—O eso —dijo Lynx—. Su magia es una energía tan desconocida, nadie
sabe realmente lo que ella puede o no puede hacer. Entiendo que le asuste
y sobre todo el impacto que puede tener en los demás.

Wolf asintió.

—Se enfadó mucho al descubrir que había estado haciendo pasteles


mágicos durante todos estos años, influyendo en la gente con su magia y
sin ningún control real sobre ella. Usó su magia para el bien pero podría
haber salido muy mal, como cuando casi mata a Cleo Walsh.

—¿Cómo lo hizo?

—Vertiendo odio en su pastel.

—Dioses —murmuró Lynx.

—Y ahora tiene miedo de haberme influenciado para su propio


beneficio.

Pero, ¿por qué iba a pensar eso?

Lynx pareció incómodo por un momento.

—¿Le dijiste algo? ¿Lo hizo alguien más?

—Ayer estuvo hablando mucho rato con Zofia en la cocina, en la


celebración del solsticio. Cuando salió parecía destrozada.

Wolf maldijo. Esto tenía las marcas de la interferencia de su abuela por


todas partes.

—Necesito hablar con ella.


—No seas duro con ella, estoy seguro de que actuaba en tu mejor
interés.

—Si me ha hecho perder a la mujer que amo, será ella quien vea mi ira.
—Salió furioso de la casa.

De camino a ver a Zofia, Wolf pasó a ver a Ashley para preguntarle por
los esponsales. Llamó a la puerta y ella abrió con una gran sonrisa en la
cara.

—Hey Wolf, ¿estás bien?

—En realidad no, ¿puedo entrar?

—Por supuesto.

Ella dio un paso atrás para dejarle pasar y él entró en el salón.

—¿Conseguiste quitar los lazos esponsales anoche?

—Oh, me olvidé completamente de eso —dijo Ashley.

—¿Olvidaste quitar los lazos? —Dijo Wolf, incrédulo. Después de todo


el trabajo que habían hecho con los rituales de limpieza y ella no había
hecho la parte más importante. No es que importara, sabía que sus
sentimientos por Star eran reales, pero ¿cómo podía demostrárselo si los
lazos esponsales seguían ahí?

—Oh no, los he quitado. Pensé que tendría que hacerlo en el solsticio de
invierno, pero parece que no. Lo hice justo después de que vinieras a
verme para pedirme que los quitara. No me llevó mucho tiempo. Fue
mucho más fácil de lo que pensaba. Sólo me llevó unos diez minutos.

—Eso fue hace tres días.

—Bueno, sí.

—¿Por qué no nos lo dijiste?

—Oh, con todo eso de Jessica encendiendo el fuego en la ceremonia de


la guirnalda y todo el drama con la nieve en la ceremonia de decoración
del árbol, se me olvidó por completo decírtelo. Y entonces los vi tan
enamorados y pensé que no importaba. Te dije que los lazos de su
atracción eran mucho más fuertes que los esponsales y ahora lo son aún
más. Ya lo veo.

—Pero hicimos todos esos rituales de limpieza.

—Y estoy segura de que tomar un baño con la mujer que amabas fue
una dificultad para ti. Los rituales de limpieza no habrían eliminado el
amor que sentían el uno por el otro. Nada puede hacer eso. Sólo habrían
eliminado la magia no deseada.

—Así que estos últimos días, estos sentimientos que hemos tenido el
uno por el otro, ¿eran reales? ¿No había magia de por medio?

—No, en absoluto. Se aman y eso brilla más que cualquier magia.

Wolf suspiró.

—¿Qué pasa? ¿No es esto lo que quieres?

—Star cree que el poder y la fuerza de su magia han hecho que me


enamore de ella. Anoche se escapó.
A Ashley se le transformó la cara.

—¿Se fue?

Wolf asintió.

—No sé cómo puedo demostrarle que es real. Me dijo que si seguía


amándola después de que se levantaran los esponsales a medianoche,
viniera a buscarla, pero no sé si es suficiente. Tiene que confiar en mi
amor, confiar en nosotros, y no sé si podrá hacerlo.

—Bueno, ahora me siento mal de que estuvieran dudando del amor que
se tenían todo este tiempo porque pensabas que los lazos esponsales
seguían ahí. Pensé que habrías sabido que era real.

—Yo sí. Pensé que ella también, pero entonces Zofia le dijo algo y le hizo
dudar de todo. Se le metió en la cabeza la idea de que su magia de bruja del
tiempo podía cambiar mi forma de sentir. Estoy furioso con Zofia, pero
estoy furioso con Star por dudar de lo que tenemos, por haber huido sin
hablarlo antes conmigo.

