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ALEX JANE
TODO LO QUE REMI HARKER QUIERE ES UN NUEVO COMIENZO.
Bueno, tal vez eso es lo que se dice a sí mismo cuando llega a su bonita
nueva casa, en el bonito vecindario, en un pueblo donde nadie sabe su
nombre.
Está rodeado de vecinos amistosos y una valla blanca. La fea alfombra
rosa podría llevarlo a la locura, y no puede dejar de preguntarse dónde murió
la anciana que vivió allí antes que él, pero es agradable.
TriggerWarnings/Enticements:
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Este libro es parte de DELICIAS CRIMINALES. Cada novela puede
leerse de manera independiente y contiene un romance oscuro M/M.
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EL DEMONIO DE AL LADO
1Es un tipo de roca sedimentaria compuesta de arcilla y caliza que se utiliza para abonar terrenos pobres
en calcio y para la fabricación de cementos.
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y levantó la cazuela.
Cate se veía tan complacida como un niño con zapatos nuevos y Paul
también lo hizo mientras colocaba una mano en la parte baja de su espalda,
diciendo: –Bueno, te dejamos. Pero no te olvides de mañana. Ven alrededor
de la una y media. Solo trae a ti mismo.
Remy asintió. – Lo haré. Y gracias de nuevo por la cena. – Sonrió
mientras se volvían y caminaban cuesta arriba hasta su lugar. Remy apiló la
cazuela encima de su caja antes de levantar ambos y llevarlos a la casa. Le
hubiera encantado haber escuchado lo que decían sobre él, las
especulaciones y las fantasías salvajes.
Tendría que aguantar ser conspicuo por un tiempo, lo sabía desde el
principio, pero la exposición aún lo inquietaba. Poder cerrar la puerta
principal y darle la espalda le hizo sentirse un poco mejor. Pero toda la
situación era una exhibición.
Dejando la caja junto a las escaleras, se llevó la cazuela a la cocina. Solo
le tomó un minuto buscar entre sus suministros de limpieza para encontrar
las bolsas de basura e incluso menos tiempo para convertir la cazuela en una.
Se sentía como un desperdicio, pero había aprendido la lección sobre aceptar
comida de extraños hace un tiempo. Y la intoxicación alimentaria era la
menor de sus preocupaciones. Lavó el plato y lo dejó secar en el escurridor.
Apoyándose en el mostrador, miró con tristeza la comida en la bolsa. Parecía
vómito y se preguntó por un segundo si la anciana que había muerto allí
había vomitado en la alfombra antes de estirar la pata. La visión de su piel
gris arrugada en un charco de ácido estomacal lo hizo necesitar algo de aire.
Se apartó de la encimera, dio unos pasos hasta la puerta trasera, giró la
llave que estaba en la cerradura y salió al porche trasero. Un techo ancho se
extendía desde la casa por encima de su cabeza, haciendo eco de la cubierta
bajo sus pies. Había un viejo asiento debajo de la ventana de la cocina y un
par de macetas viejas con plantas muertas dentro. Parecían demasiado
pesados para moverlas, lo que explicaba por qué las habían dejado atrás. La
hierba, que formaba el resto del jardín, parecía chamuscada y marrón en
parches. Se extendía ininterrumpidamente por los bordes de las flores hasta
que chocó contra un bajo muro de piedra. Más allá, la colina se elevaba,
empinada y cubierta de densas enredaderas verdes y detritos bajo los robles
y arces. El pequeño granero rojo a la derecha del jardín parecía recién
pintado y extrañamente nuevo en el jardín abandonado.
Remy suspiró y se reclinó contra el costado de la casa, frotándose la cara
con las manos. Quería que su cerebro dejara de zumbar por un maldito
segundo para poder recuperar el aliento, pero dondequiera que mirara se
encontraba agregando otra cosa a la lista de cosas por hacer. Quemar esas
cortinas podría ser un comienzo. Inmediatamente después de regar este
césped. Pero, de nuevo, le picaba la piel con el deseo de romper el resto de la
jodida alfombra rosa. Al menos las escaleras estaban vacías, pero luego pensó
que era allí donde había muerto la anciana, así que… Luego estaba todo el
desembalaje. Pero no podía comenzar con las cajas hasta que hubiera fregado
el lugar, reemplazado todos los asientos de los inodoros, cambiado las
cortinas de la ducha, tal vez repintado la cocina y cambiado las manijas de
las puertas. O tal vez debería preparar su oficina, sacar su computadora para
poder al menos ponerse al día con algo de trabajo.
Quería gritar, pero se conformó con cubrirse la cara con las manos y
respirar profundamente unas cuantas veces. Dentro dos, tres, cuatro. Fuera,
dos, tres, cuatro. Un ruido a su izquierda rompió su concentración y
lentamente bajó las manos para mirar.
- Lo siento. No era mi intención, ¿te acabas de mudar?
Remy apenas podía respirar. Recorrió con la mirada al hombre que
estaba en el patio de al lado, incapaz de detener la mirada intrusiva. El tipo
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Jonathan Harker es uno de los protagonistas de la novela de horror de 1897 Drácula de Bram Stoker. Su
viaje a Transilvania y posterior encuentro con el Conde Drácula y sus hijas en el Castillo Drácula constituyen
el dramático inicio de la novela y en la mayoría de las adaptaciones cinematográficas.
El centro de la habitación lucía una pila de cajas, un escritorio y un par
de archivadores que habían traído los chicos de mudanzas. Dejó la caja que
llevaba con las demás que había sacado del coche.
Cogió una de ellas y la colocó en el escritorio en el medio de la
habitación, tarareando un poco para sí mismo mientras abría la Leatherman
que guardaba en su bolsillo, y usó la navaja para cortar la cinta que mantenía
cerrada la caja. Apartando las tapas a un lado, miró hacia la ventana. No era
grande, pero sería lo suficientemente grande. Las cortinas de red tendrían
que irse, pero las dejaría por ahora.
Costó un poco sacar el estuche rígido de la caja de cartón. Había sido un
ajuste perfecto meter la cosa, pero valió la pena el esfuerzo de ocultarlo, dado
que parecía tan caro como realmente era. Dejando a un lado algunas cosas,
dejó el estuche y pasó las manos por la superficie texturizada antes de abrir
los pestillos. Una pequeña voz en el fondo de su mente seguía diciéndole: “No
tienes que hacer esto. Aún puedes retroceder.” Pero era muy silenciosa y
Remy ya casi no reconocía a quién pertenecía. Además, era difícil recordar el
consejo del Dr. Byrne:
“Cuando lo encuentres, no hay necesidad de apresurar las cosas. Si
está destinado a ser, si él realmente es el indicado para ti, te lo hará saber.
Solo mantén la cabeza. No habrá confusión”.
- No hay duda. – Remy dijo en voz alta, pasando sus manos sobre la
cámara acurrucada en la rígida ropa de cama de espuma, su selección de
lentes de largo alcance durmiendo junto a ella. Suspiró y les dio unas
palmaditas cariñosas. – Es hora de despertar, colegas.
Tardó unos minutos en instalar la cámara en su trípode, con la pesada
lente colgando de la parte delantera. No podía ver mucho a través del visor:
dos tercios del jardín, una pequeña parte de la cocina en el piso de abajo y
muy poco a través de las persianas del piso de arriba. – Es un comienzo. –
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Empezar lento era exactamente como Remy comenzaba casi todo. Tenía
una línea de tiempo, por supuesto. La planificación es fundamental. Una
meta sin un plan es simplemente un sueño, y un plan sin una línea de tiempo
es una receta para el desastre… o al menos había sido algo así la frase que se
le quedó grabada en la cabeza cuando era niño.
Sin embargo, parpadear despierto en el sofá no era lo ideal. Tenía la
cabeza un poco turbia por la media botella de vino que había decidido beber
la noche anterior cuando desempacó lo esencial y luego se quedó despierto
hasta las 3:00 a.m. refinando su plan de acción.
Se demoró en la ducha, agarró un batido – la licuadora ensordeció
cuando el sonido rebotó en las paredes de la cocina vacía – y se puso su ropa
de correr. Se aseguró de atarse los cordones y ajustar la correa de su reloj
deportivo en el escalón delantero. La calle estaba desierta, pero nunca se
podía tener demasiado cuidado con quién podía estar mirando. La ruta le
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TARDÓ un poco más de lo que le hubiera gustado arreglar algo tan simple
como una planta muerta, pero como siempre, su atención al detalle fue
minuciosa. Había un método en su… bueno, y se apegaba a lo que le había
funcionado en el pasado.
Primero, la rutina: la de Luke, no la suya. Aunque después de un tiempo
la vida de Remy se alineó con la de Luke por defecto. Tanto como pudiera sin
tener ojos en la casa. Luke solo dormía unas cinco horas por noche, lo que
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significaba que Remy solo dormía alrededor de cuatro. Pero Luke estaba
fuera la mayor parte del día, lo que le dio a Remy tiempo para ponerse al día
con una siesta o dos si se sentía particularmente cansado. Algunos días,
Remy seguía a Luke de un lado a otro, mirándolo desde la distancia mientras
se registraba con los guardaparques cumpliendo con su deber desde un
segundo automóvil que tenía con otro nombre. El Nissan no era tan llamativo
visualmente incluso con los cristales tintados, pero al ser eléctrico era
prácticamente silencioso, lo que lo convertía en un gran coche de vigilancia.
Pero una vez que logró colar un rastreador debajo del chasis de la camioneta
de Luke, sintió que no tenía que vigilarlo cada segundo, satisfecho con
rastrear el punto azul parpadeante que se movía en una de las ventanas
abiertas alineadas en las pantallas de computadora.
Registraba todo, por supuesto: cada reunión que tenía Luke, cada
descanso para ir al baño, lo que comió ese día. Estar en su escritorio
significaba que Remy tenía más tiempo para ir al grano.
Encontrar a Luke en las redes sociales no tomó mucho tiempo, aunque
él no estaba mintiendo acerca de usarlo con dificultad. Remy logró extraer
algunas cuentas olvidadas de sitios minoristas y de citas en línea, pero no
había mucho para continuar. Era difícil saber si Luke simplemente no era un
gran usuario de Internet o si realmente era muy cuidadoso con su huella
digital. Había algo deliberadamente, casualmente, inseguro en algunas
entradas que encontró, casi como si estuviera dejando un rastro a propósito
para mostrar que no pensaba en la seguridad en línea, mientras que, al
mismo tiempo, no revelaba nada.
Hizo que Remy quisiera estrellarse la cara contra el escritorio. La
frustración de estar fuera de la vida de Luke cuando tan desesperadamente
quería estar dentro, lo estaba matando. Al final, reprimirse fue demasiado.
