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NIVEL 2
NIVEL 3
Actividades
Actividades
formales
funcionales
Toma de decisión
Evaluación y programación: línea de base y
zona de desarrollo próxima
modelos y contextos de intervención.
Isabelle Monfort Juárez
A.6..Principio de actualización:
Al igual que en cualquier otra disciplina, la práctica logopédica requiere de una
formación continua y de la actualización de conocimientos. La llamada “Intervención
Basada en la Evidencia (IBE) plantea la necesidad de apoyar nuestra actuación clínica
en datos actualizados de la investigación empírica. Más allá de los problemas
prácticos que plantea esta premisa (acceso a publicaciones y tiempo para leerlas por
parte de los logopedas) existen sin embargo otras dificultades para trasladar los datos
de los modelos psicolingüísticos y de investigación a la práctica clínica. Un ejemplo de
ello es el de la aplicación directa de los datos sobre dificultades perceptivas en niños
con Trastornos del Lenguaje. “En los noventa, Tallal y su equipo habían mostrado que
los niños que presentan un Trastorno Específico del Lenguaje mostraban, respecto al
grupo de niños con desarrollo típico, mayores dificultades perceptivas en la
discriminación de los intervalos entre los estímulos auditivos que forman la cadena
sonora del habla. Postularon que dicha capacidad podía mejorarse con un
entrenamiento específico y, para ello, diseñaron un programa informático, Fast
ForWord, que permitía modificar la entrada de habla y la duración de dichos intervalos.
Difícilmente se podría encontrar mejor ejemplo de la aplicación práctica directa de un
dato recogido por una investigación fundamental descriptiva. Sin embargo, la revisión
de su aplicación por investigadores independientes no confirmó los primeros resultados
“. (Monfort, Monfort y Juárez: Investigación y práctica logopédica. 2014)
En el caso de las dificultades fonológico- sintácticas existen además
trabajos que parecen avalar metodologías muy distintas: “Estas observaciones casi
llevan a pensar que lo que importa es ocuparse de los niños, incluyendo un posible
efecto “placebo” ” (Monfort, Monfort y Juárez 2014).
Algunos de los problemas que plantea la investigación sobre intervención
pueden incluso darnos pistas muy interesantes acerca de nuestro trabajo. Es el
caso del llamado efecto Rosenthal o Pygmalion : parece que existe un efecto
significativo cuando la persona que aplica una intervención “cree” en la eficacia de
dicha intervención. Es decir que variables como el entusiasmo, la implicación, las
expectativas juegan un papel fundamental en los resultados.
Existe ciertamente una mayor necesidad de actualización de
conocimientos por parte de los profesionales pero también es cierto que la fuente
de inspiración para el trabajo no deberían ser exclusivamente los resultados de la
investigación sino que necesitamos modelos que interpreten esos resultados y
ofrezcan una visión más amplia y coherente. No se trata por tanto de incorporar
todo aquello que se haya demostrado eficaz en una investigación sino que el
logopeda debe tener una formación en modelos de funcionamiento que le
permitan también decidir qué estrategias de las que aparecen en las
investigaciones puede ir incorporando en su práctica diaria. Muchas veces los
resultados de las investigaciones llegan a la conclusión de que un tratamiento ha
sido efectivo pero no lo comparan con otros ni evalúan métodos más globales en
los que se utilizan estrategias distintas en función del momento, edad o gravedad.
