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REIKIURBANO

Rendirnos con humildad al destino de nuestros antepasados, nos brinda la fuerza para ir hacia adelante. Sin

negar el miedo y el dolor. Por el contrario, lo reconocemos, sabemos de dónde viene. Pero cuando lo miramos

de frente, pierde todo su aspecto tenebroso y ganamos seguridad. Porque tenemos raíces fuertes en qué

apoyarnos.

Ahora sabemos lo que son: Sombras del pasado. Y aunque fueron reales para nuestros antepasados, ellos

han pagado el precio y a mí me toca tomar el aprendizaje.

De esa manera realmente honro lo que han vivido anteriormente, honro las historias de dolor y de

sufrimiento.

Estás aquí y ahora, con la vida que te han pasado tus ancestros. Ellos pagaron el precio, no tenés que seguir

pagando vos. Sos el éxito de ellos, sus vidas han valido la pena. Porque ahora estás vos acá, dispuesto y

comprometido a vivir tus sueños. ¡Ha valido la pena!

Tenés el privilegio de vivir en esta época, la era de la tecnología, del conocimiento, de las redes sociales, etc.

Es una época que muchos de tus ancestros, ni siquiera lo hubieran imaginado. Contá tus bendiciones.

Mirá hacia adelante con orgullo, porque los que han estado antes que vos, lo hicieron posible. Soltá los

reclamos y los juicios y decidite a vivir plenamente, la vida que te han legado.

Jamás niegues lo vivido por tus ancestros, no cierres los ojos a ello.

Tomá coraje de esas experiencias y asumí tu derecho a la prosperidad.


INTRODUCCIÓN

Los traumas no resueltos se integran en el inconsciente familiar, provocando actitudes


y comportamientos que se transmiten de generación en generación, impidiendo a las
personas afectadas vivir en equilibrio y coherencia emocional.

De manera que el clan familiar puede ser una trampa que nos ate y condicione por las
lealtades inconscientes que conlleva la herencia transgeneracional que recibimos de él.

Es preciso comprender y tomar conciencia de la novela familiar para liberarnos de esos


legados y lealtades.

Conocer la transmisión de las memorias del clan y el legado transgeneracional nos


permite comprender los sucesos familiares, así como nuestras actitudes y las del resto
de los miembros del clan, actitudes que antes carecían de sentido y probablemente nos
habían provocado impotencia y frustración.

El clan familiar vive dentro de cada uno. Llevamos la marca del clan desde el principio.
Somos portadores de la memoria transgeneracional de lo que han vivido nuestros
antepasados, sedimento y expresión de lo que en nuestro clan se ha experimentado,
gozado, reído, llorado, silenciado y ocultado.

Cuando nacemos, recibimos un legado transgeneracional que nos lleva a emprender


acciones y a experimentar situaciones que a menudo no comprendemos porque
ignoramos que obedecen a lealtades y vínculos inconscientes con otros miembros del
clan, vivos o muertos, herencia que nos condiciona.

El clan asigna mandatos y tareas a sus miembros a través del inconsciente familiar.

Mensajes que deben ser decodificados para descubrir qué propósito hay detrás de las
repeticiones, proyecciones e identificaciones inconscientes.

El estudio de la transmisión transgeneracional de memorias permite comprender y


tomar conciencia de cómo nos afectan las circunstancias familiares pasadas y
presentes, los secretos familiares, los duelos pendientes y las proyecciones
inconscientes.

En el útero, el inconsciente del h o está fusionado con el de la madre y todo lo que viva
ella dejará en él una huella emocional que perdurará, afectando después a su
autoestima, su capacidad para mostrar afecto y también a la calidad de sus relaciones
íntimas.

El h o se construye a partir del referente principal que para él es la madre, sobre todo a
partir de la emotividad y la información que recibe a través de ella. Todo ello definirá la
personalidad del h o, su forma de ser y las actitudes que adopte en la vida.

En esta etapa inicial de la vida resultan cruciales las circunstancias emocionales que
vivan nuestros padres y el ambiente familiar. Cuando la atmósfera familiar es tóxica, de
miedo o angustia, con discusiones y maltratos, el útero puede llegar a convertirse en
una especie de cárcel para el bebé que recibe toda esa conflictividad sin la más mínima
capacidad de comprensión y, por supuesto, sin la posibilidad de evadirse.

Somos el resultado de todo lo que hemos vivido y experimentado. La vida uterina


constituye una etapa crucial en la que asimilamos una cantidad ingente de
informaciones y valores que se graban en nuestra primera memoria emocional,
convirtiéndose en pautas que nos acompañarán en adelante, determinando el modo de
conducirnos en la vida.

Al legado y la memoria transgeneracional procedente del clan familiar se añade la


memoria emocional de la vida uterina con todo aquello que sentimos y recibimos a
través de la conexión emocional existente con la madre. Es una etapa de aprendizaje
acelerado en la que el h o, desde su inexperiencia, interpreta y siente como propio lo
que sucede a su alrededor.

A la fase uterina se remontan los primeros registros de nuestra memoria emocional,


con informaciones y sensaciones que, como filtros y creencias, se insertan en lo más
profundo de nuestro inconsciente, donde permanecen vigentes e intactas tal como
fueron sentidas y vividas entonces.

En nuestra primera memoria emocional queda registrado todo lo que ocurre en torno a
la concepción, el embarazo y las circunstancias de la vida de los padres, que nos
trasmiten sus anhelos y sus experiencias, convirtiéndonos en destinatarios de sus
ilusiones y de los objetivos que han previsto para nosotros.

A la memoria transgeneracional y a la memoria de la vida uterina se incorpora, a partir


del nacimiento y durante la fase inicial de la vida, la memoria de nuestra primera
infancia, conformada por todo aquello que sentimos, experimentamos, observamos y
aprendemos del ambiente familiar y de nuestros padres, ya sea lo referido a la relación
existente entre ellos como a la que mantengan, conjunta o separadamente, con
nosotros.
El ambiente familiar y la relación afectiva entre los padres y con los padres resultan
esenciales para el desarrollo de los h os porque constituyen el primer referente que
incorporamos, con repercusiones posteriores en las relaciones afectivas de la vida
adulta.

El entorno nos condiciona y marcará aspectos tan importantes como nuestra


afectividad, autoestima y confianza hacia los demás.

Las heridas emocionales más traumáticas que recibimos a lo largo de la vida son
precisamente las que nos hieren en la etapa uterina y en la primera infancia.

En los primeros años de vida carecemos de la experiencia y la capacidad para


comprender y gestionar las circunstancias desencadenantes de lo que nos perturba;
simplemente sentimos la ausencia, distancia o la carencia afectiva de los padres.

Esto nos provoca heridas emocionales que probablemente nunca nadie después va a
revisar; pero que perdurarán en nuestro inconsciente.

El rol materno nos aporta nuestra sensibilidad; el rol paterno, la fuerza y la seguridad.

De cómo representen dichos roles nuestros padres dependerá nuestro proceso de


maduración y el tipo de vínculos afectivos que mantengamos en el clan y fuera de él
durante la vida adulta, porque pueden surgir proyecciones inconscientes hacia la pareja
en un intento inconsciente de sanar aquellas heridas que siguen abiertas desde la
infancia.

A menudo desconocemos nuestro potencial y nuestros recursos internos por las


creencias asumidas al inicio de la vida o porque nunca nos hemos atrevido o nos han
impedido hacer uso de nuestras capacidades. Cuando en el clan y en la familia se nos
asigna un rol y nos hacen creer lo que somos es posible que nunca descubramos
nuestra verdadera identidad y potencialidades.

Comprender las heridas emocionales recibidas en la infancia y la huella que han dejado
en nuestro inconsciente nos permite adquirir el nivel de conciencia necesario para
esclarecer qué modelos, códigos y proyectos hemos absorbido de los padres y del
ambiente familiar, para comprendernos a nosotros mismos como nunca antes lo hemos
hecho.

A partir de ahí, podremos liberarnos de ataduras y tomar el mando de nuestra vida.


LA PSICOGENEALOGÍA

Todos tenemos una historia. Una historia de la familia de la cual somos uno de los
eslabones, llena de personajes que conocemos bien, padre, madre, abuelos, hermanos
o hermanas; y otros de los cuales sabemos poco (o nada), pero su huella subsiste en
nosotros a través de los secretos, lo callado, las alusiones, transmitidos por nuestros
padres.

Este mosaico familiar ejerció sobre nosotros una influencia, tengamos consciencia o
no de ello, y está frecuentemente en el origen de repeticiones obstinadas que
constatamos sin comprenderlas. ¿En efecto, porqué elegir a un hombre que nos hace
padecer, igual como nuestra madre eligió a un hombre que la hizo sufrir e igual como su
propia madre había vivido muerte y pasión a causa de su esposo? ¿Por qué ser víctima de
la misma enfermedad que nuestro padre a su misma edad?

La psicogenealogía nos ayuda a operar estas tomas de consciencia necesarias y


liberadoras, a descubrir mejor con quienes nos hemos identificado, cual papel familiar
hemos asumido sin haber tenido la intención de ello, y a veces obligados y forzados.

Explorar este laberinto, gracias a esta psicoterapia original, nos permite comprender lo
que nos determina, nos influencia y constituye el tejido de nuestra vida: cañamazo de
guiones genealógicos afectivos, sexuales, intelectuales, profesionales.

Encontramos los mismos cruces de caminos, volvemos a vivir ciertos acontecimientos


similares en edades idénticas, reproducimos situaciones equivalentes, formamos
parejas similares…

Todos hemos nacido de un espermatozoide y de un óvulo. Así se constituye nuestro


patrimonio genético, nuestra herencia biológica. Pero nuestra herencia no está hecha
únicamente de células, carne y sangre, también es psicológica. Frecuentemente sin
saberlo, inconscientemente.

Nacemos en el seno de cierta sociedad, en una época dada, en un país particular. No


seríamos el mismo o la misma, si viviéramos en la Edad Media o dentro de tres siglos. Si
hubiéramos nacido en otra civilización, en un país lejano, tendríamos otras costumbres,
otros modales, otra visión de la vida.

Para ciertos niños de hoy, ya no se puede decir que han nacido del encuentro de un
hombre y de una mujer: la fecundación se hizo por el esperma puesto en banco
anónimamente o la gestación por una madre portadora.
Sucede lo mismo con nuestra familia. Criados por nuestros vecinos, seríamos
totalmente diferentes. Las personas que nos educan bebé, niño, adolescente, nos dan
un patrimonio psicogenealógico. Tomemos el caso más frecuente en que nuestros
padres biológicos son los que velan por nosotros.

A partir de nuestra concepción, somos objeto de proyecciones por parte de nuestra


familia. Somos deseados o no lo somos, esperados como h o o h a, fantasmado(a)s,
soñado(a)s en cuanto a nuestro físico, nuestro carácter, nuestras aptitudes. Primero
somos un niño imaginario.

En nuestro nacimiento, recibimos nombres y apellidos.

Al crecer, somos definidos, etiquetados según ciertas características corporales,


sexuales, afectivas, intelectuales, artísticas, en función de los miembros de nuestro
árbol genealógico, por comparación también con nuestros eventuales hermanos y
hermanas.