—Star estaba tratando de protegerte de ella. Creo que decirle que la


amas será suficiente. Estoy segura de que te está esperando—

Wolf asintió.

—Ni siquiera sé dónde está. Supongo que habrá vuelto a Londres.

Ashley sonrió.

—El amor es algo poderoso. Estoy segura de que si escuchas a tu


corazón, sabrás exactamente dónde encontrarla.
Wolf estuvo a punto de poner los ojos en blanco ante el ambiguo
mensaje de esperanza, pero de repente supo exactamente dónde estaba
Star. Incluso le había dicho, cuando estaban juntos en La Perla, que si
alguna vez tenía problemas, saber que estaba allí como refugio seguro
sería un gran consuelo. Él le había dicho entonces que siempre podía
acudir a él si tenía problemas, pero ¿qué esperaba si se había pasado los
últimos días haciendo rituales de limpieza para eliminar su amor? ¿Cómo
podía confiar en eso cuando él parecía tan dispuesto a deshacerse de él?

—Tengo que irme.

Se apresuró a salir de la casa e inmediatamente vio a Zofia corriendo


hacia él.

—Wolf, he cometido un terrible error, lo siento mucho.

—¿Qué demonios has hecho?

—Mi magia, mis premoniciones del futuro, todo se estropeó cuando


llegó Star. Ya no podía ver nada con claridad y pensé que si su magia
podía causar eso inadvertidamente, quizá también te había hecho pensar
que estabas enamorado de ella.

—Lo has arruinado todo. Ella es lo mejor que me ha pasado y tú me lo


has quitado.

—Lo siento. Nunca he estado enamorada. Tu abuelo era un amigo, con


Jan era puramente sexo. Nunca tuve lo que tú y Star tuvieron. Verte
enamorarte de ella tan rápido, y tan fuerte, me preocupó. Ella también
temía por ti.

—Después de que le metieras esas malditas ideas estúpidas en la cabeza.


—No, antes de eso. Tuvo una premonición.

—Lo sé. Me vio con una mujer pelirroja haciendo un maldito


sandwich. No me digas que huyó por eso.

—Desde que se fue puedo ver con más claridad. Puedo ver lo que Star
vio. Su premonición era sobre un niño.

La miró atónito.

—¿Qué?

—Te vio a ti y a tu hija jugando juntos y estabas tan feliz.

Wolf se sintió como si acabara de ser atropellado por un autobús.

—Tu hija tiene un precioso cabello rojo, igual que la mujer pelirroja
que también vio. Mujer pelirroja, niña pelirroja, era fácil suponer que la
niña era tuya y de la otra mujer. Star quería dejarte ir para que pudieras
tener ese futuro. Y sí, gracias a mí, pensó que su magia podría haberte
influido para que la amaras y se marchó para que no te dejaras influir más
por ella, pero ya le preocupaba que quedarte contigo te impidiera tener
ese futuro. Acabo de poner el clavo en el ataúd y no sabes cuánto lo siento.

El corazón le retumbaba en el pecho, la cabeza le daba vueltas.

—Yo... nosotros... Star y yo, ¿tenemos una hija juntos?

—Le dije a Star que podía ver dos futuros posibles para ti, uno en el que
fueras locamente feliz y otro en el que te sintieras miserable el resto de tu
vida. Ahora mismo, eso sigue en pie. Si puedes persuadir a Star de que su
futuro es juntos, su hija nacerá antes de la próxima vuelta de la Rueda del
Año.
—¿Nacerá dentro de un año?

—Sí.

—Tengo que irme.

Wolf se dio la vuelta para correr hacia su casa y luego se detuvo.

Conjurando un rápido amuleto de invisibilidad, voló por los aires.


Capítulo veintiséis

Star estaba en la ventana de La Perla mirando el mar y la nieve, las olas


rompiendo contra las rocas reflejaban su estado de ánimo.

Se había pasado toda la noche llorando. Si ya le había parecido mal que


se cerraran las puertas de su vida como pastelera famosa, aún le parecía
peor que se cerrara la puerta de su relación con Wolf.

Esperaba que apareciera y le dijera que aún la amaba, pero como ya era
media mañana, tuvo que aceptar que no vendría. Ella lo había liberado y
ahora él ya no la quería.

Se sentía rota.

Recorrió las diferentes salas y toda la felicidad, el amor y la alegría que


había sentido en su anterior visita habían desaparecido y no entendía por
qué. Había sentido la presencia de los niños y eso también había
desaparecido. Ahora la casa estaba llena de tristeza, amargura y rabia, y
eso no tenía sentido, a menos que los sentimientos de la casa fueran
representativos del estado de ánimo de sus habitantes. Pero eso no
explicaba por qué había sentido niños aquí y ahora no podía.