Era jueves, lo que parecía el día óptimo. Luke tendía a estar cansado en
esa parte de la semana, pero no tanto como para beber tanto como los
viernes. Llegó a casa a las 6:30 p.m. y, como solía hacer, empujó el cubo de
basura vacío que siempre sacaba por la mañana para recogerlo, cuando el
camión apareció a la vista, retrocedió para almacenar en la parte trasera de
su garaje.
Remy había estado cocinando un solo plato toda la tarde. No es que la
receta fuera difícil, pero tuvo que probar varias versiones antes de ser feliz.
El resto del día lo paso ordenando la parte trasera del porche, agregando
algunas plantas y pintura, generalmente haciendo que pareciera que había
algo que celebrar.
- Se ve bien. – Luke dijo, mientras colocaba el contenedor en su lugar
junto a la casa.
Remy colocó el plato de comida en la nueva mesa y retrocedió,
moviéndose hacia la cerca y dando una mirada al lugar. – Me alegra que te
guste. Especialmente porque eres tú quien tiene que mirarlo. – Luke sonrió
y Remy solo tuvo que esperar un momento antes de que sus ojos se posaran
en el plato. Fue demasiado fácil. – Hey, ¿quieres unirte a mí para cenar?
Como que arruiné mis cantidades, obtuve suficiente para que me dure hasta
el Día de Acción de Gracias.
Luke parecía sospechoso y negó con la cabeza, haciendo todo lo posible
por ocultar sus reservas detrás de un cortés – Oh, no. Gracias. No quiero
imponerme.
Remy se encogió de hombros. – Está bien, de verdad. Me estarías
haciendo un favor. Además, me estarías ayudando a celebrar. Piensa en ello
como la fiesta de inauguración más aburrida del mundo.
No hizo falta mucho más que eso. Luke se resistió un poco, pero al final
Remy deslizó un plato de comida frente a él y trató de no parecer demasiado
complacido, especialmente cuando Luke tomó su primer bocado.
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POR supuesto, una vez que fue el domingo, Remy no actuó tan bueno sobre
ser invitado. Con cinco minutos para el final, estaba de pie sobre un plato de
nachos, con los brazos apoyados en la mesa, tratando de no temblar. Era
difícil saber si eran nervios o pura adrenalina.
Esta era la parte que odiaba. No la sonrisa falsa que tenía que plasmar
en su rostro, o la pequeña charla sobre un deporte en el que no tenía interés,
o tener que estafar a personas que él sabía que conocían exactamente de lo
que estaban hablando cuando él solo había tenido unas pocas horas para
investigar el tema. No, era la duda que se apoderaba de él en los momentos
menos oportunos la que realmente le fastidiaba la cabeza. La vocecita que le
decía que estaba loco por intentar siquiera lograrlo, que verían a través de él,
que se despertaría a la mañana siguiente con un equipo SWAT derribando su
puerta o, peor aún, que Luke lo mirara a los ojos y decirle que no. Sabía que
no estaba loco, al menos, estaba bastante seguro de que no lo estaba, pero a
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veces se lo preguntaba.
Afortunadamente, lo único más fuerte que sus propios recelos fue el
reconfortante recuerdo de la voz del Dr. Byrne. No cedas al miedo, Remy.
Puedes hacerlo. Creo en ti. Respira profundo, hijo. Respiraciones
profundas.
Sus manos temblaron cuando recogió el plato, pero estaban lo
suficientemente firmes cuando golpeó la puerta trasera de la casa de Luke
después de saltar la cerca baja. Se las arregló para hacer contacto visual y
estrechar la mano de los amigos de Luke, teniendo que fingir que no tenía
idea de quiénes eran o que también conocía sus vidas al revés, al menos en el
papel. Dio un suspiro de alivio cuando finalmente pudo deslizar el jodido
ficus que había estado oscureciendo su vista a lo largo del alféizar de la
ventana cuando fue a la cocina a buscar una cerveza del refrigerador. Se
demoró, tocando lugares donde sabía que las manos de Luke debían haber
tocado: mangos, cubiertos, los billetes sobre la mesa. Cuando fue al baño, con
el sonido de los chicos riéndose de la broma que había contado aún
resonando en sus oídos, se tomó un momento para hurgar en la cesta,
sacando una camiseta apestosa que se llevó a la cara, respirando. en el olor,
embriagador por el olor amargo. Empujando la tela en su boca, la chupó solo
por un segundo, saboreando el sudor, la piel y el hedor, sin atreverse a
arriesgarse más que eso, no queriendo tener que explicar cómo se corrió
sobre sus pantalones cortos cuando se suponía que debía estar lavándose las
manos.
La tarde transcurrió agradablemente al final y se fue con la contraseña
del sistema de alarma, una impresión de las llaves de la casa de Luke y media
bolsa de pretzels que Luke le impuso en el último minuto. En general,
consideró que tuvo un día bastante bueno.
EL lunes por la mañana, salió de la cama y caminó directamente a su
computadora para pulsar enviar en el correo electrónico en el que había
estado trabajando hasta las 2:00 a.m. Algo oficial buscando hacer con el
seguro que pensó que funcionaría mejor. A mitad de cepillarse los dientes,
Remy escuchó el timbre de su computadora. Todavía tenía espuma en el labio
cuando hizo clic y descubrió que el troyano incrustado en el correo
electrónico había hecho lo suyo y tenía el control total de la computadora de
Luke. Se sentó pesadamente en su silla, mirando a la otra pantalla más
pequeña en su escritorio que mostraba la transmisión de su cámara: Luke
hojeando ociosamente las páginas de una revista mientras se metía cereal en
la boca, todavía oscurecido a pesar de mover la planta.
Remy se sintió aliviado, pero también un poco decepcionado con Luke.
Pensó que tendría más cuidado. O al menos ser más un desafío. Aun así, la
emoción de poder sumergirse profundamente en el mundo privado de Luke
no dolió.
Hizo café y accedió de forma remota al teléfono celular de Luke usando
el software que descargó de la web oscura. No era el programa más elegante,
pero hizo su trabajo y solo costó alrededor de $ 100. Eso tomó un poco más
de lo previsto y Remy estaba retrasado cuando finalmente salió de la casa y
se dirigió al apartado de correos que alquiló hace un año con un nombre
falso. Recogió algunas provisiones y el paquete que había estado esperando,
y luego pasó el resto del día fundiendo y limando una llave de la puerta
trasera de Luke.
El martes estaba lloviendo. Así que los planes que tenía Remy se dejaron
en un segundo plano. Irrumpir en la casa de alguien fue fácil. Irrumpir y no
dejar rastro fue la parte difícil. Y había demasiado en juego para que una
mancha de barro o una huella seca lo delataran.
El miércoles el suelo todavía estaba húmedo. Remy se ejercitó hasta que
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saltara de la cama. Era una tortura tratar de no desviarse de su plan, que era
simplemente seguir su rutina normal tanto como fuera posible. Aun así, le
sudaban las manos mientras se ataba los zapatos para correr. Los apretó en
puños antes de salir a la mañana, con la esperanza de poder controlarse una
vez que llegara a la carretera principal y comenzara a correr.
La ruta que había planeado estaba bien practicada y su plan se
desarrolló sin problemas. Podría haber sido mejor en el invierno, haciendo
todo lo que tenía que hacer al amparo de la oscuridad, pero los ensayos
habían ido bien y sabía que no había ninguna razón para que la mañana fuera
diferente. Excepto por un giro de mala suerte. E incluso entonces tenía
planes de contingencia en el culo.
Correr el último tramo a lo largo de la carretera principal lo dejó sin
aliento lo suficiente como para convencer a cualquiera de que había corrido
sus kilómetros habituales en lugar de la ruta abreviada. Y cuando subió por
la pendiente de la casa, casi quiso llorar porque su sincronización era tan
perfecta.
Luke estaba allí, inclinado sobre el motor de su camioneta, luciendo
desconcertado y acosado, y tan malditamente perfecto mientras maldecía y
murmuraba en voz baja, sus pantalones de trabajo se estiraban apretados
sobre su trasero mientras cambiaba su peso, Remy quería tomarlo justo allí
en la calle.
Era difícil tomarse las cosas con calma, caminar a grandes zancadas
por el camino hacia la puerta principal, abrir la bolsa de su bíceps y sacar las
llaves. El ruido hizo que Luke mirara.
- Problemas con el coche. – Remy ofreció con una inclinación de la
barbilla, sin aliento por más razones que su carrera.
Luke suspiró y se rascó la cabeza. – No entiendo qué le pasa a esa
maldita cosa. Anoche iba bien.
Remy dijo con simpatía y jugueteó con sus llaves. – ¿Quieres que le
eche un vistazo? ¿No sé mucho sobre automóviles, pero es posible que pueda
ahorrarte una tarifa de llamada?
- Sí, seguro. – Luke dijo, retrocediendo. – No puede hacerse peor que
yo. Soy un inútil cuando se trata de estas cosas.
Remy esbozó su mejor sonrisa y trotó por el pequeño césped para
pararse junto a Luke. – Bueno, como dije, no sé mucho más que lo que
aprendí al ver a mi papá trasteando. – Las diversas clases de la escuela
nocturna que tomó habían dolido mucho. Hizo todo lo posible para
apachurrar y pinchar, haciendo malabarismos con varios cables y demás,
dándose cuenta de que no tenía ni idea por un momento, y luego dijo: –¿Por
qué no lo intentas ahora?
Luke se encogió de hombros, pero se subió obedientemente a la cabina.
Remy lo escuchó girar el motor antes de que Luke gritara: – Nada. – Remy
hizo algunos ruidos de golpes antes de que Luke lo intentara de nuevo,
confiado en que no vería que Remy estaba fingiendo con la capucha tapada
oscureciendo su vista. Cuando eso falló, Remy se agachó y rápidamente
volvió a conectar el cable que anteriormente había aflojado antes de gritarle
a Luke que lo intentara de nuevo.
Cuando el motor rugió a la vida, hubo un grito feliz desde la camioneta.
Remy también quería gritar, pero bajó el capó de golpe, asegurándolo en su
lugar antes de moverse hacia el lado del conductor. Luke le sonrió. – Y ahí
me decías que no sabías nada. ¿Qué era?
Remy se sonrojó un poco ante el elogio. Se sentía bien, incluso si era
por las razones equivocadas. – ¿Honestamente? ¡No tengo idea! – Se rio,
agradecido de que Luke también lo hiciera. – Algo debe haber estado
demasiado apretado o demasiado flojo. No puedo garantizar haber arreglado
lo que estaba mal.
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CUANDO Luke salió del edificio del consejo el día siguiente y vio a Remy
inclinado contra su camioneta, su avance casi se ralentizó hasta detenerse.
