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Ríos, Alejandra

Abril del 2023

1) ¿Qué es un wellerismo? (Se pide una definición y un ejemplo.

Extensión aproximada: 10 líneas. Valor de la pregunta: 1 punto)

Un wellerismo es un tipo de refrán que sigue una estructura particular. Primero

se formula una frase que, fuera de contexto, parece razonable. Posteriormente,

se aclara quién y en qué circunstancias se pronunció el wellerismo, lo que

desencadena un efecto cómico. En ocasiones, nos podemos encontrar algunas

excepciones respecto a esta estructura, como cuando el hablante explica la

situación, tal y como vemos reflejado en este caso "¡Válgame Dios, asensio;

dices que sudas y estás todo cagado!".

El nombre le ha sido dado por un Sam Weller, un personaje de Dickens que

aparece en la novela Los documentos póstumos del Club Pickwick. Este

personaje solía usar este tipo de refranes, con lo que al final han sido

conocidos por el nombre del protagonista del novelista británico.

Algunos ejemplos de wellerismos son los mencionados a continuación: “¿Quién

dijo miedo?” Y huyó al sonar un pedo; “Palpo, pues no veo”, decía a la moza el

ciego; “Apártate que me tiznas”, dijo la sartén al cazo; “Con la intención basta.”

Y puso la mesa sin viandas; y “Con lo mío me ayude Dios.” Y lo decía un

ladrón.
2. Funciones del lenguaje según un diccionario de lingüística. (Extensión

aproximada: una o dos páginas. Valor de la pregunta: 5 puntos).

Dentro del mundo de la lingüística, nos hemos encontrado diferentes teorías

acerca de las funciones del lenguaje. La más aceptada y estudiada ha sido la

realizada por Karl Bühler que defendió que únicamente existían tres funciones

del lenguaje:

 La primera es la simbólica, que se caracteriza por ser la única de los

seres humanos, por su especial empleo de los símbolos y por centrarse

tanto en el mundo real como en las cosas imaginarias.

 la segunda es la sintomática, que al contrario de la simbólica, no es

exclusiva de los seres humanos y se caracteriza por emplear síntomas.

Además, depende del emisor y concretamente de los sentimientos que

esté expresa.

 La tercera y última función es la apelativa, que se caracteriza por indicar

órdenes, recomendaciones y mensajes. Hay que destacar el hecho de

que funciona mediante las señales.

A parte Karl Bühler, ha habido otros lingüistas como Jakobson, que han

tratado de estudiar las funciones del lenguaje, defendiendo la existencia de seis

funciones:

 La primera función es la conativa o apelativa, que se caracteriza por

centrarse en la figura del receptor. El hablante busca influir sobre la


conducta del oyente, provocando una respuesta. La función apelativa

está presente cuando llamamos a alguien, cuando preguntamos algo,

cuando pedimos algo, cuando prohibimos u ordenamos algo y cuando

damos un consejo.

 La segunda función es la fática, aquella que se centra en el canal.

Cuando tienen esta función, los mensajes buscan establecer, prolongar

o cerrar un canal de comunicación entre el emisor y el receptor.

 La tercera función es la metalingüística, función que se centra en el

código. En este caso, el código funciona también como referente, es

decir, hablamos sobre la lengua haciendo uso de ella.

 La cuarta función es la referencial, aquella que se centra en el contexto

o referente. El mensaje contiene información lo más objetiva posible

sobre la realidad extralingüística.

 La quinta de las funciones es la expresiva, la función que se centra en el

emisor. En el mensaje, la información de los hechos objetivos pasa a un

segundo plano y se enfatiza la actitud, los sentimientos y la opinión del

hablante con respecto a lo que está diciendo.

 La sexta función de Jakobson es la poética, esta es la función que llama

la atención sobre el mensaje con un propósito estético. Es la función

propia de la literatura, sobre todo de la poesía.

Por último, dentro de la lingüística, nos encontramos a Michael Halliday, que

nos habla de tres funciones:


 La primera función es la ideativa, aquella que se caracteriza por

expresar la visión del hablante sobre el mundo y por consentirle

entender y estructurar el mundo. Asimismo, representa la conexión entre

el hablante y el mundo que le rodea.