Durante nuestro crecimiento, nos identificábamos con nuestra madre o nuestro padre.
Estos gigantes, para los pequeños que somos, representan el mundo, la realidad, la
verdad. Los imitamos, aprendiendo a través de ellos lo que significa ser humano, ser
hombre, ser mujer, lo que es la pareja, la familia. Descubrimos la vida a través de ellos.

Después de sufrir un conjunto de proyecciones familiares e identificarnos con nuestros


padres y ciertas personalidades de nuestro árbol genealógico, instalamos muy
naturalmente un sistema de repeticiones.

Repetimos las opiniones, los comportamientos, las relaciones, las actuaciones de


nuestra familia. Si éstos nos convienen, esto no provoca tensiones en nosotros. En
cambio, algunos adoptan sistemáticamente la posición contraria a lo que conocieron.
Es lo que se llama el “contra – guión”.

Pero reaccionar “a lo opuesto de” siempre es actuar “en función de”.

Para la mayoría de nosotros, en algunos campos de nuestra vida, estas repeticiones


conllevan conflictos interiores. No hacemos lo que deseamos y no deseamos lo que
hacemos.

Se efectúa una separación entre nuestro consciente que expresa ciertas aspiraciones y
nuestro inconsciente que traduce deseos desconocidos, oscuros, reprimidos.
Volvemos a encontrar las mismas dificultades en filigrana de nuestra existencia:
siempre tenemos los mismos problemas en nuestra vida profesional, encontramos el
mismo tipo de hombre o mujer en nuestras relaciones afectivas, volvemos a vivir las
mismas situaciones. Nuestras angustias, nuestros fracasos nos persiguen. ¿Cómo salir
de estas trampas?

El primer objetivo de la psicogenealogía es hacernos tomar consciencia de nuestros


mecanismos familiares, esta familia que nos habita. Somos el fruto de una larga
cadena.

En lo más hondo de nosotros, no sólo viven nuestros padres, sino que también los
padres de éstos, o sea nuestros abuelos, incluso nuestros bisabuelos aun cuando no los
hayamos conocido.

En nuestra alma, viven nuestros hermanos y hermanas, nuestros primos y primas.

Adentro nuestro viven también amigos de la familia, adultos que amamos u odiamos
durante nuestra infancia (servicio doméstico, maestro o profesor, médico, religiosos,
etc.), niños, adolescentes que eran nuestros amigos íntimos o nuestros compañeros.

La psicogenealogía tiene por segundo objetivo el ayudarnos a liberarnos de empresas


familiares que nos impiden vivir según nuestro deseo.

Para esto, vamos a empezar la búsqueda de nuestro yo auténtico, aprender a amarnos,


a estar en paz con nosotros mismos para estar mejor, para actuar mejor, para amar
mejor a los demás y la vida.

Y si tenemos h os, separaremos lo bueno de lo malo para darles lo mejor de nuestra


historia familiar y nuestra.
EL PROYECTO SENTIDO (PS)

“Los pensamientos y vivencias que tenían los padres en el momento de la concepción de


sus h os, gestación y nacimiento pueden estar influyendo en la vida que tienes hoy.”

El psicólogo francés Marc Frechét decía que “antes de ser concebido, el bebé es ya una
idea pre- concebida”. Lo que sucede en la vida de nuestros padres (pensamientos,
deseos, sueños, expectativas de vida, situación en general), nueve meses antes y en el
momento de la concepción, va a determinar nuestra vida posteriormente.

El proyecto/sentido es una expectativa inconsciente colocada en el niño y que se


orienta a reparar los sufrimientos del árbol genealógico. La búsqueda inconsciente de
los padres y de todo el árbol genealógico relacionada con el niño está ligada con la
totalidad del mito familiar, a fin de sobrevivir y adaptarse lo mejor posible al mundo que
lo rodea.

El niño deberá, desde su vida intra-uterina, absorber toda la historia del linaje al que
intenta pertenecer. Llegará al mundo con el bagaje de los sueños e ideales proyectados
de manera inconsciente en su persona, con todo lo que ello implica a veces en términos
de culpabilidad, sufrimiento e inferioridad, búsqueda de la perfección, etc.

En gran medida estos proyectos que nuestros padres nos transmiten en el momento de
la concepción de acuerdo a lo que ellos están viviendo, pensando y sintiendo, son
proyectos dolorosos y difíciles de llevar. Y los vamos a cumplir de manera automática e
inconsciente sin darnos cuenta.

Al momento de la concepción, revivimos y recordamos lo que pasó en esos momentos


entre nuestros padres y que sin darse cuenta nos transmiten y se queda grabado en
nuestras células.

Puede ser el papá esté odiando a todas las mujeres, incluso sin darse cuenta que las
odia; de hecho, puede que diga con frecuencia que le encantan las mujeres y que las
quiere mucho, sin embargo, tiene pensamientos que las mujeres no valen nada, que son
malas, etc.; las utiliza solo para su placer sin importarle lo que ellas sientan, etc.

Y puede ser que la madre esté pensando en que los hombres son malos, son
“sinvergüenzas”, que son infieles, graba tanto lo que la madre y el padre piensan y
sienten, como su propia “interpretación” (sentido) que él le da a esa información.
Posteriormente va a ser leal a eso que le sucedió no sólo durante la concepción sino lo
que sigue pasando durante su gestación y nacimiento.

Si cuando la madre se entera que está embarazada siente que es un problema, que no
quiere tener un bebé, que ese bebé le está “dañando sus planes” que el estar
embarazada le impedirá hacer la vida que quiere en ese momento el bebé graba que es
un problema, que está siendo un estorbo para su madre y va a estar muy desvalorizado.

Le costará entonces conseguir lo que quiera en la vida, pues sentirá que no merece (no
merece ser amado, ser valorado, ser importante, tener sus logros), puesto que en ese
momento, siente que su madre no lo ama.

Si los padres piensan que no tiene un espacio dónde vivir, que no tiene dinero, que son
muy pobres, que la vida les es muy difícil, eso es lo que va a grabar en el bebé que está
siendo concebido en esos momentos. Posteriormente su vida estará llena de pobreza,
dificultades, etc.

Todos estos comportamientos se hacen de manera totalmente inconsciente; es una


repetición de una grabación a la que se es leal de manera automática.

Al tomar conciencia de los proyectos recibidos de parte de nuestros padres, también


nos damos cuenta hasta donde nos están afectando y determinando nuestras vidas; los
devolvemos. Nos liberamos de ellos, los sanamos, y hacemos nuestros nuevos
programas que sí nos ayudarán a ser felices y tener en nuestra vida salud, bienestar,
éxito, etc.

El acto biológico (sexual), no es suficiente para explicar una concepción. Hay mujeres
que quieren tener h os y no quedan embarazadas y otras que no quieren y se quedan
embarazadas, existe algo más fuerte que el deseo consciente.

El h o es la solución inconsciente a los problemas, deseos y conflictos de los padres. El


deseo con el cual somos concebidos va a determinar de una forma profunda nuestro
carácter e incluso nuestra profesión y nos podemos encontrar viviendo una vida que no
es nuestra.

Una enfermedad, una creencia, un comportamiento o una proyección que estemos


viviendo en el momento presente y que nos condiciona la vida, puede tener su origen en
esta etapa.

Hay seis categorías clínicas de proyecto sentido ( P:S )


El Proyecto Sentido Explícito

Es algo claro, Mi padre es notario, estaba claro en la cabeza de mi padre que quería un
sucesor, porque él mismo era sucesor de su padre, esto es un proyecto sentido
explícito.

Mi padre habla notario, yo hablo notario.

Ejemplo: Un niño de 13 años con problemas osteoarticulares. Los dos padres son
gimnastas entrenadores de equipos de alto rendimiento, ninguno de los dos logró
entrar en el equipo nacional de su especialidad, solo seleccionaban a los tres primeros
y ellos siempre quedaban en 4o o 5o posición, tienen un niño y ¿qué piensan?, quieren
hacer de su h o un deportista de élite, el niño con 13 años es campeón nacional de
gimnasia deportiva, pero sucede que hasta esa edad esta todavía influenciado por los
deseos y expectativas de los padres, con trece años a la vez que sucede el cambio
hormonal el niño se desvincula de esas expectativas, se “sale del camino” y empieza a
tener problemas osteoarticulares, porque se va a desviar del camino que han dibujado
para él, empieza con tendinitis, dolores de espalda... para dejar de practicar la
gimnasia, pero también podría suceder un accidente de moto, con consecuencias
mucho más graves.

Lo primero es preguntarnos, ¿qué es lo que habían programado mis padres para mí?

Y las soluciones son dos, o lo dejo todo y cambio, o continuo haciendo lo que hago, pero
lo hago a plena conciencia, porque de esta manera ya lo hacemos para nosotros
mismos y no para la familia, entonces tenemos éxito. Cuando no ganamos dinero con
nuestra profesión, estamos reparando para la familia. Cuando reparamos a plena
conciencia disminuye el estrés inconsciente y se hace mejor el trabajo.

El P.S es, “mientras obedezco, siento el reconocimiento de la familia, pero si me desvío, la


familia me va a rechazar” y empiezan a aparecer los conflictos particulares que nos
pueden llevar a una enfermedad o un accidente.

Aquí podemos englobar también los conflictos de inexistencia.

Por ser niña cuando esperaban un niño, o viceversa, en estos casos se dan muchos
zurdos biológicos.

Por ser una figura protectora dentro de la familia, con la misión encargada por el clan
familiar de proteger y cuidar.
Por ser yaciente, es decir que, nuestra fecha de nacimiento o concepción coinciden con
la de algún miembro de la familia fallecido, que no hemos conocido, alguien que murió
antes de que naciéramos. Uno de estos motivos es suficiente para tener un P.S de
inexistencia, de no ser esperado.

Mamá habla “no debías haber nacido”, yo hablo “no tengo derecho a vivir”.

Se trata de tomar plena conciencia del P.S, para que suceda una aceptación consciente
de nuestras tendencias y comportamientos y no una fidelidad familiar inconsciente.

El Proyecto Sentido Natural

Es el guión predominante con el que podemos resumir todo el período, una forma de
medir las emociones predominantes que solo pueden ser de dos tipos, agradables o
desagradables.

Imaginate una mujer embarazada y todas las personas a su alrededor están contentas,
el futuro padre, los abuelos, la propia madre, todos contentos, hay júbilo, amor...

Este es el lado positivo. Y en el lado negativo por ejemplo un embarazo no deseado


donde hay angustia, malestar y depresión...

Ejemplo: una mujer queda embarazada poco después de la muerte de su padre, siente
tristeza, angustia depresión, y el bebé va a ser marcado por estas emociones, porque
cuando estamos angustiados aumentan las hormonas del estrés y estos elementos van
a impregnar al feto, así que, un segundo trabajo que podemos realizar es averiguar el
estado emocional de nuestra madre durante el embarazo. Si la mujer está en pleno
duelo, el bebe nacerá con muchas moléculas de tristeza.

Mi madre habla “duelo bloqueado y tristeza”, yo hablo “duelo bloqueado en la tristeza”,


durante toda mi vida.

La diferencia de una depresión de P.S y una conflictual es, que la depresión existe
desde siempre, se nace triste, se está triste desde siempre, es un fondo de tristeza, son
personas que parece que les falta energía o que no consiguen comprometerse en
proyectos, es una tristeza que no nos pertenece.