Existen por ejemplo métodos para trabajar con niños con alteraciones graves a
nivel de articulación que proponen ejercicios intensivos y que obtienen
resultados objetivamente positivos: es el caso de una niña de 4 años que no
emitía más de 20 palabras, con muy baja inteligibilidad aunque con buena
comprensión y habilidades cognitivas. Con un programa intensivo de sesiones se
consigue que articule en 15 días 10 palabras nuevas de manera correcta algo que,
objetivamente, se interpreta como un buen resultado. Sin embargo la familia
decide abandonar la terapia porque la niña no quiere ir y rechaza los ejercicios. Se
trata de un caso algo extremo pero real y que ilustra la idea de la necesidad de un
marco global que tenga en cuenta la comunicación y el contexto general. Nos
preguntamos frente a este caso: ¿Cómo estaría esa niña que tiene buena
comprensión y con ganas de comunicar si se le hubiera propuesto en primer lugar
un sistema aumentativo (Bimodal) que facilite su comunicación? ¿Cuántas
palabras diría, qué estructuras gramaticales sería capaz de utilizar? ¿En cuántas
conversaciones habría participado? ¿Cómo sería la dinámica familiar? Por otro
lado teniendo en cuenta el papel de la relación terapeuta-niño ¿Cuánto puede
aguantar un niño si las sesiones de logopedia resultan demasiado agresivas? ¿y los
padres? Los ejercicios necesarios para mejorar el hablar podrían plantearse
dentro de otras actividades y quizá, en otro momento del proceso de intervención
cuando el problema de comunicación estuviera “resuelto”.
Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, incluso en trastornos expresivos, las
técnicas concretas, aunque sean muy útiles para corregir un componente
específico, no pueden estar por encima de los principios generales que rigen la
intervención en niños con alteraciones del Lenguaje o del Habla.
Somos conscientes de que es más fácil seguir los pasos de un determinado tipo de
terapia concreta en la que nos hemos formado que tratar de construir un modelo
de intervención adaptado a cada niño. Sin embargo, a largo plazo, resulta más
importante tener un buen modelo que guíe la intervención y permita incorporar
nuevos datos y herramientas. Un método cerrado supone inflexibilidad y más
resistencia al cambio. Carecer de un modelo general puede conllevar una
intervención basada únicamente en las “tareas” aisladas algo que desde nuestro
punto de vista provoca cambios solamente a corto plazo, especialmente cuando
hablamos de niños con Trastornos del Lenguaje con necesidades de intervención a
lo largo de toda su infancia.
B. Intervención en la dimensión fonológica
B.1. Trastornos del Habla y la Articulación .
Los trastornos del habla y la articulación (THA) “hacen referencia a las
dificultades persistentes de producción de habla que no son consecuencias de
alteraciones neurológicas evidenciables (disartrias, afasias), ni de déficits motores
(apraxias) o perceptivos (hipoacusias), ni de malformaciones de los órganos
fonoarticulatorios (disglosias)” (Aguado 2013: lectura recomendada). Conviene
insistir en que no son “consecuencia” pero pueden ocurrir al mismo tiempo en un
niño: el hecho de tener una Discapacidad Auditiva o un Trastorno de Espectro
Autista no significa que no pueda haber, además, un THA por ejemplo.
Esta definición incluye, en términos de diagnóstico “tradicional”: las
dislalias, los retrasos en el desarrollo fonológico, los trastornos fonológicos, y la
Dispraxia verbal.
Programa motor
articulatorio DISPRAXIA VERBAL
Planificación
Señal de
habla
Figura 2. M-A. Schelstraete (2011) a partir del modelo de Levelt 1989
Aunque muchos autores insisten en la necesidad de distinguir los
problemas de articulación de los problemas fonológicos, esta diferencia resulta
compleja cuando se trata de niños: debemos tener en cuenta que la fonología y la
articulación se desarrollan al mismo tiempo y mantienen relaciones de inter-
dependencia y por tanto no va a ser tan fácil encontrar casos “puros”. La Dislalia
por ejemplo es un problema de articulación pero aparece muchas veces en casos
en los que también hay un componente de percepción y representación
fonológica. También en los casos de Dispraxia verbal (que algunos autores
consideran como un trastorno aparte por el fuerte componente motor) nos vamos
a encontrar dificultades en procesos fonológicos superiores. Por lo tanto vamos a
tener que combinar a menudo un trabajo fonológico con una intervención sobre
la articulación.
Como siempre que nos enfrentamos a un proceso evolutivo y de
aprendizaje, lo que observamos es el resultado de una interacción compleja entre
variables individuales del niño y variables de su entorno. A esto se añade la
propia heterogeneidad en el desarrollo típico que hace que, en ocasiones, la
frontera entre normalidad y alteración no sea siempre fácil de establecer. “
Carmela a los dos años y medio llama a su prima Chloe : “verde” ; Leo de 8 años es
incapaz de pronunciar la palabra “probablemente” hasta que no la ve por escrito”.