 La segunda función es la interpersonal, siendo la más interactiva por lo

que permite iniciar y mantener relaciones sociales.

 La tercera y última es la textual, aquella que aprueba conectar las dos

funciones anteriores y tiene una función instrumental.

3. Funciones del lenguaje según el refranero. (Extensión aproximada:

cuatro o cinco páginas. Valor de la pregunta: 10 puntos).

Según el refranero, se entiende por funciones del lenguaje los diversos fines

que se asignan a los enunciados cuando los producimos.

El lingüista Roman Jakobson a la hora de describir las funciones del lenguaje,

analiza los seis componentes que tienen lugar en el proceso de comunicación

lingüística dado que a cada uno de ellos le corresponde una función. Los

elementos necesarios para que se produzca la comunicación son un emisor, un

receptor, un contexto al que remite el mensaje, un código y un contacto (o sea,

un canal físico y una conexión psicológica entre el emisor y el receptor).

En primer lugar, está la función referencial que se centra en el contexto; la

función emotiva se centra en el locutor; la función conativa en el destinatario; la

función fática sobre el contacto; la función metalingüística sobre el código; y, en


último lugar, está la función poética que se centra en el mensaje que se

transmite en el proceso de comunicación.

Las funciones del lenguaje son los diversos fines que asignamos a los

mensajes al producirlos, entonces tenemos que admitir que las funciones

enumeradas anteriormente, aisladas, son fruto de un examen frío y teórico.

Pero, en realidad, la función del lenguaje va mucho más allá de ese examen

teórico. El entusiasmo por las estrategias que, hablando, pueden contribuir al

ascenso social y al enriquecimiento; un mensaje puede ser para el corazón del

receptor tanto un bálsamo como una fuente de irritación, o de depresión; en

ocasiones no emitir un mensaje puede evitarnos muchos problemas; los

refranes proclaman que creer lo que nos dicen los demás a menudo resulta

peligroso, y con frecuencia poco razonable; los actos lingüísticos pueden ser

preludio y trampolín de contiendas graves; los refranes declaran que, a

menudo, los mensajes que emite un hablante nos informan mucho más sobre

él que sobre el mundo circundante, aunque a primera vista pudiera parecer lo

contrario. Y muchos más aspectos que recoge la función del lenguaje.

En cuanto a las funciones del lenguaje en la semántica de la palabra, destacan

en particular seis fines que pueden cumplir los mensajes lingüísticos que

producimos:

1. Hablar de reposo y equilibrio; pueden llegar a proporcionar placer:

- «Pláticas longas, las noches acortan»

- «Con buena compañía no hay larga vía»


2. La alegría del ser humano no es completa, si no la puede comunicar

lingüísticamente:

- «Alegría secreta, más tiene cara de tristeza»

- «Alegría no comunicada, alegría malograda»

3. La desazón del ser humano disminuye si la comunica lingüística:

- «Consuela a los penados contados sus fatigas y cuidados»

- «Dolor quejado, dolor aliviado»

4.. La murmuración produce placer al hablante:

- «Lo que se oyó contar en el corrillo, fuerza es referido»

- «Acabado el yantar, palillos y a murmurar»

5. Por su propio interés, el hablante produce mensajes para desinformar:

- «Quien yegua desalaba, para sí la querría»

- «Dice más del caballo el que quiere comprarlo»

6. El lenguaje nos sirve como abogado defensor, publicista y hasta panegirista.

Lo usamos para dar buena imagen, presentando nuestras acciones de un

modo que nos favorezca:

- «O con verdad, o con mentira, es menester mantener la familia»

- «Sin engaños o con engaños, hay que sacar la tripa de mal año»
Estas seis funciones del lenguaje que ejercita el emisor pueden dar una

séptima función para el receptor atento. Dista de ser algo raro que los

mensajes, en último término, observados con lucidez y frialdad, nos

proporcionen información mucho más fiable sobre su autor que sobre el mundo

circundante. En términos “científicos”, la función referencial, bien mirada,

disminuiría muchísimo el beneficio de la expresiva.