En la depresión conflictual la vida va bien, sucede algo y la persona entra en depresión,


hay un antes y un después.
Otro ejemplo: Durante mi embarazo mis padres se peleaban todo el tiempo, había
mucho ruido. Esta persona ha sido asmática desde que nació, porque uno de los
conflictos del asma, son las peleas familiares, esta persona a los 12 años sufría un asma
tan intenso, que la llevan a un hospital en la montaña y mejora, pero no es la montaña,
es estar fuera del clima de peleas de su familia, cuando la niña vuelve a casa, vuelve a
sufrir asma.

Mis padres “hablan peleas”, yo “hablo asma”.

El Proyecto Sentido de Urgencia

Sucede un drama que va a impregnar nuestra existencia. Hay un acontecimiento que va


a afectar al P. S natural de esa persona, que en algunas ocasiones queda relegado a un
segundo plano.

Un caso es el niño que nace y le damos el nombre de un familiar que acaba de morir
mientras el niño se estaba gestando; cada vez que vemos al niño, representa ese
muerto, representa el duelo de la familia.

Un paciente que es médico pero no le gusta su profesión, mientras estaba en el vientre


de su madre, su padre enfermó y pensaban que se iba a morir, su proyecto sentido
cambia, y repara siendo médico.

Cuando hacemos una profesión que no nos gusta probablemente estamos reparando.

Cuando reparamos hay dos posibilidades: o se hace con pasión, es una sublimación, o
no nos gusta nada y uno de los signos es que, trabajamos mucho y no nos ganamos bien
la vida.

Lo principal no es que estemos reparando o no, es sentirnos bien en la profesión, en


plena conciencia.

Una información de P.S, puede estar bloqueada desde el momento que se estableció; si
es positiva no pasa nada, pero si no lo es, nos hace repetir una y otra vez de manera
automática los mismos patrones.

Aceptando esa información, nos convertimos en más adultos, vivimos en plena


conciencia el momento presente, el malestar proviene de negar algo de nuestro
pasado.
El Proyecto Sentido Inconsciente

Parece que no hay P.S, todo es normal. Pero todas las memorias ancestrales del clan se
focalizarán en ese bebé, por ejemplo en el niño de sustitución, cuando nacemos
después de uno o varios hermanos que han muerto, o el síndrome del yaciente, que
proviene de un familiar o antepasado fallecido antes de nuestra concepción.

La clave de estas personas es, “sin emoción”, o se busca sentir, se buscan emociones o
se bloquean las emociones, si no siento soy fiel al programa, si las busco, reparo.

Pueden ser personas con atracción por la ropa oscura, con necesidad de dormir mucho,
hacer siestas muy largas de las que se despiertan cansados, les molesta la luz intensa,
los ruidos fuertes, el frío intenso, pueden ser frioleros, a menudo su mirada es triste
cuando están solos, suelen tener un fondo de tristeza y tendencia a la depresión.

Pueden presentar patologías como parálisis, apneas de sueño, bruxismo, parásitos


intestinales, diabetes, sobrepeso, niños hiperactivos...

El Proyecto Sentido Implícito: El Secreto de los Padres

Cuando un h o es concebido, los secretos de los padres pueden pasar al h o, (si


imaginamos un secreto como una energía). Esto puede dar lugar a alteraciones del
comportamiento, enfermedades y trastornos psicológicos.

Varios ejemplos reales:

Una chica de 15 años con una artrosis en las dos caderas, algo muy raro. En las caderas
hay varios conflictos, pero uno muy frecuente es la sexualidad. Siendo tan joven no has
tenido tiempo de provocarte esta enfermedad, al indagar en la familia buscando algún
secreto relacionado con la sexualidad, averiguan que el abuelo de la niña era el cura del
pueblo, era un secreto que la abuela mantuvo oculto toda la vida.

Un señor acude a consulta con un desorden amoroso, es su tercer divorcio y quiere


entender porque no le sale bien ningún matrimonio, aparentemente no hay ningún
hecho destacable en el P.S, pero dice que nació con un eccema en la nalga, el eccema
tiene que ver con la separación, cuando alguien me toca me siento protegido, sentirse
querido, protegido, es existir.

Las nalgas a nivel biológico ¿quién puede tocarnos el culo? De niños los papás y de
adultos la pareja; con un eccema en la nalga nos está explicando una historia de
separación carnal.

Al volver a la consulta explica que la madre estaba enamorada de un chico, pero sus
padres la obligaron a casarse con otro, generándole un dolor muy fuerte.

Se casa, tiene a este h o, que nace con un eccema en la nalga y además un problema de
desórdenes amorosos. Es un programa de amor difícil. Cuando hay personas con
muchas historias de amor, sin conseguir formar una familia ni tener h os, quizá llevan
una historia de amor difícil.

A veces no viene de los padres si no de los ancestros.


CONCEPCIÓN

El clima psicológico en el cual fue concebido un ser, marca las profundidades de su


inconsciente.

Tomemos el caso más cómodo de vivir: los padres, tanto el uno como el otro, desean
tener un h o y acogen con gran alegría su llegada.

Padre y madre proyectan en este bebé esperado todos sus fantasmas. ¿Qué se prefiere
más o menos conscientemente: niño o niña? ¿O bien estará bien acogido cualquier sea su
sexo?

Formulan deseos, imaginan a ese niño por nacer.

Por ejemplo, una mujer que ama a su marido quiere darle a un h o que se le parezca, o a
una h a con los ojos azules que tanto le sedujeron. O bien aún, el padre desea volver a
encontrar, a través de su h o(a), la belleza de su esposa o el color de sus cabellos.

Más allá de su propia pareja, los padres fantasman (crean una imagen imaginaria, o
virtual, o fantasmal) que este niño, su h o, se parecerá a personas amadas que forman
parte de su árbol genealógico.

Una niña tan guapa como su hermana mayor, tan dulce como su madre, tan despabilada
como su abuela que hizo frente a todas las dificultades; un h o robusto como su
hermano, trabajador como su padre, brillante como su abuelo.

Los padres esperan a un h o en función de lo que conocieron, es decir en función de su


propia historia familiar. Esperan que herede ciertas características afectivas, ciertas
dotes intelectuales, manuales o artísticas. Son los florones, los patrones oro de su
psicogenealogía.

Más aún, los padres felices de serlo intentan hacer mejor que sus propios padres.

Quieren dar a su h o todo lo que les hizo falta. Desean ardientemente verlo realizar lo
que ellos no pudieron vivir o conseguir: estudios, por ejemplo, logro de un examen de
alto nivel.

El “pequeño”, o la “pequeña” será politécnico o médico, doctor en filosofía o


investigador. O bien el niño recibirá una formación artística soñada por su madre o su
padre o ambos: él o ella bailará, cantará, tocará el piano, el violín, el órgano, dibujará,
pintará. O hará deporte. O bien viajará lo antes posible para hablar idiomas extranjeros
de muy joven.

En cuanto a este bebé, los padres se angustian en función de su propia problemática,


consecuencia de su infancia y de su adolescencia.

Y esto, con tanta más acuidad cuanto más padre y madre se sintieron no deseados,
rechazados, no conformes al deseo familiar. “¡Esperemos que todo vaya bien, que sea
normal!”. “Esperemos que el parto se desenvuelva lo mejor posible”. El anterior quizás fue
difícil, quizás una de las mujeres de la familia, madre, abuela, bisabuela, tía, tuvo un
parto dramático o murió al dar a luz.

Esperemos que este niño no se parezca a miembros rechazados del árbol genealógico:
“Que no sea mala como tía Agata”, “drogadicta como la prima”, ``Prostituida como la tía”,
“Libertina como la abuela Ernestina”. “Que no sea alcohólico como su abuelo Arturo”,
“Homosexual como el tío”, “Holgazán y ligón como el abuelo paterno”, “mendigo como el
bisabuelo”.

Algunos padres ya temen la crisis de la adolescencia. Esperemos que no haya


conflictos. “Esperemos que hagan un buen casamiento” “cuando pienso que pertenecerá
a otro hombre!” Inevitablemente, en edad adulta, les dejará su h o.

El ser humano pone voluntariamente niños al mundo con una sutil mezcla de amor,
necesidades, deseos contradictorios, temores. Necesita ser excepcionalmente
evolucionados para dar vida a un h o lo más libremente posible, para concebir que su
papel es aprender a conocerle tal como es, acompañarle en su desarrollo, ayudarle a
alcanzar su plenitud y dejar que construya su vida.

Este pequeño ser que viene de su carne y de su sangre no les pertenece. Se necesita
mucho valor y consciencia para no transformar al h o en la “cosa propia” y aceptar que
se marche después de haber solicitado tanto amor, cuidados, paciencia.

¿Cuáles son los motivos por los cuales se desea un h o? Si lo conciben sus padres por el
profundo deseo de ser madre y padre, para formar una familia, ¡cuánta suerte! Por
desgracia, a veces se le espera por razones psicológicamente menos sanas.

Hay “niños – instrumentos”, creados según una finalidad muy concreta referente a la
vida de sus padres y no a la suya.

Algunos sólo están aquí para salvar al matrimonio. Por ejemplo, la madre está
embarazada para guardar a su marido que quería dejarla, o bien uno de los padres tenía
una relación que rompió y el nacimiento se presenta como voluntad de un nuevo
comienzo conyugal. Otros han nacido para recoger la herencia: padres tienen un h o,
generalmente único, tanto para transmitir el patrimonio como para no dividirlo.

Numerosos son los que fueron concebidos después de un fallecimiento, para sustituir a
un h o muerto, o para continuar el linaje – uno de los abuelos, o uno de los tíos o tías
acabando de morir.

Al principio del embarazo se deseó al niño, pero suceden tantas cosas en nueve meses!

Al trabajar en psicogenealogía, hay que considerar también la vida fetal: ¿qué sucedió
en el curso de este período? Padres tuvieron impactos: un conflicto grave entre ellos,
inquietudes financieras, pérdida del empleo, una quiebra, problemas de salud, un
accidente, una salida para la guerra, la desaparición de una persona amada,
dificultades con otro h o. Inconscientemente el feto capta el ambiente que le rodea.

Es importante conocer lo vivido de este período para ser consciente de él y


eventualmente, apaciguar o reparar las perturbaciones que esto provocó en nosotros.

La concepción puede ser inoportuna. El niño llega sin haberlo planeado. Se trata de
ausencia o error de contracepción. Los padres no están regoc ados, pero finalmente
se hacen a la idea y aceptan poco a poco al recién llegado.

El niño también puede no estar deseado en absoluto, es un accidente. Al principio,


padre y madre estaban apenados por esta noticia. Es demasiado pronto o demasiado
tarde, quizás incluso no deseaban crear una familia. El bebé coge como suyos este
rechazo o conflictos.

Algunos padres compensan esta carencia de deseo en el momento del nacimiento por
un exceso de atención, vigilancia que puede ahogar al niño y hacerlo muy dependiente o
muy rebelde. Existen embarazos dramáticos. Antaño, para muchas madres solteras,
era el oprobio y la puesta en desgracia por la sociedad, incluso la familia. Así algunos
bebés fueron abandonados. Los niños nacidos de una violación o de un incesto también
son el fruto de concepciones particularmente dolorosas.