La intervención por tanto no vendrá determinada exclusivamente por la
etiqueta diagnóstica (que refleja a veces una decisión Salómonica a favor de la
dificultad más “grave”) sino que tendrá en cuenta aspectos específicos y no
específicos aportados por la evaluación:
Específicos:
o Inteligibilidad: posibilidad de comunicación con su entorno.
o Análisis de errores: típicos o atípicos; estables o inestables.
o Posibilidad de corrección: mejora o no en imitación / disociación
automático voluntaria anómala
o Habilidades perceptivas
o Habilidades metafonológicas
No específicas:
o Edad.
o Nivel cognitivo.
o Nivel de lenguaje
o Perfil general (diagnóstico TL, TEA, Discapacidad Auditiva
Caso 1. D.L. es un niño de 3 años con un nivel de comprensión léxica adecuado para su edad y buena
comunicación no verbal. Sus emisiones espontáneas correctas se reducen a “mamá” y “agua” pero no repite
ninguna vocal ni sílabas aisladas. Emite muy poco y sus emisiones se reducen a mono silabas o bisílabas con
el sonido “te” (tete para coche, te para pan).
Se introduce el Bimodal tanto en logopedia como en casa y en el colegio como sistema alternativo al habla.
Al cabo de un mes D. empieza a acompañar los signos con nuevas vocalizaciones: o-o (rojo) a-o (malo).
Aparecen combinaciones de dos palabras (“fantasma feo” “coche rojo” “no gusta” acompañando el signo
siempre con vocalizaciones.
Caso 2. D.T. es un niño de 4 años con un nivel de comprensión del lenguaje de 3 años sin déficit
intelectual asociado. Diagnóstico de Trastorno del Lenguaje. Se observan graves dificultades fonológicas
con inestabilidad en los errores. Sí mejora en repetición y hay cierta fluidez verbal. Su nivel de
inteligibilidad es muy bajo. Se propone la introducción del Bimodal como sistema aumentativo tanto en
logopedia como en casa y en el colegio. Se produce una mejora rápida en la imitación y estabilidad de la
articulación de las palabras.
Caso 3: A. de 4 años con un trastorno fonológico con errores estables y con buena
respuesta a la intervención. No se ha planteado el uso de signos como sistema de
comunicación pero sí se utilizan puntualmente como ayuda para palabras de uso muy
común: A. es capaz de repetirlas correctamente pero persiste el error en el lenguaje
espontáneo. Se ha asociado un signo a la producción correcta y en situaciones naturales
la logopeda o los padres utilizan el signo para corregir o inducir el modelo correcto. Por
ejemplo con las palabras: “¿Dónde?” dice “yoye”; “está” dice “etá” o “por qué”
“poté”.
El niño no utiliza el signo, lo hace el adulto sin emitir la palabra como ayuda a la
evocación: al verlo, el niño emite la forma correcta.
B.2.b. Compensación:
El segundo tipo de medidas que se pueden tomar a la hora de enfrentarse
a niños con THA tienen que ver con la búsqueda de un “camino alternativo”.
Cuando un niño tiene dificultades para aprender mediante el estímulo habitual
podemos plantear dos estrategias: una de ellas busca “remediar” el problema
entrenando las habilidades implicadas en dicho aprendizaje esperando que ese
entrenamiento mejore sus capacidades y eso tenga una consecuencia directa
sobre su aprendizaje . Esta perspectiva tendrá como referencia el desarrollo
“normal” y en el caso de la fonología tratará de entrenar los procesos implicados
en su desarrollo: discriminación, memoria, programación motora, articulación
etc…. Este tipo de intervención es la que veremos en el siguiente apartado (B.2.c)
Otra perspectiva, no excluyente sino complementaria, trataría sin embargo
de conseguir el aprendizaje “ a pesar de” las dificultades del niño tratando de
modificar no tanto sus aptitudes sino las condiciones de dicho aprendizaje
buscando posibles mecanismos de compensación. En este caso el desarrollo
normal no es la única referencia. Un ejemplo que nos sirve para ilustrar el
concepto de “compensación” lo tenemos en el caso de las personas con
Discapacidad Auditiva. En un niño oyente, el peso de la información visual en el
desarrollo fonológico es muy residual. Sin embargo, las personas sordas sin
audición que aprenden lenguaje oral pueden desarrollar un sistema fonológico
basado exclusivamente en la información visual: lectura labial (con sistemas
aumentativos como la palabra complementada) y lecto-escritura.