4. Puesto de los refranes en la génesis de las literaturas. (Extensión

aproximada: una página. Valor de la pregunta: 10 puntos).

El profesor Francisco Rodríguez Adrados, en su libro El río de la literatura,

expone ideas sobre la evolución de la literatura, sobre sus orígenes orales y

sobre el puesto de proverbios, máximas y fábulas en ese arranque. Muchos

años atrás, Rodríguez Adrados empezó a interesarse por las fábulas esópicas,

una serie de versiones escritas de literatura popular y oral. Más tarde, publicó

una serie de estudios sobre el género novelístico, sobre su forma y su

evolución en Grecia. El profesor subraya que este género pasó de la oralidad a

la escritura, y luego en su mayoría al revés, a través de siglos y más allá de las

fronteras. Adrados ha comparado las fábulas griegas llamadas esópicas con

sus precedentes griegos y luego los de estos en oriente próximo: ha llevado la

comparación hasta sus derivados en toda Europa.

El profesor de Salamanca publicó después Modelos griegos de la sabiduría

castellana y europea, en el que estudió la literatura sapiencial griega, árabe y

castellana.
Para entonces, el salmantino se había internado decididamente en el estudio

de la literatura universal. Adrados recuerda ideas valiosas que le aportaron

Frazer y Cornford. Ambos retrotraen el teatro al mundo universal de la fiesta; la

fiesta popular.

El profesor Adrados profundizó en el estudio de las literaturas de base oral, por

lo tanto, se interesó por los orígenes orales de toda la literatura. Francisco

Rodríguez vio claramente que la literatura oral producía géneros literarios, que

más tarde cristianos convirtieron géneros orales en literarios.

En su momento los romanos también partieron de géneros indoeuropeos orales

para más tarde apropiarse la literatura griega, entre estos ejemplos y más

surgió en diversas lenguas un nuevo ciclo cultural; el ciclo que conduce de una

literatura oral a una literatura escrita.

En la literatura oral, lo que ha dado pie a la literatura que nosotros conocemos

ahora, es muy habitual encontrar fábulas y refranes.

5. Cite cuatro refranes de origen latino. (1 punto).

 Deiecta quivis arbore ligna legit → Del árbol caído todos hacen leña.

 Abusus non tollit usum → El abuso no quita el uso.

 Canes qui plurimum latrant, perraro mordent → Perro ladrador, poco

mordedor.
 Sic habeas, sic valeas → Tanto tienes, tanto vales.

6. Cite dos refranes anteriores al latín. (1 punto).

 Quot Homines, tot sententiae → Cuantos hombres, tantos pareceres.

 Ovem lupo committere → Confiar la oveja al lobo.

7. Elija tres refranes del apartado titulado “El refranero negro” que le

hayan llamado particularmente la atención. Coméntalos. (Extensión

aproximada: una o dos páginas. Valor de la pregunta: 3 puntos).

El primer refrán escogido del apartado “El refranero negro” dice así: “Al hombre

y al fuego, con recelo “. Está claro que se trata de la desconfianza hacia las

personas. El fuego es un elemento que, si se toca, va a quemar y a hacer

daño. Jamás se nos ocurriría tocar el fuego porque sabemos que saldremos

perjudicados. Pues con las personas pasa algo parecido: no podemos fiarnos

de las personas hasta el punto de poner la mano en el fuego porque jamás

sabríamos con exactitud si nos quemaríamos o no. La desconfianza es una

característica propia de los seres vivos. La utilizamos como mecanismo de

defensa para protegernos de los demás y de las cosas o situaciones que

pueden hacernos daño. El hecho de tenerle recelo al hombre y al fuego

significa que hay que tener cuidado con las personas a las que nos acercamos

porque, en sentido metafórico, nos pueden quemar y hacer daño, igual que lo

hace el fuego.
El segundo refrán escogido del apartado “El refrán negro” dice así: “Fue a

santiguarse y se sacó un ojo”. Este refrán tiene como tema principal la torpeza,

concretamente la de una persona al darse en el ojo sin querer al realizar algo

tan sencillo como el símbolo de la cruz. Se trata de una representación gráfica

a la hora de reflejar la torpeza del ser humano, pero a su vez exagerada y

desmesurada.