Ahora, el estatuto de las madres solteras ha cambiado: muchas eligieron asumir solas a
su h o. A veces, estas mujeres muy absorbidas por sus estudios, luego su profesión,
cuarentonas y viviendo solas, desean tener la experiencia de la maternidad.
Para ellas, si no se vuelven madre, nunca serán mujeres completas. Biológicamente, ya
no pueden esperar.

Sin embargo, el niño estará privado de la presencia del padre. Otras madres solteras no
han elegido su situación: esperaban formar una pareja pero, por diversas razones, el
padre no asume a su h o. Por ejemplo, no tiene ganas de formar una familia o su trabajo
necesita una total independencia; o bien ya está casado y no quiere divorciarse.

Puede ocurrir que la madre no se haya dado cuenta que estaba embarazada y que una
interrupción voluntaria del embarazo ya no sea posible. Hay confrontación entre lo
consciente, lleno de conflictos y el inconsciente que hace que el niño esté aquí. Un
trabajo psicológico consiste, entre otros, en desenredar las razones de esta
concepción. ¿Quizás, inconscientemente, la madre sólo trae a este niño al mundo para
satisfacer a su propio padre de quien llevará el apellido, el bebé no siendo reconocido por
su genitor?

En otros casos, el niño es el instrumento de un chantaje, la amante esperando que


quizás mediante este nacimiento, el padre dejará a su primera mujer. Incluso, la mamá
está en conflicto con el hombre en general y “se encuentra” madre soltera.

La madre, aunque casada, tiene un h o de su amante. Es un caso muy complejo en


psicogenealogía. Todo depende de las relaciones ulteriores del trío, de la posición del
niño entre sus hermanos y hermanas, de la acogida de su padre legal, de la actitud del
padre biológico. ¿Se trata de un encuentro fortuito o de una relación? ¿Cuáles son sus
causas? ¿Quién supo, quién no supo?

El mundo cambia, nuestro psiquismo se transforma. La contracepción se generaliza.

Las condiciones de interrupción voluntaria del embarazo están modificadas. Con


mucha más frecuencia, los niños están conscientemente deseados. Sin embargo, los
motivos religiosos impiden que las madres aborten.

Los progresos de la ecografía permiten reconocer el sexo de su h o antes del


nacimiento. Los padres se acostumbran, pues, a la idea de tener una h a en vez de un
h o y viceversa. Al ser todo a la vez positivo y negativo, luz y sombra, este conocimiento
puede también traer conflictos psicológicos o, casos más escasos pero no obstante
reales, abortos espontáneos.

Sin embargo, los padres frecuentemente se concientizan mejor de que este niño que
está creciendo en el seno de la madre ya es un ser distinto dotado de vida propia.
NACIMIENTO

El nacimiento es un momento fundamental de nuestra existencia.

En nuestra memoria inconsciente, todos hemos grabado las diferentes fases de


nuestro nacimiento: principio del trabajo, dilatación, expulsión. ¿Cómo, físicamente,
hemos vivido este acontecimiento? Nacimos a término, o prematuro o tardío? ¿Fue
normal el parto o difícil? ¿Estuvo provocado el parto? ¿Fórceps? Cesárea? Presentación
por el asiento? ¿Dolor fetal? ¿Riesgo de ahogo por el cordón umbilical? ¿Corrimos el riesgo
de morir?

En el fondo de la consciencia, el nacimiento representa la primera autonomía, el primer


contacto con el exterior. Marca un balanceo entre nuestros impulsos vitales y nuestros
impulsos de muerte, la voluntad de emprender y el repliegue sobre uno mismo.
¿Tuvimos que luchar para vivir, de mala gana o fue nuestro nacimiento un momento
privilegiado y una experiencia positiva?.

A la inversa, muchas mujeres, por haber sufrido mucho, comunican a su h o una


imagen apocalíptica. Entonces la h a entroja el terror de dar a luz, el h o desarrolla,
más tarde, una angustia inconsciente frente a su esperma susceptible de padecer.

La pregunta de la presencia del padre también es esencial. ¿Cómo vivió el nacimiento?


¿Estaba presente o ausente? ¿Participó o no y en qué modo? A este respecto, las
mentalidades han cambiado profundamente. Antaño, generalmente el padre estaba
excluido durante el parto.

Dicho de otro modo, varios elementos referentes al nacimiento son fundamentales: la


memoria inconsciente del cuerpo que imprime ulteriormente esquemas repetitivos con
relación a la vida, a la acción, a la conducta de los proyectos; el discurso de la madre
traduciendo su vivido y la acogida del bebé; el modo en que el padre acompañó este
acontecimiento; y por fin, si hay hermanos y hermanas, la comparación entre los
diversos partos.

El nacimiento, el paso de la vida fetal, fusionada con la madre a la del recién nacido en
un cuerpo independiente, constituye la separación inicial. Venimos al mundo,
afirmamos nuestra identidad, efectuamos nuestra primera respiración.

Pasos, los habrá durante toda la vida. Vivimos transformaciones sucesivas, morimos en
un estado para renacer en otro. Repetimos inconscientemente, a medida de los
diversos nacimientos simbólicos de nuestra vida el modo en que salimos a luz.
Una paciente nació muy rápidamente, en veinte minutos. Para ella, todo ha de ir rápido.
Cualquier cosa que haga, actúa con urgencia.

La madre de otra paciente tenía albúmina antes del nacimiento. El médico observaba
cada mañana el resultado del laboratorio más favorable para provocar el parto. Lo cual
se hizo y el nacimiento fue fácil también y corto. Esta persona rumía las decisiones
importantes de su vida durante cierto período y de repente, se precipita. Es así como
después de haber conocido a un hombre durante tres meses, decidió casarse con él en
veinticuatro horas. Concibió a su h a tan pronto como dejó el contraceptivo. Meditó la
compra de una casa durante dos semanas y eligió el modelo de construcción en una
hora.

Otros pacientes nacidos con fórceps tienen tendencia, frente a un problema, a esperar
el último momento para resolverlo. Esperan una ayuda exterior. A veces, son
“mágicamente” socorridos antes de la catástrofe. Así, el propietario del piso que alquila
Alina le obliga a marcharse. Dos días antes de la fecha fatídica, ella aún no ha
encontrado nada pero un amigo le propone una vivienda que le conviene
perfectamente.

El banquero llama a Paul para que cubra el saldo rojo autorizado de su cuenta en el
plazo más corto. Al día siguiente recibe una suma de dinero imprevista.

Otros pacientes, nacidos por cesárea, tienen muchas dificultades para tomar
decisiones. La vida actúa sobre ellos, más de lo que ellos actúan sobre ella. No es
sistemáticamente el caso, pero es frecuente.

Elena se consideró muerta al nacer. Una enfermera sin embargo intentó reanimarla
sumergiéndola alternativamente en baños de agua caliente y helada. Esta mujer es una
artista. En su vida, alternan golpes de suerte extraordinarios y golpes de mala suerte
igual de intensos.

Una de mis amigas había “fallecido” ella también, en el nacimiento. Esto era muy
dramático ya que el primer h o había muerto en estas condiciones y ella era la segunda.

En este caso también, una enfermera intentó sin embargo salvar al bebé totalmente
cianosado. Merced a una inyección y cuidados, Cristina volvió a la vida. Paso su tiempo
intentando sacar a los demás de situaciones desesperadas.

Es importante saber, comprender, asimilar, el modo en que hemos vivido nuestro


nacimiento para analizar nuestras reacciones frente a cualquier nuevo paso y para
eventualmente transformarlas.

EL PARTO

Dime cómo has nacido y te diré quién eres. Según se desarrolla el parto podemos
definir unos patrones de conducta, vemos los ejemplos más comunes.

Parto bloqueado: Un caso bastante común, el embarazo va muy bien, se inicia el trabajo
de parto normal, pero se alarga demasiado, el parto se bloquea, hay sufrimiento fetal y
se practica una cesárea de urgencia.

Son personas que desarrollan bien sus proyectos pero siempre encuentran dificultades
para concluirlos. Siempre ocurre algo que les impide concluir con éxito lo que
emprenden. La frase clave es: “si concluyo me muero”, porque si el parto hubiera
continuado se hubiese muerto.

Partos muy rápidos: sin tiempo de llegar al hospital, nacer rápidamente me salvó la
vida, así que para mí, ser rápido es una buena solución.

Son personas que lo hacen todo muy rápido, que tienen muchas ideas y llevado al
extremo pueden presentar patologías de tiroides, hipertiroidismo.

Partos muy lentos: son personas que no tienen ninguna prisa, lo hacen todo con
lentitud. El nacer despacito me salvó la vida. Son personas perezosas, en algunos casos
con sobrepeso y pueden dar patologías de hipotiroidismo.

Nacer con fórceps: En el uso de fórceps y ventosas, el bebé vive una intervención
dolorosa de un tercero, en una situación de peligro por sus supervivencia, “es gracias al
fórceps que sigue vivo”.

Esto puede ocasionar conflictos en momentos clave de su vida, como cuando tiene que
“nacer a algo nuevo”, dificultad de pasar a otra cosa sin ayuda exterior, no les gusta que
los controlen, temen el dolor, sienten que no son lo suficientemente buenos, que no
importa cuánto hagan, nunca es suficiente, temen el contacto físico, sienten que
cabeza y corazón están separados, pueden sufrir falta de voluntad crónica.

Simbólicamente los fórceps son, “toma de cabeza”, se arrastra la cabeza fetal, suelen
ser personas muy intelectuales, que tienen necesidad de entenderlo todo, “mi cabeza
es sólida”.
Parto tardío: Concluye el tiempo de gestación y la mujer no se pone de parto, no se
puede continuar más tiempo con el bebé dentro, existe sensación de fracaso, por no
tener contracciones, por no poder desarrollar un parto natural, miedo...

El resentir inconsciente de la madre es querer quedarse con el bebé, “no estoy


preparada para separarme de mi h o”. Pueden existir casos en la familia de muertes de
niños al nacer e inconscientemente para la madre es “si naces te mueres”.

En la vida muchas personas nacidas de esta manera, pueden tener un ritmo lento, ser
perezosos, se sienten indefensos, piensan que no pueden conseguir lo que desean,
sienten que hacen esperar a los demás, que pueden lastimar, que la vida es dura y
difícil.

Parto inducido: Generalmente en la vida las personas que han nacido de esta forma
tienen dificultades para iniciar proyectos y con el tiempo en general. Con frecuencia
piensan que los demás tienen que hacer las cosas por ellos, se sienten indefensos y
esperan que alguien los ayude. No eligen sus relaciones, generalmente son elegidos,
son apáticos en las relaciones. Tienen que ser impulsados, sienten que los demás
ponen las reglas y se sienten atrapados en sus relaciones, les cuesta salir de la cama.

Nacer por cesárea: Cuando existen problemas de salud, riesgo para la madre o el bebé,
embarazos gemelares o múltiples, se recomienda en muchos casos programar una
cesárea. Hay una preocupación real o simbólica de la madre o del ginecólogo; la madre
siente miedo de dar a luz por sí misma, o puede ver el ginecólogo que existe un riesgo
para el futuro bebé.

Pueden ser niños con dificultades para hacer sus tareas solos, muy dependientes de
los padres, les cuestan mucho los cambios de curso, de ciclo, de colegio, de amigos...