Entró en la cocina con la esperanza de volver a ver su premonición y


saber que había hecho lo correcto. Si Wolf seguía siendo feliz, este dolor
valdría la pena, pero no había nada.
De repente se le ocurrió una idea. ¿Había sido ella la causa? ¿Y si la
presencia de los niños que había sentido no eran ecos del pasado, sino del
futuro? ¿Haber huido le había arrebatado ese futuro? ¿Había sido ella su
futuro y ahora lo había arruinado marchándose? ¿Había visto realmente
a su hija corriendo por aquí y ahora ya no existía?

El dolor en el pecho fue instantáneo y brutal, y se hizo un ovillo. No


podía respirar al pensar que había perdido a su hija, ese futuro brillante y
hermoso, y que lo había destruido porque no había confiado en que el
amor de Wolf fuera real. Gimió entre las manos. ¿Qué había hecho?
Estuvo arrodillada así demasiado tiempo, preguntándose si podría
cambiar las cosas si volvía o si el daño que le había causado a Wolf era
demasiado para que él la aceptara de nuevo.

Pero, de repente, fue como si se hubiera encendido un interruptor y


sintió que la felicidad y el amor inundaban de nuevo la casa. Levantó la
cabeza confundida y la casa se llenó de premoniciones, ecos de su futuro:
Wolf dando el biberón a su hijo, su hija dando sus primeros pasos, su hijo
flotando hasta uno de los armarios para tomar un tentempié, sus hijos
teniendo una pelea de agua, disparándose agua de las manos, y Wolf y ella
allí para presenciarlo todo. Ella se levantó cuando los ecos se desvanecían
y desaparecían, pero aún podía oír la felicidad y la risa resonando en sus
oídos. No pudo evitar sonreír. Su futuro había cambiado y de repente
supo por qué.

Wolf venía por ella.

Salió corriendo esperando ver su auto bajando por la carretera en


dirección a la casa, pero la carretera estaba vacía. De repente, él aterrizó
con fuerza en el suelo delante de ella, lanzando una nube de nieve al aire,
pero antes de que los copos se hubieran asentado, ella corrió hacia delante
y él la estrechó entre sus brazos y la besó con fuerza.

Sintió que las lágrimas le caían por las mejillas.

—Lo siento mucho —murmuró contra sus labios, aunque él la besaba


con tanta pasión que apenas podía pronunciar palabra—. Soy una idiota.

Sin apartar la boca de la suya, la cogió en brazos y la llevó a la casa.

—Tengo que decir que esperaba tener que persuadirte mucho más para
que vinieras a casa conmigo. Tenía planeado un gran discurso para
convencerte de mi amor.

—No necesito oírlo. Sé que me amas. Arriesgué todo cuando me fui. Fui
una tonta.

La sentó en el sofá y se posó frente a ella en la mesita, tomándole las


manos.

—No, no lo hacías. Intentabas proteger mi futuro. Viste a mi hija y a


una mujer pelirroja y pensaste que sólo podría tener esa vida sin ti. No
tengo ni idea de quién es la mujer, pero la niña es nuestra, no mía.

—Ahora lo sé, la vi, nos vi a todos, una familia. Pero te amo tanto que
no podía soportar la idea de que te perdieras ese futuro feliz con tu hija.
Tenía tanto miedo de haber usado mi influencia para que me amaras.
Como señaló Zofia, llevaba años utilizando mi influencia cuando hacía
mis pasteles, cambiando el estado de ánimo de la gente para que se
enfrentaran a sus miedos o superaran un corazón roto. ¿Y si hubiera
influido en ti sin querer? Así que anoche usé mi magia para intentar
liberarte, para darte claridad mental, para ayudarte a buscar las cosas que
te hacen realmente feliz.
—Y aquí estoy, más seguro que nunca de que eres mi futuro y de que te
amo con todo mi corazón.

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

—Debería haber hablado contigo, contarte lo de tu hija.

—Nuestra hija y yo deseamos que lo hubieras hecho, pero creo que


Zofia tenía razón, aunque nunca se lo diré. La única forma de que
supieras que te quiero de verdad era marcharme, dejarme ese espacio
lejos de ti para conocer mi propia mente. Ojalá me hubieras contado el
plan.

—Lo siento, nunca quise hacerte daño. ¿Pero me habrías dejado ir si te


lo hubiera dicho?

Sonrió.

—Probablemente no. No te culpo por nada de esto. ¿Cómo podía


esperar que confiaras realmente en mi amor cuando me había empeñado
tanto en eliminar los lazos desde el principio? No es el comienzo más
romántico de una relación. En parte era para protegerte, pero en parte
era para protegerme a mí mismo. Quedé devastado cuando te dije que te
amaba de niño y nunca regresaste. Sé que no fue culpa tuya, pero una
gran parte de mí tenía miedo de volver a arriesgar mi corazón. Pero
volviste a irrumpir en mi vida de todas las mejores maneras y, por mucho
que intenté luchar contra ello, mi corazón fue tuyo casi desde el segundo
en que llegaste aquí.