La expresión de su rostro (confusión, duda, un poco de miedo), era tan
deliciosa que Remy quería lamerla de inmediato. En cambio, dio su mejor
sonrisa.
- Pensé que podía toparme contigo. – Dijo, alegre y ligero.
- Lo hiciste. – Luke dijo. No era una pregunta exactamente y tampoco
parecía inclinado a fingir que lo era.
Remy solo sonrió más ampliamente y se encogió de hombros,
sosteniendo una bolsa de papel de la cafetería. – Terminé con mi cliente un
poco antes, así que pensé en celebrar.
- ¿Con jamón de centeno? – Luke preguntó mientras miraba dentro de
la bolsa.
- Ah, ¿debería haber comprado algo más? Solo pensé…
Luke tragó saliva, todavía luciendo incómodo como el infierno, pero
levantó su mano para cortar a Remy. – Está bien, yo sólo… no quiero darte…
– Miró hacia otro lado y suspiró, y Remy no podría haber pedido una mejor
apertura si él mismo lo hubiera escrito.
- Hey. – Dijo en voz baja. – Es sólo un sándwich, ¿de acuerdo? Quiero
decir, no te acostumbres. Voy a estar trabajando en ese trabajo industrial la
semana que viene, así que tendrás que conseguir tu propio almuerzo.
Enyesó la sonrisa que había practicado en el espejo durante unos dos
días en su rostro, amistoso, divertido, pero no burlón, coqueto si Luke
quería que lo fuera, pero en última instancia inofensivo, y rezó para que
hiciera el truco.
Cuando Luke soltó una carcajada y se movió para apoyarse en la
camioneta junto a Remy, parecía que había funcionado. – Estoy seguro de
que viviré. Es posible que no tengas tanta suerte si estás ahí fuera. Espero
que te guste lo mexicano porque la única comida decente es el camión de
comida que aparca junto al concesionario de coches.
Remy se encogió de hombros y estiró el cuerpo para pasarle la taza de
café a Luke. – Me gusta la comida mexicana. Sin embargo, no
necesariamente le agrado, por lo que es posible que desees mantener las
ventanas cerradas durante un par de semanas.
La risa que salió de Luke fue hermosa. Casi tan buena como la diatriba
de improperios y portazos que se produjo tres semanas después.
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leve chirrido del linóleo y se dio la vuelta para encontrar a Luke parado justo
detrás de él en la cocina.
Remy se apretó el pecho y graznó.
Luke también saltó antes de empezar a reír. – Mierda, lo siento. La
puerta trasera estaba abierta, así que… ¿no me escuchaste entrar?
Remy estaba extrañamente nervioso. Debe haber estado más que
preocupado por no haber escuchado a Luke acercarse tanto detrás de él. –
No. – Dijo, honestamente. – Dios, casi me has dado un infarto.
Luke sonrió y le dio una palmada en el hombro. – No hasta después de
que hayamos comido, ¿de acuerdo?
- De acuerdo. – Remy negó con la cabeza y abrió el refrigerador,
tomando dos cervezas de la caja que había abierto ingeniosamente antes. –
La comida debería estar aquí pronto. Ven y cuéntame sobre tu día de
mierda. A menos que creas que eso también me dará un ataque al corazón.
Luke tomó la botella que le ofrecieron y siguió a Remy a la sala de estar,
dejándose caer en el extremo opuesto del sofá cuando Remy tomó asiento.
Ambos hombres habían optado por pantalones de chándal y camisetas
holgadas, aparentemente en la misma página cuando se trataba de
comodidad, aunque Remy pensó que parecía que Luke se había peinado un
poco su cabello mojado, y podía oler el enjuague bucal de menta incluso con
un acre de cojines entre ellos.
- No quiero sonar como una perra llorona, pero no tengo ni idea de por
dónde empezar. – Luke suspiró y se pasó la mano por la frente. – Las cosas
parecen seguir yendo mal últimamente.
- ¿Cómo qué? – Remy preguntó antes de llevarse la cerveza a los labios.
- La mayoría de las cosas que ya sabes. Primero, supongo, fue el camión
jodiéndome esa mañana. – Remy asintió con la cabeza como si solo
estuviera recordando, pero se quedó callado para dejar que Luke
continuara. – Luego ha sido una cosa tras otra. Me robaron la tarjeta de
crédito el día que trajiste esa lasaña. Parecían conejos o algo que vinieron y
excavaron parte del jardín. Una de las ventanas del dormitorio se rompió de
alguna manera, así que debía ser reemplazada. Luego, la caldera se enfrió la
semana pasada, lo que significó un par de duchas frías.
- Sabes que podrías haberte duchado aquí. – Remy comenzó, pero Luke
lo rechazó.
- Lo sé y todavía aprecio la oferta. ¿Qué más? Oh, hace dos días, descubrí
que la promoción por la que había estado buscando fracasó por razones que
todavía no entiendo, y ahora esto con el auto… – Suspiró profundamente y
tomó un trago de su botella. – Honestamente, siento que estoy al borde de
mi ingenio.
- ¿Perdiste tu pata de conejo de la suerte o algo así? – La mirada que
Luke dirigió a Remy puso fin a cualquier pensamiento de que la broma
pudiera romper el hielo. Remy levantó las manos, a punto de intentar un
rumbo diferente, pero sonó el timbre, robándole el momento.
El chico del reparto era lindo, pero no de su tipo, aún así le dio una
generosa propina de todos modos. No había ninguna pretensión de ser
civilizados ni de ir a la cocina a buscar platos o servilletas. Luke simplemente
quitó las revistas de la mesa de café frente al sofá para que Remy tirara
ambas cajas.
- No sabía lo que querías. – Remy mintió. – Espero que esto esté bien.
– No había optado por las dos mejores opciones de Luke, eso habría sido un
poco obvio, pero ordenó su favorito y el que Luke prefería cuando intentaba
estar saludable. Al desplazarse por su TiVo, se decidieron por los aspectos
más destacados de un juego que se había celebrado el fin de semana para
poder comer y hablar fácilmente sin silencios incómodos. Ocasionalmente,
Remy se levantaba a buscar más cerveza. Había comprado algo decente, no
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exactamente para el gusto; más por el contenido de alcohol más alto que
esperaba que hiciera avanzar las cosas. Luke protestó un par de veces, pero
Remy solo tuvo que presionar con un "no es como si estuvieras conduciendo
a algún lado" o "después del mes que has tenido te lo mereces" y Luke
suspiraba y a regañadientes tomaba la botella de su mano.
La velada transcurrió agradablemente y Remy pudo ver a Luke
relajándose visiblemente: sus hombros se aflojaron, su risa fluyó con
facilidad, se deslizó lentamente hacia los cojines, sus muslos se extendieron
y luego, en un momento, se quitó los zapatos para poder meter un pie debajo
de su pierna para poder volverse hacia Remy mientras hablaban.
Un pensamiento cruzó por su mente de que tal vez debería haber
reemplazado sus propias bebidas con agua cuando vio a Luke mirándolo a
través de sus pestañas y sonriendo. Remy quería estar seguro de que no
estaba imaginando los toques casuales o la forma en que la mano de Luke
acariciaba el cuello de su botella de cerveza, o lamiendo sus labios mientras
Remy hablaba. Pero no había duda de que habían gravitado juntos en el sofá
hasta donde estaban tan cerca que era fácil inclinarse sobre el vacío entre
ellos y depositar un beso en los labios de Luke. Fue suave pero confiado.
Remy quería que Luke supiera que él sabía lo que estaba haciendo. Quería
lamer los lúpulos y condimentos de él. Quería comérselo vivo si Luke se lo
permitía.
Por un momento, el corazón de Remy estuvo en su boca, pensando que
Luke no iba a devolverle el beso, sus labios cálidos y flexibles contra él. Pero
si él correspondió, el gesto fue tan fugaz, que casi no contó. No cuando Luke
se apartó de él, rompiendo el contacto y murmurando: – Lo siento, lo siento.
Remy respiró profundo y soltó el aire de manera uniforme. Su corazón
latía con fuerza en su pecho, sabiendo que estaba tan cerca. Paciencia.
Puedes hacer esto, Remy.
Se sentaron allí el tiempo suficiente para que Remy hiciera su punto,
pero no lo suficiente como para que temiera que Luke se levantara y se fuera.
- No es por conveniencia. – Remy dijo finalmente. Tuvo el efecto
deseado. Luke levantó la vista del suelo, aparentemente confundido. Remy
se aclaró la garganta. – No es que seas conveniente, como, quiero decir, es
un poco agradable que ambos seamos gays y tú vives justo al lado, pero no
es por eso que lo hice. Te besé. Quiero decir, me gustas. Mucho. Por eso. Yo
sólo… no quiero que pienses que ando besando a todos mis amigos.
La expresión abierta de Luke se arrugó como si estuviera sufriendo,
frunciendo el ceño hacia el espacio entre ellos como si lo hubiera ofendido.
– Sé que sólo… no estoy buscando nada en este momento. Una relación.
De alguna manera Remy se las arregló para encogerse de hombros y
lucir desconcertado. – Depende de tu definición de relación, ¿cierto? ¿No es
una relación lo que tenemos ahora?
Luke soltó una carcajada y tomó un trago de su botella. – No seas tonto.
Sabes a lo que me refiero.
- Sí. – Remy dijo en voz baja. – Sí, lo sé. Aunque me desconcierta,
porque seamos sinceros, soy una gran captura.
La risa que dejó escapar Luke y la forma en que se relajó de nuevo en los
cojines hizo que Remy se endureciera, la forma sutil en la que se estaba
rindiendo, cediendo. – Oh, soy muy consciente de eso. Es solo que… estuve
en una relación bastante seria y salió mal. Realmente mal. No estoy seguro
de estar listo para pasar por eso de nuevo.
Remy quería reír sorprendido. Pero se las arregló para mantener su voz
firme y gentilmente inquisitiva cuando preguntó: – ¿Quieres hablar de eso?
- No. – Luke resopló. – Realmente no.
- No pudo haber sido tan malo. – Remy negó con la cabeza y se sentó
más recto. – En realidad, ¿qué diablos sé? Ignórame. Mi última relación no
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Fue difícil ver partir a Luke. Aún más difícil cerrar la puerta cuando
desapareció de la vista. Tal vez Remy no hubiera podido dejarlo ir si no
hubiera podido subir corriendo las escaleras, abrir la puerta de su oficina y
encender los monitores de su computadora. Cobraron vida, y Remy solo
tardó unos segundos en presionar las teclas correctas y tener la transmisión
en vivo de las cámaras de vigilancia frente a él.
Luke ya estaba en la cocina para entonces, bebiendo un gran vaso de
agua sobre el fregadero. Comprobó su pulso cuando terminó y se frotó
violentamente los ojos. Remy pensó que podría caminar o llorar o algo, pero
Luke solo se acercó a su habitación, se desnudó mientras caminaba y cayó
desnudo en la cama.