En el caso de niños THA la enseñanza de la lecto-escritura, por ejemplo,
trata de de aprovechar relaciones que existen en el desarrollo típico pero en la
dirección “no habitual”: las habilidades fonológicas son importantes de cara al
aprendizaje de la lectura pero también la lectura mejora las habilidades
fonológicas. Por tanto podemos, adaptando la forma de enseñar a leer,
aprovecharnos y estimular dicha relación.
En el libro “Leer para Hablar” (ver biografía de referencia) los autores
describen los pasos seguidos en un caso de de niña de 10 años con un nivel muy
bajo de inteligibilidad:
a) Registro de la expresión espontánea del niño.
b) Selección de las palabras que provocan una mayor dificultad de inteligibilidad a pesar de
ofrecer interés para el niño ya que sus intentos de producción son frecuentes.
c) Dentro de ese grupo, selección de aquellas que podrían ser inteligibles con la adición o
corrección de una sílaba.
d) Presentación de esas palabras bajo su forma escrita para ser leídas
e) Construcción de dichas palabras con letras móviles.
f) Si es posible, escritura manuscrita bajo dictado de estas palabras.
g) Evocación oral parcial: se presenta al niño la palabra donde aparecen los fonemas o
sílabas que suelen pronunciar bien pero, en la parte que suele omitir o alterar, sólo
aparecen puntos para cada letra.
h) Evocación oral completa: se presenta al niño el dibujo u objeto correspondiente (el niño o
la niña pueden ayudarse “recordando” mentalmente como se escribe la palabra).
i) Automatización oral: se le pide que invente una pequeña oración que incluya la palabra.
j) Aplicación del mismo procedimiento con alteraciones más numerosas, que necesitan más
de una corrección.
Caso 5 : V. es un niño de 5 años con una Dispraxia verbal. Utiliza el Bimodal como apoyo para
la comunicación. Está empezando además a producir algunos fonemas a partir de la lectura y
de los gestos de apoyo. Quiere jugar al juego de los “monos locos” pero dice “moto” en lugar
de mono. La logopeda repite su error como una broma : “¿Quieres la moto?” V. se ríe y , de
manera espontánea, utiliza los gestos de apoyo de la “m” y la “n” para emitir “mono”.
Fig. 3 Leer para Hablar. M. Monfort y A. Juárez. 2010
Estos gestos de apoyo también se utilizan más adelante como apoyo en el
aprendizaje de la lecto-escritura.
Además del Bimodal y de los gestos de apoyo existen un gran número de
recursos que parten de este mismo principio: mejorar la fonología y la articulación
de manera “indirecta” aprovechando asociaciones visuales o motóricas (caso 6)
Caso 6: V. con tres años emite solo 4 palabras: agua (aua); mamá (a-á), tete, hola (oa)”.
No es capaz de imitar voluntariamente las vocales aisladas. Se introducen las vocales escritas y
asociadas a unos dibujos con gestos y onomatopeyas: al poco tiempo V. empieza a imitar las
vocales.
B.2.c. Corrección:
- Intervención fonológica:
Existen tal y como hemos visto distintos criterios para elegir el objetivo de
intervención y el contexto en el que trabajarlo. Podríamos decir que, siguiendo un
principio general, empezaríamos por aquello que se adquiere antes en el
desarrollo, que le resulta más fácil de corregir y empezando por contrastes
máximos. En los casos de alteraciones fonológicas inestables, además, habría que
empezar por una primera fase en la que el objetivo serán directamente las
palabras utilizando una lista de aquellas que el niño utiliza más frecuentemente.