Ella se inclinó hacia delante para besarlo y luego, con la boca en la suya,
él se incorporó a medias y luchó por quitarse el abrigo antes de
arrodillarse en el sofá y hacerla rodar hacia atrás para que quedara debajo
de él.

—Espera, no podemos hacer el amor en el sofá de Beth.

—Es nuestro sofá, lo compré esta mañana.

—¿Compraste su sofá?

—Compré toda la casa.

Dejó escapar una burbuja de risa.

—Bueno, supongo que sí.

Le quitó el jersey y la camiseta de un tirón y le pasó las manos por el


pecho.

—No puedo creer que lo hayas comprado.

Le bajó la cremallera de los vaqueros y se los quitó sin miramientos,


obviamente tenía un poco de prisa.

—Me dijiste que lo hiciera.

—Sí, pero tú eras todo, “Mis responsabilidades son con el pueblo y...”

Se inclinó sobre ella, mirándola directamente a los ojos.

—Mis responsabilidades son contigo. Mi prioridad eres tú. Siempre lo


será. Y nuestra hija. —Inclinó la cabeza y le besó el vientre.

—No creo que esté allí todavía.

—Podría ser. Zofia dijo que llega dentro de un año.


Star se rió y luego la risa murió en su garganta cuando vio que Wolf
hablaba en serio.

—¿Un año?

Estudió su rostro.

—Podemos tomar más precauciones, tratar de hacerlo retroceder


pero…

—No, ya he jugado con el destino una vez, no me arriesgaré a perderla


de nuevo. Llegará cuando esté lista y tendremos que aprovechar nuestro
tiempo juntos hasta que llegue.

—De acuerdo.

Le quitó el jersey y la camisa, le quitó rápidamente el sujetador y las


bragas y la besó con fuerza. Ella le deslizó las manos por la espalda y luego
por la cintura, le bajó la cremallera de los vaqueros y se los quitó junto
con los calzoncillos.

Volvió a sentarse para zafarse de ellos.

—¿Por qué compraste la casa? ¿Pensaste que sería una especie de choza
sexual para que tú y yo nos escabulléramos del pueblo y tuviéramos sexo
desenfrenado y caliente? Porque me gusta cómo suena eso.

—En parte. Dijiste que era feliz aquí y no se me ocurre nada que me
haga más feliz que pasar tiempo contigo aquí. Quería tiempo para
conocerte bien. El pueblo ha sido todo mi mundo durante demasiado
tiempo. Pero ahora tú formas parte de mi mundo y quiero alejarme de él
para explorar este nuevo mundo contigo. Pero también para tener un
lugar para mí. Necesito tiempo para mí, un lugar donde pueda ser yo y no
el alcalde, y descubrir cómo es eso.

Se rió.

—Te has comprado un piso de soltero. Oh, vas a estar tan


decepcionado.

Él se inclinó sobre ella, deslizando la mano por su pierna, y ella jadeó


cuando la tocó en el punto exacto que la debilitaba.

—¿Cómo podría estar decepcionado con esto?

Ella se quedó sin palabras mientras él la enloquecía de placer. Mientras


ella intentaba recuperar el aliento, él le rodeó las caderas con las piernas y
la penetró con cuidado.

—¿Vendrás a casa conmigo después de esto?

Ella negó con la cabeza.

Él frunció el ceño y abrió la boca para protestar, pero ella le agarró la


cara y le pasó el pulgar por los labios.

—Te amo tanto. Estés donde estés, yo también estaré allí. Puede que
vivamos en el pueblo porque allí está tu trabajo y mis amigos, pero esta
siempre será nuestra casa. Deja que te enseñe lo que vi antes de que
llegaras.

Se aferró al amuleto y pensó en las premoniciones que había visto,


proyectándolas en la pared para que Wolf las viera. Él contempló la vida
que tenían ante ellos, una vida llena de amor y risas, vio a sus hijos jugar y
una gran sonrisa se dibujó en su rostro.
Él volvió a mirarla y ella dejó que las premoniciones se desvanecieran.

—¿Cómo podría decepcionarme con eso?

—En esa vida no hay tiempo para la contemplación y la reflexión.

—Pero es una vida llena de felicidad.