Remy se relajó en su silla mientras observaba el pecho de Luke subir y
bajar, la inhalación-exhalación se ralentizó gradualmente a medida que se
deslizó hacia la inconsciencia. Ya se había convertido en un hábito: ver a Luke
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EL viaje sería largo. Volar no era una opción, no cuando permanecer bajo el
radar era esencial. Que la AST3 lo palpara, que le tomaran una foto y que se
registrara su ubicación eran demasiado llamativos para lo que tenía en
mente. Estaba preparado, había estado preparado para esto durante mucho
tiempo. Había muchas pequeñas cosas que tener en su lugar. Cosas como
instalar temporizadores para todas sus luces y la televisión,
independientemente de si estaba en casa o no, por lo que sus luces se
encendían a la misma hora todos los días y sonaba como si alguien estuviera
en casa, incluso cuando no lo estaba. Era un recorte de cartón con ruedas
lejos de Home Alone4, pero funcionó. Otra precaución era asegurarse de
haber estacionado su auto en el garaje y nunca lo había dejado en la calle
3 La TSA por sus siglas en inglés, Administración de Seguridad en el Transporte es una agencia del
Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos que gestiona sistemas de seguridad en los
aeropuertos, en los Metros y en los ferrocarriles norteamericanos que se implantó tras el atentado del 11 de
septiembre de 2001.
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desde el primer día. Solo ser visto cuando él quería ser visto. Este tipo de
engaño había sido una forma de vida durante algún tiempo, pero ayudaba en
momentos como estos cuando tenía que estar fuera por un tiempo y no
quería que nadie pudiera recordar ningún detalle de su ausencia. Era mejor
sembrar temprano las semillas de la duda y mantenerlas calientes.
Otras cosas tenían que estar bien sincronizadas. Guardar dinero en
efectivo en montones y montones para poder pagar la gasolina y las
habitaciones de motel sin tener que retirar grandes cantidades de su cuenta
bancaria de una sola vez. Teñirse el pelo era fastidioso. No le gustaba la forma
en que su viejo estilo se veía en él ahora que estaba acostumbrado al color de
Remy. Pero era necesario, así que lo tragó. No importaba que la peluca que
usaba, una que daba una buena aproximación a la apariencia que Remy había
tomado antes de mudarse a Pittsburg, funcionó lo suficientemente bien como
para engañar a los vecinos desde la distancia y, con suerte, a Luke de cerca
durante los pocos minutos que duró su conversación sobre la valla antes de
que se fuera. La cosa le hacía sudar la cabeza hasta que le picaba y la odiaba.
El viaje fue bastante agradable. Partió hacia el sur por la mañana y
llegó a Carolina del Norte al anochecer. Decidiendo no alquilar una
habitación de motel, terminó durmiendo en el auto en una calle secundaria
durante unas horas antes de continuar. Cuando llegó a Jacksonville, ya era
tarde.
El motel que encontró era agradable. No demasiado cutre pero
tampoco demasiado atento a su clientela. La habitación doble que alquilaba
estaba casi limpia, aunque no querría encender una luz negra pronto. La
alfombra era de un beige jaspeado, e incluso podría haber comenzado de esa
manera, aunque el papel de la pared se estaba rizando en algunos lugares. Le
tomó dos minutos cerrar la puerta y revisar las ventanas, y luego se derrumbó
en una de las camas y durmió entre los ruidos del tráfico de la carretera
cercana hasta el anochecer. Cuando se despertó, pidió dos pizzas del local
que dejó un menú en la mesita de noche, que resultó ser bastante bueno, se
dio una ducha y luego se metió en la otra cama para mantener las apariencias
con la limpieza, y volvió a caer dormido.
Cuando sonó la alarma a la mañana siguiente, Remy ya estaba
despierto, mirando al techo, ensayando cómo se desarrollaría el día en su
cabeza. No se dio cuenta de que le temblaban las manos hasta que dejó caer
la pasta de dientes por la camisa de dormir y por todo el fregadero.
Afortunadamente, había logrado controlarse antes de tener que ponerse un
nuevo par de lentillas de colores. Le gustaban tanto como llevar la estúpida
peluca, de la que estaba muy agradecido de deshacerse durante el día.
El traje era nuevo. O mayormente nuevo. Lo había usado en la casa
varias veces y lo envió a la tintorería para airearlo un poco, pero el estilo
estaba más actualizado. Había contemplado sacar el anterior, pero cuando
inevitablemente se revisarán las imágenes de seguridad, no quería que lo
vieran vistiendo los mismos trajes que hace dos años. Su credencial del
Colegio de Abogados se había mantenido actualizada y las cartas del bufete
de abogados estaban todas en regla. Cerró el maletín y miró una vez más su
corbata en el espejo. Le pareció algo divertido, aunque un poco extraño,
mirar en el espejo y no ver a Remy, sino a Ray, mirándolo fijamente.
Había sido Ray durante poco más de tres años, pero no había pensado
mucho en él desde que se mudó a nuevos pastos. No le echaba de menos —
el consumo excesivo de alcohol, las largas horas de trabajo — lo único bueno
que salió de su situación fue conocer al Dr. Byrne y darle un giro a su vida. O
más bien convertirse en Remy. Al menos Remy tenía una oportunidad con
Luke. Luke nunca le habría dado a Ray la hora del día, y mucho menos le
habría abierto el corazón.
Al salir de la habitación, Remy no salió de su camino para llamar la
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atención sobre sí mismo. Sin embargo, siempre era mejor pecar de cauteloso.
Fingir ser dos hombres compartiendo una habitación ayudaba enormemente
cuando entrabas como un hombre y salías como otro. Tomó un taxi hasta el
aeropuerto. Después de ir al baño para cambiarse de abrigo y retrasar un
poco más a cualquiera que lo buscara, fue directamente al punto de alquiler
de autos más cercano. Ray todavía tenía un crédito bastante bueno gracias a
un poco de indagación en el sistema bancario, por lo que su tarjeta de crédito
no causó problemas.
El viaje a Raiford fue sencillo. Además, había estado antes. Se había
dicho a sí mismo que las visitas eran simplemente para sentar las bases, pero
la emoción que lo atravesaba cuando entró en el estacionamiento hizo que
fuera difícil negar que quería estar allí.
Ya hacía suficiente calor como para recordar por qué detestaba
Florida, el calor que irradiaba el amplio y llano estacionamiento tenía la
camisa pegada a la espalda debajo de la chaqueta cuando lo llamaron a la
recepción, a pesar de que apenas eran las nueve de la mañana.
El guardia de turno era mayor y parecía experimentado. Aun así,
levantó las cejas cuando Ray le dijo a quién necesitaba ver.
- No estás tratando de sacarlo, ¿verdad?
Ray se rio, dejando que un poco de Nueva Jersey se filtrara en su voz
mientras murmuraba: – ¿Por qué demonios querría alguien hacer eso?
El guardia gruñó y le indicó que pasara a los casilleros. Guardó sus
llaves y billetera, y luego se quitó los zapatos y se quitó la chaqueta mientras
el oficial asignado a él revisaba su maletín, sacando un bolígrafo y algunos
clips que había dejado allí accidentalmente a propósito. Ray se había reunido
con el guardia la última vez que estuvo en la ciudad y fue amable,
conversador, pero profesional. Habían salido a tomar unas copas y Ray le
había dado una mamada antes de que el tipo se dirigiera a casa con su esposa
e hijos. En cuanto al trabajo de base, no lo había odiado. También ayudó que
el guardia en cuestión parecía estar buscando una actuación repetida a juzgar
por la forma en que se tomó un poco de tiempo extra para pasar sus manos
por el cabello de Ray y sobre la hinchazón de su trasero. Ray se inclinó hacia
el toque, pensando que debería aprovechar cualquier cosa que le ayudara a
calmar sus nervios. Y las fichas de negociación nunca hacían daño.
El viaje entre el área de búsqueda y la sala de reuniones fue una
interminable ronda de puertas, timbres y cerraduras. Los fuertes ecos de sus
pasos y el ajetreo habitual de la vida en prisión hicieron que a Ray le doliera
la cabeza cuando llegaron a la habitación.
- Ya conoces el ejercicio. – Le recordó su escolta. – Él estará pronto.
- Gracias. ¿Te veo luego?
El guardia sonrió. – Seguro. Más tarde. – Luego cerró la puerta con un
ruido metálico.
Remy respiró hondo, tratando de no ceder a la claustrofobia. La
habitación no era pequeña de ninguna manera. La mesa atornillada al suelo
en el centro de la habitación era lo suficientemente grande como para que
quien estuviera a un lado no pudiera cruzarla. De hecho, tenía una línea
pintada en el centro que a Remy le habían informado que bajo ninguna
circunstancia se permitía cruzar. No había ventanas, salvo los pequeños
paneles de vidrio reforzado de las puertas que se reflejaban entre sí en lados
opuestos de la habitación. Remy miró las cámaras de seguridad en las
esquinas del techo, sabiendo que estaba siendo observado y esperando que
su emoción se convirtiera en nervios.
Sacó la silla del visitante, se puso cómodo, sacó una pila de papeles de
su maletín y los dejó sobre la mesa, y esperó.
La primera vez que pasó por este proceso, casi se desmayó de ansiedad,
pensando que lo atraparían, que alguien lo sabría, que el Dr. Byrne solo
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la empujó hacia adelante. No había escondido esta. Luke estaba allí, sencillo
como el día, apoyado contra una pared, con el teléfono celular pegado a la
oreja, riendo.
Un pequeño sonido salió de la garganta de Jack cuando Remy deslizó
la fotografía por la mesa. Se esforzó hacia adelante para ver, sus ojos
brillaban con pura emoción y no poca tristeza. Remy sintió tanta pena por él
en ese momento, sabiendo que fácilmente podría estar él al otro lado de la
mesa. Acercó la imagen cada vez más. Cuando casi tocó la línea, un altavoz
cobró vida. – Eso es suficiente, señor. No cruce la línea.
Remy hizo una mueca y se volvió hacia la cámara para pedir disculpas.
Sin embargo, Jack no apartó los ojos de la imagen.
- ¿Qué es lo único que siempre te pedí durante nuestras sesiones,
Remy?
- Um… honestidad. – Remy se movió en su asiento.
Jack sonrió, solo un poco. – Dime algo honesto.
Remy tragó saliva. Sabía lo que quería. – Hay un guardia. Lyle Ascot.
Jack asintió lentamente. – Lo conozco. Creo que su esposa acaba de
tener un bebé.
- La última vez que estuve aquí, fuimos a tomar algo.
- ¿Te jodió?
Remy negó. – No. No como… sólo una mamada.