La decisión sobre el objetivo de intervención viene también determinada
por el contexto de intervención y la metodología.
Organización: una vez que hemos decidido cuál va a ser nuestro objetivo
debemos organizar en el tiempo nuestra intervención. ¿Vamos trabajando los
objetivos uno por uno (estructura horizontal)? o ¿Todos al mismo tiempo
(estructura vertical)?
Ambas propuestas tienen sus inconvenientes y, por ello, la propuesta que
actualmente goza de mayor apoyo es la llamada “organización por ciclos” (ver fig
4 ) en la que no se espera la consecución total para pasar a un nuevo objetivo
pero tampoco se trabaja todo al mismo tiempo.
Estrategias de intervención:
Ya hemos hablado anteriormente de la necesidad de diferenciar las
dificultades fonológicas de aquellas que tienen un origen más “motor”. A pesar de
que no existe evidencia acerca de su eficacia hay muchas terapias incorporan
ejercicios para desarrollar habilidades de motricidad Oro-facial (soplo, tono etc.)
Aunque no se trata de actividades que vayan a tener un efecto negativo debemos
tener en cuenta que nuestro tiempo es limitado y que debemos priorizar aquellas
actividades que tengan relación con el trastorno y en este caso no se justifica ni
por el origen de la dificultad ni por los resultados mostrados en las
investigaciones. Parafraseando a G. Aguado: “los ejercicios motores y masajes
para fortalecer , dar más tono a los músculos, especialmente a la lengua, y
aumentar la fuerza del soplo (…) no tiene ningún efecto en la mejora de la
articulación , ni en otros trastornos fonológicos”.
Es fundamental también distinguir entre dificultades de articulación y
dificultades fonológicas: en el caso de alteraciones fonológicas el objetivo no es
que aprenda a producir un sonido sino que debe organizar todo su sistema y por
lo tanto la intervención debe incluir un programa dirigido a mejorar sus
habilidades fonológicas y no solo la articulación de un fonema. Es el caso por
ejemplo de técnicas como el PROMPT (Prompts for Restructuring Oral Muscular
Phonetic Tragets) que, aplicadas a niños con dificultades fonológicas, no parecen
provocar cambios en el sistema fonológico y por tanto no consiguen la
desaparición de los errores en el lenguaje espontáneo.
Las intervenciones basadas solamente en la estimulación natural y global
del lenguaje, que se muestran efectivas con otros aspectos del lenguaje
(vocabulario y gramática), tampoco han demostrado ser suficientes en los casos
de trastornos fonológicos. Será necesario por lo tanto combinar esta estimulación
en contexto natural con un trabajo sistemático sobre la fonología tanto a nivel
perceptivo como productivo.
Aunque existen variabilidad en las propuestas de intervención podemos
establecer algunos principios comunes:
1. Las intervenciones tratan de mezclar “juegos” con ejercicios de
entrenamiento explícito.
2. Al incluir actividades que pueden resultar “aburridas” o poco
motivantes se recurre a refuerzos “externos”: poder jugar a algo que le
guste al alcanzar un determinado objetivo; colocar pequeños trocitos
de chuche, gusanitos o chocolate encima de cada palabra que el niño
tiene que repetir (no hace falta decir que se trata de un recurso del que
no se puede abusar pero los trocitos pueden ser realmente pequeños,
al niño lo que le gusta es conseguirlo). Por otro lado trabajar con niños
tiene una ventaja: el refuerzo exclusivamente social como un aplauso,
una estrella brillante en la mano o un beso, pueden llegar a ser
suficiente.
3. Para una mejor evolución es necesario el apoyo del entorno: padres y
escuela.