De adultos pueden ser personas con dificultades para concretar proyectos por sí
mismas, hay una impronta de estrés, peligro, miedo en el momento de nacer, que se
puede revivir cuando tenga que dar a luz, materializar ideas o proyectos, en algunos
casos baja autoestima, necesitan que alguien les ayude a sobrevivir o que alguien
decida por ellos.
ETIQUETAS

Cuando nacemos, nuestra familia ve en primer lugar nuestro cuerpo. Conocí un caso en
que el padre, deseando dejar a la madre, sin embargo vino a ver a su h a a la
maternidad. Se exclamó: “Dios míos! Qué fea es!”, y desapareció sin dejar rastro. Inútil
decir cuanto esta mujer, sin embargo muy bella, tuvo dificultad en aceptar y amar su
físico.

En general, los guiones son por suerte menos dramáticos. “¡Qué lindo es!”, “qué guapa
es!” y, según el caso, “es el retrato de su padre”, “de su madre”, “de su abuelo”, “de su
abuela”, “ de su tío”, “de su tía”.

La familia hace suyo al bebé, luego el niño y el adolescente por los parecidos físicos
más o menos proyectados, fantasmados. Habitualmente, el cuerpo del niño está
troceado. El o ella tiene, por ejemplo, los ojos de su madre, el cabello de su padre, la tez
de su abuela materna, la boca de su abuela paterna, las piernas de su tío, las manos de
su tía. En breve, el cuerpo del niño es un cuerpo psicogenealógico.

Una de las situaciones más delicadas es naturalmente ser h a cuando se esperaba a un


h o, caso más frecuente, o bien ser h o cuando se esperaba a una h a. La h a esperada
como un h o suele tener tendencia a jugar al chico travieso. Todo esto es específico, no
lo olvidemos, pero es la respuesta más corriente a este problema.

Esta h a desarrolla mucho más intensamente su “hombre interior” que “su mujer
interior”. Vive esta polaridad masculina en función de lo que sus padres y su árbol
genealógico definen como imagen de virilidad. ¿Qué proyectan sobre esta niña su
madre quien, quizás, tiene un “hombre interior” desarrollado, su padre, eventualmente
sus abuelos? ¿Cómo actúan los padres en función de su propia historia familiar?

Generalmente, esta h a está muy animada a desarrollar su intelecto o más bien a


obtener carreras porque se espera de ella que ejerza una profesión permitiéndole
tomar su sitio en la sociedad lo mismo que un h o.

Antaño, existían familias en las cuales sólo los muchachos tenían derecho de cursar
estudios. A veces, esta h a privilegia el deporte de un modo masculino, basado en el
desarrollo de la fuerza. Frecuentemente, sólo lleva prendas andróginas, detestando
faldas y vestidos.

Inversamente, un h o esperado como h a recibe de su familia y frecuentemente de su


madre una educación que desarrolla su “mujer interior”. Aquí también, hay que saber
cómo el árbol genealógico concibe la feminidad. Algunos pacientes están angustiados
por esta herencia psicológica porque tienen dificultades en identificar y afirmar su
virilidad. Muchos hombres confunden homosexualidad y “feminidad interior”
desarrollada. Y grandes artistas, no forzosamente homosexuales, crean a partir de esta
polaridad. Numerosas profesiones, incluso científicas, necesitan una poderosa
intuición, parte femenina del intelecto.

Las dificultades de estas h as y de estos h os aumentan en la adolescencia, cuando


empieza a desarrollarse la sexualidad. Numerosas pacientes esperadas como h os no
tuvieron jamás por parte de su padre o de los hombres de la familia una palabra
cualquiera referente a su físico de muchachas. Muchos pacientes h os esperados
como h as nunca recibieron de su familia ánimos para expresarse, afirmarse,
manifestarse, atreverse a emprender.

El trabajo psicológico consiste en ayudar al desarrollo de la potencialidad reprimida y


armonizar en el propio interior masculinidad y feminidad.

Afectivamente, intelectualmente, cualquier h o se compara a su familia.

Las comparaciones positivas son naturalmente más fáciles de asumir que las otras. No
es menos verdad que no reflejan quizás la personalidad real del niño, luego la del
adolescente, y que estas proyecciones entonces son un corsé con el cual ha de
identificarse para ser amado(a).

No es seguro que querramos parecernos a nuestra abuela paterna quien, según nuestro
padre, era la dulzura, generosidad, abnegación encarnadas. No forzosamente tenemos
ganas de vivir como nuestra tía, original, independiente, soltera que, a los ojos de
nuestra madre, tuvo una existencia de ensueño porque enseñó en el mundo entero y sin
rendir cuentas a su marido naturalmente. Nada menos seguro de que querramos
parecernos a nuestro abuelo paterno, trabajador empedernido, ahorrador, puntual,
cuya única distracción consistía en tocar música.

Y sin embargo, según nuestros padres, nos parecemos tanto a él por ser amable,
generoso(a) y servicial! Es obvio, somos una persona original, independiente, dotada de
idiomas. No tenemos forzosamente ganas de ser soltero(a). Y los viajes no son quizás
nuestra actividad preferida. Puede también que la enseñanza no sea nuestro sueño.
Evidentemente somos una persona trabajadora, seria, puntual pero, de hecho, nos
gustaría de vez en cuando hacer tonterías! Las clases de violín, están muy bien, pero
nos gusta realmente esta actividad?
Con excesiva frecuencia, por desgracia, las comparaciones son negativas.

Son dramáticas para el niño pero los padres no se percatan de ello. De hecho, temen el
fracaso para su retoño, se preocupan, se angustian. Frecuentemente, ellos mismos
están en desarmonía con su familia y sólo tienen un temor: el que su h o se parezca a
los repudiados de su árbol genealógico.

Más o menos incansablemente, los padres repiten: “Serás tan gorda como tu abuela”,
“Ponte recta, sino serás jorobada como tu tía”. “Eres un blando como tu tío Juan”, “Si
sigues así, acabarás en el arroyo como tu padrino”, “Te encontraremos “ejerciendo por la
calle” (no se suele precisar de cuál miembro de la familia se trata porque es un secreto
vergonzoso), “Acabarás poniendo embarazada a una chica como lo hizo tu abuelo”, “Eres
malvada como mi suegra”, “Te pareces a tu primo fracasado Pedro”, “Eres holgazán como
tu abuelo”, “Eres avaro como mi suegro”, etc.

Los mensajes negativos referentes al propio h o destruyen aún más las comparaciones
genealógicas.

Como terapeuta, estoy abrumado al constatar en qué medida padres que piensan obrar
bien, asesinan a sus h os con frases que matan: “ No eres ni manioso(a), ni intelectual”,
“lo estropeas todo”, realmente no se te puede confiar nada”, “Nunca lograrás nada”, “Nadie
querrá estar contigo, no te puedes casar”, “ Nunca harás feliz a un hombre”, “Tendrás
fracaso tras fracaso”, “De saberlo, no te hubiésemos tenido”, “Los h os, qué decepción!”
“Verás más tarde, deseo que tengas una h a como tú”, “ Nos preguntamos realmente a
quién te pareces para ser así”, “Es demasiado complicado para ti”, “Eres un auténtico
cesto agujereado, “Hay gente elegante con vestidos del Lidl, pero tú, aunque vistieras de
Dior, seguirías pareciendo un trapo”. “Es terrible que haya muerto tu hermana, ella que
estaba tan dotada”.

¿Por qué, pero por qué dicen esos padres estas cosas a sus h os? Porque no se quieren
a sí mismos. Son víctimas de su propia historia familiar. Se desvalorizan físicamente,
sexualmente, afectivamente, intelectualmente.

Este h o sale de ellos, fue creado por ellos. Entonces proyectan sobre su h o o su h a
todas las desvalorizaciones que ellos padecen.

De hecho, inconscientemente, se consideran monstruos que sólo pudieron engendrar


monstruos.

Para liberarse de todo esto, estos h os e h as deberán, en la edad adulta, aprender a


conocerse realmente con la ayuda de un terapeuta que les sirve de espejo y les
devuelve su verdadera identidad. Necesitan encontrar, por un trabajo psicológico
individual y más aún por una terapia de grupo, la aceptación, el reconocimiento, la
gratitud, el amor que escasearon en su vida.

De hecho, el niño no tiene nada que hacer con el baile de las proyecciones familiares.

Quiere ser contemplado, escuchado, conocido por lo que es. Ciertamente ha nacido de
una familia, pero sin embargo es un individuo único que busca su lugar específico. No
tiene ganas de ser amado porque es el h o de sus padres. Tiene ganas de ser amado
porque es él mismo.

Dicho de otro modo, bajo forma de broma, cualquier niño desea ser elegido como si sus
padres lo hubiesen comprado en unos grandes almacenes. Necesita que se le aprecie
tal como es, no sólo físicamente, sino con todas las características de su personalidad,
sean éstas sexuales, afectivas o intelectuales.

La educación ideal consistiría en descubrir al h o sin referencias, considerándole como


una personalidad completa y en ayudarle a desarrollarse según sus aptitudes reales,
sus gustos reales, sus deseos reales.

Un h o nos está confiado para ayudarle a volverse el adulto que es potencialmente. Le


es indispensable estar animado, felicitado. Esto le brinda la confianza en sí y la
confianza en la vida, haciendo de él un ser sereno, feliz y desarrollado.
DIFERENTES TIPOS DE H OS

El h o de sustitución: lo vamos a hacer muy rápido, está para reemplazar a un hermano


que ha muerto antes

Los yacientes: es una sustitución vertical dentro del árbol, de alguien de una
generación anterior.

El eventual h o de sustitución: cuando en la dinámica familiar hay un niño que no está


bien, hay un riesgo de que se muera y se hace inconscientemente, un h o que lo pueda
sustituir, es un niño que no vive, un adulto que no vive, tiene los mismos signos del
yaciente, tristeza etc. pero además no vive, porque el otro no está muerto.

El niño medicamento: se tiene un niño para curar a otro, por ejemplo en el caso de
necesitar un trasplante de células madre. Esta persona hará como profesión
enfermera, médico, terapeuta, farmacéutico, su rol es curar a otra persona.

El bastón de la vejez: cuando la madre está embarazada ya al final de su edad fértil, con
la intención de que ese h o sea el que se ocupe de los padres cuando sean viejos. Son
personas que están bien, con sobrepeso solido fuerte, porque es un bastón, son
personas que no consiguen casarse, son los solteros eternos, no se autorizan a
casarse, viven con sus padres hasta que estos mueren, tienen sus historias amorosas
pero dicen, tengo que volver a casa porque mi madre está sola. Adaptan el trabajo y la
vida en función de las necesidades de sus padres.

El mosquetero de la reina: la reina es la madre y el h o protege y defiende y ¿porque hay


que proteger a alguien? Porque está en peligro, y ¿por qué? Porque el marido no la
protege, el marido es violento, o está ausente o no hay marido, el h o está de guardia
esperando que su madre lo llame. Mi madre está sola y tengo que protegerla. De adultos
tienen vida afectiva pero vuelven a casa de su madre.

El niño esponja: está ahí para cargar con todos los golpes, cuando aparecen problemas,
es el niño que los absorbe, gestionara todos los problemas, positivos y negativos,
gestionara las problemáticas emocionales.

Muchas veces con solo preguntarles qué les pasa empiezan a llorar, la problemática
viene de antes de los tres años, porque ahí el niño es una esponja y no puede
expresarse, se lleva todas las emociones difíciles de la familia.