- ¿Entonces te jodió la boca?
Remy asintió. – Me tocó cuando me registró hoy. Y me preguntó si
pasaría la noche.
Jack asintió y juntó las manos. – ¿Y…?
De repente hizo calor en la habitación. Remy tocó su cuello y se aclaró
la garganta de nuevo. – Me gustó… cuando me puso las manos encima.
Esperaba que tú también lo disfrutaras. Me costó pensar en contártelo.
Jack lo examinó de cerca por un momento, aunque pareció una
eternidad la forma en que Remy se sintió como un insecto bajo un
microscopio. Cuando Jack finalmente se recostó, Remy exhaló un suspiro de
alivio. – Viniste aquí por mi consejo. Esto es todo lo que puedo decirte. Te
pedí que hicieras algo importante, como dijiste, pero supongo que lo vital es
que no pierdas de vista lo que realmente es importante.
Remy estuvo confundido por un momento, pero luego murmuró –
Honestidad. – Fue agradable cuando Jack asintió.
- Hicimos un buen trabajo, creo, en tus sesiones. No quiero que
desperdicies eso. Úsalo. Eres un mentiroso, Remy, uno de los mejores. Usas
tus habilidades para llegar a lugares donde no deberías estar y ver cosas que
nunca deberías saber. Y estoy muy contento de que hayas llegado a entender
que es un regalo en tu caso. Pero hay un momento para el engaño y un
momento para la honestidad. Y ahora es el momento de decir la verdad. –
Remy quería protestar, exponer sus planes y su línea de tiempo y todos los
preparativos que había hecho, pero una mirada de Jack lo silenció. – Me
prometiste que te encargarías de esto por mí. ¿Estabas mintiendo entonces?
- Dios, no, yo nunca…
- Entonces cuida de él, Remy. Muéstrale. Sé que fallé, pero… sé que no
me decepcionarás.
Jack miró a la cámara en la esquina y en segundos la puerta sonó y los
dos guardias de antes entraron. Remy se apresuró a recoger todos los
documentos mientras sacaban a Jack de las esposas de la mesa.
- Aprecio su preocupación, Sr. Blumdale. – Jack dijo mientras lo
manejaban. – Pero ya no necesitaré sus servicios.
Remy hizo una mueca, en parte porque sabía que esto vendría, pero se
había distraído, pero también, no estaba seguro de estar listo para despedirse
todavía. – Ojalá lo reconsiderara, Sr. Wilder. Tal vez podría hablar con uno
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de los socios…
- No te preocupes. – Jack fue arrastrado a ponerse de pie por los
hombres corpulentos a cada lado. Por alguna razón, sus esfuerzos parecieron
divertir a Jack. – Oh, una última cosa. ¿Sobre ese otro asunto? ¿Ya elegiste
un regalo?
Los guardias parecían un poco perplejos, pero Remy sabía
exactamente lo que estaba preguntando. – Sí, señor. Tengo el perfecto.
- Bien. – Jack asintió. – Bien. – Sonrió levemente y luego comenzó a
arrastrar los pies hacia la puerta incluso antes de que los guardias tuvieran
la oportunidad de moverlo.
Remy lo vio irse, conmocionado hasta que la puerta se cerró de golpe.
Solo tuvo unos segundos antes de que se abriera la puerta opuesta y su
escolta estuviera lista para sacarlo.
- ¿Todo salió bien? – Preguntó el oficial Ascot mientras caminaban
hacia los casilleros.
Remy soltó una carcajada, solo recordando que era Ray hablando,
cuando dijo – Si con estar bien, te refieres a ser despedido, entonces seguro.
- Sucede. ¿Quieres tomar un trago más tarde?
Remy sonrió para sí mismo, pero negó con la cabeza. – No puedo;
tengo que volver y ver si todavía tengo trabajo.
Lyle se encogió de hombros. – La próxima vez entonces.
- Claro. La próxima vez.
EL viaje de regreso a casa fue el espejo del que hizo para llegar allí. No tuvo
problema al volver al aeropuerto para dejar el alquiler y luego tomar un taxi
de regreso al motel. Tan pronto como regresó a su habitación, se desnudó y
se dio una ducha para quitarse el hedor de la cárcel de su piel. Había elegido
los lentes de colores mientras la ducha alcanzaba la temperatura,
enrojeciéndolos, pero el haber comenzado su transformación no le impidió
tomarse un largo momento para mirar el reflejo de Ray en el espejo. Tuvo
que limpiar el vapor de la superficie dos veces con grandes movimientos de
su mano, y luego usó la misma mano y su maquinilla de afeitar eléctrica para
limpiar los últimos rastros de Ray del planeta. Se enjuagó la cabeza calva
debajo del cabezal de la ducha cuando terminó.
Se vistió con las cosas de Remy y la peluca que picaba de Remy, que
era mil veces peor sin pelo debajo, y luego se dirigió a un restaurante a comer.
Todo el tiempo reflexionando sobre lo que el Dr. Byrne le había dicho: la
enormidad de sus responsabilidades y cómo iba a llevar a cabo sus últimos
deseos.
La siesta que tomó después de comer fue casi involuntaria, como
resultado de la adrenalina que abandonó su cuerpo, pero se despertó
sintiéndose descansado, miró la habitación, limpió todo lo que pensó que
podría haber tocado y revisó dos veces los desagües. Luego dejó caer la llave
en el escritorio y se dirigió a Pittsburgh cuando se encendieron las luces de
la calle.
Condujo durante la noche, se detuvo a tomar un café una o dos veces,
y luego tomó una breve siesta en algún lugar de Charlotte en una parada de
camiones. Se detuvo dos veces más para comer, pero hizo buen tiempo y
finalmente se detuvo en el camino de entrada al anochecer.
Las luces de la casa estaban encendidas como esperaba y podía
escuchar la televisión cuando salió de su coche. Una cosa que no esperaba
cuando salió del garaje a la habitación del sótano fue la ausencia de pitidos
en el panel de alarma cuando su mano se movió automáticamente para
teclear el número.
Eso y el olor químico de un trapo suave que le tapó la boca y la nariz y
una voz suave en su oído mientras el mundo se oscurecía.
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Fue el zumbido de lo que Remy se dio cuenta por primera vez. Era bajo
pero insistente y parecía venir de todas partes como si tuviera la cabeza en
un cubo de abejas. Intentar hablar fue un fracaso. Su lengua era espesa,
llenándole la boca, y cuando intentó tragar, su garganta estaba seca y
dolorida. No se le ocurrió que su malestar era otra cosa que la resaca más
extraña del mundo hasta que trató de darse la vuelta y volver a dormir. El
dolor en las muñecas y la garganta le hizo darse cuenta de que no solo estaba
sentado, sino que estaba bastante bien atado a una silla.
Tosiendo, abrió un ojo, haciendo una mueca cuando la luz lo alcanzó,
puntos brillantes estallaron alrededor de su visión periférica. Tomando una
respiración profunda, la conciencia de su entorno comenzó a fluir hacia atrás.
Estaba en su sótano, lo sabía con certeza por las paredes del enfermizo color
albaricoque, estaba atado a la vieja silla de madera de respaldo alto que tenía
allí abajo, con las piernas inmovilizadas en los tobillos y las rodillas, las
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manos atadas a los muslos y los codos atados a sus costados, con un cordón
alrededor de sus caderas, pecho y garganta, y sentado en la mesa frente a él,
vestido con jeans claros y una camiseta negra ajustada, estaba Luke.
O al menos se parecía a Luke. Remy lo miró entrecerrando los ojos
mientras abría el otro ojo, tratando de averiguar exactamente qué era
diferente. Fue solo cuando Luke se deslizó de la mesa, doblando ligeramente
la cintura para presionar sus dedos contra la arteria en el cuello de Remy que
entendió que era simplemente su lenguaje corporal lo que había cambiado.
- ¿Cómo están las náuseas?
Remy tosió de nuevo, la correa alrededor de su pecho dificultaba la
respiración completa que necesitaba. – Está bien. – Dijo con voz ronca.
Parpadeó un par de veces, deseando alejar la neblina. – Mi visión es… y el
zumbido…
Luke parecía despreocupado y retrocedió para volver a ocupar su lugar
en la mesa, subiendo las caderas antes de retroceder. – Eso pasará en un
minuto. – Sonrió levemente y Remy se horrorizó al ver que se veía tan…
amable. Preocupado. – Créeme, soy doctor. – Llorar era una opción, pero
Remy pensó que no quería agravar a su captor, así que mantuvo la
compostura. Al menos hasta que Luke dijo: – Bueno. Supongo que
deberíamos comenzar con las presentaciones. – Fijó a Remy con una mirada
que habría hecho que la vejiga de cualquiera se aflojara. – ¿Quién diablos
eres?
Esta era fácil. Él podría hacer esto. – Soy Remy.
Luke negó con la cabeza. – No.
- Sí, sí lo soy. He sido otra gente, pero te juro… – La mirada que recibió
en respuesta lo hizo reconsiderar y apretó la mandíbula cerrada.
Los ojos de Luke se entrecerraron, considerándolo. Algo en la fácil
capitulación de Remy pareció aplacar a Luke y puso los hombros en blanco.
– De acuerdo, podemos trabajar en eso. La pregunta más urgente en este
punto es… – Extendiendo la mano detrás de él, arrastró una caja de cartón
hasta el borde de la mesa. Haciendo una pausa por un segundo, miró hacia
arriba para medir la reacción de Remy mientras la empujaba por el borde y
una cascada de cámaras y receptores, cada uno que Remy había colocado en
la casa de Luke por su apariencia, cayeron alrededor de los pies de Remy. –
¿Quién te envió?
Un sollozo salió de la garganta de Remy antes de que pudiera
detenerlo. – Yo no…
Luke estuvo de repente sobre él; agarrando su barbilla con tanta
fuerza, Remy sintió sus uñas romper su piel con un pop. – No. – Luke
susurró. – No lo hagas.
Remy lo miró a los ojos, todo su cuerpo temblaba incontrolablemente.
Tenía miedo, mucho miedo, pero más que eso, era asombro, estar tan cerca,
saber que el cuerpo de Luke estaba a solo unos centímetros de distancia, y
que Luke podía verlo. Verlo de verdad. – El Dr. Byrne. – Susurró, su voz
entrecortada, saliva pegada a sus labios. – El Dr. Byrne me envió.
La expresión de Luke no cambió, pero el aliento explosivo y la forma
en que dejó caer la barbilla de Remy como si se estuviera quemando
ciertamente lo hicieron parecer sorprendido. Luke se dio la vuelta y se pasó
las manos por la cara, deteniéndose sólo un segundo para suspirar antes de
volverse.
