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PARA MI HIJO.

Francisco y Berenice (papas muy Jóvenes) de edad, quien ha vivido

sumergido en la invención de la compañía de su hijo Alan Saúl

Martínez, con grandes recuerdos por recordar y aventuras de que

hablar; con un hijo el cual han visto o mejor aún, ha querido ver,

pues la primera vez que lo recuerda fue el día en que nació, y dejó

muy claro en aquel suceso que fue una alegría.


Justamente, Alan es todo ello y mucho más. Por todo eso,
conservo desde el día que me enteré de su existencia -y para
siempre-, todos los momentos que comparto con él.
El amor verdadero no se sonroja al mostrar su sensibilidad. Es
profundo, sincero, sentido y puro. Es incondicional, eterno e
infinito. Carece de límites, no conoce de condiciones ni de barreras.
Por eso, mi hijo es amor, el más bonito que jamás haya podido
sentir por alguien.

El amor de mi hijo es felizmente correspondido. Nadie jamás me


dio tanta luz. Para nadie me he convertido en una figura tan
importante. Nunca otra persona fue capaz de marcar los tiempos
como él. Ese pequeño tiene el don de haber además tatuado mi
alma.
Su vida marcó a fuego mi vida, y colmó de las más bonitas
sensaciones y sentimientos mi corazón. Llenó mi memoria de las
más gratificantes y satisfactorias anécdotas infantiles. Me brindó
un título, el más importante de mi vida: ser mamá.

Ese pequeño y brillante sol llegó a mis días para enseñarme


mucho. Fue la mejor aventura que pude haber vivido, a su lado. El
protagonista de mi cuento infinito. Mi motor para avanzar día a
día, el bastón que supo sostenerme ante cada posible trastabillada.

Por eso, y por mucho más, agradezco a la vida el haberlo puesto


en mi camino. Y qué más da si se trata de un nene buscado, si al
final de cuentas terminó siendo el más esperado. Resultó así ser el
cielo más amado y venerado, el príncipe de todos mis palacios.
Mi hijo es mi mundo, mi sonrisa y hasta mi cable a tierra. Invade
con su alegría mis tristezas, conquista mi corazón. Por que es muy
ordenado Nutre mi alma con su frescura e inocencia. Purifica mi
ser con cada una de sus monerías y ocurrencias tan suyas que
pueden volverme loca cuando se pone un disfraz de
SUPERHEROE, que cabe mencionar que independientemente
SONIC es su personaje favorito, gusta del Futboll,, con sus escasos
6 años es mi super hijo.

Mi hijo es esa loca razón de vivir. Mi estrella, el Dios de mi propia


religión. Junto a él he aprendido el verdadero sentido de la vida.
El modo en que debemos transitar nuestro camino por este mundo.
El inmenso valor que poseen aquellas cosas más sencillas de cada
jornada.

Me demostró la fuerza del amor, el calor de los abrazos, el poder


de las sonrisas. El valor de los besos sentidos y esperados. Lo
estruendoso que se esconde detrás de toda silenciosa mirada. El
tsunami emocional que moviliza cada “te amo” para siempre
correspondido. El afecto infinito que puede vehiculizar un beso.
Es así como no puedo sentirme más que
bendecida por tenerlo como hijo, orgullosa
de cuidarlo y protegerlo. Porque es él quien
pone color a mis días grises, quien
musicaliza con su dulce voz cada mañana y
colma las noches de paz con su sola
existencia.
Mi hijo es todo
Mi hijo lo es todo. Jamás hubiese pensado que esto llegaría a
darse. Nunca pensé querer así, con esta fuerza e intensidad. Mi
hijo se convirtió sin más en la esencia de mis días, en el
combustible que me empuja para seguir.
No importan aquí los obstáculos, las cachetadas del destino. Lo
único que verdaderamente importa es el hecho de avanzar y
crecer juntos. Vencer a la par. Aprender del error y la caída. Sonreír
al sentirnos vencedores, al vernos salir adelante con la entereza e
integridad siempre intactos.

El secreto de todo es llevar esa sonrisa y su mirada como bandera.


Es todo lo que está bien, esa pequeña luz que ilumina cada uno de
mis pasos. Por eso, siempre le pido un favor a ese ángel que Dios
envió a la tierra, a mi cotidianidad.

Le pido a esa pequeña vida hermosa, que guíe mi camino como


solo él supo hacerlo desde el momento en que comenzó a existir.
Gracias hijo por ser mi mundo, mi todo. Prometo por siempre dar
todo de mí para garantizar que seas sumamente feliz.
Un niño feliz será un adulto
feliz
Hijo y madre forman el vínculo
del apego, creando una unión
que les marcará a ambos de por
vida, superando en impacto a
casi cualquier otra
experiencia. Es de vital
importancia la relación con la
figura materna, ya que influye
en la forma de relacionarnos
con otras personas a lo largo
de la vida.

Las madres ofrecen un amor


incondicional, que no depende de las circunstancias o de las
características del hijo. Y es que, como hijos, partimos del amor
eterno de nuestras madres, sin que se necesite un período de
conquista.
No tenemos que ganarnos el amor de una madre merecemos ser
queridos por cómo somos, no por lo que hacemos.

“¿Cómo se puede querer tanto a alguien a quien todavía no


conoces, a alguien tan pequeño?” Porque forma parte de una
misma, porque llena un espacio antes desconocido y lo inunda de
ternura, de fragilidad. Porque cuando se adquiere el rol de madre,
se ve una parte de sí misma que está llena de fuerza y que está
dispuesta a dejar de lado el resto para ofrecerle todo a su bebé.

Como mecanismo biológico es vital. El bebé no puede valerse por


sí mismo, por lo que requiere de un ser adulto que le alimente, le
de protección y cuidado hasta que pueda enfrentarse con
autonomía a la vida. Pero, ¿esta conexión va más allá? Hay
investigaciones que apuestan por cambios reales en los cerebros de
las madres a raíz de la maternidad.
El amor de madre en mitos y religiones

La mitología y la religión tienen múltiples referencias al amor


incondicional de las madres hacia sus hijos, al poder de la
maternidad. Así es el caso de Deméter, diosa de la agricultura en
la mitología griega, que debido al secuestro de su hija, Perséfone,
dio lugar al mito de los cambios de estación. O, el ejemplo de la
Virgen María en la religión católica, que quedó embarazada siendo
virgen, vio morir a su hijo en la cruz, y su figura vencía al demonio,
que no podía mirarle directamente.

Este estrecho vínculo ha sido venerado y reconocido por su


incapacidad para ser destruido y por la fortaleza que ofrece a
aquellos que lo comparten.

“Las madres olvidan voluntariamente que el cordón umbilical se corta en


el momento del parto”
-Vera Caspar-
La protección que nos otorga el amor incondicional ayuda a que
crezcamos con una “red de seguridad” emocional. Un andamio
que sostiene lo que somos, sin cambiarlo, propulsándonos hacia el
futuro y dándonos seguridad.
EDITORIAL MI MUNDO

TITULO: PARA MI HIJO

“ALAN SAUL “

AUTORES: FRANCISCO Y BERENICE

EDICION: UNICA

2022

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