El tercer refrán escogido del apartado “El refrán negro” dice así: “Los enfermos

se curan en los libros y se mueren en las camas”. El tema principal de este

refrán es la curación. Se basa en una clara contradicción entre la salud y la

enfermedad. El autor lo que quiere es darles importancia y valor a los libros, a

la lectura, y lo hace mediante la relación entre la curación y la salud de un

enfermo. Da a entender que los libros sanan y dan vida a las personas que no

son felices. Cuando una persona que está enferma se sumerge en un libro sale

de su propia realidad y, por lo tanto, disfruta más dentro de la ficción del libro

que siendo consciente de la vida real. Es decir, que posiblemente no haga falta

tratarse de una persona enferma como tal, sino de las personas que no son

felices y que enferman en sentido metafórico al darse cuenta de que no se

sienten felices.

8. Haga lo mismo con tres refranes elegidos en el apartado “Otros

refranes interesantes”. (Misma extensión, misma puntuación).

El primer refrán escogido del apartado “Otros refranes interesantes” dice así:

“En calma del mar no creas, por sereno que lo veas”. Se trata de un refrán que
hace referencia al incierto ante el comportamiento de personas que no conoces

con exactitud y aun así no tienen por qué tener la reacción que esperas. Este

refrán también hace referencia al hecho de que el mar es algo imprevisible y

cambiante en un breve periodo de tiempo.

El segundo refrán escogido del apartado “Otros refranes interesantes” dice así:

“El ignorante, al ciego es semejante”. La ignorancia es el tema principal de este

refrán. El ciego es una persona que literalmente no puede ver. El resto de sus

sentidos aumentan sus capacidades, pero la vista queda anulada. La diferencia

entre un ciego y un ignorante es que el ciego no puede ver y el ignorante no

quiere ver. Se asemejan porque ninguno de los dos se da cuenta de lo que hay

delante de sus propios ojos. La cuestión es que, en el caso del ignorante, su

falta de visión es debido a una incapacidad que es voluntaria y que tiene que

ver con la actitud de cada persona. En el caso del ciego, sin embargo, es

debido a una incapacidad justificada.

El tercer refrán escogido del apartado “Otros refranes interesantes” dice así:

“En Dios te hará pensar el campo, y la ciudad, en el diablo”. El autor atribuye el

sentido positivo de la oración al campo y el sentido negativo a la ciudad. Da a

entender que la ciudad se caracteriza por connotaciones negativas como, por

ejemplo, el poder, el egoísmo, la ambición, las desigualdades sociales, el mal

humor, el ambiente oscuro, el estrés de la población, entre otras cosas. Sin

embargo, el campo está relacionado con la voluntad de Dios. Dios decide si el

campo dará sus frutos o no y depende de él su cosecha. En el campo todos los

trabajadores son iguales, no hay distinciones sociales ni existe la socialización


abundante que aporta la ciudad. En el campo no hay tanta gente y cada uno

cosecha sus tierras. Por lo tanto, la relación entre Dios y el campo sirve para

darle una connotación positiva y la relación entre la ciudad y el diablo se utiliza

para otorgarle una connotación negativa.

9. Haga lo mismo con tres refranes elegidos en el apartado “Reflexión

lingüística en el refranero''. (Misma extensión, misma puntuación).

El primer refrán escogido del apartado “Reflexión lingüística en el refranero”

dice así: “! Mucho cochino, que me aulas si me enriquezco, y me desprecias si

me arruino!”. En este caso, aparece la hipocresía y el interés de las personas.

La especie humana, por lo general, tiende a interesarse por las personas por

su valor económico y material más que por su propio valor metafísico. Hay

gente que no trata al ser, sino que se mueve por intereses. En la especie

humana abunda la infidelidad de sus propios principios, de sus propiedades y

de sus causas primeras. Los prejuicios hacia una persona según su estatus o

su situación económica son a lo que se refiere el refrán mencionado

anteriormente.