- ¿Es ahí donde has estado? ¿Viéndolo? – Remy asintió. Luke volvió a
la mesa y volvió a su posición. – ¿Cómo? ¿Cómo entraste?
Remy tragó, su garganta todavía escocía por lo que sea que Luke le
había dosificado. – Como su abogado. – Luke pareció sorprendido y curioso,
por lo que Remy comenzó desde el principio.
- Realmente no sé cómo nos conocimos. Pensé que lo había elegido,
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pero ahora me lo pregunto… de todos modos, creo que él sabía lo que iba a
pasar, que tendría que entregarse, así que hicimos un plan. Creé una
identidad para poder ser parte del bufete de abogados, o al menos aparentar
serlo cuando fuera a juicio. Solo lo vi un par de veces después de que lo
arrestaron.
¿Te envió tras de mí? – Luke parecía tranquilo sobre la admisión.
- Sí.
- ¿Qué tenía en mente?
- Él dijo, – la voz de Remy se quebró. – Dijo que me dejaría eso a mí.
Pero sabía que yo tengo lo que se necesita para cuidar de ti.
Las cejas de Luke se alzaron. – Él dijo eso. – Remy asintió, pero Luke
negó con la cabeza como si no creyera una palabra de eso. – Jackson, mi
Jackson, ¿dijo eso? – Remy asintió de nuevo, con tanta fuerza que el cordón
alrededor de su cuello raspó contra su piel ya irritada, y presionó su tráquea,
haciéndolo toser de nuevo. Luke ladeó la cabeza y frunció el ceño, mirando a
todo el mundo como un halcón. – ¿Has matado a alguien antes?
- No exactamente.
Luke rio. – Entonces, ¿qué estaba pensando?
- Yo-yo puedo espiar. Y p-planear…
- Sí, he visto tu estación de espionaje. ¿Entradas codificadas? ¿En
serio?
- Puedo analizar datos, predecir patrones a través de marcadores de
comportamiento…
- ¿Así que envió un mirón detrás de mí? Siento que debería sentirme
insultado.
- ¡Identidades falsas! Puedo hacer que los fantasmas aparezcan y
desaparezcan…
Remy casi gritó de miedo cuando Luke se lanzó de la mesa y se paró
entre sus piernas. Remy quería juntar sus rodillas para protegerse, pero no
pudo gracias a la cinta adhesiva que sujetaba sus tobillos a las patas de la
silla. No impidió que sus piernas lo intentaran de todos modos, esforzándose
infructuosamente contra sus ataduras.
Luke se hundió lentamente en cuclillas. Tocando con un dedo su
barbilla, miró a Remy, cuyo pecho se retorcía con una emoción que bordeaba
el pánico. Mocos y lágrimas empapaban su labio superior, le dolía la garganta
mientras trataba de inclinar la cabeza hacia abajo para mirar a Luke mientras
tocaba sus rodillas ligeramente.
- Dime. – Luke murmuró mientras recorría los muslos de Remy con
las yemas de sus dedos. – ¿Por qué Jackson está en prisión?
- No-no entiendo. – Remy dijo.
- Es una pregunta bastante simple.
Remy exhaló con fuerza cuando Luke encontró el bulto en su
entrepierna, a pesar de que su toque se mantuvo ligero. – Oh Dios. Yo… él se
entregó en…
- No. – Luke negó con la cabeza, rompiendo el contacto por un
segundo, antes de poner sus manos hacia abajo con más firmeza, amasando
la polla de Remy con brusquedad a través de la tela. – Dime por qué Jackson
está en prisión.
Remy parpadeó para eliminar las lágrimas que se formaban en las
esquinas de sus ojos. – Yo no… por los asesinatos…
Las manos de Luke se fueron de nuevo y Remy sollozó entonces. Luke
suspiró y pareció un poco decepcionado mientras abría los botones de la
bragueta de Remy uno por uno. – Última oportunidad.
Las lágrimas brotaron espontáneamente de los ojos de Remy; no podía
retenerlas. Su garganta se apretó tanto que no estaba seguro de poder hablar,
hasta que susurró: – Porque te amaba. Porque alguien notó el patrón. Los
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esta mañana. Maldito tonto tomó a un guardia como rehén o algo así. Se las
arregló para cortarlo un poco antes de que lo derribaran. –Luke negó con la
cabeza y se puso de pie, murmurando – Supongo que lo quería de esa
manera.
- ¿El Dr. Byrne está muerto? – Remy se cubrió la cara. – Mierda.
Mierda, esperaba que él no…
- Ahora. – La voz de Luke era suave, al igual que la mano que puso
sobre el hombro de Remy. – Debiste saber que iba a terminar de esta manera.
Es lo que él quería. – Remy sintió que la mano se deslizaba por debajo de su
brazo y lo levantaba de la silla. – Vamos. Vamos a limpiarte.
Subieron las escaleras lentamente. El cuerpo de Remy estaba
adolorido cuando la adrenalina despejó sus músculos y se apoyó
pesadamente en Luke. Cuando llegaron al baño, Remy había esperado que
Luke lo dejara allí, o tal vez se uniera a él al menos. En cambio, Luke cerró la
tapa del inodoro y se sentó, contento de ver a Remy desnudarse y meterse en
la bañera. Cuando Remy corrió la cortina de la ducha, Luke se aclaró la
garganta. Remy casi abrió la boca para protestar, pero se resignó a un piso
mojado e hizo todo lo posible por mantener su cuerpo entre el rocío y el resto
de la habitación.
Luke no habló, no movió un músculo ni pareció afectado de ninguna
manera mientras miraba. Remy no montó exactamente un espectáculo, pero
sabía cómo girarse y enjabonarse para verse lo mejor posible. Después de la
actuación de Luke en el sótano, se sintió justo al menos intentar devolverle
el favor. Cuando Remy cerró el agua, Luke se puso de pie y sacudió la toalla
que había estado en la barandilla, sosteniéndola para que Remy entrara.
Remy fue a tomarla, pero Luke gruñó molesto, apartó las manos y procedió
a secarlo. Remy puso los ojos en blanco, pero levantó los brazos y dejó que
Luke se saliera con la suya. Sólo cuando terminó, pasó la toalla por última
vez sobre la cabeza desnuda de Remy y murmuró – Te ves raro sin pelo.
- Volverá a crecer.
- Lo sé. – Luke lo besó, un beso rápido en sus labios y otro en su frente
sin barba. – Vamos a vestirte antes de que te resfríes.
Siguiéndolo mientras se trasladaban al dormitorio, las extremidades
de Remy estaban pesadas por el cansancio sin que la adrenalina lo
mantuviera erguido y dos largos días conduciendo detrás de él. Se dejó caer
en el borde de su cama, anhelando simplemente recostarse y quedarse
dormido. Luke rebuscó en sus cajones, arrojando periódicamente prendas a
la cabeza de Remy. Bóxers negros, pantalones de chándal delgados como el
papel, su vieja camiseta favorita — el logo se desvaneció hasta quedar
irreconocible pero suave como la mantequilla — y una sudadera gastada. No
fue hasta que Remy estuvo vestido que se dio cuenta de que Luke lo había
adaptado para su comodidad. Sabía que el hombre podía ser amable, a pesar
de todo, pero el gesto le dio ganas de empezar a lloriquear de nuevo.
- Sé que estás cansado, – Luke dijo, incluso mientras levantaba a Remy
de su asiento – pero necesitas comer algo antes de dormir.
Remy asintió con la cabeza y se dejó llevar por las escaleras y se sentó
en el taburete de la cocina. Se apoyó contra la pared, mirando a Luke
preocuparse por hacer queso asado en la sandwichera y calentar un par de
latas de sopa que habían estado languideciendo en el fondo del armario para
emergencias en el microondas.
Luke insistió en que Remy solo llevara un par de botellas de agua a la
mesa del comedor, trayendo todo lo demás él mismo. Hizo sonreír a Remy;
la forma en que Luke colocó cuidadosamente el cuenco frente a él para no
derramar la sopa.
- ¿Qué? – Luke frunció el ceño cuando lo vio.
- Tú estás… – Remy solo pudo suspirar y encogerse de hombros. –Me
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principio. Creo que realmente creíamos que cada uno sería el último. Que
nos atraparían. Pero no lo fuimos. Diez años y nunca. Por supuesto, cuando
lo hicieron, cuando alguien empezó a armar las cosas, lo primero que supe
fue despertarme con un Querido John y la cara de Jackson en las putas
noticias de las seis.
- ¿No dijo nada antes de eso?
Luke sorbió un poco de sopa de su cuchara. – Nop. Pero ese era
Jackson. Siempre limpiando mis líos. – Hizo una pausa, algo confundido al
ver a Remy luchando con la línea de tiempo. – ¿Y tú? ¿Cómo lo conociste?
Remy se reclinó en su silla, sin saber cómo empezar. O quizás incluso
si debería empezar. Pero la curiosidad de Luke no parecía vacilar, incluso
dejó la cuchara sobre la mesa y cruzó las manos, como si estuviera listo para
esperar a que Remy se fuera si tenía que hacerlo.
- Tengo, – Remy comenzó, y luego se corrigió a sí mismo. – Tenía
problemas de manejo de la ira.
Luke hizo un sonido comprensivo. – ¿Sesiones designadas por la
corte?
Remy asintió. – Pensé que la terapia sería una pérdida de tiempo, pero
el Dr. Byrne era diferente.
- Diré. – Luke soltó una carcajada. – Sabes que en realidad no era
psicólogo, ¿verdad? Obtuvo esos certificados de grado en Internet.
- No me importaba eso. – Remy se encogió de hombros. – Me dio
concentración. Me ayudó. Me hizo mucho más bien que cualquier otra
persona en mi vida. – Mordió su sándwich. – Creo que al principio él podría
haber tenido algo más en mente.
- No me sorprendería. Trajo a algunos pacientes a casa para que los
conociéramos.
Remy quería maldecir el descuido del Dr. Byrne, pero se mordió la
lengua. – Bueno, cambió de opinión acerca de matarme. Comenzó a
asignarme diferentes tareas, a ponerme a prueba, supongo.
- ¿Cómo qué? – Luke preguntó, cautivado, pero aun dando un
mordisco a su sándwich.
- Como rastrear a personas al azar. Descubrir cosas oscuras sobre
celebridades. Obtener un buen registro en papel e identificaciones falsas para
hacerme pasar por un abogado si fuera necesario.
- Lo que hiciste.
- Yo-yo no sabía. Que él se iba a entregar así. – De repente, era muy
importante que Luke supiera que Remy no podía haber detenido a Jackson.
Luke pareció imperturbable. – ¿Habrías intentado detenerlo de
haberlo sabido?
Había una leve sonrisa en sus labios y las mejillas de Remy se
sonrojaron tanto que tuvo que dejar caer la barbilla, mientras murmuraba –
No, probablemente no.