La vida de estas personas es, cada vez que hay un problema ellos lo absorben, cada vez
que hablan con alguien es para que la otra persona se descargue, lo absorben todo.

Estos niños están para absorber todos los líquidos conflictuales de la familia, si alguien
está en duelo, él va a absorber su tristeza y va a estar triste, mi madre está enfadada y
yo absorbo su enfado y voy a destrozar los juguetes.

Niño basura: ¿de qué sirve la basura?, para tirar lo que no sirve, estos niños están para
absorber las cosas tóxicas, son personas que están al servicio de todos, los llaman solo
cuando hay un problema, solo los tienen en cuenta cuando hay problemas. “Solo me
llaman para pedirme algo, que les preste dinero, les solucione un problema, que les cuide
a los niños......”

En este grupo, hay muchos casos de sobrepeso y obesidad, son todo casos de niños
basura, reciben todos los tóxicos de la familia, porque a nivel biológico para limpiar
usamos agua, así que retenemos líquidos, tengo tantos tóxicos que gestionar que
necesito líquidos para limpiarlos.

Cuando tenemos muchos tóxicos los diluimos con agua, pero la persona no puede
eliminar ese agua retenida porque está para diluir los tóxicos, esto puede ser un
conflicto que bloquee los tratamientos de pérdida de peso.

El niño síntoma: es el niño que va a gestionar la problemática particular de la familia a


través de una enfermedad, aquí incluimos las enfermedades denominadas genéticas,
raras...

Cuando vemos un niño de un año con un cáncer, a través de su síntoma está expresando
un problema del clan cuando hay una enfermedad que se repite, quiere decir que el
conflicto es enorme.
EL SIGNIFICADO DEL NOMBRE

La primera pregunta que hay que hacerse cuando nos interrogamos sobre la
psicogenealogía es la del origen del sonido y más generalmente de sus nombres. ¿Cómo
y porqué se dieron? ¿Quién los eligió? ¿La madre, el padre, otro miembro de la familia,
incluso el padrino, la madrina, un amigo o amiga?

La elección de los nombres es muy importante porque es la expresión de proyecciones


iniciales que hacen los padres y el árbol genealógico sobre el niño.

¿Ya existen estos nombres en la familia? Se presentan una infinidad de posibilidades.

Este primer «regalo» otorgado al recién nacido lo individualiza en el seno de la familia.

La psique infantil, tal como haría un animal doméstico, se identifica a ese sonido con el
que constantemente atraen su atención. Termina incorporándolo a su existencia como
si fuera un órgano o una víscera más.

En la mayoría de los casos, en los nombres se desliza el deseo familiar de que los
antepasados renazcan: el inconsciente puede disfrazar esta presencia de los muertos
no sólo repitiendo el nombre entero (en muchas familias el primogénito recibe el mismo
nombre que su padre, su abuelo, su bisabuelo; si es mujer puede recibir un nombre
masculinizado que pasa por ejemplo de Francisco a Francisca, de Marcelo a Marcela, de
Bernardo a Bernarda, etc.).

Este nombre, si viene cargado de una historia, a veces secreta (suicidio, enfermedad
venérea, pena de cárcel, prostitución, incesto o vicio, quizás de un abuelo, una tía, un
primo), se hace vehículo de sufrimientos o de conductas que poco a poco invaden la
vida de quien lo ha recibido.

Hay nombres que aligeran y nombres que pesan. Los primeros actúan como talismanes
benéficos. Los segundos, son detestados.

Si una h a recibe de su padre el nombre de una antigua amante, queda convertida en su


novia para toda la vida.

Si una madre que no ha resuelto el nudo incestuoso con su padre da al niño el nombre
de aquel abuelo, el h o, preso en la trampa edípica, se verá impulsado a imitar al
antepasado admirándolo y al mismo tiempo detestándolo, por ser un rival invencible.
Aquellas personas que reciben nombres que son conceptos sagrados (Santa, Pura,
Encarnación, Inmaculada, etc.) pueden sentirlos como órdenes, padeciendo conflictos
sexuales.

Aquellos bautizados como ángeles (Angélica, Rafael, Gabriel, Celeste, etc.) pueden
sentirse no encarnados. Los Pascual, Jesús, Enmanuel, Cristián o Cristóbal es muy
posible que padezcan delirios de perfección y a los 33 años tengan angustias de
muerte, accidentes, ruinas económicas o enfermedades graves.

A veces los nombres dados son producto del deseo inconsciente de solucionar
situaciones dolorosas.

Por ejemplo, si un hombre cuando era niño fue separado de su madre, llamará a su h o
Juan-María, realizando en ese doble nombre su deseo de unirse con ella.

Si un pequeño muere, al que le sigue lo pueden llamar René (del latín renatus, lo que
significa «renacido»).

Si un antepasado fue detenido, por vergüenza de su familia, por haber cometido una
estafa o un robo, a un descendiente directo se le puede bautizar como Inocencio.

Si una mujer con fijación incestuosa se casa con un hombre que tiene el mismo nombre
que su padre, puede engendrar h os que padezcan una confusión generacional:
inconscientemente, al vivirse como h os de su abuelo, considerarán a su madre como
una hermana, lo que les provocará inmadurez.

Si después de una niña nace un niño al que se le bautiza con el nombre de ella
masculinizado (Antonia seguida de Antonio, Francisca seguida de Francisco, etc.),
puede denunciar que el nacimiento de la nena fue una decepción y la joven,
considerándose el esquema de un futuro hombre, puede vivir sumida en un doloroso
desprecio a sí misma, sintiéndose incompleta.

Un nombre tomado de estrellas del cine o de la televisión, o de escritores famosos


impone una meta que exige la celebridad, lo que puede ser angustioso si no se tiene
talento artístico.

Si los padres transforman el nombre de sus h os en diminutivos (Lolo, Pepe, Rosi,


Panchita), pueden fijarlos para siempre en la infancia.
Significado inconsciente de los nombres

El inconsciente, por su naturaleza colectiva, esconde significados en los nombres que


el individuo, sin conocerlos conscientemente, padece.

Los nombres de santos inducen cualidades, pero también transmiten martirios.

Algunas María pueden verse asediadas por el deseo de engendrar a un niño perfecto.
Algunos José pueden tener dificultad para satisfacer a una mujer. A Santa Valeria le
cortaron la cabeza: las mujeres que reciben este nombre pueden tender a la locura.
Ciertas Mercedes, nombre que desciende del latín merces (salario, pago), pueden ser
tentadas por el comercio, ejercido con honradez.

Los nombres, en el inconsciente, funcionan como mantras (versos tomados de las


obras védicas y usados como encantos). Estas palabras, por su repetición constante,
originan vibraciones que producen determinados efectos ocultos.

Los brahmanes creen que cada sonido en el mundo físico despierta un sonido
correspondiente en los reinos invisibles e incita a la acción de una fuerza u otra. Según
ellos, el sonido de una palabra es un eficaz agente mágico y la principal llave para
establecer la comunicación con las entidades inmortales.

Para la persona, que desde que nace hasta que muere, repite y escucha repetir su
nombre, este funciona como un mantra. Pero un sonido repetido puede ser benéfico o
dañino.

En la mayoría de los casos el nombre consolida una individualidad limitada. El ego


afirma «Soy así y no de otra manera», perdiendo fluidez, anquilosándose.

Los grandes adeptos de la magia, como Éliphas Lévi, Aleister Crowley o Henri
Corneille-Agrippa, afirmaron que el ser humano tenía dos cuerpos, uno físico y otro de
luz (también llamado cuerpo energético o alma) el que, por ser sagrado, no podía tener
un nombre personal.

El nombre que se pronuncia, unido como una sangu uela al cuerpo físico, sólo
manifiesta la individualidad ilusoria de la persona. El cuerpo de luz forma parte del
impronunciable nombre de Dios.

El propósito de estos magos era desarrollar o recordar el cuerpo de luz, integrándolo en


la conciencia cotidiana.
Si se alcanza un equilibrio funcional del cuerpo de luz con el cuerpo físico, el ego
egoísta queda eliminado. La toma de conciencia del ser esencial abre la puerta de la
libertad al dejar de estar encadenado a su nombre de pila, si éste se vive de forma
dolorosa.

Nuestro nombre es el primer contrato con el que cargamos

Cuando bautizamos a un h o debemos saber que junto con el nombre le pasamos una
identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o
novias, de personajes históricos o novelescos.

Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra
libertad y que condicionan nuestra vida. Un nombre repetido es como un contrato al
que le hacemos una fotocopia, cuando en el árbol genealógico hay muchas fotocopias
el nombre pierde fuerza y queda devaluado.

El nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Puede ser un fuerte
identificador simbólico de la personalidad, un talismán o una prisión que nos impide ser
y crecer.

¿Podríamos decir que los nombres tienen una especie de frecuencia que sintoniza con
ciertos receptores? ¿Qué tipo de receptores?

Inconscientemente nos sentimos atraídos por cientos nombres que reflejen lo que
somos (a veces son exactos y otras veces están ocultos detrás de máscaras, sólo hay
similitudes léxicas o fonéticas):

Nuestra parte sana y positiva es un receptor que sintoniza con ciertos nombres, porque
nos hacen gozar y sentirnos seguros.

Nuestra parte enferma y negativa es otro receptor que sintoniza nombres


determinados, porque hay una intención supraconsciente de resolver el conflicto.

Reflexionemos de nuevo en los nombres de lo que hemos atraído a nuestro mundo:

- El nombre de nuestra empresa, centro de trabajo, escuela...


- El nombre de nuestra pareja, amigos, jefes, profesores...
- Personas que se cruzan en nuestro camino por “accidente” y se llaman
exactamente igual que nuestro padre (o madre, hermano...)
¿Hay una programación inscrita en nuestro nombre y apellidos?

Según nos cuenta Alejandro Jodorowsky, tanto el nombre como los apellidos encierran
programas mentales que son como semillas, de ellos pueden surgir árboles frutales o
plantas venenosas.

En el árbol genealógico los nombres repetidos son vehículos de dramas.

Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el nombre del


desaparecido. Eso nos condena a ser el otro, nunca nosotros mismos.

Cuando una h a lleva el nombre de una antigua novia de su padre, se ve condenada a ser
“la novia de papá” durante toda su vida.

Un tío o una tía que se suicidan convierten su nombre, durante varias generaciones, en
vehículo de depresiones.

A veces es necesario, para detener esas repeticiones que crean destinos adversos,
cambiarse el nombre.

El nuevo nombre puede ofrecernos una nueva vida. En forma intuitiva así lo
comprendieron la mayoría de los poetas chilenos, todos ellos llegados a la fama con
seudónimos.

¿Hay ejemplos que nos permitan comprender la importancia del nombre? Nuestro
nombre nos tiene atrapados, ahí está nuestra “individualidad”

- Barrick Gold (oro en inglés es gold) se convirtió en el mayor productor de oro del
mundo.
- Brontis “voz de trueno” se dedica al mundo del teatro con una potente voz…
- Maria, Inmaculada, Consuelo se asocian a la pureza, la virginidad, nombres que
exigen perfección absoluta, que nos limitan
- Miguel Ángel, Rafael, Gabriel, los nombres de ángeles dan problemas con la
encarnación
- César, poderoso y asociado a la ambición

¿Cómo sé si el nombre que he recibido me perjudica?