Ella sonrió y le besó y él empezó a moverse contra ella, llevándola más


arriba. Se apartó para mirarla fijamente y esta vez, cuando la luz estalló
de ella, ya no era una jaula lo que los rodeaba, sino un haz de calor que
llenaba cada centímetro de cada habitación.
Capítulo veintisiete

Star caminó de la mano de Wolf hasta el ayuntamiento para ver qué


destino le había deparado el pueblo. Era curioso que ser expulsada de la
aldea hubiera sido lo más preocupante unos días antes, pero habían
pasado tantas cosas desde entonces. Ahora, conociendo su futuro con
Wolf, ya no le importaba demasiado el resultado. Le entristecería dejar la
aldea cuando era un lugar tan maravilloso y mágico. Sabía que podría
aprender mucho de los aldeanos si la dejaban quedarse y había hecho
algunos amigos encantadores, pero sabía que seguiría en contacto con
ellos si se marchaba. Tenía una vida muy feliz por delante, con o sin el
pueblo, así que salía ganando de cualquier manera.

Mucha gente se reunía fuera para oír el resultado y Star sonrió al ver
que el club de pociones había acudido, todos le dedicaban sonrisas de
ánimo al pasar.

Lizzie y Esther estaban allí y Star no pudo evitar preguntarse si estaban


aquí para asegurarse de que iba.

Maggie les esperaba en la escalinata con las dos cajas precintadas


delante. Wolf ya había advertido a Star de que había que hacerlo
formalmente.

Wolf indicó a Maggie con la cabeza que estaban listos para continuar y
rodeó a Star con el brazo.
Besándole la frente, le susurró al oído—: Donde tú vayas, yo voy.

Sonrió. No quería apartarlo de su trabajo, pero admiraba sus


principios. También sabía que tenía su dimisión formal en el bolsillo, lo
que no presagiaba nada bueno.

Maggie se aclaró la garganta.

—Como un descendiente de uno de los fundadores de la aldea exigió


una votación, según las reglas de la aldea, se ha hecho. Tenías cuarenta y
ocho horas para emitir tu voto y todos los votos son definitivos y no se
pueden deshacer. O votabas “ Sí” si querías que Star Brightheart se fuera
o “No” si querías que se quedara.

Desbloqueó ambas cajas y retiró ceremoniosamente las tapas, lista para


el recuento.

—Oh, vaya. Nunca habíamos tenido eso antes. —Se aclaró la garganta,
recordando claramente la pompa y la ceremonia—. La votación es
unánime. Todos han votado que Star puede quedarse.

A Star le dio un vuelco el corazón.

—¿Puedo quedarme?

—¿Estás segura? —dijo Wolf, claramente tan sorprendido por el


resultado como ella.

Maggie asintió y dio la vuelta a las cajas. La casilla “Sí” para que Star se
marchara estaba completamente vacía, mientras que en la otra había
cientos de trozos de papel.

La pequeña multitud vitoreó y algunos de ellos emprendieron el


camino de vuelta a casa, ya que el espectáculo había terminado.
Star encontró a Lizzie y Esther entre los rezagados.

—¿Han votado para que me quede?

—Esther me recordó que yo misma provoqué bastantes incendios


cuando era pequeña y estaba aprendiendo magia. No sería justo juzgarte
por tus errores —dijo Lizzie.

—Gracias. Significa mucho que pueda quedarme. Sé que aprenderé


mucho más estando aquí.

Asintieron y se alejaron. Ashley y los miembros del club de pociones se


acercaron a darle un abrazo y también Lynx. Luego Zofia se acercó a
abrazarla.

—Bienvenida a la familia, querida —Zofia la agarró por los hombros—.


Siento lo que dije. Sé que estuve a punto de arruinarlo todo. Pero
perteneces aquí y perteneces con Wolf, ahora puedo verlo.

—Sólo hacías lo que creías que era mejor —dijo Star—. Y sinceramente
creo que necesitábamos hacerlo para que nunca más hubiera dudas.

Zofia sonrió y se dio la vuelta.

—Zofia —llamó Star tras ella—. Tengo que preguntarte. ¿Quién es la


mujer pelirroja que vi?

Zofia sonrió.

—Bueno, esa es una historia que espera ser contada. Pero ella no tiene
nada que ver con su relación.

Se marchó y Star se volvió hacia Wolf confundida.

—¿Qué significa eso?


—Significa que nuestro 'felices para siempre' está grabado en piedra y
que nada ni nadie lo cambiará.
Epílogo

Un año después

Star puso sus troncos de Navidad de chocolate con un toque de felicidad


en una lata y los añadió a la caja de cake pops de sol que tanto éxito habían
tenido el año anterior. Este año, para celebrar el solsticio de invierno,
también preparó un pastel de chocolate negro con luz de luna y plata
espolvoreado por encima.