Luke se inclinó un poco hacia adelante. – ¿Y por qué es eso?
- Sabes por qué. – Luke no lo estaba comprando, levantó una ceja y
sonrió de la manera burlona que tenía. Remy tuvo que tragarse su vergüenza,
aunque se sentía espesa en su garganta. – Porque… porque te quería para mí.
– Las palabras fueron apenas más que un suspiro, pero fue lo mejor que pudo
lograr.
Luke resopló y se sentó. – ¿Y cómo crees que se sintió Jackson acerca
de eso?
De cualquier otra persona, podría haber sido una pregunta extraña o
quizás una diseñada para culparlo, pero Remy tenía la sensación de que Luke
estaba genuinamente curioso. – A él le gustó, creo. – Remy dijo, tomando
con cuidado su cuchara y revolviendo su sopa. – Solía dejar fotos tuyas en su
oficina para que las viera. En marcos elegantes, como si quisiera mostrarte.
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CAPITULO SEIS
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EL DEMONIO DE AL LADO
Un amigo te recomendó.
Gregor sonrió como si supiera exactamente a qué amigo se refería
Remy. – ¿Lo hizo? ¿Y qué cree que puedo hacer por ti?
- Uh. ¿Dos? Quiero decir… dos de nosotros. ¿Juntos?
La sonrisa de Gregor vaciló, pero mantuvo la calma. – Realmente ya
no hago eso.
- Tengo efectivo. – Remy dijo, sacando el dinero que traía del bolsillo
de su chaqueta. Buscó a tientas y el pliegue de los años cincuenta se derramó
como una baraja de cartas en el espacio para los pies. Luke le había hecho
practicar durante una hora para que pareciera que no había ensayado. Dada
la forma en que los ojos de Gregor se iluminaron, la artimaña funcionó.
Agachándose para agarrar el dinero, Remy tartamudeó – Yo-yo no
sabía cuánto…
Tenía más que decir, palabras cuidadosamente elegidas y una entrega
practicada, planes de contingencia si eso no funcionaba, pero no los necesitó.
Cuando se incorporó, apretando el dinero contra el pecho, Gregor ya se
abrochaba el cinturón de seguridad en el asiento del pasajero.
- No te preocupes, bebé. Estoy seguro de que podemos resolverlo.
Afortunadamente, no intentó entablar conversación. El viaje iba a
tomar un tiempo y Remy no estaba seguro de poder garantizar que su puño
no terminaría subiendo por la garganta del tipo si iba a gritar durante todo
el viaje. Cuando salieron de la ciudad y se adentraron en las colinas, Gregor
comenzó a temblar, observando las luces menguantes en la distancia con
cierta inquietud.
- Oye, mira, sé que dije que sí y todo, pero pensé que me ibas a llevar a
un hotel, no de vacaciones.
Remy sonrió para sí mismo y soltó una pequeña risa. – No está lejos.
Tiene un lugar aquí. Uno que su esposa no conoce.
Gregor frunció el ceño, claramente todavía descontento por el arreglo,
pero se recostó, aparentemente resignado mientras conducían hacia la
noche. Se mordió la uña del pulgar, manteniendo los ojos fuera de la ventana
y la boca cerrada. Remy encendió la radio de todos modos, por si acaso
decidía volver a quejarse. Una o dos veces creyó ver a Gregor intentar
encubiertamente de jalar la manija de la puerta. No habría importado, el
coche estaba cerrado herméticamente, pero Remy fingió no haber notado la
ansiedad de Gregor.
Él mismo se sentía un poco ansioso. Normalmente, hacía un ensayo,
verificaba rutas y planes de salida, y exploraba un área durante días antes de
interactuar con alguien, pero esta era la primera vez que estaba en la cabaña
de Luke.
Luke no era el dueño del edificio. Por lo que pudo decir, nadie lo era.
Era una vieja cabaña de caza que se estaba pudriendo en el bosque. Luke la
había encontrado, la había arreglado un poco y la había usado para sus
propios fines desde entonces. Remy odiaba la idea de que un lugar pudiera
llevar a alguien lo suficientemente entrometido a la evidencia de varios
asesinatos, pero Luke parecía pensar que tenía todas las bases cubiertas. Para
cuando llegaron, Remy pudo ver por qué.
La cabaña era simplemente eso, un edificio de troncos de estilo antiguo
asentado en lo profundo del bosque con un sendero simple que conducía a
él, que era casi invisible desde la carretera. Si el tiempo estaba húmedo, la
pista podría haberse vuelto intransitable, pero el tiempo había estado seco
durante semanas.
Las luces estaban encendidas en la cabaña, brillando doradas en las
dos pequeñas ventanas, la luz se derramaba sobre el suelo sin vigilancia
alrededor del edificio. Cuando Remy salió del coche, la puerta principal se
abrió y la silueta de Luke se recortó en la entrada.
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EL DEMONIO DE AL LADO
LUKE tiró de uno de los edredones hacia abajo sobre ellos cuando se
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¿sabes?
Las uñas presionando en el saco de sus bolas hicieron que Remy
jadeara. – ¿No?
Luke negó con la cabeza, el cabello caía alrededor de su rostro. Hizo un
gesto en el hombro de Remy mientras comenzaba a levantarlo lentamente. –
No. Tomó un tiempo.
El aliento de Remy se estremeció. Trató de no moverse; Temiendo
romper el hechizo. Cerrando los ojos, se concentró en la sensación del cuerpo
de Luke cerrando la fracción entre ellos y presionando contra su costado, su
polla hipersensible se endurecía traicioneramente con cada caricia de la
mano de Luke, y el aliento caliente en la oreja de Remy mientras Luke
susurraba: – Podía oírla. Llamar. Suplicándome que la ayudara. Hablar con
Dios como si realmente estuviera escuchando.
- Estabas escuchando.
Luke sonrió contra su piel y luego presionó sus dientes en la mandíbula
de Remy. – Ella suplicó. – Dijo, su mano se aceleró, tirando del prepucio de
Remy dolorosamente, pero no lo suficiente como para evitar que su orgasmo
volviera a crecer. – Sabía que se estaba muriendo. Podía escucharla llorar.
Ayúdame, oh Dios, no quiero morir aquí, por favor ayúdame. No sé si fue
la caída o lo que le diste, pero le dolía tanto, podía escuchar el dolor en su
voz. Casi me acerco allí. Cuando ella se cagaba. La humillación de estar tirada
allí en sus propios excrementos, sintiendo que su vida se desvanecía, yo
solo… – Se inclinó, buscando la boca de Remy, y lo besó, sus labios separando
los de Remy, saboreándolo delicadamente. Remy se abrió, queriendo que el
beso se hiciera más profundo, pero Luke se apartó. – Fue hermoso, tan
hermoso. – Susurró. – Gracias por una de las mejores noches de mi vida. No
sabía que fuiste tú. Te hubiera amado desde el momento en que te vi.
Hubo un ruido procedente de la esquina. Remy estiró la cabeza para
encontrar a Gregor despierto, con los ojos muy abiertos por el terror, las
lágrimas corrían por su rostro enrojecido mientras los miraba. Remy ni
siquiera pensó. Apartó el edredón, exponiéndose a sí mismo, su cuerpo
devastado, los arañazos y las marcas de sangre en él, los moretones que
estaban comenzando a florecer en su piel, la mano de Luke desnudando
violentamente su pene. Quería que Gregor viera cuánto lo amaban y qué tan
lejos estaba dispuesto a llegar para amar a Luke a cambio.
La mano de Luke se movió más rápido mientras lamía el costado de la
garganta de Remy, y Remy gimió, arqueando la espalda. – Duele. – Susurró.
– Duele mucho.
Luke gimió y lo besó de nuevo. – ¿A él le gusta? ¿Verte sufrir? ¿Ver lo
hermoso que sufres por mí? – Las palabras fueron un susurro contra los
labios húmedos de Remy.
Él miró hacia atrás; se encontró con los ojos asustados de Gregor y
negó con la cabeza. – No. No, no creo que lo haga.
- Bien. – Luke murmuró. – Pero tendrá que esperar su turno.
- ¿Qué… qué planeas hacerle?
Queriendo ver la reacción de Gregor, Remy no quitó los ojos de él,
bebiendo de su angustia, pero sintió a Luke sonreír contra su piel de todos
modos, cuando respondió: – Lo que quieras, mi amor. – Luke murmuró: –
Quiero que este sea mi regalo para ti tanto como lo es para mí.
La respiración de Remy se aceleró; jadeos cortos y afilados cuando
Luke exprimió otro orgasmo de su cuerpo, pero se las arregló para decir: –
El atizador. Dale el atizador. – Antes de gritar y cubrir el puño de Luke con
un chorrito de semen delgado, sus abdominales contrayéndose
violentamente mientras se estremecía a través de él.
Luke sonrió y lo besó, y luego se secó la mano en la manta mientras se
levantaba. Se veía hermoso a la luz del fuego, como un Dios, todo músculo y
- Con qué quieres ir. – Preguntó en voz baja, sin levantar la vista de sus
manos como si estuviera revisando su teléfono.
- La cena sería lo más fácil. – Luke murmuró mientras saludaba a la
pareja y entraba en el camino de entrada. – ¿Ese lugar hípster en la quinta?
- Dios, no. Ve con Olive Garden. La hará feliz, además hay dos en caso
de que sienta la necesidad de asegurarse.
Remy suspiró. Odiaba Olive Garden, incluso cuando era una comida
ficticia. Aun así, logró pegar una sonrisa cursi mientras salía del auto con los
sonidos de Luke saludando a la pareja. La única gracia salvadora en toda la
situación era que él y Luke parecían poder deslizarse sin problemas en esta
danza del engaño, moviéndose juntos como si hubieran estado practicando
durante años.
- ¿Así que parece que ustedes dos se están llevando bien? – Cate
preguntó, claramente ya fantaseando sobre cuál de ellos tenía el rol de activo.
- Bastante bien. – Remy dijo, sonriendo levemente. – Incluso si me
robó la mitad de mis palitos de pan.
- ¡Hey! Te duermes, pierdes. ¿O esa regla solo se aplica a la tarta de
queso?
Remy se rio y golpeó el hombro de Luke cuando se acercó a él. – Me
sorprende que haya espacio para la tarta de queso.
- Debería haberte advertido sobre el gusto por lo dulce de Luke,
supongo. – Paul bromeó, claramente haciendo un esfuerzo concertado para
parecer cómodo con sus amigos saliendo, incluso si Remy pudo ver su nariz
arrugándose con un poco de disgusto.
- Deberían venir a cenar la semana que viene. – Cate dijo, su rostro
cansado se animó al pensarlo. – Hago un delicioso pastel de queso de
chocolate blanco. Incluso pueden llevarse lo que quede a casa para
compartir.