El segundo refrán escogido del apartado “Reflexión lingüística en el refranero”

dice así: “Oye el mal con una oreja, el bien con las dos, y con ninguna la

adulación”. Este refrán quiere decir que hay que escuchar todo lo malo con una

sola oreja, es decir, que no hay que darle mucha importancia. Además, este

refrán expone que hay que escuchar a todo lo bueno con las dos orejas ya que

no se trata de algo malo. Por último, también hace referencia a la adulación


diferenciándola de los cumplidos. La adulación no debe de hacerse caso y por

ello no debe de escucharse con ninguna oreja.

El tercer refrán escogido del apartado “Reflexión lingüística en el refranero”

dice así: “Allá parla, acá calla". Esta oración alude a la acomodación de las

personas. Bajo mi punto de vista, está relacionada con la hipocresía y el

cotilleo. Las personas que hablan y critican a otras personas sin estar

presentes y se callan cuando sí lo están son aquellas personas que se conocen

por hipócritas. Hay gente que siente la necesidad de hablar o criticar lo que

aparece a su alrededor. Normalmente, las palabras de estas acciones no

corresponden correctamente con sus acciones. La crítica sobre algo que luego

se contradice.

10.Lea atentamente los apartados que van del titulado “Hasta el año 1002”

al titulado “Hasta el año 1212”, ambos incluidos. Encontrará en todas

esas páginas un auténtico almacén de acontecimientos históricos donde

escoger temas para un hipotético poema épico. Seleccione el que más le

parezca merecer un desarrollo así. Nárrelo (en prosa) en una página

aproximadamente. (Valor de la pregunta: 3 puntos).

El texto que he seleccionado es Al Hakam II.

En 1961 había muerto Abderramán y le sucedió su hijo al Hakam, príncipe culto

y bibliófilo. Era un hombre fornido de ojos grandes y negros. Su salud era frágil.

Cuando subió al trono, al Hakam era un hombre maduro. Tenía cuarenta y seis

años. Había hecho un largo aprendizaje de gobernante al lado de su padre.


Al Hakam fue un buen califa. Córdoba alcanzó su máximo esplendor. La capital

de la España musulmana deparó entonces al mundo una obra de arte

rigurosamente extraordinaria, cuando al Hakam llevó a cabo el

engrandecimiento y decoración de su gran mezquita.

El nuevo califa no tenía descendencia. Pero en 1962, una de sus concubinas

dio a luz a un niño. Esta mujer llamada Subh era una cautiva de origen vascón.

El pequeño príncipe murió al cabo de pocos años. Pero Subh, tres años

después del primer parto, volvió a dar a luz. Este nuevo hijo suyo sería Hisham

II.

La capital musulmana vivía con ilusión los primeros años de la vida del

heredero. Más tarde, en los siglos XI y XII, Sevilla sería la mayor población de

al Ándalus. Era la ciudad más populosa, culta y comercial de Occidente. Era el

centro del islam español. Era una ciudad de funcionarios, de sabios, de

escritores, de artistas y de comerciantes. El geógrafo oriental Ibn Hawqal la

llamó “la segunda Bagdad”. La Córdoba del siglo X bullía de vida cortesana,

literaria, artística y comercial. Sus palacios fascinaban al visitante. También le

sorprendían la animación de sus calles, la abundancia de sus baños públicos

(de hombres y mujeres), el refinamiento de sus manufacturas de cueros y

tapices, etc. El comercio tenía en Córdoba algo de espectáculo. La variedad de

alimentos, de libros, de pergaminos, de armas, de alfombras, de sedas y

tapices, de cerámica, asombraba al visitante. En Córdoba era posible encontrar

toda clase de objetos de lujo, en Córdoba hallaba el visitante las mercancías


más exóticas, etc. Se podían adquirir eunucos eslavos, se podían adquirir

atractivas esclavas vasconas, gallegas, orientales, etc.

Al Hakam reunió una biblioteca vastísima: se dice que contenía cuatrocientos

mil volúmenes. La ciudad era el mayor mercado de libros del Occidente

musulmán. En Córdoba eran muy numerosos los escribas que se dedicaban a

reproducir manuscritos para tantos bibliófilos. El reinado de al Hakam, pacífico

y fecundo, duró quince años. En 1976 el califa murió.

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