Los pasteles de luz de luna, polvo de estrellas y sol se habían hecho muy
populares entre sus nuevos seguidores. Había creado una nueva página de
Instagram llamada “Witchy Cakes and Bakes” y había hecho fotos de
sus deliciosos pasteles junto a un caldero burbujeante o una escoba de
bruja, o incluso con algunas telarañas y arañas para darle un toque más
espeluznante, y a la gente le había encantado. Pero eran las fotos de sus
pasteles con Mulberry -y a veces con Viktor, si conseguía que se quedara
quieto el tiempo suficiente- las que más éxito tenían. Seguía haciendo
pasteles para la ansiedad o para un corazón roto, o para lo que sus clientes
necesitaran, pero era muy clara sobre la magia añadida y, lo creyeran
o no, la gente seguía deseando comprarlos.

La vieja historia de su “ataque” a Cleo Walsh se había marchitado y


muerto a las pocas semanas del solsticio de invierno del año pasado, sobre
todo porque Star ya no estaba a la vista del público ni se la podía
encontrar. Unos meses más tarde, cuando Star puso en marcha Witchy
Cakes and Bakes, nadie recordaba lo que había ocurrido ni quién era,
aunque siempre se cuidaba de no compartir su rostro ni su nombre en las
redes sociales, por si acaso.

Se dio la vuelta para ver a su hermoso marido mirándola, se inclinó


hacia él y lo besó.

Se había casado con Wolf en el equinoccio de primavera, tal y como


Zofia había previsto en un principio, no para cumplir ninguna profecía,
sino simplemente porque no parecía tener sentido esperar. Ambos sabían
que lo que tenían era para siempre y, como las estaciones habían vuelto a
la normalidad, el equinoccio parecía un buen momento para hacerlo. No
se habían casado en el pueblo, como Zofia había previsto en un principio,
porque la madre adoptiva de Star no habría podido asistir, así que se
habían casado en los jardines de La Perla. Y aunque su madre sabía de
brujas y magia, todas las brujas invitadas habían recibido instrucciones
de comportarse lo mejor posible y no hacer magia delante de los no
mágicos. Tig también había asistido, pero aún no sabía nada de la magia
de Star y estaba más decepcionada por el hecho de que todo el mundo
fuera completamente vestido que por otra cosa.

—Eres increíble, lo sabes, ¿verdad? —dijo Wolf, entre sus besos.

—¿Por qué?

—Porque diste a luz hace un mes y has estado aquí haciendo pasteles
toda la mañana.

—Pero tuve magia para ayudarme —dijo Star. Agitó los dedos y un
poco de magia dorada parpadeó en la punta de sus dedos. Wolf había
insistido en que él también ayudara, pero sus habilidades reposteras no
eran su punto fuerte y no tenía ni idea de cómo añadir cosas como
felicidad o éxito a su creación.

Además, era feliz haciéndolo. Wolf tenía razón, hacer pasteles había
sido una parte importante de su vida durante mucho tiempo y disfrutaba
con ello, así que se alegraba de haber encontrado una forma de seguir
haciéndolo. Incluso tenía una pastelería en la calle Stardust que se había
hecho muy popular entre los habitantes del pueblo y sus visitantes.

Se inclinó para besar a Blaze, acurrucada en la manta que llevaba Wolf.


Blaze roncaba suavemente y no se daba cuenta de lo que pasaba a su
alrededor. De hecho, hoy era su fecha de parto, pero estaba muy
emocionada por venir al mundo y los sorprendió a los dos adelantándose
cuatro semanas mientras pasaban uno de sus muchos fines de semana en
La Perla. Había llegado al amanecer, con ellos dos solos allí, lo que resultó
ser una buena cosa, ya que estaba literalmente resplandeciente cuando
salió, con su magia brillando en un resplandor de gloria. Cualquier
médico que no fuera especialista en magia se habría asustado si lo hubiera
visto. Blaze era perfecta en todos los sentidos, ya era curiosa e inquisitiva
sobre el mundo, ya hacía volar sus juguetes por encima de su cabeza
mientras estaba tumbada en su cuna. A menudo, Star se quedaba
despierta observándola, asombrada de lo perfecta y hermosa que era con
su cabeza de rizos rojos y brillantes.

Habían pasado la mayor parte del tiempo en La Perla desde que ella
nació, mientras Wolf se tomaba un merecido permiso de paternidad.
Habían vuelto a Midnight unos días antes para disfrutar de las
festividades del solsticio.
—Bien, será mejor que nos vayamos antes de que Ezra se enfade porque
llegamos tarde —dijo Wolf.

—Está haciendo un trabajo maravilloso como teniente de alcalde. Es


muy organizado y eficiente, y si a veces se estresa un poco cuando las
cosas no salen exactamente según lo planeado, al menos consigue
hacerlas. Y se preocupa de verdad por hacer un buen trabajo.