- Eso suena genial. Estoy libre todas las noches menos los miércoles. –
Remy se volvió hacia Luke. – ¿Y tú?
- ¿Estás seguro de que no quieres que me quede afuera para que te
quedes con todo el postre? – Todos rieron cortésmente y Remy comenzó a
contar los segundos hasta que pudo dejar la farsa. Luke se encogió de
hombros. – Sí, estaría dispuesto a eso.
- Súper. – Cate parecía feliz como una lombriz. – Digamos el jueves,
¿de acuerdo?
Remy resistió el impulso de juntar sus manos y decir “¡Sí, vamos!” en
lugar de asentir con la cabeza y, en general, poner excusas para decir buenas
noches.
Vio a los Roberts alejarse, parado casualmente junto a Luke, y
murmuró – Quieres entrar un rato.
- Pensé que nunca lo preguntarías. – Luke respondió en voz baja, y
ambos se deslizaron hacia la casa.
Las luces estaban encendidas, al igual que la televisión gracias a los
temporizadores de seguridad de Remy, dando al lugar una sensación
acogedora tan pronto como entraron a la habitación. Remy no se molestó en
quitarse los zapatos, solo arrojó sus llaves en el cuenco de la unidad de
televisión y atravesó la casa hasta la cocina.
Luke lo siguió, sin hablar, pero aparentemente tan relajado en el lugar
de Remy como en el suyo. Apoyado contra una de las encimeras de la cocina,
esperó con los brazos cruzados sobre el pecho hasta que Remy le entregó una
fría del refrigerador antes de decir – Sabes que va a hacer una cazuela,
¿verdad?
Remy se rio levemente e imitó la posición de Luke, apoyándose en el
mostrador opuesto y cruzando los pies por los tobillos. – Me gusta la cazuela.
Además, creo que es bueno que sea predecible.
Reuben se reía de algo que decía Pete cuando oyó abrirse la puerta del
bar. Mirando por encima del hombro, vio a Luis deslizarse dentro y sacudirse
la lluvia de su chaqueta antes de verlo entre la multitud. Dos años habían
estado viviendo en Seattle, y aún Luis no pensaba en cargar un paraguas con
él.
Se volvió hacia la mesa, solo para ver a Pete negando con la cabeza,
aparentemente pensando lo mismo. – Tu hermano no aprende, ¿verdad?
En Seattle, eran simplemente hermanos para el mundo exterior. Luis
se había mudado allí primero. Cinco agonizantes meses, Reuben se había
quedado en Pittsburgh, muriendo un poco todos los días, extrañándolo como
loco. Ciertamente había ayudado con la tapadera que Luke y Remy habían
tenido una mala ruptura cuando Luke fue trasladado a otra oficina. Remy
estaba deprimido y trabajaba, hacía ejercicio y sufría durante la cena una vez
ALEX JANE 129
EL DEMONIO DE AL LADO
llamarla barba. Ahora era un maestro suplente, con trabajo regular en un par
de escuelas secundarias de su distrito. Era muy querido por el personal,
aunque los alumnos lo hacían pasar mal. Después de su primera semana con
una clase particularmente difícil, se quejaba incesantemente con Reuben
sobre uno de los chicos. Reuben había hecho un esfuerzo por encontrar a
alguien que nadie echara de menos y que luciera lo suficientemente similar
como para que Luis pudiera perder sus frustraciones de manera segura sin
destripar a su alumno en su salón de clases. Le tomó un mes alinear sus
horarios, pero Luis tuvo la oportunidad de hacer gritar al tipo durante un par
de horas en el bosque antes de golpearlo hasta matarlo con una palanca, y se
sintió mucho mejor después.
Sus vidas eran bastante normales la mayor parte del tiempo, pero no
habían dejado de cazar. Reuben llevaba un registro de la frecuencia, el lugar
y el momento en que se mantenía un patrón fuera de las muertes. Planearon
vacaciones, solo para conducir a otra parte y darse un capricho. A veces había
meses entre asesinatos, en ocasiones, con semanas de diferencia. Florida
durante las vacaciones de primavera, Nueva Orleans para el Mardi Gras, el
ocasional excursionista extraviado en la naturaleza; había muchas formas de
camuflar a los desaparecidos. Ocasionalmente habían usado la cabaña,
manteniendo un “amigo especial”, como los llamaba Luis, para una estadía
prolongada, pero Reuben lo odiaba. Para él, el riesgo era demasiado.
Demasiados rastros de evidencia, demasiadas posibilidades de que alguien
lo encontrara, demasiados cerdos amistosos y bien alimentados
deambulando por el lugar. Al final, tuvieron una pelea ardiente, que terminó
con Luis saliendo furioso y regresando a casa dos días después apestando a
humo de leña. Reuben había estado tan agradecido de que Luis le hubiera
cedido la cabaña, se había sometido a una paliza tan fuerte que había pasado
una noche en el hospital y había tenido que presentar un informe policial
sobre un atraco. Había valido la pena mantener a Luis a salvo un poco más.
Luis se dejó caer en la silla junto a él y le dio una ligera palmada en el
hombro a Reuben. – Empezaron sin mí.
- Si te esperábamos, todos estaríamos recogiendo nuestras fichas de
sobriedad de AA. – Reuben gruñó. – Consigue una ronda, ¿quieres?
- Bien, gruñón. – Luis murmuró mientras levantaba una nalga de la
silla para sacar la billetera de su bolsillo. – ¿Llamaste a mamá sobre el fin de
semana?
Reuben maldijo entre dientes y se frotó la sien. – No. Lo olvidé.
- Jesucristo, Rubén…
- Sí, sí, lo sé.
- Mañana a primera hora, ¿de acuerdo? – Luis dijo mientras se ponía
de pie. Aparentemente satisfecho con el gruñido irritado que le dio Reuben,
se fue al bar.
- Por eso es el favorito. – Pete dijo en broma. Reuben le arrojó un
posavasos, pero no estuvo en desacuerdo.
No era mentira. No es que Reuben realmente necesitara llamar, sino
que Luis era el favorito. Principalmente fue porque la mamá en cuestión era
la de Luis. Aunque ella y el resto de la familia llamaban a Luis Junior cuando
estaban cerca. Reuben fue llamado, a su vez, “cariño”, “hermano” o “la perra
de Junior” específicamente por la hermana de Luis cuando se burlaba de
ellos.
Luis les había presentado a Reuben unos seis meses después de
conocerse. Conduciendo hasta la granja familiar, las manos de Reuben
habían estado sudando de miedo tanto que Luis prácticamente se había reído
todo el camino. La semana anterior habían secuestrado, violado y mutilado
a un portero del hospital a plena luz del día, pero eso había sido un paseo por
el parque comparado con la ansiedad de tener que pararse frente al padre de
Reuben se rio, pero se deslizó hacia adelante y levantó a Luis con muy
poco esfuerzo, llevándolo hacia uno de los dormitorios. Alternaban las
noches en el que dormían y rara vez hacían las camas por la mañana si surgía
la necesidad de mantener las apariencias.
Se besaron mientras Reuben caminaba, los brazos de Luis colgando
casualmente sobre sus hombros, sus piernas apretadas alrededor de la
cintura de Reuben. Reuben podía sentir el golpeteo de las botellas de agua
que se balanceaban entre sus omóplatos mientras las movía.
- ¿Quieres hablar sobre el plan? – Preguntó mientras dejaba a Luis sin
ceremonias en la cama.
Luis negó con la cabeza, descartando las botellas de agua a favor de
atacar el cinturón de Reuben. – Nah. Tengo mejores cosas que hacer con mi
boca. Pero adelante.
La sonrisa que le lanzó a Reuben lo hizo sentir como el hombre más
afortunado del mundo. Tuvo tanto miedo cuando se fue de Pittsburgh a
Seattle de que todo con Luis fuera demasiado diferente. Luke, se dijo a sí
mismo, se había ido, reemplazado por este nuevo hombre, al igual que Remy
había sido reemplazado por Reuben. Pero después de solo unos segundos de
reunirse, supo que el hombre con el que había regresado a casa era del que
había estado enamorado años antes de que Luke existiera.
No pasó mucho tiempo antes de que Reuben tuviera sus dedos
retorcidos en el largo cabello de Luis, gruñendo mientras empujaba su polla
en la garganta de Luis, ignorando la forma en que Luis le arañaba los
antebrazos, desesperado por respirar. Estaba a punto de correrse cuando
Luis marcó el ritmo de verdad, sin duda su esposo era serio. Reuben estaba
más que un poco enojado cuando, después de raspar ruidosamente un poco
de aire en sus pulmones descuidados, Luis miró hacia arriba y dijo –
¿Podemos hacerlo una vez más antes de irnos?
Gruñendo su desaprobación, Reuben forzó su polla goteando hacia
atrás entre los labios de Luis, gruñendo cuando sintió los dientes. Solo por
eso, apretó la nariz de Luis para cerrarla y terminó con brusquedad, viendo
el ruido que salía de los lados de la boca de Luis mientras se retiraba
lentamente. Luis vomitó, pero se lo merecía, y fue mucho más divertido que
decir “no”. Reuben se distraía cuando lo empujaba a forzar sus planes
cuidadosamente trazados a realizarse demasiado pronto o con muy poca
preparación. Aún no los habían capturado y Reuben no tenía planes de
permitir que eso sucediera en el futuro.
Luis se secó la boca, tosiendo y con un brillo en los ojos que Reuben
sabía que significaba que la venganza sería una mierda. Reuben lo besó de
todos modos. – Tengo muchas ganas de pasar un rato con tus padres. – Luis
se limitó a sonar y se quitó la camisa.
Estaban planeando tomarse unas semanas para hacer la transición a
un nuevo lugar pasando el rato con los parientes políticos. Darse cuenta de
que eran actores ayudó a vender la idea de “descansar” entre trabajos, así
como viajar y cambiar su apariencia. Especialmente cuando nadie en casa
tenía muchas ganas de viajar, visitar o comprobar lo que estaban haciendo.
– Yo también. – Dijo, su voz ronca por el manejo brusco. – Me dará tiempo
para estudiar también.
Tirando de sus jeans hasta el piso, Reuben frunció el ceño a Luis. –
¿Estudiar para qué?
- Quiero ser policía la próxima vez.
- ¿Un policía? – Reuben no pudo ocultar la incredulidad en su voz.
- Sí, he tenido suficiente de enseñar. – Luis respondió mientras se
ponía de pie y abrochaba el botón de sus jeans. – ¿Crees que podríamos
lograrlo?
Habían escupido algunas ideas sobre su nueva vida y nuevas
FIN
AGRADECIMIENTOS
SOBRE EL AUTOR
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