4. Tratar en la medida de lo posible de introducir componentes
funcionales en la intervención haciendo consciente al niño de que sus
errores en la forma afectan a la comunicación. Resulta complicado
diseñar tareas funcionales cuando trabajamos el habla: la única tarea
es la de “pares mínimos” (fig 5). Lo malo es que existen pocos
contrastes en castellano. Se puede entonces recurrir a pseudo-palabras
llegando por ejemplo a un acuerdo con el niño sobre su significado (ver
ejemplo caso 6) aunque este tipo de estrategias no son posibles con
todos los niños porque requieren cierto nivel de desarrollo y una
mayor colaboración.
Caso 8: D. tiene 3 años y sustituye el fonema K por el fonema t. Pedimos a D. que repita “ta-ta-ta” y
mientras presionamos la lengua hacia atrás con la ayuda de un lápiz (no acepta otros instrumentos
que le suenan a “medico”) hasta que conseguimos que produzca “ka”. Una vez que lo hemos
conseguido tratamos de repetir el ejercicio en grupos de 3 ensayos separados por otras actividades.
Después de tres sesiones la logopeda mete el lápiz pero no toca la lengua y sin embargo D. emite
“Ka”. Entonces le decimos que puede probar ella sola con el lápiz o su dedo. Poco a poco va
produciendo “ka” con el dedo en la boca abierta pero sin tocar la lengua y por lo tanto se convierte
en un gesto de apoyo. Seguimos con ejercicios de sílaba aislada con otras vocales y con
repeticiones: kaka, koko.
liografía general:
A continuación pasamos a palabras con “k” en distintas posiciones (es la letra cochina de caca,
moco…. La introducimos en juegos con pares mínimos, en lotos, dominó, memori, etc…
Entrenamos en contexto de frases: jugando por ejemplo a inventar frases con una lista de palabras
Temas
con “k”: de reflexión:
cama-queso-come-quita-casa-cubo-cama-cabeza. La niña las dice y el logopeda lo pinta: por
ejemplo “el cubo en la cabeza”. Cuanto más absurda sea la frase, más divertido.
Consideraciones finales:
La intervención en la dimensión fonológico-articulatoria comparte
principios del modelo general de intervención sobre el lenguaje pero tiene
características propias que hacen que la intervención explícita o formal cobre una
mayor relevancia y no pueda ser obviada.
Esta parte de intervención explícita, que hemos llamado de “corrección”,
debe ajustarse a los datos obtenidos de la evaluación: no son igual de eficaces
todas las intervenciones, con todos los niños ni en cualquier momento de su
desarrollo. Por tanto no se trata de tener una forma de trabajar la fonología sino
de adaptar las tareas a las dificultades del niño eligiendo aquellas con un mayor
respaldo a nivel clínico y empírico.
A pesar de insistir en esa necesidad de realizar ejercicios dirigidos, no
debemos olvidar la importancia de los procesos de compensación y el uso de
sistemas aumentativos en la intervención de niños con THA.
-Lecturas recomendadas:
-Intervención logopédica en los trastornos fonológicos desde el paradigma
psicolingüístico del procesamiento del habla J.F. Cervera-Mérida, A. Ygual-Fernández
http://bscw.rediris.es/pub/nj_bscw.cgi/d344458/Int%20tras%20fonol.pdf
-Bibliografía de referencia:
- Cervera J.F. e Ygua A. Entrenamiento de la percepción auditiva en niños con
trastornos del lenguaje. Edetenia. Estudios y propuestas de educación. 1999; 15:
57-68
-Cervera , J.F , Baixauli, I. e Ygual. A (2001). Intervención logopédica en un caso de
dispraxia verbal y trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Revista de
Logopedia , Foniatria y Audiología , 31, 203-218
- Monfort M. y Juarez A. Estimulación del lenguaje oral.2001 Enthaediciones.
- Monfort M. y Juarez A. Leer para Hablar. Monfort M y Juárez A.
2010.Enthaediciones.
-Monfort M, Monfort I. y Juárez A. La investigación en la práctica logopédica. Rev.
De Neuropsicología. 2014 .
-Perelló, J. Ponces, J. y Tressera, L. (1981) Trastornos del habla. Barcelona.
Científico-Médica.
-Páginas de recursos
www.espaciologopedico.com
www.enthaediciones.es