—Lo hace. Hace que tomarse un tiempo libre o un fin de semana libre
aquí y allá sea mucho más fácil sabiendo que tengo a Ezra aquí para
manejar las cosas.

—Probablemente no estaría de más decírselo de vez en cuando.

Wolf gruñó.

—Supongo.

Star sonrió y sacudió la cabeza. Desde que supieron que Blaze estaba en
camino, Wolf había estado entrenando a Ezra para que lo sustituyera y,
por mucho que Wolf necesitara a alguien que se ocupara de él cuando
ellos no estaban, sabía que le resultaba difícil ceder el control de la aldea
cuando había estado al mando durante tanto tiempo.

Puso un gorro sobre la cabeza de Blaze.

—¿Va a estar lo suficientemente caliente ahí fuera? Hace suficiente


frío para nevar.

—Tendré pensamientos cálidos durante toda la procesión. —Star


sonrió, sabiendo que su hija estaría calentita en ese caso.

Viktor saltó a la encimera junto a las latas de pasteles. Aunque su casa


siempre había sido Aurora Cottage y Star vivía ahora con Wolf en su
casa, Viktor había empezado a pasar mucho más tiempo con ella aquí
que con la nueva mujer que ahora vivía allí. Star no sabía si sentirse
honrada por ello, ya que siempre que estaba cerca de ella seguía
mostrando un aire de desilusión y desdén, pero parecía que sentía
debilidad por ella.

—No puedes tenerlos —dijo Star—. Son para la fiesta del solsticio de
Zofia.

—¿Por qué nunca me invitan a estas reuniones? —dijo Viktor,


manoseando una de las latas con la esperanza de poder abrir la tapa.

—No te gustan las fiestas... ni la gente. Seguro que no es lo tuyo —dijo


Wolf.

—Pero estoy seguro de que serías bienvenido —dijo Star—. Siempre y


cuando no te sientes allí toda la tarde con la cara en los pasteles.

—Entonces no tiene sentido ir si no se me permite comer pastel. —


Viktor se dio la vuelta de espaldas a ellos.

—Te hice esto —dijo Star, abriendo una cajita y empujándola hacia él.

Viktor se dio la vuelta y miró la caja con desconfianza. Olfateó el aire y


se le iluminaron los ojos.

—¿Mora y flor de saúco?

—Sólo para ti —dijo Star.

Viktor le plantó la cara al pastel y se oyeron ruidos de placer cuando se


lo zampó. Ella lo tomaría como un agradecimiento.

—Bien, vamos —dijo Star.


Salieron y empezaron a caminar, tomados de la mano, hacia el prado
del pueblo. La escarcha centelleaba en el suelo y en los árboles, y las luces
brillaban en las ventanas a su paso. Incluso se percibía en el aire el aroma
de las manzanas de caramelo, las naranjas, la canela y las castañas, y Star
se preguntó si Ezra habría dispuesto que aquel aroma de la calle Stardust
se esparciera por todo el pueblo. Pequeños orbes de luz flotaban sobre las
calles, guiando el camino hacia el prado.

—Mi vida ha cambiado mucho en el último año —dijo Star—. He


descubierto la maravilla de la magia, he conocido a gente increíble, he
montado un negocio de pasteles de éxito, me he enamorado, me he casado
y he tenido una hija. Ha sido el mejor y más feliz año de mi vida.

—Para mí también —dijo Wolf, besando su mano—. La vida ha sido


perfecta. Lo único que podría hacerla más perfecta es que nevara en el
primer solsticio de invierno de Blaze.

Star se rió.

Se acercaron a la zona del prado y algunas personas que aún no


conocían a Blaze mostraron una evidente curiosidad y miraron en su
dirección.

Ezra los vio y se acercó corriendo a hablar con ellos.

—Wolf, ¿estás seguro de que no quieres encabezar la procesión de la


luz? No me parece bien que precisamente hoy sea yo quien se dirija al
pueblo. La gente podría pensar que me estoy pasando de la raya.

—Creo que debes ser tú quien se dirija al pueblo —dijo Wolf—. Tienen
que saber que, a pesar de que he vuelto, sigo de baja por paternidad y que
tú estás al mando. Tiene sentido que la persona más importante del
pueblo inicie la procesión y ahora mismo ese eres tú. Además, hoy tengo
que ayudar a Blaze con su parte en la procesión de la luz.

—Sí, por supuesto, pero Star siempre puede llevar a Blaze o tú puedes
llevarla después de hacer tu discurso.