Estudiar los nombres del árbol genealógico es igual que acceder al inconsciente. En los
nombres encontramos secretos. Es importante ver cómo funciona el nombre que nos
dieron.

Algunas cuestiones:

-Lo primero es saber quien nos nombró. ¿Papá?, ¿mamá?, ¿abuelo?, ¿la hermana?, ¿el
padrino?... El que nombra, toma poder sobre lo nombrado y no es lo mismo llamarme
Micaela por mi abuela paterna, si el nombre se le ocurrió a mi padre para repetir el nudo
incestuoso, o por mi madre, para ser aceptada en la familia de mi padre, dándole una
h a-clon de su suegra.

-¿De pequeño/a me gustaba mi nombre o me hubiese gustado llamarme de otra


manera? Los niños tienen una intuición especial y una fresca desinhibición que les
permiten rechazar de pleno lo que les contamina.

-Investigar de dónde viene nuestro nombre:

● Si es de algún familiar, es bueno analizar su destino y los caminos que recorrió


en su vida, porque probablemente venimos a repetirlos. Llamarse René después
de un hermano muerto, es cargar con él toda la vida.

● Si es de alguien significativo para quién nos nombró, nos caerá la carga de darle
a éste lo que el otro no le dio.

● Si es de algún personaje histórico, novelesco, as del fútbol o princesa de


Mónaco, viviremos frustrados y fracasados si no seguimos el guión.

● Si es por algo material, adquiriremos las propiedades de ese elemento. Por


ejemplo, “si me llamo por la muñeca de mi hermana, me convertiré en su
muñeca, ella jugará conmigo, me dominará”.

● Si me llamo por algo inmaterial, tenderé a fines abstractos ideados por nuestros
padres, desatendiendo lo real e incluso, por oposición a ellos, llegaré a
materializar lo contrario a lo que llevo escrito en el nombre. Llamarse Libertad,
Paz, Luz, no siempre es sinónimo de ser libre, vivir en paz y tener las cosas
claras.

-Los diminutivos: “Me llamo Manuel como mi abuelo, pero me dicen Manolito”, han
proyectado en ti la figura de tu abuelo, pero tienes prohibido crecer y superarlo.

-Los nombres compuestos: “Me llamo José Luís, por mi padre y mi abuelo”. Pobre de ti
si la relación entre ellos era farragosa. “Me llamo “María José”, como dice Jodorowsky,
“¡Catástrofe sexual!”.

-Los nombres feminizados o masculinizados: Mario, Josefa, Carmelo, Paula,


corresponden a deseos frustrados de que naciéramos del sexo contrario.

¿Por qué no cambiarnos de nombre cuando este va cargado por un lastre que nos
inmoviliza?

Nos aterra cambiarnos de nombre ya que tememos que dejaremos de ser reconocidos
por nuestro clan. Tememos no ser reconocidos, ni identificados, no ser amados es el
mayor temor que tenemos. Somos seres gregarios y pensamos que podemos morir si
nuestro “clan” nos abandona, lo que es una herencia de nuestro cerebro arcaico.

Metafóricamente, el nombre que nos dan los padres es como un archivo del GPS que
nos va indicando caminos digitalizados y guardados en la memoria familiar.

Al nacer, nos instalan el archivo y vamos deambulando por el mundo por rutas más o
menos pedregosas y abruptas, pero nos sentimos como en casa, porque ya fueron
trazadas por el sistema operativo del árbol.

Cambiarnos de nombre es arrojar el GPS por la ventanilla del coche y empezar a ver y a
recorrer nuevos caminos, conquistar territorios que no habían sido archivados por
nuestro árbol. Es hacernos cargo de nuestro propio destino.

¿Cómo entonces llamar a nuestros h os cuando nacen?

Alejandro Jodorowsky afirma que cada uno tenemos un nombre (podemos hacer
aparecer a nuestro guía interior y pedirle nuestro nombre en un ejercicio de meditación
o de visualización) que viene con nosotros incluso antes de ser concebidos.

Es posible que durante la gestación, este nombre les llegue al mismo tiempo a ambos
padres de forma telepática, si tienen suficiente capacidad de percepción. Si no es así,
es el niño el que debe nombrarse más adelante.

En el caso de tener que decidir cómo llamar al bebé, el nombre no debe haber existido
en la historia de su árbol genealógico, ni haber pertenecido a personas o ideales de los
que lo nombran.

Ojo con los diminutivos y los apodos. El adulto ya no es un niño. Un diminutivo o un


apodo, al estar memorizado y al perdurar, afecta frecuentemente la percepción de
nuestro yo, nuestra imagen.

A la inversa, una paciente que ya tenía dos hermanos y que, debido a una situación
afectiva muy precisa y dramática, llevaba el nombre en versión femenina de su padre, o
sea Luciana, se sintió mucho más a gusto haciéndose llamar Lili.

Un amigo, eminente terapeuta, eligió el apodo de Jeff para sus íntimos. Hizo bien ya
que lleva el mismo nombre que su hermano mayor muerto al nacer y no tiene ningún
otro hermano o hermana. Y como “por casualidad”, pasa su tiempo curando a los
demás!
EL RANGO DE LOS HERMANOS

El rango es el lugar que se ocupa en un conjunto ordenado y jerarquizado. Dentro del


sistema familiar, existen diversos rangos asociados al lugar que se ocupa dentro del
clan.

Existe por tanto un rango que engloba a personas de diferentes generaciones, tales
como los abuelos, los padres y los h os.

Del mismo modo, hay también un rango asociado a aquellos que forman parte de la
misma línea del árbol genealógico.

El rango de la "fratría" es el que corresponde a los hermanos y hermanas de una familia.

Ocupar cada espacio dentro de este rango comporta ventajas y desventajas, que vienen
dadas por el lugar dentro del orden de los hermanos y por las particularidades de cada
clan.

Normalmente, la asignación de los privilegios de cada posición viene otorgada por los
progenitores. Cuando esta asignación se rige por un patrón ordenado, que tiene que ver
con la jerarquía de nacimiento, no suele ser fuente de problemas.

Ahora bien, cuando los patrones no se respetan (y hay muchas situaciones que pueden
provocar esto), es cuando surgen las dificultades entre los hermanos.

También hay que señalar que entre los hermanos se pueden originar conflictos debido
a la necesidad que tiene cada cual de diferenciarse del resto.

En el rango de la fratría, las comparaciones son uno de los elementos más destacados.

Cada hermano se analiza con respecto a los demás para así desmarcarse de ellos y
encontrar un sitio propio y privilegiado en el amor de los padres. Este comportamiento,
que es normal y que tiene que ver con la necesidad de amor, pertenencia e identidad
propia, puede ser reforzado o no por los progenitores.

Como vemos en todas las dinámicas familiares, existe también aquí una lucha entre dos
fuerzas encontradas: aquella que tiende a unificar a todos los h os bajo un orden, y la
que busca, entre ellos, una diferenciación.

Vamos a analizar la posición de cada uno de los miembros del sistema de los hermanos:
El hermano mayor:

El hermano mayor disfruta de una temporada en la cual es un h o único, y suele ser


también la primera experiencia como padres de sus progenitores. Ahora bien, cuando
nace el siguiente hermano, puede tener sentimientos de celos hacia aquel que le roba
el interés exclusivo de los padres, o bien puede intentar resolver el conflicto
convirtiéndose en defensor del hermano menor.

Algunas de las características de esta posición son:

● Suele recibir una educación más estricta por parte de unos padres primerizos.
● Es el primero en adquirir el sentido de la responsabilidad.
● Puede estar sujeto a una gran carga derivada de las expectativas de los padres. Se
espera mucho de él o ella.
● Puede recibir reconocimiento y respeto de sus hermanos o de los padres.
● Por el mismo motivo, puede recibir duras críticas. Está muy expuesto ante los
demás, es muy visible para todos.
● Puede acceder a privilegios mayores que los de sus hermanos menores.
● Existe presión para dar ejemplo a los hermanos.
● Los hermanos mayores suelen tener un papel en el cuidado y la educación de los
menores. Esto es especialmente cierto cuando hay una diferencia de edad
importante entre el mayor y el menor o en las familias numerosas.
● Puede prolongar el rol de los padres (empresa familiar, cuidar de los hermanos
cuando los padres hayan fallecido, etc.).

El hermano del medio:

Cada uno de los hermanos medianos disfruta al menos de una etapa en la que son
hermanos menores. Pero una vez que nace el siguiente miembro de la familia, el
mediano queda en una tierra de nadie, pues no destaca como el mayor ni recibe
atenciones especiales como el más pequeño.

La única excepción a esto es cuando el mediano viene a cumplir un sueño o deseo de


los padres, por ejemplo, siendo el único h o varón entre varias mujeres, o la única chica
entre chicos.

En este caso, puede llegar a tener un estatus parecido al del hermano mayor o el menor.

Algunas características de este estatus son:


● El hermano del medio tiene que pelear para destacar y ser reconocido entre los
hermanos, lo que puede causar frustración si no logra ese objetivo.
● Puede escoger formar parte del grupo de los mayores o de los menores. Está
menos expuesto.
● En caso de conflicto familiar, puede camuflarse con más facilidad entre los
hermanos.
● Puede evitar mejor las presiones que se ejercen sobre los mayores y los menores.
● Ocupa un lugar que favorece el equilibrio emocional y el aprendizaje de la
negociación. Los medianos son grandes negociadores.

El hermano menor:

El hermano menor dentro de una familia posee una posición destacada, tanto como la
del mayor. Como en los casos anteriores, esta posición posee ventajas y desventajas:

● Recibe las atenciones de toda la familia, y tiene a sus hermanos mayores para
cuidarle y guiarle.
● Tiende a estar sobreprotegido y puede ser más inmaduro que el resto.
● Despierta las envidias de los hermanos mayores y recibe un trato más indulgente
por parte de los padres.
● A diferencia del mayor, ya no se espera tanto de él o ella. El menor tiene, en
ocasiones, más libertad que el mayor para elegir su destino.
● En muchas ocasiones, la familia está más asentada económicamente en el
momento de su nacimiento y crianza. En familias más humildes, en cambio, el
menor hereda todo lo que sus hermanos ya han disfrutado: ropa, libros, juguetes.
● En familias numerosas o con conflictos, el menor puede pagar el agotamiento de
los padres.
● En ocasiones, los padres intentan retenerle en el hogar para evitar el síndrome del
"nido vacío".
● A menudo se espera de él o ella que cuide a los padres cuando sean mayores o
estén enfermos.
● Si hay mucha diferencia entre su nacimiento y el de los mayores, puede ser tratado
como h o único.

El h o único:

Un h o en esta posición:

● Es más independiente que el resto de los niños, pero también carece de ciertas
habilidades para la negociación.
● Puede adquirir la madurez más rápido pues está siempre en contacto con adultos.
● Es el único depositario de todas las esperanzas y deseos de sus padres, lo que
puede ser una carga muy dura.
● Puede sentir la soledad y ser demasiado sobreprotegido.
● Puede vivir demasiado inmerso en un triángulo con sus padres, siendo el cómplice
de uno de ellos o la figura mediadora.
● Echará de menos a los hermanos que podría haber tenido.