—Ezra, estás haciendo un gran trabajo. Te has convertido en alguien en


quien puedo confiar y sé que los aldeanos piensan lo mismo. Pueden
confiar en ti y estoy seguro de que hoy agradecerán que les dirijas la
palabra.

Ezra se quedó mirándolo, asombrado.

Star sonrió y asintió.

—Saber que estás aquí, cuidando de las cosas, ha significado que


realmente hemos podido relajarnos después de que Blaze naciera. Y Wolf
no dejaría a nadie a cargo.

—No, claro que no —dijo Ezra, claramente aún aturdido por recibir un
cumplido.

—Nos vemos allí arriba —dijo Wolf y comenzó a caminar hacia el prado
de nuevo, dejando a Ezra mirando tras ellos como un conejo en los faros.

—Ves, apuesto a que te has sentido bien —dijo Star.

Wolf sonrió.

—Sí, así fue.

Se unieron a la multitud alrededor del prado y encontraron a Lynx que


les dio un abrazo a ambos. Como si sintiera que había llegado su
momento importante, Blaze se despertó de repente, mirando a su
alrededor con curiosidad.

Ezra salió al prado y miró a su alrededor mientras los últimos


rezagados se unían a la multitud.

—Gente de Midnight —dijo Ezra—. Bienvenidos a nuestra procesión de


luz. Me gustaría desearles a todos un feliz solsticio y un alegre Yule.

Los aldeanos desearon a todos a su alrededor un feliz solsticio.

—El miembro más nuevo de nuestra aldea, la encantadora Blaze,


caminará ahora hacia el roble, con un poco de ayuda de su padre, para ser
recibida por el miembro de la aldea que lleva más tiempo aquí, Zofia
Oakwood. Zofia encenderá la vela que lleva Blaze y le dará la bienvenida
oficial a la aldea.

Ezra hizo un gesto a Wolf para que se acercara. Obviamente, Blaze era
demasiado joven para llevar una corona de acebo de verdad, así que Ezra
había tenido la amabilidad de hacerle una de lana. Quién iba a decir que
tejer también formaba parte del repertorio de Ezra. Se la colocó
suavemente sobre la cabeza y le entregó a Wolf la vela de Navidad.

Empezó a subir por la calle y Star vio cómo la gente iluminaba el


camino con orbes en las manos, igual que habían hecho cuando ella
había participado en la procesión de la luz el año anterior.

Wolf llegó hasta su abuela y Star vio cómo Zofia se inclinaba y le daba
un beso en la mejilla a Blaze antes de encender la vela.

Pero Blaze quería participar en el acto y, cuando la vela se encendió,


emitió un resplandor más fuerte que el de los demás orbes de luz.
Star se rió, al igual que los demás aldeanos.

Wolf y Zofia empezaron a caminar calle abajo hacia el prado y todos los
siguieron.

Star miró al cielo y cerró los ojos un momento. Cuando los abrió, de
las nubes caían copos gordos de nieve brillante. Todos aplaudieron y
vitorearon, y Star no pudo evitar sonreír por lo que había hecho.

Wolf se reunió con ella, con una gran sonrisa en la cara mientras
inclinaba la cabeza y la besaba.

—Feliz solsticio.

—Creo que este podría ser el más feliz.

Fin
Agradecimientos

A mis padres, a mi madre, mi mayor admiradora, que lee cada palabra


que escribo cien veces y le encanta cada una de ellas, y a mi padre, por su
apoyo, amor, ánimo y entusiasmo infinito por mis historias y por cocinar
un filete de celebración cada día de publicación.

Para mi gemela, la preciosa Aven Ellis, por ser mi amiga maravillosa,


por tu apoyo infinito, por animarme, por leer mis historias y decirme qué
funciona y qué no, y por entretenerme con historias maravillosas. Te
quiero mucho.

A mis encantadoras amigas Julie, Natalie, Jac, Verity y Jodie, gracias


por todo su apoyo.

Al contingente de Devon, Paw and Order, Belinda, Lisa, Phil, Bodie,


Kodi y Skipper. Gracias por entretenerme y por estar siempre ahí.

A todos los del Bookcamp, que son un grupo estupendo y fabuloso,


gracias por su maravilloso apoyo en esta aventura.

Gracias a mis fabulosas editoras, Celine Kelly y Rhian McKay.

A todos los maravillosos blogueros por vuestros tweets, retweets, posts


en Facebook, incansables promociones, apoyo, ánimo y entusiasmo sin
fin. Sois increíbles y no podría hacer este viaje sin ustedes.
Gracias a Kerry Murphy por toda la ayuda brujil y los consejos sobre el
solsticio de invierno.

A todos los que han leído mi libro y se han tomado la molestia de


decirme que les ha gustado o de escribir una reseña, muchísimas gracias.

Gracias, los quiero a todos.


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