El h o adoptado:

Un niño adoptado representa un desafío para el sistema familiar. El niño trae consigo a
su propio sistema y debe insertarse en uno que no le ha dado origen. En estos casos:

● Puede ser muy protegido, ya que se considera que se le ha "salvado" de un destino


difícil.
● En nuestro pasado, y aún en algunos países, se ha utilizado la adopción como
manera de conseguir "mano de obra" para el negocio familiar o para el cuidado de
los padres en edad anciana. Un h o que ha sido adoptado con estas perspectivas
puede sentir un normal y justo resentimiento hacia los adoptantes.
● Puede ser visto como intruso o competidor por los h os biológicos de la pareja, si
los hay.
● A veces idealiza a los padres biológicos, y puede sentir un conflicto de lealtad con
los adoptivos.
● Puede sentir que se le trata de manera diferente, lo que es objeto de orgullo y
fuente de problemas.
● Si desconoce las peculiaridades de su sistema de origen, puede sentirse aislado.
● En los casos de adopciones internacionales, hay que tener en cuenta el origen
étnico del adoptado, las costumbres de su país, la religión predominante, su
idioma natal, etc. Si en algún momento revela interés por conocer estos extremos,
o incluso por profundizar en ellos, es un impulso que debe ser respetado.
LOS SECRETOS DE FAMILIA

Este tema que ahora abordamos fue desarrollado por varios autores, en particular
Serge Tisseron, Anne Ancelin Schutzenberger, Gérard Athias y Marc Fréchet.

Los secretos de familia son, sin lugar a dudas, uno de los elementos más tóxicos que se
pueden extender en el terreno generacional.

Los secretos crean alrededor un espacio de silencio culpable que, como veremos, se
extiende como una mancha a través del tiempo con consecuencias nada positivas.

Conviene dejar claro, antes de entrar de lleno en el terreno de los secretos familiares,
que no todos los silencios son negativos. De hecho, algunos secretos son necesarios,
sobre todo en aquellos temas que se relacionan con la propia intimidad o con
cuestiones que uno conoce de manera confidencial.

Ahora bien, a la hora de hablar de los secretos en el ámbito familiar y transgeneracional,


entramos en un terreno algo más complejo. Sobre todo cuando se intenta mantener
oculta una información que es precisa para los demás miembros del clan, o para las
generaciones venideras.

De manera típica, el secreto familiar se desarrolla a lo largo de tres o más escalones


generacionales del siguiente modo:

- En la primera generación se produce el hecho ignominioso, que por supuesto,


acaba siendo conocido por las personas adultas del sistema. Por ejemplo, la
familia descubre que uno de sus miembros está robando dinero de la empresa
familiar hasta llevarla casi a la ruina y que el dinero hurtado se emplea para
sostener a una amante.

- Tras el consiguiente escándalo, la segunda generación, es decir, los h os de la


anterior, conocedora de los hechos, decide mantenerlos en secreto. Aquí se
extiende la culpa como una mancha común, y se emplea el silencio para intentar
ocultarla.

- La tercera generación, que no había nacido cuando se produjeron los hechos


iniciales, es ignorante de lo sucedido. Pero en todas las conversaciones en que
surge el abuelo, se extiende un silencio culpable entre los miembros de la
segunda generación. En otras palabras, el abuelo es alguien de “quien no se
habla”.
- En las generaciones siguientes, el acontecimiento es un “impensable”, algo que
está en un profundo agujero negro en el que ni siquiera se es consciente de que
hay un secreto. Ya no es algo de lo que no se habla, algo que es molesto pero que
existe, ahora es algo que simplemente parece no existir aunque flote en el aire.
Es en estas generaciones donde surgen los síntomas más dolorosos.

Este silencio es siempre sospechoso, puesto que lo “no-dicho” es tan importante para
la conciencia como aquello que se dice. Así que si se habla abiertamente de otros
antepasados más “honorables”, ¿por qué en la familia no se habla de algunas personas?

Desafortunadamente, cuanto más oculto está el secreto, tanto más evidente es para
todos su existencia.

A partir de aquí, este silencio, que surge a partir del secreto, se extiende entre los
descendientes como una mancha extraña, a la que nadie se refiere, pero que está
sobrevolando la convivencia familiar en todo momento.

El secreto antes o después se manifestará en forma de violencia, tristeza crónica, culpa


o conflicto posterior.

Los acontecimientos que suelen generar secretos generacionales suelen estar


relacionados con uno o más de uno de estos temas:

- La muerte culpable, sea a destiempo, provocada, por causa de un crimen, un


suicidio, la muerte de un familiar por desatención, un accidente que se pudo
evitar, etcétera.

- La sexualidad, a través de actos considerados inmorales o ilegales, como la


corrupción de un menor, violaciones sufridas o cometidas, también los h os
ilegítimos, el embarazo adolescente, el aborto, usar servicios de prostitutas o
prostituirse, también conflictos relacionados con la identidad sexual,
homosexualidad oculta, etcétera.

- El dinero, sea por robo, apropiación de los bienes que han sido confiados al
cuidado de la persona, mala gestión de un negocio familiar, etcétera.

Aún cuando algunos de los temas que acabamos de mencionar son ilegales, es evidente
que hay otros que probablemente no lo sean.
Pero aquí, hay que dejarlo claro, no hablamos de la moral social ni de la ley, sino de
aquello que la familia considera reprobable a partir de sus códigos internos.

Estos secretos son cosas de las cuales no se debe hablar, no hay que decirlas ni
escucharlas.

Las consecuencias del secreto familiar

Existe una ley transgeneracional que dicta que “todo aquello que no se conoce de la
historia familiar, se repite”.

El porqué de esta aseveración, refrendada continuamente en la práctica, es en el fondo


un enigma.

Lo más probable es que todo lo que no se conoce conscientemente sí que se conozca a


un nivel inconsciente. Y también es bastante probable que todo lo que es rechazado por
la conciencia, pero conocido a un nivel profundo, necesite ser reivindicado, sacado a la
luz, reconocido.

De este modo, la única manera de salir de la pesadilla de la repetición generacional


consiste en arrojar luz sobre todo aquello que está oculto, sobre todo aquello que una
parte del sistema familiar ha decidido mantener en una zona de sombra.

Los secretos familiares son la zona de sombra por excelencia dentro de la conciencia
familiar.

Siguiendo el símil empleado por algunos autores, podemos decir que en la conciencia
de la familia hay una zona que actúa como una cripta oscura, un calabozo en el que
habitan los fantasmas ocultos de la familia.

Estos fantasmas, que no se resignan al olvido al que se les quiere obligar, gritan su
dolor en forma de enfermedades, accidentes aparentemente inevitables y repeticiones
nefastas de todo tipo.

Todo aquello que es “cripta” en una generación, se vuelve “fantasma” en la siguiente. En


otras palabras, lo que una generación esconde, la siguiente lo vive como algo
amenazante, desconocido y carente de forma definida.

Las consecuencias de mantener un secreto son nefastas para todos aquellos que, aun
reconociendo la existencia de una zona de sombra en su relato familiar, ignoran qué
puede ocultarse detrás de todo lo “no-dicho”. Los fantasmas familiares crean en las
personas que han de vivir con ellos, una situación de ira y de miedo que estalla con
violencia en todo tipo de síntomas.

La zona oscura donde habitan los fantasmas ocultos del pasado es un lugar excelente
que funciona como un vertedero de todo lo que no se puede admitir o expresar acerca
de uno mismo.

De este modo, el individuo hace suyo el territorio gris de la familia, creando lugares
donde esconder sus propios secretos inconfesables, sus miedos, sus manías y sus
obsesiones.

Al final, esto desemboca en una dualidad dentro de la persona, con la sensación de que
en ella existe un yo oculto que florece en un entorno de culpabilidad.

El efecto práctico de esta dualidad puede ser tanto más grave cuanto más perturbador
sea el secreto.

Por ejemplo, las dudas sobre la filiación de un antepasado llevan a algunos de sus
descendientes a tener la misma preocupación sobre su origen. Así, la persona que sufre
el efecto de un antiguo secreto familiar puede sentir que no es h o de sus padres, que
de alguna manera debe haber sido adoptado o de que su padre no es quien le han dicho
que es.

Aun cuando esta sospecha sea totalmente infundada, la sensación de “no pertenecer”
se hace muy poderosa en la persona, que intentará durante toda su vida remar a
contracorriente, haciendo todo lo contrario de lo que se espera de ella, y con una
perpetua sensación de fracaso.

Pero si mantener el secreto tiene un coste tan alto, ¿por qué en muchas familias se
opta por seguir manteniéndolo oculto? ¿Por qué no se hace un esfuerzo por desvelarlo?

La ocultación de un secreto en el seno de la familia se relaciona directamente con la


necesidad de mantener la fidelidad al grupo. Esa forma de vinculación, aunque sea
nociva para todos, se resiste tercamente a cualquier intento de desvelamiento.

Es una ley del silencio que incumbe a todos y que, de algún modo, les revela cómo
miembros devotos del colectivo.

En el fondo, a nivel inconsciente, todos queremos ser el buen h o que mantiene la


estructura del clan. Así que siempre son una minoría aquellos que se atreven a romper
las normas, ya que hacerlo tiene un coste muy elevado.

Pero por doloroso o desconcertante que pueda ser el hecho, conocer el secreto es algo
necesario, imprescindible para poder entender la dinámica real del sistema familiar.

Ese desvelamiento nos ayuda a comprender muchas de las cosas que se presentan
como un enigma, y sobre todo, representa el primer paso para soltar algunas cargas
hereditarias que desconocíamos.

Por ejemplo, saber que una abuela dejó morir a dos de sus h os de hambre en un
contexto de guerra para conseguir que los demás salieran adelante, nos ayuda a
entender por qué su nieta, perfectamente sana, ha tenido dos abortos naturales y teme
no poder quedarse embarazada.

O bien saber que un antepasado fue encarcelado de manera injusta nos permite
entender por qué una persona de la generación actual ha tenido que hacer frente a una
acusación falsa que le llevó a la cárcel.

Acceder al secreto familiar tiene un efecto preventivo muy importante, puesto que
evita caer en las repeticiones del árbol genealógico. Además, cada vez que un secreto
sale a la luz, se despeja una parte de la cripta interior donde habitan los fantasmas
oscuros del pasado.

Sacar lo oculto a la luz, permite reunificar la conciencia, ayudando a la persona a


escapar de las dualidades nocivas y los sentimientos de disgregación interior que
azotan a los herederos del secreto.
Bibliografía utilizada y sugerida:

● López Gómez, Aurelio. Transgeneracional Aplicado: Libera tus creencias


familiares y transforma tu vida (Biblioteca Aurelio López nº 1)
● Rodriguez, Luz. Pido permiso a mis padres: Claves Sistémicas para una Vida
mejor
● Deniz, Octavio. Cómo sanar tu árbol genealógico
● Wolder, Angeles. Herramientas terapéuticas, Proyecto y Sentido, y Memorias
transgeneracionales.
● París, Diana. Mandatos Familiares
● París, Diana. Secretos familiares: ¿decretos personales?
● Anne Ancelin Schützenberger. ¡Ay mis abuelos!
● Rosario de la Rosa. El escarabajo rojo: liberá tu carga transgeneracional
● Jodorowsky, Alejandro; Costa, Marianne. Metagenealogía: 58 (El Ojo del Tiempo)

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